RELIGIOSIDAD Y ESPIRITUALIDAD DE LAS ESTUDIANTES DE ORIGEN MARROQUÍ Resumen

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RELIGIOSIDAD Y ESPIRITUALIDAD DE LAS ESTUDIANTES DE
ORIGEN MARROQUÍ
María Jiménez Delgado
Sociologia I
Universidad de Alicante
[email protected]
Resumen
Esta investigación se pregunta por el significado que tiene el
islam para las hijas de la inmigración marroquí y su relevancia en la
vida de las jóvenes. Las atribuciones externas, tanto estrictamente
religiosas como sociales e históricas, y las internas, en cuanto a lo
que los mismos actores piensan de su propia condición de
musulmanas y musulmanes, están condicionadas sobremanera por el
hecho de ser mujer o varón.
Se parte de las siguientes hipótesis:
-Ser mujeres musulmanas condiciona el modelo de integración
educativa y social al que se sienten más próximas las jóvenes
estudiantes en la medida en que facilita la igualdad de derechos o
perpetúa las desigualdades de género.
-La educación formal facilita, a las jóvenes de origen
marroquí, cuestionar los roles culturales tradicionales legitimados
por los líderes religiosos musulmanes.
Para verificar las hipótesis se toma la decisión de escuchar
particularmente a aquellas jóvenes que han decidido continuar
estudios postobligatorios para aproximarnos a sus experiencias
vitales.
La opción metodológica elegida para el desarrollo del trabajo de
campo y el análisis de los datos ha sido la Teoría Fundamentada
(Grounded Theory). El principal instrumento metodológico utilizado
ha sido la entrevista en profundidad.
Se han realizado veinte
Soy musulmana a mi manera
entrevistas a estudiantes de origen marroquí, diez de ellas a
alumnas de educación secundaria y bachillerato y otras diez a
universitarias. Tras el análisis de las entrevistas se evidencia cómo
los discursos de las jóvenes
varían sensiblemente respecto a las
representaciones del islam y de lo musulmán que se ha construido
históricamente
en
Occidente,
e
incluso
respecto
a
las
construcciones que se elaboran desde los propios líderes religiosos y
políticos musulmanes.
Se
confirma
que
las
jóvenes
estudiantes
musulmanas
entrevistadas hacen una resignificación crítica y personal del islam
que se resume en esta expresión repetida por muchas de ellas: “soy
musulmana a mi manera”. Esta percepción de su propia
religiosidad está condicionada por el género y conecta con una
visión transnacional del hecho religioso que deja de vivirse como un
fenómeno preferentemente cultural e identitario para convertirse
en una vivencia íntima y espiritual, en consonancia con la noción de
Dios personal de la postmodernidad, definido por Beck (2009) como
la individualización de la religión. Consecuentemente, las jóvenes
no reclaman clases de religión islámica en las instituciones
educativas, ni siquiera mezquitas en sus barrios, aunque sí el uso
libremente elegido de símbolos culturales y/o religiosos como el
hiyab y un mayor conocimiento por parte de la sociedad española,
especialmente por parte del profesorado y del alumnado, del islam
y de los contextos sociales y políticos de los que proceden sus
familias.
Palabras clave: mujeres, estudiantes, religiosidad, musulmanas,
generación puente
Soy musulmana a mi manera
Si hay una característica o rasgo que la sociedad de acogida considera
central respecto a los inmigrantes de origen marroquí es el hecho de ser
musulmanes. Esta atribución significativa externa coincide con la que los
inmigrantes marroquíes hacen de sí mismos. Para la mayoría de ellos, ser
musulmanes es una característica que los define; también las jóvenes
estudiantes entrevistadas se consideran musulmanas, incluso antes que
marroquíes. Sin embargo, es necesario delimitar si ser musulmán o musulmana
significa
lo
mismo
para
unos
y
para
otros,
para
los
autóctonos
mayoritariamente no musulmanes y para los inmigrantes marroquíes
asentados en España. Incluso también es necesario preguntarse qué
significado tiene el Islam para los hijos y las hijas ya educados en el país de
emigración. Estos conceptos: musulmán y musulmana son manejados por
distintos actores sociales, no sólo por los inmigrantes, sino también por el
profesorado, los medios de comunicación y los demás ciudadanos no
musulmanes. Son conceptos que aparecen de forma recurrente en el discurso
social, educativo y político, con connotaciones diversas que indican que no
todos
los
actores
le
atribuyen
igual
significado,
lo
que
provoca
incomprensiones, rechazos y conflictos en no pocas ocasiones y que, en los
casos más extremos, pueden conducir a la islamofobia, expresada en la vida
social y en las instituciones educativas sutilmente de diversos modos o de
forma extremadamente violenta en otros.
La mayoría de las estudiantes entrevistadas se consideran musulmanas,
en gran medida creyentes y practicantes. Lo más destacable es que este
hecho no las define ni las inscribe, como suele atribuir la sociedad española y
otras sociedades europeas, como mujeres pasivas, víctimas del islam del que
se sienten presas o subordinadas. Lo más interesante de sus aportaciones es,
como se verá a continuación, la resignificación crítica y personal que hace
la mayoría de ellas del islam, que se resume en esta expresión repetida
por muchas jóvenes entrevistadas: “Soy musulmana a mi manera”. Esta
afirmación conecta a estas mujeres con una visión global y transnacional del
hecho religioso que deja de vivirse como un fenómeno preferentemente
cultural e identitario para convertirse en una vivencia propia, personal e
Soy musulmana a mi manera
íntima, en consonancia con la noción del Dios personal de la postmodernidad,
definido por Beck (2009) como la individualización de la religión, en su ensayo
El Dios personal. La individualización de la religión y el ‘espíritu’ del
cosmopolitismo.
Prácticamente todas las jóvenes estudiantes entrevistadas afirman ser
y sentirse musulmanas siendo, para ellas, una característica o rasgo de su
identidad, junto con otros muchos, que las definen. Algunas de ellas, se
sienten musulmanas antes que magrebíes, marroquíes y/o españolas. La
importancia de la adscripción religiosa, en los casos analizados, está
relacionada con la edad que tenían cuando llegaron a España, con la mayor o
menor trayectoria en el sistema educativo español y con la percepción del
barrio en el que viven, principalmente. Las jóvenes que se incorporaron
tardíamente al sistema educativo y que tienen la percepción de vivir en
barrios con procesos de segregación tienden a resaltar su pertenencia
religiosa por encima de otras como la nacionalidad. Así lo afirma una
estudiante de 4º de ESO de 18 años, que llegó a España hace tan sólo tres
años, que sigue escolarizada en el sistema educativo, aunque ha repetido dos
cursos de la educación secundaria obligatoria, y que afirma no gustarle el
barrio donde vive
pues, según sus palabras, no parece España ya que lo
habitan muchos gitanos, magrebíes y extranjeros, en general.
“Para mí es más importante ser musulmana. No me importa la nacionalidad,
puedo ser española y qué pasa, es lo mismo… sí que me gusta. Marruecos más, pero
vamos, lo que me gusta es ser musulmana”. (E18)
Pero ¿qué significa para las jóvenes entrevistadas ser musulmanas? ¿En
qué medida su situación de minoría religiosa dentro de un país democrático
mayoritariamente católico -o indiferente cada vez más al hecho religioso y a
mostrar su adscripción religiosa- posibilita una elección más libre y una
evolución en el significado de esa afirmación que ellas hacen: “Soy
musulmana”? En el país de acogida que eligieron sus padres para emigrar,
para algunas su lugar de nacimiento y para todas ya su contexto social vital,
siendo en su mayoría, o en breve, ciudadanas españolas, la adscripción
Soy musulmana a mi manera
religiosa no es obligatoria y, por tanto, la afirmación “soy ante todo
musulmana” es una elección mucho más deliberada.
En el contexto social en el que viven estas jóvenes, hijas de
inmigrantes
marroquíes,
las
prácticas
y
adscripciones
religiosas
se
transforman no solo para ellas sino para toda la comunidad marroquí
residente en España. Afirma Moreras (2006), que hay tres supuestos erróneos
respecto a la religiosidad en el contexto migratorio: el del transplante
inmutable, el de la homogeneidad interna de los colectivos y el de la
centralidad de la cultura y/o religión en la construcción de identidades. Y es
que en el contexto migratorio se amplían las referencias y, por tanto, la
posibilidad de tomar decisiones. Ello contribuye a que haya distintos tipos de
comportamientos entre estos dos más distantes: el alejamiento de las
referencias culturales y religiosas de origen o la reivindicación activa de las
mismas, porque la indiferencia es prácticamente inexistente. Entre estas dos
posturas se sitúan las jóvenes de origen magrebí. Dentro de la ampliación de
referencias culturales, religiosas y de otro tipo, la escolarización y la
continuidad en los estudios universitarios, condiciona las distintas elecciones
ya que resulta ser una influencia secularizadora importante en la medida en
que el acceso al conocimiento implica el uso de la razón desde la condición
individual en una sociedad democrática.
Y es en este punto donde se rescata esta expresión bastante frecuente
en las jóvenes universitarias entrevistadas, hijas de familias marroquíes que
han crecido y se han educado en nuestro país: “Soy musulmana a mi manera”.
La religión pasa a ser religiosidad vivida en gran medida en el ámbito de lo
privado y personal, convirtiéndose la creencia religiosa en una opción
personal más allá de ser una pertenencia familiar y cultural heredada. De ahí
que muchas de estas jóvenes observen las prácticas religiosas, ya sea por
convicción personal, ya sea por su significado grupal y su carácter
convivencial, como señala esta estudiante:
“Yo creo que soy practicante, creo que sí. Es que no sé. Es que como hay
muchas interpretaciones del Corán, entonces cada uno lo interpreta de una manera.
Soy musulmana a mi manera
Y, a veces, de una manera lógica, y otras…, bueno, ilógicas, digamos. Yo sigo... Pues
intento hacer lo mínimo... lo que puedo hacer, pero lo hago bien. Yo me conformo
con esto. No puedo hacer todo, porque eso es muy difícil. Intento hacer las cosas,
como sé... Bien y ya está. O sea, por ejemplo, el ramadán sí que lo hago. Porque,
primero, es una costumbre. Segundo... El objetivo del ramadán es saber lo que
siente un pobre, y a mí me gusta... Tiene una... una razón. Y sí que lo hago. Y ¿qué
más? Lo de rezar no lo hago porque no tengo tiempo, pero sí que estaría bien. Pero a
ver si lo haré un día. ¿Y qué más? Lo de no comer la carne, y todo eso, es una
costumbre. Entonces, si como la otra, me sabe diferente”. (E2)
Frente a las dudas que expresa la estudiante anterior, otra joven habla
así de su religiosidad y de la diferente vinculación de las mujeres y de los
hombres con la mezquita:
“Yo soy practicante. Sí. (RÍE) Yo rezo, ayuno y hago todo lo que… En el caso
de las mujeres es más… los hombres... aquí no tanto, a lo mejor. Pero nuestro país
por ejemplo, ir a la mezquita el viernes, como para ir a rezar allí en conjunto,
escuchar la ‘jupba’ y todo eso... Pues como misa aquí hacéis el domingo. Pero para
los hombres es como que... es más... no sé. Son más estrictos. El hombre sabe que la
mujer está en casa y que a lo mejor no puede salir, no pasa nada. Pero ya en el caso
del hombre, ya... es un poquito... Si no va, pues bueno. Tampoco pasa mucho, pero
no sé, es... visto de otra manera… Pero mis hermanos no van mucho (RÍE). Por eso
digo, que también por la edad, igual que pasa aquí que a lo mejor la gente mayor es
más religiosa y la gente joven a lo mejor no practica tanto. Yo, la gente... no sé. Los
jóvenes, los chicos suelen ser más cabezas locas, y las chicas solemos ser más
religiosas que los chicos”. (E4)
Una estudiante de derecho de 21 años reconoce hacer ramadán por una
cuestión de conciencia, no tanto como un ritual externo, aunque sea costoso
hacerlo aquí en España por no ser una costumbre extendida:
“El ramadán es más complicado aquí, está claro. Porque todo el mundo está
comiendo, y tú estás ayunando (RÍE)… Yo lo hago. Y yo creo que no tengo... ningún
problema. Yo, es que, es conciencia. La sociedad es respetuosa con eso, y no pasa
nada.” (E3)
Una de las jóvenes entrevistadas compara la vivencia propia de lo
religioso con la forma de entender la religión en el pueblo marroquí de
procedencia. Hace una sutil distinción entre la religión y la costumbre y
considera que la gente en las zonas rurales en Marruecos tiene costumbres
que no son religiosas o, al menos, son contrarias a lo que la religión defiende:
Soy musulmana a mi manera
“Es que en el pueblo, la religión, cada uno lo vive de una forma diferente. Y
digamos, que aquí la gente es más religiosa que en el pueblo. Porque es que, ellos
no entienden bien la religión ¿entiendes? Entonces, ellos más que religión, tienen
costumbres. Es costumbre lo de ellos, no religión. Porque si fueran religiosos, hay
muchas cosas que no se pueden hacer y sin embargo se hacen: se envidian, se atacan
mutuamente. Este es mi terreno, tus ovejas están en mi terreno, no sé qué. Bueno,
cosas así. Siempre están con las mismas peleas, y con lo mismo. Y engaños, y
sobornos... cosas así, ¿me entiendes? También, claro, por no tener estudios y todo
eso la gente no dice esto está mal, tal.” (E3)
Mantener las tradiciones en el nuevo contexto no es fácil. La mayoría
de las jóvenes perciben como un valor los cambios que se han producido en
algunas costumbres culturales gracias a la emigración; otras, las menos,
defienden que las costumbres se mantengan, al menos, las referidas a las
prácticas religiosas.
“Nosotros, vivimos aquí pero nuestras costumbres las seguimos manteniendo.
Hay algunas cosas que han cambiado, porque el contexto social en el que vives pues
te empuja a ello. Pero nosotros seguimos, más o menos igual. No es lo mismo, por
ejemplo, el ramadán, cuando ayunas en tu país; encuentras a todo el mundo en tu
misma situación y se celebra de una manera diferente. Y aquí es más restringido.
Allí, con lo que es la familia completa de aquí, bueno con los que estamos”. (E4)
La práctica religiosa, en su dimensión comunitaria, es también
respetada por dos de las estudiantes que se declaran no creyentes. Una de
ellas se expresaba así:
“Aunque no soy creyente, yo las fiestas religiosas las practico pero no porque
diga ‘ay, cómo me gusta mi religión’ pues para mí es como aquí se celebra la
navidad”. (E11)
Las prácticas comunitarias como el ramadán se convierten en
marcadores identitarios que tanto tienen una dimensión individual como
colectiva y que refuerzan el vínculo que une a los musulmanes y que los
diferencia de otros colectivos, además de otras prácticas comunitarias e
individuales, como son el consumo de carne halal.
Es indudable que para estas jóvenes el cuestionamiento de las
pertenencias heredadas, entre ellas la religión, cobra una importancia mayor
que para otras jóvenes españolas con las que comparten estudios y vida social
Soy musulmana a mi manera
debido a dos cuestiones principalmente: un contexto en el que se sienten en
minoría y una mirada social que les confirma esta situación. Por otra parte,
hay cierta presión por parte del grupo familiar y/o la comunidad marroquí
presente en los lugares de residencia de estas jóvenes para que asuman y
mantengan las tradiciones y costumbres propias de la religión musulmana aunque el contexto lo dificulte, o precisamente por ello-. Estas presiones son
mucho mayores para las mujeres, con un mayor control social, al ser
consideradas menores de edad respecto a los varones, y al peso que recae
sobre ellas para mantener la identidad musulmana que se traduce en el deber
de llegar a ser madres de musulmanes (Bessis, 2008). Porque como afirma
Mernissi, 1995): “toda estrategia cultural de transformación de las
mentalidades
pasa
por
las
mujeres,
educadoras
principales
de
las
generaciones”.
Para Moreras (2006), el aumento de las mezquitas en España coincide
temporalmente con los procesos de reagrupación familiar y con nuevas
demandas
relacionadas
con
la
presencia
de
la
segunda
generación
representada por los hijos y las hijas de las familias inmigrantes. Si bien, en
el caso de las jóvenes objeto de este estudio, las mezquitas tienen escasa
influencia en su religiosidad debido, por un lado, a la menor vinculación y
obligación que hay por parte de las mujeres, que tiene como consecuencia
que la asistencia a las mismas sea mayoritariamente masculina –existe un
hadiz según el cual el Profeta habría dicho: “No impidáis que vuestras
mujeres vayan a la mezquita, pero es mejor que recen en casa” (Bramon,
2009, 114-115)- y al cuestionamiento que estas jóvenes estudiantes hacen de
la autoridad y la formación de los imanes, que consideran en muchos casos
mal preparados y en algunos, más radicales o más estrictos con las prácticas
religiosas y las costumbres que en el propio Marruecos. En palabras de una de
las entrevistadas:
“Es que la mezquita... es que la mezquita de Benidorm también. Llevamos a
los niños pequeños a estudiar allí, a aprender algunas oraciones, y también a
aprender árabe. Y el muecín es muy estricto…y es que, no puede ser así. Si entras a
la mezquita a rezar, o lo que sea, tienes que llevar el velo, la vestimenta típica. Si
no, no puedes entrar…, en mi pueblo también. Para entrar en la mezquita, siempre.
Soy musulmana a mi manera
Ahora, si estás fuera... no tienen por qué llamarte la atención. Si estás dentro de la
mezquita, sí”. (E3)
En la narrativa siguiente se defiende una religiosidad no vinculada a la
asistencia a la mezquita ni al uso del velo, sino a una vivencia interior,
aunque la estudiante de bachillerato no tiene claro si cambiará su manera de
vivir la religión más adelante:
“En mi familia a la mezquita no va ninguno, sólo en Ramadán. Yo soy
musulmana y lo defiendo pero ya lo de ir a la mezquita… Soy musulmana de
creencia, si tú crees que eres musulmana eres musulmana dentro de ti. No estás
haciendo ningún pecado estás intentando sacar tu vida y ser algo bien pero no es
necesario llevar pañuelo, ni ir a la mezquita todos los días ni nada. Porque hay gente
que va a la mezquita pero de musulmanes no tienen nada… Los imanes preparación
no tienen ninguna. La verdad es que eso no voy a hablar de ello porque no sé cómo
va… Por ejemplo, en ramadán sí que voy, va toda la familia. Por ejemplo mi
hermana sí que ni le interesa ni nada… Es un día y vamos a la de la playa que es la
única que hay… Había una en Requena pero es un local donde van a rezar pero ese
día en ramadán allí no van, van a la mezquita grande… Mi religiosidad es mía y ya
está, yo no hago nada malo. Acepto lo que hay y ya está, por ejemplo, no bebo, no
fumo, no como cerdo… porque yo las quiero respetar. Es mi religión y espero algún
día rezar e ir a la mezquita. Yo creo que lo haré; no voy a ser toda la vida así, o
bueno no sé, cuando llegue el momento ya…” (E12)
Otra estudiante que se declara no muy religiosa confiesa no haber
entrado nunca a una mezquita y critica que los imanes se otorguen así mismos
autoridad para opinar fuera de ellas sobre asuntos relacionados con la libertad
de las mujeres, por ejemplo, para usar velo o no llevarlo.
“Parece mentira pero jamás en la vida he entrado a una mezquita; he
estudiado cómo es una mezquita pero nunca he ido, ni en Marruecos ni aquí. Las
mezquitas sé que están repletas de hombres, mujeres hay muy pocas, y poco más, no
tengo un gran conocimiento del tema, la verdad… A veces los imanes hablan en
nombre de las mujeres como con lo del velo, y eso es una tontería que se hace
siempre y en vez de arreglar las cosas lo que hacen es empeorarlas, porque si te
pones a hablar, y supuestamente eres un imán, y hablas en nombre de otra persona…
vale, se supone que esa persona tiene cabeza suficiente como para hablar ella
misma, que por muy mujer que sea o por lo que quieras… vale, que no quieres que
salga su cara, pues que se tape, pero que no tiene derecho a venir y a hablar ‘no…’,
y encima empiezan a sacar el tema de la religión, que encima es que… lo dicen
demasiado… de alguna forma inadecuada, que en vez de arreglar las cosas lo que
hacen es empeorarlas muchísimo más, y empiezan a sacar cosas que no deberían, y
eso crea un conflicto al final. Porque… ‘sí, sí, está hablando de una forma
bastante machista y…’, no…” (E19)
Soy musulmana a mi manera
Hay consenso entre las jóvenes entrevistadas respecto a la escasa
formación de los imanes que desacreditan sus discursos y proclamas, tanto
dentro como fuera de las mezquitas.
“No es que sean conservadores, yo creo que ni siquiera deberían ejercer de
imanes, porque no tienen, creo yo, el conocimiento suficiente como para hacerlo, yo
los que he visto en la tele es que los escucho y digo ‘¿pero cómo es posible que les
dejen a estos llevar una mezquita y hacer y decir…?’ Cuando salen en la primera o
en lo que sea, o en Al-Jazeera, antes sí que lo veía, o muchas veces en Internet
cuando me meto a veces leo el periódico... Los imanes es que creo yo que son lo
peor que hay, igual que muchas veces aquí los curas. Yo es que no estoy de acuerdo
con que haya… ya sé que forma parte de la religión y tal, pero que haya un imán lo
veo sin sentido, que si quiero ir a rezar pues… No estoy de acuerdo con los imanes,
no los veo capacitados como para decir lo que dicen, porque muchas veces lo que…
no, no están haciendo las cosas bien, dicen cosas que… igual que cuando lo que
hacen los terroristas, que cogen las cosas al revés de lo que deberían, fomentan el
machismo, fomentan el que una persona se aísle de la sociedad, que no haya
contacto con otros sitios… ‘no, no te juntes mucho con españoles o con franceses o
con quien sea que a lo mejor te comen la cabeza’. Yo creo que no ayudan a la
integración, que hacen todo lo contrario… Ellos no representan ni al 0,0001 por cien.
Hablan de acuerdo con lo que ellos piensan, no con lo que hay ni con lo que la gente
quiere o cree. Dicen lo que ellos piensan y claro, como se suponen que son los
portavoces…” (E14)
Esta misma estudiante considera que se sobrepasan en sus funciones
cuando se autoproclaman portavoces de los musulmanes y de las musulmanas.
En la narrativa insiste de nuevo en el carácter personal tanto del sentimiento
religioso como de las opiniones o forma de pensar suya como musulmana, así
como en el error, por parte del gobierno, cuando considera que los imanes
están legitimados para ser intérpretes de cuestiones como el uso del velo por
parte de las mujeres musulmanas. Hay una defensa de los derechos
individuales y una crítica al comunitarismo en la medida en que la estudiante
rechaza que los imanes, desde las mezquitas, hablen en su nombre, como
musulmana, como si formaran un colectivo homogéneo.
“Es un error por parte del gobierno que escuche a los imanes, es un error
porque cada cual es libre. Vale que seas el imán, pero… vale, a lo mejor yo voy a
rezar a tu mezquita pero es que ni eres mi padre, ni eres mi madre, ni eres nada
mío, tú tienes tus ideales, yo tengo los míos. Que hay un conflicto… vale, a lo mejor
estamos de acuerdo en eso, pero el resto que puedas decir a partir de ahí, eso ya es
tu forma de pensar, tu forma de ver las cosas, no tiene nada que ver con el resto de
personas”. (E19)
Soy musulmana a mi manera
Es, sin embargo, el velo el símbolo identitario musulmán más visible y
más polémico también entre la misma comunidad musulmana y el resto de la
sociedad que no lo es.
Las jóvenes estudiantes de origen marroquí, sujetos de la investigación,
se declaran musulmanas valorando especialmente del islam su dimensión
espiritual. Hacen de este modo una reinterpretación de la religión heredada
realizando el tránsito de una religión hecha de prohibiciones, especialmente
para las mujeres, a una religión de creencias y de espiritualidad (Touraine,
2007; Beck, 2009). Las jóvenes hablan de espiritualidad en contraposición al
islam de la obligación y las prohibiciones.
“La religión yo la vivo en mi corazón, no tengo porqué ir a una mezquita…”
(E20)
Esta es una característica significativa de las jóvenes estudiantes de
segunda generación, que no asumen, en su mayoría, el islam de manera
acrítica, como una imposición del grupo cultural de origen o de la familia. El
ser musulmanas forma parte de su identidad pero desde un cierto
distanciamiento
de
las
prácticas
más
tradicionales
que
consideran
patriarcales. Se observa, por tanto, una reconstrucción del hecho religioso
desde la vivencia más personal que, aunque se pueda producir también en la
sociedad marroquí, es mucho más explícito en la sociedad española donde
existe una mayor diversidad religiosa y social en las interacciones y donde lo
musulmán no es mayoritario. Hay, así mismo, una desinstitucionalización de la
fe, como ocurre en general también con otras creencias religiosas en España
(Tamayo-Acosta, 2008).
En definitiva, hay un interés manifiesto en marcar la diferencia entre la
religiosidad que las jóvenes viven y la imagen que se transmite en los medios
de comunicación sobre el islam, entre sus formas personales de sentirse
religiosas y la influencia de los imanes a quienes les otorgan muy poca
credibilidad por su escasa formación, además de que su estatuto eclesiástico
se defina vagamente. Algunas de las jóvenes, que se consideran poco
Soy musulmana a mi manera
religiosas, aunque sí se sienten musulmanas, valoran sobre todo el mensaje de
paz, de hospitalidad y de solidaridad con los más necesitados del islam.
La religiosidad es considerada una vivencia personal y a lo sumo
familiar. De forma casi unánime las jóvenes entrevistadas se consideran
musulmanas, la mayoría creyentes aunque no comparten la dimensión
gregaria de la religión. Suelen respetar y participar de las prácticas
musulmanas como el ramadán, ya que creen, por un lado, que tiene sentido el
ayuno por cuanto ayuda a experimentar el significado del hambre y a ponerse
en el lugar de quienes lo padecen. Por otra parte, valoran el ritual y la
solidaridad familiar que sienten con sus padres y hermanos/as cuando se
reúnen a cenar después de pasar todo el día en ayunas. Así lo expresa una
estudiante:
“Me gusta porque comparto la misma religión que mis padres, que mi familia,
porque si estoy haciendo el ramadán sé que luego comeremos todos juntos ¿vale? Me
gusta, porque es una tradición que hay que vivirla, y además por sus finalidades.
Porque dicen ‘es que haces ramadán’, vale, bien, estás en ayunas, pero es que
durante esos ayunos estás diciendo ‘ostras, yo lo tengo todo’, pero la gente del
tercer mundo mira cómo lo está pasando. Yo sé que a las ocho voy a comer, pero esa
gente no va a comer. Qué sensación más dura la del hambre ¿no?, más o menos te
conciencias”. (E20)
Las jóvenes estudiantes de origen magrebí se perciben a sí mismas
mucho más críticas con el islam que sus compañeros varones marroquíes de la
misma edad, aunque ello no se traduce en el rechazo a su condición de
musulmanas. De esta situación se deduce que, a pesar de que dentro del islam
se conciba a las mujeres como guardianas de la identidad y de la tradición
religiosa, también son ellas las más abiertas y posiblemente las mejor
preparadas para hacer una interpretación crítica del islam. Son las
estudiantes las que expresan más rechazo a las instituciones religiosas porque
ven en ellas una perpetuación de las tradiciones patriarcales y, por tanto,
discriminatorias hacia las mujeres. Es esta una cuestión importante para la
transmisión religiosa y cultural pues revela nítidamente que ésta es dinámica
y está abierta a otras influencias. Así las mujeres asumen su condición de
sujetos que recrean lo cultural y religioso heredado, de tal manera que no hay
Soy musulmana a mi manera
rechazo de la cultura de origen, en la mayoría de los casos, sino
reconstrucción crítica y reinterpretación de la herencia familiar.
Estas mujeres conciben mayoritariamente la religión como una práctica
individual ligada a la creencia y al establecimiento de un vínculo directo con
Dios otorgando menos importancia y, por tanto, relativizando el cumplimiento
de ciertas obligaciones religiosas impuestas por los imanes, por la familia y
por la comunidad marroquí residente en España. En todo caso, la pluralidad
de matices y de vivencias de lo religioso pone en evidencia la misma
diversidad dentro de la segunda generación de mujeres jóvenes musulmanas
en España.
“Debería ser libre, dejar a cada persona que decidiera como quisiera...
porque si no lo haces con tu voluntad... o sea no vale nada la religión. Es algo
personal. Yo lo veo como una cosa muy personal: entre Dios y yo. Y ya está. Y se
acaba. Y no mezclo las cosas”. (E2)
Esta es una declaración explícita de vivencia personal de lo religioso, es
decir, de religiosidad personal y cosmopolita. Hay reconocimiento y
aceptación de otras religiones y voluntad de vivir de forma íntima y privada el
hecho religioso.
El análisis de la espiritualidad y religiosidad de las jóvenes musulmanas
en la sociedad española muestra la mirada de la misma sociedad demostrando
cómo ésta se define. En este sentido, a pesar de la retórica oficial y
políticamente correcta que dice valorar y respetar el pluralismo cultural y
religioso, lo cierto es que en la mayoría de las escuelas es casi únicamente
una religión –la católica- la que es ofertada a los alumnos como formación
religiosa posible. Y es este un asunto no resuelto en cuanto que existe una
contradicción cuando se defiende el pluralismo y sólo se facilita la enseñanza
de una religión. En este sentido, las jóvenes entrevistadas parecen tener una
visión más cosmopolita cuando reclaman y proponen una formación plural en
la que todas las religiones tengan cabida desde una perspectiva objetiva, sin
adoctrinamiento. En el discurso de las jóvenes entrevistadas se observa que
no consideran la religión ajena, la religión mayoritaria de los otros españoles
Soy musulmana a mi manera
no musulmanes, algo extraño o amenazador sino más bien algo que les
enriquece y que, por tanto, valoran positivamente.
“En las escuelas yo creo que tienen... tienen que hablar de todas las
religiones, porque hay que saber un poco de todo. Por ejemplo, aquí en España, los
españoles no saben nada de mi cultura. Yo sí que sé algo de la cultura de aquí y de
la religión”. (E2)
Hay un proceso de integración de las tradiciones y perspectivas de los
otros en la propia vivencia religiosa que ayuda a aprender más sobre sí mismas
y sobre lo que les rodea. Y esto es lo que llama Beck (2009), cosmopolitismo
religioso, que está próximo a la idea de un Dios personal y a la visión de otras
creencias como aportaciones que enriquecen la propia. Y así lo expresa una
de las entrevistadas:
“A mí me gusta conocer otras religiones, conocer el cristianismo, entender lo
que la gente hace…” (E3)
Es importante, por tanto, destacar el papel tan esencial que tienen
estas jóvenes en una sociedad más pluralista por cuanto en ellas se hace
realidad la sustitución de una mirada nacional homogeneizadora, ligada a un
único universo religioso, por una mirada más cosmopolita. Algunas de las
jóvenes muestran incluso su escepticismo respecto a la religión musulmana o
a cualquier otro credo religioso, a partir de su propia condición de
estudiantes:
“Si tengo hijos…la educación sobre la religión… yo creo que desde ninguna, y
cultura desde las dos, como yo soy… Yo es que lo de la mezquita sinceramente no me
lo creo. No entiendo como una persona que no tiene estudios de nada, que solo sabe
leer y escribir esté dando clase de religión a unos niños”. (E11)
Como se percibe en sus discursos, las jóvenes afirman que está obsoleta
la mirada que define la identidad personal dominante como parte de un
determinado Estado nacional excluyendo a otros. Ellas representan el futuro,
la pluralidad y el cosmopolitismo religioso que no considera lo ajeno a las
propias pertenencias, ya sea la religión o la cultura, algo amenazador sino
algo más bien enriquecedor que hay que valorar positivamente. La identidad
Soy musulmana a mi manera
religiosa de estas chicas jóvenes supera el ámbito nacional para identificarse
con algo que amplía las fronteras nacionales: lo musulmán. ¿Es ésta una
conquista que se aprecia en la Europa actual o, por el contrario, se mira con
recelo en cuanto que Europa y sus estados nacionales no acaban de asumir la
pluralidad religiosa y el lugar que debe ocupar lo musulmán como religión
también europea?
Es un dato incuestionable que el porcentaje de musulmanes crece
rápidamente entre la población religiosa de Europa y que el proceso de
secularización afecta principalmente al cristianismo: se construyen más
mezquitas y se cierran o se vacían las iglesias. El alejamiento de los/las
jóvenes de la religión, al menos en Europa, es cada vez mayor. Así lo reflejan
todos los estudios sociológicos. En España está realidad se evidencia, desde
hace años, en las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS),
en las realizadas por el Instituto de la Juventud y en los macrosondeos
periódicos de la católica Fundación Santa María.
Todavía en España profesar la religión musulmana y tener pasaporte
español es una conjunción insólita. De acuerdo con Beck (2009) es un reto
cómo afrontar, desde el respeto democrático, que un grupo importante de
ciudadanos europeos, españoles, reivindiquen su derecho a profesar la
religión musulmana en pie de igualdad con otras religiones sin sentirse por
ello discriminados ni rechazados. En la pretensión de las jóvenes de la
generación
puente
de
ser
reconocidas
como
ciudadanas
europeas
musulmanas, la sociedad en general suele ver la posibilidad de legitimar una
vida alternativa a la mayoritaria, que cuestiona los principios dominantes de
la sociedad española. Y es que para la conciencia europea, entre
modernización y secularización, existe una relación de causa-efecto que no se
ve confirmada cuando pensamos en tantos ciudadanos que reclaman una u
otra pertenencia religiosa, ya sea los que reclaman su adscripción al
cristianismo, como los que lo hacen al judaísmo o al islamismo.
Soy musulmana a mi manera
Se puede afirmar, por otro lado, como anteriormente se señalaba, que
se ha producido un radical debilitamiento de la dimensión religiosa en la
juventud española y europea. Año tras año desciende de manera muy
significativa el número de jóvenes que afirman creer en Dios. Las encuestas
europeas de valores (EVS), según el informe titulado Jóvenes españoles 2010,
publicado por la Fundación Santa María (Valls, 2011), ofrecen la siguiente
evolución del descenso de la fe en Dios durante los últimos veinticinco años:
en 1981 creían en Dios el 78% de los jóvenes; en 1984, la creencia descendió
al 71%; en 1989, se mantuvo en el mismo porcentaje; en 1999 bajó al 65%; en
2005 la caída llegó al 54%. Para una gran mayoría de los jóvenes españoles,
según este mismo informe, la religión resulta poco relevante y posee una
mínima incidencia en sus vidas ocupando uno de los últimos lugares en una
escala de valoración de las cosas más importantes para los jóvenes. No
obstante el 53,5 por ciento se declara católico, aunque sólo el 7 por ciento
del total de los jóvenes dice cumplir con el ritual de la misa dominical. Un 69
por ciento de los que se consideran católicos o creyentes de otra religión
opina que hoy se puede vivir la fe individualmente y que es un asunto privado.
Sólo un 2 por ciento se declaran creyentes de una religión distinta de la
católica y un 42 por ciento se consideran no religiosos. Esta realidad contrasta
con la de los y las jóvenes de origen magrebí que se declaran
mayoritariamente musulmanes creyentes (Harrami, 2004). Aunque hay que
tener en cuenta que el retorno de la religión musulmana en Europa no
representa una vuelta al islam tradicional porque en el nuevo espacio social
la religión se distancia de la cultura de origen y echa raíces en las nuevas
circunstancias sociales, culturales, económicas y políticas. Según Roy (2005)
la condición para el islam europeo es más bien la desculturalización del
islam.
Así
nacen
en
Alemania,
en
Francia
o
en
España
formas
individualizadas de religiosidad musulmana, como lo corroboran las
narrativas de las jóvenes entrevistadas, y, en concreto, una de ellas:
“Para mi la religión es cosa mía y de Dios”. (E3)
Soy musulmana a mi manera
La religión musulmana se desliga de sus normas y obligaciones
territoriales y se convierte en una religiosidad basada exclusivamente en la
decisión de los individuos. Por eso, “la nueva conciencia musulmana que
expresan, por ejemplo, las jóvenes que se ponen el velo o el fundamentalismo
religioso de los musulmanes que viven en Occidente no son fruto de la
importación de una cultura musulmana original y territorial” (Roy, 2005).
Entre los musulmanes y las musulmanas europeos también se da un
alejamiento de los lugares sagrados y de las autoridades y organizaciones
religiosas, por lo que tienden a crear una nueva espiritualidad, caracterizada
por la búsqueda, la elección y la combinación -lo que pone también al islam
bajo el primado de la fe individual-. La individualización de la praxis religiosa
es, en consecuencia, un elemento dominante de la religiosidad musulmana en
Europa, que, desterritorializada y mediante la construcción de una
comunidad o ummah imaginaria, posibilita una socialización por encima de
las fronteras (Beck 2009).
Bibliografía
Beck, U. (2009) El Dios personal: la individualización de la religión y el
"espíritu" del cosmopolitismo, Barcelona, Editorial Paidós.
Bessis, S. (2008) Los árabes, las mujeres, la libertad Madrid, Alianza
Editorial.
Bramon, D. (2009) Ser mujer y musulmana, Barcelona, Editorial
Bellaterra.
Harrami, N. (2004) “Conductas religiosas de la juventud musulmana” en
Afkar/Ideas,
3,
pp
33-36
ideas.com/article/?id=2805
disponible
en
http://www.afkar-
Soy musulmana a mi manera
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Observatorio de las Migraciones y la Convivencia Intercultural de la
Ciudad de Madrid (oMci), nº 7, pp 21-47.
Roy, O. (2005) “Islam en Occidente: ¿la occidentalización del Islam?”
Conferencia pronunciada en el Foro de la FRIDE sobre Oriente Medio y
Norte de África disponible en http://fride.org/evento/84/islam-enoccidente:-%C2%BFla-occidentalizacion-del-islam
Tamayo Acosta, J. J. (2008) “Los jóvenes y el diálogo interreligioso” en
Revista de estudios de juventud, nº 80, pp 47-59.
Touraine, A. (2007) El mundo de las mujeres, Barcelona, Editorial Paidós.
Valls Iparraguirre, M. (2010) “Las creencias religiosas de los jóvenes” en
González-Anleo, J. y González-Blasco, P. (Dirs./Coords.) Jóvenes
españoles 2010, Madrid, Editorial Fundación SM.
Soy musulmana a mi manera
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