LA LLUVIA DE PARÍS LORENZO SILVA ESTHER GARRIDO GARCÍA 3º E Hay una imagen en mi memoria que también tiene que ver con esto del fin de la adolescencia y que tal vez resulta mucho más apropiada para cerrar mi libro. La veo como si fuera una película. La escena sucede en la casa de Irene, una tarde de aquel diciembre. Afuera ya está oscuro. Los padres de Irene están de viaje y hemos decidido refugiarnos allí después de comprobar que en el parque de Castilla-La Mancha hace demasiado frío. Irene está sentada en el suelo, Silvia sobre la cama de Irene y yo, recostada contra la puerta. En el suelo está, vacía, la botella de sidra que nos hemos bebido para recordar el juramento de amistad que hicimos un par de meses atrás. Las tres estamos calladas, mientras suena un disco de The Cure. Recuerdo perfectamente la canción, Lovesong. Empieza la letra: Whenever I am alone with you You make me feel like I home again… “Cada vez que estoy a solas contigo, me haces sentir de nuevo en casa.”. Lo Repite varias veces haciendo versiones del final: “Cada vez que estoy a solas contigo, me haces sentir que soy de nuevo joven… Cada vez que estoy a solas contigo, me haces sentir que soy de nuevo libre…” El ritmo es un poco obsesivo, como en todas las canciones de The Cure, pero ésta es quizá la más melodiosa y la más romántica de todas. Dice el estribillo: However far away I Hill always love you. Irene que es la que tiene el mejor nivel de inglés, asegura que la traducción más correcta sería: “Aunque esté lejos, te querré siempre”. Las tres lo escuchamos, pero cada una lo siente a su manera. No me atrevería a decir en qué piensa Irene. A veces tengo la sensación de que solo conozco lo que hay en la superficie de su pensamiento y que el fondo ni ella misma lo conoce bien. Con Silvia me atrevo un poco más. Sé que hay alguien en quien piensa, alguien que podría ser ese tú del que la canción habla todo el rato. Puedo ver en su gesto que se está acordando de él. Y desea temerosa que pase el tiempo, y que cuando le llame, él esté todavía ahí En cuanto a mí, siento muchas cosas a la vez. Siento que habla de esta pequeña ciudad donde las tres vivimos y a la que Silvia ha vuelto, después de su aventura parisina. Siento que habla de nuestras ilusiones juveniles, las que a partir de ahora ya no podremos tener como antes, y echaremos de menos. Y siento que habla de nosotras, que siempre, pase lo que pase, guardaremos el recuerdo de lo que hemos vivido juntas y el tesoro de nuestra amistad, como un refugio contra las tormentas. Porque va a llovernos encima, ya lo sé. No tengo más que mirar los ojos de Silvia, que antes eran verdosos y ahora tiran a grises. De tanto mirarla, han cogido para siempre su color. El color de la lluvia de París.