BLOQUE II.- TEMA 6 ANALISIS Y VALORACION DE LAS MEDIDAS DESAMORTIZADORAS.Introducción I.- Concepto y mecanismo del proceso II.- Objetivos III.- Proceso cronológico IV.- Resultados y valoración INTRODUCCIÓN La agricultura era en el Antiguo Régimen y durante bastante tiempo en el Nuevo Régimen la base de la economía; la propiedad de la tierra su elemento principal. El paso del Antiguo al Nuevo Régimen tiene un elemento fundamental en el cambio de la propiedad de la tierra. En el Antiguo Régimen la propiedad de la tierra estaba en su mayor parte amortizada; es decir vinculada a instituciones como la nobleza (a través del mayorazgo), la Iglesia, los Ayuntamientos (bienes propios y bienes comunes) y el propio estado. Al estar vinculada a instituciones estas tierras no se podían vender, partir, etc, es decir; estaban fuera de los mecanismos capitalistas. Los ilustrados consideraron que esta forma de propiedad era poco racional e impedía una explotación y unos rendimientos más intensivos, por ello denominaron a estos beneficiarios "manos muertas". Toda desamortización es un intento de sanear la Hacienda. Para que haya un Estado fuerte debe haber una Hacienda saneada, y para que haya una Hacienda saneada es necesario que los contribuyentes puedan pagar sus impuestos. Es el principio liberal de que la suma de las riquezas particulares es la riqueza de toda la nación. Durante la Ilustración se tomaron varias medidas para intentar enriquecer la nación por medio del fomento del comercio y de la industria. Estas medidas fallan por no haber consumidores posibles: la inmensa mayoría de tales consumidores serían los campesinos que están sometidos a una economía de subsistencia. La tierra es, pues, el factor desencadenante. Los labradores no pueden contribuir a Hacienda por esta economía de subsistencia en la que viven a la que se añade una doble fiscalidad: la que les impone la Iglesia, por una parte, y la que les imponen los señores feudales o el Estado. Si le añadimos a esto los grandes gastos a los que deben hacer frente (herramientas y materiales cada equis tiempo y semillas y abonos de forma anual), entenderemos que no tiene ningún sentido pretender que sean consumidores de los bienes que esa industria posible pudiera ofrecerles. Para que puedan entrar en la economía nacional, los labradores deben convertirse en empresarios; en consecuencia, el Estado debe, en primer lugar, quitar los obstáculos de todo tipo con que cuentan para ello y, en segundo lugar, convertirlos en propietarios de sus propias tierras. En el siglo XVIII, un enorme porcentaje de las tierras de España era o bien improductivo (es decir, no cultivable) o bien de bajo rendimiento: pastos, cotos de caza, tierras abandonadas... En 1766 se abre un expediente para intentar obtener datos que permitan elaborar una Ley agraria. El resultado hacía evidente la necesidad de un cambio en la propiedad de las tierras que entonces se hallaban en poder de las llamadas "manos muertas". Estas son tierras el poder de una serie de instituciones (señoríos, Iglesia, Ayuntamientos, el propio Estado) que no pueden vender las tierras por estar vinculadas a ellas. Estas tierras ni son cultivadas ni pagan impuestos de ningún tipo, por lo que no generan riqueza alguna. La solución era evidente: era necesario que el Estado se apropiara de estas tierras y las pusiera a la venta libre a través de la subasta al mejor postor. La desamortización va a resultar clave en el cambio del antiguo al nuevo régimen. Para que se produzca una verdadera revolución industrial es necesario una verdadera transformación o revolución agraria. En España el proceso desamortizador tuvo bastantes consecuencias perjudiciales, pero ello hay que contextualizarlo dentro de las dificultades del paso del viejo al nuevo régimen. El proceso desamortizador es uno de los puntos claves del paso del Antiguo al Nuevo Régimen, relacionado con la revolución industrial y con la llegada de la democracia. Dos de los principios claves de la Ilustración y del liberalismo son la propiedad privada como algo sagrado e inviolable y la vida como un camino para conseguir la felicidad. Esta felicidad, tanto la individual como la del estado, está relacionada y vinculada a la riqueza, al dinero, a la propiedad privada. En el Antiguo Régimen lo más importante era el honor, estando mayoritariamente la propiedad vinculada a instituciones, en el Nuevo Régimen la base es el dinero, la prosperidad y la felicidad que da esta. Por tanto, la propiedad debe ser individual. Este paso de la propiedad institucional a la individual es lo que denominamos desamortización, que en un poco más de un siglo va a afectar al 40% de la superficie del estado español I.- CONCEPTO Y MECANISMO DEL PROCESO DEFINICIÓN Proceso político y económico de larga duración en España (1766-1924), en el cual la acción estatal convirtió en bienes nacionales las propiedades y derechos que hasta entonces habían constituido el patrimonio amortizado (sustraído al mercado libre) de diversas entidades civiles y eclesiásticas para enajenarlos inmediatamente en favor de ciudadanos individuales. Las medidas estatales afectaron a las propiedades plenas (fincas rústicas y urbanas), a los derechos censales (rentas de variado origen y naturaleza), y al patrimonio artístico y cultural (edificios conventuales, archivos y bibliotecas, pinturas y ornamentos) de las instituciones afectadas. La desamortización pretendió la formación de una propiedad coherente con el sistema liberal, es decir, la instauración de la propiedad libre, plena e individual que permitiera maximizar los rendimientos y el desarrollo del capitalismo en el campo. La entrada de esta masa de bienes en el mercado se efectuó, en general, a través de dos procedimientos: la subasta al mejor postor como fórmula preferente y más extendida en el caso de propiedades plenas y la redención por el censatario cuando se trataba de derechos. Es el paso de la propiedad institucional a la individual. Los señoríos, los mayorazgos, los bienes propios y comunes pasaron de estar vinculados a instituciones a propiedad individual y absoluta en su capacidad de gestión La iglesia española era la institución que más propiedad vinculada poseía y además fue la más afectada por este proceso desamortizador. Las relaciones de la Iglesia y el Estado pasaron por momentos muy críticos hasta que Narváez firmó con el Vaticano el Concordato, en 1851, por el cual la Iglesia asumía la desamortización, pero el estado dejaba en manos de la Iglesia la educación y sufragaba sus gastos. Este argumento se esgrime en la actualidad todavía para justificar que el Estado, en la práctica, siga manteniendo a la Iglesia católica. No obstante, las relaciones entre un sector de la Iglesia católica española y el liberalismo más radical se irían enturbiando progresivamente, dando lugar a ese anticlericalismo de gran parte de la izquierda española y a ese antiliberalismo de otra parte de la Iglesia católica, que tanto ha marcado la historia de España MECANISMO DEL PROCESO En toda desamortización hay dos pasos. Uno; nacionalización de los bienes de las manos muertas (unas veces con indemnización como con Madoz y otras sin ella como en el caso de Mendizábal). En un segundo momento esos bienes se venden a propietarios privados, aunque siempre previa obtención de unos beneficios por parte del estado, pues la motivación principal práctica de ello eran solucionar los problemas de la Hacienda Pública. El estado suele recurrir a los títulos de Deuda Pública para compensar la diferencia entre gastos e ingresos. Estos títulos son documentos que acreditan que el comprador ha prestado al estado ese dinero y por lo cual el estado no solo debe devolverlo en el plazo fijado, sino además pagar unos intereses por ello. En toda la historia de España el recurso de los títulos de deuda pública ha sido muy utilizado por sus gobernantes. En el siglo XIX las innumerables guerras (independencia, colonial, carlista...) hicieron aumentar considerablemente la deuda pública y poner en graves aprietos al Estado. En este contexto hay que entender el proceso desamortizador del siglo XIX. II.- OBJETIVOS FISCALES El objetivo principal de todas las medidas desamortizadoras del siglo XIX va a ser recaudar fondos para solucionar los problemas de la Hacienda Pública, bien para hacer frente a los gastos ocasionados por la guerra (Godoy y Mendizábal) o para hacer inversiones públicas (Madoz y el ferrocarril) POLÍTICOS Se trataba de crear una masa de propietarios que ligara sus intereses al liberalismo o nuevo régimen. Ello se va a conseguir pero a cambio se enturbiaron las relaciones con la Iglesia católica. ECONÓMICOS Se pensaba que modernizando la estructura de la propiedad se producirían grandes transformaciones agrarias, con lo que se facilitaría el desarrollo económico y la revolución industrial. Este objetivo no se consiguió porque la propiedad se concentró. SOCIALES Se creía que un proceso desamortizador era la ocasión ideal para reformar la estructura de la propiedad, fomentando la mediana propiedad. Al igual que los objetivos económicos los sociales tampoco se consiguieron ya que predominaron los objetivos fiscales. III.- PROCESO CRONOLÓGICO. Existen varias desamortizaciones: La desamortización no es un acto aislado, sino un proceso histórico que va a abarcar gran parte del siglo XIX. Por una parte se producían en distintos momentos las medidas legislativas y posteriormente el grueso de las ventas se producían en los decenios siguientes. Por otra parte, hay que constatar que las medidas legislativas desamortizadoras coinciden con gobiernos progresistas, que se caracterizan por sus reformas económicas, mientras que los conservadores se caracterizan por sus reformas administrativas y estatales. En 1768 se produce la llamada Reforma de Olavide, dotada sobre todo de un sentido social, por la que el Estado vende tierras de su propiedad (parte de ellas obtenida tras la confiscación de los bienes de los jesuitas -que habían sido expulsados de España) a: 1. Labradores ricos que pudieran poner en explotación esas tierras sin necesidad de subvenciones. 2.Propietarios que deberían arrendar obligatoriamente las tierras a braceros. 3.Campesinos relativamente pobres que pudieran explotar un pequeño terreno por sí mismos. Estas ventas se hacían con la condición de que la posesión de las tierras nunca pudiera volver a manos muertas. De esta ley sólo se cumplieron los puntos 1 y 2 dado que era necesario conceder préstamos y subvenciones para que el punto 3 pudiera salir también adelante. EL PRECEDENTE. LA DESAMORTIZACIÓN DE GODOY Godoy, al frente del gobierno de Carlos IV antes de la Guerra de la Independencia desamortiza 1/4 de la propiedad eclesiástica cuya motivación principal fue la necesidad de ingresos para costear las guerras. (bienes pertenecientes a hospitales, hospicios, casas de misericordia, cofradías). LAS CORTES DE CÁDIZ.1811 .Entre 1808 y 1823 se aplican las desamortizaciones decretadas, por un lado por José Bonaparte y por otro, por las Cortes de Cádiz. Uno de los decretos más importantes de las Cortes de Cádiz fue el que eliminaba los señoríos jurisdiccionales y que convertía a los señoríos territoriales en propiedad individual. Gran parte de la nobleza se acogió a esta opción, bien aportando los títulos de propiedad o a través de los tribunales (bienes de la Inquisición y reducción a un tercio del número de monasterios y conventos). LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL. 1836 En la desamortización de Mendizábal 1834 -1854 se procede a la venta del patrimonio del clero regular (monjes, frailes) y de parte del secular, lo que implicó la desaparición de monasterios y conventos y que el Estado se comprometiera a proteger al clero por medio de subvenciones y pago de salarios. Fue la más importante de todas y afectó a los bienes eclesiásticos. Ésta se plasmó en dos disposiciones; la primera suprimía las órdenes religiosas y nacionalizaba sus bienes; la segunda determinaba el sistema de venta, que se haría en pública subasta y se podía pagar o en efectivo o mediante Deuda Pública. LA DESAMORTIZACIÓN GENERAL DE MADOZ. 1855 La Ley General de 1 de mayo de 1855 o Ley Pascual Madoz es la de mayor duración y completa la enajenación de los bienes del clero tanto regular como secular. Consistió en la venta forzosa, aunque con indemnización, de la totalidad de los bienes pertenecientes a los municipios, estado y otras instituciones. Su objetivo principal siguió siendo resolver los problemas de la Hacienda pública y hacer inversiones públicas (ferrocarriles). También se da en un periodo progresista. IV.- RESULTADOS Y VALORACIÓN El conjunto de todas estas desamortizaciones tuvo como resultado la venta de una extensión de tierras equivalente al 25% del territorio español y el saneamiento parcial de la economía en momentos puntuales en que las guerras o las crisis económicas hacían más necesaria la disposición de dinero por parte del Estado. El cometido financiero fue cubierto satisfactoriamente, a juzgar por las cantidades que Hacienda percibió en títulos y en metálico por la venta de los bienes desamortizados (14.435 millones de reales). TRANSFORMACIÓN DE LA PROPIEDAD La desamortización produjo una radical transformación de la regulación de la propiedad. A finales del siglo XIX estaba consolidada la propiedad privada e individual en España. Aumentó la concentración de la propiedad (tercera fase de la creación del latifundio) ya que compraron tierras quien tenía dinero (nobleza y burguesía), en este sentido no sólo no se fomentó la mediana propiedad sino que aumentaron los minifundios y los latifundios. BENEFICIADOS Y PERJUDICADOS La extracción social de los compradores, restringida inicialmente a los círculos más acaudalados, se diversificó a medida que se cubrían las etapas del proceso. En conjunto, no obstante, fueron los miembros de la burguesía (comerciantes, hombres de negocios, profesiones liberales y campesinos acomodados) quienes capitalizaron las fincas más preciadas y de mayor extensión. Por el contrario, tanto el campesino pobre como el colono dispusieron de menores posibilidades de acceso a la propiedad. Los beneficiados fueron la nobleza, que adquirió tierras y que paso las suyas de carácter institucional a individual, y la burguesía comercial y agraria que adquirió gran parte de las tierras en venta, y en mucha menor medida los campesinos, por lo que se puede decir que no tuvo efectos determinantes en el aspecto social. Los perjudicados fueron la Iglesia que perdió su principal base económica (aunque fue compensada), los ayuntamientos y los pequeños campesinos (ya que con la desaparición de los bienes propios y comunales) perdieron una de las bases de su sustento. CONSECUENCIAS POLÍTICAS, SOCIALES Y CULTURALES Políticamente se creó una masa de propietarios adictos al régimen liberal. La separación de la Iglesia-Estado se acentuó y desde Octubre de 1836 se produjo una ruptura entre el Estado y la Iglesia hasta que se firmó el concordato con la Santa Sede en 1851 por la que el estado sufragaba los gastos de la Iglesia. El liberalismo español, sobre todo en sus versiones más radicales adquirió un tono anticlerical. Socialmente aumentó el protagonismo de la burguesía y, sobre todo, apareció una nueva clase social; los jornaleros, que sobre todo en zonas muy latifundistas iban a ser una fuente de problemas durante todo el siglo XIX y parte del XX. Culturalmente la desaparición de instituciones eclesiásticas supuso la destrucción o el deterioro de edificios históricos y la dispersión su patrimonio, aunque parte se recuperó después en archivos y museos. La desamortización de fincas urbanas (casas, edificios conventuales) contribuyó a la transformación del modelo de ciudad del siglo XIX: de la ciudad conventual, marcada por el predominio del caserío amortizado y el tono hegemónico de los edificios religiosos, a la ciudad burguesa, caracterizada por la desaparición del viejo caserío, su crecimiento en altura, la apertura de nuevas vías, la presencia de los edificios públicos y los ensanches. La legislación previó para los edificios conventuales destinos tan diversos como la conservación para uso parroquial o público (conversión en museos, cuarteles, hospitales), la demolición para la apertura de nuevas calles o el ensanche de las existentes, o su mera inclusión entre los bienes nacionales sujetos a la privatización. El patrimonio mueble corrió la misma suerte: fue reservado como parte de la memoria histórica nacional (creación de museos VALORACIÓN La desamortización tuvo como consecuencia final la consolidación del régimen liberal. Pero sus sombras fueron muy importantes. No se produjo un aumento significativo de la producción agraria y la propiedad se concentró más, por lo que el escaso desarrollo agrario impidió una profunda revolución industrial. Se recaudo menos dinero del previsto pues la mayor parte de las compras se hicieron en Deuda Pública y esta se devaluó pronto, hubo bastante corrupción, en definitiva, la desamortización no cumplió las grandes esperanzas de realizar una profunda reforma agraria, ni condujo a la industrialización. Pero la desamortización fue inseparable de las dificultades de consolidación de un Estado liberal amenazado por los partidarios del Antiguo Régimen y con unos ingresos fiscales absolutamente insuficientes para hacer frente a los gastos. Con respecto al problema agrario no se puede decir que el problema agrario español se iniciara con la desamortización, pero si que lo agravó y lo consolidó. La desaparición de los bienes comunes y la aparición de grandes latifundios demandantes de mano de obra barata hizo aparecer a una gran masa de jornaleros (Este es el origen de Benalup-Casas Viejas). Ello a su vez tuvo dos consecuencias, por un lado, el escaso poder adquisitivo de estos jornaleros ralentizó el proceso de industrialización español, y, por otro, sus malas condiciones de vida dan lugar al inicio de sublevaciones y levantamientos en el campo español. Unas insurrecciones campesinas, más violentas y menos organizadas que las industriales, que van a caracterizar buena parte de nuestra historia contemporánea y que tienen su punto álgido en la segunda república y en los Sucesos de Casas Viejas su ejemplo más conocido