Fuentes para analizar la coyuntura (Informar de Economía)

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FUENTES PARA ANALIZAR LA COYUNTURA1
Gustavo Matías Clavero y Raquel Fernandez.
INTRODUCCION
Ninguna especialidad periodística tiene a su alcance tantas fuentes como las disponibles para
informar sobre la situación económica, interpretarla y prever su futuro desarrollo. El observador,
para seguir la actividad de las agentes (Capital, Trabajo, Estado) e instituciones (Familias,
Empresas, Administraciones Públicas, Exterior), tiene a sus disposición más de un millar de
fuentes estadísticas públicas y privadas de carácter cuantitativo. Pero también puede y debe
contrastar y complementar esas observaciones con otras de índole cualitativa.
Frente a las enormes oportunidades abiertas a la integración de dichas fuentes, tal y como se
propone en el gráfico 1, la práctica más generalizada en las secciones de economía de los medios
de información se limita a utilizar datos sueltos o parciales, declaraciones aisladas, estudios de
los expertos o informes de entidades nacionales u organismos internacionales. Por falta de
medios o por deformación profesional, algunos medios económicos castigan al lector con una
lluvia de noticias esporádicas y muchas veces de apariencia contradictoria, que pueden generar
confusión a los profanos. Así, el periodista se debate entre la banalidad y el sueño del buen
economista.
En el presente trabajo vamos a presentar algunos de las más importantes indicadores, así como
diversos modelos analíticos e interpretativos, no sin antes advertir la conveniencia de citar
siempre que sea posible la fuente, la metodología del indicador que se utilice, así como de evitar
la utilización simultánea de diversas tasas de variación; es preferible comparar períodos
homogéneos y lo más próximos posible, como por ejemplo un mes sobre idéntico mes del año
anterior, o aplicar la misma regla a cualquier otro espacio temporal. Cuanto más amplio sea el
tiempo, más representativo, por lo que otra posibilidad es tomar los doce últimos meses
transcurridos hasta la fecha de referencia y relacionarlos con los doce meses inmediatamente
anteriores. También conviene recordar, cuando se manejen estadísticas, que toda serie incluye
cuatro elementos que los expertos pueden descomponer: estacionalidad, ciclo, tendencia y
variación irregular.
PUBLICACIONES BASICAS
En España, el principal emisor y difusor de indicadores es el Instituto Nacional de
Estadística (INE), reconocido como el mayor editor de la Administración. Para los
informadores económicos será fundamental estar en sus directorios de usuarios, así como tener a
mano su calendario de publicación de indicadores y recibirlos por fax. Este servicio del INE ha
mejorado mucho en los últimos años, pues en las notas de Prensa adjunta cuadros, gráficos y
1
Articulo realizado por Gustavo Matías Clavero y Raquel Fernandez. (1992): Fuentes para Analizar la Coyuntura.
Publicado en el libro Informar de Economia II. APIE. Madrid.
1
resúmenes de metodología muy útiles. Un calendario que incluye a otros emisores aparece cada
mes en la Revista "Fuentes estadísticas", publicada desde diciembre de 1994 por la Universidad
Autónoma de Madrid en colaboración con el INE y Eurostat, la Oficina Estadística de la Unión
Europea, a cuyas publicaciones conviene estar también suscrito.
Además de estas informaciones puntuales y de las que se desee recabar del Banco de España y
de los Ministerios, será aconsejable recibir mensualmente el Boletín de Indicadores Económicos
del INE, el Estadístico y/o el Económico del Banco de España, así como la Síntesis Mensual de
Indicadores Económicos publicada por el Ministerio de Economía y Hacienda (Dirección
General de Previsión y Coyuntura) y el boletín de Estadísticas Laborales (BEL) publicado por el
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Con carácter anual, los libros básicos para seguir la marcha de la economía son el Informe anual
del Banco de España, el Informe económico-financiero de los Presupuestos del Estado, el
Informe anual sobre la industria española (Ministerio de Industria y Energía), las dos principales
publicaciones del Ministerio de Agricultura (Anuario estadístico y Cuentas de la producción
agraria), los otros dos del Banco Bilbao Vizcaya (Informe económico y la Renta Nacional) y el
propio anuario del INE.
En ámbito internacional destaca igualmente el Anuario que ha empezado a publicar en 1995
Eurostat, junto a los anuarios demográficos y de cuentas nacionales de las Naciones Unidas
(Demographic Yearbook, Yearbook of National Accounts Statistics, Statistical Yearbook), los
estudios económicos que publica anualmente para cada país miembro en francés y en inglés la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y los otros tres trabajos
regulares de la misma entidad (Principales indicadores económicos, Estadísticas de la población
activa, Cuentas Nacionales de los países de la OCDE y Comercio de la OCDE). También pueden
ser de interés los anuarios del Banco Mundial, de la FAO, del Fondo Monetario Internacional,
del Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT), de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) y de la Comisión Europea.
COYUNTURA Y POLITICA
Sin embargo, antes de iniciar el repaso de los indicadores disponibles, vaya por delante el
consejo de que un conocimiento riguroso de la estructura económica española y de los
indicadores económicos resulta a veces insuficiente para cubrir con eficacia las lagunas
estadísticas encontradas a la hora de valorar la coyuntura. Por ello, además de diferenciar entre
los diversos tipos de indicadores (adelantados, coincidentes o retardados), hace falta combinar
los datos o indicadores con las opiniones de los diversos agentes económicos, tanto a través de
los informes que publiquen, como de las declaraciones efectuadas a los medios de información o
de las conversaciones privadas y encuentros de todo tipo. Es la mejor manera de complementar
los datos, detectar posibles sesgos y guiarse ante las controversias, no olvidando nunca que las
informaciones y opiniones han de ser convenientemente filtradas bajo la perspectiva de los
intereses de quienes las emiten en cada momento. En cualquier caso, los juicios y expectativas
más generalizados o solventes servirán para pasar del análisis de la coyuntura a la previsión.
Al fin y al cabo, los indicadores de coyuntura proporcionan un tablero de herramientas no sólo
para evaluar la marcha de la economía, sino para tomar decisiones de política económica y
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estimar los impactos de las mismas.
Las políticas económicas, como la propia economía-ciencia, hace como respuesta a problemas de
la economía-actividad. De ahí que impere una donde domina la otra. Por tanto, ha de ser vital la
identificación y el tratamiento que reciba cada problema. Ninguna política es neutral en sus
objetivos para los intereses en juego, y cada una parte tratará de arrimar el ascua a su sardina. Al
aceptar un diagnóstico y poner en marcha las políticas que preconiza, generalmente alguien gana
y alguien pierde, aunque la actividad y la organización económica no sea un fácil juego de suma
cero.
En lo anterior está implícita la importancia de la opinión pública, la consiguiente necesidad de
filtrar la información, las valoraciones, juicios y expectativas, con el fin de contrastar la marcha
de la coyuntura y prever su desarrollo.
Para mejor nadar y guardar la ropa, hay que tener siempre presente la fórmula mágica de "quién
dice qué a quien, en qué circunstancias y bajo qué finalidades".
Moverse en este conocimiento de fuentes a través de las fases que recorren los datos hasta llegar
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a formar juicios, con el fin de valorar también estos, requiere un detenido paseo por el contenido
de cada indicador económico, al menos de los más usuales. Y a esa tarea están dedicadas las
siguientes páginas, en las que --para mayor brevedad-- obviamos el buen orden habitual de los
informes de coyuntura: entorno exterior, demanda, oferta, precios, empleo y paro, salarios y otras
rentas, sector público y situación monetaria y financiera.
LOS PRESUPUESTOS
La prioridad merecida a los indicadores que proporciona sobre sí mismo el sector público
procede de que es el que marca o determina los objetivos macroeconómicos, terreno en el que
deberán producirse las decisiones microeconómicas. Su poder estadístico y catalizador de las
actitudes es puesto en juego cuando prepara y presenta los Presupuestos Generales del Estado y
de la Seguridad Social para el año siguiente, por no citar a las comunidades autónomas y a los
grandes ayuntamientos.
Numerosos datos de interés sobre los ingresos, gastos y déficit pueden encontrarse hacia el mes
de octubre de cada año en el mencionado Informe Económico-Financiero de los Presupuestos,
junto a la explicación de los objetivos macroeconómicos para el ejercicio siguiente.
Todos los datos ofrecidos configuran los cuadros de demanda, oferta o producción y monetario.
Pero los Presupuestos del Estado y de la Seguridad Social proporcionan también pautas para el
desarrollo de la negociación colectiva y trazan el esquema de lo que va ser la distribución de la
renta. El propio debate parlamentario y social que provocan pondrá de relieve las posiciones de
los diversos agentes ante dichas medidas económicas, ante la evolución registrada y previsible de
la coyuntura.
Para seguir mensualmente la ejecución presupuestaria, los datos de crédito al sector público e
ingresos y pagos del Estado pueden encontrarse con alguna puntualidad en los boletines
mensuales del Banco de España, así como en los informes mensuales de la Intervención General
delEstado.
DEFICIT PUBLICO Y VARIABLES MONETARIAS
Actualmente, cuando el déficit público más repercute sobre otros ajustes, para dificultarlos o
retrasarlos, es posible analizar la evolución mensual e incluso semanal del ingreso y del gasto.
Junto a las cuentas nacionales de familias, empresas e instituciones financieras, el Banco de
España publica en su anexo al informe anual las del Estado, entes autónomos y corporaciones
locales.
El déficit del Estado puede conocerse semanalmente, por los partes que envían los interventores
del gasto y que la Intervención General de Estado suele distribuir a distintos altos cargos de la
Administración, aunque también a diversos analistas de servicios de estudio privados. En el
Estado, el calendario de ingresos y gastos es muy irregular. Para analizar mensualmente la
evolución de ingresos y gasto, la Subdirección General de Estudios Económicos del Sector
Público, dependiente de la Dirección General de Presupuestos, edita un amplio Informe
económico del sector público.
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Asimismo, la Dirección General de Política Financiera elabora partes mensuales sobre los saldos
y emisiones de los distintos tipos de deuda del Estado y del Tesoro, así como de la situación del
recurso del sector público al Banco de España. En el Boletín Estadístico de éste aparecen las
emisiones de deuda del Estado, Seguridad Social, Entes Autonómicos y Corporaciones Locales.
Por su volumen, la evolución del déficit del sector público -y, en especial, de su necesidad de
financiación- se ha convertido en un indicador estrella a la hora de determinar la masa monetaria.
Estamos ante el principal instrumento de control de la inflación, ante la causa primera de los
tipos de interés, que tanto inciden en los costes de las empresas o en la renta de las familias.
Las variables monetarias le permiten llegar a las reales después de descontar los precios. Las
disponibilidades líquidas, cuya evolución puntual es reflejada por los boletines del Banco de
España, crecen en la medida en que lo hagan los precios más el valor añadido en la producción
de bienes y servicios. Esto no quiere decir que coincidan en el mismo porcentaje, lo que
dependerá del comportamiento en la velocidad de circulación del dinero.
El Banco de España fija unos objetivos y presupuestos monetarios anuales en función del
crecimiento económico y de los precios previstos por el Gobierno al aprobar los Presupuestos del
Estado.
Por la actuación del Banco de España en la compra o venta de divisas y en la inyección o retirada
de liquidez del sistema, los operadores de los mercados monetarios disponen de datos decenales
sobre la evolución de las disponibilidades líquidas. Aunque el Banco de España se resiste a
proporcionarlos fuera de este marco, tiene un seguimiento casi diario, al que se puede acceder
por circuitos informativos privilegiados.
La publicación de los tipos de interés es realizada mensual y ampliamente en los boletines del
Banco de España, junto con indicadores de reparto del crédito entre el sector privado y el
público.
LOS PRECIOS
Entre las convenciones más extendidas figura la de tomar como indicador oficial de la inflación
el índice de precios al consumo. Las variaciones de éste determinan la erosión del poder
adquisitivo de las familias en un período. Ese consumo es sólo una parte del empleo que tiene la
producción o la oferta, una parte del gasto nacional. Pero su validez está reafirmada por el hecho
de que los precios de cada uno de los componentes de la oferta, así como los del resto de la
demanda (consumo de turistas, consumo público, inversiones y comercio exterior) acaban por
repercutir en el IPC.
Es el índice de precios al consumo el orgullo de la estadística oficial, porque se publica con gran
rapidez (normalmente, a los 15 días del mes siguiente al de referencia ya se conocen los datos
provisionales) y porque su fiabilidad no es discutida. Las medidas estadísticas así elaboradas son
agrupadas y dadas a conocer mensualmente en ocho grupos de bienes y servicios: alimentación,
bebidas y tabaco, vestido y calzado, vivienda, menaje y servicios para el hogar, servicios
médicos, transportes y comunicaciones, cultura; y otros gastos.
Debe tenerse en cuenta que los aumentos porcentuales que publica el INE cada mes no son
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susceptibles de suma aritmética. Hay que poner los dos datos en base 100, multiplicarlos y
quitarles la base.
En buena parte, la evolución del IPC está determinada por lo que ocurra unos meses antes en el
índice de precios industriales (IPRI), que excluye a los bienes importados, los destinados solo a
la exportación y los productos agrarios. Este índice revela, por un lado, las vacilaciones de
precios en cada sector de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas. Y, por otro, los
precios según el destino económico de los bienes: de consumo (alimentos, bebidas y tabaco, y
otras manufacturas), intermedios (energía, materiales para la construcción, extracción y
transformación, productos químicos y otros) y bienes de equipo (estructuras metálicas y
calderería, material de transporte y maquinaria y otro material). El IPRI excluye a productos no
industriales (instalaciones, transportes, comercialización y reparaciones) e indica los precios de
salida de fábrica, sin contar los impuestos indirectos repercutidos durante el proceso. Pero, como
se conocen las subidas que prevé cada año el Estado a través de los Presupuesto, puede servir
para hacerse una idea de las presiones que tendrá el IPC, bajo la hipótesis de que se mantengan
los
márgenes
comerciales
de
mayoristas
y
de
minoristas.
SALARIOS Y BENEFICIOS
Los obstáculos derivados de la falta de fiabilidad y/o actualidad de los indicadores salariales y de
excedentes son numerosos, a causa sobre todo del punto negro que ofrecen estos últimos. En
cambio, el análisis conjunto de los indicadores de salarios y precios, nos da una idea -junto con
los datos relativos al empleo y a las horas trabajadas- del margen potencial de expansión del
consumo en términos reales (capacidad de compra), indicador útil para corregir la información
que poseamos sobre las presiones que ejercen salarios y beneficios en los precios.
Sobre los salarios, contamos con tres fuentes mensualmente: jornales agrarios del Ministerio de
Agricultura, aumentos en convenios proporcionados por el Ministerio de Trabajo y encuesta
trimestral del INE en torno al volumen de salarios y retribución media por hora trabajada en la
industria y servicios. La repercusión de los primeros, debido a la extensión del trabajo por cuenta
propia en la agricultura, ha de ser reducida. El principal inconveniente de la estadística de
convenios colectivos radica en la diversidad de conceptos de masa salarial bruta que pueden
contabilizarse por cada pacto, así como en la ausencia de controles y en la pérdida de
información con motivo de las transferencias de competencias laborales a las autonomías.
EMPLEO Y PARO
Hay dos indicadores útiles de paro, que sirven también para medir la demanda o el gasto, así
como la actividad de los sectores de la oferta o producción y la productividad. Los registros del
Instituto Nacional de Empleo (INEM) reúnen mejores condiciones de partida que la Encuesta de
Población Activa (EPA), del Instituto Nacional de Estadística. Pero la mayoría de los expertos
otorgan mayor confianza a la EPA. Tal preferencia no es peculiar de los españoles. La propia
Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha considerado más válidas las técnicas de
muestreo que las de registro, con independencia de que ambas metodologías tiendan a coincidir
en sus definiciones de paro (tener edad laboral, estar disponible para trabajar y buscar
activamente empleo).
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Para períodos largos, las estadísticas de paro registrado y paro estimado muestran cierta
aproximación evolutiva.
A partir de los censos de población, el analista puede aproximarse a las entradas que habrá cada
año al mercado de trabajo, lo cual dependerá de quienes cumplan 16 años y de quienes terminen
sus estudios. Igualmente, por las jubilaciones y altas como pensionistas, así como por los datos
de fallecimientos, obtendrá cuantos salen del mercado. Todo lo cual, resulta básico para formular
previsiones sobre el paro a través de las perspectivas de empleo.
Pero además, junto a todos estos elementos, el analista que pretenda prever el futuro a corto
plazo ha de tantear también el nivel de empleo que tiene el capital en general y sectorialmente,
las necesidades de renovación de capacidad instalada, el efecto de las tecnologías en la absorción
de productividad, los beneficios y la situación de los precios relativos españoles a medio y largo
plazo.
PRODUCCION: AGRICULTURA, INDUSTRIA Y SERVICIOS
La actividad económica se puede observar desde tres perspectivas: el gasto, la producción y el
reparto de la renta. Recordemos que esos tres cuadros macroeconómicos deben "cuadrar":
producción = demanda o gastos (consumo e inversión) = renta o ingreso.
Es la producción u oferta el aspecto que mayor número de indicadores tiene a nuestro alcance.
Cuando se habla de crecimiento económico se está hablando de la evolución de los tres grandes
sectores productivos, del valor añadido generado por la rama agraria y pesquera, la industrial y
las de servicios, sin contar los impuestos indirectos ni las subvenciones.
El producto interior bruto (PIB) al coste de los factores (para la demanda será PIB a precios de
mercado) está sometido a ciclos dependientes del contexto internacional. Entre las decenas de
indicadores disponibles para estimar la producción real, destacan el índice de producción
industrial, el crédito al sector privado, el consumo de energía eléctrica, el consumo aparente de
cemento, las importaciones de maquinaria y el movimiento hotelero.
En cuanto a expectativas, entre las estadísticas más útiles para seguirlas figuran las previsiones
sobre precios y las previsiones sobre producción total de la industria (Ministerio de Industria y
Energía), la cartera de pedidos de bienes intermedios y la cartera de pedidos de bienes de
consumo (la misma fuente), la oferta monetaria deflactada por el IPC y el número de empresas
que solicitan suspensión de pagos.
El Ministerio de Economía y Hacienda elabora una serie de indicadores compuestos de la
actividad, a través de su Dirección General de Previsión y Coyuntura. Para la producción u
oferta, los más usuales son:
- En Agricultura, el índice de producción agraria y el índice de producción ganadera, así como
los diversos datos absolutos sobre superficies cultivadas y cosechadas que proporcionan los
boletines del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
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- En Industria, el índice de producción industrial de INE, los datos de las encuestas del
Ministerio de Industria entre las empresas (nivel de producción, tendencia de la producción,
cartera de pedidos y utilización de capacidad productiva) e índices de producción de
manufacturas, bienes intermedios, bienes de consumo y bienes de equipo.
- En Construcción, el indicador de producción de materiales de construcción (INE), producción
de cemento y consumo aparente de cemento (SEOPAN), viviendas terminadas y proyectadas
(MOPTA) y encuestas de opiniones empresariales recogidas por el Ministerio de Industria y
Energía sobre ritmo de actividad y nivel de contratación (Encuesta de coyuntura industrial).
- En Servicios, pernoctaciones hoteleras (INE) y tráfico aéreo (DGAC), así como el de pasajeros
de Renfe, consumo de gasolina y gasóleo, número de conferencias telefónicas, consumo medio
de pasos telefónicos,...
DEMANDA: CONSUMO, INVERSION Y SECTOR EXTERIOR
Si al PIB a coste de los factores le restamos las amortizaciones y le sumamos las rentas netas del
resto del mundo, obtendremos la renta nacional. Claro que las amortizaciones son más difíciles
de estimar que el PIB, por lo que se supera el problema suponiendo que el crecimiento monetario
de la renta sale del crecimiento real de PIB al coste de los factores y del deflactor del PIB, el cual
se obtiene -en una aproximación- con el aumento medio del índice de precios al consumo. En
cambio, las rentas neta del resto del mundo salen fácilmente de los datos del registro de caja del
Banco
de
España,
disponibles
al
mes
siguiente
al
de
referencia.
Sobre la estimación de la renta, su reparto habrá de salir de los datos de aumento por asalariado y
del nivel de empleo, que proporcionan los sueldos y salarios netos. Luego, sobre los datos de
ingresos de la Seguridad Social, se repite la misma operación para obtener las cotizaciones (de
empresarios y trabajadores a la Seguridad Social). La suma de salarios y cotizaciones arroja la
remuneración de los asalariados, o sueldos y salarios brutos. Si se resta del total de la renta
nacional, obtendremos el excedente empresarial.
Por otra parte, los datos sobre ingresos y pagos con el exterior que proporciona el registro de caja
del Banco de España, tanto para mercancías como para servicios, podrán ser trasladados al
cuadro del gasto o de demanda. Los componentes de estas exportaciones menos importaciones,
consumo privado nacional, consumo público e inversión. Los datos de consumo público serán
también conocidos por los indicadores sobre las administraciones públicas. Quedará por estimar
el consumo privado nacional y, como saldo, la inversión. De los indicadores en torno a estos dos
componentes vamos a tratar a continuación.
Para estimar el consumo privado, la vía de tener en cuenta la renta bruta disponible de las
familias ofrece mayor facilidad y superioridad que los indicadores globales o parciales sobre el
mismo. No obstante, para quienes no disponen de medios econométricos, también la primera
presenta inconvenientes: las estimaciones de remuneración de los asalariados siempre han de ser
aproximativas, las rentas de la propiedad y de la empresa son un cajón de sastre del que
participan en gran medida las familias, el analista se encontrará con el problema de distribuir la
renta disponible entre el consumo de un año o la alternativa del ahorro. Los indicadores globales
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que han resultado más útiles son las encuestas de opiniones empresariales del Ministerio de
Industria, las mismas encuestas en lo relativo a expectativas de compra, los índices de consumo
aparente de bienes de consumo y los indicadores compuestos de consumo. Entre los parciales,
figuran las ventas en grandes almacenes, la matriculación de automóviles a través de la
Dirección General de Tráfico, los datos sobre ventas de automóviles que facilita ANFAC, el
consumo de gasolina y las pernoctaciones en hoteles.
Para el consumo público se suelen utilizar los pagos ordenados por la Administración Central del
Estado para compras de bienes y servicios. Pero actualmente dicha Administración realiza una
cantidad cada vez más pequeña del consumo público, debido a la creciente importancia de las
otras cuatro: Seguridad Social, comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos. Además,
al pasar las cifras absolutas de pagos ordenados a términos reales topa con mayores problemas
que en el consumo privado, pues no existe un deflactor de precios adecuado, aunque se tiende a
ponderar los precios de consumos intermedios. El otro componente, la remuneración de
asalariados, ofrece menores obstáculos al calcular la producción de servicios públicos; basta con
descontar los salarios nominales y la variación de los asalariados.
En cuanto a la inversión o formación bruta de capital, tiene un componente errático, pero poco
representativo: la variación de existencias. El grueso de la misma, la formación bruta de capital
fijo, se realiza en construcciones. La parte restante a material de transporte, maquinaria y equipo.
Las estadísticas que más se aproximan a la marcha de la inversión total son las de consumo
aparente de cemento, las importaciones de maquinaria, los datos de los Índices de Producción
Industrial sobre bienes de equipo, el IPI de materiales de construcción y las matriculaciones de
vehículos de carga.
Finalmente, nos queda por repasar los indicadores del sector exterior. Sus fuentes básicas son las
estadísticas mensuales de la Dirección General de Aduanas sobre la entrada y salida de
mercancías, el registro mensual del Banco de España sobre los ingresos y pagos en todas las
operaciones con el exterior (por mercancías, servicios y capital) y la balanza de pagos
confeccionada cada año a partir de los datos anteriores por el Ministerio de Economía y
Hacienda.
Para manejar estos tres indicadores económicos, en la práctica reducidos a dos, pues la balanza
de pagos solo permite contar con las previsiones elaboradas a priori y con avances o cifras
provisionales que salen meses después de terminar el año, el informador debe tener presente que
no están expresadas en los mismos términos, ni siquiera cuando se refieren a lo mismo. Aduanas
lleva un registro de cantidades y valores contabilizados en términos CIF para las importaciones y
en términos FOB para las exportaciones, mientras que la balanza de pagos expresa valores FOB
tanto para los ingresos como para los pagos. Igualmente, el registro de caja del Banco de España,
aunque proporciona una información mucho más completa sobre el sector exterior, valora los
ingresos y pagos a tipos de cambio medios en cada decena de días, al tiempo que las
importaciones y exportaciones de la Dirección General de Aduanas van expresadas a los cambios
de cada día. En ambos casos, se pague o no en otras divisas, su equivalente es traducido a dólares
y luego (cuando se publican las cifras en pesetas) son convertidas otra vez a pesetas.
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Con sus limitaciones, la información de Aduanas, además de ser la más ágil (aparece cuatro
semanas después de terminar al mes de referencia), es muy abundante en clasificaciones de las
compras y ventas de mercancías por países y por productos, medidas por sus movimientos
físicos. En cambio, el registro de caja del Banco de España, difundido algo más tarde, recoge los
ingresos y pagos por dichos conceptos para las mercancías (balanza de mercancías), pero
también para los servicios y las transferencias (que forman con las mercancías la balanza por
cuenta corriente), para los movimientos e capital por crédito e inversiones (público y privado) y,
como resultado de todo ello, para la variación mensual de reservas.
Por la diferencia entre los pagos del registro de Caja del Banco de España y las importaciones
contabilizadas por Aduanas puede obtenerse aproximadamente la financiación a menos de un
año recibida del exterior para realizar dichas compras.
De la misma forma, la diferencia entre exportaciones de Aduanas e ingresos del registro de caja
supone el crédito concedido al exterior para efectuar dichas ventas. Asimismo, la diferencia entre
los saldos totales de mercancías de una y otra fuentes es el crédito recibido del exterior o
concedido al exterior, según que sea positiva o negativa, respectivamente.
En cualquier caso, para estimar la variación real de las compras o ventas de mercancías y
servicios hay que descontar las oscilaciones de precios mediante la aplicación de índices de
precios o de valores unitarios.
SINTESIS Y MODELOS INTERPRETATIVOS
Un resumen de las tres perspectivas macroeconómicas expuestas lo ofrece la Contabilidad
Nacional de cada año, anticipada por las estimaciones que viene publicando el INE trimestre a
trimestre desde hace varios años. El Banco de España y algunos analistas privados también se
han sumado a este ejercicio trimestral de estimación, que sirve de base para revisar las
estimaciones anuales.
Con todo, si lo que indican los indicadores tiende a la convergencia, en sus interpretaciones las
distancias son inconmensurables. Indudablemente, en ello juegan la ideología y las creencias.
Así, los intentos de explicar y predecir se polarizan en torno a "modelos" diferentes, grandes
visiones, escuelas antagónicas: neoclásicos, postkeynesianos, síntesis neoclásica, con sus
corrientes o modelos monetaristas y fiscalistas.
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Para el modelo neoclásico, hay un sector de producción en que el mercado de trabajo determina
la renta de equilibrio, un sector gasto que considera esa renta como variable exógena y un sector
monetario caracterizado por la estabilidad de la velocidad de circulación del dinero. Los sectores
de gasto y producción son considerados "reales", mientras que el monetario es responsabilizado
de determinar el nivel absoluto de los precios: conocido el valor de la renta real y los datos sobre
velocidad de circulación del dinero y la oferta monetaria, la igualdad entre oferta y demanda de
dinero solo es posible para un cierto nivel de precios. Cambios en el gasto público, la inversión
autónoma o los impuestos dejan inalterada la producción final y solo producen modificaciones
en la distribución de esta hacia el consumo, el gasto público o la inversión.
En el modelo postkeynesiano, la producción y el empleo dependen exclusivamente de lo que
ocurra en el sector gasto. El nivel de precios es un resultado del sector de producción. El tipo de
interés, la consecuencia de la influencia de estos dos sectores sobre el monetario. Una elevación
de la inversión autónoma, el aumento del gasto público, la reducción impositiva -y en los
modelos más sencillos un incremento del consumo o de la propensión a consumir-, produce el
crecimiento de la demanda efectiva; las empresas elevarán así su producción, si no están
utilizando toda su capacidad. A su vez, con esto habrá mayor demanda de dinero y, en
consecuencia, aumento de los tipos de interés. Los precios resultan independientes de la
demanda efectiva y del nivel de producción de equilibrio, y la demanda efectiva tampoco es
sensible a ellos; un incremento de los precios puede generarse por el aumento de salario
monetario pagado por hora efectiva de trabajo (derivada de la reducción de la jornada laboral, el
aumento de salario por hombre o la caída en la eficiencia del trabajo), una elevación del margen
o una disminución de la productividad técnica.
Así, cuando la visión neoclásica se centra en el mercado de trabajo como determinante de la
renta y el empleo, la postkeynesiana lo niega y considera únicamente al gasto como responsable
de determinar la renta y el empleo.
Los modelos monetarios y fiscalistas, procedentes de la síntesis neoclásica, se sitúan a caballo
entre las posturas neoclásicas y postkeynesianas. En la monetarista, los sectores gasto y
producción se asemejan a la síntesis neoclásica y el monetario queda identificado con los
neoclásicos, por considerar estable la velocidad de circulación del dinero. El desempleo
originado por diferencia entre la renta real y la correspondiente al pleno empleo es corregible por
el descenso de los salarios monetarios o por la expansión monetaria. Incrementos en el gasto
público, reducciones impositivas o elevaciones de la inversión solo se traducen en aumentos del
tipo de interés lo suficientemente importantes como para reducir otro de los componentes de la
demanda efectiva en la misma proporción, manteniéndose estable la renta de equilibrio.
El modelo fiscalista se construye análogamente al monetarista, bien con una relación inversiónahorro rígida respecto al tipo de interés como representativa del sector gasto, bien con un sector
monetario con trampa de liquidez. La demanda agregada es independiente de los precios y solo
se desplaza por modificaciones en las variables exógenas que afectan al gasto.
Sobre estos modelos, para todos, excepto los postkeynesianos, conseguir una producción real
igual a la potencial significa pleno empleo del trabajo. Pero la coincidencia es total al admitir que
cualquier aumento de renta real significa mayor contratación de horas de trabajo efectivas, lo que
-si se mantiene estable la jornada, la eficiencia y la técnica-, se traduce en mayor número de
hombres contratados.
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En cuanto a las diferencias de los modelos ante el empleo y la política económica, el neoclásico
desestima todo tipo de política para combatir el desempleo; las políticas de rentas distorsionan el
libre juego de la oferta y la demanda. Los restantes coinciden en el efecto positivo de una política
fiscal expansiva, sobre todo los postkeynesianos y fiscalistas. La política monetaria expansiva
tiene efectos sobre la producción real en los modelos de síntesis neoclásica y monetarista,
mientras que son considerados nulos por los otros. En cuanto a la política de rentas, el control de
precios es solo posible sin situar a la economía en situaciones de desequilibrio en el modelo
postkeynesiano.
En conclusión, también ante las interpretaciones de la coyuntura sacadas de elaboraciones
teóricas, el informador tendrá que realizar un esfuerzo adicional para despojarlas de sus
creencias. Al destinatario de los mensajes le interesará saber la evolución del desempleo, no
profundizar en sus adjetivos. Salvo que el informador esté en condiciones de explicar cómo
determinados intereses aprovechan lo adjetivo para modificar lo sustantivo. Pero eso es harina de
otro costal.
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