Feudalismo Japonés

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EL FEUDALISMO JAPONES
PERIODO PREFEUDAL
En el siglo VII d.c. se formo en Japón un sistema político imperial centralizado. La administración de este
Imperio era un calco de la del imperio chino y se basaba en un monopolio imperial de la propiedad de la
tierra. La burocracia estaba compuesta por una clase aristocrática civil que heredaba los cargos mas que se los
ganaba, se construyeron ciudades imperiales y se instauro el Budismo como religión oficial. Este imperio
comenzó a desintegrarse a principios del siglo IX, fuera de Kyoto la administración imperial se abandono,
desapareció el reclutamiento obligatorio y las provincias se convirtieron gradualmente en propiedad de una
nobleza militar de samurais. Con este panorama se intensificaron las luchas internas por el control interno del
imperio.
Para finales del siglo XII, el imperio había dado paso al shogunato de Kamakura, el cual mantuvo la dinastía y
la burocracia tradicionales pero creo un aparato militar de gobierno bajo el mando del shogun. La
administración civil de las provincias quedo completamente eclipsada por los gobiernos militares que el
shogunato mandaba a las provincias (shugo). Tras el shogunato de Kamakura vino el de Ashikaga que fue
mucho más débil y permitió que los shugo se convirtieran en señores locales omnipotentes. Tras el
hundimiento del shogunato de Ashikaga se produjo una oleada de anarkia en la que los de abajo mandaban
sobre los de arriba y los shugo regionales fueron derrocados por vasallos usurpadores. Los aventureros de la
nueva época Senguko (es el nombre de la época) se repartieron los principados que a partir de entonces se
organizaron de una forma puramente feudal. Esto ocurrió a finales del siglo XV.
PERIODO FEUDAL
El territorio se dividió en daimyo (equivalente a la Baronia o Condado europeos), los samurais juraban
fidelidad al señor. El vasallaje tenia un carácter semifamiliar y sagrado mas que legal. Esta forma
cuasipatriarcal se hizo aun más autoritaria con la extensión de los derechos paternos a la adopción y a
desheredar a los hijos, que impidieron con eficacia las insubordinaciones filiales tan comunes en Europa.
Entre los principados daimyo fueron constantes las luchas violentas.
En la segunda mitad del siglo XVI tras una serie de importantes guerras civiles tuvo lugar la reunificación del
país. Los daimyo no fueron desposeídos de sus dominios, pero se convirtieron en vasallos del nuevo soberano,
a quien mandaban algunos parientes como rehenes en garantía de su lealtad. Se consolido la propiedad de la
tierra en forma de pirámide. La población se dividió en cuatro ordenes cerrados: nobles, campesinos,
artesanos y comerciantes. Los campesinos fueron privados de las armas y debían entregar dos tercios de las
cosechas a sus señores, se prohibió a la clase mercantil la adquisición de tierras. El comercio se desarrollo con
rapidez bajo la protección de los daimyo. En el año 1600 el poder fue conquistado por Tokugawa Iesayu y se
convirtió en shogun en 1603. Ieyasu fundó el Estado Tokugawa que habría de durar 250 años, para lo cual
tuvo una gran importancia el cierre de fronteras, durante el shogunato Tokugawa Japón se mantuvo totalmente
aislado promulgando la xenofobia en sus ciudadanos.
EL ESTADO TOKUGAWA
El shogunato Tokugawa impuso en Japón la unidad sin centralismo. En realidad lo que hizo fue estabilizar
una especie de condominio entre el régimen shogunal soberano y los gobiernos autónomos de los daimyo. El
shogunato poseía sus propias tierras, las más estratégicas (llanuras centrales y las costas del Japón oriental).
Además el shogunato podía contar en primer termino con unas 20 grandes líneas colaterales de los Tokugawa,
en segundo termino estaban las casas de menor importancia que habían sido leales a Ieyasu. Estos últimos
formaban los daimyo de la casa y de aquí procedían el grueso de los altos funcionarios de la administración.
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Ieyasu se preocupo por restaurar el aura religiosa que rodeaba al emperador y a la nobleza cortesana a la vez
que los relegaba de las funciones políticas. El monarca estaba dedicado a funciones espirituales, y el shogun
gobernaba en su nombre gracias a una función oficial que institucionalizaba el gobierno en la sombra.
Los ingresos del shogunato (o Bakufu) procedían básicamente de las cosechas de arroz. Los daimyo estaban
obligados a tener una residencia en la capital del shogunato y a dejar rehenes de su familia cuando regresaban
a sus feudos, esto era para evitar cualquier posible acción de independencia. Los daimyo estaban autorizados a
mantener una sola ciudad−castillo y en las listas oficiales del shogunato se fijaba un techo a sus séquitos
armados. Dentro de sus limites los daimyo poseían una autoridad sin limites: el control directo del shogunato
se detenía en las fronteras de sus feudos.
El campesinado estaba atado jurídicamente al suelo y no podían ni emigrar ni intercambiar sus tierras. Las
aldeas eran responsables de las cargas de impuestos (que generalmente se pagaban en especias) y eran
recaudadas por los funcionario fiscales del daimyo. Durante el siglo XVII se produjo un aumento de la
producción, debido a la paz, este aumento de la producción trajo como consecuencia un aumento de la
población de un 50% hasta llegar a los 30 millones en el año 1721.
Durante el siglo XVIII se desarrollo con mucha rapidez una especialización regional en la explotación del
campo, con lo que al final del shogunato una proporción bastante alta del producto total agrario se
comercializaba. La aparición de una economía monetaria y las variaciones bruscas en los precios del arroz
trajo una diferenciación entre el campesinado, es decir había campesinos ricos y pobres. De entre estos
campesinos ricos o caciques de las aldeas apareció en el seno de la economía rural un segundo estrato
explotador, esto eran los jinushi o propietarios−usureros. La rente percápita aumento al detenerse el
crecimiento demográfico, mientras los jinushi prosperaban y el campesinado pobre se hacia más pobre.
El shogunato Tokugawa no permitió el autogobierno urbano. Por otro lado la duradera paz dio un impulso
comercial sin precedentes al sector urbano de la economía japonesa. La alta aristocracia incrementó el
consumo de bienes de lujo, la conversión de la clase de caballeros en funcionarios aumento también la
demanda de comodidades. Edo se convirtió en un lujoso centro residencial de los daimyo, que tenían la
obligación de tener una residencia allí. Mientras Osaka se convirtió en un centro comercial. Como los
homólogos chinos se prohibió a la clase chonin (habitantes de las ciudades) la adquisición de tierras con lo
que se favoreció la aparición de unas fortunas puramente urbanas con un crecimiento ininterrumpido. Las
grandes casas mercantiles llegaron a controlar ingresos equivalentes a los de los señores territoriales más
prominentes.
En el siglo XVIII mas del 90% de la población japonesa vivía en ciudades, esta urbanización del país produjo
un efecto tijera en los precios manufacturados y agrícolas. Como consecuencia se produjeron dificultades
presupuestarias crónicas tanto en el shogunato como en los daimyo. Esto no supuso un aumento de poder de la
clase chonin ya que el shogunato y los daimyo anulaban sus deudas. Los chonin estaban jurídicamente a
merced de la nobleza. La seguridad legal de las transacciones de capital siempre fue precaria.
La política shogunal de reclusión borro toda posibilidad de una transición hacia el modo de producción
capitalista dentro del marco Tokugawa. Privado del comercio exterior, el capital comercial de Japón se vio
constantemente frenado y reconducido hacia una dependencia parasitaria de la nobleza feudal y de sus
sistemas políticos. El Japón de Tokugawa combinó una fragmentación de la soberanía notablemente rígida y
estática con una velocidad y un volumen de circulación mercantil extremadamente alto.
La nobleza se estaba hundiendo gradualmente en una progresiva crisis de ingresos, al mismo tiempo tenían
que realizar un importante esfuerzo en la ostentación de sus grados de jerarquía, los gastos de ostentación del
shogunato tenían que ser necesariamente superiores a los de los daimyo.
El proceso de degeneración de la economía del shogunato decayó todavía más; el producto fiscal de sus tierras
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familiares tendía a descender en términos reales y la producción de plata disminuyo considerablemente tras
unas inundaciones (esto forzó al shogunato a devaluar la moneda), esto forzaba al shogunato a periódicas
confiscaciones a la clase mercantil. Con este panorama Osaka sufrió en 1837 una desesperada tentativa de
insurrección plebeya, no tuvo éxito pero después de dos siglos y medio de paz interior el aparato militar del
shogunato estaba profundamente corroído, la evolución militar de feudalismo Tokugawa fue la antítesis de la
del absolutismo Europeo.
Con este panorama y a mediados del siglo XIX, las grandes potencias occidentales entraron en contacto con
los Japoneses. Mediante la intimidación y las amenazas obligaron al shogunato (que no podía hacer nada
contra el poderío militar occidental) a la apertura de relaciones diplomáticas para conservar su propia
supervivencia. Pero, al hacer esto, se volvió inmediatamente vulnerable a los ataques xenófobos procedentes
del interior. En efecto, se produjeron algunos asesinatos de extranjeros y hubo una oposición directa a la
apertura, el Emperador se sumo a esta demanda y fue adquiriendo mas influencia en la sociedad. Mientras el
shogunato se justificaba aludiendo a la inferioridad militar, y de esa forma también mostraba su debilidad.
Los comerciantes extranjeros se negaron a aceptar la moneda japonesa (debido a su insignificante valor en
plata), este hecho junto a un aumento de la demanda exterior provoco una grave inflación interna (el precio
del arroz se quintuplico entre 1853 y 1869). Los daimyo contrarios al régimen Tokugawa desde el principio
modernizaron sus ejércitos y encabezaron un revolución cuyo objetivo formal consistía en el restablecimiento
de la autoridad imperial. En un golpe súbito en 1867 se conquisto Kyoto (residencia del emperador) y este
proclamo que se ponía fin al shogunato. En pocas semanas todo Japón fue tomado y se había fundado el
Estado Meiji unitario. El estado Meiji procedió rápidamente a una serie de profundas medidas para abolir el
feudalismo desde arriba: El sistema de feudos fue liquidado, el orden de los cuatro estamentos destruido, se
promulgo la igualdad de todos los ciudadanos, se reformo el calendario y el vestido, se creo un mercado
unificado y una moneda, y se promovió la industrialización y la expansión militar. El paso del feudalismo al
capitalismo se efectúo en Japón sin ningún interludio político, es decir del feudalismo pasamos directamente
al capitalismo, no como en Europa donde había surgido el absolutismo como estadio intermedio.
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