El Maest

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Instituto de Formación Docente Nº 12
Módulo : Enfoque histórico y político de la Educación
EL MAESTRO COMO CATEGORÍA SOCIAL
GÉNESIS Y DESARROLLO EN ARGENTINA
ALLIAUD, ANDREA
Capítulo II : EL PROYECTO EDUCATIVO OLIGÁRQUICO (1880-1915)
a)
b)
Rasgos de economía, política y sociedad
Consolidación Nacional :
 Estado- Iglesia
 Cultura Nacional-Ideología Importada
c)
Panorama educativo :





La educación del ciudadano
Escuela pública= escuela de clase
Estado y educación: Hacia la construcción de un nuevo discurso
Escolarización de la cultura
Instrucción General- Educación Moral
a) Rasgos de economía, política y sociedad
Por un proyecto convertido en ley, el 21 de Septiembre de 1880, Buenos Aires era "por fin"
capital de la República. El entrecomillado hace referencia a la tan querida unidad nacional,
luego de un período caracterizado por luchas y enfrentamientos internos. La capitalización
de la ciudad de Buenos Aires, como hecho, representa el momento a partir del cual
podemos hablar del comienzo de la conformación del Estado Nacional, inicio de la época
moderna en nuestro país. Es a partir de allí donde se van a ir consolidando las bases de lo
que será la Argentina de nuestros días.
La mayoría de los historiadores coinciden al destacar el período que comienza en 1880 con
el surgimiento de un "sistema relativamente estable" en el que los sectores más poderosos
lograron controlar el aparato estatal. A causa de esta concentración "bastante estable " del
poder económico y político, el período comprendido entre 1880 y 1912 se dio en llamar el
período de la oligarquía. Tomando la acepción utilizada por Rock, D. en su obra “El
radicalismo argentino” diremos que el término oligarquía se refiere tanto a la élite
terrateniente y comercial como al sistema de gobierno que prevaleció en Argentina hasta
1912.
Gobierno de unos pocos pero que no siempre fueron los mismos, ya que el poder rotó entre
distintas fracciones que representaban diferentes intereses dentro de la élite. Tales
diferencias tenían, algunas
veces, fundamentos regionales; otras se vinculaban a las
actividades específicas que llevaban a cabo los distintos grupos de la élite (el comercio o los
distintos tipos de actividad ganadera). Con esto se pretende destacar la existencia de
distintos sectores de poder, dentro de la élite; a partir de lo cual, no es preciso asociar la
palabra oligarquía a una total homogeneidad en la composición de la élite. La inquietud de
los distintos sectores, por ganar el control del Estado, estaba determinada por el hecho de
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que el gobierno era la fuente principal de crédito y el puente para establecer lucrativos
contactos con el capital extranjero. Una vez apoderados del aparato estatal lo empleaban
para crear sistemas crediticios, impositivos y monetarios favorables a sus intereses.
El General Roca, en el gobierno, se dio a la tarea de organizar el Estado, que va a emerger
en Argentina como una entidad unificada, con un claro monopolio del poder y la autoridad.
Concentración progresiva del poder, autonomía de la élite dirigente y por consiguiente la no
participación de la mayoría de la población, constituyeron las características fundamentales
de la vida política en este período. En realidad fue un sector de terratenientes ganaderos,
bonaerenses y del interior, que hegemonizando y subordinando a otros sectores y aliándose
a los grandes mercaderes (en particular los del puerto de Buenos Aires), impuso a todo el
país su proyecto. Este consistía fundamentalmente, como vimos, en adaptar el país a las
posibilidades y requerimientos del mercado y los capitales europeos.
Desde el punto de vista económico, este período puede caracterizarse como de crecimiento
y desarrollo, en el cual, siguiendo la línea de pensamiento que venimos desarrollando, e1
Estado jugó un papel fundamental y paralelamente (como parte del mismo proceso) se
consolidó el sector terrateniente. Veamos de qué modo.
La expansión económica que tuvo lugar a partir de 1ra década del 80, aunque con altibajos
(crisis del 90, por ejemplo) consistió en un proceso de modernización plasmado en
transformaciones estructurales ligadas a la exportación de bienes primarios de origen
agropecuario, a la inversión de capital extranjero y al desarrollo de medios de transporte y
de ciudades-puerto. Argentina se incorpora al mercado internacional, con lo cual queda
consolidado el modelo de crecimiento hacia afuera, como lo denominan diversos autores
(Weimberg, Gregorio es uno de ellos).
Las exportaciones argentinas consistían en productos agropecuarios, los más importantes
de los cual eran el trigo, el maíz, el lino, los cueros, la lana y la carne vacuna. Entre 1872 y
1915 el total de la superficie cultivada en el país pasó de 580 mil a 24 millones de hectáreas.
Crecimiento notable, ya que ningún país en el mundo tuvo jamás en tan breve lapso un
progreso tan rápido, con respecto a los productos del suelo. "En el decenio que comenzaba
en 1880, la prosperidad argentina creció rápidamente; el país cambió más en esos diez años
que en toda su historia anterior” (Halperin Donghi ,Tulio-1987, pp. 296). Mientras que en
1874, Argentina importaba trigo y harinas, a comienzos de 1880 las colonias agrícolas
abastecían totalmente el mercado nacional y hacia el final del período el país ocupaba un
lugar prominente como exportador de cereales. Entre 1880 y 1910 el valor de sus
exportaciones se sextuplicó.
Recordemos que en este proceso de desarrollo el Estado “liberal” no permaneció inmóvil.
Más bien todo lo contrario, tuvo un papel preponderante dictando decretos y medidas
acordes con el modelo de país vigente (Ley de Aduanas, la política crediticia del Banco
Hipotecario, la política cambiaria que, al desvalorizar el peso subsidió considerablemente al
sector exportador, entre otras).
No debemos dejar de mencionar aquí la denominada expansión de la línea de frontera,
lograda a través del exterminio de la población indígena. Ello también forma parte del
proceso “modernizador” "había que incorporar nuevas tierras a la producción, sea como
sea".
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Ahora bien, el auge de las exportaciones fue resultado, en gran medida, de la expansión del
Mercado Ingles de productos alimenticios y del desarrollo de la industria británica en el
último cuarto del siglo XIX. A cambio de alimentos importados (materias primas) de nuestro
país, Gran Bretaña exportaba un gran número de productos industriales. Lo característico de
Argentina (y de la mayoría de los países de América Latina) fue que la expansión de las
exportaciones agropecuarias tuvo lugar en un contexto en el que la estructura básica de la
propiedad de la tierra ya estaba configurada: heredades, propias de la época colonial,
continuaron. De este modo quedó consolidada la estructura latifundista y surgía una élite cada vez más poderosa.
En ello debemos detenernos, al buscar los orígenes del liderazgo político de la élite
terrateniente: un sector compuesto en gran medida por familias criollas tradicionales que
aprovechando las condiciones económicas externas, posteriores a 1870 (transformaciones
que estuvieron en la base de la llamada "segunda revolución industrial), se convirtieron en
una poderosa élite local aliada a los intereses británicos.
Las necesidades del capitalismo europeo de materias primas y de alimentos baratos, que
posibilitaran mantener bajos los salarios, junto, y sobre todo, con la necesidad de áreas para
colocar sus excedentes fueron los elementos determinantes de la nueva relación. La clase
terrateniente, en función de la extensión y consolidación de sus privilegios, "abrió las puertas
y de este modo quedamos incorporados al mercado capitalista mundial”.
Nos detendremos a continuación en las inversiones de capital extranjero, rasgo decisivo de
la economía argentina en estos años. Las inversiones provenían en su mayor parte de Gran
Bretaña. El monto de las mismas sumaba -en 1910- más de 300 millones de libras
esterlinas, como se ve, ya desde las cifras puede apreciarse el carácter decisivo que este
rasgo jugó en la economía. Mirando hacia el lado de los países centrales la explicación a
este fenómeno debe buscarse en lo siguiente: como las tasas de interés que prevalecían en
los mercados de capitales europeos eran bajas, los prestamistas buscaban mayores
beneficios en las emisiones argentinas. Situados ahora en nuestro país, vemos que el
Estado jugó un activo papel, como fuente de créditos y de fondos hipotecarios. Ya vimos que
controlar el Estado significaba gozar de un tratamiento preferencial por parte de los
banqueros extranjeros y que traía aparejado importantes ventajas económicas.
De los ingleses provino también una importante inversión en ferrocarriles que se prolongó
hasta 1913, año en el que el país contaba con unos 30 mil kilómetros de vías férreas. Fue,
en gran medida este factor el que posibilitó (al reducir considerablemente los costos de
transporte) el "boom agropecuario". Ahora bien, la red ferroviaria resultante tenía un centro:
el puerto de Buenos Aires. Quizás sea éste el momento oportuno para señalar las notables
diferencias regionales en el interior de un país federalista (proclama de nuestra
Constitución). La región pampeana, centro del poder político, estaba mucho más
desarrollada que el interior, políticamente débil y tratando de preservar y desarrollar su
economía frente a los intereses mas poderosos del litoral. La red ferroviaria fue reflejo de
ello. Las líneas principales se abrían en diferentes direcciones, en forma de abanico a partir
de la ciudad de Buenos Aires, cada una de ellas atendía alas distintas regiones
agropecuarias. En el interior la cantidad de líneas era menor, poco se habrá hecho durante
su construcción para que las distintas regiones quedasen integradas.
Por último, siguiendo con la cuestión inversiones, mencionaremos las efectuadas en
servicios públicos. Antes de la Primera Guerra Mundial, los ingleses y otros europeos
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(particularmente los alemanes) comenzaron a invertir en servicios públicos. Aguas
corrientes, cloacas, adoquinamiento de calles, construcción de avenidas, ampliación de
hospitales, unido a la construcción de grandes edificios y embellecimiento de plazas por
parte de la Municipalidad, afectaron fundamentalmente a la ciudad de Buenos Aires, la que
dejó de ser “la gran aldea" para convertirse en "la ciudad grande". Hubo también
importantes inversiones extranjeras en bancos, compañías inmobiliarias y obras portuarias.
Queda claro, entonces, la complementariedad de intereses entre los sectores más
poderosos de la élite y los comerciantes e inversores británicos. La élite terrateniente
aceptaba el control extranjero de importantes sectores de la economía o la transferencia al
exterior de la riqueza del país como algo necesario para garantizar las inversiones futuras,
objetivo básico y primario.
Antes de continuar analizando otros rasgos propios de la economía, es oportuno que
abramos un paréntesis para introducir una breve reflexión que nos permita ver en
movimiento lo que llevamos dicho hasta el momento. Frases tales como “paz y
administración”, “orden y progreso”, fueron lema entre quienes monopolizaban el poder. Hay
un claro interés de la élite por mantener la estabilidad política interna, de allí que el gobierno
tratara de disipar cualquier tipo de rebelión interna. Estabilidad que, dentro de este
proyecto, resultaba imprescindible para atraer al país capital y mano de obra extranjeros.
Pero tampoco se abrió entonces una "era de paz", tal como la representan los apologistas
del régimen. Desde el sistema electoral asentado en el fraude y la violencia, hasta
intervenciones tales como estado de sitio, "policías bravas", muestran que en nombre de la
paz se imponía la fuerza.
Hubo sí un cambio en las formas de represión y consenso, de rebelión y de resistencia, en
consonancia con los cambios operados en la estructura económico-social.
Vemos
entonces que, logro de la estabilidad política (orden interno) y crecimiento
económico (hacia afuera), son dos caras de un único proyecto que respondió a los intereses
de un sector social : la oligarquía.
Veremos, posteriormente, el lugar preponderante que la educación ocupó en dicho proyecto.
En ella se han depositado importantes esfuerzos, a fin de garantizar el consenso social y la
legitimidad que el nuevo régimen requería. Por ser éste un aspecto complejo y relevante
para cuestiones específicas que este trabajo pretende explicar, nos detendremos luego para
tratarlo en profundidad.
Un último aspecto que quisiera mencionar, retomando el tratamiento de la dimensión
económica, se refiere al sector industrial. Las estimaciones estadísticas indican que hacia
1892, solo un 9% de los ingresos totales de Buenos Aires (ciudad y provincia) eran
generados por el sector manufacturero. Si bien este período no se caracterizó por el
desarrollo del sector industrial, la expansión económica produjo un impacto en este sector.
Los cambios acaecidos estimularon la instalación de las primeras plantas fabriles modernas
y la consecuente decadencia de las industrias artesanales del interior, que no se hallaban en
condiciones de competir en el mercado. A su vez la expansión de la economía agropecuaria
produjo un impacto de variados efectos en este sector: industrias que: procesaban materias
primas, industrias dirigidas a producir bienes insumidos por el sector agropecuario o de
transporte, etc." Aunque, como vimos, la mayor parte de los productos manufacturados
provenía del exterior, se produjo un desarrollo de la industria nacional, que no estuvo ligado
ni a la pequeña, ni a la mediana industria que benefició por lo tanto, en forma exclusiva a
ciertas zonas del país la zona bonaerense y el Litoral.
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Nos detendremos, ahora, a tratar brevemente otro elemento clave de este proceso de
prosperidad, alentado activamente por el Estado, nos referimos a la inmigración. En este
sentido, se organizaron campañas para el reclutamiento de inmigrantes y se subsidiaron
pasajes. La finalidad era clara: contar con fuerza de trabajo abundante y mantener los
salarios lo más bajo que fuera posible. Específicamente se necesitaba mana de obra barata
para las cosechas y arrendatarios rurales. Más adelante, a medida que la economía se fue
haciendo más compleja, hubo también oportunidades de trabajo para obreros ferroviarios Y
portuarios, y para comerciantes e industriales.
Entre 1857 y 1916 ingresaron al país unos 4.750.000 inmigrantes, de los cuales sólo
permanecieron algo más de 2.500.000. La mayor parte de ellos vinieron de Italia y algo
menos de España y de otras regiones de Europa. Ello repercutió, por supuesto, en la
estructura social de nuestro país, el 60 % del crecimiento demográfico habido en Argentina
entre 1869 y 1929 es atribuible a la inmigración.
Desde la óptica de los inmigrantes, Argentina ofrecía la posibilidad de ingresar en una cabal
economía de mercado, dejando atrás su pasado campesino o semi-campesino. Convendría,
ahora, preguntarnos qué ocurrió, en la realidad. Si bien puede decirse que muchos
inmigrantes lograron una considerable movilidad social (vinculado al desarrollo de las capas
medias), un gran número de ellos quedaban entre las filas de la clase obrera. En varios
aspectos, la Argentina distaba de ser “el paraíso ".
Desde la franca explotación, a la que en muchos casos estuvieron sometidos, hasta los
problemas relacionados con la vivienda, provocaron una serie de tensiones y conflictos. A
ello debemos sumarle la inestabilidad económica: rasgo éste que producía
desestabilizaciones en la demanda de mano de obra y en el nivel del salario real.
No faltaron, pues, tensiones entre los inmigrantes y la élite ciudadana, detentora del poder.
La mayoría de los inmigrantes se establecían al principio en la ciudad de Buenos Aires, con
el propósito de reunir capital suficiente para dedicarse luego al cultivo. Pero muchas veces
no pudieron lograr esa transición. Lo que ocurría, entonces, era que, por un lado el exceso
de inmigrantes saturaba el mercado de trabajo urbano; pero, a su vez, la élite tenía interés
en que los salarios se mantuvieran bajos en las ciudades, para así poder controlar la mano
de obra barata en el campo. Pero para mantener esta situación la élite recurría,
particularmente a partir de 1900, a su control sobre el Estado y la policía, a fin de intervenir
en los conflictos laborales que esta situación producía.
Vemos, entonces, que si bien la inmigración formó parte del proyecto vigente, en tanto motor
del crecimiento económico, habla que asegurar la incorporación efectiva, de hombres y
mujeres provenientes de otros lugares, a una estructura societal, cuyas pautas de
funcionamiento ya estaban definidas de antemano. En ello la educación tendrá un papel
relevante. En este momento la oposición no pasaba solamente entre el "nativo" y el
ciudadano; también habla que educar, socializar, transformar al inmigrante en vistas a la
obtención del "tipo nacional" requerido. Más específicamente, el centro estaba puesto en los
hijos de éstos, y a ello tendía la política educativa vigente.
Cabe señalar que muchas veces este sector de inmigrantes fue más temido por la élite que
la población nativa, a causa de los movimientos de oposición que protagonizaban y de la
experiencia sindical, de la que eran portadores. Un sector de inmigrantes, junto con la clase
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media nativa, sectores urbanos en un proceso creciente de politización, empiezan a
aparecer en el tablado político, a comienzos del nuevo siglo, desafiando el poder
monopólico de la élite.
Sin embargo es preciso señalar aquí que contrariamente a lo ocurrido en países europeos o
en Estados Unidos, la clase media urbana, en nuestro país, defendió el ordenamiento
económico tradicional y sólo cuestionó los aspectos políticos del sistema que impedían su
participación en el poder.
Las aspiraciones de movilidad social de las capas medias (sector éste cuyo incremento fue
notable en el período, ligado al proceso de urbanización) no se canalizaban en oposición
directa a la clase terrateniente y en apoyo al desarrollo del sector industrial, tal como ocurrió
en otros países.
Más bien estaban regidas por el deseo de acceder a carreras profesionales o a hacer
carrera dentro de la administración pública. Ello implicaba dependencia respecto del
Estado, lo cual estuvo lejos de satisfacer a la clase dirigente. La alta tasa de urbanización,
sumado al escaso crecimiento del sector industrial, alentaron la aparición de intensas
presiones culturales.
Por un lado, los sectores medios aspirando a transitar los caminos que conducían al poder,
por el otro, la clase dirigente, tratando de desviarlos, a fin de conservar su monopolio. Todo
ello tiene repercusión en el sistema educativo, posteriormente veremos de qué modo.
b) Consolidación nacional
Estado - Iglesia
Con lo que llevamos dicho hasta el momento podemos precisar la discusión alrededor de los
siguientes puntos:
Aunque la capitalización de la ciudad de Buenos Aires estaba lograda la federalización era
una tarea por completar. El Estado (estado en el sentido de gobierno, de administración
superior) asume, entonces la responsabilidad de garantizar la organización nacional .Estado
que está en manos de la oligarquía terrateniente, detentora del poder político y beneficiaria
exclusiva del crecimiento económico; organización nacional, por tanto, llevada a cabo desde
la óptica de esta clase y no en función de un abstracto carácter nacional.
Estado que debe consolidar y organizar un nuevo marco institucional, acorde con los
requerimientos que implica "plasmar la nacionalidad" sobre todo el territorio del país. En este
sentido en 1881 se suprimieron definitivamente las Guardias Nacionales, base del poder
militar provincial, y se produjo, en forma creciente, la especialización y profesionalización del
ejército nacional.
Una serie de medidas procuraron consolidar y organizar el nuevo marco institucional
recientemente inaugurado. Entre ellas; las leyes de organización de la Municipalidad de
Buenos Aires, de ordenamiento de los Tribunales de la Capital, de organización de los
territorios nacionales, de creación del Código de Procedimientos en lo Civil y la ley 1130 de
unificación monetaria.
En el marco educativo, específicamente, en 1881 se creó el Consejo Nacional de educación
y en 1884 se sancionó la Ley General de Educación, Ley 1420.-
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Este proceso, en que el Estado se va afianzando como órgano centralizado de poder, se
lleva a cabo no sin conflictos o tensiones con la Iglesia. En alguna medida la Iglesia es
desplazada y el Estado pasa a ocuparse de cuestiones que hasta ese momento no eran de
su incumbencia. Se produce de este modo un proceso de secularización de la vida pública,
donde la influencia de la Iglesia se ve limitada.
En el terreno educativo ello es claro con la sanción de la Ley 1420 que proclama la
obligatoriedad, la gratuidad y la laicidad de la enseñanza.
Aquí también se visualiza claramente que la Iglesia no retrocedió tan fácilmente, que tratará
de ejercer su influencia y ganarse un espacio en las instancias públicas.
Esta disputa se refleja en los debates parlamentarios previos a la sanción de la mencionada
ley. La secularización también se produce en otros órdenes. Nacimientos, defunciones,
casamientos, serán ahora registrados por el Estado.
A pesar de ello hay varios autores que sostienen que el proceso de laicización en Argentina,
se encaró "con más prudencia" que en otros países de América Latina. En el mismo sentido,
Tedesco, J. C sostiene que "toda la política del Estado con respecto a la Iglesia tendió a
arbitrar los medios para ejercer el control sobre ella y no pasar al plano de la separación
institucional."
Cultura Nacional – Ideología Importada
Dentro de este marco de "creación de lo nacional " debemos encarar el análisis del proyecto
educativo y cultural del período que nos ocupa. Así tanto el político y el economista eran
conscientes de la necesidad del proyecto educativo y cultural, tanto como el pedagogo
diseñaba sus objetivos y procedimientos función de fines políticos, económicos y sociales.
En este punto y siguiendo la línea de pensamiento que veníamos desarrollando, diremos
que las transformaciones que se producen en el ámbito de la economía y la política de la
época constituyen un proyecto articulado con la "nacionalización" de la cultura, la
homogeneización de los saberes legítimos, la uniformación de organizaciones, y métodos
escolares, la reglamentación de los títulos y las profesiones, etc
Ahora bien, debemos aclarar que esta nacionalización fue básicamente europeización,
constituyéndose ésta en el rasgo distintivo de la ideología oligárquica. El desarrollo nacional
significó básicamente adoptar pautas vigentes en los países centrales, anulando cualquier
forma de expresión o subculturas regionales.
Nacionalización, entonces, que significa anulación de lo regional y no en función de un
carácter nacional abstracto corno ya dijimos, sino ligado a claros referentes. Y ello desde el
logro de pautas de consumo y de vida (que solo eran encarnadas por los sectores mas
adinerados de la ciudad) propios de los países europeos, hasta rasgos a partir de los cuales
se fue conformando el sistema educativo en este punto el análisis es más complejo por lo
cual lo trataremos en detalle posteriormente).
También producto de la "importación", fue trasplantada a nuestro medio la filosofía
positivista. Según Korn, “es el positivismo en acción, y se liga a esta influencia el desarrollo
económico del país, el predominio de los intereses materiales, la difusión de la instrucción
pública, la incorporación de masas heterogéneas, la afirmación de libertad individualista. Se
agrega como complemento el despego de la tradición nacional, el desprecio de los
principios abstractos, la indiferencia religiosa, la asimilación de usos e ideas extrañas. Así se
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creó una civilización cosmopolita, de cuño propio, y ningún pueblo de habla española se
despojó como el nuestro, en forma tan intensa, de su carácter ingénito, so pretexto de
europeizarse" (Korn, A. 1983,pp 206, ed. 1936).
Me permití citar este párrafo en su totalidad ya que el mismo pone de manifiesto una serie
de características que vinimos analizando y otras que analizaremos luego, ligada a la
aparición del positivismo. Ya desde aquí queda claro que, con el enfoque que pretendemos
darle, este aspecto no constituye un rasgo independiente que podríamos incluir en una
supuesta historia de las ideas y/o del pensamiento. Todo lo contrario, pero agregaremos que
así como la, filosofía positivista encajó perfectamente con el proyecto político-económico
facilitó, a su vez, la expansión del modo de dominación estatal. A continuación trataremos de
explicitarlo.
Ya vimos que el logro de la estabilidad interna, "orden político", y el crecimiento económico
"hacia afuera", eran partes de un único proyecto cuya realización , desde la óptica de sus
promotores, daría como resultado el progreso del país. Orden y progreso se constituyeron
así, en las premisas fundamentales. Y el positivismo proporcionó los argumentos y los
fundamentos de orden filosófico. Aunque, como dice Korn, nada propio se agregó a las
ideas recibidas, "las aceptan como las bases
convenidas e indiscutidas de la acción
política".
Vemos entonces que las condiciones propicias para la circulación del discurso ideológico
positivista están creadas; pero este discurso, a su vez , facilita la expansión del modo de
dominación estatal, en la medida en que difunde una visión del mundo tendiente a formar
ciudadanos "abstractos”, liberados de toda clase de particularismos, dotados de un sistema
de actitudes y predisposiciones orientado a hacer posible la adhesión a una asociación de
carácter más general, como es el Estado, la Nación.
La ideología y la política cultural del Estado naciente son pues a la vez, causa y efecto de
las transformaciones que se producen en el ámbito de la economía y la política de la época.
El nuevo Estado-Nación se desarrolló, pues, conjuntamente con una cultura laica, como
respuesta a las formas culturales tradicionales, "permeadas "de religión. En la definición de
estos nuevos contenidos culturales no faltaron, por supuesto, una serle de conflictos.
c) Panorama Educativo
La educación del ciudadano
La creación de un Consejo Nacional de Educación y la sanción de la Ley de Educación
Común, Ley 1420, son dos hechos manifiestos que nos indican que estamos en presencia
de la consolidación y organización de un Sistema de Educación Nacional.
Como en este apartado vamos a profundizar el análisis, por ser relevante para el problema
del que esta investigación parte; trataremos de guiar la exposición con una serie de ejes, en
torno a los cuales estableceremos la discusión.
Si bien partimos enunciando leyes, medidas, trataremos a continuación de centrar el análisis
en torno a la realidad del sistema educativo; ya que, como sabemos, la mayoría ,de las
veces encontramos en ello importantes diferencias, sumadas a las particularidades que
estos procesos asumen en los distintos países.
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Los ejes, a los que nos referíamos, podrían ser los siguientes:
A) Función social de la educación. Relación educación sociedad. Discusión más bien
teórica, si se quiere, y
B) Análisis de la realidad, cómo se llevaron a cabo? Los sujetos y las prácticas
pedagógicas: que se enseña, dónde, a quiénes, quiénes (tema específico de este
trabajo: "El maestro como categoría social. Génesis y desarrollo en Argentina (18801920)".
Carlos Lerena, al referirse a la aparición de los sistemas educativos nacionales, afirma que
" … el paso de una sociedad de súbditos a una sociedad de ciudadanos requiere una
categoría de pensamiento nueva y un nuevo objetivo político, esto es la instrucción pública
y su sistemática extensión y desarrollo".(Lerena, C., 1983,pp 180).
Ahora bien la primera cuestión que debemos tener presente, para el caso de nuestro país,
es que la oposición súbdito/ciudadano, tomando la acepción de ciudadano como "natural de
un Estado, que tiene derechos y deberes políticos que le permiten tomar parte en el
gobierno del mismo", en realidad no fue tal durante el período que nos ocupa.
Ya habíamos señalado, en el encuadre histórico, que la participación política de la
población era prácticamente inexistente. Que la vida política consistía en una actividad
sumamente restringida a un sector de la población. La proporción de votantes era escasa y
las prácticas electorales se basaban en el fraude y la violencia. A partir de ello, vemos
claramente, que la mayoría de los "ciudadanos" de nuestro país eran súbditos de hecho.
Considero importante, pues, precisar el término "ciudadano", con las peculiaridades que
asumió su formación en nuestro país. Es claro que el proyecto educativo imperante tendía a
formar ciudadanos; pero ciudadanos acordes con los requerimientos que el nuevo orden
imponía, esto es dotados de un sistema de actitudes y predisposiciones que posibilitaría la
adhesión a una asociación de carácter mas general, el estado nacional.
Lo que se pretendía, entonces, era más bien homogeneizar a una población que de por sí
resultaba heterogénea, compuesta en su mayoría por nativos e inmigrantes .
Al conformarse el Estado Nacional, éste debió de alguna manera garantizar la unidad
nacional, como condición indispensable para su funcionamiento; de allí que el logro de la
homogeneidad cultural y social constituyó el objetivo histórico prioritario del sistema
educativo.
En este punto cabría agregar que ésta fue la función específicamente asignada a la escuela
pública y la educación primaria, en ella se han depositado importantes esfuerzos a fin de
expandirla y desarrollarla. Ello aparece claramente reflejado en los documentos de la época:
“La instrucción del pueblo ha sido una de las preocupaciones más constantes del poder
ejecutivo.” “…El poder ejecutivo ha mirado con atención todo cuanto se refiere a las
escuelas primarias” (Congreso Nacional. Cámara de Senadores, 1882, pp.17).Diremos entonces que, a través de la extensión y expansión de la enseñanza pública, se
pretendió lograr más que la formación la transformación o “conversión” tanto del nativo como
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del inmigrante en ciudadanos. Ciudadanos que debían responder a un orden ya configurado
en el cual su participación no contaba pero al que tendrían que adaptarse para que dicho
orden siga en funcionamiento.
En ello consistía básicamente la función homogeneizadora característica del proyecto
educativo, basadas fundamentalmente en la “inculcación” de ciertos valores y principios que
el ciudadano “ideal” debía portar. Ciudadano ideal pero no abstracto, ya que tenía un claro
referente social: el habitante de la ciudad y es precisamente en este sentido en el que debe
entenderse el término ciudadano en el caso de nuestro país.
Por lo tanto cuando decimos que el proyecto educativo tendía a formar ciudadanos lo
hacemos desde la aceptación que define al ciudadano como “de la ciudad”. Lograr hombres
“de ciudad”, más que habitantes de un Estado con derechos y deberes políticos que le
permitan formar parte en el gobierno del mismo, fue la función social de la educación en el
“período de la oligarquía”. Este ciudadano ideal, tal como lo representaban los intelectuales
dominantes, distaba, como vimos de la mayoría de los habitantes de nuestro país y esta
distancia debía ser acortada por la acción de la instrucción escolar.
Es preciso recordar que la definición de ciudadano que se adoptó se corresponde con el
discurso liberal occidental, en el cual el prototipo de ciudadano se distinguía por dos
atributos básicos: era un propietario y un hombre ilustrado. Pero dicha ilustración hace referencia no tanto a los conocimientos adquiridos, sino más bien a un conjunto de
predisposiciones que habilitan al individuo para constituirse en miembro pleno de la
sociedad.
Se pensaba, entonces, que difundiendo masivamente ciertos principios se lograrían
individuos acordes con las necesidades que la conformación del Estado requería." "Amar a
la patria es amar la libertad, es amar la ley, es amar el orden, es amar la autoridad, es
respetarla, sostenerla, defenderla, es sacrificar las malas pasiones. Amar a la patria es
detestar y combatir la tiranía, es detestar y combatir la anarquía (J. B. Igón, 1894, en
Tedesco, J. C., 1986, pp. 65). Individuos que respondieran al poder central, más allá de
particularismos de cualquier tipo. En este sentido es válido afirmar que la función
encomendada a la escuela pública fue fundamentalmente de orden moral, orientada hacia la
formación del hombre como miembro de la sociedad en la que le tocará vivir.
Decimos formar, o mejor, transformar o convertir más que instruir, ya que la preocupación
fundamental no era de orden "científico", sino que apuntaba, más bien a una visión que los
intelectuales dominantes tratan de imponer en vistas a una estructura social deseada para el
futuro. Ello consistía en lograr la universalización de ciertas normas, valores, principios y
hasta costumbres que eran propias de un reducido sector social.
Escuela pública = Escuela de clase
Antes de entrar a tratar cuestiones más específicas, debemos aquí ser nuevamente
cuidadosos, ya que si pretendemos aproximarnos a la realidad del sistema educativo del
período que este trabajo contempla, debemos distinguir distintos tipos de educación, según
distintos destinatarios. La escuela pública, con un predominio bastante marcado de
educación moral, en el sentido que señalamos anteriormente, estaba destinada a las clases
más desposeídas del campo y de la ciudad.
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Las clases más altas no recurrían a la escuela pública. Preferían instituciones privadas en
búsqueda, no de una supuesta superioridad científica, sino más bien de lograr distinguirse
de las clases que acudían a la escuela pública. Las escuelas privadas se ubicaban en su
mayor parte en las grandes ciudades, capitales. Así, por ejemplo, en el año 1883 había en
la Capital Federal 170 escuelas públicas y 118 particulares destinadas a la educación
básica (nivel primario).
Considero preciso señalar este tipo de cuestiones, ya que a primera vista parecería que en
este período todo tipo de educación pasaba por la escuela pública. Y si bien ésta se
expandió, la educación impartida por instituciones privadas tuvo un importante peso en la
formación de un sector de la población, las clases mas acomodadas.
Vemos entonces que en este proceso de conformación de las Sistemas Educativos
Nacionales, premisa fundamental en la consolidación de Estado "moderno", la escuela
pública se constituye en una institución destinada a educar y "moralizar" a las clases mas
bajas de la población. Esta escuela nace, pues, con un sentido misional su función está
basada en la inculcación del “nuevo mensaje”. Mensaje opuesto, la mayoría de las veces, al
que se transmite en el hogar. Esta escuela por lo tanto nace para "convertir", "redimir",
"transformar" a los hombres, y en este sentido se convertía en la punta de lanza de un
proyecto de transformación social.
A partir de lo anterior, queda planteada la función social de la escuela pública, nivel primario,
como formadora de ciudadanos, junto con las peculiaridades que asumió esta formación.
Diremos, a continuación, siguiendo con la idea de la cual partimos: distintos tipos de
educación según distintos destinatarios, que la formación del hombre "apto" para
desempeñar papeles políticos se llevó a cabo en los niveles medio y superior, a los cuales
sólo accedía un reducido sector de la población. Efectivamente, ellos son los que más tarde
van a ocupar cargos políticos.
Se verá que posteriormente, en el transcurso de las dos primeras décadas del presente
siglo, en la medida que la instrucción publica se expande, nuevos sectores sociales
"lucharán por el acceso a los niveles secundario y universitario. Ello, desde lo coyuntural,
está asociado a que el acceso a la posesión de bienes culturales era la única garantía de
movilidad social, ya que, como vimos, el escaso desarrollo industrial impedía la utilización de
esta vía.
Pero en otro nivel de análisis resulta válido poner de manifiesto que si bien el proyecto
educativo tiende a reproducir el modelo de sociedad vigente (desde la óptica de la clase
dominante y favorable a sus intereses) en la medida en que la matrícula se expande vemos
surgir conflictos y tensiones que no se ajustan mecánicamente al modelo vigente.
Estado y educación : Hacia la construcción de un nuevo discurso
En términos generales, podemos decir que como parte del proceso de consolidación de los
Estados Nacionales modernos tiene lugar el surgimiento de una política educativa, cuyos
puntos claves son: la obligatoriedad escolar (alfabetización universal), y como corolario de
ello una educación gratuita y laica. En este marco la acción del Estado, en forma
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permanente y sistemática, se dirige a la orientación, supervisión y provisión del sistema
educativo escolar.
Ahora, especificando el análisis, vemos que dentro de un régimen oligárquico (como el que
tuvo lugar en nuestro país, apoyado básicamente en el monopolio del poder estatal),
quienes ejercían la orientación, supervisión y provisión del sistema educativo era la élite
dominante, a través de la acción estatal. Considerando a la educación como mecanismo de
control social, uno de entre ellos pero que en este período adquirió notable importancia,
aparece clara su utilización por parte de la élite dirigente para llevar a cabo su proyecto
político.
Los medios utilizados, desde la acción estatal, para lograr que efectivamente la educación
"controle", fueron muy variados. Los mismos van desde, la determinación de un currículum,
hasta la selección de personal o desde la difusión de ciertos valores hasta impedir que
determinados sectores de la población tengan acceso a determinadas esferas del
conocimiento. A algunos de estos aspectos ya hicimos referencia. Otros, tales como la
"selección de personal", serán tratados posteriormente. Desde ya podríamos ir adelantando
que, como parte de este proceso de selección, se llevó a cabo la formación de agentes
especializados, en instituciones específicas, agentes que una vez formados serían los
"elegidos" para difundir un nuevo mensaje.
Escolarización de la cultura
Pasaremos a continuación a tratar de responder los interrogantes que nos planteamos al
comienzo de este apartado y que aún no tratamos. Algunos aspectos de los mismos fueron
apareciendo en las consideraciones ya expuestas, lo que haremos a continuación es
tratarlos con cierto detenimiento.
Ante la pregunta qué se enseñaba en las escuelas públicas, "guardianas por excelencia de
nuestro tipo nacional" (expresión tomada de Durkheim), diremos que si bien era importante
lograr el aprendizaje de ciertos conocimientos tales como nociones de lecto-escritura,
historia y geografía de nuestro país e instrucción cívica, el acento estaba puesto en una
noción más amplia que podríamos denominar "culturalizar” . Partiendo de este término es
posible visualizar la noción de cultura propia de la época. Sólo es cultura legítima la que se
transmite en la escuela, el resto no es en verdad cultura. En este marco el analfabeto, el
que no va a la escuela, es pues, un "inculto”, ya que no ha pasado por ese proceso de
culturalización que la escolarización implica. Pero culto no era el que sabía y conocía
muchas cosas, sino el que poseía una estructura personal, “un conjunto de esquemas
ideales”, un “estilo” que sirva para la “intuición, el pensamiento, la concepción, la valoración
y el tratamiento del mundo”.
Con ello vemos que la cultura "se escolariza", que el proceso de culturalización pasa a
convertirse en un fenómeno escolar. Si preguntáramos a continuación en qué consistía
dicho proceso, responderíamos que comprende desde el aprendizaje de los conocimientos
antes mencionados, poniendo especial énfasis en la enseñanza del idioma nacional,
tratando así de superar dialectos y particularismos regionales, como así también idiomas
y/o modismos extranjeros (piénsese en los inmigrantes y sus descendientes); hasta y sobre
todo educación moral, sin excluir la educación corporal o física (ello hace referencia,
fundamentalmente al logro de ciertos hábitos, maneras y pautas de vida).-
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Instrucción General – Educación Moral
“Tengo la íntima convicción de que la base mas sólida del engrandecimiento de un pueblo es la
instrucción general. Por ella se eleva el nivel moral de los ciudadanos, y la Nación adquiere todos los
resortes que la mantienen, vigorosa y fuerte”. (Congreso Nacional Cámara de Senadores, l884, pp.
19).
Como ya vimos, difundir ciertos valores, normas y principios que se transformen en pautas del hacer
y del pensar, que orienten las acciones futuras de los individuos, fue el objetivo prioritario. De allí que
haya cobrado tanta importancia la educación moral, como lo pone de manifiesto el discurso citado
en el primer párrafo.
Debemos ahora especificar el tipo de moral al que se hace referencia. Y ello porque ya no se trataba
de una moral religiosa, basada en principios divinos, sino de una moral laica "con pretensiones " de
racionalidad y universalidad. Moral laica, neutral, situada más allá de las religiones particulares, ya
que el propósito era encontrar un común denominador para formar al "hombre genérico".
Durkheim define la educación moral laica del siguiente modo: "Debe entenderse por esta forma de
educación, una que se prohíbe a sí misma toda referencia a los principios sobre los cuales se basan
las religiones reveladas y que se apoya exclusivamente sobre ideas, sentimientos y prácticas
justificables por la sola razón”(Durkheim, 1973). Pues bien, si la moral es racional, en la medida que
utiliza ideas y sentimientos que son de la esfera de la razón se utilizó, para fijarla en los espíritus,
procedimientos que escapan a la razón.
En el amor a la escuela, a la ciencia y a la patria, se basa la educación moral. A pesar de ser laica, la
escuela que de ello se nutría no deja de ser religiosa, en la medida que: "trata de hacer de la ciencia
la admiración suprema del niño, de la escuela y la familia su cariño más hondo y del amor a la Patria,
un culto"(Tenti, Emilio - 1985); es decir que lo que se cultiva en el espíritu infantil, es un sentimiento
de tipo religioso; en el maestro un sentimiento de misionero o apóstol , que a pesar de ser laico ,
tenderá a reproducir las formas y características propias del sacerdote.
Se creyó que para laicizar y racionalizar la educación bastaba con eliminar todo aquello que era de
origen extra laico. Sin embargo si bien hubo un cambio en el contenido la forma permaneció y fue
justamente ella la que posibilitó la adhesión esperada. La dignidad atribuida a las reglas morales no
ha sido expresada más que bajo la forma de concepciones religiosas. La moral fue concebida como
dependiente y emanada de la divinidad, fuente de todo lo sagrado.
En esta concepción de moralidad vemos que se mantuvo el carácter sagrado y se procuró hacérselo
llegar al niño y al maestro. De esta fuente, según Durkheim, el maestro sacaba parte de su
autoridad, pues el sentimiento que tenía al hablar en nombre de una realidad superior lo elevaba
por encima de sí mismo, comunicándole una mayor energía. Ello aparece claramente en el discurso
del período que estamos analizando: "El educador sería un ministro de Dios, cuya misión terrenal
completaría la educación, desarrollando en su mayor armonía las fuerzas vivas depositadas en cada
uno por la Divina Providencia". (Monitor de la Ed. Común, 1885).
Nota: El concepto "escolarizacion de la cultura"; "como la forma particular que asume la institucionalización de las acciones
educativas o de los modos de transmisión y apropiación del saber en el ámbito neohistórico occidental, en estrecha
asociación con el surgimiento del capitalismo, su consolidación y su expansión universal"; es utilizado por el Dr. Cano, D.
(como eje de trabajo). Véase Proqrama de Historia Social de la Educación – UNLu –Dpto. de Educación, 1989 • -
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