La expansión de la responsabilidad precontractual en el ámbito del consumo. La responsabilidad del proveedor podemos advertir diferentes momentos y facetas. Existe la protección legal “clásica” que se da en tres momentos: precontractual, contractual y poscontractual. Por otro lado y desde otra perspectiva, como lo expresa Antonio Herman Benjamín, al decir que en el derecho del consumidor "es posible encontrar dos órbitas distintas aunque no absolutamente excluyentes de preocupación. La primera centraliza su atención en la garantía de incolumidad físico psíquica del consumidor, protegiendo su salud y su seguridad, o sea, preservando su vida e integridad contra los accidentes de consumo. La segunda, en cambio, busca reglar su incolumidad económica”. Se advierte entonces una responsabilidad contractual, derivada del incumplimiento del contrato en alguna de sus etapas (formación o cumplimiento); o bien, una responsabilidad extracontractual que surge a raíz del daño a la salud o la seguridad del consumidor. Esta última es una de las cuestiones de mayor importancia dentro de la materia. Como lo expresan Gabriel A. Stiglitz y Rubén S. Stiglitz, en su obra sobre la materia, el derecho del consumidor persigue prioritariamente la inocuidad de los productos y servicios, para tutelar la seguridad del público, previniendo de este modo los daños que el consumo pudiera provocar en su salud. Así, la Directiva de las Naciones Unidas de 1985, refiere básicamente a la necesidad de "protección de los consumidores frente a los riesgos para su salud y seguridad" (art. 3º, inc. 1º). El artículo 5º de la ley dispone: "las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios". Consagra así, de modo expreso, el derecho a la protección de la salud y seguridad del consumidor. Ello es natural, por cuanto la protección de la salud y la seguridad de las personas constituye el piso mínimo de defensa de las mismas, que permite así gozar de los demás derechos. Se trata de una acción preventiva encaminada a tales objetivos. En concurrencia con este artículo, el siguiente consagra en su primera parte que "las cosas y servicios, incluidos los servicios públicos domiciliarios, cuya utilización pueda suponer un riesgo para la salud o la integridad física de los consumidores o usuarios, deben comercializarse observando los mecanismos, instrucciones y normas establecidas o razonables para garantizar la seguridad de los mismos". A fin de facilitar tal propósito de protección de la salud e integridad física de los consumidores o usuarios, el referido artículo 6º de la ley 24240 dispone en su parte final que "en tales casos debe entregarse un manual en idioma nacional sobre el uso, la instalación y mantenimiento de la cosa o servicio de que se trate y brindarle adecuado asesoramiento. Igual obligación regirá en todos los casos en que se trate de artículos importados, siendo los sujetos enunciados en el artículo 4º responsables del contenido de la traducción". (Deber de información. Diferentes tipos de publicidad). Estos derechos reconocidos por la 24.240 se complementan con el régimen del artículo 12 de la ley 22802 de lealtad comercial, que faculta a la autoridad de aplicación para establecer los requisitos mínimos de seguridad que deberán cumplir los productos o servicios. La ley 24240, habilita asimismo la promoción de acciones judiciales preventivas, tendientes a evitarle daños al consumidor, cuando sus intereses resulten amenazados (art. 52 ) La responsabilidad por productos elaborados. El papel de tal deber de información cobra suma importancia en el tratamiento de los temas que estamos considerando, habida cuenta que los accidentes en que intervienen productos elaborados, no siempre tienen su causa en la falta de seguridad intrínseca del bien, sino que muchas veces el origen obedece a un uso inadecuado, debido justamente a la falta de información al consumidor. Por lo demás, resulta menester poner de resalto, que dicho deber de informar abarca tanto las instrucciones para el uso adecuado del producto, como así las advertencias sobre los riesgos que puede presentar. De esta manera, la información sobre los riesgos no solamente debe comprender los que derivan de un uso correcto, sino también de un uso incorrecto pero previsible. La falta a este deber de información torna defectuoso al producto o servicio, con todas las consecuencias que ello trae aparejado, sobre todo desde el punto de vista de la responsabilidad civil. Y, desde luego, a los fines del correspondiente reclamo de daños causados a la persona del consumidor o usuario por la falta de cumplimiento adecuado a tal deber de información por parte del proveedor del producto o del servicio correspondiente, será menester acreditar los cuatro presupuestos básicos en el campo del derecho de daños, cuales son: antijuridicidad, daño, relación de causalidad adecuada y factor de atribución: subjetivo (culpa o dolo) u objetivo (riesgo, equidad, garantía, igualdad ante las cargas públicas, etc.). Resulta asimismo importante tener presente que de conformidad al artículo 4º del decreto 1798/94, reglamentario de la Ley de Defensa del Consumidor, "los proveedores de cosas o servicios que, posteriormente a la introducción de los mismos en el mercado de consumo, tengan conocimiento de su peligrosidad deberán comunicar inmediatamente tal circunstancia a las autoridades competentes y a los consumidores mediante anuncios publicitarios". De esta manera, luego de que los proveedores de cosas o servicios tomaren conocimiento de la peligrosidad de los mismos, deberán efectuar la comunicación correspondiente mediante anuncios publicitarios suficientes. Se trata por tanto de una trascedente obligación relativa al mencionado deber de información, cuyo incumplimiento acarreará desde luego la consecuente responsabilidad por los daños que pudieren causarse a consumidores o usuarios. (lo relativo a la publicidad y a la información aparece estrechamente vinculado con la protección de la salud y la seguridad del consumidor, nos ha parecido de interés referirnos de modo especial a determinados aspectos vinculados con la publicidad engañosa y con la publicidad abusiva). La responsabilidad por productos elaborados. El papel de tal deber de información cobra suma importancia en el tratamiento de los temas que estamos considerando, habida cuenta que los accidentes en que intervienen productos elaborados, no siempre tienen su causa en la falta de seguridad intrínseca del bien, sino que muchas veces el origen obedece a un uso inadecuado, debido justamente a la falta de información al consumidor. Por lo demás, resulta menester poner de resalto, que dicho deber de informar abarca tanto las instrucciones para el uso adecuado del producto, como así las advertencias sobre los riesgos que puede presentar. De esta manera, la información sobre los riesgos no solamente debe comprender los que derivan de un uso correcto, sino también de un uso incorrecto pero previsible. La falta a este deber de información torna defectuoso al producto o servicio, con todas las consecuencias que ello trae aparejado, sobre todo desde el punto de vista de la responsabilidad civil. Y, desde luego, a los fines del correspondiente reclamo de daños causados a la persona del consumidor o usuario por la falta de cumplimiento adecuado a tal deber de información por parte del proveedor del producto o del servicio correspondiente, será menester acreditar los cuatro presupuestos básicos en el campo del derecho de daños, cuales son: antijuridicidad, daño, relación de causalidad adecuada y factor de atribución: subjetivo (culpa o dolo) u objetivo (riesgo, equidad, garantía, igualdad ante las cargas públicas, etc.). Resulta asimismo importante tener presente que de conformidad al artículo 4º del decreto 1798/94, reglamentario de la Ley de Defensa del Consumidor, "los proveedores de cosas o servicios que, posteriormente a la introducción de los mismos en el mercado de consumo, tengan conocimiento de su peligrosidad deberán comunicar inmediatamente tal circunstancia a las autoridades competentes y a los consumidores mediante anuncios publicitarios". De esta manera, luego de que los proveedores de cosas o servicios tomaren conocimiento de la peligrosidad de los mismos, deberán efectuar la comunicación correspondiente mediante anuncios publicitarios suficientes. Se trata por tanto de una trascedente obligación relativa al mencionado deber de información, cuyo incumplimiento acarreará desde luego la consecuente responsabilidad por los daños que pudieren causarse a consumidores o usuarios. (lo relativo a la publicidad y a la información aparece estrechamente vinculado con la protección de la salud y la seguridad del consumidor, nos ha parecido de interés referirnos de modo especial a determinados aspectos vinculados con la publicidad engañosa y con la publicidad abusiva). Alcance del Art. 40 de la ley 24.240. Su ámbito de aplicación. El artículo 40 de la ley 24240 (responsabilidad solidaria) dispone: "Si el daño al consumidor resulta del vicio o defecto de la cosa o de la presentación del servicio responderá el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio". Varias son las cuestiones vinculadas a la norma indicada y de otras concordantes. Trazaremos los aspectos más salientes de ellas. a) Objetivización de la responsabilidad: La primera gran cuestión es que a partir del artículo 40 de la ley 24240 el sistema jurídico argentino contó con un dispositivo específico que consagraba la responsabilidad objetiva derivada del vicio o defecto de la cosa o servicio. b) Solidaridad: Otra importante novedad que introdujo el referido artículo 40 de la ley 24240 se refiere al principio de solidaridad que estableció entre todos aquellos que hubieren intervenido desde la fabricación del producto hasta que llegue al consumidor. En efecto, la norma establece un caso de solidaridad legal para todos los que intervinieron en la cadena de producción, distribución y circulación del producto con total prescindencia de las razones por las que cada uno debe responder. De otra manera hubieran quedado al margen de las consecuencias de la responsabilidad las cuestiones referidas a los efectos accidentales por tratarse de una vinculación típicamente in solidum. De esta forma, la solidaridad sentada se condice más con el principio de preferencia que goza la parte más débil en el derecho del consumo. A través de esta premisa el alcance y la garantía de un pleno resarcimiento se ven incrementadas para el consumidor. c) Legitimación pasiva: Una de las cuestiones más criteriosas para la defensa de los intereses económicos del consumidor es que el mencionado dispositivo legal realiza importantes incursiones de técnicas procesales. Entre ellas las de precisar con detenimiento quiénes deben responder por el daño causado a través de un producto vicioso o defectuoso. Consideramos que la ley ha sido lo suficientemente justa al incluir como legitimidados pasivos no sólo a quienes tradicionalmente se los sindicaba como tales (fabricante, distribuidor, vendedor) sino que también al importador y quien haya puesto su marca en la cosa. La inclusión en la situación de responsables del importador y de quien puso la marca constituye una muestra clara de haber receptado lo que la doctrina y el derecho comparado venían sosteniendo a la luz de la desaparición de vallas fronterizas que en tiempos pasados constituían una seria dificultad para el ingreso de productos fabricados más allá de los límites nacionales. También aparece como criterioso el hecho de considerar que quien lucra con la marca de una cosa o de un producto integra la cadena de legitimados pasivos porque no es equitativo que éste corra solamente con las ganancias de la marca sin asumir ningún costo, aunque sea probable y repetible. Finalmente la ley con criterio lógico incluyó de manera expresa la responsabilidad del transportista por los daños ocasionados a la cosa con motivo del servicio. d) Eximente: La ley dispuso con claridad que cualquiera de los legitimados pasivos podrá liberarse total o parcialmente probando que la causa del daño le ha sido ajena. Vale decir entonces que el artículo 40 estableció como eximente de la obligación de resarcir el hecho de que se pruebe la ruptura del nexo causal al haber consagrado un sistema de responsabilidad alejada de la idea de culpa. Sabido es que la causa ajena se configura por el hecho de un tercero por el que no se debe responder, por el hecho de la víctima o por el caso fortuito. En el primer supuesto la eximente podría quedar alcanzada cuando la cause un intermediario del cual el fabricante no debe responder y, además, que se trate de un vicio sobreviniente a la puesta en circulación de la cosa. En cuanto al hecho de la víctima rigen aquí los parámetros de previsibilidad en general alejados de la idea culpa de la víctima. e) Obligación de seguridad expresa: Es necesario relacionar el artículo 40 de la ley de protección al consumidor con lo dispuesto por el artículo 5º de la ley 24240 pues al establecer esta última norma una obligación de seguridad expresa, los intereses económicos del consumidor encuentran una mejor y más completa tutela. En efecto, el artículo 5º dispone: "Las cosas y servicios deben ser suministradas o prestadas en forma tal que, utilizadas en condiciones previsible o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios". En las Sextas Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial y Procesal, han tenido oportunidad de expedirse sobre la obligación de seguridad al afirmarse por mayoría que "existe un deber de resultado aunque en casos excepcionales puede ser de medios" (Despacho 1 "a" suscrito por los Dres. Goldenberg, Bueres, Alterini, Zago, López Cabana, Vázquez Ferreyra, Gesualdi, Pizarro, Vallespinos, entre otros). La norma citada y con la interpretación que la más reciente doctrina autoral le ha dado a esta obligación, hace recaer sobre todos los legitimados pasivos previsto por el artículo 40 de la ley 24240 la responsabilidad contractual por los daños ocurridos con motivo de su inobservancia. Dicho incumplimiento, además, podría justificar que el consumidor solicite la resolución del contrato de consumo celebrado, alegar la excepción de contrato no cumplido o bien reclamar su cumplimiento. f) La prescripción: Finalmente también interesa a la protección económica de los intereses del consumidor, en relación a la responsabilidad por el vicio de la cosa, el hecho que la ley 24240 ha establecido un plazo de tres años para el ejercicio de las acciones que emergen de la misma. En efecto el artículo 50 dispone "Las acciones y sanciones emergentes de la presente ley prescribirán en el término de tres años. La prescripción se interrumpirá por la comisión de nuevas infracciones o por el inicio de las actuaciones administrativas o judiciales". Una de las novedades que trae la ley es la referida a la interrupción de la prescripción por la comisión de nuevas infracciones. Si repasamos el fundamento que tiene la interrupción para aniquilar el tiempo de prescripción transcurrido desde el momento inicial del curso de la prescripción hasta el acto interruptivo, veremos que siempre se ha apoyado sobre la base de una manifestación de voluntad dirigida a mantener viva la relación jurídica obligatoria. Sin embargo, nada de eso se encuentra en esta nueva causal interruptiva. Todo lo contrario, pareciera que ha sido establecida como una sanción a la conducta perjudicial del fabricante demostrada a través de la reiteración de infracciones.