APOCALIPSIS: UN CANTO DE TRIUNFO Y DE ESPERANZA (Síntesis preparada por el P. Juan Pablo Esquivel) ¿Qué es APOCALIPSIS? La palabra APOCALIPSIS es la transcripción de un término griego que significa REVELACION. Todo Apocalipsis supone una revelación, hecha por Dios a los hombres, de cosas ocultas y solo por Él conocidas, en especial de cosas referentes al futuro. APOCALIPSIS es el nombre de un género literario, más que de un libro. Los autores apocalípticos se ubican como viviendo unos siglos antes y desde allí, ven al presente como si se tratase del futuro; pero en realidad es su propia época la que están viendo; y la ven como si los acontecimientos que en ella ocurren fuesen los acontecimientos finales de la historia. Esto, que podría ser interpretado como fraude, en realidad no lo es de ninguna manera, sino que se trata de algo propio de este género: el autor pretende afirmar soberanamente una verdad de la que está plenamente seguro: Dios es fiel a sus promesas y finalmente las cumplirá inexorablemente. ¿Cómo surge? El Apocalipsis es la expresión de una espiritualidad generada en épocas de persecución. Ocupa el lugar que en otras épocas y circunstancias, ocupaban los profetas; es decir, nos dan una explicación de lo que acontece y una esperanza, un consuelo, ánimos, para permanecer fieles hasta el fin. Así entendido entonces, el Apocalipsis, es un libro de consuelo y esperanza y no de catástrofe, aunque también incluya es su trama la narración de hechos catastróficos e impresionantes. Para comprender lo que vamos diciendo, tengamos en cuenta por ejemplo Apoc.3,20, cita profundamente consoladora: allí dice el Señor: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo"; es una imagen evidentemente cargada de intimidad y de confidencia. Es difícil deslindar exactamente las fronteras que separan al género apocalíptico del profético, del que, en cierto modo, no es más que una prolongación. Pero mientras que los antiguos profetas escuchan las Revelaciones Divinas y las transmitían oralmente, el autor del Apocalipsis recibe sus Revelaciones en forma de visiones extáticas, que consigna en un libro. Por otra parte, tales visiones no tiene valor por sí mismas, sino por el simbolismo que encierran; porque en un Apocalipsis, todo o casi todo, tiene un valor simbólico; los números especialmente, pero también las cosas que aparecen, las partes del cuerpo y hasta los personajes que salen a escena. Cuando el vidente describe una visión, traduce en símbolos las ideas que Dios le sugiere y entonces acumula cosas, colores, números simbólicos, sin preocuparse de la incoherencia de los efectos obtenidos. Es necesario pues, para entenderlo, hacerse cargo de sus procedimientos y traducir de nuevo en ideas los símbolos que propone; de lo contrario, corremos el riesgo de falsear su mensaje, el sentido del mismo (error que con demasiada frecuencia cometen las sectas y, en general, quienes se acercan a este género sin tener en cuenta las características del mismo) Para comprender este modo de expresarse, debemos tener en cuenta que a veces, una imagen dice más que mil palabras. Por ejemplo: observando el cuadro "Guernica" (de Picaso), 2 podemos formarnos una idea mucho más acabada, de lo que fue aquella bomba, que cayó en medio del pueblo español, destruyéndolo totalmente... Nos formamos una idea más acabada, viendo este cuadro, que quizás escuchando el relato de aquel bombardeo, por muy cargado de palabras o de conceptos que estuviese. Y así entonces, el autor de Apocalipsis, pretende decirnos con imágenes más de lo que pueden decir palabras, más de lo que se puede expresar quizás en un nivel simplemente conceptual. Los Apocalipsis (es decir, las obras escritas en este género) tuvieron gran éxito en algunos ambientes judíos, incluso entre los esenios de Qumrán, en los siglos que precedieron en la venida de Cristo. El género apocalíptico, preparado ya por las visiones de los profetas como Zacarías o Ezequiel, se desarrolló en la obra de Daniel y en numerosas obras apócrifas, escritas en las inmediaciones de la era cristiana. Algunos de los Apocalipsis apócrifos más conocidos son: El libro de Enoc, el de los Jubileos, los Salmos de Salomón, el libro de la Sibila, la asunción de Moisés, el Apocalipsis de Abraham, de Moisés, etc. ¿Cuántos Apocalipsis hay? En Nuevo Testamento únicamente ha mantenido en su canon un Apocalipsis cuyo autor se llama a sí mismo Juan, desterrado en el momento en el que escribe, en la isla de Patmos, por su fe en Cristo. Así entonces, los máximos exponentes apocalípticos de la Biblia son: en el Antiguo Testamento, el libro de Daniel, ubicado, más o menos, en el año 167-164 A.C.; y en el Nuevo Testamento el Apocalipsis de Juan. Cada uno en su Testamento es el único; son libros eminentemente apocalípticos y no solo fragmentarios, como los libros de Ezequiel, Zacarías, etc.; ya hemos mencionado por otra parte que hay Apocalipsis apócrifos, extra-bíblicos. ¿Quién es su autor? Detengámonos un poco en la figura del autor del Apocalipsis. El Apocalipsis da escasos detalles a cerca de su autor; su nombre es Juan, como hemos dicho y aparece en Apoc.1,4 y 22,8; se coloca entre los profetas, como vemos en Apoc.22,9 y se atribuye varios títulos genéricos como siervo de Dios (Apoc.1,1) y hermano y compañero en la tribulación del grupo al que se dirige (Apoc.1,9). Su estancia en la isla de Patmos (Apoc.1,10), fue probablemente consecuencia de un destierro impuesto por las autoridades romanas. Las cartas que manda a las siete Iglesias (Apoc.2 y 3), muestran que era muy conocido por los cristianos de Asia y que gozaba de una autoridad indiscutida. A partir del siglo II, comienza a ponerse sobre el tapete la pregunta: ¿Cuál es la relación entre éste Juan y el apóstol Juan? ¿Fue el vidente del Apocalipsis, también el autor del Evangelio y de las Epístolas Joánicas? Las respuestas tradicionales gozan de una considerable antigüedad: Atribuyen el Apocalipsis al apóstol Juan, tanto en Oriente como en Occidente; así por ejemplo opinan San Justino, San Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y el Canon de Muratori. A partir del siglo III, surgen repentinamente discordancias. En Occidente no crean problemas; pero en Oriente, los adversarios del origen apostólico y por lo tanto de su canonicidad, son numerosos e importantes. El mas serio entre ellos, Dionisio de Alejandría, comparando el lenguaje, el estilo y el pensamiento, concluye que solo el Evangelio y las cartas son del apóstol Juan; mientras que el Apocalipsis pertenece al personaje llamado Juan el presbítero. Preocupados por lo excesos del milenarismo, herejía basada en el reinado de los mil años que se mencionan en Apoc.20,1-6, numerosos Obispos de Siria y el Asia menor, rechazan el 3 Apocalipsis; la escuela de Antioquía se negó a aceptarlo como apostólico y la Iglesia Siria lo rechaza todavía hoy. Sin embargo, debido a la influencia de Atanasio, se fue estableciendo en Oriente cierta unanimidad. De modo que hacia el siglo V el Apocalipsis ya estaba indiscutiblemente incluido en el Canon. En Occidente no surgieron dificultades serias y el Apocalipsis, junto con el Evangelio y las tres cartas, fueron aceptadas como obra del apóstol Juan. Hasta el siglo XVI, los ánimos estuvieron bastante calmos. Pero entonces Erasmo de Roterdam vuelve a dudar sobre la identidad del autor de las obras Joánica. Para Lutero, el Apocalipsis no es ni apostólico ni profético. A partir del siglo XVIII crece el número de investigadores que niegan el origen apostólico de Apocalipsis y su relación con Juan. Actualmente la mayoría de los exégetas católicos y algunos protestantes, mantienen la doble opinión tradicional, es decir, afirman el origen apostólico del Apocalipsis y su relación con Juan. Un pequeño grupo niego lo primero y aún otros sostienen otras teorías. Creo que básicamente las opiniones acerca del autor, podrían ser calificadas en dos, que más que opiniones distintas, presentan matices distintos: 1) La primera postura sostiene que si bien el Apocalipsis de Juan presenta un parentesco innegable con los demás escritos Joánicos, también se distingue netamente en ello, por su lenguaje, por su estilo y por algunos puntos de vista teológicos, que procede inmediatamente del mismo autor. A pesar de todo, su inspiración es Joánica y estaría escrito por alguno del círculo del apóstol e impregnado de su enseñanza; por lo tanto, no puede dudarse de su canonicidad. 2) La segunda opinión está bien expresada por el teólogo Barret, que afirma que según la tradición, el apóstol Juan fue la gran autoridad de Asia, hasta finales del siglo I; él habría inspirado todos los escritos Joánicos, quizás a través de una escuela catequística localizada en Éfeso, pero la redacción habría sido llevada a cabo, por distintos discípulos, más o menos familiarizados con el pensamiento del apóstol. Al formularnos su opinión, Barret, tiene en cuenta que hay muchas semejanzas entre el Apocalipsis y Juan, pero las diferencias son tan grandes que Evangelio y Apocalipsis, no pudieron ser escritos por el mismo autor. Personalmente adopto algo así como una tercera posición, que explico así: "Juan escribió personalmente el Apocalipsis y dictó a un discípulo escriba, más conocedor del griego, su Evangelio. Creo que las tensiones teológicas entre ambos escritos, se explican por las distintas finalidades de ambos: - El Evangelio está orientado a suscitar la fe; el Apocalipsis a alentar. - Por la diversidad de géneros literarios: uno es el género literario del Evangelio; otro es el género literario del Apocalipsis. - Por las diversidades en la situación vital del autor. - Y finalmente por influjo sobre ambas obras, del círculo de los discípulos de Juan." Algunos indicios internos del origen común del Evangelio y el Apocalipsis, son varios detalles que no aparecen en ningún otro lugar del Nuevo Testamento. Por ejemplo cuando se habla de Cristo como del CORDERO o de la PALABRA DE DIOS, la utilización de la imagen de la ESPOSA en referencia al Pueblo de Dios y en ambos casos, por supuesto, hay plena coincidencia en la afirmación fundamental: EL CRISTO RESUCITADO Y GLORIOSO, ESTA PRESENTE EN SU IGLESIA. Creo que en esta postura se explicaría porqué el griego del Evangelio de Juan es sencillo y correcto; y el del Apocalipsis es rudimentario y desordenado; y porqué también las diferencias de 4 tipo doctrinal, por ejemplo: en lo que hace a la escatología, el Evangelio de Juan habla de salvación, como algo ya poseído por el creyente; y en el Apocalipsis se espera un futuro que traerá la salvación consumada. De todas maneras, los detalles que separan a ambas obras, explican porqué los exégetas han adoptado posiciones tan divergentes y porqué también son tan difíciles las soluciones categóricas. Consideremos también que en la opinión del teólogo Charles: "No existe la más pequeña prueba, ni incluso sombra alguna de probabilidad, de que el Apocalipsis sea una obra seudónima. El testimonio tradicional que afirma el origen apostólico de todos y cada uno de los escritos Joánicos, es tan antiguo y abundante, que resulta imposible descartarlos por completo. Parece muy difícil explicar como pudieron equivocarse todos los testigos del siglo II." Tengamos también en cuenta que los cristianos tomaron elementos de la apocalíptica judía y los reinterpretaron a la luz de Cristo. El Apocalipsis de Juan, único escrito apocalíptico cristiano que halló cabida en el canon del Nuevo Testamento, bebe en las ricas corrientes de las tradiciones apocalípticas y las pone al servicio del despliegue del mensaje de Cristo. Una diferencia con la apocalíptica judía es que no es una obra seudónima. Se dirige a lectores determinados, es entregado para ser leído inmediatamente, a diferencia del Apocalipsis de Daniel, por ejemplo, que es un libro que se entrega para ser sellado y leído mas adelante, en un tiempo oportuno. Este Apocalipsis es entonces, un Apocalipsis cristiano y no judío. Por otra parte, en el Apocalipsis, hay mas citas o reminiscencias de las escrituras, que versículos. Así pueden explicarse los hebraísmos y la mala calidad del griego. ¿Cuándo fue escrito? En cuanto a la fecha, se admite ordinariamente, que fue compuesto durante en reinado de Domiciano, hacia el año 95. El tema de la fecha es importante, porque es indispensable para comprender debidamente el Apocalipsis, volver a situarlo en el ambiente histórico en que le vio nacer; un período de perturbaciones y persecuciones violentas contra la Iglesia naciente. Porque al igual que los Apocalipsis que le precedieron, especialmente el de Daniel, en los que se inspira manifiestamente, es ante todo un escrito de circunstancias destinado a levantar y a afianzar la moral de los cristianos, escandalizados sin duda de que se pudiera desencadenar una persecución tan violenta, contra la Iglesia del que había afirmado: "Animo, yo he vencido al mundo." (Jn.16,33). ¿Cuál es el plan de la obra? Para realizar su plan, Juan vuelve sobre los grandes temas proféticos tradicionales, especialmente el del gran día de Yahvé (Amós 5,18 y citas paralelas). Los profetas anunciaban al Pueblo Santo (esclavo bajo el yugo del los asirios, de los caldeos y luego de los griegos, dispersados y casi destruidos por la persecución), el día cercano de la salvación en que Dios vendría a liberar a su pueblo de manos de sus enemigos, a su vez castigados y casi destruidos. 5 Cuando Juan escribía, la Iglesia, nuevo Pueblo elegido, acababa de ser diezmada por una sangrienta persecución desencadenada por Roma y el Imperio Romano (la bestia) pero a instigación de satanás, el adversario por excelencia de Cristo y de su Pueblo. Una visión inicial, describe la majestad de Dios, que reina en el Cielo, dueño absoluto de los destinos humanos (Apoc.4) y que entrega al Cordero, el libro que contiene el exterminio de los perseguidores (Apoc.5); la visión prosigue con el anuncio de una invasión de pueblos bárbaros, los Partos, con su tradicional cortejo de males: guerra, hambre y pestes (Apoc.6); pero los fieles de Dios serán preservados (Apoc.7,1-9; 14,1-5), en espera de gozar del triunfo del cielo (Apoc.7,9-17; 15,15). Sin embargo, Dios sólo quiere la salvación de los pecadores, para prevenirlos, como lo había hecho con el faraón y los egipcios (Apoc.8; 9 y 16). Este esfuerzo es inútil, a causa de su endurecimiento, Dios destruirá a los impíos perseguidores (Apoc.17), que trataban de corromper la tierra, induciéndola a adorar a satanás (alusión al culto de los emperadores romanos, de la Roma pagana). Sigue una lamentación sobre Babilonia, es decir, Roma destruida (Apoc.18) y cantos triunfales en el Cielo (Apoc.19,1-10); una nueva visión vuelve sobre el tema de la destrucción de la bestia, la Roma perseguidora, esta vez realizada por Cristo Glorioso (Apoc.19,11-21), entonces se abre un período de prosperidad para la Iglesia (Apoc.20,1-6), que terminará con una nuevo asalto de satanás a ella (Apoc.20,7ss.), la destrucción del enemigo, la resurrección de los muertos y su juicio (Apoc.20,1115) y finalmente, el establecimiento definitivo del Reino Celeste en el gozo perfecto, después de haber sido aniquilada la muerte (Apoc.21,1-8). Una visión retrospectiva describe el estado de perfección de la nueva Jerusalén, durante su reinado sobre la tierra (Apoc.21,9ss.). Esta es la interpretación histórica del Apocalipsis, su sentido primero y fundamental; pero el alcance del libro, no se detiene aquí, porque su visión de la historia, depende de valores internos, sobre los que puede apoyarse la fe de los fieles de todos los tiempos. Ya en el Antiguo Testamento, la confianza del Pueblo Santo, estaba fundada en la promesa de Dios de permanecer con su pueblo (Ex.25,8), presencia que significa protección sobre los enemigos, para llevar a cabo la salvación. También ahora y de una manera mucho mas perfecta, está Dios con su pueblo, que ha unido consigo en la persona de su Hijo, Emanuel (Dios con nosotros). La Iglesia vive de esta promesa de Cristo Resucitado: "Y sabed que Yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo." (Mt. 28,20). Siendo así, nada tienen que temer los fieles, aunque por algún tiempo tengan que sufrir por el nombre de Cristo, en definitiva, serán vencedores de satanás y de todas sus maquinaciones. Características del género apocalíptico. Es característico del género apocalíptico la visión del mundo categóricamente tajante: por un lado, están los buenos; por otro lado, están los malos. En este caso, el Imperio Romano y la Iglesia; y en definitiva, detrás de ellos y en ellos, Cristo y satanás. En esta visión del mundo tan tajante, es característico también el determinismo: todo está escrito en libros celestiales; en general en los Apocalipsis, no hay llamados a la conversión; en este caso sí los hay, pero inútiles, semejante a lo que ocurrió con el faraón y los egipcios (Apoc.8; 9 y 16); a causa de su endurecimiento, Dios destruirá a los malvados (Apoc.17). Destaquemos que el hecho de que haya llamados a la conversión, hace que éste sea un Apocalipsis totalmente distinto, más bien semejante a los profetas; éste es un Apocalipsis cristiano; especialmente vemos estos llamados a la conversión en Apoc.2 y 3, en las cartas dirigidas a las distintas Iglesias. Otra característica de esta visión del mundo tajante, es que se espera una reforma inmediata de las cosas; por eso, se manda no sellar el libro del Apocalipsis, a diferencia del libro de Daniel, porque esa reforma será inmediata. Se conoce lo que ocurrirá por una revelación secreta de visiones y sueños. 6 Rasgos literarios del Apocalipsis. Se ha dicho muchas veces, que el Apocalipsis es el libro mas oscuro del Antiguo Testamento, quizás de la Biblia entera; a cada paso, aparecen símbolos, elementos muy apreciados por los autores apocalípticos. A veces, se nos da un significado, que vincula el Apocalipsis a la tradición semítica en general. También aquí la apocalíptica se revela como heredera del profetismo, en un intento de añadir y desarrollar precisión al empleo de los símbolos. La mayor parte de los símbolos del Apocalipsis, está tomado de la tradición profética, prolongada por la apocalíptica, por ejemplo: - Una mujer, representa a un pueblo (12,1ss.), o a una ciudad (17,1). - Los cuernos, indican poder (5,6; 12,3), en especial poder dinástico. - Los ojos, representan el conocimiento (1,14). - Las alas, movilidad (4,8). - Las trompetas, significan una voz sobrehumana y divina (1,10; 8,2). - La espada aguda, es la Palabra de Dios que juzga y castiga (1,16; 2,12). - Las vestiduras blancas, un mundo glorioso (6,11). - Las palmas, signo de triunfo (7,9). - Las coronas, significan dominio y realeza (2,10; 3,11). - El mar, signo de las potencias del mar (13,1; 21,2). - Los colores: * Blanco, el gozo de la victoria (1,14; 2,17). * Púrpura, lujo y magnificencia (17,4; 18,12). * Negro, color de la muerte (6,5; 6,12). * Rojo, significa asesinato, violencia, martirio. - Los cabellos blancos, son signo de eternidad, (no de vejez!!) - Las vestiduras largas, con frecuencia significan la dignidad sacerdotal. - Los números tienen también gran importancia simbólica: * Siete, aparece 54 veces; significa perfección. * Doce, aparece 23 veces; significa antiguo y nuevo Israel. * Cuatro, aparece 16 veces; significa el mundo creado (quizás por los cuatro puntos cardinales). * Seis, que se obtiene de restarle uno al siete; si pensamos que el número siete es la perfección, la plenitud, restarle uno a la plenitud, es signo de imperfección. El seis es signo de imperfección, entonces. * Tres y medio, que es la mitad de siete, significa imperfección, sufrimiento, tiempo de prueba y persecución. Tres y medio, puede aparecer en varia formas, pero su valor simbólico es siempre el mismo; a veces aparece expresado como un tiempo, y dos tiempos y medio tiempo; o como tres años y medio, como cuarenta y dos meses, mil doscientos sesenta días. * Mil, muy frecuente en múltiplos, significa gran cantidad, por ejemplo 144.000 Otros símbolos: - La mujer embarazada (Apoc.12), es el Pueblo de Dios; y es María procreando al Mesías. 7 - El dragón o la serpiente (Apoc.12), es el poder del mal que opera en el mundo, es satanás. - Las siete cabezas (Apoc.12), son las siete colinas de ciudad de Roma. - Los diez cuernos (Apoc.12), el cuerno es señal de poder, como hemos dicho, o en este caso de un Rey. Diez indica totalidad. - Las alas del águila (Apoc.13), es la protección con la que Dios conduce al Pueblo (así aparece también en las citas Dt. 32,11 y Ex. 19,4). - La bestia: (Apoc.13), es el Imperio Romano, el poder que encarna el mal con apariencia de dragón. - La bestia con apariencia de cordero y voz de dragón (Apoc.13), son los falsos profetas que se ponen al servicio de satanás, para engañar al pueblo. - La pantera, el oso y el león (Apoc.13), símbolo de voracidad y de fiereza - El cordero (Apoc.14), es Jesús, Cordero pascual, cuya sangre realiza la salvación del Pueblo. - Los 144.000 vírgenes (Apoc.14), es el número completo 12x12x1000, doce del Antiguo Testamento y doce del Nuevo Testamento. Son vírgenes, es decir, nunca andarán atrás de los falsos dioses del paganismo. - Babilonia (Apoc.14 y 16), es Roma, que es como la sede de los poderes del mal - El Hijo del Hombre (Apoc.14), es la imagen de Jesús, el Mesías (sacado del profeta Daniel). - Harmaguedón (Apoc.16,16), es símbolo de la derrota de los ejércitos enemigos (está tomado del libro de Zacarías 12,11). - Los mil años (Apoc.20), es el tiempo completo, fin de la persecución, fin del mundo. El “reino de mil años” es la fase terrestre del reino de Dios, desde la caída de Roma hasta la venida de Cristo (20,11 ss). Es el tiempo de la Iglesia hasta la Parusía (pues “mil años” en el judaísmo no indica tiempo, sino la llegada del “día de YHWH”, del Mesías, de la Salvación, del “Paraíso” que ya estamos viviendo en la Iglesia (pues ya estamos reinando con Cristo) y quer se consumará en el Cielo. Para san Agustín y muchos otros, los mil años comienzan con la resurrección de Cristo; en ese caso, la “primera resurrección” designaría el bautismo (Cf. Rm 6 1-11; Jn 5,25-28). - El lago de fuego (Apoc.20), es símbolo del destino de todo lo que se opone al plan de Dios. - La segunda muerte (Apoc.20), es la muerte no física, sino la muerte espiritual, la muerte que significa lejanía definitiva y total, con respecto a Dios. - La nueva Jerusalén (Apoc.21), es símbolo del nuevo Pueblo de Dios. - Las nupcias del cordero (Apoc.21), es la victoria y fiesta final de todos los creyentes con Dios. - Alfa y Omega (Apoc.21), primera y última letras del alfabeto griego, indican el carácter de Cristo, como principio y fin de toda la historia, Señor de toda la historia. Este frecuente recurso a los símbolos, tiene por finalidad, lo mismo que en la apocalíptica, sugerir el inefable misterio al que se alude, pero que no puede ser definido. Es difícil trazar un cuadro esquemático, sobre la estructura del Apocalipsis. Hay más bien un desacuerdo global, en cuanto a la estructura de este libro, hay distintas teorías... Nosotros vamos a contentarnos con una muy humilde, porque quizás es preferible limitarnos a un esquema, que aunque menos preciso, se mueve dentro de la perspectiva de Juan. Cristo mismo especifica las dos partes esenciales del libro cuando dice: "Escribe lo que has visto, lo que es y lo que sucederá, mas tarde." (Apoc.1,19). Así, obtenemos entonces, la siguiente división del libro: 8 1) Introducción: Apoc.1,1-20; allí se invita al autor a poner por escrito, lo que él ha visto: A Cristo exaltado. 2) Las cartas a las siete Iglesias: que en palabras de Cristo, sería “lo que sucede ahora” (Apoc.2 y 3). 3) El futuro escatológico: En palabras del Señor: "lo que ha de suceder luego" (Apoc.4; 22,5). 4) Epílogo: Apoc.22,6ss. El libro comparte, con toda la literatura apocalíptica, cierta falta de coherencia, y no es de extrañar que todavía no se haya podido presentar un esquema completo, que satisfaga a todos los exégetas. Este libro es una verdadera liturgia: todo lo que se espera, todo lo que Dios nos manifiesta para el porvenir, lo saboreamos ya de ante mano en el culto litúrgico, en el que se da una verdadera comunión con el Señor, presente en la historia. Bueno, pero por fin: ¿Cuándo fue escrito el Apocalipsis? Volvamos sobre el tema de cuándo fue escrito el Apocalipsis. Decíamos que alrededor de finales del siglo I. Después de la muerte y resurrección de Jesús, el Evangelio se extendió rápidamente en todas partes; surgían pequeñas comunidades y en poco tiempo, la Buena Noticia de Jesús, atravesó las fronteras de Palestina, entró en el Imperio romano (Asia Menor, Grecia e Italia). No fue una caminata fácil: hubo muchas dificultades y persecuciones, pero a pesar de todo, el sol brillaba, el viento era favorable. Lentamente, sin embargo, el cielo se cubría de nubes, una tempestad se armaba: la escuela del Imperio romano enseñaba que el emperador era "el señor del mundo" (Apoc.13,4-14). Los cristianos decían lo contrario "Jesús es el Señor de los Señores"(Apoc.17,14; 19,16) y no era solo una lucha de palabras, pues el Imperio tenía sus dioses (Apoc.2,14) y era en nombre de estos falsos dioses, que el emperador se declaraba señor del mundo: todos debían rendirle culto a él (Apoc.13,8-15). Así, el emperador, ayudado por la religión del imperio, consiguió montar un sistema que controlaba la vida del pueblo (Apoc.13; 16 y 17). Por lo tanto, no era una lucha solo de palabras, ni una discusión sobre los dioses allá en el cielo; se trataba también de la organización de la vida cotidiana de las personas aquí en la tierra. Esta nueva fe, anunciada y también iniciada por los cristianos, resulta molesta para el ambiente del Imperio; un conflicto abierto no podía demorar. De hecho, unos treinta años después de la muerte de Jesús, el emperador Nerón, decretó la primera gran persecución, el inicio de los males; fue en el mes de Julio del año 64. Después de Nerón, la paz volvió, pero no era paz: era a penas una parada. Todos sabían que el Imperio no iba a permitir que las comunidades crecieran y se expandieran. Las comunidades eran como hormigas, agitando el sistema del Imperio por abajo. Pero alrededor del año 90, el Imperio decretó una nueva persecución, esta vez mas violenta y organizada. Domiciano torturaba a los cristianos para que abandonaran la fe. Así, con la llegada del fin del siglo I, parecía haber llegado también ante el fin de las caminatas de las comunidades; todas las puertas estaban cerradas, todo el poder del mundo se volvía contra los cristianos, muchos abandonaban el Evangelio por miedo y se pasaban del lado del Imperio. En la comunidad se decía: "Jesús es el Señor" pero allá afuera, el poder Imperial, como señor todopoderoso, era el emperador de Roma. Es a finales del siglo I, en épocas de persecución cuando fue escrito el libro del Apocalipsis. ¿Para quién fue escrito el Apocalipsis? Es, indudablemente que este libro, tiene un valor universal, en el sentido de que todas las comunidades cristianas, pueden considerarlo como dirigido a ellas. Pero el apóstol Juan, tiene en cuenta, de manera especial, las comunidades cristianas esparcidas, sobre todo, en Asia menor. 9 ¿Cuál era la situación de ese pueblo? Era un pueblo perseguido (Apoc.1,9), el propio Juan, en el momento de escribir el Apocalipsis, estaba preso a causa de su fe. La persecución era violenta (Apoc.12,13-17; 13,7), había prisioneros (Apoc.2,10) y muchos ya habían sido martirizados (Apoc.2,13; 6,9-11; 7,13.14; 16,6; 17,6), era muy difícil sustentar la fe. El control de la policía era total, nadie podía escapar de su vigilancia (Apoc.13,16). Quien no apoyaba el régimen del Imperio, no podía vender, ni comprar nada (Apoc.13,17), la propaganda era enorme (Apoc.13,13) y se infiltraban en las comunidades (Apoc.2,14.20). El emperador era presentado como si fuese un nuevo Jesús, incluso decían que era un nuevo resucitado (Apoc.13,3.12.14). La tierra entera lo adoraba, como si fuese un Dios y apoyaban su régimen (Apoc.13, 4.12.14). El pueblo de las comunidades, tenía además otras dificultades; había un cansancio natural, después de tantos años de caminata (Apoc.2,2), había una disminución del primer fervor (Apoc.2,4); había falsos líderes, que se presentaban como apóstoles y no lo eran (Apoc.2,2); había doctrinas cerradas, que traían confusión (Apoc.2,6.15), las persecuciones por parte de los judíos (Apoc.2,9; 3,9); el problema de otras religiones, que se mezclaban con la fe en Jesús (Apoc.2,14-15.20); algunas comunidades se estaban muriendo (Apoc.3,1); otras mas débiles continuaban firmes en la fe (Apoc.3,8); en general, era gente pobre, hasta indigente (Apoc.2,9). Es para el Pueblo de Dios, de estas pequeñas comunidades que Juan escribió su libro. Había mucha gente en aquel entonces, que se sentía perdida, sin vislumbrar el camino. Estaban los que mezclaban las cosas, sin entender el sentido correcto. Todos perseguidos, todos necesitados de una palabra de aliento, de esclarecimiento y de coraje. ¿Qué es lo que el Apocalipsis tiene que decir a la comunidad cristiana? Apocalipsis, ya lo hemos dicho, es una palabra que viene del griego y que significa Revelación. Revelación es lo mismo que quitar el velo. Cuando una cosa está cubierta por un velo, nadie puede verla. ¿Cuál era ese asunto escondido, del cual Juan va a quitar el velo, para mostrarlo al Pueblo? Lo que Juan va a revelar en el Apocalipsis, es el sentido de este período de la historia, que está viviendo y en el que nadie puede vislumbra las cosas correctamente: no se entiende la persecución, el pueblo está impaciente y dice: ¿Hasta cuando Señor? (Apoc.6,10); si Dios es el dueño del mundo ¡¿Cómo es que El permite esta persecución tan cruenta?! Dios parece haber perdido el control de la situación; aparentemente, en aquel entonces, quien mandaba en el mundo era el emperador, que hacía y deshacía; y Dios parecía callar... Ahora bien: el Apocalipsis, es la respuesta de Dios a ese pueblo afligido y perseguido de las comunidades. Fue escrito por orden de Dios (Apoc.1,11.19), para hacer revelación, es decir, para quitar el velo y aclarar la situación del pueblo, con la luz de la fe. El libro comienza con estas palabras solemnes: Revelación de Jesucristo. Por medio de esta revelación de Jesús, transmitida por Juan, Dios va a quitar el velo y va a revelar a su pueblo su plan de salvación, etapa por etapa; va a enseñar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto (Apoc.1,1); va a iluminar al pueblo y va a desenmascarar la falsa propaganda del Imperio; las cosas que Dios realiza para su pueblo, lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro (Apoc.1,19) existen escondidas dentro de los acontecimientos de la vida, sin que el pueblo de Dios pueda vislumbrarlos; por eso está impaciente y triste. Para poder vislumbrar la acción de Dios, dentro de la vida, no bastaba que Juan quitase ese velo, es necesario que el pueblo colabore escuchando y practicando la palabra de Dios que Juan 10 transmite; así reencontrará la alegría: "Feliz el que lea y felices los que escuchen las palabras de esta profecía y tengan en cuenta lo que está escrito en ella” (Apoc.1,3). Esta es la Buena Noticia que el Apocalipsis quiere revelar al pueblo de las comunidades: "El tiempo está cerca" (Apoc.1,3). Dentro del tiempo de la historia marcado por las persecuciones, existe el tiempo de Dios, la hora de Dios, el plan de Dios. Este plan entra en su fase final, se acortó el plazo, Dios está por llegar, El va a cambiar la situación, va a salvar a su pueblo. El Apocalipsis va quitando el velo, para que el pueblo descubra, dentro de los acontecimientos de la persecución, la Buena Noticia del Señorío de Dios, a lo largo y a lo ancho de toda la historia de los Hombres. ¿Cómo enfrenta el Apocalipsis las crisis de fe del Pueblo? Las crisis de fe tenía dos causas: La causa externa, que eran los acontecimientos de la persecución y los cambios en la sociedad; Y la causa interna, que era la falta de visión del propio pueblo perseguido. Por eso, para el pueblo Jesús parecía ausente, Dios parecía haber perdido el control de la situación, los opresores parecían ser los dueños de la historia; y muchos preguntaban: ¿Será que vale la pena, continuar participando de esta comunidad? El Apocalipsis enfrenta el problema, revelando el otro lado de los acontecimientos, el lado escondido; ilumina los hechos con la luz de la fe y descubre: a) Que los acontecimientos no han escapado de la mano de Dios, a pesar de que las apariencias parezcan mostrar lo contrario. Dios mantiene el control de la situación, Jesús está presente en los acontecimientos como Señor Todopoderoso de la historia. La historia transcurre dentro de los planes establecidos por Dios. Y que el poder de los poderosos no pasa a ser un engaño: ellos parecen ser los dueños del mundo, pero no pasan de ser funcionarios de segunda categoría. Sin querer y sin saber, ellos contribuyen a la realización del plan de Dios. El emperador, por mas que grite que es Dios y oprima a los cristianos, no pasa de ser un pobre desgraciado. Su poder es limitado por Dios, su destino será la derrota final. Este es el otro lado de los acontecimientos, el lado escondido, que solo la fe entrevé, son las cosas “que deben ocurrir en breve” (Apoc.1,1), deben suceder, nadie va a impedirla realización del plan de Dios: ¡Dios es mas fuerte! b) La Buena Noticia que surge de los acontecimientos, cuando son leídos a la luz de la fe, quitando el velo. Juan hace aparecer a los ojos del pueblo la Buena Noticia que está ahí dentro de los acontecimientos y que el pueblo no vislumbra. La Buena Noticia es ésta: "Dios es el Señor de la historia", Él entregó todo poder a Jesucristo, y ahora Jesucristo conduce a su pueblo a la victoria final. Nadie, por mas fuerte que sea, consigue cambiar el rumbo del plan de Dios. Los enemigos de Dios y de su Pueblo Santo van a ser derrotados y condenados, todos. La Resurrección de Jesús es la prueba que garantiza todo esto. Por medio de este anuncio fuerte y vigoroso, el Apocalipsis desequilibra el peso de la balanza de la vida, debilita la carga de la persecución, que pesaba de un lado; fortalece el peso de la fe, del otro lado; y el pueblo se equilibra, de nuevo, en la vida. Ahora ya no es la persecución que debilita la fe, sino que es la fe, renovada y fortalecida, la que debilita el poder de los poderosos. El rostro de Dios reaparece en la vida. El pueblo agradece, exulta en cánticos de alegría y se dispone a resistir; entona desde ya el canto nuevo de la victoria, como Miriam, hermana de Moisés, después de la travesía del Mar Rojo (en el libro del Exodo); como María (en el Evangelio de Lucas). Ahora bien, el mundo que describe el Apocalipsis es otro mundo extraño, ideal, diferente de nuestro mundo. ¿Cómo es que esas visiones tan exquisitas, pueden ser instrumento para clarificar la situación del pueblo de Dios 11 hoy, aquí y ahora? Vamos ahora a algunas respuestas. Leyendo el Apocalipsis, quizás uno pueda encontrar todavía más. ¿Por qué Juan expresa todo por medio de visiones y símbolos? 1) Una primera respuesta: Para traer consuelo y esperanza al Pueblo. Uno puede preguntarse: ¿Quién es Jesús? Y uno puede responder a esa misma pregunta con una frase diciendo: "Jesús, es el Hijo de Dios, Mesías, Sacerdote, Juez, Señor de la historia, presente en la comunidad, vivo para siempre." Juan responde lo mismo, con una visión y dice: "Me di vuelta, para ver de quien era esa voz que me hablaba y vi siete candelabros de oro y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo del Hombre, revestido de una larga túnica, que estaba ceñida en su pecho, con una faja de oro; su cabeza y sus cabellos, parecían llamas de fuego; sus pies, bronce fundido en el crisol; su voz era como el rugido de grandes cataratas; en su mano derecha tenía siete estrellas; de su boca salía una espada de doble filo; y su rostro, era como el sol cuando brilla con toda su fuerza. Al ver esto, caí a su pies como muerto, pero El tocándome con su mano derecha me dijo: "No temas, Yo soy el primero y el último, el viviente; estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo las llaves de la muerte y del abismo." Las dos respuestas, frase y visión, dicen la misma cosa, pero de distinta manera: + en la frase, es uno que habla sobre Jesús; en la visión, es el propio Jesús quien se presenta. + en la frase, Jesús aparece parado dentro de un discurso; en la visión, Él aparece actuando. + la frase trae un relato; la visión, pinta un cuadro. + la frase define las márgenes del río de la doctrina; la visión narra una experiencia que alimenta las mismas fuentes del río. + la frase, apela a la inteligencia; la visión, envuelve también el corazón, el sentimiento y la imaginación. + la frase trae entendimiento; la visión, comunica fuerza y coraje. + en la frase, usted dice la verdad; en la visión, Juan anunció la Buena Noticia de Jesús. En síntesis: el enunciado teórico lo define como Salvador Todopoderoso; la visión lo muestra actuando como tal... 2) Otra respuesta al porqué del modo de hablar de Juan: para transformar la nostalgia, en esperanza. Veamos porqué: Las visiones del Apocalipsis están llenas de imágenes y símbolos del Antiguo Testamento, sobre todo de los libros del Ezequiel, Isaías, Daniel y Zacarías. Toda la historia es recordada, a veces, por una única palabra: la Creación, el paraíso, el árbol de la vida, la mujer y la serpiente, el arco iris después del diluvio, la salida de Egipto, el Cordero de Pascua, las plagas de Egipto, el canto nuevo de victoria, las doce tribus y su empadronamiento, la caminata por el desierto, el maná, la Alianza, Moisés, Elías, Judá, Jerusalén, el monte Sión, Jezabel, Balaám, el templo, las grandes promesas, la caída de Babilonia, la salida del cautiverio, el nacimiento del Mesías. Además de recordar los acontecimientos y las personas del Antiguo Testamento, Juan toma del Antiguo Testamento, las palabras y las frases para poder expresar su propio pensamiento. De todos los libros del Nuevo Testamento, el Apocalipsis, es el libro que más usa del Antiguo Testamento (mas de cuatrocientas veces). En cierto modo, las visiones son nada más que construcciones nuevas, hechas con los viejos ladrillos del Antiguo Testamento. 12 ¿Cuál es el sentido de todo esto? ¿Porqué las visiones abundan tanto en el Apocalipsis? Por que el Pueblo de las comunidades conocía el Antiguo Testamento; bastaba que alguien dijera una palabra y el pueblo se acordaba de la frase completa. El Antiguo Testamento era su pasado, pasado bondadoso, donde Dios había manifestado su presencia, con grandes milagros. Pero ellos se acordaban del paraíso únicamente para sentir nostalgia, casi como frente a un muro de lamentos. ¿Qué hacen la visiones llenas de frases y recuerdos del Antiguo Testamento? Hacen que el pueblo descubra, que el pasado no es la esponja que enjuga las lágrimas, sino que es el Pan mismo, Pan para comer, Pan que hace renacer al Hombre. Las visiones presentan el pasado como un espejo, es como si estuviese ocurriendo ahora. Así, poco a poco, la energía del pasado, va despertando, dentro de la propia conciencia; el velo va cayendo y la caminata se ilumina, el Pueblo de Dios recupera la memoria perdida y descubre la Buena Noticia dentro de los acontecimientos. El Dios que actuó entonces, continúa actuando hoy, el mismo Dios del pasado, es el mismo del presente y del futuro. El no se cambió de allá para acá; El está con nosotros: "El que era, el que es y el que viene"; de este modo, la nostalgia se transforma en esperanza. 3) Una tercera respuesta: para comunicar al Pueblo de Dios algo de la paz y de la esperanza que brillan junto al Altísimo. Las visiones transportan al Pueblo al cielo, cerca del trono de Dios; y comunican algo de la paz con que Dios, allá en lo alto, sereno y firme, comanda la lucha en la que se debaten los hombres cada día. Allá, en lo alto del cielo, en el centro de las operaciones, los redimidos contemplan la lucha con los ojos de Dios; descubren, que a pesar de lo difícil, la lucha ya está ganada. Por eso, vuelven a la lucha mas animados, con el sabor de la victoria. Así, por medio de las visiones, el árbol de la comunidad arraiga sus raíces en el suelo de Dios, y la tempestad de las persecuciones ya no consigue arrancarlas. 4) Una cuarta respuesta: para comunicar al Pueblo de Dios verdades que solo el Pueblo de Dios puede entender. En la época de las persecuciones, cualquier cuidado es poco; quien habla de mas, corre el peligro de denunciar a su hermano; quien tiene algo que comunicar, lo hace de manera que sólo sus compañeros de la lucha lo entiendan, los otros no (Apoc.14.3). Decir abiertamente que el Imperio Romano era el gran instrumento del gran enemigo a ser combatido, podía causar la prisión; Juan encontró la forma, el dice: "para esto, es preciso sutileza: el que tenga inteligencia, calcule la cifra de la bestia, porque es una cifra humana, 666" (Apoc.13,18). De acuerdo con el número de cada letra, el lector, por sí mismo, calculaba y descubría: la bestia es el emperador de Roma1. Ya que si damos valor numérico a las letras con que se escribe “César Nerón” y sumamos sus letras, el número que da es 666. De la misma manera, Juan explica el misterio de la gran prostituta, sentada sobre la bestia con siete cabezas (Apoc.17,3). El dice: "Para comprender esto, es necesario tener inteligencia y sutileza. Las siete cabezas, son las siete colinas, sobre las cuales estaba sentada la 1 No tienen razón los que dicen que el anticristo, la bestia, es el Papa. La bestia no es el Papa de Roma, sino, que es el emperador romano, que perseguía a los cristianos y que ya había mandado matar a Pedro, el primer Papa. La identificación con el Papa no es una confusión, sino un recurso fraudulento y malintencionado de las sectas que odian a la Iglesia Católica. 13 mujer" (Apoc.17,9). Para el buen entendedor, bastaban medias palabras. Todos sabían que la ciudad de Roma, sede del Imperio, estaba construida sobre siete colinas. Las visiones, entonces, con sus símbolos, son medios para esclarecer a los cristianos y al mismo tiempo, para no revelar totalmente la verdad, a quienes no compartían la misma fe; estas visiones descubren su mensaje a quienes sufren a causa de la fe y las esconden a los opresores. Dios nos manda ser buenos, no tontos. Siete sugerencias para entender mejor las visiones del Apocalipsis 1) Para entender bien el cuadro, no basta con mirar una sola vez, hay que volver siempre y quedarse ahí mirando, meditando. Cada vez se descubren cosas nuevas; así pasa con el Apocalipsis. 2) Frente a un paisaje bonito, uno no debe inmediatamente fijarse en los detalles. Dejar primero entonces que la belleza y paz del conjunto del paisaje, entren en uno; solo después, estudiar los detalles; hacer lo mismo con el Apocalipsis. 3) Tratar de descubrir lo que viene del Antiguo Testamento. Esto ayuda a descubrir en la visiones, la fuerza que viene del pasado del pueblo. 4) Hacer una lista de las comparaciones que aparecen en las visiones, intentar descubrir, de donde fueron tomadas: de la vida, de la historia, de la religión del pueblo. Tratar de redescubrir la fuerza y el sentido de cada comparación para la vida del pueblo. 5) Comparar las visiones, con algunos sueños que uno tiene, o que otros tuvieron. El punto de comparación es el siguiente: ambas cosas tienen un sentido escondido, muy importante para la vida. 6) Para los trozos mas difíciles consultar con alguien, o buscar al pie de página en la Biblia. Se es posible, consultar también algún comentario, algún diccionario o libro sobre la materia. 7) No olvidar nunca de verificar como las visiones responderían a las situaciones de persecución en que se encontraba la Iglesia en aquel entonces. Siete consejos que Juan nos deja, para leer el Apocalipsis. Antes de comenzar la lectura del Apocalipsis, capítulo por capítulo, conviene recordar estos siete consejos, que Juan nos deja, dispersos en las páginas del Apocalipsis. Son consejos que nos enseñan como debemos hacer esta lectura. 1) Leer y escuchar en Iglesia y como Iglesia: Juan dice: "Feliz el que lea y felices los que escuchen, las palabras de esta profecía" (Apoc.1,3). Es uno solo el que lee. Es mas de uno el que escucha. Por lo tanto, Juan sugiere que la lectura sea hecha en comunidad, es decir, como Iglesia. Por lo demás, él escribe el Apocalipsis para las distintas comunidades (Apoc. 1,4.11). Es decir, para las Iglesias. 2) Sin aumentar, ni quitar nada: muchas veces, la persona, no conoce el texto del Apocalipsis, nunca lo leyó. Solo escuchó hablar. Lo conoce descontextualizado o por la mitad. ¡Esto no vale! ¡Es preciso observar bien lo que está escrito, sin aumentar, ni quitar nada! Juan dice: "Yo advierto, a todos los que escuchan las palabras proféticas de este libro, si alguien pretende agregarles algo, Dios descargará sobre él, las plagas descritas en esta libro; y al que se atreva a 14 quitar alguna palabra de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la Ciudad Santa, que se describen en este libro” (Apoc.22,18-19). 3) Usar la inteligencia: Juan escribe para el pueblo de las comunidades, que no era un pueblo muy instruido. El cree en la inteligencia del pueblo. En dos ocasiones, pide que las personas usen la inteligencia, para descubrir el sentido de las cosas que él escribe (Apoc.13,18; 17,9). La inteligencia y la sabiduría del pueblo que se reúne en comunidad mantiene la imaginación dentro de la línea correcta. Es el "sentido de la fe", instruido por los pastores de la Iglesia. 4) Tener sed de verdad y de vida: Juan dice: "Que venga el que tiene sed y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de la vida" (Apoc.22,17). Es decir, que aquel que va a leer el Apocalipsis, no se debe llevar por los intereses de quien quiera que sea, sino que debe buscar solo aquella verdad que sirve para mejorar la vida. Ahí es sediento encontrará el agua de la vida, de la que Juan habla. Según dice Jesús, el amor a la verdad, está en los pequeños. Ellos entienden mejor (Mt.11,25-26). 5) Abrirse a la acción del Espíritu Santo: El Apocalipsis no es una palabra cualquiera. Es una profecía venida del Espíritu Santo (Apoc.22,6.10). Por eso, la comunidad debe abrir los oídos para escuchar lo que el Espíritu tiene que decir: "El que pueda entender que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias". No basta solo la inteligencia humana para entender la palabra de Dios. El Espíritu es un don que se alcanza únicamente por medio de la oración (Lc.11,13). 6) Hacer que el mensaje se transforme en oración: Juan dice: "El Espíritu y la Esposa dicen ¡Ven! Y el que escucha debe decir ¡Ven!” La Esposa es la Iglesia, la comunidad. Animada por el Espíritu ella reza; los miembros de la comunidad deben hacer la misma cosa. En la medida en que van "oyendo", el mensaje del Apocalipsis, deben expresarlo en oración. Es decir, deben rezar para que Jesús venga a realizar en ellos el mensaje escuchado. Sin la ayuda de Él, nada se hace (Jn.15,5). 7) Practicar la palabra escuchada: no basta solo oír. Ni basta solo rezar. Tenemos que practicar la palabra. Juan dice: "Feliz el que cumple las palabras proféticas de este libro". El mensaje de Dios no puede quedar escondido en lo secreto de la conciencia, sino que debe recorrer el mundo (Apoc.22,10). Es el testimonio de las comunidades el que lo divulga. Pbro. Juan Pablo Esquivel "PARA QUE TENGAN VIDA Y LA TENGAN EN ABUNDANCIA"