BLOQUE 3 TEMA 3.- La situación de España en el contexto de la política imperialista: el desastre colonial y la crisis del 98; la guerra de Marruecos y sus implicaciones sociopolíticas. Introducción I.- La crisis del 98 II.- La guerra de Marruecos INTRODUCCIÓN La política exterior de la Restauración nos va a traer bastantes consecuencias negativas. En el contexto internacional se confirma que España ha bajado al estatus de potencia de segundo orden, perdiendo las últimas colonias americanas y embarcándonos en la aventura africana que iba a ser fuentes de innumerables problemas. A nivel interno además de provocar sendas guerras, contribuyó a radicalizar el ambiente político y social, ya de por sí bastante inestable. A finales de siglo XIX España se encontraba aislada internacionalmente, no habiendo conseguido entrar en ninguno de los sistemas biksmarckianos, ni en el reparto de África. Además en la década de los noventa asistimos a un reajuste internacional de las colonias. En ese contexto perderemos Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Tras el desastre del 98 España quiso recuperarse anímica y políticamente entrando en el reparto de África, favorecida por las presiones de Inglaterra y Francia, que intentaban neutralizar Alemania. La aventura africana iba a ser fuente de grandes problemas y condicionaría la vida política española del primer tercio del siglo XX. I.- LA CRISIS DEL 98 La pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas provocó en España una crisis de tal tamaño que se le denominó el desastre del 98 o la crisis del 98. La pérdida de nuestras posesiones antillanas y del Pacífico está íntimamente conectada, pues con la remodelación del mapa colonial impuesto por las grandes potencias industriales a fines del siglo pasado, y, en concreto, con la expansión imperialista de EEUU. España en el contexto de reajuste colonial iba a dirigir sus deseos imperialistas a Marruecos. Pero sobre todo la crisis del 98 significó una depresión moral y anímica colectiva. Fue el fin de una época y el inicio de otra. Es el inicio de la crisis de la Restauración. PRECEDENTES Y CAUSAS En 1878 por la paz de Zanjón, Martínez Campos consiguió firmar la paz con los insurrectos cubanos. Pero las promesas de autonomía no se respetaron y los cubanos seguían pidiendo mayores cuotas de autonomía e independencia. Maura presentó un proyecto autonomista para la isla pero fracasó (debido a la oligarquía cubana, la oligarquía económica española y la presión americana). El resultado es que en 1895 estalla la insurrección separatista en Cuba (tras el grito de Baire y liderado por José Martí) y Filipinas. Muerto Cánovas, Sagasta consigue aprobar un proyecto de autonomía para la isla, pero ya era demasiado tarde. Las causas de la guerra hay que buscarlas en los intereses económicos y políticos (prestigio) de la clase dominante española, los intereses de la oligarquía cubana por la independencia política y económica , y los intereses políticos (expansión por el Caribe y el Pacífico) y económicos (importaciones de caña de azúcar) de EEUU. A.- LA GUERRA DE GUERRILLAS.- La guerra estalla en 1895 y José Martí, el líder, consiguió sublevar la parte oriental de la isla, la más antiespañola. Cánovas envía a Martínez Campos para que combine la negociación con la guerra, al no conseguirlo, lo retira y envía al general Weyler, que impuso su línea dura y represiva. Esta dureza y crueldad que utilizó Weyler provocó una protesta internacional, lo que aprovecharía EEUU para intervenir. B.- LA INTERVENCIÓN DE EEUU.- El presidente americano Mckinley protestó duramente por la dureza de Weyler al gobierno de España e intentó comprar la isla por 300 millones de dólares, a lo que el gobierno por patriotismo se negó. Pero los americanos aprovecharon el incidente del Maine (explosión de un buque de guerra americano, de origen incierto) para mandarle un ultimátum a España que en definitiva era una declaración de guerra. Seis días antes de la explosión del Maine, la prensa americana publica una carta confidencial del embajador español en Washington, Dupuy de Lôme, dirigida al Ministro Español Canalejas. En esta carta se acusaba al Presidente Mac Kinley de débil y populachero y de querer contentar a los halcones de su partido. Los ánimos en los Estados Unidos se encrespan y muchos piden la intervención en Cuba. El nombramiento de un nuevo embajador español, Polo de Bernabé, calma los ánimos momentáneamente. "Habrá un día de estos, en Cuba, una explosión que nos arreglará muchas cosas" escribía el primer Henry Cabot Lodge a un embajador americano el 5 de enero de 1898. Sus palabras fueron proféticas. Veinte días más tarde zarpaba el Maine hacia la Habana. Los habaneros van al Teatro Tacón, a las corridas de toros, se pasean en los coches de caballos, como si a 100 kilómetros de La Habana no se librasen violentos combates contra los rebeldes. El Maine seguía meciéndose en las aguas de la Bahía alargando el tiempo de estancia previsto inicialmente. Había llegado en visita de cortesía y se quedaba para garantizar la vida y hacienda de los ciudadanos americanos. Washington estaba belicosa, Madrid inconsciente, La Habana dormida y Sierra Maestra en plena guerra. La explosión anunciada por Cabot Lodge se produce el 15 de febrero de 1898. El Maine se hunde mientras el Imperio agoniza. La prensa americana clama por la guerra. El diario "The World" proclama: "La destrucción del Maine es razón suficiente para dar orden de zarpar a nuestra flota hacia La Habana y exigir una indemnización en el plazo de 24 horas bajo amenaza de bombardeo ". El "New York Journal" pide la intervención militar. En España la prensa contesta. El periódico "El País" replica: "El problema cubano no tendrá solución mientras no enviemos un ejército a los Estados Unidos ". Los demás periódicos españoles, como "El Correo Español ", piden la guerra. Siguen sin conocer el poder económico y militar de los Estados Unidos. El gobierno de los Estados Unidos encomienda a su embajador en Madrid, Woodford, una negociación con España sobre la base de un armisticio, la supresión de los "Reconcentrados" y el autogobierno cubano. En medio de la locura de las masas, Woodford comenta al Ministro español Moret: "No creo que la autonomía pueda dar la paz a Cuba, ni tampoco creo que los insurgentes puedan asegurar la paz con un gobierno libre e independiente. Sólo hay un poder y una Bandera capaces de asegurar la paz. Los Estados Unidos tienen ese poder y la bandera americana es esa bandera." La intención americana es clara. Frente a España habla de la independencia cubana, pero nunca reconocieron a los independentistas cubanos la condición de beligerante. El gobierno americano, insatisfecho, propone simple y llanamente la compra de la Isla. Todo se quiere comprar, hasta el honor. El rechazo del gobierno español deja pocas salidas a la situación. El 21 de marzo la comisión americana que investiga el hundimiento del Maine, acusa a España de ser la autora y la opinión pública americana aumenta la presión para que su gobierno intervenga en Cuba. El Secretario de Estado, Gray, argumenta los sentimientos de Nación Cristiana para justificar la intervención. (Cristo, al parecer, había nacido en los Estados Unidos ). Mientras, en España, se celebran elecciones que ganan los candidatos liberales. Las fiestas de la aristocracia se llenan de esplendor y los Carnavales inundan las calles de España. El gobierno español, presionado por las potencias europeas, acepta el armisticio propuesto por los Estados Unidos pero nada más. Los rebeldes lo rechazan y los Estados Unidos se callan. El 11 de abril, Mac Kinley lee su mensaje al Congreso: "La situación actual de Cuba es una amenaza constante para nuestra paz interior e impone al gobierno de los Estados Unidos gastos enormes .... y corren constante peligro la vida y la libertad de nuestros conciudadanos, mientras se destruyen las haciendas y los caudales de éstos y están expuestos a ser apresados, y lo son, en efecto, nuestros buques mercantes por la marina de un gobierno extranjero ". Lo que McKinley silencia es que los ciudadanos americanos capturados eran agentes de los rebeldes y que los barcos apresados llevaban contrabando de guerra a los cubanos. Su discurso terminaba con la petición de que el Congreso le autorizara a tomar medidas para imponer un gobierno estable capaz de mantener el orden en Cuba empleando, si fuera necesario, el ejército y la marina de los Estados Unidos. El gobierno español intenta desesperadamente una intervención diplomática extranjera para evitar el conflicto que se avecina. Lo intenta con la Santa Sede y con los países europeos, pero todo es inútil. Cuba queda muy lejos y nadie quiere hacer una labor de mediación. En España la gente se lanza a la calle en patrióticas manifestaciones gritando "¡A Nueva York !" a los acordes de la Marcha de Cádiz. El ministro de la Guerra proclama que desearía que el ejército yanqui viniera a España para demostrarles el heroísmo de un pueblo. Tan patriótica jactancia es aplaudida frenéticamente por los periódicos. Los espíritus de El Cid y de Santiago Apóstol vagaban por España como si las guerras se ganasen sólo con ayudas espectrales. El pueblo sigue sin saber el poder de los Estados Unidos y el gobierno, que lo sabe, calla. El 18 de abril, el Congreso de los Estados Unidos aprueba una resolución conjunta dando plenos poderes a McKinley. Desde este día España sabe que la guerra es inevitable. En la noche de 20 al 21 de abril, Woodford, recibe por telegrama el texto de la resolución de las Cámaras americanas, con órdenes de entregarlo en forma de ultimátum exigiendo la renuncia española a Cuba en el plazo de tres días. Woodford decide entregarlo en la mañana del día 21. Lo que no sabe es que el telegrama ha sido descifrado por los servicios del Ministerio español de Estado. El gobierno de Sagasta decide anticiparse. Ordena por telegrama al embajador español en Washington que abandone los Estados Unidos. Cuando Woodford llega al Ministerio, se le comunica la ruptura de relaciones diplomáticas entre los dos países y se le entregan los pasaportes. Esa misma tarde, parte hacia París. La flota americana ya se encuentra a 10 millas de la costa cubana y apresa dos mercantes españoles antes de la declaración de guerra (los usos diplomáticos y el Derecho Internacional se ignoran ). El día 25 de abril el congreso de los Estados Unidos vota la declaración de guerra a España con efectos retroactivos desde el día 21, para justificar el apresamiento de los mercantes. En España la gente cree que Dios está con ellos. En los púlpitos los sacerdotes invocan el auxilio divino, pero Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos. El ocaso del imperio había llegado. Las fuerzas eran desiguales a la pujanza económica y militar americana solo se le oponía un viejo y mal dotado ejercito. Eso sí, en España, fomentado por la prensa y la burguesía catalana, estalló una gran campaña y ola de patriotismo. EL DESARROLLO DEL CONFLICTO La guerra se desarrolló en dos frentes en el Pacífico y en el Caribe. La victoria americana fue fácil en Cabite y Santiago de Cuba(Almirante Cervera, natural de Medina Sidonia) . Las tropas americanas se apoderaron fácilmente de las islas. CONSECUENCIAS Por el tratado de París España perdía los últimos jalones del imperio ultramarino, pasando definitivamente a ser una potencia de segundo orden. Posteriormente España intentaría compensar este fracaso con la explotación de Marruecos, dentro del reajuste colonial internacional que se estaba produciendo. Económicamente afectó a las exportaciones textiles catalanas y a la importaciones de materias primas baratas, agudizando el déficit de la balanza de pagos e incrementando el proteccionismo comercial.. Pero la gran consecuencia fue de orden moral y anímico. España, que tuvo un imperio donde "no se ponía el sol" perdía sus últimas colonias. Un clima de depresión colectiva se instaló en España y rápidamente se adueñó el catastrofismo de los españoles. En un abrir de ojos los españoles se dieron cuenta de que éramos una nación insignificante en el orden internacional, pobre y atrasada económicamente, y políticamente dominada por el caciquismo. Esos eran los verdaderos males de España y había que regenerarla. Aparece entonces el regeneracionismo y la generación del 98. EL REGENERACIONISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98 La crisis del 98, más que política o económica fue una crisis moral e ideológica, tan profunda y amplia que hizo tambalearse al sistema de la Restauración. A partir de aquí; los nacionalismos comienzan a expandirse, el movimiento obrero se radicaliza y la críticas al sistema canovista se generalizan. Muchos historiadores opinan que el 98 marca el fin de un siglo y una época y el comienzo de otra; en el 98 sitúan el inicio de la crisis de la Restauración. En este contexto, se instaló en España el movimiento regeneracionista, un regeneracionismo que va a llegar hasta nuestros días. Se puede definir el regeneracionismo como un movimiento ideológico que hace culpable a la Restauración de todos sus radicalizados males y propugna la necesidad de una modernización política, económica y social. Modernización que vendría europeizando a España. El Regeneracionismo tiene sus precedentes en los arbitristas del siglo XVII y los ilustrados del siglo XVIII, como ellos se basan en un análisis pesimista y crítico de la situación de España y la necesidad de un cambio, de una regeneración. El movimiento regeneracionista fue liderado por una serie de intelectuales entre los que destaca Lucas Mallada, Macías Picavea, la Generación del 98, y, sobre todo, Joaquín Costa. Joaquín Costa propugnaba la necesidad de modernizar España y olvidar las glorias del pasado. "escuela y despensa y cien llaves al sepulcro del Cid". Era partidario de renovar los sectores productivos (presentó muchos proyectos de pantanos e industrias) y la difusión de la educación entre amplias capas de la población. El regeneracionismo también va a afectar a la vida diaria política. Silvela se va a convertir en el prototipo de regeneracionista político, intentando hacer "la revolución desde arriba", luchando contra el caciquismo. Pero la crisis era tan profunda que los futuros acontecimientos iban empeorar la situación. Desde el punto de vista literario, se va a formar un grupo influenciados por el desastre del 98, el regeneracionismo y Joaquín Costa. Es la generación del 98. Unamuno, Machado, Azorín, Baroja, Maeztu, Ganivet, etc tienen en común su procedencia periférica y su interés por Castilla, pero sobre todo les une su "común dolor" por España y su decadencia. Este atraso de España lo achacan a la pérdida del "tren europeo" y sus alternativas pasan por europeizar España. II.- LA GUERRA DE MARRUECOS Tras el desastre del 98 España se lanza a la conquista de Marruecos, pero esta conquista no sólo no iba a solucionar la situación española, sino que la empeora, ya que incidió negativa y directamente sobre los conflictos políticos y sociales del momento. CAUSAS DE LA EXPANSIÓN Aprovechar el reajuste colonial internacional y compensar las pérdidas de la crisis del 98, tanto territoriales como del prestigio del ejercito español. Defender Ceuta, Melilla y las islas del expansionismo francés, inglés o alemán en el norte de África. Explotar los recursos mineros de la zona y ampliar el mercado español. LOS ACONTECIMIENTOS La guerra con Marruecos fue muy impopular, salvo para sus patrocinadores (rey, ejército y partidos dinásticos), provocando dos de las tres grandes crisis políticas del periodo (Semana Trágica y desastre de Annual) En 1905, en el contexto de las crisis marroquí, España y Francia por la conferencia de Algeciras acuerdan repartirse el protectorado de Marruecos. Las tribus dirigidas por Abd el Krim se oponen a ello y le declaran la guerra. En 1909 tras la derrota del barranco del lobo, se deciden enviar más tropas, convocando a los reservistas. Es la Semana Trágica de Barcelona. En 1921 las tropas españolas son derrotadas por Abd-el Krim, es el desastre de Annual que anuló las conquistas anteriores Las quejas de los cabileños abundaban, pero nadie les hacía el menor caso. Y en Madrid, menos que en sitio alguno. Empleado en la Comandancia estaba entonces Abd el-Krim, moro notable de la cabila de Alhucemas, hombre que había estudiado en Madrid la carrera de Derecho con muy buenas notas y que se había hecho la ilusión de la posible convivencia entre moros y españoles. Hasta él llegaron, naturalmente, las quejas de sus compatriotas a causa de los atropellos de los oficiales españoles. Para ver de poner remedio se presentó al general Silvestre reclamando que impusiera prudencia a sus subordinados. Nunca lo hubiera hecho. El general le contestó groseramente, le insultó, y como el moro protestara, acabó abofeteándole. Abd el-Krim enarboló su bastón, pero no pudo apalearle porque se le echaron encima unos oficiales, que le expulsaron de la habitación a patadas.Así empezó la catástrofe. Abd el-Krim no volvió a la Comandancia. Se retiró a su aduar, cerca de Alhucemas, y se dedicó pacientemente a recorrer el Rif. Estuedió detenidamente el sistema de posiciones de las tropas de ocupación, dándose cuenta de lo vulnerables que serían en caso de ataque, La mayoría de estas posiciones eran destacamentos de unos cien hombres, encerrados en un cuadrilátero, un parapeto de piedra y una alambrada de espino, pero sin comunicación directa con las otras posiciones. Había también otras posiciones de más importancia, como Ras Medua, Monte Arruuit, El Zaio y Annual, pcro el aislamiento era el mismo. Por la noche, cuando se cerraban las alambradas, quedaban perfectamente libres los caminos y barrancos. Además, casi en ninguna de estas posiciones había agua potable, que era preciso ir a buscar, a veces a varios kilometros y transportarlas a lomos de mulos. Abd el-Krim sabía bien qué ocurría en tales posiciones. La mayoría de la oficialidad solía estar en Melilla y los que quedaban se pasaban la noche bebiendo y jugando. Como es natural, el ejemplo era seguido por sargentos, cabos y soldados. Con estos conocimientos preparó una sublevnción. No como las habidas en 1909 o 1911, es decir, "para hacer un poquito de guerra", como decían los rifeños, sino dispuesto a dar un serio disgusto a los gcnerales. Él y sus emisarios prepararon las cosas a lo largo del límite de la ocupación en aquella zona, es decir, bordeando el rio Ker, desde Adhucemas hasta el curso del río Mulaya, fronterizo con Argelia. Esta táctica tenía por objeto alejar el grueso de las tropas españolas lo más posible de la costa y de los centros de avituallamiento. Y empezaron los ataques aislados a posiciones de avanzada. Sin apretar mucho, pero casi continuos. El mando en Melilla no se alarmó. El alto comisario, residente en Tetuán, preguntó a Silvestre sobre la gravedad de los ataques. El general contestó que no era cosa de importancia, y que si los ataques seguían efectuaría una cxpedición punitiva que acabaría con los díscolos en pocos días. El alto comisario le aconsejó mucha prudencia, pues el ambiente político era malo en España y una campaña militar sería mal vista, Silvestre no contestó al alto comisario y se puso en relación directa con el rey. El soberano, por su parte, nada indicó a sus ministros. Como las agresiones seguían, y cada vez, más frecuencia, Silvestre remitió un telegrama cifrado al rey, pidiendoparmiso para atacar a los rifeños. El rey contestó: "De frente, marchen los valientes. ¡Viva España! Silvestre sabía que Abd el-Krim andaba por su cabila, ya sublevada, y quiso acabar con él. Para ello organizó a toda prisa una columna com una división de infantería, trcs baterías de artillería ligera y un escuadron de caballeria, como exploradores. La columna se puso en mrcha de madrugada con el buen mejor humor. El general iba a la cabeza, montando un caballo blanco. Los soldados no sabían, naturalmente, adónde iban ni a qué. Avanzaron todo el día sin en contrar resistencia. Se cañoneaban los aduares antes de llegar a los mismos, pero no se veía un solo moro por parte alguna. Esta anormalidad no preocupó al mando. Llegaron cerca de los poblados de la cabila de Alhucemas al anochecer. Se dio orden de acampar en unos montículos, no sin antes haber lanzado un centenar de obuses a los aduares cercanos. Las tropas se dispusieron dormir bajo las estrellas, sin tiendas ni impedimenta, los macutos vacíos y cien balas en las cartucheras. Todo parecía un paseo militar.Pero a la una de la noche, como un alud, se precipitaron sobre la columna centenares de moros armados de fusiles o gumías en mano. Lo hicieron según su costumbre favorita: dando grandes gritos guturales, que impresionaban enormemente a los pobres soldados, despertados tan bruscamente. El desconcierto fue general. Nadie sabía qué hacer. Los moros estaban por todas partes, disparando a quemarropa o hundiendo sus gumías en las gargantas que encontraban a su paso. Nunca se ha publicado el número de bajas de aquella noche horrible. Debieron ser millares. Los que pudieron escapar a la masacre no pararon hasta Melilla, donde dieron la alarma. El general Silvestre desapareció y nunca más se supo cual fue su suerte. Grandes hogueras aparecieron en los picos de las montañas. Era la señal convenida. Las posiciones de avanzada fueron atacadas y tomadas una trás otra. El derrumbamiento de la Comandancia de Melilla fue completo. En pocos días los moros ocuparon toda la zona, llegando hasta muy cerca de Melilla. Si no entraron en la plaza fue, sin duda, porque Abd el-Krim tuvo miedo de la conducta de los moros respecto a la población civil. El éxito de la campaña le había endiosado y ya publicaba partes de guerra encabezados así:" Cuartel General de la República del Rif". En Madrid todo el mundo andaba de cabeza. Se mandaron tropas a Melilla desde Málaga y Almería, las plazas más cercanas. Pero el desembarco era difícil y en seguida se vio que la desorganizacion mas tremenda reinaba en el ejercito. Mientras los sitiados (...) se preparaban a rendirse, porque no les llegaban alimentos y refuerzos. Los moros llegaron a cortarles el agua. Fue el fin. Se pactó la rendición. Tampoco nunca se ha sabido en qué condiciones. Los jefes y oficiales, con el general Navarro a la cabeza, fueron hechos prisioneros, pero la mayoría de los soldados fueron asesinados y sus cadáveres quedaron pudriéndose al sol durante muchas semanas. Para salvar las vidas, ya que no el honor, de los generales y oficiales, se entablaron negociaciones por intermedio de Francia a fin de rescatar los prisioneros, efectuando un intercambio. Pero Abd el-Krim exigió además ocho millones de pesetas, que le fueron entregadas. Por entonces se aseguró que Alfonso XIII, al enterarse del precio del rescate, comentó:" Qué cara cuesta la carne de gallina". También se dijo que todos los prisioneros habian sido violados por los moros. Con todo el material de guerra tomado a las tropas españolas y los ocho millones del rescate, Abd el-Krim organizó un verdadero ejército que tuvo en jaque a España durante años. No se le pudo vencer más que con la ayuda de Francia, la cual intervino para que la rebelión tomase cuerpo en Argelia y en el resto de Marruecos. El balance oficial del desastre de la Comandancia de Melilla (llamado popularmente Desastre de Annual) fue de 22.000 muertos, pero todo el mundo estaba plenamente convencido de que eran el doble. En España pronto se supieron muchos detalles que no había publicado la prensa. Los periódicos de izquierda empezaron a Hablar de exigir responsabilidades. El general Berenguer, alto comisario residente en Tetuan, confesó que todo se habia llevado a cabo sin su conocimiento. En el Congreso de los Diputados, republicanos, socialistas y elementos de la oposición plantearon la cuestión, dando lugar a sesiones movidísimas. Se llegó a acusar veladamente al propio rey. No hubo más remedio que acordar la formación de un expediente el coronel Picasso. Este hombre se trasladó a Melilla con sus auxiliares y empezó en seguida la investigación. A las pocas semanas empezaron a circular rumores de que el expediente contenía tremendas responsabilidades, empezando por el rey, siguiendo por muchos generales, banqueros y políticos. Si el expediente llegaba al Parlamento, la monarquía corría grave peligro. Y entonces fue cuando surgió el golpe de estado de Primo de Rivera. Ello significaba para Alfonso XIII jugarse la última carta. Se la jugó, y aunque al principio parecía que había ganado la partida, lo cierto es que la perdió.... CONSECUENCIAS La guerra de Marruecos agrava la situación política y social. El descontento de las clases populares ante el sistema de quintos y ante la convicción de que se trataba de una guerra imperialista para beneficio de unos pocos radicalizó aun más al movimiento obrero y al resto de partidos no dinásticos. El descontento del ejercito ante los acontecimientos en Marruecos fue en aumento. En el Parlamento se iba a debatir el informe Picasso que dejaba en mal lugar al Rey y al ejercito. En ese contexto se entiende que Primo de Rivera pudo dar un golpe de estado en 1923 con el envío de un simple telegrama. Las campañas de Marruecos devuelven el protagonismo del ejercito en la vida política. Se crea un grupo de jefes militares, que asciende por méritos de guerra y que están llamados a tener un gran protagonismo en la guerra civil; son los AFRICANISTAS.