Catequesis Familiar

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Junta Arquidiocesana de Catequesis Rosario
Subsidio para el Jubileo Extraordinario de la Misericordia
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Junta Arquidiocesana de Catequesis Rosario
Subsidio para el Jubileo de la Misericordia del 8/12/ 2015 al 20/11/2016
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Presentamos el encuentro en el marco del Año Santo proclamado por el Papa Francisco,
Año de la Misericordia, a través de la Misericordia Vultus: Bula de convocación del
Jubileo extraordinario de la Misericordia.
Encuentro: “Que cada hogar sea una puerta de Misericordia”
1. Inicio:
 Lectura de fragmentos de las palabras del Papa Francisco en la Catequesis de la
audiencia General del miércoles 4 de noviembre en el Vaticano.
“El Papa Francisco animó hoy a las familias a pensar que sin el perdón “ningún amor
puede durar” (…) porque el matrimonio y la familia es un gran don.”
“ La Asamblea del Sínodo de los Obispos que ha concluido hace poco, ha reflexionado a
fondo sobre la vocación y la misión de la familia en la vida de la Iglesia y de la sociedad
contemporánea.”
“ (…) la vida de las familias ¡no se detiene! Ustedes, queridas familias, están siempre en
camino. Y continuamente escriben en las páginas de la vida concreta la belleza del
Evangelio de la familia. En un modo que a veces se convierte en árido de vida y de amor,
ustedes cada día hablan del gran don que son el matrimonio y la familia.”
“(…) la familia es un gran gimnasio para entrenar al don y al perdón recíproco, sin el cual
ningún amor puede durar a largo, sin donarse, sin perdonarse, el amor no permanece, no
dura.”
“Jesús mismo nos enseña: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden». Y al final comenta: «Si perdonan sus faltas a los
demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan
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Matrimonio Adriana Noguera y Marcelo Javier
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a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes» (Mt 6,12.14-15). No se puede
vivir sin perdonarse, o al menos no se puede vivir bien, especialmente en familia. Cada
día nos faltamos al respeto el uno al otro. Debemos poner en consideración estos errores,
debidos a nuestra fragilidad y a nuestro egoísmo. Lo que se nos pide es sanar
inmediatamente las heridas que nos hacemos, retejer inmediatamente los hilos que
rompemos en la familia. Si esperamos demasiado, todo se transforma en más difícil. Y
hay un secreto simple para sanar las heridas y para disolver las acusaciones, es este: no
dejar que termine el día sin pedirse perdón, sin hacer la paz entre el marido y la mujer,
entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas… ¡entre nuera y suegra! Si aprendemos
a pedirnos inmediatamente perdón y a darnos el perdón recíproco, sanan las heridas, el
matrimonio se robustece, y la familia se transforma en una casa más sólida (…) “es
suficiente una caricia, una caricia y ha terminado todo y se recomienza”
 Abrir la puerta de cada hogar para llevar la misericordia a la sociedad
Continuando con la Catequesis del papa Francisco:
“Si aprendemos a vivir así en familia, lo hacemos también fuera, en todas partes que nos
encontramos. (…) Es indispensable que, en una sociedad a veces despiadada, haya
lugares, como la familia, donde se aprenda a perdonar los unos a otros”
“El Sínodo ha revivido nuestra esperanza también en esto: forma parte de la vocación y
de la misión de la familia la capacidad de perdonar y de perdonarse. La práctica del perdón
no solo salva las familias de la división, sino que las hace capaces de ayudar a la sociedad
a ser menos malvada y menos cruel.”
Si las “familias cristianas, son capaces de caminar siempre más decididamente sobre el
camino de las Bienaventuranzas, aprendiendo y enseñando a perdonarse recíprocamente,
en toda la gran familia de la Iglesia crecerá la capacidad de dar testimonio a la fuerza
renovadora del perdón de Dios.”
“Las familias cristianas pueden hacer mucho por la sociedad de hoy, y también por la
Iglesia. Por eso deseo que en el Jubileo de la Misericordia las familias redescubran el
tesoro del perdón recíproco.”
Sugerencia: Se puede tomar el texto completo, en video o en power point.
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2. Preparación y presentación de La Palabra de Dios
Con un canto, preparar la mesa de la Palabra con mantel, flores, cirio, dar entrada
a la Palabra.
Lectura: Efesios 5, 22-33 (o)
Mateo 25, 31-46
3. Adentrándonos a la Misericordia del Padre
Se comparte la letra de la canción: “Vuelve a llamar” - (Adjunta)
Las obras de misericordia están en la Biblia. Son amorosas formas de estar atentos a la
presencia de Jesús en el necesitado, hoy más que nunca ser samaritano. Estar atento.
Las realidades de hoy nos presentan otras formas de llamarlas, otras maneras en que se
manifiesta esa presencia.
Se entrega una copia del nº 15 de la Bula Misericordia Vultus, para que se realice una
lectura personal.
En grupos, se comparte las palabras o frases que hicieron eco o resonaron en cada uno
de los corazones. Luego se comparte con los otros grupos.
4. Las obras de Misericordia en la Palabra de Dios
Mt. 4.4
Jn 4,7
Jn 19,28
Mt 25, 40
Heb 13.2
Lc 10, 30.37
Lc 6,36-38
Lc 15, 11-32
Mt.18,23-35
Mt 10,42
Prov 21,3
Prov24, 11
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Seleccionar las convenientes acorde al contexto y/o agregar otras).
Cada grupo lee la cita que le corresponde y relaciona con la obras de la MV.15.
Compartir con los otros grupos.

Presentación del video: Ayer te vi
https://www.youtube.com/watch?v=7Zf4H83mTus
5. Vivir en cada hogar, las obras de Misericordia
La propuesta es repensar las Obras de Misericordia a partir dela palabra, de la Bula nº
15, y del video presentado.
Reelaborar cada obra de misericordia según cómo las vivimos hoy, en cada gesto
cotidiano.
Cada grupo comparte la obra de misericordia reelaborada.
Sugerencia: (plasmar el trabajo en un afiche)
Reflexión: la Iglesia a lo largo de 2000 años nos ha hablado de las obras de
Misericordia y hoy también lo hace con nombres nuevos. Periferias existenciales,
soledades, ancianidad, marginación, violencia de género…
Por eso, para decir a Dios que hoy hemos descubierto que está presente en nuestros
hogares, de una manera igual, pero con nombres nuevos… ahora que lo encontramos…
Ahora que lo encontramos, nos sentimos dispuestos a abrir la puerta de Misericordia de
nuestros hogares y le decimos cantando:
“Vuelve a llamar señor”
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Matrimonio: Adriana Noguera y Marcelo Javier
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Adjuntos:
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Letra de la Canción Vuelve a Llamar
Si llamaras otra vez sería distinto
No como la última vez, ya no soy el mismo.
Si llamaras otra vez yo te aseguro
Mi cansado corazón, quiere ser tuyo.
Abriría sin dudar a ti la puerta
No te haría yo esperar, estoy alerta.
Vuelve a llamar que listo estoy, vuelve a tocar mi corazón
Ese jardín de intimidad que se marchita si no estás.
Vuelve a llamar que listo estoy, quiero escuchar tu dulce voz
Será un secreto entre los dos la intimidad entre tú y yo.
Si buscaras otra vez mi compañía
Tu amistad sería mi pan… De cada día.
Si llegaras otra vez hasta mi puerta
No tendrías que aguardar una respuesta.
Saltaría mi corazón por tu presencia
No te haría yo esperar…Estoy alerta.
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Misericordiae Vultus Capítulo 15.
15. En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos
viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo
moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen
en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su
grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este
Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la
consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida
atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el
ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos
para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados
de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos
estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra
presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos
podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la
hipocresía y el egoísmo.
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de
misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia,
muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el
corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos
cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia
corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger
al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no
olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar
al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con
paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.
No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos
de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al
desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr
Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer
en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia
en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria
para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y
afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de
violencia que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios
que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración
nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo
mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado,
desnutrido, en fuga... para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos
con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: “En el ocaso de nuestras
vidas, seremos juzgados en el amor”.
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