AUTORAS : Vanesa Turrado Villar Mónica Turrado Villar La sociedad española, como el resto de países desarrollados, asiste en este siglo a un fenómeno demográfico sin precedentes en la historia de la humanidad; se trata del envejecimiento de la población con unas cifras hasta hoy desconocidas. En efecto, los cambios provenientes de una mayor calidad de vida – traducibles en la adopción de hábitos más saludables y en definitiva modificaciones en el estilo de vida – juntamente con los avances médicos y tecnológicos, han dado lugar a un espectacular aumento de la esperanza de vida relacionado con la reducción de las tasas de mortalidad y coincidente con la reducción de las tasas de natalidad. Según el Instituto Nacional de Estadística, las previsiones para la proporción de personas mayores de 65 años para el 2005 son de un 17% del total de la población, lo que en cifras absolutas supondría en España un total de 6 millones de personas mayores de 65 años. Este envejecimiento de la población comporta un incremento notable de enfermedades crónicas, destacando por su gravedad las afecciones cardíacas, el cáncer y las alteraciones cerebro-vasculares. Entre estas últimas, resultan especialmente relevantes las demencias tanto por su progresiva incidencia como por su impacto socio-económico. La de mayor incidencia es la de tipo Alzheimer con el 50-60% de los casos de totalidad de demencias, seguida de la de tipo multiinfarto ( del 10 al 20 % ), repartiéndose el resto con otras formas de deterioro cognitivo. Según la mayoría de los estudios epidemiológicos en nuestro país, la prevalencia de demencias en personas mayores de 65 años afecta al 5% del total de la población y al 20% por encima de los 80 años. En el caso de la enfermedad de Alzheimer, las últimas cifras apuntan más de 400000 casos en España y un total de 23 millones de casos en todo el mundo. Para Europa y Estados Unidos las cifras son similares, fijándose en 50 millones de previsión de norteamericanos que sufrirán esa demencia en el primer tercio del próximo milenio. No cabe duda que la magnitud de las repercusiones sociales, económicas y sanitarias del envejecimiento y sus consecuencias que ineludiblemente trascenderán cada vez más en el ámbito político. En efecto, la presencia cada vez mayor de la población anciana es a su vez más demandante de ayuda social, familiar y servicios sanitarios y algo parecido sucede con los familiares, y aun de forma muy especial ,cuando el anciano y su propia familia se ven implicados y afectados con enfermedades invalidantes como en el caso de las demencias. La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) considera que más del 80% de la asistencia geriátrica se produce a nivel de consulta ambulatoria en el nivel primario de salud. Desde el Plan Ministerial de la Reforma de Salud primaria, la dirección general de planificación sanitaria reconoció que al desarrollar programas de atención primaria debe darse solución a los problemas del anciano. En esa línea, Enfermería en Atención Primaria se ve cada vez más implicada en la formulación de resoluciones demandadas por enfermos afectados de demencia y sus familiares. En consecuencia, ante el fuerte impacto psicosocial negativo que afecta a estas familias, que se traduce en un gran sentimiento de pérdida, falta de apoyo y pautas concretas de actuación, existe la necesidad de que dispongamos de unas herramientas claves que de forma ágil y eficaz nos permitan intervenir con planes de cuidados bien definidos. En suma, enfermería debe estar presente en un cambio social que nos es inherente y debemos asumir el reto de diseñar e implantar los cuidados de salud a l enfermo con demencia y su familia en el siglo XXI. II . a - CONCEPTO La demencia es un síndrome clínico caracterizado por la existencia de múltiples déficits cognitivos en un paciente alerta, de intensidad suficiente para interferirle en sus actividades diarias y en su calidad de vida. Además, es necesario que exista un declinar desde un nivel previamente más alto en las funciones cognitivas, y que la alteración sea mantenida y no transitoria para que pueda hablarse de demencia. Se considera demencia senil cuando la enfermedad aparece por encima de los 65 años, refiriéndose como demencia presenil si aparece antes de esa edad. La distinción senil-presenil tiene escasa importancia, dado que la mayoría de las veces no tiene significado biológico, apareciendo las demencias como un continuo a lo largo de la edad, sin que haya un punto de corte. Si es importante considerar que a partir de esta edad, el número de afectados por la demencia pasa de incrementarse linealmente con la edad a sufrir un aumento exponencial. La demencia es un síndrome producido por múltiples enfermedades. La siguiente tabla muestra las causas de demencia, también señala la frecuencia aproximada de cada una de ellas. PRINCIPALES CAUSAS DE DEMENCIA Y FRECUENCIA DE APARICIÓN Demencias degenerativas primarias 60% Enfermedad de Alzheimer Demencia con cuerpos de Lewy Demencia Frontal o Frontotemporal 50% 5 - 15 % 5 - 15 % Demencia Vascular 25% Demencia Mixta (Enf. Alzheimer y Demencia Vascular ) 20-25% Otras Demencias Degenerativas Enfermedad de Huntington Atrofias espinocerebelosas Demencias Secundarias 1-2 % 1-2% Traumatismos, Esclerosis Múltiple Tumores Hipotiroidismo Déficit de Vit. B12 Demencias Infecciosas Fármacos y Drogas Hidrocefalia Normotensa Las demencias degenerativas primarias también llamadas demencias degenerativas, son la causa más frecuente de demencia. En neurología se conocen como degenerativos aquellos procesos en los que se producen unas perdidas de neuronas sin una causa inflamatoria o vascular, a este término, se le añaden el calificativo de primario cuando la causa reside en la propia neurona, si bien este calificativo es un tanto redundante, por cuanto la mayoría de las veces la destrucción de la neurona sin alteración vascular o inflamatoria es de causa primaria. Además, los procesos degenerativos se consideraban hasta hace poco causa desconocida, si bien los enormes avances en la biología molecular de estos procesos en los últimos años han cambiado este concepto, al encontrarse o estar en vías de encontrarse la causa de estos trastornos. Siguiendo la tabla anterior, puede verse que al enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia, constituyendo el 50% de las causas de demencia, de forma aislada y llegando al 75% si se considera cuando está asociada a la demencia vascular. CAUSAS DE DEMENCIA SENIL Caus as d esco n oc id as Diver sas cau sas Tr asto r no s Psi qu i átri co s En f. Par ki nso n Demen cia Mul ti in far to Tu mo r es y en f. n eur o ló g ica s En f. A lzh eime r II. b. BREVE HISTORIA : La enfermedad de Alzheimer, fue descrita en 1907 por Alois Alzheimer. Alzheimer ejerció la neuropsiquiatría en Frankfurt y Munich a principios del s.XX. Hasta ese momento las demencias conocidas eran la demencia senil, atribuida a la edad y la parálisis general producida por la infección por treponema pallidum. Durante su práctica clínica, el Alzheimer atendió a una paciente de 51 años, ingresada por un cuadro de afasia y apraxia en el hospital para enfermos mentales y epilépticos de Frankfurt en 1901.Tras el fallecimiento de este paciente, el director del centro envió el cerebro de la misma a Alzheimer, que en aquella época se había trasladado a trabajar a Munich, para realizar el estudio necrópsico. En este cerebro, Alzheimer encuentra las "placas seniles" (previamente descritas por Fischer), y la degeneración neurofibrilar, describiendo el caso como "demencia presenil", en una reunión celebrada en Tübingen, y publicándola en 1907, señalando que la paciente padecía una enfermedad diferente a la s demencias anteriormente descritas, que llamó demencia presenil. Fue Kraeppelin, maestro de Alzheimer, quien le dio el nombre de enfermedad de Alzheimer. Posteriormente, sus discípulos Bonfiglio y Perusimi y el español Nicolás Achucarro, contribuyeron a la difusión del concepto. Lo importante de la descripción de Alzheimer por encima de los detalles clínicos y patológicos que refleja, es que por primera vez se separa esta demencia, que es la causa más importante de demencia, de una mera alteración por envejecimiento o una infección, presentándose como una entidad propia. Aún cuando la enfermedad nace como una distinción de una demencia senil el propio Alzheimer, pronto modificó el concepto inicial, comentando que existían casos en edades seniles de igual clínica y patología. Una importancia más que anecdótica, es el hecho de que recientemente se ha encontrado la historia clínica de August D. Y las preparaciones macroscópicas de su cerebro. Revisadas estas, se confirma que corresponde a una enfermedad de Alzheimer o que acaba con especulaciones existentes durante años de que esta paciente pudiera tener otro tipo de demencias, Durante años se ha mantenido la diferenciación entre la demencia senil y la presenil, adoptándose un límite de edad de 60 a 65 años según los autores. Sin embargo, por razones sociales, el límite de los 65 años es el más aceptado. Con el aumento en el conocimiento de la enfermedad de Alzheimer en la última década se ha visto que la enfermedad es un continuo, no existiendo ninguna diferencia relevante que obligue a mantener la diferencia entre presenil o senil, quedando esta diferencia más como un recuerdo histórico, que como una diferencia biológica o clínica. II . c. EPIDEMIOLOGÍA : Incidencia - prevalencia en la población general y en las consultas de Atención Primaria : La prevalencia de la demencia oscila en diversos estudios entre el 0,5 25 % de la población mayor de 65 años. Esta diferencia tan grande se debe a los distintos criterios de inclusión empleados, así como a otros sesgos metodológicos. En Europa, la prevalencia de demencia grave en sujetos 30 25 20 15 10 5 0 27 14 7 3 2 65 70 75 80 85 EDAD FRECUENCIA mayores de 65 años oscila entre el 1,3 - 6,7 %. En nuestro país, esta prevalencia está entre el 4,2 - 61 % a partir de los 60 años. La prevalencia de la demanda se incrementa con la edad, duplicándose cada 5 años, siendo más frecuente en mujeres. En el metaanalisis realizado por López - Pousa en el que se incluyen 11 estudios de prevalencia de la demencia en España, que engloban un total de 2746 sujetos, se encontró una prevalencia de demencia en mayores de 65 años del 9,5 % ( 5,2 - 14,5 % ), más alta en mujeres que en los hombres. Por grupos de edad, la prevalencia es del 4,2% en sujetos de 65-74 años, 12.55 en sujetos de 75-85 años y del 23.7% en sujetos de edades mayores de 85 años. Según estadios, la demencia leve era el 4% (3.8 - 4.8 % ), moderada el 3.4 % ( 3.0 - 4.5 % ) y severa 2.1 % ( 1.1 - 3.2 % ) .Por subtipos de demencia , el 48 % correspondían a Enfermedad de Alzheimer ( 41 - 70 % ), el 21% de demencia vascular ( 4.3 - 41 % ), el 25% a mixtas ( 0 - 42 % ) y secundarias el 4.5% ( 0 - 13.3 % ).Loa estudios de incidencia realizados en la población de Rochester ( EE.UU ) no han encontrado variación en la incidencia estacional entre los años evaluados ( 1960 a 1974 ).La esperanza de vida (50% de sujetos fallecidos ) de los pacientes con la Enfermedad de Alzheimer es de 8 años, variando el rango entre dos a veinte años. Importancia socio-sanitaria, morbilidad, mortalidad y coste : Debido al envejecimiento progresivo de la población de los países desarrollados, y por el incremento progresivo de este proceso con la edad, esta enfermedad constituye uno de los principales problemas de Salud Pública, por lo que se preve un incremento muy importante de la prevalencia de este proceso en los últimos años. Los principales indicadores socioieconómicos de esta enfermedad en los EE.UU , que listamos a continuación , muestran la importancia socio-sanitaria de esta : 4 millones de pacientes . 14 millones de afectados previstos para el año 2050. 1 de cada 10 personas con 65 años y 1 de cada 2 con 85 años tienen Enfermedad de Alzheimer. La mitad de las personas ingresadas en residencias padecen la enfermedad de Alzheimer. Coste de 100 .000 millones de dólares / año en cuidados. 26.000 millones de dólares en horas de trabajo perdidas por los cuidadores dedicados a estos pacientes. Gasto en investigación de 500 millones de dólares. El aumento en el número de sujetos con demencia senil se debe a la conjunción de tres factores: 1. Asociación demencia / edad 2. Envejecimiento de la sociedad 3. Aparición de tratamientos médicos que alargan la supervivencia de pacientes con demencia, pero que no son capaces de curar esta enfermedad . El motivo principal de la importancia que despierta los problemas relacionados con el envejecimiento en las sociedades desarrolladas es demográfico: la expectativa de vida media de 1900 ( 40 años ) a 1990 (más de 80 años ) se ha duplicado. En la actualidad el segmento de la pirámide de población que más se expande es el correspondiente a los mayores de 75 años, mientras que la base se reduce drásticamente por la caída de la mortalidad. Si la tendencia se mantiene y todo apunta a ello, la pirámide se transformará en unos 40 años en un trapecio con la cabeza ancha, correspondiente a la franja actual de 1 a 25 años ( por la alta natalidad de los años 60 - 70 ) , con una base estrecha . Este incremento en la esperanza de vida en los países desarrollados iniciada en le siglo XX , se corresponde con el retroceso de las enfermedades infecciosas y parasitarias. La investigación médica no ha sabido todavía ofrecer soluciones a este tipo de enfermedades, lo que está llevando a una situación de " epidemia de enfermedades crónicas ", En nuestro país la situación socio-sanitaria es similar. En 1994 existían en España más de 300000 personas afectadas por esta enfermedad, que constituye la cuarta causa de muerte en los países occidentales, predecido solo por la cardiopatía isquémica, el cáncer y la enfermedad vascular cerebral. Mediante la extrapolación de estimaciones la cifra de personas con demencia senil se duplicará en el 2021. La Enfermedad de Alzheimer es como puede preverse, por tanto, objeto de una enorme investigación. Los conocimientos que se tienen de esta enfermedad pueden considerarse como un río largo y caudaloso. Largo por cuanto está siendo objeto de estudio desde hace casi un siglo. Caudaloso por cuanto a medida que aumenta su longitud, está aumentado en el caudal de conocimientos, por la afluencia del gran número de técnicas al conocimiento de esta enfermedad. Ramas muy diferentes de la Medicina y la Biología están aportando continuamente su investigación al conocimiento de la Enfermedad de Alzheimer, desde técnicas genéticas, celulares, bioquímicas, a especialidades como la psicología, la nutrición …por lo que no existe un aspecto de la biología humana que no haya sido investigado en esta enfermedad. II . d . ETIOPATOGENIA Por el momento no se conoce la causa de la Enfermedad de Alzheimer, por lo que la aproximación a la etiopatogenia de esta enfermedad proviene de los hallazgos de los estudios epidemiológicos y de los estudios de casos y controles. A partir de estudios epidemiológicos, los factores de riesgo asociados de forma positiva o negativa con la Enfermedad de Alzheimer son: La existencia de antecedentes familiares de esta enfermedad (+) El antecedente de traumatismo craneal (+) Otros factores se han asociado de forma inconsciente o contradictoria como: Tabaquismo (+/-) Nivel educacional (-) Hipertensión arterial (+) Ingesta de antiinflamatorios (-) Ingesta de antioxidantes (-) Terapia sustitutiva con estrógenos en la menopausia (-) La edad es un factor de riesgo para desarrollar Enfermedad de Alzheimer, pero lo es también para desarrollar otras demencias degenerativas, la demencia multiinfarto o procesos neurodegenerativos sin demencia como la enfermedad de Parkinson. Genética de la enfermedad de Alzheimer Tres son los factores que hacen que la genética tenga una importancia principal en la Enfermedad de Alzheimer. de una parte está el interés creciente de la población por conocer de una manera lo más exacta posible el riesgo de padecer Enfermedad de Alzheimer en función de la existencia de antecedentes familiares de esta enfermedad. en segundo lugar, los avances de la biología molecular y de la genética han permitido, mediante el estudio genético de familias con Enfermedad de Alzheimer, disponer de modelos animales en los que buscar mecanismos patogénicos o ensayar nuevos tratamientos Desde los estudios epidemiológicos realizados en los años 80, se conoce que la Enfermedad de Alzheimer tiene un importante componente genético. en estos estudios sobre los factores de riesgo de Enfermedad de Alzheimer se ha evidenciado que el factor de riesgo más importante es la existencia de un familiar en primer grado con esta enfermedad. Desde el punto de vista genético, se habla de enfermedad de Alzheimer esporádica, cuando no existen familiares con la misma enfermedad y Enfermedad de Alzheimer familiar cuando existen otros familiares. La genética molecular ha permitido explicar en parte la influencia de la herencia. el avance en las técnicas de biología molecular ocurrido en los últimos años ha hecho que la Enfermedad de Alzheimer hereditaria haya sido objeto de una fortísima investigación. Al no existir diferencias entre la Enfermedad de Alzheimer esporádica y las formas familiares, los descubrimientos genéticos de las formas familiares pueden aplicarse a las formas esporádicas, mucho más frecuentes. esto ha hecho que se investiguen las formas hereditarias y que mediante técnicas de análisis de ligamiento, se haya podido localizar y después aislar genes implicados en la Enfermedad de Alzheimer. El primer gen responsable de esta enfermedad aislado fue el de la APP (amyloid precursor protein) localizado en el cromosoma 21. Se vio que existían familias en las que este gen no era responsable de la enfermedad. Mediante técnicas de análisis de ligamiento, se vio que estas familias presentaban Enfermedad de Alzheimer por un gen localizado en el cromosoma 14 en unos casos y en el cromosoma 1 en otros, existiendo otras familias en las que no existían ligamiento a estos loci, que además presentaban la particularidad de que en ellas la enfermedad aparecía de forma más tardía. En estas familias se ha visto que el gen responsable es el de la apolipoproteína E (APOE). Con el aislamiento de los genes responsables de estas familias, se ha visto que existen 2 formas hereditarias de Enfermedad de Alzheimer. De una parte unas formas de inicio precoz (30 – 50 años) producidas por mutaciones en genes de los cromosomas 21, 14 y 1 (APP, presenilina 1 y presenilina 2) y las formas de inicio tardío, asociadas al gen de la APOE. Todas estas formas cubren aproximadamente el 50% de los casos familiares, por lo que todavía quedan genes por conocer. Mutaciones en el gen de la APP Las mutaciones en el gen de la APP son raras. Están localizadas en los exones 16 y 17, que son los que codifican el segmento que genera el péptido A, generalmente en los extremos o en la parte central del péptido, donde actúan las secretas o enzimas que cortan la APP. Las mutaciones descritas en este gen generalmente producen Enfermedad de Alzheimer de edad de aparición entre 40 y 55. La más frecuente es la mutación APP717. En el caso de las mutaciones APPGlu697 y 698, la clínica es de hemorragias cerebrales corticales múltiples secundarias a depósito de material amiloide en los vasos de pequeño calibre de leptomeninges y corteza (angiopatía amiloide familiar), con hematomas cerebrales espontáneos, corticales (los hematomas cerebrales más comunes son secundarios a hipertensión, y generalmente tienen una localización subcortical o cerebelosa), en sujetos de edades entre 40 y 50 años. En el caso de la mutación 677, la clínica es de demencia senil tipo Enfermedad de Alzheimer, asociada a hematomas cerebrales múltiples. Apolipoproteína E La apolipoproteína E es una lipoproteína transportadora de colesterol de los quilomicrones al hígado. Su secuencia de aminoácido presenta diversos polimorfismos. Los polimorfismos más frecuentes en la población son el polimorfismo · y los polimorfismos 2 y 4. Desde los estudios de Alan Rose en 1995, se conoce que el polimorfismo 4 es más frecuente en la Enfermedad de Alzheimer que en la población general. Esto se debe a que la presencia de este polimorfismo adelanta en aproximadamente 10 años la aparición de la Enfermedad de Alzheimer. Otros polimorfismos En los últimos 5 años se han examinado un gran número de polimorfismos respecto a un posible papel protector o favorecedor de desarrollar Enfermedad de Alzheimer, con resultados contradictorios. Estos polimorfismos son variantes genéticas de diferentes genes candidatos. Algunos de estos candidatos lo son por estar implicados en la degradación de la proteína A, como el polimorfismo en el intrón 9 de la presenilina. Otros polimorfismos están implicados en los mecanismos de inflamación celular como el HLA-A2, o el polimorfismo de la interleukina 1 y la interleukina 6, o estimulan la acción de las secretasas (figura 1). El que en algunos estudios estos polimorfismos no se encuentren asociados a la enfermedad de Alzheimer, puede deberse a que exista un riesgo diferente según factores raciales o ambientales, o bien a que alguno de los resultados positivos se traten de falsos positivos secundarios al examen de múltiples hipótesis. En cualquier caso, es preciso considerar que estos polimorfismos por si solos no llegan a causar la Enfermedad de Alzheimer, siendo necesaria la interacción de varios de ellos o de uno de ellos con algún factor ambiental LPR A ApoE LPR 2-M A APP A IL-1 IL-6 TNF IL-1 IL-6 TNF Figura 1. Esquema de la degradación de A y el papel de las proteínas cuyos polimorfismos influyen en la Enfermedad de Alzheimer La genética de la enfermedad de Alzheimer en la práctica clínica Con una frecuencia cada vez mayor, los familiares de los pacientes con enfermedad de Alzheimer preguntan sobre los riesgos de que la enfermedad sea hereditaria. Con los conocimientos actuales no es posible en la mayoría de los casos dar una respuesta completa a esta pregunta, pero si podemos orientar. Lo primero que debemos investigar es si han existido otros casos en la familia. En el caso de que nos encontremos con una forma hereditaria dominante, se puede orientar al paciente a un centro especializado en el estudio genético de la Enfermedad de Alzheimer, para investigar mutaciones en los genes de la APP. Si los estudios genéticos de una familia de este tipo dieran como resultado la existencia de una mutación causal, es posible entonces con relativa facilidad estudiar otros miembros de la familia ya que su estudio no sería buscar todas las posibles mutaciones sino aquellas que se han encontrado en esa familia. Hay que diferenciar si el estudio genético se hace a un paciente con síntomas clínicos, en cuyo caso es una prueba de diagnóstico más, o si se hace a un familiar sin síntomas clínicos que quiere conocer su situación futura. En este caso, es preciso un completo consentimiento informado y una evaluación psicológica y eventual apoyo posterior a la comunicación del resultado. Si existen antecedentes familiares, pero no un patrón hereditario, sino otro u otros individuos en la familia con Enfermedad de Alzheimer, si la edad de aparición es tardía (a partir de los 65 años), hay un aumento de riesgo de padecer Enfermedad de Alzheimer, pero no cuantificable en la actualidad. Para tranquilidad de los pacientes, cuanto mayor es la edad de aparición de la enfermedad de Alzheimer, menor es el riesgo familiar, por cuanto al ser la incidencia de enfermedad de Alzheimer mayor con la edad, cuanto más longevos son los familiares más probabilidad hay de tener varios casos esporádicos en la misma familia. Animales transgénicos Los modelos animales son esenciales para el progreso de la investigación sobre una enfermedad. Aunque existen modelos animales naturales de Enfermedad de Alzheimer, como los primates añosos, la construcción de animales transgénicos supone una enorme ventaja porque permite disponer de modelos murinos de bajo coste y fácilmente reproducibles para la investigación de la fisiopatología y los tratamientos experimentales de la enfermedad de Alzheimer. Los animales transgénicos son animales, generalmente ratones, ratas o cobayas, a los que en las primeras fases del embrión se les introduce mediante inyección intranuclear un gen o parte del de otra especie, junto con una secuencia promotora de la expresión de este gen. En el caso de la Enfermedad de Alzheimer se han construido diferentes transgénicos con el gen de la APP humana, normal o con alguna mutación que produce la Enfermedad de Alzheimer, el gen de la presenilina o el de la proteína tau. Además mediante cruces entre animales transgénicos puede producirse animales doblemente transgénicos, por ejemplo con mutaciones para APP y presenilinas. Un modelo alternativo al transgénico es el Knockout, en el cual lo que hay es una inhibición en la expresión del gen a examinar, lo que permite conocer la función de esta proteína Alteraciones oxidativas en la Enfermedad de Alzheimer El tejido cerebral es especialmente sensible a los radicales libres debido a su alto consumo de oxígeno, abundante contenido de lípidos y relativa escasez de enzimas antioxidantes comparada con otros tejidos. Además, las neuronas son células postmitóticas, que no van a dividirse, por lo que gradualmente van a acumular el daño oxidativo con el tiempo. Hay una amplia y creciente evidencia de que el daño de lípidos, carbohidratos, proteínas y ADN por radicales libres está implicado en la muerte neuronal en la Enfermedad de Alzheimer. En cerebros de autopsias de estos pacientes, está aumentada la peroxidación de los lípidos, disminuidos los ácidos grasos poliinsaturados y aumentado el 4-hydroxineneno, un aldehido neurotóxico producto de la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados. Además, se ha encontrado aumento en la oxidación de las proteínas y una disminución marcada en enzimas sensibles a la oxidación, glutamina sintetasa y creatinkinasa y en la oxidación del ADN, con aumento especialmente de 8hidroxi-2-deoxyguanosina. Estos productos de oxidación de lípidos y ADN también se han encontrado aumentados en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con enfermedad de Alzheimer Existen diversos trabajos sobre el papel protector de tratamiento con vitamina E, la ingesta de vitamina E retrasaba la progresión de la enfermedad respecto a los tratados con placebo, lo que apunta a un posible papel protector de los antioxidantes como preventivos de desarrollar esta enfermedad. Inflamación y enfermedad de Alzheimer En los estudios epidemiológicos hay diversas evidencias de la influencia de la inflamación de esta enfermedad, como son la existencia de menor prevalencia de Enfermedad de Alzheimer entre pacientes con ingesta crónica de antiinflamatorios, debido a la presencia de enfermedades reumáticas. Además, aunque la Enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa y en estas enfermedades no hay inflamación en la anatomía patológica, este concepto se refiere a infiltrados inflamatorios. Sin embargo existen evidencias más sutiles de inflamación en las placas seniles como son la presencia de depósitos de complemento en ellas, o de activación de la microglía. Por último, parece que la interleukina 1 y la interleukina 6 influyen en la expresión de la proteína precursora de amiloide. Estrógenos y Enfermedad de Alzheimer Los estudios epidemiológicos han encontrado que mujeres postmenopáusicas en tratamiento con terapia sustitutiva con estrógenos, tienen un riesgo relativo de padecer la enfermedad de Alzheimer un tercio menor que mujeres de la misma edad que no han recibido esta terapia. Dado el papel fundamental que el acúmulo de A tiene en esta enfermedad, parece lógico pensar que el mecanismo de actuación de los estrógenos sea a través de la inhibición del acúmulo de este péptido. Los estrógenos pueden estimular el catabolismo de la proteína precursora de amiloide a través de la vía no amiloidogénica, por la capacidad que tienen de aumentar la actividad de la secretasa mediada por el aumento de la protein kinasa C. La capacidad de los estrógenos de modular el metabolismo de A en el cerebro in vivo ha sido examinado en dos modelos animales: en cobayas la ovarectomia se ha asociado con mayores niveles de depósito de A cerebral, siendo posible evitar este aumento si se trataba al animal preventivamente con 17-estradiol. De modo parecido, la ovarectomía de los ratones transgénicos aumenta los depósitos todavía sean incipientes. Estos dos estudios apoyan que el cese de la estimulación estrogénica en mujeres postmenopáusicas favorezca el depósito de A. El estradiol también puede modificar otros factores que contribuyen al depósito de A y la formación de material fibrilar, incluyendo el procesamiento de A soluble a una forma agregada, y la asociación de A y su acción tóxica, como la -antichimotripsina, el heparan sulfato proteoglicano y la apolipoproteína E. Posiblemente, el estradiol pudiera tener incluso la capacidad de prevenir la Enfermedad de Alzheimer a través de otros mecanismos independientes de los cambios que induce en el metabolismo de la proteína A, a través de un papel modulador de factores neurotróficos o sus receptores o mediante su acción antioxidante o de una forma más distante a través de una acción sobre el flujo cerebral, la entrada de glucosa en el sistema nervioso, los lípidos y la arteriosclerosis, la coagulación y capacidad fibrinolítica , o por mecanismos inflamatorios o inmunitarios. Estudios in vitro han encontrado una protección de los estrógenos frente al estrés oxidativo, los neurotransmisores excitotóxicos y la isquemia. Además los estrógenos promueven el crecimiento de las prolongaciones neuronales, la plasticidad sináptica y la potenciación a largo plazo, procesos implicados en la memoria. Finalmente, se ha visto que tras lesiones del núcleo de Meynert, los estrógenos pueden incrementar los niveles de marcadores colinérgicos. Todavía no se conoce si esta respuesta se debe a activación de los receptores a estrógenos cerebrales o está mediada por otros mecanismos independientes de los receptores de estrógenos. En el sistema nervioso existen neuronas con receptores para estrógenos, andrógenos o ambos, tanto en la mujer como en el hombre. En el núcleo basal de Meynert, el centro colinérgico cerebral, hay neuronas con receptores para el estradiol circulante. Los receptores de estrógenos se localizan con receptores para el factor de crecimiento nervioso (NGF) en las neuronas colinérgicas del núcleo basal. Por todo esto la disminución de estrógenos postmenopáusica podría empeorar la pérdida neuronal y reducir el umbral para la aparición de síntomas clínicos en estos casos. Además de estos resultados experimentales, existen evidencias epidemiológicas de un papel beneficioso de los estrógenos. En mujeres postmenopáusicas se han descrito diversos síntomas cognitivos y afectivos, como dificultad de concentración y memoria, disminución de la atención y tendencia a la irritabilidad y depresión, varios estudios han demostrado una capacidad de los estrógenos de revertir la sintomatología depresiva en mujeres postmenopáusicas. Existen algunos datos en animales que apoyan un papel beneficioso de los andrógenos en la Enfermedad de Alzheimer, como la existencia de un mayor volumen del hipocampo en relación con la presencia de andrógenos. La testosterona, y también los estrógenos, incrementan la expresión de los receptores 5-HT-2ª, efecto quizás mediado por la aromatización a estradiol, ya que la dihidrotestosterona no presenta este efecto. Aunque no hay una relación directa entre la andropausia y depresión o la aparición de déficits cognitivos, existe la posibilidad de que en estos casos la administración de andrógenos podría revertir alguno de estos déficits. Sin embargo, los importantes riesgos que produce esta terapia, desde incremento del riesgo de cáncer de próstata, alteraciones en la viscosidad sanguínea o incluso cambios en la conducta, con mayor tendencia a la violencia y aumento de la libido, hacen que la prudencia aconseje evitar esta terapia Otros factores patogénicos Otros factores implicados en diferentes estudios son la existencia de antecedentes de traumatismos craneales, la existencia de factores de riesgo vascular como cardiopatía isquémica e hipertensión, la presencia de diabetes, un menor grado de educación y los antecedentes de determinadas infecciones virales. Como factores protectores se han señalado en algunos estudios el antecedente de tabaquismo. Los traumatismos craneales se han encontrado que aumentan el riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer en estudios de casos y controles. Se ha visto que el antecedente de traumatismo es más frecuente en sujetos con Enfermedad de Alzheimer que en población general. Existen dos estudios que apoyan esta hipótesis como son la existencia de placas amiloides en sujetos que fallecieron tras estar en coma prolongado después de un traumatismo craneal grave y en segundo lugar la mayor presencia de lesiones cerebrales y alteraciones cognitivas en sujetos con el genotipo APOE 4 tras padecer un traumatismo craneal o en boxeadores. Los factores de riesgo vascular, como la hipertensión o la presencia de cardiopatía isquémica, y la diabetes se han relacionado en estudios de cohorte con un mayor riesgo de padecer Enfermedad de Alzheimer. No está claro la causa de esto, pero parece que en sujetos con igual número de placas seniles, la presencia de lesiones vasculares se correlaciona con un mayor grado de demencia. Respecto a la diabetes, la diabetes del adulto se ha relacionado con mayor riesgo de padecer Enfermedad de Alzheimer, sin que se sepa si esto ocurre por un mecanismo propio, bien por una acción trófica de la insulina, bien porque la insulina y el péptido A compitan por el mismo sistema de degradación o por la posibilidad de un efecto de lesión producido por hipoglucemia. Recientemente se ha encontrado que la Enfermedad de Alzheimer es menos frecuente a medida que aumenta el desarrollo intelectual del sujeto y su grado de educación. Un estudio realizado en una comunidad de monjas, que compartían factores ambientales pero diferencias en el nivel de estudios, mostró una menor frecuencia de Enfermedad de Alzheimer a medida que aumentaba el nivel educativo. No se conoce tampoco cual es la causa de esto, planteándose la posibilidad de que en sujetos con mayor nivel intelectual exista un mayor desarrollo de sinapsis, lo que conduzca a que aunque la enfermedad aparezca el mismo tiempo, exista una mayor reserva que haga que los síntomas se evidencien más tarde. Finalmente, durante años se ha mantenido la idea de una menor frecuencia de Enfermedad de Alzheimer entre los fumadores señalándose un papel protector del tabaco, a través del estímulo nicotínico mantenido. Sin embargo, estudios epidemiológicos recientes no solo han descartado una protección del tabaco, sino que parece que el tabaquismo puede estar relacionado con un mayor riesgo de padecer Enfermedad e Alzheimer. II . e . FISIOPATOLOGÍA El estudio bioquímico molecular de las alteraciones patológicas presentes en la Enfermedad de Alzheimer ha sido clave para comprender la patogenia de esta enfermedad. Según la hipótesis de la cascada de amiloide, la proteína A contenida en las placas seniles, originaría los fenómenos de acúmulos proteicos que forman las placas seniles, los ovillos neurofibrilares, las neuritas distróficas y la degeneración y muerte neuronal. Las lesiones neuronales se inician en aquellas localizaciones anatómicas correspondientes al sistema colinérgico, lo que origina el déficit colinérgico responsable de gran parte de la clínica de esta enfermedad. Anatomía patológica de la enfermedad de Alzheimer El cerebro de los pacientes con Enfermedad de Alzheimer se atrofia, lo que se traduce en una pérdida de peso y una disminución de la superficie de las circunvoluciones con aumento de los surcos. El cerebro de estos pacientes pesa entre 1.000 a 1.100 gramos, pero esta disminución de peso es variable con un rango de 900 a 1.400, existiendo solapamiento con el rango de peso de los cerebros normales. La atrofia cortical, que se evidencia mejor al retirar las leptomeninges, suele ser difusa, con preservación relativa de las regiones occipitales. Microscópicamente, las lesiones fundamentales son las placas seniles y la degeneración neurofibrilar con pérdida neuronal secundaria a estas alteraciones. Además, existen otras lesiones microscópicas de importancia secundaria como la degeneración granulovacuolar de las neuronas, los cuerpos de Hirano o el depósito de amiloide en la pared de los vasos de pequeño y mediano calibre de las leptomeninges y la corteza o angiopatía amiloide. Las placas seniles son acúmulos extracelulares de proteínas, constituidos por una proteína fundamental (A) y otras proteínas menos constantes o en menor concentración (apolipoproteína E..). según características tintoriales y morfológicas se distinguen dos tipos de placas: las placas difusas y placas neuríticas. Las placas difusas son depósito de material amiloide (proteína A de 42 residuos) no fibrilar, lo que hace que no se tiñan por rojo Congo o tioflavina T, visualizándose solo mediante tinciones inmunohistoquísticas con anticuerpo contra la proteína A de 42 residuos. Se asocian a envejecimiento normal y se considera que no son tóxicas sobre las células del sistema nervioso. Por el contrario, las placas neuríticas están constituidas por proteína A de 40 y 42 residuos, presentan una estructura fibrilar, por lo que se tiñen con tinciones para material amiloide, como el rojo Congo o la tioflavina T, con los que presentan birrefringencia con la luz polarizada, además de con tinciones de plata y con inmunohistoquímica con anticuerpos anti proteína A de 40 y 42 residuos. Las placas neuríticas pueden a su vez diferenciarse en placas primitivas y placas clásicas según su grado de evolución. Las placas primitivas están constituidas por un núcleo de material amiloide y una serie de neuritas (prolongaciones nerviosas) distróficas que las atraviesan. Las placas clásicas presentan una estructura similar a las placas primitivas pero asocian una corona de astrocitos y microglía reactiva que las rodea. El grado extremo de desarrollo lo constituyen las placas quemadas formadas solo por el núcleo o core de amiloide. La degeneración neurofibrilar u ovillos neurofibrilares está formada por agregados intracelulares de proteína tau anormalmente fosforilada. La relación entre el número de placas seniles y los ovillos neurofibrilares no es lineal existiendo variaciones con un gran número de placas seniles y escasos ovillos y lo contrario. Las alteraciones anatómicas de la Enfermedad de Alzheimer no se localizan por igual en todo el cerebro ni aparecen al mismo tiempo en todas las zonas afectadas. Los ovillos neurofibrilares aparecen inicialmente en el cortex entorinal, afectándose luego el hipocampo y el núcleo basal de Meynert, y finalmente las áreas de asociación del neocortex. Por el contrario, las placas seniles son más precoces y frecuentes en el neocortex. Contra lo que puede esperarse para el diagnóstico anatomopatológico de la Enfermedad de Alzheimer no basta la existencia de las alteraciones descritas. Ello se debe a que con el envejecimiento es normal la presencia en un cierto grado de estas alteraciones (placas seniles y ovillos neurofibrilares) con lo que las lesiones de la enfermedad de Alzheimer no siguen un patrón de todo o nada, siendo la cuestión el conocer cuál es en cada caso el número de lesiones necesarias para justificar la presencia de una alteración cognitiva. Por ello, se han planteado diversos criterios diagnósticos con unos determinados puntos de corte, inicialmente consideraba la presencia de placas seniles corregidas para la edad del sujeto (criterios de Khachaturian) señalándose como patológico la existencia de 8 o más placas/mm 2 para pacientes de 50-65 años, 10 o más placas/mm2 para pacientes de 66-75 años y de 15 o más para pacientes mayores de 75 años, sin considerar el tipo de placa ni la localización. Posteriormente se modificaron estos criterios, señalándose que las placas debían de teñirse mediante tinciones como tinción de Gallyas (tinción de plata que no se tiñe las placas difusas), y así mismo que debía considerarse la presencia de degeneración neurofibrilar y sobre todo considerarse que el sujeto presentase clínica de demencia (criterios de CERAD). Recientemente, se ha señalado que la degeneración neurofibrilar se correlaciona mejor con el grado de demencia del sujeto, y Braak y Braak, establecieron una gradación en la adaptación de los ovillos neurofibrilares (desde el cortex entorinal a hipocampo y luego a neocortex). Considerando lo anterior, se han establecido unos nuevos criterios de diagnóstico que funden los criterios del CERAD con la clasificación que establecen los Braak, en los criterios del Reagan Institute. Mecanismos patogénicos. La hipótesis del amiloide El estudio de las anomalías anatómicas presentes en la Enfermedad de Alzheimer ha permitido discernir los mecanismos patogénicos de la enfermedad. Las placas seniles están formadas por una proteína fundamental (A) de 40-42 aminoácidos, siendo la Enfermedad de Alzheimer una amiloidosis. Por amiloide se entiende el acúmulo de diferentes proteínas, que tienen en común su estructura plegada, que le confiere una afinidad especial por el colorante rojo Congo, en las preparaciones histológicas. El material amiloide se puede depositar de forma generalizada por todo el organismo (amilodosis sistémicas, como la amiloidosis secundaria a infecciones crónicas) y amiloidosis confinadas a un determinado órgano (amiloidosis localizadas, como la angiopatía amiloide cerebral, en la que hay acúmulo de material amiloide en la capa media de las arterias cerebrales y leptomeníngeas). En todas las amiloidosis existe una proteína fundamental, que en el caso de la Enfermedad de Alzheimer es la proteína A. La enfermedad de Alzheimer se considera una amiloidosis por cuanto se produce por el acúmulo de un material con características tintoriales de amiloide formando las placas seniles. En 1984 Glenner y Wong aislaron y secuenciaron la proteína fundamental de las placas seniles, una proteína de 40 a 42 aminoácidos que llamaron proteína, y que más tarde pasó a denominarse A4, por su tamaño de 4 Kilodalton, o finalmente A o amiloide. Una vez conocida su secuencia, se pudo construir una sonda de ADN, que se hibridó con su complementario en el genoma, encontrándose que la proteína A, era solo una parte de una proteína de mayor tamaño, llamada proteína precursora de amiloide, de la que se deriva mediante proteolisis. La APP, se codifica por un gen localizado en el cromosoma 21, formando por 18 exones, existiendo 7 isoformas, que se producen por procesamientos alternativos de estos exones. Estas isoformas tienen un tamaño de 365,563,695,714,751 y 770 aminoácidos. De todas ellas parece que las isoformas 751 y 770 son las que más importancia tienen en la Enfermedad de Alzheimer, dado que el resto o no contienen la secuencia A y por lo tanto no pueden generar placas seniles o no se expresan en el cerebro. La APP es una proteína transmembrana, localizada especialmente en las prolongaciones de las neuronas. Su degradación se produce “segregándose” parte de la APP al medio extracelular, por lo que se ha denominado a las proteínas que la degradan “secretasas”. La principal vía de rotura de la APP es a través de la secretasa, que rompe la APP en la zona de péptido A, segregándose por tanto restos de APP que no se agregan y por tanto no amiloidogénicos. Existen otras dos secretasas ( secretasa y secretasa) que rompen la APP en los extremos del péptido A, segregándose restos de APP amiloidogénicos. Por tanto, el estímulo de la vía secretasa, evita la formación de depósitos amiloides, mientras que la inhibición de esta vía metabólica o el estímulo de la vía de la y secretasa origina deposito A (figura 2) a A p3 A A Figura 2. Proteolisis de la APP por las secretasas. La -secretasa origina un fragmento p· no amilodogénico. Las y -secretasas originan el fragmento A. Una vez formado el depósito de amiloide, este depósito parece que ejerce su toxicidad por varios mecanismos, desde aumento de los procesos de oxidación de las membranas a estímulo glutaminérgico y entrada de calcio en la célula. Para que aparezca esta toxicidad, es necesario que la proteína A esté en estructura , no siendo por tanto tóxica si este depósito está en forma de placas difusas (no ). Las placas difusas están constituidas por A42, mientras que las placas neuríticas están constituidas por la A40 y A42. Esta última, está en mayor proporción, pero tiene una menor capacidad de antiagregarse, por lo que parece que la A42, hace de núcleo sobre el que se deposita el A40. Dada la importancia que parece tener, el procesamiento de la APP es uno de los principales objetivos de la investigación sobre esta enfermedad. La relativa utilización de una u otra vía de metabolismo de la molécula parece parcialmente determinado por el tipo de célula, su estado de diferenciación, la acción de ciertas quinasas, la activación de las quinasas como la proteína kinasa C por neurotransmisores muscarínicos o la inhibición de fosfatasas. En las células gliales, las células nerviosas inmaduras o por el estímulo de la proteína kinasa C o la inhibición de las fosfatasas se aumenta la actividad o los niveles de -secretasa y por lo tanto disminuye la formación de péptido amiloidogénico. Las hormonas esterorideas como el 17-estradiol y la dihydroepiandrostendiona (DHEA) también parecen regular el metabolismo de la APP en células en cultivo. Posiblemente, a través del aumento de la actividad de la proteína kinasa C que inducen los estrógenos, estos compuestos podrían reducir el depósito de A. De otra parte, la proteína tau, constituyente de los ovillos neurofibrilares, es una proteína codificada por un gen localizado en el cromosoma 17, formado por 13 exones, existiendo 6 isoformas. Su función es la estabilización de los microtúbulos que forman el citoesqueleto de la neurona. Durante años, se ha discutido cual de las dos alteraciones, las placas seniles o la degeneración neurofibrilar, era la lesión fundamental en la Enfermedad de Alzheimer y cual era la lesión secundaria, señalándose evidencias a favor de una u otra. La principal evidencia a favor de que la degeneración neurofibrilar fuera la lesión fundamental son que existe una correlación más alta entre número de ovillos neurofibrilares y grado de deterioro cognitivo, que en el caso de las placas seniles. Sin embargo, los hallazgos de los últimos años, fundamentalmente de la genética de la Enfermedad de Alzheimer y de las demencias frontales, parecen indicar que es la placa senil la alteración primaria en estos pacientes. Neurotransmisión. El sistema colinérgico en la Enfermedad de Alzheimer La pérdida de memoria es la alteración más precoz en la Enfermedad de Alzheimer y generalmente el déficit más importante. La base biológica de esto es que los circuitos neuronales implicados en el aprendizaje y memoria son los más precoz e intensamente lesionados. Dos circuitos neuronales involucrados en las diversas facetas de la memoria, son los que presentan la principal afectación: la conexión del hipocampo y el cortex entorinal con el resto del cortex y la del sistema colinérgico del cerebro basal anterior con el cortex Una de las principales y más consistentes anomalías en la neurotransmisión que acaecen en la Enfermedad de Alzheimer es la pérdida de marcadores colinérgicos corticales. Existe una amplia evidencia experimental de que en la Enfermedad de Alzheimer la pérdida colinérgica es la más importante, generalizada y precoz de todos los sistemas aferentes corticales. Sin embargo, la pérdida de axones colinérgicos no es uniforme, existiendo diferencias regionales. Las areas con mayor inervación colinérgica son las que sufren mayores disminuciones, seguidos de las áreas intermedias como las áreas de asociación frontal o parietal, así como la ínsula y el polo temporal. Las zonas primarias motoras, somatosensoriales y visuales, y el gyrus cinguli son las que presentan menor pérdida colinérgica. Las consecuencias de la afectación de las estructuras colinérgicas basales es la deplección de la corteza de su inervación colinérgica. Existen múltiples evidencias clínicas y experimentales del papel de la inervación colinérgica en la memoria y aprendizaje. Así, la interferencia farmacológica de esta inervación colinérgica o la lesión experimental de las estructuras colinérgicas basales, producen una alteración en la memoria y aprendizaje, que puede revertirse mediante agonistas colinérgicos, y por otra parte el transplante intracerebral de células colinergicas fetales o tejidos animales modificados genéticamente permite corregir los efectos adversos producidos por la lesión de los núcleos colinérgicos basales. Estudios experimentales realizados en primates apuntan a que el sistema colinérgico interviene en el aprendizaje y memoria a través de la capacidad del individuo de fijar la atención en estímulos relevantes al resto de los estímulos ambientales. Respecto a otros neurotransmisores, el principal neurotransmisor implicado en el circuito hipocampo cortical, es el glutamato. Además, el hipocampo y el cortex entorinal contiene una alta densidad de diversos receptores glutamatérgicos. En la Enfermedad de Alzheimer se han descrito alteraciones en los niveles de glutamato y de receptores glutamatérgicos en las estructuras y vías anteriormente reseñadas. Sin embargo, a la hora de considerar el abordaje farmacológico de la Enfermedad de Alzheimer, hay que tener en cuenta que el glutamato y los agonistas glutamatérgicos son altamente tóxicos, lo que constituye un importante freno a su utilización. Por ello la reversión del déficit de glutamato en pacientes con Enfermedad de Alzheimer puede revertirse, a través de compuestos que inhiban la degradación de acetilcolina aumentando los niveles de este neurotransmisor en el espacio intersticial. Diferentes ensayos clínicos con diversos inhibidores de la acetilcolinesterasa, a pesar de los efectos secundarios y la toxicidad, han demostrado eficacia en varios índices. Este tratamiento es efectivo porque a pesar de la profunda pérdida de la función colinérgica en la Enfermedad de Alzheimer, todavía hay una cierta producción de acetilcolina y por otra parte los receptores muscarínicos postsinápticos están relativamente preservados. La pérdida de la función colinérgica en la Enfermedad de Alzheimer no debe considerarse de forma simplista como la de neuronas colinérgicas formando sinapsis con receptores nicotínicos y muscarínicos postsinápticos, sino que presentan una acción más compleja, siendo un importante componente de la amplificación de las sinapsis en el sistema nervioso central. En particular, los receptores nicotínicos presinápticos controlan la liberación de aminoácidos excitatorios en el hipotálamo y la médula espinal. Además, se ha documentado una modulación nicotínica de la liberación de catecolaminas y neurotransmisores peptídicos. La afectación funcional de otros neurotransmisores producida por el déficit colinérgico puede explicar el hipometabolismo cortical evidenciado en las pruebas de imagen y su reversión mediante tratamiento con inhibidores de las colinesterasas. Por tanto el déficit colinérgico va a influir en procesos intrínsecos a otros neurotransmisores y receptores y puede jugar un papel neuroprotector o neurotrófico. Así se ha descrito un papel protector neuronal producido por el estímulo del receptor nicotínico y por otra parte el estímulo del receptor muscarínico origina un aumento de los factores neurotróficos NGF y BDNF. Aparte de por su capacidad de revertir los déficits colinérgicos corticales, los anticolinesterásicos pueden ser eficaces en la Enfermedad de Alzheimer por otros mecanismos, con menor evidencia experimental. El primero es que el estímulo muscarínico potencia el procesamiento no amiloidogénico de la proteína precursora de amiloide. Un efecto similar es la existencia de menos fosforilación de tau mediante el estímulo muscarínico, en células en cultivo a las que se transfectó el receptor muscarínico M1. Otros mecanismos son a través de las llamadas funciones no colinérgicas de las colinesterasas que tienen funciones adicionales no relacionadas con la transmisión colinérgica. En ciertas regiones cerebrales existen niveles altos de colinesterasas, con niveles bajos de marcadores como son colinaacetiltransferasa o la misma acetilcolina. Incluso existen niveles altos de acetilcolinesterasa en tejido no neuronales como los linfocitos y hematíes. La acetilcolinesterasa se ha encontrado depositada en placas seniles, junto a la proteína A y a otras proteínas. Dado que existe un procesamiento de la proteína A en la placa senil, es posible que las colinesterasas participen en este procesamiento, y que por tanto la inhibición de estos encimas pueda prevenir la maduración de la placa y la toxicidad que esta origina. II . f . FACTORES DE RIESGO El estudio de los factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer, que no existía prácticamente hace una década, es en la actualidad un área de investigación muy floreciente. Es importante a causa de sus implicaciones para la prevención de la enfermedad. Se han estudiado una gran diversidad de factores de riesgo potenciales, muchos de los cuales se han evaluado sólo en uno o dos estudios y no han dado resultados positivos. La metodología predominantemente utilizada para descubrir factores de riesgo en la enfermedad de Alzheimer es el estudio caso-control. En estos estudios los casos clínicamente diagnosticados son comparados con los controles para estudiar diferentes exposiciones en el pasado. Los datos sobre los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer son con frecuencia contradictorios; algunos estudios muestran asociaciones significativas y otros no las encuentran. Los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer pueden ser convenientemente agrupados en amplios temas. Aquí la investigación se resume bajo los epígrafes de: características sociodemográficas, factores familiares y genéticos, factores relacionados con el nacimiento y fertilidad, exposiciones profesionales y recreativas, enfermedades previas y traumas, procedimientos médicos, utilización de medicación, hábitos personales y dieta. CARACTERÍSTICAS DEMOGRÁFICAS Se incluyen aquí edad, sexo, lugar de residencia y grupo étnico. Para resumir, el envejecimiento es indudablemente el factor de riesgo más importante en la enfermedad de Alzheimer, aunque la incidencia puede estabilizarse en la ancianidad extrema. Con el sexo, los estudios de incidencia son inconscientes. Algunos muestran una mayor incidencia en hombres y otros una mayor incidencia en mujeres. Hay pocos datos disponibles sobre el país de residencia y el grupo étnico. La enfermedad de Alzheimer de comienzo precoz también ha sido mayor en los israelíes de origen americano y europeo comparada con los de origen asiático o africano FACTORES GENÉTICOS Y FAMILIARES Hay un número de factores de riesgo potenciales para la enfermedad de Alzheimer que son de naturaleza genética. Los tres que han generado una cantidad razonable de investigación son: síndrome de Down, patrones de huellas dactilares y predominio manual. También se ha sugerido que la enfermedad de Alzheimer tiende a asociarse con una historia familiar de ciertas enfermedades. Las enfermedades que se han investigado más extensamente son la enfermedad de Alzheimer en sí misma, el síndrome de Down y los cánceres hematológicos. Una historia familiar de estas enfermedades podría reflejar la actuación de influencias genéticas. No obstante, se contempla también como posibilidad una exposición común medioambiental Síndrome de Down Los adultos con síndrome de Down tienen, al parecer, un riesgo aumentado de morir con la neuropatología de Alzheimer. Dado que la neuropatología de Alzheimer es altamente predictiva de demencia en los individuos no-Down, se podría esperar que la demencia estuviera presente de forma invariable en el síndrome de Down a partir de la edad adulta y en adelante. Las evaluaciones fueron realizadas utilizando escalas de conducta que medían actividades de la vida diaria y capacidades cognitivas. Los sujetos con Down mostraron más alteraciones relacionadas con la edad en ambas áreas. Estas actividades de la vida diaria las ejecutaban peor que los controles los sujetos con Down sólo a partir de la edad de 60 y más años. mientras que los rendimientos cognitivos eran inferiores en los de 50 años y mayores. El déficit de los individuos con Down más ancianos se encontró que era ocasionado por un subgrupo que obtuvo puntuaciones muy bajas, y no por un pequeño déficit en todos los individuos. Puede ser que los sujetos más ancianos con Down representaran una elite de supervivencia porque los más afectados murieran más jóvenes. También se debe reseñar que la mayoría de los estudios fueron llevados a cabo en poblaciones institucionalizadas, por lo que a causa del cambio en las prácticas en el cuidado de las personas con retraso mental, los casos de síndrome de Down más capaces o de generaciones más jóvenes podían vivir en la comunidad más que en las instituciones. Patrones de huellas dactilares (dermatoglíficos) Se sabe desde hace mucho tiempo que los individuos con síndrome de Down son más proclives a tener ciertos patrones de huellas dactilares en la palma de la mano. Los familiares de niños con Down también tienden a tener estos patrones. Weinreb (1985) examinó las huellas dactilares de la enfermedad de Alzheimer para ver si había asociación similar. Si se confirmara, el aumento de frecuencia de lazos ulnares en la enfermedad de Alzheimer proporcionaría otra unión con el síndrome de Down. Estudios de padres con niños con Down han sugerido que aquellos que tienen patrones parecidos al Down son mosaicos no detectados. Esto es, niños que portan algunas células con trisomía del cromosoma 21. Si los mosaicos tuvieran también un riesgo aumentado para la enfermedad de Alzheimer, como han sugerido Rowe (1989), podría haber un mecanismo plausible para una asociación con lazos ulnares. Historia familiar de enfermedad de Alzheimer Una historia familiar de enfermedad de Alzheimer es, probablemente, el más importante factor de riesgo, aparte del envejecimiento. Sin embargo, el estudio de este factor presenta dificultades especiales dada la naturaleza de la enfermedad de Alzheimer como una enfermedad del envejecimiento. Los estudios de la historia familiar se restringen esencialmente a los padres y hermanos porque los hijos no han alcanzado el periodo de riesgo. Incluso con los hermanos y padres, muchos familiares morirían antes de alcanzar la edad anciana, lo que fuerza a que la evaluación de la enfermedad familiar se base en unos pocos familiares. Los padres presentan el mayor problema porque han muerto generalmente muchos años antes cuando se conocía muy poco de la enfermedad de Alzheimer. El diagnóstico clínico de la enfermedad de Alzheimer tiene cierto grado de inexactitud en el paciente vivo y los diagnosticados retrospectivos son incluso más inexactos. Por esta razón, muchos de los estudios de la historia familiar restringen sus preguntas al síndrome de la demencia, sin intentar un diagnóstico retrospectivo específico de enfermedad de Alzheimer. Wright y Whalley (1984) han señalado, la distinción entre demencia senil y enfermedad de Alzheimer, fue hecha sobre bases clínicas que no parecen tener validez actualmente. Si la edad de comienzo se utiliza para separar los casos en subgrupos, entonces los casos de demencia senil tienen familiares con comienzo antes de los 65 años. De hecho, los familiares de los casos tienen 10-20 veces un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer pre-senil que la población general. Además de la edad de comienzo, se ha sostenido que una importante variable moderadora de los efectos de la historia familiar es la presencia de disfunciones corticales, en particular afasia y apraxia. Aunque está claro que existe alguna asociación entre la historia familiar de demencia y el riesgo de enfermedad de Alzheimer, hay poco acuerdo sobre los mecanismos de esta asociación. Muchos autores han sugerido mecanismos genéticos simples. Sin embargo las exposiciones ambientales comunes con los familiares también podrían explicar efectos familiares. Los factores genéticos no pueden, por si mismos, proporcionar una explicación completa porque hay en la actualidad numerosas descripciones de gemelos monocigóticos discordantes para la enfermedad de Alzheimer. Los responsables de esta discordancia deben ser los factores ambientales. Demencia de esposas Mientras que la demencia en los familiares de primer grado puede ser interpretada en términos tanto genéricos como ambientales, la demencia en esposas tienen consecuencias claras. Si las esposas tienen una mayor incidencia de demencia, el ambiente adulto que ellas comparten debería ser el responsable. Además, los factores genéticos o ambientales de la infancia están implicados. Pocos estudios, relativamente, han examinado la demencia en las esposas de los casos de enfermedad de Alzheimer, quizás porque las esposas sirven con frecuencia como informantes y de ahí que no se las considere demenciadas. Estos resultados no proporcionan ningún sostén para el punto de vista de que el medio ambiente compartido de la madurez es responsable de un aumento de riesgo en los familiares biológicos. Factores de nacimiento y fertilidad Edad de los padres Dado que el mayor factor de riesgo para la enfermedad de Down es la edad materna avanzada, los estudiosos han investigado una asociación similar con la enfermedad de Alzheimer. Con los casos esporádicos, la edad materna de más de 40 años era significativamentemás común comparada con ambos tipos de controles hospitalarios y comunitarios Sin embargo, no había diferencias significativas con los casos familiares. Más tarde, Hofman (1989) intentó sin éxito reproducir estos hallazgos. Este autor encontró una odds ratio de sólo 0,9 para edad materna de más de 40 años en casos esporádicos. Orden de nacimiento El número de los nacimientos previos de los padres puede ser una variable crucial más importante que la edad parenteral alta dado que los dos factores están correlacionados. Varios estudios han examinado el orden del nacimiento pero a causa de los diversos métodos de describir tales efectos es imposible comparar directamente los resultados obtenidos. Sin embargo, ninguno de estos estudios que han investigado el orden de nacimiento ha producido resultados estadísticamente significativos. Fertilidad Aunque es posible que la enfermedad de Alzheimer se asocie con una disminución de la fertilidad en las mujeres, también puede ser debido a factores de selección de los casos. Las mujeres con poca o ninguna descendencia podrían ser más proclives a buscar atención médica en las clínicas especializadas o a ser hospitalizadas dado que nadie cuida de ellas en la comunidad. Son necesarios estudios de fertilidad en muestras de población general no seleccionada para poder investigar este asunto correctamente. No hay estudios disponibles de este tipo que versen específicamente sobre la enfermedad de Alzheimer. EXPOSICIONES OCUPACIONALES Y RECREATIVAS Ciertas ocupaciones y actividades recreativas podrían estar asociadas con exposiciones a toxinas o agentes infecciosos. La posibilidad de tales contactos ha sido examinada en un cierto número de estudios caso-control. Exposiciones ocupacionales El estudio más amplio que analiza las exposiciones ocupacionales es el estudio realizado por French (1985) de casos y controles. Este estudio investigó el contacto con textiles, pesticidas, gases, anestésicos, rayos X, fármacos, soluciones de limpieza, disolventes, temperaturas extremas, monóxido de carbono, plásticos, instrumentos vibratorios, metales, compuestos de limpieza y compuestos químicos de laboratorio. El único cuerpo de investigación sobre demencia en grupos de una ocupación concreta se concreta en el llamado “síndrome de los pintores”. La investigación sobre la demencia en los pintores ha sido realizada sólo en los países escandinavos, en particular en Dinamarca donde el síndrome ha recibido una amplia atención. Otras ocupaciones que han sido investigadas específicamente han sido los estibadores en barcos de pesca y los que utilizan instrumentos vibratorios. Contacto con animales Dado que existe la posibilidad de que la enfermedad de Alzheimer sea debida a un agente infeccioso, varios estudios de caso-control han examinado el contacto con animales como una posible fuente de infección. Los resultados de los estudios que han examinado el contacto con perros domésticos, fauna salvaje o ganadería. Los resultados de estos estudios son, en general, negativos. ENFERMEDADES PREVIAS Y TRAUMAS Trauma craneal Se sabe que golpes repetidos en la cabeza tal como ocurre en el boxeo causan, en ocasiones, demencia. Se ha investigado la posibilidad de que el trauma craneal sea un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer en un cierto número de estudios de caso-control. Generalmente, el trauma craneal se define en estos estudios como un golpe en la cabeza que origina una pérdida de conciencia. Los estudios de caso-control indican que el trauma craneal puede ser un factor de riesgo genuino. Teóricamente, también es un factor de riesgo verosímil porque es fácil imaginar que el trauma craneal puede causar disrupción de los procesos neurales y precipitan el comienzo de una enfermedad neurológica. Sin embargo, esta verosimilitud biológica es también una razón para la precaución. El método para evitar el sesgo del recuerdo es emplear estudios prospectivos en los que el trauma craneal sea detectado antes del comienzo de la enfermedad de Alzheimer. UTILIZACIÓN DE LA MEDICACIÓN Analgésicos Murray (1971) describió las observaciones neuropatológicas en los cerebros de nueve individuos que habían sido adictos a los analgésicos. De estos, siete habían cometido abusos con analgésicos. De estos, siete habían cometido abusos con analgésicos que contenían fenacetina, mientras que dos habían utilizado abusivamente la aspirina, pero seis de los que habían cometido abusos con la denacetina tenían placas seniles y cuatro ovillos neurofibrilares. Murray señaló que estas alteraciones neuropatológicas eran debidas al efecto de la denacetina más que a la insuficiencia renal porque no se habían descrito alteraciones similares en la insuficiencia renal crónica no ocasionada por el abuso de la fenacetina. Mientras que el estudio de Murray proporciona alguna prueba para sustentar una relación entre la utilización de fenecetina de forma abusiva y la enfermedad de Alzheimer, los estudios de caso-control no han confirmado esta asociación. Puede ser que la enfermedad de Alzheimer sólo se produzca en casos extremos de utilización abusiva de analgésicos y esto no esté representado en los estudios de caso-control. Se necesita un estudio de cohorte de adictos a los analgésicos para evaluar adecuadamente este potencial factor de riesgo. Antiácidos Los antiácidos tienen interés como factor de riesgo potencial porque muchos de ellos contienen aluminio. Pueden ser, pues, una fuente de aluminio que se encuentra en los centros de las placas seniles. Algunos estudios de caso-control han evaluado la utilización de antiácidos mostrando que si hubiera alguna relación, los casos eran menos proclives a utilizar antiácidos que los controles Antitranspirantes Los antitranspirantes frecuentemente contienen aluminio y son una posible fuente de la exposición a este metal. Sólo un caso-control ha examinado la utilización de antitranspirantes que contienen aluminio y estos autores encontraron una asociación estadísticamente significativa. II . g . CLÍNICA El paciente con Enfermedad de Alzheimer va a presentar una combinación de síntomas cognitivos, conductuales y neurológicos. Los síntomas cognitivos incluyen el deterioro precoz y progresivo de la memoria, las alteraciones del lenguaje, los trastornos visuoespaciales y las alteraciones de las funciones ejecutivas. Las alteraciones conductuales incluyen la agitación, los delirios y alucinaciones, los cambios en los ritmos del sueño y los trastornos de la alimentación. Las anomalías neurológicas se presentan en las fases avanzadas de la enfermedad, con incontinencia, tetraparesia con incremento del tono muscular y disfagia. En los casos típicos de la Enfermedad de Alzheimer, los síntomas iniciales se desarrollan insidiosamente, por lo que no es posible precisar la fecha de inicio de la enfermedad, y pueden pasar meses o años hasta que se realice el diagnóstico. En estadíos iniciales los síntomas pueden ser muy sutiles, como por ejemplo la disminución de la espontaneidad o de la productividad en el trabajo, o lo más habitual, la pérdida de la memoria manifestada por la incapacidad para adquirir nueva información y para rememorar datos ya adquiridos, olvidándose detalles de hechos recientes. También suele ser precoz la alteración en las funciones ejecutivas, con problemas en la capacidad del juicio y la capacidad de resolver situaciones, especialmente aquellas tareas que exigen una disposición secuencial. En meses posteriores se van a ir añadiendo afectación de otras áreas cognitivas con desorientación temporal y geográfica, alteración del lenguaje con dificultad para encontrar las palabras y disminución del lenguaje espontáneo, alteraciones en el cálculo y cambios en la personalidad con pasividad y desinterés por tareas que previamente ejecutaba. Manifestaciones típicas de esta fase son la realización de preguntas repetidas sobre el mismo tema, la incapacidad y desinterés por llevar sus asuntos económicos y la pérdida repetida de objetos o del propio paciente. Las alteraciones psiquiátricas son raras en esta fase, salvo depresión. Cuando el déficit cognitivo progresa, existe una pérdida de memoria severa, con incapacidad para aprender nuevas informaciones, quedando solo la memoria de hechos a largo plazo. El paciente está desorientado, confunde nombres de familiares próximos y su lenguaje está empobrecido y con ocasional dificultad para comprender ciertas órdenes. En esta fase requiere asistencia para su cuidado personal, y pueden aparecer problemas de conducta, desde suspicacias, ideación delirante, agresividad, y en ocasiones alucinaciones verbales o visuales. Cuando esta fase está establecida, las alteraciones del sueño empiezan a aparecer con frecuentes despertares. Así mismo, el paciente comienza a perder el control de los esfínteres. Un ingreso hospitalario o un cambio de domicilio puede precipitar una brusca progresión de los déficits, con la aparición súbita de severa desorientación, agitación y alteraciones del sueño. En el estadio más avanzado de la enfermedad, el paciente está mudo o solo habla con monosílabos, que a veces repite continuamente para desesperación de sus cuidadores. Hay trastorno del sueño con frecuentes despertares y cambios en los ritmos de sueño-vigilia e incontinencia de esfínteres, y se precisa ayuda para su alimentación, vestido e higiene personal. Finalmente aparecen alteraciones motoras que obligan a permanecer encamado, con progresivas retracciones articulares hasta adoptar una postura fetal, con estado vegetativo y progresiva caquexia. La muerte en estos estadíos ocurre por inanición, úlceras por decúbito, aspiraciones, embolia pulmonar, neumonía o sepsis urinaria. Aunque variable, la duración de la enfermedad es por término medio entre 7 y 10 años. Algunos pacientes ( 10 % ) pueden tener crisis epilépticas, que suelen ser generalizadas tónico clónicas y sacudidas mío clónicas que nunca son tan frecuentes y severas como en las encefalopatías espongiformes. La exploración neurológica básica en las fases iniciales es normal. Cuando la enfermedad está avanzada pueden aparecer aumento del tono muscular, que en estadios de demencia avanzada puede dificultar los movimientos pasivos de las extremidades, deterioro de la marcha con fáciles caídas y aparición de reflejos de liberación frontal como chupeteo, reflejo de prehensión o reflejo palmometoniano. Aunque lo habitual en la Enfermedad de Alzheimer es el inicio insidioso y el desarrollo gradual de las alteraciones, la enfermedad no siempre es uniforme, existiendo en ocasiones desviaciones sobre esta norma. Una de estas desviaciones depende de la edad de comienzo. Aunque no se considera hoy en día una forma diferente de enfermedad en función de la edad, cuando la Enfermedad de Alzheimer aparece en jóvenes se caracteriza por una supervivencia menor, más frecuencia de crisis epilépticas y mioclónicas y un deterioro cognitivo más rápido. Un extremo de esto es la existencia de pacientes con Enfermedad de Alzheimer demostrada mediante estudio necrópsico, con una clínica de epilepsia mioclónica progresiva. En pacientes con Enfermedad de Alzheimer juvenil, se ha descrito una mayor frecuencia de alteraciones del lenguaje y una mayor densidad de lesiones neurohistológicas en el cerebro. Se piensa que esto último se debe a que para el mismo nivel de demencia, los individuos jóvenes precisarían de un mayor número de lesiones para desarrollar esa clínica. Raramente, algunos pacientes pueden presentarse clínicamente por una alteración progresiva en una función cognitiva aislada o predominante, generalmente con atrofia focal en las pruebas de neuroimagen. Ejemplos de esto incluyen alteración frontal predominante, generalmente con afasia motora progresiva, alteración parietal predominante, con trastornos visuoespaciales o alteración occipital predominante con agnosia visual. Estadíos de la Enfermedad de Alzheimer La identificación de tres estadíos : leve, moderado y severo puede ser útil para el manejo clínico de estos pacientes y para ayudar a los familiares a la planificación de su cuidado. Según el MMSE, estos estadíos de la demencia se corresponden con 25-20 puntos (demencia leve ), 19-10 puntos ( demencia moderada ) y menos de 9 puntos ( demencia severa ). Sin embargo, el estadiaje en función del Minimental presenta el inconveniente de la amplia variación de esta prueba en función de la edad y el grado de educación previo y sobre todo del efecto techo y suelo que presenta, por lo que para la normalización de los estadíos de la Enfermedad de Alzheimer se prefiere el uso de escalas de demencia basadas en la determinación del grado de discapacidad, que valoran más las alteraciones funcionales que las cognitivas. La más utilizada es la Clínical Dementia Rating Scale ( CDR ), desarrollada por Morris, desarrollada a continuación, y que se ha visto que tiene alta correlación interobservador y ha sido validada mediante exámenes postmortem. ESCALA CDR ( CLINICAL DEMENTIA RATING ) Estadío 0 Memoria No perdida o pequeños olvidos 0,5 1 2 3 Orientación Normal Juicio y solución de problemas Resuelve bien los problemas cotidianos económicos o financieros. Buen juicio. Pequeños olvidos frecuentes. Recuerdo parcial de hechos. Olvidos benignos. Bien orientado. Leve dificultad en Orientación temporal Dificultad leve para resolver problemas, semejanzas y diferencias. Pérdida moderada De memoria. Más marcada en hechos recientes. Interfiere en activ. cotidianas Cierta desorientación geográfica. Dificultad para relaciones temporales Moderada dificultad en manejo de problemas, semejanzas y diferencias Pérdida grave de Memoria. Solo Conserva material sobreaprendido Desorientación en tiempo y espacio. Dificultad para relaciones temporales Juicio social alterado. Dificultad grave para el manejo de problemas y semejanzas Pérdida grave de Memoria. Sólo permanecen Solo orientado en persona Incapaz de juicios o resolver problemas. Síntomas no cognitivos de la Enfermedad de Alzheimer : A pesar de que los síntomas cognitivos son los que caracterizan a la Enfermedad de Alzheimer, los síntomas no cognitivos o síntomas conductuales están adquiriendo cada día más importancia por su prevalencia y disfunciones que generan. La depresión se encuentra entre un 5,1- 38,1 % de los pacientes y los síntomas psicóticos entre el 11,7-70 %. La existencia de agitación se sitúa entre el 11-56 %. Los síntomas neuropsiquiátricos se asocian a alteraciones en las funciones ejecutivas, pero son independientes de otros trastornos cognitivos como la alteración de memoria, lenguaje y habilidades visuoespaciales. Las alteraciones conductuales incrementan la incapacidad funcional, la frecuencia de trastornos en la alimentación, la morbilidad psicológica de los cuidadores, la institucionalización y la morbilidad, siendo uno de los mayores problemas del cuidado del paciente con Enfermedad de Alzheimer. La presencia de agitación afecta tanto al enfermo como al cuidador, y es el principal problema de los pacientes institucionalizados o en ingresos cortos en hospitales. Rabinos, en una encuesta realizada a familiares con demencia senil, encuentra que el 75 % de los casos, estos consideraban la agitación como el principal problema de la demencia, por ello, se le debe dar una importancia especial al considerar las manifestaciones de la demencia. La agitación se define como conducta motora o verbal no apropiada, no explicada por falta de satisfacción de las necesidades o confusión " per se ". Siguiendo un análisis factorial de los síntomas de agitación observados en una población de pacientes institucionalizados, los síntomas de agitación se dividen en tres categorías principales : conducta agresiva ( golpear, patear, empujar, arañar, tirar, agresiones verbales, agarrar, escupir y morder ), comportamiento inapropiado no agresivo ( andar, vestirse, desvestirse, cambiar de sitio, manejo inapropiado de objetos, manierismos repetidos como palmotear o frotar manos ) y agitación verbal ( quejas, requerimientos continuos de atención, negativismo, gimoteo ). Esta clasificación tiene interés por ser útil al considerar el tratamiento. La causa de agitación observada en la demencia es desconocida. Sin embargo, los factores ambientales y biológicos tienen un papel muy importante en el inicio y en el mantenimiento de estas conductas en los pacientes con demencia. Posiblemente cada tipo de manifestación de agitación aparezca por una interacción diferente entre factores ambientales y biológicos. La base biológica de la agitación de los pacientes con demencia se explica porque las estructuras relacionadas con el control de la agresividad en animales, amígdalas, hipocampo y núcleos septales están afectadas de forma precoz y severa en la Enfermedad de Alzheimer. Estas regiones tienen una inervación rica en neurotransmisores monoaminérgicos, acetilcolina y neuropéptidos. Existen datos bioquímicos de un deterioro del sistema serotoninérgico en pacientes con Enfermedad de Alzheimer. En individuos normales existe una reducción con la edad en la 5-hidroxitriptamina ( 5-HT ), en las áreas corticales y en los ganglios basales, pero no en el 5-hidroxiindolacético ( 5-HIAA ), lo que indica una compensación por las restantes neuronas. Sin embargo, en pacientes con Enfermedad de Alzheimer, ambos 5-HT y 5-HIAA se encuentran disminuidos, lo que indica una incapacidad por desbordamiento de los mecanismos compensadores. Además, estudios neurofibrilares han encontrado lesiones como ovillos neurofibrilares en los núcleos del rafe, principal fuente serotoninérgica. La disfunción del sistema serotoninérgico ha sido implicada en la génesis de conductas agresivas, impulsivas y tendencia al suicidio, tanto en animales como en el hombre. II . h . TEORÍAS DE ENFERMEDAD DE ALZHEIMER LA Aunque la etiología de la enfermedad de Alzheimer no es conocida, se han propuesto varias teorías verosímiles. El desarrollo de estas teorías se ha visto más influido por los avances en las ciencias biomédicas básicas y por las observaciones clínicas que por los hallazgos epidemiológicos. No obstante, los datos epidemiológicos tienen considerables implicaciones para la viabilidad de estas teorías. Una teoría útil de la enfermedad de Alzheimer debiera aplicar los factores de riesgo “confirmados” y quizá también ser concordantes con algunos de los factores de riesgo “posible”. No debería obtener asociaciones positivas con ninguno de los factores de riesgo improbable. Se exponen cinco tipos de teorías: genética, exposición a tóxicos, agentes infecciosos, radicales libres e interacción del envejecimiento con el medio ambiente. En algunos casos, estos tipos incorporan varias teorías diferentes que, no obstante, tienen amplias similaridades. TEORÍAS GENÉTICAS Posibles mecanismos genéticos Hay práctica unanimidad al considerar que los factores genéticos son importantes en la Enfermedad de Alzheimer. En los años recientes ha habido importantes avances en la investigación biológica molecular de los factores genéticos de la enfermedad de Alzheimer. Estos avances han tenido lugar en dos importantes áreas: las bases genéticas de la formación de amiloide y los efectos de los genes en la enfermedad de Alzheimer. Se sabe que el amiloide que se encuentra en el centro de las placas seniles contiene una proteína llamada de diversas formas (beta o A4) que deriva de un precursor más largo. El gen para este precursor ha sido localizado en el cromosoma 21. La presencia de amiloide en los cerebros de los individuos de Down a temprana edad ha sido adscrita a la presencia de una copia extra de este gen. Incluso se ha sugerido que se han encontrado tres copias de este gen en la enfermedad de Alzheimer a través de la duplicación de un segmento del cromosoma 21, pero trabajos posteriores no han podido confirmar esta suposición. También ha sido implicado un gen en el cromosoma 21 en unas familias que tienen una posible transmisión autosómica dominante de la enfermedad de Alzheimer. Aunque inicialmente parece posible que este gen familiar y el gen precursor del amiloide fuera uno y el mismo, se ha visto que no era el caso. La localización del gen precursor del amiloide y del gen de la enfermedad de Alzheimer familiar en el cromosoma 21 parece ser una coincidencia. Como actúa este gen familiar es desconocido por el momento, pero puede ser un promotor anormal del gen precursor del amiloide. Más recientemente se ha visto que otros casos de enfermedad de Alzheimer familiar no tienen ligamiento en el cromosoma 21. Estos casos han sido tanto de comienzo precoz como tardío. Es por consiguiente posible que más de un gen pueda dar lugar a la enfermedad de Alzheimer familiar. En la actualidad, no hay datos de que juegue un papel en la mayoría de los casos, sobre todo en los de comienzo tardío. Además de estos avances provenientes de la biología molecular, se han producido investigaciones para lelas que han utilizado métodos genéticos más tradicionales del estudio de la historia familiar de la enfermedad. Muchos de estos trabajos han conducido a la hipótesis de una herencia autosómica dominante. Este modo de herencia fue sugerido en primer lugar en el estudio clásico de demencia senil de Larsson (1963) y ha tenido un resurgimiento en los tiempos actuales. Si la enfermedad de Alzheimer se hereda de una manera autosómica dominante, el riesgo a lo largo de la vida para los familiares en primer grado sería ligeramente superior al 50%. El grado con el que se superara el 50% dependería de la frecuencia en la población de los genes relacionados con esta enfermedad. Breitner y Fostein (1984) y Breitner (1986) han propuesto que la mayoría de los casos de enfermedad de Alzheimer son debidos a una herencia autosómica dominante y que estos casos se distinguen de otros casos de enfermedad de Alzheimer por la presencia de un trastorno del lenguaje. En otros estudios han aparecido hallazgos similares incluso cuando no ha habido selección por la presencia de trastornos del lenguaje. Tales hallazgos han sido interpretados como que sostienen la herencia autosómica dominante para todos los casos de enfermedad de Alzheimer. La hipótesis de autosómica dominante predice que el riesgo a lo largo de la vida por la enfermedad de Alzheimer en los familiares de primer grado alcanzará la asíntota ligeramente por encima del 50%. En otras palabras, una vez que el periodo de alto riesgo en la vida pasa, todos los portadores deberían estar afectados y no deberían haber más casos incidentes en los familiares restantes. Los estudios de riesgo a lo largo de la vida hasta la fecha, sin embargo, no muestran una tendencia hacia una asíntota. Si las curvas elevadas de riesgo a lo largo de la vida a los 90 años se proyectan a edades mayores, el riesgo podría ser sustancialmente superior, de hecho, los datos disponibles son igualmente compatibles con la hipótesis de que “todos” los familiares de primer grado podrían verse afectados si vivieran lo suficiente. Mas evidencia autosómica dominante proviene del trabajo de Zubenko (1987) en el que estos autores estudian la fluidez de la membrana plaquetaria en los casos de enfermedad de Alzheimer y en sus familiares. Estos autores encontraron que la fluidez de la membrana plaquetaria era normal en un subgrupo de pacientes con enfermedad de Alzheimer y también en cerca del 50% de los familiares de primer grado que no estaban afectados todavía por la enfermedad de Alzheimer. Sobre la base de estos hallazgos, Zubenko, hipotetizaron que una anormalidad de la fluidez de la membrana plaquetaria es un marcador genético para la enfermedad de Alzheimer familiar que se transmite de una manera autosómica dominante. Más tarde Zubenko (1988) estudiaron riesgos a lo largo de la vida de los familiares de los pacientes con enfermedades de Alzheimer con y sin anormalidad de la membrana plaquetaria. Estos autores encontraron que el riesgo se elevaba, aproximadamente, al 50% para la edad de 90 años en ambos grupos, teniendo el grupo con la fluidez anormal de la membrana simplemente un comienzo más precoz. Estos autores hipotetizaron que, bien un solo gen para la enfermedad de Alzheimer tiene su expresión modificada por una fluidez anormal de la membrana plaquetaria o que existen dos genes de enfermedad de Alzheimer, uno de los cuales está relacionado con una fluidez anormal de la membrana plaquetaria. TEORÍAS DE LA EXPOSICIÓN A TÓXICOS La teoría del aluminio Una de las sustancias tóxicas que ha recibido más atención como posible causa de enfermedad de Alzheimer es el aluminio. Hay datos importantes que sugieren un posible papel causal del aluminio en la enfermedad de Alzheimer. Los silicatos están presentes en el centro de las placas seniles y el aluminio constituye el 4-19% del total de la parte central de la placa senil. Es más, se ha encontrado que el aluminio se acumula en las neuronas que contienen degeneración neurofibrilar. Aunque se asume que el aluminio juega un papel importante en la formación de ovillos neurofibrilares o de placas seniles, existe una considerable disputa acerca de si es la causa de estas, o constituye una acumulación secundaria. Se han realizado estudios en animales para tratar de establecer el rol causal del aluminio en la formación de la aparición neurofibrilar. La aplicación directa de sales de aluminio en el cerebro podría producir un tipo de degeneración neurofibrilar en gatos y conejos. Sin embargo, la estructura de estos neurofilamentos es diferente a la que se ve en la enfermedad de Alzheimer. Una posible explicación es que la degeneración neurofibrilar del Alzheimer no ocurre naturalmente en estas especies. El aluminio podría también producir cambios de Alzheimer en el cerebro humano. Sin embargo, Foncin (1987) ha descrito un caso de implantación accidental de aluminio metálico en el cerebro humano. Aunque este implante produjo efectos tóxicos no determinó neuropatología tipo Alzheimer. Otros datos relevantes provienen de casos de demencia dialítica en la que se encuentran en el cerebro altas concentraciones (McDermott y Smith, 1978). Los pacientes dializados se exponen a un aumento en los niveles de aluminio dado que se utilizan los fosfatos y que contienen aluminio. sin embargo, la demencia dialítica es neuropatológicamente distinta a la enfermedad de Alzheimer y no se presenta con un cuadro clínico distinto (Greenhouse, 1982) Si el aluminio jugase un papel en la etiología de la enfermedad de Alzheimer debería de entrar en el cerebro de alguna forma. La posibilidad más obvia es a través de la dieta, pero la disponibilidad del aluminio en la dieta se cree que es baja. La enfermedad de Alzheimer podría deberse a la actuación de la hormona paratiroidea sobre el aluminio ingerido oralmente. Sin embargo, Shore y Wyatt (1983) fueron incapaces de encontrar cualquier diferencia entre pacientes con la enfermedad de Alzheimer y controles en la contracción sérica de aluminio o de hormona paratoidea en el líquido cefaloraquídeo. Un obstáculo para el depósito de aluminio en el cerebro es la barrera hematoencefálica. Edwardson (1986) propusieron que la Enfermedad de Alzheimer conlleva una lesión, que puede ser genética o ambiental en origen, que predispone a los individuos afectos a la alteración de la barrera hematoencefálica permitiendo el paso del aluminio. Una vez que este tipo de lesión se produce, el depósito en el cerebro podría estar regulado por el grado de exposición ambiental al aluminio. Otra fuente de entrada posible, aparte del tracto intestinal, es a través de las vías olfatorio-nasales. Roberts (1986) y Perl y Good (1987) han propuesto que la Enfermedad de Alzheimer conlleva un defecto en la mucosa olfatoria y en la barrera del bulbo olfatorio que conduce a la entrada de aluminio o de compuestos de aluminio en el cerebro. El sentido del olfato está también alterado precozmente en la enfermedad de Alzheimer pero parece ser un problema del reconocimiento olfatorio más que de la detección de olores, lo que sugiere que la afectación primaria es central más que periférica. No se ha especificado claramente la forma exacta en que el aluminio puede encontrar su camino a través de nervios olfatorios al cerebro. Otras exposiciones a tóxicos Aunque hay escasas pruebas para la teoría de que la exposición al aluminio causa la enfermedad de Alzheimer, son concebibles otras teorías de exposiciones a tóxicos. La única exposición a tóxicos que tiene algunos datos que la sustentan es a la fenacetina. Los datos provienen de los estudios de Murray (1971) en que se observa la neuropatología de Alzheimer y deterioro intelectual en los adictos a la fenacetina. Sin embargo, otros estudios que han investigado la utilización de analgésicos no han corroborado estos hallazgos. Dado que el abuso de fenacetina es un suceso bastante raro, en el mejor de los casos sólo podría ser una causa menor de la enfermedad de Alzheimer y no podría explicar todos los datos epidemiológicos de la enfermedad. Murray sugirió que la fenacetina producía un envejecimiento cerebral acelerado por la destrucción de la protección antioxidante del organismo. TEORÍA DE LOS AGENTES INFECCIOSOS La teoría de los virus no convencionales La idea de que la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad debida a un agente infeccioso podría parecer un poco inverosímil si no fuera por el descubrimiento de que algunas otras enfermedades neurológicas son transmisibles. La transmisión fue demostrada en primer lugar con el kuru, una enfermedad neurológica degenerativa rara diagnosticada en la región de Papúa Nueva Guinea. En humanos, la transmisión de esta enfermedad fue asociada con un ritual de canibalismo de los parientes muertos que era practicada en ciertas regiones de Papúa-Nueva Guinea. La incidencia de esta enfermedad disminuyó drásticamente cuando esta práctica tradicional fue abandonada. La transmisibilidad de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob fue demostrada un poco después que la del kuru. Es una rara enfermedad demenciante que tiene una distribución a lo largo de todo el mundo. En algunos casos parece ser familiar y en otros esporádica. Se han documentado casos de transmisión humana como los que ocurren a través del transplante del tejido infectado y el uso de instrumentos médicos infectados. El síndrome de Gerstmann-Sträussler es una rara forma de ataxia cerebral crónica que puede ser una variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Una enfermedad relacionada con la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob pero que no se sabe si afecta a los humanos es el srapie. Entre sus propiedades inusuales destacan un largo periodo de incubación (hasta décadas), ausencia de respuestas inflamatorias usualmente asociadas con infección viral y resistencia a la deactivación mediante procedimientos físicos y químicos para los virus convencionales. Prusiner (1982) ha hipotetizado que estos agentes infecciosos consisten en proteínas desprovistas de ácido nucleico y lo llaman “priones”. Si los priones tuvieran una falta de ácido nucleico, los responsables serían los métodos desconocidos de replicación. La hipótesis de los priones es, en la actualidad, controvertida. Mientras que las enfermedades neurológicas transmisibles pueden ser contempladas como de origen medioambiental, Ridley (1986) han concluido que no es así en la mayoría de los casos. Estos autores arguyeron que en la mayoría de los casos estas enfermedades que son transmitidas genéticamente. La distinción entre etiología genética e infecciosa se obscurecen con su proposición de que ciertos genes pueden ser expresados como partículas infecciosas. Dadas las similitudes de las enfermedades neurológicas infecciosas con la enfermedad de Alzheimer, se ha especulado con que esta podría ser debida a un virus no convencional. Prusiner (1984) ha propuesto también que la enfermedad de Alzheimer es transmisible y ha sugerido que los depósitos amiloides, representan acumulaciones de priones de la enfermedad de Alzheimer. El último test para demostrar la teoría de que la enfermedad de Alzheimer es debida a un virus no convencional es demostrar su transmisibilidad. Los intentos iniciales para transmitir la enfermedad a los animales no tuvieron éxito. Recientemente, del estudio de Manuelidis (1988) han provenido pruebas positivas para la transmisibilidad que utilizan un nuevo método. Estos autores hipotetizaron que la enfermedad de Alzheimer podría ser infecciosa sólo en sus inicios. De ahí el fallo general para demostrar la transmisibilidad con tejido postmortem. Manuelidis especulo que la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob eran producidas por el mismo agente. Aunque estos resultados e ideas son muy interesantes, requieren reproducción por otros autores antas que la transmisibilidad en la enfermedad de Alzheimer pueda ser tomada de manera seria. Hay otros datos que indican que la Enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob no están relacionadas. La Teoría de los virus convencionales No sólo los virus convencionales pueden dar lugar a enfermedades neurológicas después de periodos de incubación largos. Gajdusek (1977) ha hecho una lista con muchas enfermedades que pueden ser causadas por virus convencionales. Es posible que la enfermedad de Alzheimer sea también causada por la reactivación de un virus convencional. el virus que ha sido propuesto como posible causa de enfermedad de Alzheimer es el herpes simplex. Ball (1982) ha hipotetizado que los virus del herpes simplex pueden estar latentes en los ganglios humanos trigeminales. El virus puede viajar a través de las vías neurógenas para producir el herpes labial o subir al sistema límbico y determinar una enfermedad aguda o crónica cerebral. La forma aguda de infección por herpes simplex es la encefalitis, pero si hubiera resistencia parcial al virus podría producirse una enfermedad de Alzheimer. La unión o relación atómica entre el ganglio trigeminal y el sistema límbico ha sido la hipótesis para asumir la presentación de la neuropatología de Alzheimer de forma temprana en esta región. En la mayoría de los casos esta infección no tiene unas consecuencias inmediatas, pero en los ancianos el metabolismo de esta neurona se afecta y se produce degeneración neurofibrilar. Cuando la distribución de estos campos es más difusa se produce la enfermedad de Alzheimer. Esta teoría predice que las vías de entrada del virus dentro del cerebro pueden ser las primeras partes afectadas. LA TEORÍA DE LOS RADICALES LIBRES Los radicales libres son átomos o moléculas que tienen uno o más electrones sueltos en su órbita exterior. Suelen aparecer en las reacciones químicas en las que participa el oxígeno. Cuando el oxígeno se reduce a agua pueden formarse radicales libres intermediarios. Estos radicales libres reaccionan con otras moléculas y crean nuevos radicales libres dando lugar a una reacción en cadena. Estas reacciones tienen efectos destructivos muy grandes sobre las funciones biológicas. Los radicales libres tienen una afinidad particular por los lípidos polisaturados que se encuentran en todas las células pero pueden tener efectos destructivos sobre el ADN, las proteínas y los carbohidratos. Harman (1985) ha propuesto que las reacciones de los radicales libres son la causa del envejecimiento y las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, incluyendo la enfermedad de Alzheimer. De acuerdo con esta teoría, el envejecimiento ocurre porque hay una acumulación progresiva de lesiones irreversibles causadas por los radicales libres. Como prueba para el papel de los radicales libres en la enfermedad de Alzheimer, Harman (1985) cita la deposición de lipofusina en el cerebro. Algunos investigadores han encontrado un aumento de lipofusina en el cerebro de los casos de enfermedad de Alzheimer, pero otros no. Harman (1985) también ha sugerido que los radicales libres están involucrados en la formación de amiloide. El papel del aluminio en la neuropatología de la enfermedad de Alzheimer ha sido también interpretado en términos de acción de los radicales libres por Halliwell y Gutterridge (1986) Un rasgo patológico en la enfermedad de Alzheimer no fácilmente explicable por la teoría de los radicales libres es el aumento de la fluidez de la membrana. Los radicales libres causan peroxidación lipídica que reduce la fluidez de la membrana, lo opuesto a lo que se observa en la enfermedad de Alzheimer Desafortunadamente, la presencia de reacciones de radicales libres en el cuerpo es difícil de detectar porque son de muy corta duración. La importancia de esta teoría para la función cerebral, sin embargo, es poco clara. Si los que padecen la enfermedad de Alzheimer pueden claramente mostrar diferencias en las enzimas que atrapan los radicales libres, la interpretación de estos hallazgos puede ser dudosa. Tales diferencias pueden ser un efecto secundario del deterioro neuronal. El daño tisular conlleva reacciones de radicales libres más intensas que en el tejido sano y Dormandy (1988) ha señalado el papel positivo que los radicales libres tienen en la eliminación de las células defectuosas del cuerpo. LA TEORÍA DEL ENVEJECIMIENTO Y DE LA INTERACCIÓN MEDIOAMBIENTAL Calne y asociados (1986) han propuesto que las exposiciones al medio ambiente (incluyendo traumas, toxinas y agentes infecciosos) pueden causar pérdida de neuronas en áreas específicas del sistema nervioso central que no tiene efectos clínicos significativos en un primer momento, pero que asociada con la pérdida normal de neuronas que ocurre con el envejecimiento produce enfermedades neurológicas posteriormente. Hay una evidencia creciente de que un organismo de esta clase opera en un cierto número de enfermedades neurológicas tales como Parkinson, el complejo Parkinson-demencia de las islas Guam, y el síndrome post-poliomielitis. Se ha descubierto que una sustancia tóxica, el MPTP, puede, en la enfermedad de Parkinson, destruir selectivamente las células de la sustancia negra. Algunas veces esta destrucción produce una enfermedad de Parkinson rápidamente detectada pero en otros casos pueden pasar muchos años entre la exposición al MPTP y el inicio de la enfermedad. Aunque la exposición al MPTP, es, probablemente, sólo una causa menor de enfermedad de Parkinson, sirve como modelo útil para ver cómo otras exposiciones a tóxicos podrían influir en esta enfermedad. La enfermedad combina elementos de la enfermedad de Alzheimer, de la enfermedad de Parkinson, y de la motoneurona. Estudios recientes en animales indican que la enfermedad puede ser causada por el consumo del fruto de la cicada. Este fruto contiene, al parecer, una o más toxinas que pueden tardar décadas en producir efectos clínicos significativos y que por consiguiente han sido llamadas toxinas lentas. En el síndrome de post-poliomielitis, la función motora puede comenzar a deteriorarse muchos años después de la infección con el virus de la polio y sin evidencia de una actividad subsiguiente producida por el virus. Nuevamente, podría estar implicada la pérdida de las neuronas motoras con el envejecimiento. El sistema nervioso central tiene considerables reservas que permite que se pierdan células y que sus funciones sean tomadas por otros. La compensación de la pérdida de neuronas puede ocurrir mediante crecimiento de ramificaciones neuronales, aumento de la síntesis de los neurotransmisores y aumento del número de receptores. Sin embargo, conforme las neuronas se van perdiendo con el envejecimiento, las que permanecen no pueden continuar manteniendo una función normal. La pérdida de estas neuronas comienza a producir efectos clínicamente significativos. Según esta hipótesis, la lesión crucial de la Enfermedad de Alzheimer puede ser la pérdida de neuronas colinérgicas en la parte anterior y basal del cerebro. La pérdida de estas neuronas puede entonces producir efectos secundarios en otras regiones del cerebro. Se sabe que las neuronas colinérgicas del cerebro anterior basal se pierden progresivamente con el envejecimiento. Sin embargo, la demencia no aparecería hasta que las reservas neuronales y los procesos compensatorios estuvieran consumidos. La pérdida de neuronas precozmente en la vida ocasionada por trauma o exposiciones a tóxicos o infecciones, podría facilitar la superación del umbral para la demencia. Es de hacer notar que la teoría no especifica una sola causa medioambiental para la pérdida inicial de neuronas, sino que permite múltiples posibilidades; es más, esta teoría no necesita que los procesos que llevan a la pérdida neuronal o a la muerte neuronal a través de una exposición medioambiental sean los mismos que los que operan durante el envejecimiento. En otras palabras, la exposición medioambiental podría no producir por si misma los rasgos neuropatológicos de enfermedad de Alzheimer en las neuronas afectadas, sino que podría simplemente magnificar las implicaciones clínicas de los cambios de Alzheimer que ocurren con el envejecimiento. II . i . DIAGNÓSTICO La confirmación real de enfermedad de Alzheimer no puede hacerse más que mediante un estudio microscópico muy completo del tejido cerebral. El análisis de una simple biopsia del tejido cerebral, es decir, el examen histológico de las células cerebrales extraídas en una mínima intervención, no es suficiente para el diagnóstico. Esta circunstancia explica que el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer sea frecuentemente un diagnóstico de exclusión. El objetivo del médico, con ayuda del interrogatorio, el examen físico, los test que miden las facultades intelectuales, las exploraciones radiológicas y el estudio de otras imágenes cerebrales, es excluir cualquier otra u otras enfermedades que pudiesen presentar los mismos síntomas que la EA sin que realmente lo sea. Cuando sea. Cuando todas estas enfermedades, algunas de las cuales precisen un tratamiento quirúrgico, han sido descartadas, se plantea el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer. Un diagnóstico precoz y certero de la demencia es esencial para permitir asesorar al paciente y a sus familiares sobre el curso y pronóstico de la enfermedad y para proveer al paciente de la oportunidad de participar en la planificación financiera y legal mientras que su capacidad de decisión se encuentre todavía preservada. Además, a medida que comiencen a aparecer tratamientos más efectivos de este proceso, la detección lo más precozmente posible de la demencia será todavía más necesaria, por las evidencias que existen a favor de que los tratamientos sólo son efectivos antes de que se hayan establecido los déficits cognitivos. Diferencia entre la normalidad y el declinar cognitivo asociado a la edad. Kral en 1958, al estudiar las alteraciones de memoria del anciano, diferencia tres categorías: individuos normales; “olvidos benignos” caracterizados por quejas de dificultad para recordar nombres, fechas y situaciones de la vida diaria, previamente accesibles, pero sin evolucionar hacia el deterioro de la Enfermedad de Alzheimer, y una tercera categoría o pérdida de memoria secundaria a Enfermedad de Alzheimer. El trabajo pionero de Kral ha sido objeto de numerosas críticas fundamentadas en dos hechos: la falta de criterios diagnósticos entre tres categorías y la posible existencia de un continuo entre ellas, más que de tres zonas estancas. En 1986, el grupo de trabajo sobre el Envejecimiento y Memoria del Instituto de la Salud Mental de los Estados Unidos (NMHI) estableció los criterios de trabajo de la Alteración de Memoria Asociada a la Edad (AAMI, Age Associated Memory Impairment). Estos criterios han sido también objeto de crítica y considerados incompletos, en base a su excesiva ambigüedad y la exigencia de que las quejas de memoria se objetiven, lo que excluye algunos pacientes con quejas de memoria persistentes pero no objetivadas. En la actualidad no se ha dilucidado completamente si existe un continuo entre estos tres procesos y cuales son los límites de estos. Como las alteraciones de la memoria son una de las principales preocupaciones de los mayores, es crucial distinguir entre los cambios en la memoria asociados con la edad y los signos precoces de la demencia. Esta diferenciación es difícil por cuanto influye la inteligencia previa, nivel educacional y nivel de exigencia cognitiva al que está sometido. Una dificultad añadida es que las personas mayores tienen una alta incidencia de enfermedades coexistentes que pueden influenciar negativamente las funciones cognitivas. Con todas estas limitaciones, todo el mundo está de acuerdo con la existencia de un cambio en la capacidad cognitiva con la edad. El principal cambio es una disminución en la velocidad de los procesos implicados en la codificación y recuperación de la información. El resultado es una alteración en la memoria de trabajo, que es la capacidad de procesar información durante la realización de otras tareas. Esta alteración se manifiesta habitualmente por quejas en la capacidad de recordar nombres y de tener en la cabeza varias cosas a la vez. Este déficit de codificación y recuperación puede revertirse mediante el uso de determinadas ayudas (agendas, listas,...), estando la memoria primaria y la memoria remota preservada. La base neurobiológica de este proceso parece estar en la degeneración de las neuronas del hipocampo, cortex entorinal y otras regiones del lóbulo temporal medial. En personas mayores sanas estos cambios no son suficientemente severos para interferir de forma importante en las actividades diarias y no son progresivos. Exámenes en la Enfermedad de Alzheimer Examen neuropsicológico Una vez realizadas las pruebas complementarias analíticas y de imagen, abordaremos el examen neuropsicológico el cual permite un análisis más profundo de sus capacidades cognitivas, así como sus alteraciones conductuales, trastornos emocionales, ect, requiriéndose en la práctica clínica para su diagnóstico clínico. En primer lugar, el examen neuropsicológico es relativamente sensible y específico para el diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer respecto a otras enfermedades neurológicas. En segundo lugar, para la evaluación de los pacientes con Enfermedad de Alzheimer se utilizan con frecuencia algunos test psicométricos y ciertas escalas que nos van a facilitar el seguimiento, documentando la progresión de la enfermedad. En tercer lugar, permite el examen de una manera sistemática de las alteraciones que presenta el paciente (ej. trastornos de memoria, orientación, funciones visuoespaciales), lo que permite una aproximación posterior a estas alteraciones. El campo de los exámenes neuropsicológicos es muy extenso. Los test y escalas más utilizados en la evaluación de estos pacientes pueden dividirse en test cognitivos si examinan las alteraciones en las funciones cognitivas, escalas neuropsiquiátricas que valoran la presencia de alteraciones no cognitivas, escalas de impresión global y estadiaje, si examinan el estado global del sujeto y por último escalas funcionales si examinan el impacto de la enfermedad en las actividades diarias del paciente. Algunas de estos test y escalas se describen a continuación. Test neuropsicométricos. Parte del diagnóstico de los pacientes con Enfermedad de Alzheimer u otras demencias es documentar si el paciente tiene una alteración cognitiva. Es muy importante tener en cuenta que los test psicométricos no van a permitir por si solos el diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer o cualquier otra demencia, pero los criterios diagnósticos de la Enfermedad de Alzheimer requieren que el paciente sea evaluado con uno de estos exámenes. Mini-mental satatus exam (MMSE) Fue descrito por Folstein en 1975, existiendo una versión traducida al castellano por Lobo. Se trata de un test rápido (-5 minutos) de examen en 11 preguntas de las capacidades cognitivas, orientación, memoria, atención, lenguaje y habilidades visuoespaciales. Desde el punto de vista estadístico sus variables son semicuantitativas. Por una parte da igual valor a no conocer el día de la semana que el año en que se está. Por otra parte está muy influenciado por la edad y sobre todo por el nivel intelectual previo del sujeto lo que debe tenerse en cuenta a la hora de considerar el resultado. Finalmente tiene un efecto techo, que impide detectar bien casos leves y sobre todo un efecto suelo, que impide detectar severidad de afectación a partir de un cierto grado de demencia. Blessed test de concentración (BIMC) información, memoria y Es un test rápido (- 10 minutos) de examen de las capacidades cognitivas, principalmente memoria, orientación y actividades de la vida diaria. Desarrollado inicialmente en Inglaterra en una escala de 37 puntos, hoy se suele utilizar más una escala reducida de 27 puntos, con una puntuación que va desde 0 (no alteración) a 33 (alteración severa). Su principal fuerza proviene de que ha sido valida con estudios anatomopatológicos y neuroquímicos. Sin embargo, al no cubrir todas las alteraciones cognitivas presentes en la Enfermedad de Alzheimer es relativamente insensible en estados iniciales de la enfermedad. Neuropsychiatric Inventory (NPI) Examina 12 trastornos neuropsiquiátricos comunes en la demencia: delirio, alucinaciones, agitación, disforia, ansiedad, apatía, irritabilidad, euforia, disinhibición, comportamiento motor aberrante, alteraciones en el comportamiento nocturno y alteraciones en la ingesta. Escalas de impresión global y estadiaje Las escalas de impresión global y estadiaje de la Enfermedad de Alzheimer, no evalúan las alteraciones cognitivas sino la condición clínica global. CDR (Clinical Dementia Rating) El CDR examina la capacidad del paciente en 6 ítems, memoria, orientación, juicio y resolución de problemas, actividad social, actividad en casa y cuidado personal. Es una escala de cinco puntos (0 = no alteración, 0.5 = alteración cuestionable; 1 = enfermedad leve; 2 = enfermedad moderada; 3 = enfermedad severa). Escalas funcionales Son escalas diseñadas para medir la capacidad del paciente para realizar las actividades de la vida diaria (ADL). En muchas ocasiones, especialmente en el curso de ensayos clínicos este parámetro tiene más importancia que las medidas neuropsicométricas. La mayoría de las escalas están derivadas del trabajo de Katz que desarrolló una escala que mide seis actividades básicas de la vida diaria (comida, aseo, vestido, desplazamiento, baño y cuidado personal), añadiéndose en otras escalas el uso del dinero, compras o conducción. Algunas de estas escalas tienen una parte correspondiente al cuidado y mantenimiento de la persona y otra más elaborada correspondiente al manejo de instrumentos. Marcadores biológicos Enfermedad de Alzheimer de la El diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer mediante criterios clínicos, aunque tiene una alta precisión, tiene un cierto grado de incertidumbre, que ha llevado a la búsqueda de marcadores biológicos que sean capaces de aumentar esta precisión hasta hacer innecesarios los estudios neurohistológicos. El diagnóstico mediante estas pruebas es especialmente necesario para casos en estadios leves en los que el solapamiento con individuos normales de las exploraciones dificulta el diagnóstico de Enfermedad de Alzheimer, no existe todavía ninguno cuyos resultados hayan llevado a su uso en la práctica clínica habitual. Los marcadores biológicos actualmente disponibles para el diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer incluyen los test genéticos, los estudios de proteínas del plasma y finalmente la determinación de péptidos en el LCR. Otros test para el diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer mediante muestra de sangre se encuentra en fase aún más experimental y no se dispone de ellos de forma comercial como el test de la proteína p97 (Kennard ML, et al. 1996), que muestra en los escasos estudios publicados hasta ahora, una sensibilidad y especificidad muy alta. En sangre se han encontrado unos niveles mayores en sujetos en riesgo de parecer Enfermedad de Alzheimer, como portadores de mutaciones de presenilina o familiares de sujetos con Enfermedad de Alzheimer. Esto puede permitir aumentar la sensibilidad diagnóstica en ciertos casos, pero el valor de esta determinación se encuentra disminuido porque los niveles plasmáticos disminuyen al aparecer la enfermedad y a lo largo de ésta y además existe un solapamiento entre sujetos normales y pacientes. Los marcadores biológicos de Enfermedad de Alzheimer del LCR se basan en el estudio de los niveles de proteínas implicadas en el mecanismo de la enfermedad. Los niveles en LCR son más bajos que los de los controles, disminuyendo aún más a medida que progresa la enfermedad, lo que se pone en relación con el depósito progresivo del péptido en el cerebro. Por lo contrario, existe un aumento de los niveles de proteína tau en LCR en pacientes con Enfermedad de Alzheimer. La sensibilidad de estos marcadores varía entre un 60-90 por ciento respectivamente. El uso combinado de ambos marcadores mejora la sensibilidad del diagnóstico clínico del 71 al 91 por ciento. Otro marcador de esta enfermedad en el líquido cefalorraquídeo es la AD7C-NTP, una proteína transmembrana con propiedades de receptor cuyo cDNA se ha clonado recientemente. Su patrón de expresión es dominantemente neuronal y su expresión está aumentada en la Enfermedad de Alzheimer. Los niveles en líquido cefalorraquídeo están aumentados respecto a controles de similar edad (x4), enfermedad de Parkinson (x3) y esclerosis múltiple (x6). Recientemente se ha descrito la detección de esta proteína en orina, con una similar sensibilidad y especificidad. Diagnóstico diferencial de la Enfermedad de Alzheimer La principal diferencia será con otras demencias neurodegenerativas, que se realizará a través de la observación de diferencias en la clínica y en las exploraciones complementarias. La demencia por cuerpos de Lewy corticales o difusos, se origina por la aparición de estas lesiones, que son inclusiones intracitoplasmáticas de sinucleina. Cursa con deterioro cognitivo con afectación predominante de memoria y funciones visioespaciales, con frecuencia con alucinaciones visuales asociadas, fluctuación en la clínica e hipersensibilidad a los neurolépticos que estos pacientes toleran muy mal, apareciendo en seguida efectos secundarios o incluso episodios de letargia. La demencia frontal o frontotemporal presenta un deterioro cognitivo caracterizado por la afectación cortical focal de lóbulos frontales y temporales, con desinhibición, apatía, alteraciones del lenguaje, hiperfagia e hipersexualidad. Por el contrario, presentan una preservación de la memoria reciente y de la orientación. La demencia vascular suele presentar un curso diferente con empeoramiento a saltos y en la exploración hay datos como paresias, rigidez, alteraciones de la marcha, ect. El paciente suele tener factores de riesgo vascular como hipertensión o fibrilación auricular y en las pruebas de imagen y el SPECT puede constatarse la presencia de lesiones vasculares. Las encelofalopatías espongiformes cursan con deterioro cognitivo de evolución rápida, estando el paciente con demencia en el curso de uno o dos meses. Además estos pacientes van a presentar mioclonias y otras alteraciones en la exploración como rigidez, alteraciones de la marcha, ataxia, ect. En el EEG se observan descargas periódicas, en las primeras fases y enlentecimiento difuso en fases más avanzadas. En las pruebas de imagen existe atrofia cerebral rápidamente progresiva. En la resonancia magnética se puede encontrar un aumento de densidad de los ganglios basales en T2. El síndrome confusional agudo (delirium) es uno de los principales cuadros a diferenciar con la demencia. De hecho, uno de los principales criterios para el diagnóstico de la demencia es la ausencia de una alteración en la atención secundaria a un síndrome confusional agudo. Los síntomas que sugieren este diagnóstico son la presencia de una alteración en el nivel de conciencia, desde fallos para mantener la atención a somnolencia, la instauración rápida del trastorno, en horas o días y por último la existencia de alteraciones en la exploración o en las pruebas complementarias como fiebre, taquicardia, leucocitosis, alteraciones hidroeléctricas, elevación de la urea, ect. La depresión puede semejar en algunos casos una demencia senil. La diferenciación entre uno y otro proceso no es sencilla y además en muchos casos ambos procesos coexisten, lo que dificulta aún más esta diferenciación. La depresión puede cursar en algunos casos con deterioro cognitivo, pero en estos casos el deterioro no es estructurado ( ej. hay deterioro en la orientación con preservación de la memoria), es fluctuante, no es progresivo y mejora al estimular al paciente. Ayuda a la diferenciación la constatación de síntomas de alteración del ánimo, para lo que en ocasiones se utilizan ciertas escalas y en casos dudosos se debe poner un tratamiento antidepresivo y valorar la respuesta unas semanas más tarde. En el resto de las alteraciones listadas en la Tabla IV, como hidrocefalia, tumores, infecciones, vasculitis, trastornos genéticos, ect., la diferenciación con la Enfermedad de Alzheimer suele ser sencilla al existir alteraciones que se ponen fácilmente de manifiesto con las pruebas de imagen o mediante estudios de líquido cefalorraquídeo, pruebas genéticas, ect.v Criterios diagnósticos Criterios diagnósticos de la demencia del DSM-IV Desarrollo de múltiples déficits cognitivos que incluyen alteración de la memoria y uno de los siguientes: - Afasia - Apraxia - Agnosias - Trastornos en las funciones ejecutivas Los déficits cognitivos tienen que ser suficientemente severos para causar impedimentos en las funciones sociales o en las tareas habituales y deben representar un declinar en un nivel de funcionemiento previo más alto. En diagnóstico no debe hacerse si los déficits cognitivos ocurren exclusivamente durante el curso de un delirium. La demencia tiene que estar relacionada etiológicamente con una enfermedad médica, el abuso de sustancias tóxicas o una combinación de ambas. Criterios de enfermedad de Alzheimer de la NINCDS/ADRDA Se definen tres categorías según la certeza diagnóstica: definitiva, probable y posible. 1 . Enfermedad de Alzheimer definitiva: - Criterios clínicos de Enfermedad de Alzheimer y una de las siguientes: - Evidencia histopatológica de este trastorno (biopsia cerebral o aotopsia). - Existencia de una muatción en la APP o en las presenilinas. 2 . Enfermedad de Alzheimer probable - Presencia de demencia - Deficits en al menos dos funciones cognitivas - Deterioro progresivo - No alteraciones de conciencia - Edad entre 40-90 años - Ausencia de transtornos sistémicos El diagnóstico se apoya por: - Deterioro progresivo de una función cognitiva - Alteraciones en la actividad de la vida diaria - Historia familiar de demencia - Punción lumbar y EEG normales y evidencia de atrofia en el TAC craneal. Son hechos consistentes con el diagnóstico: - La existencia de una meseta en el curso enfermedad - La presencia de síntomas psiquiátricos asociados - La presencia de signos neurológicos - Las crisis epilépticas - La existencia de un TAC craneal normal de la El diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer es dudoso si: - Hay un inicio brusco - Hay signos neurológicos focales - Hay crisis o alteraciones de la marcha en fases iniciales de la enfermedad 3 . Enfermedad de Alzheimer posible - En presencia de hechos atípicos - En presencia de enfermedad sistémica (no relacionada con la causa de la demencia) - En presencia de déficit progresivo en una sola función cognitiva Criterios NINDS-AIREN de demencia vascular 1. Demencia vascular definitiva - Criterios clínicos de demencia vascular probable y: - Evidencia histopatológica de demenciam vascular - Ausencia de datos histopatológicos de Enfermedad de Alzheimer - Ausencia de otras causas clínicas o patologicas de demencia 2. Demencia vascular probable - Demencia definida por déficits en múltiples funciones cognitivas, confirmadas clínica y neuropsicológicamente, que interfieren con las actividades diarias. - Enfermedad cardiovascular confirmada por signos focales neurológicos y evidencia de lesiones vasculares en el TAC o RM craneal. - Una relación temporal entre A y B. 3. Hechos consistentes con el diagnóstico de demencia vascular probable: - Alteraciones de la marcha precoz - Inestabilidad o caídas - Síntomas urinarios - Paralísis pseudobulbar - Cambios de personalidad o ánimo 4. Hechos que hacen el diágnóstico improbable son: - Déficit de memoria precoz y empeoramiento progresivo de déficits cognitivos específicos sin evidencia de lesiones cerebrales focales en las pruebas de imagen - Ausencia de déficits neurológicos focales - Ausencia de lesiones vasculares en el TAC o RM craneal 5. Criterios clínicos de demencia vascular posible: - Hechos de la selección IIA, con déficits neurológicos focales, pero no se han realizado pruebas de imagen para confirmar la presencia de lesiones vasculares. - Ausencia de relación temporal entre IIA y IIB. - Presencia de un curso de la enfermedad indolente o variable Criterios de consenso para el diagnóstico de la demencia con cuerpos de Lewy probable Episodios de declinar cognitivo de suficiente magnitud para interferir con las funciones sociales o laborales. No hay alteración importante de la memoria en fases iniciales pero sí durante la progresión de la enfermedad. Son especialmente frecuentes alteraciones en la atención y de capacidades subcorticales o visuoespaciales. 1. Dos de los siguientes hechos son esenciales diagnóstico de la demencia con cuerpos de Lewy: para el - Trastornos cognitivos fluctuantes con importante variación en la alteración y en nivel de alerta - Alucinaciones visuales, tipicamente bien formadas y detalladas - Datos motores de parkinsonismo Hechos que apoyan el diagnóstico incluyen: - Caídas repetidas - Síncope - Transtornos de conciecia transitorios - Sensibilidad a neurolépticos - Delirios sistematizados - Alucinaciones en otras modalidades El diagnóstico de la demencia con cuerpos de Lewy es improbable en presencia de: - Enfermedad vascular cerebral con existencia de déficits neurológicos focales o lesiones en las pruebas de neuoimagen - Evidencia en el examen físico o en las pruebas m complementarias de cualquier enfermedad física, u otros transtornos cerebrales, que puedan explicar las alteraciones del cuadro clínico. Criterios de la demencia frontotemporal de Lund y Manchester Hechos diagnósticos principales: - Alteraciones de conducta - Inicio insidioso y progresión lenta - Pérdida precoz de la capacidad de cuidado personal (negligencia de la higiene personal) - Pérdida precoz de las habilidades sociales (falta de tacto social, comisión de delitos como robos en tiendas) - Signos de desinhibición (hipersexualidad, comportamiento violento, jocosidad inapropiada) - Rigidez mental e inflexibilidad - Hiperoralidad (cambios en la dieta, exploración oral de los objetos, tabaquismo y etilismo, hiperfagia) - Conductas estereotipadas y perseverativas (almacenar objetos, vagabundeo, manierismos como palmotear, silbar, ritualismos) - Conducta de utilización (exploración sin restricciones de los objetos que hay en el ambiente) - Distraibilidad, impulsividad o impersistencia - Pérdida precoz de la capacidad de darse cuenta de que las alteracines presentes se deben a un cambio de estado mental personal Síntomas afectivos - Depresión, ansiedad, sentimentalismo excesivo, ideas fijas, a veces suicidio, delirios - Hipocondriasis, preocupación somáticas extrafalarias - Emoción inapropiada (indiferencia emocional, falta de simpatía y empatía, apatía) - Amimia Alteraciones del lenguaje - Reducción progresiva del lenguaje (falta de espontaneidad y economia de palabras) - Esterotipia del lenguaje (repetición de un repertorio limitado de palabras, frases o temas) - Ecolalia y perseveración - En fases avanzadas: mutismo Preservación de la orientación y praxias Signos físicos: - Aparición precoz de los reflejos primitivos - Incontinencia precoz - En fases avanzadas: acinesia, riguidez, temblor - Tensión arterial baja y lábil Exploraciones complementarias: - EEG normal, pese a existencia de demencia evidente - Atrofia frontal o/y temporal anterior predominante en pruebas de neuroimagen o funcionales - Alteraciones en los test neuropsicológicos de función del lóbulo fontal, con ausencia de amnesia severa, afasia o alteraciones visuoespaciales Hechos que apoyan el diagnóstico: - Inicio antes de los 65 años - Historia familiar positiva en un familiar de primer grado - Parálisis bulbar, debilidad muscular, atrofias fasciculaciones y Hechos excluyentes del diagnóstico: - Inicio abrupto con alteraciones vasculares - Inicio relacionado con traumatismos craneales - Amnesia severa precoz - Desorientación espacial en fases iniciales, pérdida en los alrededores, alteraciones en la localización de objetos - Aprexia severa precoz - Habla logoclónico - Mioclonias - Piramidalismo, ataxia, coreatetosis - EEG severamente patológico en fases iniciales - Neuroimagen o pruebas funcionales con lesiones predominantes postcentrales o multifocales - Pruebas de laboratorio indicativas de afectacción cerebral o inflamatorio (esclerosis múltiple, lues, HIV, encefalitis por herpes simple) Hechos que excluyen el diagnóstico de forma relativa: - Historia típica de alcoholismo crónico - Hipertensión sostenida - Historia de enfermedad vascular (cardiopatía isquémica, claudicación intermitente) II . j . TRATAMIENTO ENFERMEDAD DE La actitud terapéutica ante la enfermedad de Alzheimer era, hasta hace pocos años, con mecha frecuencia nihilista o se limitaba al control sintomático de las alteraciones de conducta, algo sorprendente para una enfermedad de LA consecuencias tan devastadoras. Esta actitud ha cambiado de forma importante, siendo la corriente actual la de considerar que aunque la enfermedad no tiene por el momento cura, no quiere decir que no haya tratamiento. Debido a las terribles consecuencias personales y familiares de esta enfermedad, su abordaje terapéutico es de importancia fundamental no solo para el paciente y sus familiares, sino también para el conjunto de la sociedad. En este apartado abordaremos fundamentalmente los aspectos referidos al tratamiento médico y farmacológico, dado que todo lo referente a los cuidados de enfermería del paciente con Enfermedad de Alzheimer se desarrollará en el punto correspondiente al P.A.E. aplicado a un paciente con dicha patología. El tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer puede ser dividido en : - Primario o preventivo Secundario Terciario o paliativo En este momento no existen tratamientos primarios capaces de evitar con éxito la aparición de la enfermedad. Los tratamientos terciarios son ciertamente útiles para disminuir la carga familiar y social que genera la enfermedad, pero, con certeza, es el tratamiento secundario el más desarrollado para reducir la progresión de la enfermedad y/o disminuir las alteraciones clínicas que ésta produce. Este tratamiento está basado principalmente en el uso de fármacos con propiedades anticolinesterásicas, que se ha demostrado que son capaces de revertir en mayor o menor grado los déficits cognitivos y conductuales de la enfermedad de Alzheimer, retrasar el tiempo de ingreso en instituciones de estos pacientes y, posiblemente, reducir la velocidad de progresión de la enfermedad. El paciente y sus familiares deben ser informados de que, desgraciadamente, en el momento actual, no hay un tratamiento capaz de curar la Enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, la ausencia de tratamiento curativo no quiere decir que no haya tratamiento para la enfermedad, existiendo tratamientos que mejoran los síntomas cognitivos y las alteraciones de conducta, así como terapias que posiblemente disminuyan la progresión de la enfermedad. Diversos compuestos están actualmente en fase de ensayo clínico y otros van a aparecer en los próximos años, por lo que es necesario una actualización periódica en los nuevos tratamientos de la enfermedad. Dado que se conoce que los pacientes con “ deterioro cognitivo leve “ presentan un riesgo alto de desarrollar Enfermedad de Alzheimer y que los estudios sobre esta enfermedad parecen indicar mejores resultados si se interviene precozmente, estos sujetos están siendo objeto de diferentes ensayos clínicos sobre la capacidad de prevenir la evolución a Enfermedad de Alzheimer. Tratamiento de las alteraciones cognitivas: Debido a que el déficit colinérgico es la alteración en los neurotransmisores predominante en la Enfermedad de Alzheimer, el tratamiento de las alteraciones cognitivas se realiza mediante fármacos que reviertan este déficit colinérgico. Muchos años antes ya se estaba usando la terapia de reemplazo de un neurotransmisor en la Enfermedad de Parkinson. Utilizando esta enfermedad como modelo, el aumento en la acción de un neurotransmisor se consigue mediante un aumento en su síntesis, una disminución en su degradación y, finalmente, la sustitución del neurotransmisor por un compuesto análogo agonista. Para que esta acción sea posible es necesario una acción más prominente a nivel del sistema nervioso central a nivel periférico, porque si no los efectos secundarios hacen inevitable esta terapia. Esto último puede conseguirse mediante la disminución de la acción periférica por un compuesto inhibidor asociado. Una aproximación terapéutica similar en la Enfermedad de Alzheimer incluiría el uso de precursores de acetilcolina, inhibidores de la acetilcolinesterasa y agonistas de los receptores presinápticos nicotínicos. El método de terapia colinérgica más desarrollado y con mejores resultados hasta la fecha es el tratamiento con agentes inhibidores de la acetilcolinesterasa o fármacos acetilcolinesterásicos, el encima encargado de lisar la acetilcolina y cuya inhibición aumenta los niveles de este neurotransmisor. Farmacología de los anticolinesterásicos La intervención farmacológica con anticolinesterásicos antecede los trabajos de Dale y Hunt, en los inicios del siglo pasado sobre la capacidad de la acetilcolina y otros ésteres de la colina como neurotransmisores. El primer organofosforado se sintetizó en 1850, y el alcaloide fisostigmina se utiliza por primera vez en 1870 en el tratamiento del glaucoma. En 1930 se comienzan a utilizar anticolinesterásicos por sus propiedades sobre el músculo esquelético, pero su empleo como tratamiento de las demencias es relativamente reciente. La tacrina se utiliza por primera vez en la Enfermedad de Alzheimer en 1986 y es posible usarla como tratamiento de esta enfermedad desde 1993. Los inhibidores actualmente disponibles en nuestro país para el tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer son la tacrina, el donepecilo, la rivastigmina y la galantamina. Otros agentes actualmente están en período de aprobación o de desarrollo, como el metrifonato, la eptastigmina y la fisostigmina de liberación controlada. La acetilcolinesterasa es una proteína codificada por un solo gen localizado en el cromosoma 7, con tres isoformas debido a procesamientos alternativos durante la formación del RNAm. Estas difieren en su región terminal consistente en 3-28 aminoácidos. Los 547 aminoácidos restantes son comunes, siendo esta región donde está el centro y el lugar donde se unan los compuestos inhibidores. Las diferentes isoformas van a presentar una capacidad catalítica y de unión a inhibidores similar, difiriendo únicamente en la localización. Por ello, la acción de un inhibidor va a depender solo de la capacidad de acceso a estos lugares. Es preciso tener en cuenta además que la butirilcolinesterasa, un encima con una función no conocida en la actualidad, producido en el hígado y presente sobre todo en el plasma, aunque también se ha detectado en el sistema nervioso, tiene una capacidad de unirse a los inhibidores de las colinesterasas, disminuyendo en parte la acción de éstos por esta vía. Se cree además que gran parte de la toxicidad periférica de los anticolinesterásicos va a depender de su afinidad por la butirilcolinesterasa. La principal función biológica de la acetilcolinesterasa es la terminación de la neurotransmisión en las sinapsis colinérgicas por hidrólisis de la acetilcolina. Estudios realizados en el Torpedo y posteriormente en mamíferos, han revelado que el centro activo de la acetilcolinesterasa reside en la base de una cavidad de 18-20 A, formada sobre todo por aminoácidos aromáticos. La distribución de las cargas del encima es tal que en los campos electrostáticos dirigen los sustratos catiónicos a la base de la cavidad. Las sustancias anticolinesterásicas deben ser moléculas hidrofóbicas para atravesar la barrera hematoencefálica, difiriendo su mecanismo de acción. Según este mecanismo de acción, los inhibidores de la colinesterasa se dividen en reversibles, carbamilantes o pseudoirreversibles e irreversibles. La tacrina, donepezilo, galantamina y huperzine-A son inhibidores reversibles, de alta afinidad, no covalentes. Como el compuesto polar edofronio, se unen al centro activo ocupando el lugar de unión de la colina y compitiendo con esta. Aunque la disociación de los inhibidores reversibles es relativamente rápida, su alta afinidad y retención en el sistema nervioso central promueve su unión e inhibición repetida. La heptylphysostigmine ( eptastigmina ) y la rivastigmina son agentes carbamílicos o pseudoirreversibles, que reaccionan con la serina del centro activo para formar un encima carbamilada, que no es capaz de hidrolizar el sustrato. Esta unión es de estabilidad moderada, con una vida media de varios minutos. Además, el compuesto carbamílico puede actuar como un sustrato alternativo, cuyas especies intermedias pueden actuar como inhibidores. Aplicación clínica de los anticolinesterásicos INHIBIDORES GENERACIÓN : DE LA COLINESTERASA DE PRIMERA La tacrina ( Cognex ) fue el primer anticolinesterásico usado para el tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer. Se une de forma no selectiva a la acetilcolinesterasa y a la butirilcolinesterasa. El primer ensayo doble ciego controlado contra placebo con tacrina se llevó a cabo en 1986, describiéndose una llamativa mejoría con escasa evidencia de efectos adversos en 17 pacientes con Enfermedad de Alzheimer leve o moderada. Los estudios subsiguientes llevados a cabo encontraron mejorías más modestas, de alrededor de 1-2,5 puntos, sin que esté claro si esta mejoría tiene significación clínica. Un estudio multicéntrico doble ciego controlado con placebo mostró un cambio medio en el ADAS-cog de 4,1 en 27 % de pacientes que tomando 160 mg / día de tacrina completaron el estudio. La alta tasa de abandono se debió a los efectos secundarios anticolinérgicos y, sobre todo, a la hepatotoxicidad. Estos hechos, junto con la vida media corta que obliga a tomar la medicación cada seis horas son los factores que han llevado al prácticamente generalizado rechazo de este tratamiento. INHIBIDORES GENERACIÓN DE LA COLINESTERASA DE SEGUNDA Con el Donepecilo ( Aricept ) se inicia la segunda generación de agentes anticolinesterásicos, de vida media más larga y menores efectos secundarios. Se une más selectivamente a la acetilcolinesterasa que a la butirilcolinesterasa y su vida media de 70 horas permite su ingesta en una dosis diaria. Se utiliza a dosis de 5 mg. Inicialmente, incrementándose si hay buena tolerancia a 10 mg./día en dosis única nocturna. Dos grandes estudios multicéntricos doble ciego controlados con placebo, con seguimiento durante 12 y 24 semanas mostraron un efecto significativo, aunque modesto, de esta medicación. La tasa de abandonos fue del 15% en pacientes tomando 5 mg/día y del 32 % en pacientes tomando 10 mg/día, sin evidenciarse hepatotoxicidad. La mejoría en puntuación del ADAS-cog fue de 3,1 puntos. La rivastigmina ( Exelon, Prometas ) es un inhibidor de la acetilcolinesterasa que ha sido comercializado recientemente. Presenta una relativa especificidad por un subtipo de acetilcolinesterasa conocido como G1; está presente en mayor concentración en pacientes con Enfermedad de Alzheimer y en el hemicampo, con lo que podría existir una mayor selectividad en su acción. Se utiliza en dosis iniciales de 1,5 mg/12 horas, incrementándolo cada dos semanas 1,5 mg/12 horas hasta la aparición de efectos secundarios o hasta conseguir una dosis máxima de 6 mg/12 horas. Un ensayo multicéntrico doble ciego controlado con placebo ha demostrado un efecto positivo en el grupo de tratamiento a dosis altas entre 6 y 12 mg/día, con una mejoría de 4,6 puntos al final de las 26 semanas de ensayo. Un 65 % de los pacientes completaron el estudio. La galantamina ( Reminyl ) es un anticolinesterásico de origen natural, derivado de un alcaloide de la flor Galanthus nivalis. Es un inhibidor selectivo de la acetilcolinesterasa, reversible y de larga duración. Ha sido comercializado en nuestro país recientemente, presentando unas indicaciones, tolerancia y perfil de eficacia similar a los anticolinesterásicos anteriormente señalados. El metrifonato es una prodroga con una vida media corta, pero su metabolito, el 2,2-dimetil ciclorovinil fosfato ( DDVP ) forma complejos estables con la acetilcolinesterasa, con el resultado de una inhibición de larga duración, administrándose una dosis al día. El resultado en un ensayo clínico, mostró un efecto de 2,8 puntos en el ADAS-cog, con una excelente tolerancia. Sin embargo, en los estudios de Fase III, algunos pacientes han desarrollado debilidad muscular, lo que ha retrasado su comercialización. Los cuatro inhibidores de la acetilcolinesterasa de los que existe mayor experiencia hasta la fecha han demostrado una mejoría en los síntomas cognitivos en un grupo de pacientes con Enfermedad de Alzheimer moderado o leve. Hay que tener en cuenta que, dada la capacidad de reserva cerebral, es preciso tener importantes lesiones para desarrollar síntomas de demencia, lo que hace que cuando los síntomas están instaurados, la capacidad de estos tratamientos de revertirlos sea menor. Todos estos fármacos operan dentro de una ventana terapéutica definida como el rango de inhibición de la acetilcolinesterasa asociada con eficacia. Esta ventana se ha establecido entre un 40-90% de inhibición. El máximo nivel de inhibición que puede alcanzarse sin efectos secundarios periféricos, probablemente difiera entre ellos. Metodológicamente no es posible comparar los resultados de los ensayos clínicos con estas cuatro drogas entre ellos, por diferencias en el diseño del estudio, selección de los pacientes, dosis... Por el momento, la eficacia debe considerarse similar, así como la incidencia de efectos secundarios, a excepción de la tacrina por la hepatotoxicidad. Además, posiblemente existan una diferente tolerancia y eficacia en un paciente individual. El modo de utilización habitual de estos tratamientos es comenzar con una dosis baja para minimizar los efectos secundarios y luego ir aumentando hasta un máximo tolerado en dos meses aproximadamente. Los efectos secundarios más habituales suelen ser náuseas, vómitos y dispepsia, enrojecimiento facial y diarrea generalmente transitorios y durante la fase de escalada. A dosis establecidas puede aparecer anorexia y bradicardia, que no suelen ser lo suficientemente relevantes para exigir la retirada de la medicación. A largo plazo se ha descrito descarga nasal, síntomas parkinsonianos, mareo y debilidad muscular. Estos efectos adversos suelen corregirse con disminución de la dosis. Sin embargo, algunos pacientes no van a tolerar dosis terapéuticas por vómitos severos desencadenados por la medicación o por nerviosismo. Todos los ensayos clínicos han encontrado eficacia en el período de seguimiento, que como máximo ha sido de 6 meses, existiendo pocos estudios a largo plazo. Aparte de su efecto de mejoría de los síntomas cognitivos, existen ensayos clínicos que han encontrado una mejoría de los trastornos de la conducta en pacientes con Enfermedad de Alzheimer severa.. Además se ha señalado que los anticolinesterásicos podrían tener además capacidad de disminuir el deterioro clínico, apoyándose en la acción de la tacrina de inhibir la formación de AB. Existe un estudio con pacientes en tratamiento con tacrina durante dos años, que ha encontrado una disminución de la tasa de ingreso en instituciones en pacientes tratados, si bien se trata de un estudio retrospectivo y no puede descartarse la existencia de un sesgo de selección. Finalmente, no está claro cuándo se debe retirar esta medicación en un paciente con Enfermedad de Alzheimer en que la enfermedad progrese, siendo esto una decisión individualizada, que se tomará en el momento en que el médico y su cuidador no objetiven beneficio de continuar con la ingesta de medicación. OTROS FÁRMACOS COLINÉRGICOS El resto de las posibilidades terapéuticas presentan menor eficacia o se encuentran menos desarrolladas. Los precursores colina y lecitina se han ensayado como tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer en pequeños ensayos clínicos sin que se haya evidenciado eficacia, por lo que actualmente esta aproximación se ha abandonado. Los receptores nicotínicos son presinápticos y se encuentran reducidos en pacientes con Enfermedad de Alzheimer. En estudios con nicotina en roedores se ha visto que aumentan la liberación de acetilcolina, previene la degeneración de neuronas corticales y mejora el aprendizaje y la memoria. Además, in vitro inhibe la formación de la proteína AB. Diversos estudios epidemiológicos han señalado una relación inversa entre el hábito tabáquico y la Enfermedad de Alzheimer, aunque esto ha sido rebatido en un estudio reciente sobre el tema. Los agonistas muscarínicos colinérgicos permiten una aproximación terapéutica diferente a la Enfermedad de Alzheimer. Los receptores muscarínicos M1 están relativamente preservados, comparativamente con la pérdida de la inervación colinérgica presináptica. Dado que el receptor M1 es el subtipo más abundante en hemicampo y cortex, su activación es una opción atractiva en el tratamiento de estos pacientes. Además hay evidencias experimentales de disminución de la secreción de AB por activación de estos receptores, así como de un aumento de la síntesis de factores de crecimiento neurológico. Tratamiento de las alteraciones de la conducta y de la depresión Tratamiento de la agitación La agitación tiene enorme interés en el curso de la Enfermedad de Alzheimer por su alta prevalencia y por los trastornos que genera al paciente y a sus cuidadores. Además, la agitación de estos pacientes tiene particularidades que la diferencian de la agitación por otras causas. Se da habitualmente en individuos seniles, con déficit de memoria y otras alteraciones cognitivas, y tiene unos desencadenantes particulares. Habitualmente ocurre de forma crónica y se mantiene durante largo tiempo. Por ello, su tratamiento difiere del tratamiento de la agitación por otras causas. En general, todo el mundo coincide en que la primera aproximación al paciente con Enfermedad de Alzheimer agitado debe ser conductual, mediante modificaciones del entorno del paciente. Se buscarán causas orgánicas que puedan desencadenarlas, como disconfort secundario a infección urinaria, deshidratación, desnutrición o estreñimiento, otras enfermedades intercurrentes, alteraciones del entorno, alteración del ritmo de sueño... El tratamiento no farmacológico se mantendrá en agitación leve o en cuadros de agitación no agresiva. Sin embargo, en cuadros de agitación moderada o severa o cuando existe agresividad, es preciso introducir el tratamiento farmacológico por el riesgo de lesión física del propio paciente o de sus cuidadores, o para permitir hábitos necesarios de cuidado del paciente como el baño o incluso la alimentación. Finalmente, dado el papel fundamental del cuidador y su implicación en el control de la agitación de estos pacientes, en casos de agitación es importante la valoración de éste, a fin de detectar alteraciones como la depresión, ansiedad, tensión, o simplemente cansancio, e intentar una corrección de estos trastornos. El tratamiento de la agitación del paciente con demencia debe hacerse de un modo mixto mediante tratamiento farmacológico y mediante tratamientos conductistas no farmacológicos. La agitación agresiva puede ser dividida en relacionada o no con ciertos acontecimientos, como el baño o la comida. Las primeras responden a la disminución del estímulo ambiental causal apoyada con tratamientos farmacológicos como el uso de benzodiacepinas unos minutos previos al evento que origina la alteración. Las segundas son subsidiarias de terapia conductual y, si no hay mejoría, de tratamiento con antidepresivos o neurolépticos sedantes. En general, se preferirán los antidepresivos sedantes a los neurolépticos por su menor toxicidad. Sin embargo, su eficacia es menor, por lo que en caso de agitación importante en los que no pueda esperarse varios días para ver la respuesta, o en ausencia de respuesta, se utilizarán los neurolépticos aislados o asociados a antidepresivos. Las conductas de agitación verbales y la agitación no agresiva no tienen que considerarse patológicas en todos los casos, sino que a veces son solo la expresión de una alteración ambiental, una infección urinaria u otra molestia orgánica, que deberá investigarse y tratarse. Solo si no hay respuesta al tratamiento, o no se encuentra la alteración causal, puede utilizarse una de estas medicaciones. Según lo anteriormente expuesto para el tratamiento de las alteraciones conductuales se seguirán los siguientes principios : Examinar el tipo de alteración presente. Eliminar los fármacos que puedan causar, contribuir o participar en estos síntomas. Eliminar la polifarmacia, evitar el uso de sedantes o interacciones medicamentosas. Identificar factores médicos ( dolor, deshidratación ...) o ambientales. Establecer una jerarquía de síntomas basada en la clínica y el impacto que generan. Identificar el fármaco apropiado según el diagrama siguiente. Usar la dosis más baja posible inicialmente. Verificar el seguimiento del tratamiento. Cambiar un solo fármaco cada vez. Evaluar periódicamente la necesidad de tratamiento y su reducción o retirada. Conducta agitada verbal Conducta agitada no agresiva Conducta agresiva Modificar la situación diaria del paciente Modificar la situación diaria del paciente. Relacionada con situación No relacionada Uso de pistas ambientales Antidepresivos sedantes Antidepresivos sedantes Neurolépticos Benzodiacepinas Benzodiacepinas Neurolépticos Evitar situación Benzodiacepina previa a hecho Evitar estímulos Neurolépticos Antidepresivos sedantes Neurolépticos NEUROLÉPTICOS Los neurolépticos son los fármacos más usados para el tratamiento de la agitación en pacientes seniles, y diferentes ensayos clínicos han encontrado que producen una mejoría, si bien incompleta, en las alteraciones de la conducta. Salzman, en una revisión de 69 trabajos sobre este tema, la mitad de ellos, estudios controlados, y en el 48 % de los casos realizados en pacientes con demencia, concluye que “ los neurolépticos tienen un efecto consistente y reproducible en el control de la agitación de pacientes con demencia “, pero este efecto es modesto y sin que exista un neuroléptico de elección. Pese a lo anterior, el principal inconveniente para el uso de neurolépticos en pacientes con demencia, son los efectos secundarios que su administración crónica invariablemente produce. Pueden generar deterioro cognitivo y motor, secundario a excesiva sedación, perdiendo el paciente habilidades como comer, control de esfínteres o generan la aparición de babeo. Pero son sobre todo los síntomas extrapiramidales los que impiden su uso generalizado. Su uso crónico genera después de un tiempo variable, desde uno o dos meses a años, parkinsonismo con temblor, rigidez y alteraciones posturales, que empeoran la movilidad y pueden favorecer las caídas. Además, hay que tener en cuanta que los neurolépticos tienen un efecto anticolinérgico, lo que agrava los déficits de memoria de pacientes con demencia, o incluso pueden llevar a tener un efecto paradójico de incremento de la agitación. NEUROLÉPTICOS ATÍPICOS Presentan un efecto antipsicótico, pero un perfil distinto de efectos secundarios, lo que ha hecho que se esté extendiendo su uso entre pacientes con lesiones neurológicas. La clozapina ( Leponex ) a dosis bajas no presenta efectos secundarios de tipo extrapiramidal, lo que ha llevado a utilizarse en cuadros de delirio, alucinaciones y agitación en pacientes con Enfermedad de Parkinson. Sin embargo, por la mayor probabilidad de producir agranulocitosis que otros neurolépticos, su uso está actualmente muy restringido, exigiendo realizar analíticas de sangre mensuales, lo que impide su aplicación a pacientes con demencias. Otros dos neurolépticos atípicos , la olanzapina ( Zyprexa ) y la risperidona ( Risperdal ), no presentan riesgo de agranulocitosis y tienen menos efectos secundarios extrapiramidales que otros neurolépticos. La olanzapina es poco sedativa, pero puede estar indicada en el control del paciente agitado con delirio. La risperidona, aún cuando no está exenta de efectos secundarios de tipo parkinsoniano y tener menor efecto anticolinérgico, es útil para el control de la agitación, siendo posiblemente el neuroléptico más utilizado en nuestro entorno para este fin. Produce sedación a dosis bajas y tiene menos efecto parkinsonizante que otros neurolépticos como el Haloperidol. En sujetos con agitación importante, puede comenzarse con 2-3 mg/día en dos tomas y reducirse en 1-2 semanas si se comienzan a controlar los síntomas. En agitación moderada o nocturna puede bastar con 1-2 mg en dosis única nocturna. En general, en cualquier tratamiento contra la agitación, debe valorarse de forma periódica la utilidad de este tratamiento y la aparición de efectos secundarios, evitándose su uso prolongado si se ha corregido la agitación. En caso de que aparezca empeoramiento cognitivo o motor al introducirlo o tras un tiempo de tratamiento, se valorará retirarlo o disminuir la dosis. BENZODIACEPINAS Existe una gran experiencia en el uso de benzodiacepinas para el tratamiento de la agitación en pacientes con demencia, con los que generalmente se obtienen unos resultados inferiores a los neurolépticos. Los síntomas que mejor responden a estos fármacos son la ansiedad, tensión, irritabilidad e insomnio. El efecto secundario más importante es la sedación excesiva, especialmente al introducirlos, por existir una susceptibilidad individual. Otros efectos adversos que deben tenerse en cuenta es que pueden empeorar la atención y la memoria, y favorecer la inestabilidad y por lo tanto las caídas, en pacientes ya predispuestos por su patología de base. Se recomienda el uso en períodos cortos, para evitar el fenómeno de habituación y están especialmente indicados en pacientes con conductas agresivas relacionadas con estímulos específicos, como por ejemplo el baño, administrados 45 minutos antes del episodio. DROGAS QUE ACTÚAN SOBRE EL SISTEMA SEROTONINÉRGICO Trazodona ( Deprax ) es un antidepresivo que puede utilizarse por su efecto sedante. Exento de efectos adversos extrapiramidales o de causar agravamiento del deterioro cognitivo, es una alternativa al uso de neurolépticos o benzodiacepinas para el control de la agitación moderada o alteraciones del sueño. La Buspirona es un agonista 5-HT1A parcial que disminuye la agresividad en animales y la ansiedad en humanos. Aunque la experiencia en pacientes con demencia es limitada, puede usarse como medicación coadyuvante en casos de agitación no controlada con los fármacos clásicos o de forma aislada en caso de mala tolerancia a los neurolépticos. OTROS FÁRMACOS Betabloqueantes. Aún cuando hay base teórica para su uso y existen descripciones de pacientes con conductas repetitivas como palmoteo o con acatisia que se han beneficiado de tratamiento con Betabloqueantes, a dosis de tratamiento presenta importantes efectos secundarios como hipotensión con síncopes, bradicardia o depresión, que hace que se utilicen excepcionalmente. Inhibidores de la colinesterasa. Mejoran las alteraciones cognitivas y los síntomas conductuales, por lo que en algunas ocasiones también puede utilizarse estos fármacos. Anticonvulsivantes. La carbamacepina ( Tegretol ) o el Valproato ( Depakine ) se han utilizado ocasionalmente para el control de la agitación en pacientes con demencia. Aún cuando existen datos positivos en algunos ensayos clínicos, en la práctica diaria su uso está muy limitado por los efectos secundarios que presentan, no compensados por la escasa eficacia que tienen en la mayoría de los casos. Terapias no farmacológicas del paciente con Enfermedad de Alzheimer El uso de terapias no farmacológicas presenta dos indicaciones fundamentales : Cuidado diario de pacientes con demencia. Intención de una reversión parcial de la sintomatología. Control de la agitación mediante terapias de modificación de la conducta. Algunas de estas terapias son : Terapia de Orientación : Comenzaron a utilizarse en los Estados Unidos a principio de los años 60, siendo la forma básica de rehabilitación de personas con ciertos déficits de memoria, confusión y desorientación en tiempo y espacio. Estas terapias tienen dos formatos : terapia de 24 horas y terapia puntual. La terapia puntual es un programa de entrenamiento intensivo sobre orientación realizado diariamente durante media hora al día. La terapia de 24 horas requiere orientación activa y aporte de pistas de orientación en cualquier momento del día. Este tipo de terapia puede ser útil en pacientes que retienen todavía cierto grado de capacidad para orientarse, pero debe evitarse si los déficits son más severos, por cuanto pueden inducir la aparición de agitación. Terapia de Validación Consiste en la focalización sobre el contenido emocional de los actos y verbalizaciones respecto al contenido objetivo de éstos. El terapeuta valida lo que la persona dice mediante la evaluación de la emoción que lleve asociada, lo que se ha llamado la realidad subjetiva. Reminiscencias y Revisión Biográfica La revisión de la propia vida puede constituir una forma de terapia cognitiva, en muchas ocasiones placentera, para pacientes con demencia. En estos pacientes se aprovecha la mayor capacidad de retener hechos pasados, sobre la memoria reciente, obteniéndose en muchos casos una reducción de la ansiedad y la depresión y un aumento de la autoestima. Esta terapia puede realizarse de forma aislada o en grupos, y asociarse a otros tratamientos no farmacológicos como musicoterapia. Terapia de artes creativas Se incluyen en este apartado la música, artes plásticas, drama y biblioterapia para la rehabilitación, educación y terapia de alteraciones emocionales. La música puede utilizarse de forma ambiental, en uso aislado o en uso asociado a otras terapias como las mencionadas anteriormente, con lo que se ha descrito la reducción de la agitación, emisión de gritos, ansiedad... Terapia de aproximación ambiental a la conducta Consiste en examinar el ambiente que rodea al paciente agitado en busca de factores que estén agravando la agitación que presenta. Este tipo de terapia conlleva el examen cuidadoso del ambiente habitual y la conducta del paciente con Enfermedad de Alzheimer. Esto lleva implícito el examen de personas que interaccionan con el paciente de un modo regular, como familiares, amigos y cuidadores. Una terapia de aproximación ambiental consistiría en eliminar estímulos ambientales excesivos innecesarios o entrenar al cuidador sobre las capacidades exigibles del paciente. El extremo de este tipo de terapia llega a considerar que los comportamientos agresivos del paciente no son actos aleatorios, sino que están determinados por elementos ambientales que desencadenan, mantienen o extinguen conductas de agitación. Estos elementos varían de unos individuos a otros, así como de un mismo individuo de una conducta a otra. II . k . PREVENCIÓN El último propósito de la investigación sobre la epidemiología de una enfermedad, es la promoción de su prevención. Para prevenir una enfermedad es deseable entender su etiología. Sin embargo, incluso sin una completa comprensión de la misma, la prevención puede desarrollarse a través de modificaciones de los factores de riesgo. Esta estrategia tiene sus limitaciones, sin embargo, por el hecho de que algunos factores de riesgo son por su naturaleza no modificables ( ej. Historia familiar de una enfermedad, patrones digitales ). Es más, un factor de riesgo es, estrictamente hablando, solo un correlato de la incidencia en la enfermedad. Si la asociación entre factor de riesgo y la enfe4rmedad no es causal, la modificación del factor de riesgo no tendrá ningún efecto. Dado que las etiologías de la Enfermedad de Alzheimer no son completamente comprendidas, la estrategia de modificar los factores de riesgo es actualmente la opción más viable para la prevención. Prevención de la Enfermedad de Alzheimer por modificación de los factores de riesgo Dado que la etiología de la enfermedad de Alzheimer está lejos de ser comprendida, y que algunas teorías etiológicas tienen una implicación conflictiva para la prevención, la estrategia de la modificación de los factores de riesgo parece la más factible en seguir. Desafortunadamente, muy pocos de los factores de riesgo evaluados son susceptibles de modificación. De los factores de riesgo confirmados o posibles, sólo uno, el trauma craneal, es fácilmente modificable. Asumiendo que este factor está asociado casualmente con Enfermedad de Alzheimer, ¿ Cómo sería el efecto sobre la incidencia de esta enfermedad si pudiera ser eliminado ?. El beneficio para la salud pública de la eliminación de una exposición puede ser descrito como fracción etiológica. Esta cuantifica la proporción de todos los pasos en una población que pueden ser atribuidos a esta exposición. Para calcular la fracción etiológica es necesario conocer el riesgo relativo asociado con la exposición y la proporción de población expuesta a él. En su meta-análisis de 8 estudios caso-control, Mortimer ( 1989 ) calculó una odds ratio de 2,77 para la exposición al trauma craneal. Esta odds ratio puede ser utilizada como una aproximación al riesgo relativo de la exposición. La proporción de la población expuesta al trauma craneal puede ser estimada a partir de la proporción de controles con una historia de trauma craneal en el mismo estudio de casos y controles. De 7 estudios que describen estos datos, la exposición al trauma craneal varía desde un escaso 1,8 % a un elevado 14,6 %, siendo la media 3,8%. Obviamente, la frecuencia del trauma craneal varía considerablemente dependiendo de la definición que se use en cada estudio. Tomando la estimación más conservadora para calcular la fracción etiológica se puede estimar ésta en un 3% de los casos de enfermedad de Alzheimer que serían atribuibles a un trauma craneal. Tomando la media que estima la exposición al trauma craneal se obtiene una cifra del 6 % de casos que son atribuibles a esta exposición. Aunque son porcentajes pequeños, pueden proporcionar un número de casos importante dado que la enfermedad de Alzheimer no es un padecimiento infrecuente. No obstante, la eliminación del trauma craneal, tendría asumiendo que sea un verdadero factor de riesgo, un impacto notable en la salud pública. La eliminación completa del trauma craneal puede no ser un objeto factible, pero incluso una sustancial reducción podría tener importancia. Este es un objetivo que viene siendo tratado en muchos países a través de medidas como la legislación sobre la obligatoriedad del uso de cinturones de seguridad y casos para la conducción de automóviles y motocicletas. La evaluación de los esfuerzos sobre la modificación de este factor de riesgo proporciona desafíos importantes. En algunos casos pueden pasar décadas de intervención entre la exposición medioambiental y el comienzo de la enfermedad. Los intentos de evaluar la importancia de la eliminación de esta exposición serían difíciles tanto en recursos como en tiempo. Hay estudios que evalúan la incidencia de la enfermedad de Alzheimer a lo largo del tiempo. Es una consideración sensata que la incidencia de la Enfermedad de Alzheimer puede actualmente disminuir tanto como elevarse en diversas partes del mundo y, probablemente, no lo sabemos. Una solución a corto plazo que es útil para muchas enfermedades es el estudio de la mortalidad por enfermedad, utilizando los datos del certificado de defunción. Sin embargo, la validez de los certificados de defunción en la Enfermedad de Alzheimer es en la actualidad demasiado pequeña como para considerar útil este método. Efectos preventivos del tratamiento con antiagregantes plaquetarios Un enfoque alternativo en la prevención es la utilización de medicaciones que alteren los procesos asociados con la enfermedad. El uso de antiagregantes plaquetarios para prevenir las enfermedades vasculares ha sido el objetivo de un importante número de estudios. En Gran Bretaña, Peto et al ( 1988 ) han descrito un ensayo clínico randomizado de Aspirina diaria profiláctica en 5000 médicos varones. A lo largo de un período de 6 años no hubo diferencias significativas en la incidencia de enfermedades vasculares fetales o no fetales. De hecho, la incidencia de ictus importantes fue marginalmente mayor en el grupo que recibió la aspirina. Un estudio preventivo similar ha sido llevado a cabo en 20000 médicos estadounidenses varones usando un diseño randomizado doble ciego y placebo controlado. Durante un período de seguimiento promedio de 5 años, la incidencia de infarto de miocardio disminuyó significativamente en los tratados, pero el ictus tuvo una mayor incidencia, aunque no significativa. Los resultados de estos estudios indican que no existe beneficio en la utilización de la aspirina para la prevención primaria del ictus y, por consiguiente, para la demencia vascular. Aparecen resultados bastante difíciles, sin embargo, cuando el tratamiento con antiagregantes plaquetarios se usa para la prevención secundaria del ictus en individuos con una historia de enfermedad vascular. En un meta-análisis de 25 ensayos randomizados con este tratamiento se encontró que los ictus no fatales se reducían en una cuarta parte y que las muertes vasculares ( debidas al ictus o al infarto de miocardio ) en una sexta parte. Este análisis aglutinó diversos medicamentos ( aspirina, sulfipirazona ,… ) pero no encontró diferencias en la efectividad entre ambos Es más, se utilizaron distintas dosis de aspirina en varios estudios ( 300 - 325 mg frente a 900 - 1500 mg ) pero no tuvieron efecto sobre la evolución .Los autores no obstante , concluyeron que en la actualidad, el tratamiento antiplaquetario más barato y más conveniente parece ser la aspirina , quizás en una dosis no mayor que 300 350 mg / día. Se puede suponer, razonablemente, que el tratamiento con antiagregantes plaquetarios podría tener un efecto similar preventivo secundario sobre la demencia vascular. Kellett, realizó una comparación doble ciega y cruzada de aspirina ciclandelato ( vasodilatador periférico) y placebo con 31 pacientes que sufrían demencia vascular. Los pacientes recibieron cada tipo de tratamiento durante seis meses. Se encontró que ambos tipos de tratamiento activo fueron significativamente mejores que el placebo en la prevención de nuevos accidentes vasculares. Una evolución anual a los 3 años mostró que 37 pacientes tratados evolucionan significativamente mejor que 33 controles tanto en el rendimiento cognitivo como en la medición del flujo cerebral. Los estudios realizados muestran que la utilización del tratamiento con antiagregantes plaquetarios para la prevención secundaria de demencia vascular puede ser útil. Sin embargo, un empleo generalizado de este tratamiento podría tener efecto de incrementar la supervivencia en casos de demencia vascular y, por consiguiente, de aumentar la prevalencia de este trastorno. TRATAMIENTOS PREVENTIVOS DE LA PROGRESIÓN DE LA ENFERMEDAD El aumento del número de individuos con riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer implica una enorme en el desarrollo de tratamientos preventivos. Al ser tratamientos preventivos, implica que tienen que ser tratamientos seguros, que pueden utilizarse en un gran número de individuos en riesgo, algunos de los cuales nunca desarrollarían la enfermedad. Estos tratamientos preventivos son potencialmente aplicables a pacientes con enfermedad de Alzheimer ya desarrollada, si bien en este caso la reversión de los déficits establecidos es más problemática siendo entonces el objeto de evitar la progresión de la enfermedad. De acuerdo con los conocimientos de la etiopatogenia de la enfermedad que se disponen, los tratamientos preventivos existentes en la actualidad incluyen la terapia con estrógenos sustitutivos, los antioxidadntes y los antiinflamatorios. A esto se añaden tratamientos de reciente aparición como los factores neurotróficos o la vacuna contra el péptido Aβ. Sin embargo, hasta la fecha no hay estudios que permitan la indicación de estos tratamientos por no estar clara la eficacia , su seguridad y el cumplimiento del tratamiento durante años. ESTRÓGENOS Como ya se ha señalado en el apartado de etiopatogenia, los estrógenos parecen prevenir la aparición de la enfermedad de Alzheimer, según los resultados de los estudios epidemiológicos. Sin embargo, su capacidad de mejorar y prevenir el deterioro de pacientes con enfermedad de Alzheimer no ha sido demostrada quedando todavía importantes gestiones por aclarar. Por ello la decisión de tratar a una paciente con enfermedad de Alzheimer deberá considerarse individualmente, valorando los posibles riesgos y sobretodo teniendo en cuenta la posibilidad de beneficios en otras áreas, las anomalías vasculares o la osteoporosis. ANTIIFLAMATORIOS Debido al componente inflamatorio que se encuentra en las placas seniles y a los resultados de los estudios de casos y controles, que mostraron una menor influencia de enfermedad de Alzheimer entre sujetos que ingieren de forma crónica AINEs, se han realizado ensayos clínicos en pacientes con enfermedad de Alzheimer leve con tratamientos con aspirina o indometacina. Los resultados de estos ensayos no han sido capaces de contrarrestar las complicaciones que aparecen por la ingesta crónica de estos medicamentos, especialmente hemorragia digestiva alta. Esto ha llevado a iniciar ensayos con nuevos inhibidores de la COX-2 como el rofecoxib, que están exentos de este riesgo. ANTIOXIDANTES El α-tocoferol ( vitamina E ) limita la formación de radicales libres , el estrés oxidativo y la perioxidación de los lípidos y es capaz de aumentar la supervivencia de las neuronas en medios de cultivo que contienen Aβ. La selegina es un inhibidor de la monoaminoxidasa que tiene propiedades antioxidantes. Existe un ensayo clínico con 341 pacientes con enfermedad de Alzheimer que se randomizaron para seguir el tratamiento con vitamina E ( 2000 Ui /día ), selegina ( 10 mg/día ), ambas drogas o placebo, examinándose como variable el tiempo hasta el ingreso en institución o fallecimiento. El tiempo hasta que el 50% de los pacientes llegaron a este punto fue de 450 días en el grupo placebo, 670 días en el grupo de vitamina E,670 en el grupo de selegilina y 581 días en el grupo de ambos medicamentos. Sin embargo, no hubo diferencias entre los grupos en el ADAS-cog y los pacientes tratados tuvieron una incidencia mayor de caídas o síncopes que los del grupo con placebo, lo que obliga a realizar más estudios sobre estos tratamientos. FACTORES NEUROTRÓFICOS El factor de crecimiento nervioso ( NGF ) está muy relacionado con el mantenimiento de la función del sistema colinérgico basal. Las neuronas colinérgicas de los núcleos basales son las únicas células del cerebro del adulto que expresan el receptor p75 del NGF. El NGF aumenta los niveles de acetilcolina del hipocampo y previene la pérdida de células colinérgicas que se produce tras lesión del fórnix, lo que apunta un papel protector del NGF. La vía de administración del NGF más usual es la intraventricular, lo que impide su uso habitual. Se ha ensayado la vía intranasal, pero con resultados poco satisfactorios. Ello ha llevado a desarrollar fármacos NGF-miméticos, como el Neotrofin, un compuesto activo por vía oral actualmente en fase de ensayo, que incrementa diversos factores naurotróficos. Vacuna para el síndrome de Alzheimer Por primera vez, se ha demostrado en ratones la extraordinaria eficacia de una técnica de inmunización que puede impedir la pérdida de memoria y el deterioro de las facultades cognitivas que padecen las víctimas de este trastorno. Los resultados logrados con esta vacuna son optimistas; en los próximos dos o tres años, si su efecacia se confirma en pruebas clínicas, esta técnica podría convertirse en una estrategia efecaz para el tratamiento y la prevención del Alzheimer. La idea de inmunizar a las personas contra este trastorno ya recibió gran impulso en Julio de 1999 cuando el doctor Dave Schenk y sus colaboradores de la compañía farmaceutica Elan, en San Francisco ( EE.UU ) , publicaron los resultados que habían obtenido de la primera vacuna diseñada para combatir este proceso neurodegenerativo. En experimentos con ratones, los científicos lograron estimular una reacción del sistema inmune contra las placas de beta amiloide ( una proteina que se acumula de forma anormal en el cerebro de las víctimas del Alzheimer ). La vacuna estaba compuesta de pequeñas cantidades de beta amiloide que a su vez, al inyectarse en el organismo de los roedores, generaban anticuerpos contra esta proteína. Los resultados de aquel primer trabajo despertaron gran interés y abrieron una puerta nueva de esperanza a el Alzheimer, ya que la vacuna logró casi erradicar por completo las placas de beta amiloide en el cerebro de los animales. Sin embargo lo que el estudio de Schenk no demostró es si el efecto podría frenar la pérdida de memoria y el deterioro de las facultades cognitivas que padecen las víctimas de la enfermedad de Alzheimer. En el estudio conocido ahora el doctor MORGAN y sus colaboradores de la Universidad del Sur de Florida ( EE.UU ) engendraron unos ratones transgénicos con una mutación que provocaba el crecimiento de las placas de beta amiloide en el cerebro. Cuando cumplieron 7,5 meses, algunos de estos animales empezaron a recibir inyecciones mensuales de la vacuna experimental, mientras que otros no recibieron ningún tratamiento. De esta forma, en los roedores vacunados, el sistema inmune empezó a generar anticuerpos contra las placas de beta amiloide. Más adelante, cuando ya se tenían 15,5 meses, la memoria y las capacidades de aprendizaje de todos los animales se evaluaron en un laberinto acuático, una piscina en forma de círculo con seis pasillos que salían desde una zona central. Para escapar de allí, los animales tenían que encontrar una plataforma de salida que estaba oculta en alguno de esos pasillos. Pero, además , para complicar la prueba, la posición de la plataforma se cambiaba cada día. Por lo tanto, los roedores tenían que volver a descubrir dónde estaba la salida y aprender un nuevo trayecto. El experimento demostró claramente que la técnica de inmunización había frenado la pérdida de memoria y el deterioro de las facultades cognitivas que desencadena el Alzheimer. Mientras los animales vacunados generalmente encontraban la plataforma de salida sin demasiados problemas, los que no habían recibido ningún tratamiento eran mucho más torpes y se perdían con mucha frecuencia. Es importante destacar que un análisis postmortem del cerebro de los animales reveló que, en los ratones vacunados, el tamaño de las placas de beta amiloide se había reducido de una forma muy significativa. Por lo tanto, esto demuestra que la eficacia de la vacuna frente a los síntomas del Alzheimer se debió fundamentalmente a la producción de anticuerpos que actuaron contra la acumulación de esta proteína. Hasta ahora, no se había demostrado con claridad que la acumulación de beta amiloide fuese la causa fundamental del deterioro cognitivo que sufren las víctimas de Alzheimer. Existía otra hipótesis rival, según la cual otra proteína llamada tau era la verdadera culpable de este proceso neurodegenerativo, o al menos desempeñaba un papel igual de importante. Sin embargo, estos nuevos trabajos parecen haber confirmado que las placas beta amiloide determinan la pérdida de memoria de estos enfermos. De hecho, un nuevo experimento se ha publicado recientemente en Nature, que ha vinculado la acumulación de beta amiloide a un deterioro gradual de las facultades cognitivas. En este caso, un equipo de investigadores de la Universidad de Edimburgo ( Escocia ) engendró a un grupo de ratones transgénicos con la mutación que genera las placas dañinas de esta proteína, y evaluó sus capacidades de memoria y aprendizaje cuando eran jóvenes ( 6-9 meses ), maduros ( 13-15 meses ) y viejos ( 18-21 meses ). Este experimento demostró que, cuanto más mayores se hacían los animales y más se expandían las placas beta amiloide en sus cerebros, más dificultades tenían para orientarse en un laberinto acuático. Por lo tanto, todo parece indicar que esta proteína es la diana clave contra la que se debe actuar para frenar el avance de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, en ambos trabajos, las placas no se erradicaron por completo, incluso cuando los animales realizaban las pruebas del laberinto acuático sin sufrir problemas graves de orientación. Los científicos creen que quizás esto se debió a que la vacuna estimuló una reacción de anticuerpos que actuaron de una forma selectiva contra una versión dañina de beta amiloide, sin destruir otras variantes de esta proteína que no son nocivas. Si la eficacia de esta vacuna experimental se confirma en personas, varios grupos de riesgo podrían beneficiarse enormemente de este tratamiento. En primer lugar, las personas que nacen con defectos genéticos que provocan la aparición del Alzheimer podrían inmunizarse con tiempo para impedir los síntomas de la enfermedad. También las víctimas del Síndrome de Down, que suelen padecer un deterioro progresivo de sus facultades cognitivas debido a una acumulación de la proteína beta amiloide en el cerebro, podrían vacunarse. Pero, además, las personas ancianas que se encontrasen en las fases iniciales del Alzheimer, y empezasen a sufrir las primeras pérdidas de memoria, podrían recibir el fármaco para bloquear el avance de la enfermedad. En principio, los resultados con roedores sugieren que este objetivo podría lograrse. No obstante, lo más probable es que, en el caso de las personas que se encontrasen en las fases más avanzadas de la enfermedad, la vacuna ya no sería eficaz. De momento, el investigador que creó la primera vacuna experimental contra el Alzheimer, Dale Schenk, ya ha iniciado una primera fase de pruebas clínicas con esta técnica para evaluar su seguridad. Un total de cien pacientes en EE.UU y Reino Unido han empezado ha recibir dosis pequeñas de la vacuna. El último Congreso Mundial del Alzheimer, celebrado el pasado mes de Julio en Wasington ( EE.UU ), Schenk, anunció que hasta esa fecha no se habían detectado reacciones adversas en estos pacientes. A lo largo del próximo año se prevé que estas pruebas clínicas pasen a la segunda fase de investigación, en la que se intentará verificar la si la técnica de inmunización desarrollada puede tener deterioro de la memoria y de las funciones cognitivas que padecen las víctimas del Alzheimer. III . a . VALORACIÓN La valoración de un trastorno mental orgánico incluye elaborar una historia completa del paciente, entrevistando miembros de la familia, realizando exámenes físicos y neurológicos, explorando el estado mental y obteniendo los estudios diagnósticos necesarios. Historia del paciente: Al hacer la historia del paciente, hay que valorar los cambios de comportamiento; es necesario preguntar por pérdidas recientes de memoria o por problemas de comunicación : ¿ Con frecuencia el paciente se pierde en ambientes familiares ? ¿ Qué tareas puede realizar hoy día en comparación con las que hacía hace seis o doce meses?; hay que preguntar por enfermedades pasadas sistémicas o por exposiciones a sustancias tóxicas. Si el paciente está confuso, preguntaremos a los miembros de la familia en busca de aclaración, preguntaremos también si el comportamiento social del enfermo es inapropiado. Hay que hacer una historia cuidadosa de la medicación seguida, preguntando sobre el uso de fármacos ilícitos u obtenidos directamente del farmacéutico. Es preciso poner especial atención a si los cambios de medicación o de dosificación coinciden con el inicio de los síntomas : ¿ El paciente se apoya demasiado en algún fármaco en particular ? ¿ Toma algún fármaco que haya superado su fecha de caducidad ? Muchos pacientes ancianos utilizan fármacos pasados de fecha, que pueden causar toxicidad como consecuencia de cambios farmacológicos. Cuando se valora a un paciente por una presunta demencia, se deben determinar las respuestas a las siguientes preguntas : ¿ Se queja de pérdida o déficit de memoria ? ¿ Se queja de que se olvida en donde están los objetos familiares o de que no recuerda nombres familiares ? ¿ Cómo de preocupado está por su pérdida de memoria ? ¿ Se dan cuenta los demás familiares y jefes en el trabajo de los lapsos de memoria del paciente ? ¿ Ha perdido la capacidad de recordar el contenido de una narración, sea leída u oída ? ¿ Intenta ocultar signos de alteración de la mente ? ¿ Los exámenes neuropsiquiátricos muestran evidencia de déficit de memoria y de la concentración ? ¿ Puede realizar tareas concretas ? ¿ Ha mostrado labilidad afectiva ? ¿ Recuerda números de teléfono, fechas de acontecimientos importantes y nombres de familiares cercanos ? ¿ Se ha vuelto desorientado en el tiempo, persona y lugar ? ¿ Ha cambiado su ciclo de dormir y despertar ? ¿ Puede mantener una conversación o emitir sonidos significativos ? ¿ Puede llevar a cabo tareas psicomotoras ? ¿ Es incontinente ? Historia familiar Es necesario preguntar al paciente y a sus familiares si en la familia existe o ha existido algún caso de Síndrome de Down, cánceres hemáticos, enfermedad vascular, depresión, demencia o alteración de los movimientos. Examen físico y neurológico Un examen físico general puede revelar enfermedades sistémicas, y un examen neurológico detallado signos de una alteración del sistema nervioso central. Al practicar un exámen neurológico, hay que explorar los nervios craneales, la función motora, la sensibilidad y los reflejos. Hay que hacer una descripción completa de cualquier alteración del movimiento. Hallazgos de focalidad pueden indicar una alteración lateral del cerebro, tal como infartos múltiples cerebrales, una neoplasia o un hematoma subdural. Examen del estado mental Un examen completo del estado mental debe incluir pruebas del nivel de atención, de la vigilancia, de la capacidad del lenguaje, memoria, capacidades visoespaciales y cognición. Al valorar la demencia hay que utilizar el examen del estado mental para : Valorar problemas de la función cerebral Obtener una valoración del curso de los puntos fuertes y débiles del paciente Ayudar a las intervenciones de la planificación de enfermería Determinar si el paciente está en condiciones de aprender las medidas de autosuficiencia. Nivel de atención Es necesario empezar el examen del estado mental observando el nivel de atención del paciente : ¿ Es capaz de mantener una línea coherente de pensamiento ¿ ¿ Se distrae con facilidad ¿. El resto de la evaluación, desde luego, depende de la capacidad del paciente de concentrarse en la prueba. Para evaluar mejor el nivel de atención se puede usar el Método de los Dígitos y la prueba de la A. El Método de los Dígitos mide la capacidad de enfocar la atención durante un corto período de tiempo. Para realizar el Test A , se repiten una serie de letras y se pide al paciente que indique cada vez que se dice la letra A.; si el paciente pasa por alto alguna, puede tener un déficit de atención, un síntoma corriente en las demencias causadas por encefalopatías crónicas y metabólicas o aumento de la PIC, lo mismo que en casos de pseudodemencia. Nivel de conciencia ¿ Está el paciente alerta o no ? ¿ Bien despierto o somnoliento ? ¿ Si se le estimula, puede mantener la atención o vuelve otra vez al sueño ? ¿ Cambia su nivel de vigilancia durante la entrevista o a lo largo del día ?. Habilidades del lenguaje Es necesario evaluar las habilidades del lenguaje. El paciente con una alteración mental orgénica puede perder su habilidad para expresarse verbalmente o por escrito para comprender el lenguaje escrito o hablado. Para valorar la afasia hay que escuchar al paciente cuando habla extemporáneamente ¿ Lo hace con fluidez ? ¿ Tartamudea, habla muy bajo ( hipofonía ) o elabora detalles triviales ( circunstancialidad ) ?. Hay que valorar su comprensión del lenguaje dándole órdenes simples tales como señalar la nariz u órdenes de tres tiempos, como señalar la puerta, el techo, y después el suelo. Como un test más complejo, se le pedirá que identifique un objeto descrito. Por ejemplo, la fuente de luz. Es útil pedir al paciente que nombre los objetos que se le muestran, tales como un lápiz o un reloj. Luego se le citará el nombre de partes de cada objeto, tales como goma de borrar o cadena del reloj. Esta tarea parece simple, pero requiere el uso de gran parte del cerebro. Lista de nombres Se le pedirá al paciente que elabore una lista de nombres que pertenezcan a una categoría específica; por ejemplo, nombrar tantos animales diferentes como pueda en 60 segundos. Se considera normal si cita 18 o más animales. Si nombra menos de 12, ello puede significar que existe una demencia de tipo cortical o subcortical. Habilidades de escritura Se le pedirá al paciente que escriba una frase completa. Después se evaluará su contenido y su forma. ¿ Se ha realizado con detalles minuciosos o innecesarios ? ¿ Es repetitiva o ilegible ?. La Enfermedad de Alzheimer y la DMI alteran la capacidad de escribir. Evaluación de la memoria Casi todas las demencias producen anomalías en la memoria. Hay que evaluar la capacidad del paciente para aprender material nuevo ( memoria reciente ), valorando su orientación en el tiempo y en el espacio. Igualmente se le pedirá que repita tres palabras no relacionadas entre sí y, tras esperar de tres a diez minutos ( durante los cuales se deben realizar otras pruebas ), se hará que repita de nuevo estas palabras. Un paciente con un trastorno mental orgánico no será capaz de recordar las tres. Para evaluar la memoria remota, se le preguntará el nombre de anteriores Jefes de Estado o bien a cerca de acontecimientos políticos memorables. Se tendrá presente que las pruebas de memoria remota pueden presentar dificultades debido a que no estamos seguros del conocimiento que tiene el paciente del pasado. Capacidades visoespaciales Se le pedirá al paciente que copie un dibujo tridimensional. El resultado puede constituir un índice sensible de su disfunción cerebral. La incapacidad de completar esta prueba revela a menudo alteración de partes del cerebro, que las pruebas neurológicas rutinarias no llegan a descubrir. Cognición Se valorará la capacidad del paciente para utilizar el lenguaje y la memoria para manipular el conocimiento. Una disminución en la capacidad para realizar cálculos o del pensamiento abstracto puede indicar demencia. Para explorar la capacidad de cálculo, se le pide al paciente que resuelva problemas aritméticos sencillos. Para explorar la capacidad de comprender conceptos abstractos, primero se le pide que interprete palabras simples; después, se le pregunta el significado de un proverbio ( las interpretaciones literales de los proverbios indican generalmente una disrupción en el pensamiento abstracto ). Un examen abreviado del estado mental ofrece una vía fácil para valorar la función cognitiva del paciente. Los siguientes son ejemplos de preguntas tomadas de este tipo de examen: Orientación : - Preguntar al paciente el año, estación del año, día y mes. Pedirle que nombre el país, región, ciudad y hospital donde se halla. Registro : - Pedir al paciente que diga las palabras pelota, bandera y árbol de forma clara y lenta. Pedirle que las repita. Contar el número de intentos necesarios. Atención y cálculo : - Pedir al paciente que cuente hacia atrás, a partir de cien, y de siete en siete. Detenerse después de 5 sustracciones. Si el paciente no puede realizar ningún cálculo, pedirle que deletree la palabra mundo hacia atrás. Memoria : - Pedir al paciente que repita las tres palabras que le dijimos que repitiera anteriormente ( pelota, bandera y árbol ). Lenguaje : - Mostrar al paciente un reloj de pulsera y un lápiz y pedirle que los identifique verbalmente. Pedirle que repita la frase “ Ningún sí, y, o pero “. Pedirle que cumpla tres órdenes sucesivas. Darle una hoja de papel en blanco y pedirle que escriba una frase. Observar si la frase tiene sentido y si contiene un sujeto y un predicado. La gramática y la puntuación tiene menos importancia. Comprensión visual : - Pedir al paciente que copie el dibujo adjunto. Ver si todos los ángulos están presentes y las dos figuras se interseccionan. Nivel de conciencia : - Valorar el nivel de conciencia según el siguiente continuo : Alerta Somnoliento Estuporoso Comatoso La función propia del profesional de enfermería es cuidar a la persona y su familia en las diferentes etapas del ciclo vital y ayudarles a cubrir todas sus necesidades. En el contexto de la Atención Primaria, el plan de cuidados de enfermería para el enfermo con demencia y sus familiares, implicará el seguimiento de una serie de pautas que nos conduzcan a conocer esa realidad familiar para favorecer la resolución de sus déficits. La familia, a semejanza de todo ser vivo, se caracteriza por el hecho de que el comportamiento de cada uno de sus miembros está relacionado con el de los otros y con el de la familia en tanto que unidad. La realidad familiar emerge de todo lo que constituye esa trama interaccional y consolida el sentimiento de pertenencia y procedencia común. El comportamiento de cada miembro influye directa o indirectamente sobre el de los otros, y es influido retroactivamente. Todo cambio que sobreviene en uno de sus componentes, afecta al conjunto del grupo familiar en su equilibrio y provoca cambios adaptativos en los otros miembros. Cuando un miembro de la familia empieza a padecer una demencia, experimenta el inicio de un deterioro físico y psíquico, que incide de tal modo en la estructura y dinámica de la familia, que obliga a cambiar estructuras y reglas para que sus miembros puedan adaptarse en el menor tiempo posible a la nueva situación. Nuestro enfoque parte de que la mayoría de contactos se establecen en la consulta de enfermería a partir de la demanda de algún familiar que se dedica con mayor intensidad al cuidado del enfermo con demencia. Esta persona es considerada el cuidador principal en la literatura sobre el tema. Las pautas indicadas podrían ser las siguientes: IV . a . VALORACIÓN : Grado de conocimiento de la enfermedad que posee la familia. Efectividad de la dinámica familiar ante la situación de crisis ( respuesta ante la pérdida inicial de expectativas ). Establecimiento de previsiones específicas en relación con requerimientos del enfermo y de la propia familia. Reacciones ante la pérdida. IV . b . OBJETIVO GENERAL Aumentar la calidad de vida del cuidador, e indirectamente, la del paciente. Prevenir el llamado “ Síndrome del cuidador “ IV . c . OBJETIVOS ESPECÍFICOS Ofrecer asesoramiento sobre la enfermedad. Conocer la capacidad de respuesta familiar Apoyar el mantenimiento de la cohesión familiar Favorecer el establecimiento de previsiones funcionales ( en relación con la familia y el paciente ) Ayudar en la elaboración de la vivienda de pérdida. IV . d . INTERVENCIÓN Asesoramiento sobre la enfermedad La finalidad del asesoramiento es proporcionar a la familia el conocimiento de esta enfermedad, especialmente por su complejidad y pronóstico, para atenuar sus efectos negativos en la dinámica familiar. Deseablemente, el asesoramiento a brindar a la familia debe ser multifacético en relación con el desarrollo de la enfermedad y con la evolución de la respuesta del enfermo. Se hace imprescindible la participación del EAP; incluso conviene contar con la colaboración de otras instituciones de la comunidad ( Servicios Sociales del Ayuntamiento, Asociación de familiares … ) que pueden aportar experiencia desde sus respectivas áreas. Los temas a plantear son los siguientes: Características de las demencias, fases y pronósticos. Trastornos de la conducta más habituales en estos enfermos y respuesta aconsejable por parte del cuidador y familia. Importancia de la comunicación verbal ( tono de voz cálido, evitar reproches, mensajes breves y claros …) y no verbal ( gestos de aprobación, caricias, evitar brusquedades …). Explicar aspectos de los cuidados cotidianos Pautas de estimulación para las actividades de la vida diaria. Se trata de que el enfermo, en lo posible, mantenga un ritmo regular y pautado de actividades sencillas, de forma que realice a diario actividades similares con un mismo horario. De esta forma prolonga la memoria de sus hábitos minimizando complejidades que progresivamente se le harán difíciles de entender. Cuidados del cuidador. Supone brindarles enseñanzas y habilidades de forma que adopte una actitud positiva y de autocuidado para evitar caer una fase de agotamiento físico y psíquico ( síndrome del cuidador)delante del enfermo ( aspecto de autocuidado en el plano físico, psíquico y social, como por ejemplo importancia de la dieta equilibrada, descanso sueño, cuidado de la imagen personal de la distracción y tiempo libre,conveniencia del mantenimiento , regular contactos interpersonales, …. ) Aspectos jurídicos. Prever todos los aspectos relacionados con la pérdida de capacidad intelectual del enfermo , que afectarán para tomar decisiones de tipo legal ( firmar documentos , gestionar su dinero,…) Análisis para valorar la capacidad de respuesta familiar Se trata de valorar en que medida la familia reúne potencial, tiene capacidades y está dispuesta a responder de una forma efectiva ante la crisis. Nos referimos, tanto al impacto del diagnóstico como el desajuste emocional consiguiente que puede provocar las expectativas negativas de la evolución de la enfermedad en sus diferentes estadios. Para valorar la respuesta de la familia en esta etapa pueden ser de interés algunos principios utilizados por los terapeutas familiares: No existen familias enfermas, y sí familias con problemas. Todas las familias tienen sus lados “fuertes”, aspectos saludables y eficacias contrastadas por su historia familiar. Los aspectos concretos de nuestra intervención para el análisis de la dinámica familiar son: Presencia de un espacio común y ,a la vez , respeto al terreno propio. Jerarquía bien establecida. Límites claros y flexibles. Abundante comunicación y mayor presencia de reglas explícitas. Facilidad para llegar a acuerdos. Buena administración del dinero. Amplia red social de apoyo. Alto nivel de confianza en los propios recursos y fuerzas, más que en los apoyos institucionales. Un cuidado orientado hacia la familia que vive experiencias de crisis, implica que la enfermera sostenga a las personas cuidadoras y les ayude a reconocerse en esas experiencias y a escoger lo que va mejor, no solamente para la persona enferma, sino también para ellas mismas. Por eso enfermería debe familiarizarse con las descripciones precisas en la experiencia de cuidar familias en crisis. A nuestro juicio, podemos servirnos de intervenciones como las siguientes : Reunir a los diferentes miembros que componen la familia, que están más ligados afectivamente con el enfermo. Dar ocasión a que todos los miembros intervengan y expongan sus creencias y expectativas respecto al problema presente. Procurar mantener la máxima neutralidad, de forma que impida formalizar alianzas con algunos de los miembros familiares ( la idea es que nadie pueda decir que “ la enfermera está de mi parte “ ). Establecer una jerarquía de los problemas para que no ininden a la familia en una multiplicidad de dificultades. Priorizar lo que más les preocupa en ese momento. Facilitar la comunicación y buscar el consenso familiar en la solución del problema. Es más importante el “ todos a una “ que la propia solución escogida. No sacar las cosas de quicio, en relación con las relaciones familiares y la estructura familiar. En todas las familias existen alianzas, coaliciones..., éstas serán importantes si están fuertemente establecidas y claramente relacionadas con el problema. Establecimiento de específicas y su jerarquización previsiones Dado que la enfermedad evoluciona hacia un deterioro físico y cognitivo irreversible, será necesario que la familia conozca previsiones de futuro para que las vaya estableciendo progresivamente, según los requerimientos del enfermo y los de la propia familia. Nos referimos a aspectos como los siguientes : Acentuar la vigilancia del enfermo : Suponiendo que hasta esta etapa el enfermo va funcionando con cierta autonomía, y partiendo de la base de que el motivo de consulta y establecimiento de diagnóstico significa la base incipiente de la enfermedad, se irán presentando alteraciones como las siguientes : olvidos, pérdida de orientación temporoespacial, dificultad en el manejo del dinero e imposibilidad de realización de algunas actividades de la vida cotidiana complejas. En consecuencia, será necesario incrementar la vigilancia del enfermo para evitar situaciones de riesgo elevado como dejarse el gas abierto... Este planteamiento puede implicar la reorganización familiar en cuanto a esa dedicación. Es decir, el enfermo ya no puede – ni debe – estar solo y precisará compañía de forma continuada. Por lo tanto, es posible que la familia tenga que replantearse alguna modificación en sus roles, por ejemplo, el laboral, para cubrir esta permanencia. Previsiones económicas : La necesidad de la vigilancia permanente del enfermo, aunque en esta fase aún se trate de una vigilancia relativa, puede obligar a requerir una ayuda extrafamiliar a tiempo parcial, especialmente si quien se va a hacer cargo de él trabaja o es persona de edad avanzada. Progresivamente, se precisará mayor dedicación horaria de esa ayuda, motivo por el cual la familia debe plantearse contar con la cobertura de estos recursos económicos. Adecuar la vivienda a los requerimientos del paciente : La vivienda tiene que ser confortable y segura para el enfermo; el cuarto de baño precisa estar adaptado a sus necesidades... Elaboración de circuitos de apoyo de emergencia : Los acontecimientos de anomalías inesperadas pueden ser múltiples y de diversa índole, por lo que conviene que la familia tenga estipulados unos circuitos o formas de conexión rápida, entre sus miembros, con la ayuda extrafamiliar, y con el equipo de salud. En este sentido es muy útil tener colgado en lugar visible un tablón de anuncios donde se coloquen los teléfonos necesarios y de utilidad en estos casos. Elaboración de la pérdida o duelo El deterioro físico y cognitivo del enfermo afecta a su comunicación con la familia, hecho que agudiza la vivencia de la pérdida. La personalidad del paciente se va alterando con déficits cuantitativos y cualitativos, puede que hable menos y exprese peor lo que quiere decir, como también puede presentar labilidad emocional y cambios bruscos de carácter. Poco a poco, el enfermo va dejando de ser quien era, y esa dificultad es muy difícil de asumir por la familia, lo que intensifica en gran medida el sentimiento de frustración. Por ello, el sentimiento de duelo está muy presente y el abordaje de esta pérdida es imprescindible. Serán necesarias actuaciones como las siguientes : Intensificar la comunicación con la familia. Es posible que partiendo de las entrevistas iniciales, en visitas sucesivas acuda a la consulta únicamente el potencial cuidador principal, por lo que nuestras actuaciones irán dirigidas a esa persona, extensibles al resto de miembros del núcleo familiar si se diera el caso. Nuestra intervención comprenderá los siguientes aspectos : Proporcionar la mayor escucha activa posible, mostrando disponibilidad, fomentando la autoestima y el autoconcepto, facilitando la expresión de sentimientos y pensamientos, y dando calor humano en una actitud empática. Fomentar la capacidad de apoyo entre los miembros de la familia. Enseñarles habilidades. DIRECCIÓN DE CONTACTO : Vanesa Turrado Villar C/ Juan de Balmaseda Nº8 4º B 34004 PALENCIA Tlfno. : 979724343 / 646279290 e-mail : [email protected]