Autoría: Calo García, Estefanía Área temática: teoría Título: ¿Una teoría social sobre la vivienda? Universidade da Coruña Resumen: El objetivo principal de este artículo es hacer una revisión de la evolución de las teorías residenciales a lo largo del siglo XX y las teorías más recientes para conocer sus argumentos y las posibilidades y retos teóricos que nos plantean a la hora de analizar la vivienda. A través de la descripción de las Cortés Alcalá, Jim Kemeny, Amos Rapaport Henny Coolen y las aparecidas en la revista Housing, Theory and Society intentaremos reflexionar sobre la posibilidad de establecer una teoría social sobre la vivienda. Palabras clave: teorías residenciales, Luis Cortés Alcalá, Jim Kemeny, Amos Rapaport Henny Coolen, Housing, Theory and Society. Introducción: La situación actual de crisis económica ha puesto a la vivienda en el mapa del interés académico desde una perspectiva nueva y reformada. Partiendo de la base de que la vivienda es una necesidad humana y social primaria, ¿podemos desarrollar una teoría social de la vivienda? Según Cortés Alcalá (1995), la vivienda es un derecho que no se cubre correctamente, por lo que es necesario llevar a cabo una reflexión teórica y práctica que permita solucionar este problema desde una perspectiva teórica integradora como la que puede aportar la Sociología. Este enfoque es defendido también por Jim Kemeny (1992) que ha introducido el debate a nivel internacional acerca de la necesidad de una teoría social sobre la vivienda. Este autor entiende que no podemos caer en estudios residenciales meramente empíricos porque la vivienda forma parte de la estructura social, debemos desarrollar conceptos y teorías que nos permitan comprender en profundad los datos y las variables analizadas. La idea fundamental defendida por Kemeny es que la investigaciones residenciales deben basarse en la interdisciplinariedad para integrar cuestiones teóricas y empíricas y generar, por lo tanto, una teoría social sobre la vivienda. 1 Pero ¿cuál debe ser la base de esta teoría? Partiendo de las ideas de Kemeny, en el haber de la revista Housing, Theory and Society, se ha desarrollado un debate orientado hacia cual es la vía más adecuada para realizar estudios sobre vivienda. Algunos teóricos como Bo Bengtsson (2009) valoran el impacto positivo de la teoría política en los estudios residenciales mientras que para autores como Ken Gibb (2009) la economía es la disciplina más útil en los estudios residenciales. Hay posiciones más extremas como la defendida por Chris Allen (2009) según la cual la creación de la teoría residencial no es más que el imperialismo de los académicos sobre la población, por lo que hay que centrarse en las necesidades de los ciudadanos directamente, sin intermediación de ninguna teoría social que colonice el conocimiento popular. Cada uno de ellos tiene fuertes argumentos que se deben considerar, pero la idea fundamental, que tanto Cortés como Kemeny defienden, es la necesidad de realizar estudios interdisciplinares sobre la cuestión residencial utilizando los conocimientos de las distintas áreas que analizan la vivienda para llegar a comprenderla de forma más profunda. Este intento de unificar el conocimiento sobre vivienda puede ser logrado teorizando la vivienda por sí misma como dice King (2009). La vivienda no es una disciplina, pero puede tener una teoría por derecho propio con conceptos particulares. Puede ser construida como fenómeno en sí mismo, pero complementada con las aproximaciones hechas desde otras áreas. Esto es, la vivienda debe estar integrada en un marco teórico más amplio por lo que desarrollar una teoría social sobre la vivienda nos puede ayudar a afrontar la crisis y los cambios que estamos viviendo en la actualidad. En el siguiente artículo se describen de forma resumida las principales ideas actuales sobre como afrontar los estudios relacionados con la vivienda. La primera parte está dirigida a sintetizar los antecedentes de los estudios residenciales explicando cuales fueron las causas que impulsaron el interés de los intelectuales por este fenómeno social. Seguidamente se presentan las ideas de los dos principales autores que introducen el debate sobre la teoría social de la vivienda en la actualidad, Kemeny a nivel internacional, y Cortés a nivel español y otras concepciones desarrolladas durante el siglo XX por distintos autores, todos ellos representantes de diferentes teorías. A continuación se describen las perspectivas más recientes que entran en debate en el 2 haber de la publicación Housing, Theory and Society para luego intentar llegar a una conclusión sobre cual es la mejor manera de alcanzar una teoría social sobre la vivienda. Antecedentes y primeras líneas de investigación. La vivienda comenzó a ser objeto de estudio a partir, fundamentalmente, de la Revolución Industrial. La industrialización y urbanización de algunas ciudades como Londres supuso la aparición de nuevos problemas relacionados con la vivienda que hasta ese momento no se habían dado en las sociedades tradicionales. Por esta razón los intelectuales comienzan a interesarse por esta nueva problemática y a analizarla para solucionar las dificultades que de ella se derivan. Según Cortés Alcalá (1995) existen diferentes aproximaciones y corrientes en el estudio de la vivienda. Cada una de estas perspectivas tiene en cuenta diferentes problemáticas y analizan este objeto de estudio desde una orientación distinta. A continuación describiremos brevemente las teorías que configuran el inicio de los estudios residenciales a finales del siglo XIX e inicios del XX. Los primeros enfoques son el neoclásico y el neomarxista. El primero se centraba en la idea de que los usuarios maximizan la utilidad de la vivienda, entienden por lo tanto que el mercado residencial es perfecto y que todos los actores implicados poseen la misma información para poder maximizar los beneficios de la vivienda en una situación de igualdad. Estos estudios se basaban en la teoría de la elección racional y centraban su investigación en el estudio del mercado de la vivienda. El enfoque marxista, por otra parte, entendía que la problemática residencial era consecuencia del sistema de producción capitalista. En el contexto de una sociedad industrializada los obreros se ven obligados a vivir en condiciones de hacinamiento y en viviendas insalubres en las ciudades emergentes que no estaban preparadas para recibir este nuevo ingente poblacional. La solución formulada por esta teoría era la abolición del sistema capitalista y de la propiedad privada del suelo. Estos estudios entienden que el mercado residencial era un elemento que producía excedentes para el capitalismo, por lo que la vivienda se convierte en un bien de consumo para los trabajadores más que en un derecho fundamental. La vivienda pasa a ser una mercancía en manos de los que poseen los recursos por lo que se convierte en un elemento más de la relación de 3 desigualdad que produce el sistema capitalista, esto es, un factor más de los conflictos de clase. A partir de mediados y a finales del siglo XX aparecen nuevas teorías que demuestran la importancia del estudio de la vivienda a diferentes niveles, pero fundamentalmente relacionado con la estructura social. Basset y Short (1980) desarrollan una teoría de corte marxista que se basa en la idea de que la vivienda contribuye a la reproducción de la estructura de poder sobre los trabajadores como manifestación de los diferentes niveles de renta existentes. Por esta razón la debemos entender como una variable más que reproduce relaciones sociales desiguales a través de la correspondencia que existe entre los signos de estatus residencial y la posición de una jerarquía social basada en la división de clase. Otra de sus aportaciones sobre el análisis de la vivienda es entender esta como un elemento político que desorganiza el potencial de transformación social de los movimientos sociales de los trabajadores puesto que los dispersa y fragmenta en relación a su estatus y a su capacidad de consumo. En este periodo se va instaurando una perspectiva institucional del análisis de la vivienda. Esta parte de un enfoque más político y se centra en el estudio de los actores principales involucrados en el fenómeno residencial: el estado, el mercado y los compradores. La crítica principal que se le ha hecho a esta perspectiva es que presupone que el mercado funciona correctamente y no tiene en cuenta los conflictos que en este tienen lugar. Los críticos de la perspectiva más institucional entienden que en el mercado residencial existe una serie de relaciones complejas que impiden que la elección de vivienda sea realmente libre. Esta elección está delimitada por los recursos y el acceso a la información, es necesario aplicar teorías que defiendan la introducción de medidas correctoras del mercado para asegurar una mayor igualdad de oportunidades a la hora de acceder a una vivienda, una teoría social de la vivienda. Jim Kemeny, Cortés Alcalá y otras concepciones. En España uno de los principales estudiosos de la vivienda es Luís Cortés Alcalá. Según este autor debemos tener en cuenta que la vivienda es un fenómeno social (1995) por lo 4 que debemos relacionarla con el concepto de habitar y las estructuras sociales relacionadas con ella. Este concepto implica la relación entre las viviendas y las familias en el marco de una sociedad concreta en un contexto temporal, histórico y espacial específico. Encontramos similitudes entre las ideas de Cortés Alcalá y Lefebvre (1978), ambos distinguen diferentes planos de la vivienda: espacial, económico, social, cultural y político que deben ser tenidos en cuenta a la hora de teorizar sobre las cuestiones residenciales. El primer plano es el plano espacial, en el que se pueden diferenciar varios niveles; la vivienda, la localidad, la región por una parte y los conceptos de urbano, rural y metropolitano por otra parte. El siguiente plano es el económico en el cual la vivienda funciona como una mercancía, como elemento de consumo, ocio y trabajo. El plano social hace referencia a la estructura familiar, la clase social y la socialización de los individuos que habitan en una vivienda concreta. Finalmente el plano político engloba al estado y a la sociedad civil y el plano cultural relaciona la vivienda con las costumbres y la ideología que se pueden encontrar dentro de ella. Estos planos de análisis evidencian la importancia de la investigación de la vivienda más allá de los elementos económicos, nos hacen ver la relación de la vivienda con la estructura social y los fenómenos sociales, tanto dentro como fuera de ella, por lo que es necesario ampliar las perspectivas utilizadas de forma integradora. Siguiendo este razonamiento a nivel internacional uno de los autores más influyentes en cuanto al desarrollo de una teoría social de vivienda es Kemeny (1992). Según él no podemos caer en un tipo de estudio meramente empírico sobre la vivienda pues esta forma parte de la estructura social, por lo tanto hay que tener en cuenta variables sociales. Tradicionalmente los estudios sobre vivienda estuvieron dirigidos a medir la escasez de esta y su relación con las cuestiones de salubridad y hacinamiento. Desde la década de los 60 se han ido introduciendo nuevos conceptos, ideas e intereses en las investigaciones residenciales aunque lejos todavía de desarrollar un marco teórico propio. La idea principal defendida por este Kemeny es analizar la vivienda desde otros campos reflexionando sobre los términos epistemológicos que se utilizan, profundizando en el análisis de lo social, lo económico, lo político y otras relaciones que tienen como núcleo la residencia. La cuestión esencial para este autor es conseguir 5 la interdisciplinariedad e integrar los diferentes estudios que se realizan desde las diferentes perspectivas definiendo conceptos, reduciendo ambigüedades y ampliando enfoques. En las investigaciones sobre vivienda hay que cuestionar los problemas definidos por las instituciones pues estas tienen una carga ideológica importante. Aunque el papel del estado es fundamental, para definir estos problemas hay que analizar los conceptos sobre vivienda, sus limitaciones y sus debilidades evaluando críticamente las estadísticas. Debemos desarrollar una sociología de la vivienda integrada en el análisis de la estructura social, es decir, integrar el estudio de la organización interna de la vivienda y su relación con el espacio en el que se encuentra. Este autor también hace una reflexión muy interesante entre la relación de la investigación residencial y el estado. Entiende que esta relación ha ido cambiando a lo largo del tiempo dependiendo de la orientación política y la situación económica de cada momento. Kemeny (1992) distingue dos periodos del análisis tradicional sobre la política de vivienda relacionados con la ciencia política de postguerra. En la década de los 60 los estudios estaban más centrados en la sociedad y las necesidades residenciales de la población derivadas de las consecuencias de la II Guerra Mundial. En los 70 se desarrollaron dos orientaciones principales, el neomarxismo y el neoweberianismo. La primera implicó un cambio de orientación hacia estudios no estadísticos abanderados por autores como Lambert, Phal o Ball. Estas investigaciones tienen una perspectiva más social que relaciona a los actores y agentes implicados en la toma de decisiones sobre la vivienda y el planteamiento urbano. Otro elemento que estos autores tienen en cuenta es el mercado y su relación con el estado de la vivienda. La segunda orientación, la neomarxista, se centra en la toma de decisiones relacionadas con la vivienda intentando integrar los estudios residenciales con otras preocupaciones de la ciencia política como la teoría de élites. Es fundamental por lo tanto tener en cuenta la relación de la situación de la vivienda y su estudio con el estado y las relaciones de poder. En este sentido es importante destacar la vivienda como elemento esencial en la investigación comparativa del estado de bienestar como elemento esencial y con un carácter muy singular y específico. Cada 6 estado organiza la vivienda de una forma determinada, de la misma forma que lo hace con la educación y la sanidad, las políticas que cada gobierno desarrolla sobre vivienda son fundamentales a la hora de entender la evolución de la esta, el acceso a la misma de la población y la relación con el mercado (Kemeny 1992). Otra de las ideas que analiza Kemeny (1992) es la tesis divergente de la vivienda que defiende que se debe analizar la vivienda desde una perspectiva separada pero teniendo en cuentas todos los elementos y variables que influyen en la situación residencial. Hay que desarrollar, por lo tanto, una sociología de la vivienda teóricamente construida pues esta forma parte de la estructura social estableciendo una epistemología de la vivienda en relación a los estudios socio-espaciales. Existe la necesidad de generar un debate sobre estos temas para conseguir un mayor entendimiento de los mismos y ser conscientes de la manipulación ideológica que puede existir detrás de las estadísticas, pues normalmente las investigaciones residenciales están políticamente orientadas y dan por correctos algunos conceptos sin revisarlos. En conclusión, los investigadores deben tomar las investigaciones sobre vivienda más en serio, tanto la definición de conceptos como el desarrollo de teorías. Otro de los autores que queremos destacar es Amos Rapaport (2000) que lleva a cabo una aproximación peculiar al estudio de la vivienda en el contexto de la teoría explicativa de relaciones ambiente-conducta. Defiende la necesidad de desarrollar definiciones operativas y de desarmar los conceptos y los enfoques generales. Este autor sugiere que es imposible relacionar directamente la cultura o la sociedad con la vivienda porque son conceptos demasiado amplios, generales y abstractos. Debemos trabajar con variables más específicas y concretas derivadas del desmantelamiento de los conceptos para demostrar la relación entre los mismos y comprender mejor los fenómenos relacionados con la vivienda. Esta percepción de la realidad entiende la vivienda como un subsistema que está incorporado en un sistema más amplio de escenarios como pueden ser las calles, vecindarios o espacios abiertos. Estos escenarios especializados crecen a medida que la sociedad se hace más compleja, con normas determinadas para cada uno, esto es importante porque puede explicar alguna de las diferencias y desigualdades en derivadas de la vivienda. 7 Para entender bien los fenómenos relacionados con la vivienda hay que desmantelar la cultura y la identidad en variables más concretas que nos permitan trabajar de forma más sencilla. Para tal finalidad tenemos que analizar diferentes elementos que configuran la relación entre la vivienda y su contexto cultural como son, los valores, las imágenes, las normas, el estilo de vida, la estructura familiar, los roles, las redes sociales, el estatus y la identidad. Los valores hacen referencia según Rapaport (2000) a cuestiones más concretas como la casa, el barrio o la localización. Esto explica las alecciones de una vivienda frente a otra y ayuda a distinguir entre diversos grupos. Los valores son normalmente expresados a través de ideales, imágenes y significados. Los valores guían normas, estándares y reglas, variables estas que nos ayudan a entender la valoración del espacio. Las reglas pueden estar escritas o no, ser formales o informales, pero son centrales en el diseño, el comportamiento y el uso del espacio y guían los estilos de vida y los escenarios sobre los que actuamos. La familia ejerce influencia en la forma y organización espacial de la vivienda. Los cambios de su estructura implican cambios en la estructura misma de la vivienda, no es lo mismo una casa para una familia monoparental que una para una familia nuclear. Además los roles dentro de la familia y sus cambios tienen su efecto en la organización y el uso de la vivienda y su contexto. Otro elemento que obtenemos de desmontar los conceptos a cerca de la vivienda son las redes sociales como el barrio. Estas cambian, por ejemplo con la llegada y el aumento de la inmigración, por lo que pueden transformar las formas del barrio y las relaciones de la comunidad. El status en este sentido es importante porque la vivienda se convierte en un símbolo, cómo está construida, dónde, qué materiales y formas tiene son características que pueden informar sobre la identidad de los habitantes de la vivienda. El último autor que analizamos en este epígrafe, con ideas similares a Rapaport, es Henny Coolen y la perspectiva ecológica aplicada a la vivienda. Esta se centra en la relación entre los individuos y su entorno, una relación de reciprocidad que hay que tener en cuenta a la hora de analizar las cuestiones residenciales. Siguiendo los postulados de Blumer, Coolen (2006) define la perspectiva ecológica como aquella que tiene en cuenta que: 8 1. La relación entre ser humano y su contexto se caracteriza por ser mutua y recíproca, funcionalmente uno implica el otro, es una relación dinámica. Las personas se adaptan a las características del entorno y las alteran para su beneficio. 2. El significado de los objetos reside en esta relación funcional, entre las características del contexto y las necesidades e intenciones de las personas, es en esta relación donde los significados son descubiertos y creados. 3. Estos significados son centrales por derecho propio, obviar esto implica negar su rol en la formación de la acción: es decir, nuestras acciones estás relacionadas con el significado que los objetos tienen derivado de la relación entre el individuo y su entorno. 4. Los significados aparecen de la interacción entre personas, los significados son vistos como productos sociales y culturales, creaciones formadas en y a través de las actividades e interacciones entre personas. 5. Por otra parte, el uso personal de los significados dependen de las interpretaciones individuales, en las que el actor debe seleccionar, transformar, elegir... el significado dependiendo de su situación personal y su acción individual. Esta interpretación es un proceso en el cual los significados son instrumentos y guías para la formación de la acción. Una vivienda se define como un subsistema insertado en un sistema más amplio que forma el primer ambiente en el que se desenvuelven y socializan los individuos proporcionando funciones básicas como la de refugio. Este subsistema tiene unas funciones propias para los ocupantes y otras dentro del sistema más amplio en el que se establece. Los hogares tienen muchos usos potenciales que son tenidos en cuenta por la gente a la hora de darle significado. Este significado depende de la relación funcional entre sus características y las metas e intenciones que la gente tiene para con ellas, es un significado estructural. 9 Este autor defiende, como Rapaport, el estudio de la vivienda de una forma de-construida y desde una perspectiva ecológica centrada en su entorno. El significado de una vivienda se encuentra en las relaciones entre las características de esta por una parte y en los objetivos e intenciones de los usuarios por la otra. Estudiar el significado de la vivienda desde esta perspectiva aumenta nuestro conocimiento, ya que arroja luz no sólo en lo que la gente quiere, sino también sobre el porqué de sus demandas. Housing, Theory and Society, el debate. En los últimos años en el contexto de la revista internacional Housing, Theory and Society se ha desarrollado un interesante debate sobre cual es la mejor forma de llevar a cabo los estudios sobre vivienda y si es posible la existencia de una teoría social sobre esta temática. Partiendo de las premisas establecidas por Kemeny diferentes autores han explicado diferentes posibilidades para alcanzar un conocimiento mayor y más apropiado sobre la problemática residencial y sus consecuencias. Clapham (2009) resume las principales perspectivas actuales en relación a cuatro autores que serán analizados más en profundidad más adelante. Bo Bengtsson y su defensa del impacto positivo de la teoría política en los estudios residenciales, Ken Gibb y de idea de que la economía es la disciplina más útil en los estudios residenciales, Peter King que defiende la creación de la teoría residencial por si misma y Chris Allen y el concepto de que la creación de la teoría residencial no es más que el imperialismo de los académicos sobre la población y sus necesidades. La cuestión principal que propone Clapham (2009) en su artículo es la necesidad de llevar a cabo estudios residenciales interdisciplinares y se pregunta qué grado de interdisciplinariedad se puede alcanzar en este tipo de estudios. Según él es posible realizar estudios de este tipo sobre materia residencial utilizando los conocimientos de las distintas áreas que analizan la vivienda pudiendo llegar a comprenderla de forma más profunda. Para tal finalidad describe brevemente las perspectivas de diferentes investigadores sobre esta cuestión y sus propuestas a la hora de profundizar en las problemática de la vivienda que a continuación serán descritas 10 Para Bo Bengtsson (2009) la ciencia política no tiene mucho espacio en los estudios residenciales por diferentes razones. La primera de ellas es la creencia de que la vivienda es una cuestión local y la ciencia política se ocupa de fenómenos nacionales e internacionales, sin embargo la provisión de vivienda no deja de estar afectada por las políticas residenciales a nivel local, regional y estatal. Además se entiende que los conceptos políticos no son relevantes en los estudios residenciales, lo cual, opina Bengtsson, es totalmente errado pues muchas de las preocupaciones sociales sobre vivienda son precisamente cuestiones sobre poder, libertad, democracia y ciudadanía esenciales para la ciencia política. Otro de los pensamientos extendido a cerca de la relación entre vivienda y política es que los asuntos residenciales no son políticos, pero en realidad la vivienda es una de las principales inquietudes de los políticos y un tema importante en el debate público por lo que sí debe ser considerada un asunto político. Una cuarta explicación del número reducido de estudios políticos sobre vivienda es que el rol central del mercado en cuestiones residenciales hace que los politólogos no se interesen en este tema, lo cual debería ser un desafío más que una excusa. Finalmente la ausencia de apoyos institucionales a este tipo de investigaciones no ayuda a mejorar la situación de la ciencia política en relación a la vivienda y su estudio. Las teorías políticas pueden aportar mucho al estudio de la vivienda y viceversa. Una mayor participación de la ciencia política en los estudios residenciales podría favorecer el uso de conceptos como poder, ciudadanía, y justicia social, ampliamente utilizados en este campo porque la vivienda es, al fin y al cabo, un asunto político. Desde una perspectiva economicista podemos destacar el trabajo de Kenneth Gibb (2009). Según este autor las recientes aportaciones de la economía contribuyeron positivamente a conocer en mayor profundidad la cuestión residencial, principalmente en relación al comportamiento económico. Los estudios económicos sobre vivienda han sido criticados en los últimos años por ser disciplinariamente imperialistas y positivistas. Sin embargo la teoría económica ha aportado mucho al conocimiento de los sistemas, procesos y políticas residenciales como una respuesta pragmática. Esta aplicación pragmática de la economía ha contribuido, está y puede continuar contribuyendo al estudio y conocimiento de la vivienda. Las nuevas dinámicas en el estudio de la economía como puede ser el estudio del comportamiento económico son importantes para entender hechos como las hipotecas, el mercado residencial, los créditos, las circunstancias macroeconómicas o las reformas en la vivienda social. 11 Los economistas se centran en la combinación de determinados inputs que influyen en la decisión de comprar una vivienda frente a otra o en la relación que existe entre el mercado residencial y el laboral. Otra de las razones por las que la economía debe continuar analizando la vivienda es el hecho de que la vivienda es un bien de consumo de carácter muy especial. Es durable, por lo que tiene más de una vida, establecida espacialmente, lo que determina su accesibilidad y es heterogénea, pues hay muchos tipos distintos de vivienda. Este autor concluye que la economía no es la única forma de análisis pero no puede ser por ello ignorada. Existe un intento de unificar el conocimiento sobre vivienda teorizando esta por sí misma como defiende King (2009). La vivienda no es una disciplina, pero puede tener una teoría por derecho propio, con conceptos particulares y puede ser construida como fenómeno en si mismo, pero complementada con las aproximaciones hechas desde otras áreas e integrando los conceptos en un marco teórico más amplio. Podemos legitimar por lo tanto una teoría propiamente residencial. Nunca se ha intentado realmente establecer una teoría sobre vivienda porque se entiende que no es una disciplina académica y no tiene conceptos ni metodologías propias. Según este autor es necesario teorizar sobre vivienda y atribuirle un marco conceptual propio a través del uso del término dwelling, mucho más amplio que el término housing que está principalmente vinculado a las políticas de vivienda. Usando este último se crea una estructura analítica en exceso formal centrada en la provisión de vivienda y su consumo. Con el concepto dwelling el campo de estudio se amplía y aparece la posibilidad de crear una teoría de la vivienda per se que vincula la vivienda a las estructuras sociales con las que está relacionada, esto es, al uso que la población hace de ella. Sin embargo ambas ideas pueden y tipos de estudios pueden y deben desarrollarse conjuntamente. La conclusión a la que llega este autor es la necesidad de crear una teoría propia en vez de usar la ya existente en otras disciplinas como pueden ser la economía y la sociología. Otra de las perspectivas que entra en este debate es la defendida por Chris Allen (2009) y su idea de un estudio residencial emancipado de los límites de la ciencia. Según este autor los estudios que se realizan sobre vivienda no son superiores, o más verdaderos, que el conocimiento y la experiencia de los residentes. Los estudiosos de la vivienda entienden que su producción de conocimiento es superior a la de la gente que reside en ellas pero esto es una falacia. Reflexionando sobre Kemeny y la idea de que es 12 necesario teorizar más en los estudios residenciales aplicando la teoría social, Allen (2009) afirma que hay que examinar la raíz del conocimiento sobre vivienda y ser reflexivo sobre las prácticas de producción de conocimiento acerca de esta realidad. Su argumento principal es que las investigaciones residenciales son una falacia, son insostenibles en términos filosóficos y epistemológicos porque representan una forma “superior” de conocimiento para entender los fenómenos residenciales sin tener en cuenta la perspectiva de los residentes. Se entienden como superiores en dos aspectos: empíricamente son considerados más fiables y teóricamente se supone que aportan un entendimiento más crítico del fenómeno. Pero este tipo de investigaciones tienen límites porque no tienen en cuenta el conocimiento y la experiencia de los actores implicados. Debemos ser críticos con estos límites y las consecuencias epistemológicas, políticas y éticas de este tipo de análisis sobre la vivienda. El conocimiento que las ciencias sociales producen está determinado por la clase social y los valores de quienes lo realizan, la conceptualización de los investigadores no es superior a la de la gente común, los estudiosos deben reconocer estos límites para evitar un reduccionismo intelectual sobre la realidad residencial. El camino hacia una teoría social sobre la vivienda. En definitiva, ¿es posible desarrollar una teoría social sobre la vivienda? A lo largo de este artículo se han resumido las principales perspectivas actuales acerca de esta posibilidad, cada una con sus argumentos, sus pros y sus contras. Unos defienden los estudios económicos, otros los políticos, unos los datos, otros los conceptos. Debemos tener en cuenta el valor de la interdisciplinariedad en las investigaciones residenciales, pero hay que ir más allá de los conceptos positivistas. El filósofo Peter King entiende que la complejidad de la vivienda es suficiente como para desarrollar sus conceptos propios. “Existe potencia para los estudios residenciales interdisciplinares que van más allá de los límites positivistas y que tienen en cuenta la relación entre los humanos y su casa ‘material’. Estamos empezando este camino” (King 2011, 9). El caso es que la vivienda es una realidad tremendamente compleja que abarca muchos y muy diversos aspectos y variables para su compresión. Sin embargo hay una idea fundamental que debe guiar los estudios sobre la vivienda y esta es que la vivienda es 13 una cuestión social. Es el primer escenario de nuestra socialización, entorno en el comenzamos a formarnos para ser miembros de la sociedad, es el lugar donde aprendemos roles, nomas, valores. Es nuestro refugio, nos proporciona amparo y protección, es nuestro hogar. No podemos obviar estas características de la vivienda, si esta necesidad no está bien cubierta desde un principio irán apareciendo problemas sociales derivados de ello. Exclusión social, segregación residencial, problemas de salubridad son algunos ejemplos que debemos considerar como consecuencia directa de la situación residencial de las personas. No podemos reducir las investigaciones a los datos, pero tampoco podemos prescindir de ellos. Debemos alcanzar un equilibrio, hecho que definitivamente es complicado. Todas las teorías descritas, todas las disciplinas pueden aportar algo, pueden abordar luz sobre la cuestión residencial. En conclusión, ¿es posible realizar una teoría social sobre la vivienda?. La respuesta es positiva. Más que una posibilidad es una necesidad. Hay que desarrollar conceptos, hipótesis y metodologías concretas que nos ayuden a comprender la vivienda, siempre teniendo en cuenta los preceptos ya existentes, utilizándolos mas también dudando sobre ellos. Si queremos alcanzar un mejor entendimiento sobre las cuestiones residenciales debemos empezar entendiéndolas en su contexto social para corregir sus errores y mejorar las políticas que sobre ella actúan. 14 Bibliografía. Allen, Chris (2009): “The Fallacy of Housing Studies”: Philosophical Problems of Knowledge and Understanding in Housing Research” en Housing, Theory and Society, 26:1, 53-79. Bassett, K. y Short, J. (1980) Housing and residential Structure. Alternative approaches. Londres e Nova York: Routledge. Bengtsson, Bo (2009): “Political Science as the Missing Link in Housing Studies” en Housing, Theory and Society, 26:1, 10-25 Clapham, David (2009) “Introduction to the Special Issue – A Theory of Housing: Problems and Potential” en Housing, Theory and Society, 26:1, 1-9. Coolen, Henny (2006) “The Meaning of Dwellings: an Ecological Perspective” en Housing, Theory and Society, 23:4, 185-201. Cortés Alcalá, L. (1995) La cuestión residencial, Madrid: Ed. Fundamentos. Gibb, Kenneth (2009) “Housing Studies and the Role of Economic Theory: An (Applied) Disciplinary Perspective” en Housing, Theory and Society, 26:1, 26-40. Kemeny, Jim (1992) Housing and social Theory, London and New York: Routledge. King, Peter (2009) “Using Theory or Making Theory: Can there be Theories of Housing?” en Housing, Theory and Society, 26:1, 41-52. Lefebvre, Henry (1978) El derecho a la ciudad, Barcelona: Ediciones Península. 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