http://www.scba.gov.ar/falloscompl/C...0201101406.doc

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Reg. Sent. Nro. 198/06, causa 101.406, "DEFRANCO, DANIEL
C/ASOC.
MUTUAL
DE
POLICIAS
Y
PENITENCIARIOS
BONAERENSES
S/COBRO EJECUTIVO", juzg. 13
//en la ciudad de La Plata, a los
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días del mes de
Setiembre de dos mil seis, reunidos en Acuerdo Ordinario el
señor Juez de la Excma. Cámara Segunda de Apelación, Sala
Primera, doctor Carlos Saúl Marroco y el señor Presidente
doctor Enrique Edgardo Bissio, por integración de la misma
(art. 36 ley 5827), para dictar sentencia en los autos caratulados: "DEFRANCO, DANIEL C/ASOC. MUTUAL DE POLICIAS Y
PENITENCIARIOS
BONAERENSES
S/COBRO
EJECUTIVO"
(causa:
101.406), se procedió a practicar el sorteo que prescriben
los artículos 168 de la Constitución de la Provincia, 263 y
266 del Código Procesal, resultando del mismo que debía votar en primer término el doctor MARROCO.
LA SALA RESOLVIO PLANTEAR LAS SIGUIENTES CUESTIONES:
1ra. ¿ Resulta ajustada a derecho la apelada sentencia
de fs. 383/387 ?.
2a. ¿ Qué pronunciamiento corresponde dictar?
V O T A C I O N
A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA EL DOCTOR MARROCO DIJO:
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I) Ha sido dictada sentencia de trance y remate que rechazando las excepciones de inhabilidad y falsedad de título,
mandó llevar adelante la ejecución promovida en autos.Asimismo fue desestimado el pedido de sanciones requerido
por el actor.La decisión suscitó el alzamiento de ambas partes. Mientras
la actora se disgusta por el rechazo del pedido de sanciones previstas en el artículo 549 del Código Procesal, la
demandada insiste en la procedencia de las defensas ensayadas y el consecuente rechazo de la ejecución, entablada en
su contra (v. fs. 390/391 y fs. 404/405 respectivamente).Sólo los agravios explicitados por la demandada llegan contestados por la contraria (v. fs. 404/405 y fs. 410).II) Razones de índole metodológica aconsejan abordar en
primer lugar los agravios explicitados por la accionada
pues de resultar fundados, perderían virtualidad los de la
contraria.En ese orden de ideas, comienzo por señalar que en la especie, Daniel Fabián Defranco se presenta entablando formal
demanda ejecutiva contra la Asociación Mutual de Policías y
Penitenciarios Bonaerenses, sobre la base del documento que
en copia luce a fs. 6, esto es un pagaré librado "a la vista" y con cláusula "sin protesto". Del mismo se aprecia -en
lo que aquí interesa- que contiene al pie dos firmas ilegi-
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bles debajo de las cuales llevan estampados sendos sellos
aclaratorios que indican: Jorge Rodolfo Gandini, Presidente
A.M.P. y P.B. y Jorge Sarosky secretario A.M.P. y P.B..En su momento la accionada opuso excepción de inhabilidad
de título y de falsedad de la firma estampada en el cartular como perteneciente al secretario.En
cuanto
inhabilidad
a
de
la
primera
título-
la
de
la
defensas
demandada,
luego
articuladas
de
negar
la
existencia de la deuda, adujo violación a las normas estatularias según las cuales, el documento que se ejecuta pagaré- para obligar a la entidad debía estar firmado por
el presidente y por el tesorero.Con relación a este tramo de la controversia señalo en primer lugar que quién acciona ejecutivamente justifica su derecho con el título que le sirve de base a la pretensión,
de ahí que las providencias que toma la ley comercial con
los instrumentos denominados "cartularios", que valen por
sí mismos con independencia de causa alguna que les haya
dado origen, deben necesariamente ser formalmente severas,
porque de ellas depende el crédito público que los comerciantes tienen de esos documentos, en orden a su autenticidad y a su rápida transmisibilidad por endoso, que llega a
que el librador pueda ser demandado por un tercero a quien
nunca vio, conoce o tuvo relación alguna, siempre que los
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mecanismos formales en cuanto a creación del documento cartulario y a su circulación (endosos) se hayan cumplido. Ese
principio de rigor, formal y material inherente a los títulos cambiarios, determina la exigencia de que las prerrogativas conferidas por ellas al acreedor no se encuentren
condicionadas a obligaciones extracambiarias de cualquier
índole que fueran, instituidas por acto contemporáneo o
posterior a su otorgamiento, que quebrantarían la eficacia
del título al desconocer sus principios fundamentales y
pugnando con el carácter coactivo del derecho cambiario,
que no tolera formas ni convenciones dictadas por el interés particular de las partes, sometiéndolas ineludiblemente
a las de la ley (esta Sala, causa 90.968, reg. sent. 85/99;
95.716, reg. sent. 270/01). Como correlato de lo expuesto y
en orden a los incuestionables caracteres de autonomía,
abstracción y literalidad que caracterizan al título de
crédito base del reclamo, se revelan marginadas todas aquellas cuestiones extrañas a los prealudidos aspectos extrínsecos del título, entre lo que se cuentan aquellos vinculados a la relación subyacente o causal que pudo vincular a
las partes, pues tales cuestiones rebasan las posibilidades
técnicas propias del compulsorio, donde el rito se manifiesta con mayor severidad, limitación por otra parte que
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rige
tanto
para
el
ejecutante
cuanto
para
el
ejecutado
(arts. 518, 52 inc. 5to., 542 del Código Procesal).La defensa bajo análisis inhabilidad de título se funda en
definitiva en la falta de legitimación pasiva para obrar,
pues lo que se pretende demostrar para repeler la acción
entablada, es que no mediaría vinculación de identidad entre la persona demandada y el sujeto pasivo de la relación
cartular. Es por tal razón que se justifica el análisis de
las estipulaciones estatutarias sobre los que se asienta el
funcionamiento de la entidad demandada. En tal sentido esto es cuando se trata de excepciones derivadas de la falta, abuso, exceso de representación- puede ser necesario
incursionar en aspectos relacionados con la relación subyacente, que no importa admitir el planteamiento de excepciones causales, sino, con la finalidad bien diferente, de verificar la existencia de la relación representativa cuya
eventual
(Paez
ausencia
Ares
obstaría
"Excepciones
la
posibilidad
cambiarias
y
del
de
imputación
cheque",
pág.
292).De ahí que, aún cuando la actora haya acompañado con su demanda el convenio que la vinculara con la entidad demandada, ello no significa traer a debate la relación causal con
una finalidad diferente a la referida, esto es, la dilucidación de la autoría del acto cambiario. Por ello se ha di-
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cho que las excepciones derivadas de la falta o exceso de
representación son oponibles "erga omnes" (Martín E. Paolantonio y Eduardo M. Maccero "La representación cambiaria
en las asociaciones civiles", L.L. 1991-E-154, nota 5). De
tal modo, queda desplazada toda posibilidad de relativizar
la habilidad del pagaré en ejecución desde cualquier otro
punto de mira extracartular -fuera de los señalados- como
lo es la alegada falta del correspondiente correlato contable de la deuda que se ejecuta segun los libros de la entidad accionada y que da cuenta la experticia de fs. 303/305
a la que refiere la demandada, como prueba asertiva de la
inexistencia de la deuda (arts. 518, 521 inc. 5to., 542
inc. 4to. del Código Procesal y su doct.).Ahora bien, el Estatuto Social de la Asociación Mutual de
Policías y Penitenciarios Bonaerenses (fs. 133/144) prescribe entre las obligaciones del tesorero de la entidad la
de librar órdenes de pago resueltas por el Consejo Directivo y firmarlos conjuntamente con el presidente (art. 23).A su vez el presidente, representa a la entidad y cuenta
con atribuciones para firmar la correspondencia y demás documentos de la asociación conjuntamente con el secretario y
tesorero según corresponda (art. 21).En rigor de verdad, orden de pago se refiere a instrumento
de pago como lo es el cheque (art. 1 dec. ley 4776/62) a
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diferencia del pagaré que al ser un instrumento de crédito
importa el reconocimiento de una deuda cuya función es propia de otros papeles de comercio. Coincido con el "a quo"
entonces es que no es dable exigir del acreedor ejecutante,
mas allá de lo razonable, un conocimiento exahustivo de las
exigencias internas que gobiernan los actos de quienes se
desempeñan como funcionarios de la institución, que como
quedara expuesto, tampoco son de una claridad concluyente,
mas bien diría de incómoda precisión y que, con las firmas
del presidente y secretario, -de cuya autenticidad me ocuparé más adelante- resulta suficiente para generar en el
ánimo del actor la creencia no culpable de que los firmantes actuaron en el ejercicio de sus funciones involucrando
pasivamente a la entidad que representan (arts. 36, 37,
1874 del Código Civil).Cierto es que nuestro codificador adscribe a la teoría de
la representación cuando se ocupa de los dirigentes de las
personas jurídicas según se aprecia de la denominación de
"mandatarios" contenida en la parte final del artículo 36
del Código en correlación con los artículos 37 y 42 del
mismo cuerpo legal (conf. LLambías J.J. "Código Civil Anotado, Parte Gral.", Tomo II, pág. 71/72 y pág. 90/91).Y es precisamente por aplicación de las reglas del mandato,
que a la hora de analizar la responsabilidad de las perso-
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nas jurídicas por la actuación de sus representantes, es
posible apartarse de un análisis centrado estrictamente en
la formación de la voluntad contractual para tomar en cuenta la protección en los terceros desde la figura del mandato aparente inmerso en la noción más abarcadora de la apariencia jurídica, cuyo valor ha sido reconocido con base en
criterios de seguridad jurídica.A juicio de Garrigues, en el conflicto entre seguridad del
tráfico y seguridad del derecho vence la protección del
primero: la legitimación formal es sustento de apariencia
("Temas del Derecho Vivo", pág. 47).La apariencia jurídica es una situación que se presenta
cuando un hecho cualquiera hace aparecer a aquélla como si
realmente existiese, considerándose que el mandato aparente
se configura cuando una persona obra a nombre de otra sin
poderes suficientes y, sin embargo, los pormenores que rodean su gestión tornan razonable suponer que obra en ejercicio de un mandato (Cám. Nac. Civ. Sala H sent. 29-06-99;
L.L. 2000-C-670).En tal orden de ideas se ha decidido, con criterio que comparto, que no son oponibles a los terceros de buena fe las
reglas estatutarias de representación, cuando la conducta
del mandante, ha creado una apariencia respecto a la atribución de las facultades del mandatario generando la certi-
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dumbre, para el tercero, de haber quedado obligada (Cám.
Nac. Com. Sala A sent. del 16/10/98 en L.L. 1999-C-463).En función de lo expuesto cabe ratificar la solución dada
en la instancia de origen en cuanto rechazó la excepción de
inhabilidad de título intentada (arts. 1869, 1873, 1874,
1931, 1934 del Código Civil; 34 inc. 4to.; 163 incs. 5to. y
6to.; 242, 246, 260, 261, 542 inc. 4to. del Código Procesal).No mejor suerte ha de merecer la excepción fundada en la
alegada falsedad de la firma inserta en el pagaré de autos
como perteneciente al secretario Jorge Sarosky. Ante la excepción de falsedad de título articulada contra el instrumento base de ejecución, la prueba pericial caligráfica es
decisiva. Tan relevante es que se la ha considerado como la
idónea para acreditar la falsedad, adquiriendo prioridad
sobre otras pruebas ofrecidas a tales efectos. Es un medio
de excelencia para determinados casos, integrando los conocimientos del Juez, a través de explicaciones técnicas (ésta Cámara Sala II, causa 104.830, Reg. Sent. Def. 26/06).En efecto, el dictamen pericial tiene pleno valor probatorio cuando el experto se pronuncia sobre hechos que el mismo aprecia desde su propia experiencia y aplicando principios científicos que como profesional universitario conoce
debidamente, fuerza convictiva que sólo puede enervarse por
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fundadas razones científicas, resultando insuficiente para
lograrlo el echar mano a la opinión de profanos o hacerlo
sobre la base de meras discrepancias subjetivas, toda vez
que es necesario algo más que disentir, es menester probar,
arrimar evidencias capaces de convencer al juez que lo dicho por el especialista es incorrecto, que sus conclusiones
son erradas o que los datos proporcionados como sostén de
sus afirmaciones son equivocadas (arts. 384, 473, 474 Código
Procesal;
ésta
Sala
causa
97.448,
reg.
sent.
def.
234/02).Por lo tanto no es suficiente con que una de las partes impugne la pericia para que sea necesaria la producción de
otra, ya que de lo contrario la eficacia de las mismas quedaría sujeta a la voluntad de las partes. Las razones para
dejar de lado un informe pericial deben ser de tal entidad
que demuestre que las conclusiones del perito se apartan de
las reglas lógicas de su ciencia o lo que es lo mismo, que
carecen de sustento científico (Cám. Primera Sala I, M. P.
causas 125.553, reg. sent. def. 494/03; 126.388, reg. sent.
def. 8/05).En la especie, la experticia obrante a fs. 340/352 luce
prolijamente fundada, revelando un análisis pormenorizado
de los elementos de cotejo peritados, donde se explicitaron
detalladamente las diligencias y operaciones técnicas sobre
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las que se asentó la conclusión. Y frente a la impugnación
de fs. 356/357 vta., por cierto incisiva, la perito brindó,
con la misma calidad expositora y rigor científico, argumentos de refuerzo para respaldar su originaria posición
(ver fs. 365/370).Para descalificar la conclusión razonada y fundada del perito calígrafo es imprescindible el aporte de elementos de
juicio de, cuanto menos, igual poder de convicción que el
dictamen que se pretende impugnar, sin que el disenso formulado
por
el
apelante
permita
advertir
el
error
o
el
inadecuado uso que el técnico hubiere hecho de los conocimientos de los que por su título se supone dotado. La circunstancia de que las conclusiones periciales no resulten
vinculantes para el juez no significa que pueda apartarse
arbitrariamente de las mismas, pues en todos los supuestos
la desestimación de sus afirmaciones debe ser razonable y
científicamente fundada (art. 474, C.P.C.; ésta Sala causa
91.786, reg. sent. 186/04).Por consiguiente, a la luz de la pauta valorativa que suministran las reglas de la sana crítica y tomando en consideración el criterio de análisis que brinda el artículo 474
del Código Procesal, corresponde atribuirle al informe pericial de fs. 340/352 conjuntamente con las respuestas de
fs. 365/370, plena eficacia probatoria (arts. 384, 474 del
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Código Procesal) quedando desplazada la pretensión dirigida
a este Tribunal a fin de realizar una nueva pericia con
idéntica finalidad, no solo por las razones "ut supra" apuntadas por sí suficientes para sellar la suerte adversa
de este tramo de la queja-, sino porque además la apertura
a prueba en segunda instancia es improcedente cuando se
trata de un recurso concedido en relación (arts. 270 del
Código Procesal).Finalmente, en cuanto a la aplicación de las sanciones procesales sobre las que insiste la actora frente a la denegatoria dispuesta por el "a quo" cabe decir que su procedencia, ya desde la perspectiva del artículo 45 o el artículo
549 del Código Procesal, obedece a la necesidad de sancionar la conducta procesal dilatoria y obstruccionista del
litigante. El interés social requiere que las garantías que
la ley acuerda para la defensa de los derechos en el proceso, no se conviertan en medios eficaces para prolongar el
goce de estados y situaciones ilegítimas en perjuicio de
quienes deben aguardar más allá de lo razonable, la hora de
la justicia (S.C.B.A., Ac. y Sent., 1957.IV-617; E.D., Tomo
5, p. 683; Tomo 10, p. 35).La Carta Magna al acordar la garantía en virtud de la cual
nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo (art.
18 Const. Nac.), en modo alguno puede interpretarse auspi-
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ciando la mala fe en la defensa de los pretensos derechos,
que es justamente lo que trata de combatir el ordenamiento
en cuestión (Cám. 2, Sala III, causas B-15307, reg. int.
669/65 y B-16.657, reg. int. 194/66).En suma, es principio recibido que aquellos litigantes que
usan defensas o ataques únicamente como medios obstruccionistas o dilatorios para evitar el cumplimiento de lo debido, alongando de ese modo el pronunciamiento jurisdiccional, evidenciando una conducta reñida con elementales deberes de lealtad, probidad y buena fe, resultan pasibles de
sanción procesal (arts. 34 incs. 5to., ap. "d" y 6to., 45 y
549 CPC).Así entonces frente al desconocimiento por parte de la demandada de la firma perteneciente al secretario de la entidad, luego desvirtuada su falsedad por el categórico informe pericial antes referido, se configura objetivamente un
supuesto de inconducta procesal, y queda evidenciado el hecho de litigar sin razón valedera, esto es, resistirse indebidamente
a
una
pretensión
legítima
(Colombo,
"Código
Procesal...", 1969, Tomo I, pág. 286).Postulo en consecuencia imponer a la demandada una multa
equivalente al 3 % del importe de la deuda en ejecución en
favor de la contraria (arts. 45, 549, del Código Procesal).-
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Con el alcance indicado Voto POR LA NEGATIVA.
A la misma primera cuestión, el Sr. Presidente doctor Bissio, dijo que:
Por coincidir con las motivaciones desarrolladas en el
voto que antecede adhiere al mismo (art. 266, C. Procesal)
y, en consecuencia, vota también por la NEGATIVA.
A la segunda cuestión planteada el Sr. Juez Dr. Marroco,
dijo:
Atendiendo al Acuerdo logrado corresponde, y así lo propongo modificar la apelada sentencia de fs. 383/387 y en consecuencia imponer a la demandada en concepto de multa el 3
% del importe de la deuda en ejecución y en favor de la
contraria y confirmarla en lo demás que decide y fuera objeto de recurso y agravios. Postulo que las costas de Alzada sean soportadas por la demandada que reviste objetiva
condición de vencida en el proceso de apelación (arts. 68 y
69 del Código Procesal).ASI LO VOTO.
A la misma segunda cuestión, el Sr. Presidente doctor Bissio dijo: que coincidiendo con la solución propuesta en el
voto que antecede, también se expide en el mismo sentido.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente:
S E N T E N C I A
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POR ELLO, y demás fundamentos expuestos se modifica la
apelada sentencia de fs. 383/387 y se impone a la demandada
en concepto de multa el 3 % del importe de la deuda en ejecución y en favor de la contraria y se la confirma en lo
demás que decide y fuera objeto de recurso y agravios. Costas de Alzada a la demandada. REG. NOT y DEV.
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