REDES FEMINISTAS MUSULMANAS, ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL Y DISCRIMINACIONES MÚLTIPLES Rubén Darío Torres Kumbrían

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REDES FEMINISTAS MUSULMANAS, ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL Y
DISCRIMINACIONES MÚLTIPLES
Rubén Darío Torres Kumbrían
Laura Martínez Murgui
Resumen
La comunidad musulmana europea se caracteriza por ser un sector poblacional
con una capacidad económica limitada que padece el estigma social de ser identificada
con un islamismo propenso a prácticas culturales nocivas. En las antípodas a esa
percepción colectiva plagada de prejuicios, la realidad indica que las mujeres
musulmanas europeas conforman un grupo demográfico diverso, dinámico e influyente
que desempeña un rol decisivo en las esferas culturales, económicas, profesionales y
sociales. El colectivo tiene como prioridad incrementar sus capacidades y su visibilidad
social a través de una participación impulsora de la plena pertenencia social de la
comunidad musulmana al tejido social europeo. Los esfuerzos y logros están
obstaculizados por un velo de invisibilidad derivado de los prejuicios socio-cognitivos
históricos y contemporáneos instalados en las sociedades europeas. Uno de los efectos
de esta estigmatización social petrificada en la visión colectiva del homo videns
occidental es la incapacidad de ver y reconocer la labor emancipadora de las
musulmanas europeas en el siglo XXI. El imaginario colectivo euro centrista
configurado considerablemente por los medios de comunicación, cataloga a las mujeres
musulmanas como víctimas de prácticas culturales violentas, de hábitos de vestimenta
anacrónicos y de una educación deficitaria producto de las imposiciones patriarcales
islámicas. La simplificación descrita se puede definir como una capa de significado
superficial, aunque real en algunos casos, pero en modo alguno como una tendencia
social única. Una inmersión relacional en el colectivo de las mujeres musulmanas
permite comprobar que su protagonismo tiende a un incremento considerable, tanto en
sus entornos domésticos, sus comunidades, como en las sociedades europeas a las
cuales pertenecen. Se trata de una diversidad de grupos y de redes emergentes de
emprendedoras que asumen sus identidades nacional, religiosa y étnica, al tiempo que el
acervo cultural del estado de derecho y de la cohesión social europea.
Palabras Clave
Redes feministas musulmanas, islam, plena pertenencia social, invisibilidad social,
islamofobia, cognición social, asimilación cultural, cultura patriarcal.
Summary
The European Muslim community is characterized as a sector of the population
with limited financial capacity that suffers the social stigma of being identified with an
Islam prone to harmful cultural practices. At the opposite to that vicious and prejudicial
collective perception, the fact is that European Muslim women make up a diverse,
dynamic, and influential demographic group that plays a decisive role in cultural,
economic, professional, and social spheres. The group’s priority is to increase their
visibility and social skills through participation driving full social membership of the
Muslim community to the European social fabric. The efforts and achievements are
hampered by a veil of invisibility derived from socio-historical and contemporary
cognitive prejudices installed in European societies. One effect of this social stigma
petrified in the collective vision of Western homo videns, is the inability to see and
recognize the work of the European Muslim emancipation in the 21st century. The
collective imagination set considerably by Eurocentric media, catalogues Muslim
women as victims of violent cultural practices, anachronistic clothing habits, and
deficient education product of Islamic patriarchal impositions. Such simplification can
be defined as a one-meaning surface layer, although there are some actual cases, but in
any way as a unique social trend. A relational immersion in the collective of Muslim
women shows that their role shows tends to a considerable increase in their home
environments, their communities, and in European societies to which they belong. This
is a diverse group of emerging networks and entrepreneurs who assume their national,
religious and ethnic identities, and, at the same time, the cultural heritage of the rule of
law and the European social cohesion.
Keywords
Muslim feminist networks, Islam, full social membership, social invisibility,
Islamophobia, social cognition, cultural assimilation, patriarchal culture.
1.- El movimiento y las redes feministas musulmanas
1.1.- El devenir feminista islámico en el contexto internacional
El Islam tiene diversas manifestaciones en Europa y reúne grupos de diferentes
connotaciones como inmigrantes, ciudadanos de segunda y tercera generación de pleno
derecho y conversos procedentes de otras confesiones. La fractura social de género que
padecen las mujeres europeas en general, afecta de un modo singular y reforzado a las
mujeres musulmanas europeas (Chebel, 2011, pp. 141-156).
Las feministas musulmanas reconstruyen la historia y el porvenir encontrando las
condiciones de posibilidad en determinados procesos y acontecimientos concernientes a
las relaciones de poder. El feminismo islámico es un proyecto de la emancipación que
pone de manifiesto ciertas regularidades en la dominación de estas por los varones, así
como en las formas de reaccionar de las musulmanas ante las diferentes modalidades de
sometimiento y servidumbre que les son impuestas. La especificidad de una historia de
subyugación y exclusión ha generado sus propias respuestas desde una perspectiva
islámica (Izquierdo y Torres Kumbrían, 2011).
Ser mujer y ser musulmana, las convierte en blanco de una presión social difusa o
evidente, aunque siempre constante con efectos excluyentes u obstaculizadores del
empoderamiento que pretenden desplegar. Las manifestaciones culturales patriarcales
de dominación y sometimiento, de misoginia y de etnocentrismo, proceden de sus
entornos domésticos, sociales o de las sociedades europeas autodenominadas abiertas.
El movimiento emergente de las mujeres musulmanas europeas por la igualdad de
género se opone a la aplicación de leyes discriminatorias o aplicaciones normativas de
consecuencias restrictivas, y lo hace en nombre de los derechos humanos y del islam,
reivindicando una hermenéutica coránica en clave feminista, aspirando a que su
perspectiva sea aceptada por el movimiento feminista internacional y europeo.
La orientación descrita del feminismo musulmán está vertebrada en torno a los
principios y valores de los derechos de la mujer y de la diversidad cultural asumidos por
el corpus de principios y valores del derecho internacional y el derecho comunitario.
Las formulaciones del pensamiento no tienen rasgos de una doctrina monolítica y, por
esta característica, comparten con las corrientes del feminismo internacional la
convicción de que el feminismo no puede ser el mismo en todas las culturas, ni sostener
el mismo discurso, ni basarse en la misma perspectiva doctrinaria. Ahora bien, todas las
reivindicaciones tienen un factor común, y es que el feminismo es a la cultura patriarcal
y a la misoginia lo que la democracia es a los regímenes autoritarios, dictatoriales y
tiránicos (Izquierdo y Torres Kumbrían, 2012a, pp. 80-83).
El emergente movimiento de las mujeres musulmanas por la igualdad de género
actúa desde una perspectiva islámica para lograr un cambio de las leyes y de los hábitos
culturales discriminatorios o restrictivos, para erradicar las prácticas culturales
patriarcales antagónicas al Corán, tales como la ablación, la lapidación, los matrimonios
forzados, los castigos corporales, el aislamiento político y la reclusión social.
Las feministas musulmanas son constructoras de una hermenéutica coránica
compatible y complementaria de las aspiraciones del movimiento feminista
internacional, además de ser coherente con una interpretación genuina, precisa y
contextualizada del islam originario. Ello implica que la complementariedad compatible
con los postulados feministas internacionales no significa en ningún caso que las
soluciones a las problemáticas se vayan a encontrar en los códigos culturales
estandarizados, indiferenciados y homogéneos dominantes en Europa sino, en todo
caso, con la visión de un islam europeo, como la formulada por Tariq Ramadan
(Ramadan, 2011).
La obra de Asma Lamrabet, representante y referente internacional de esta
perspectiva, es significativa al respecto. Su reflexión ubica la liberación de las mujeres
musulmanas en torno al principio de igualdad. Un concepto de igualdad inequívoco de
todos los seres humanos, independiente de la raza, del origen y, especialmente, del sexo.
El objetivo central que estructura su pensamiento reside en demostrar que las
discriminaciones por cuestiones de sexo constituyen una herencia del sistema patriarcal,
que a duras penas se va superando en el mundo islámico. Las prácticas sociales de ese
sistema patriarcal contradicen los principios defendidos por la Revelación y por el
espíritu que inspiró la revolución política y social de la comunidad musulmana
originaria (Izquiero y Torres Kumbrían, 2012b, p. 21).
Lamrabet propone la liberación de la lectura patriarcal del Corán que ha imperado
y ha sido transmitida a lo largo de la historia de las civilizaciones islámicas como única
posible y en la que la mujer ha sido y sigue siendo considerada como un ser desprovisto
de inteligencia y al servicio del hombre.
En la misma orientación, Houda Lemkhir, presidenta de la Asociación de
Estudiantes Marroquíes en Granada (AEMG), sostiene que lo que se pretende en este
tipo de aproximaciones es estudiar los diferentes movimientos que luchan por la
igualdad, diseñando una línea de trabajo propia que tenga como pilares los valores
musulmanes.
El concepto de feminismo islámico se usó por primera vez a principios del siglo
XIX cuando las mujeres musulmanas empezaron a pedir un trato de igualdad y
participación en la vida publica. El debate tuvo principalmente una raíz política y la
nueva fuerza social posibilitó que el estado empezara a interesarse por un movimiento
de mujeres organizadas entorno al ideal islámico y a una ciudadanía completa ejercida
de modo efectivo.
Las reivindicaciones de igualdad de género en el mundo musulmán se remontan al
nacimiento del Islam y tienen en el profeta Mahoma su principal valedor, no fueron
introducidas exclusivamente por occidente como sostienen los islamistas inmovilistas.
En la tercera década del siglo XX, Turquía igualó los derechos de mujeres y hombres.
La constitución egipcia del mismo periodo abrió una vía a la integración profesional de
las mujeres. Tras la finalización de la segunda guerra mundial, las jóvenes naciones del
Mashrek promulgaron leyes no discriminatorias. Irak fue uno de los primeros estados en
reconocer el concepto de igualdad de derechos en 1948, seguido por Siria en 1949 y El
Líbano en 1952. Los emiratos del golfo Pérsico se resistieron a seguir esta tendencia y
sus gobernantes tratan de aprovechar el vacío legal para promover una integración de la
mujer que está mutilada por la cultura patriarcal preislámica de la península arábiga.
Las feministas musulmanas consideran que una lectura renovada del corpus
normativo islámico es efectiva y puede erosionar la sociedad patriarcal. En esta
orientación, una hermenéutica femenina musulmana puede impactar favorablemente en
la evolución de unas leyes penetradas por una visión hecha por hombres y para los
hombres.
1.2.- El devenir feminista islámico en el contexto europeo
En el contexto europeo, la hegemonía patriarcal utiliza en su empeño de
sometimiento y reclusión de las mujeres musulmanas fundamentos derivados de una
interpretación literal, penetrada por una descontextualización misógina y adaptada a las
determinaciones de las culturas patriarcales de origen, cuyo resultados son
significaciones antagónicas al ideario islámico de la igualdad de género puesto en
marcha por el profeta Mahoma y la primera comunidad musulmana (umma, en árabe).
Otra de las dimensiones constitutivas de la problemática esbozada es la identidad
etnocentrista europea judeocristiana, cuyas tendencias sociales se caracterizan por una
relación con las comunidades y mujeres musulmanas que oscilan entre la indiferencia y
los anhelos de asimilación cultural. A este diagnóstico incipiente se debe añadir una
tercera dimensión del fenómeno que podemos definir como las tendencias sociales que
representan otra de las manifestaciones del etnocentrismo europeo. Se trata del laicismo
concebido como un dogma impermeable a otros sistemas de creencias tales como el de
las feministas musulmanas. Los colectivos sociales que orbitan en torno a estas visiones
negadoras de la diversidad cultural contemporánea de las sociedades europeas, tales
como la identidad eurocentrista judeocristiana y la eurocentrista laica, comparten con
quienes defienden una visión patriarcal y misógina del ideario islámico una
interpretación descontextualizada y desviada de los significados de los textos sagrados
del islam y de sus traducciones en la práctica y el cambio sociales protagonizados por el
profeta Mahoma y la umma originaria. El resultado de la mascarada dialéctica es el
ejercicio de un sofismo pervertidor de los significados, descontextualizando y
desconectando las interpretaciones, dando lugar a conclusiones forzadas que no admiten
la existencia una tendencia social que es universal e irreversible: la mujer musulmana se
ha propuesto decidir y reivindicar el autogobierno de su trayectoria vital y cívica.
Los argumentos de la defensa de las tradiciones autodefinidas como islámicas,
como identidad etnocentrista cristiana o como laica, instrumentalizados en Europa por
discursos sofistas toscos y efectivos, contribuyen a la invisibilidad de un sector de la
población que exige cambio y reforma. El islam que postulan es compatible y forma
parte del acervo cultural de las sociedades europeas. El movimiento feminista islámico
es un actor emergente cuyo mensaje es que las mujeres musulmanas europeas
desenvuelven sus vidas aspirando no a una integración, sino a un estadio superior
caracterizado por la plena pertenencia social ejercida de modo efectivo y visible.
La pluralidad de orígenes doctrinarios del sofismo patriarcal en sus vertientes
argumental y socio-cognitiva se traduce en unas fábulas endebles cuando las feministas
musulmanas facilitan la comprobación de que los significados precisos y
contextualizados del Corán, de la referencia modélica del profeta Mahoma y de las
doctrinas que configuran las sociedades abiertas europeas son antagónicas a la
dominación, la exclusión, el sometimiento y el aislamiento de la mujer. Sin embargo, el
contexto político internacional incide en la petrificación y vigencia social de la fábula
estigmatizante, independientemente de su procedencia islámica, etnocentrista cristiana o
hipócritamente laica y liberal.
En este contexto favorable a las discriminaciones y restricciones múltiples, las
feministas musulmanas se imbrican en el movimiento internacional feminista que está
articulado en redes transnacionales de especialistas de género, mujeres activas en ONGs
y activistas de los derechos humanos y de los derechos de la mujer, como WIDE,
CAFRA, CISCA o Karat.
1.3.- Redes de mujeres musulmanas. Principios hermenéuticos, avances y obstáculos
al empoderamiento
La idea de igualdad entre la mujer y el hombre fue introducida por El Corán
mediante la noción de insān1 que permite relacionar el principio de equilibrio
(tawwazun) con el principio de igualdad y postular que El Corán no asigna roles
sociales de género. El rechazo a la autenticidad de ciertos hadices misóginos y la
revisión del fiqh, la jurisprudencia musulmana, es otra de las claves de la liberación
emprendida por las mujeres musulmanas que analizan los textos islámicos mediante los
métodos clásicos de comprobación2.
El conjunto de redes musulmanas representa las principales corrientes del
conocimiento feminista islámico y el lobbying se traduce en un compromiso activo con
los derechos humanos de la mujer, que predica el seguimiento del Plan de Acción de la
Conferencia de Pekín y que sostiene una posición crítica hacia instituciones financieras
internacionales como la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La acción sostenible del feminismo islámico derrumba el esteriotipo de víctimas
pasivas adjudicado por la prepotencia intelectual occidental a las mujeres musulmanas.
Uno de los objetivos de las redes de feministas islámicas es resaltar la valía de los
principios de la igualdad de género desde una perspectiva religiosa, a través de la
investigación, la documentación, la información, la divulgación y la capacidad de crear
Insān kāmil: hombre universal, completo, perfecto, pleno. El kāmil es ese ser que logra que la existencia
gire a su alrededor. La criatura “perfectamente humana”: el ideal humano en cada tradición (normalmente
encarnado en quien inaugura dicha tradición en este mundo, aunque, en sentido riguroso, toda tradición
legítima está fundada en el cielo). Iqbal, junto con muchos otros comentaristas, afirma que el insān kāmil
está compuesto de dos mitades, masculina y femenina. Este ser humano llega a su perfección cuando el
equilibrio entre las dos partes es pleno.
1
2
El Departamento de Asuntos Religiosos de Turquía (Diyanet) trabaja en un proyecto para retirar los
hadices misóginos de las colecciones que esa institución publica y colabora con 76.000 mezquitas de todo
el mundo.
y construir intervenciones estratégicas y operativas de empoderamiento orientadas al
logro de la equidad de género.
Los avances significativos en el ámbito de la igualdad de género son tímidos en
relación a la dimensión de la problemática global y europea, más aún para las mujeres
musulmanas. La igualdad de género es una dimensión vertebral e imprescindible de los
derechos humanos, se trata de una formulación doctrinal asumida universalmente, cuya
traducción material en la realidad social es un proceso aún incipiente y por tanto
inacabado y deficitario en un grado socialmente intolerable.
Las redes de mujeres musulmanas están insertadas en el movimiento internacional
feminista y están desarrollando estrategias para lograr cambiar las instituciones de los
estados, la sociedad y la economía. El proceso de transformación cultural ha incentivado
una presión pública externa para lograr el objetivo de un cambio interno. Otras
modalidades de intervención estratégica y operativa son la participación en las
instituciones existentes o por medio de la creación de nuevas instituciones. Las
emprendedoras musulmanas de estas iniciativas son activistas, abogadas, médicas,
profesoras universitarias, agentes sociales, lobbyists, femocrats y ciudadanas
identificadas con estas aspiraciones.
1.3.1.- GIERFI y la erradicación de las opresiones múltiples
Un referente significativo del movimiento feminista islámico es GIERFI, un
grupo internacional de reflexión presidido por Asma Lamrabet, médica marroquí,
investigadora, conferenciante internacional y autora de varios libros sobre la mujer en el
islam. El colectivo está liderado por otras personalidades destacables, como por ejemplo
Yaratullah Monturiol, vicepresidenta de la Asociación UNESCO por el Diálogo
Interreligioso, y Malika Hamidi, vicepresidenta del think tank European Muslim
Network (Lamrabet, 2011).
Uno de los objetivos de estas y muchas otras mujeres es el de estudiar las fuentes
del islam desde una perspectiva que erradique de la interpretación el legado misógino y
patriarcal que a través de los siglos ha impuesto significados antagónicos a la génesis
divina del corpus islámico. El discurso y la producción intelectual y científica se basan
en una interpretación del Islam, precisa e igualitaria en todos los ámbitos, incluido el de
la igualdad de género. Se trata de un proceso de reapropiación y resurgimiento de los
significados originales de liberación e igualdad social dados por el ejemplo del profeta
Mahoma y la umma original.
1.3.2.- European Muslim Network. Reivindicación de la liberación de la mujer desde
el interior del Islam
Malika Hamidi, vicepresidenta del think tank European Muslim Network, expone
la tesis de que, entre el modelo occidental de emancipación y el modelo tradicional de
las mujeres musulmanas, se perfila en Europa un nuevo tipo de mujeres musulmanas.
Por lo tanto, muchas jóvenes musulmanas occidentales tratan de vivir hoy bajo los
principios de un islam occidental asociado con la modernidad. Las mujeres musulmanas
europeas son testigos en Occidente de los primeros pasos de un movimiento de
pensamiento y de una acción feminista musulmana.
La tesis de las feministas musulmanas es que el conocimiento islámico es una
herramienta para contrarrestar las prácticas patriarcales, debido a que el espíritu
igualitario del Corán puede unirse con la búsqueda feminista. El objetivo es afrontar el
reto de demostrar que la liberación de la mujer desde el interior del islam es
perfectamente posible, a través de una reapropiación del debate religioso que permite
denunciar las desigualdades sociales y políticas y las prácticas tradicionales y culturales
nocivas que nada tienen que ver con la religión.
Las musulmanas europeas organizan sus propias luchas por los Derechos
Humanos en todos los frentes simultáneamente. Sus estrategias abordan el problema de
manera adecuada: basan su trabajo dentro del marco religioso, con la reinterpretación
del Corán desde una perspectiva feminista en todo lo relativo a la discriminación que
viven las mujeres en su propia comunidad religiosa y a veces con otros hombres. Por
ejemplo, las controversias y conflictos relativos a la mutilación genital femenina, a los
matrimonios forzados, a la violencia doméstica, a la cuestión de la virginidad en el
matrimonio, al derecho de mantener una actividad profesional o de estudio derivan de
prácticas y tradiciones culturales nocivas y en ningún caso se pueden vincular al islam.
En el contexto interpretativo revisionista, la identificación entre el acervo cultural
nocivo y el islam no es plausible, se derrumba y permite aflorar la causa verdadera de la
fractura social de género: el machismo misógino.
Frente al discurso feminista monolítico, las feministas musulmanas construyen un
discurso diferente, donde se enfrentan a un “ellas y nosotras” simbólico, terreno
abonado para el racismo, y sobre todo para un lugar de poder que mantiene a la mujer
blanca en una posición de dominación con respecto a la mujer racializada (Dechaufour,
2007). Se trata de una relación de poder entre las propias mujeres. La mujer
árabe/inmigrante está instrumentalizada para reforzar una oposición entre un moderno y
brillante occidente contra un oriente bárbaro y oscurantista. Al igual que es esencial
denunciar la dominación de los hombres sobre las mujeres, se debe reconocer que existe
una dominación de la mujer blanca sobre la mujer racializada (Lamrabet, 2007).
Las feministas musulmanas pretenden superar la doctrina de un feminismo
estandarizado y occidental, diseñando una nueva definición de la universalidad dentro
de los derechos humanos que asuma la diversidad. Las mujeres musulmanas europeas
perciben la necesidad urgente no solo de enlaces, sino de una solidaridad entre
feministas de horizontes y sensibilidades distintas. En este marco interpretativo, la
liberación tiene el mismo objetivo primordial que el movimiento feminista laico, a
saber, la lucha contra los diferentes tipos de subordinación de las mujeres.
La superación de la fractura intra-feminista descrita estriba en que las similitudes
superan las diferencias, puesto que, en general, incluso el movimiento feminista
occidental está también atravesado por diferentes corrientes de pensamiento y en la
mayoría de las reivindicaciones se refieren a la igualdad de género en el ámbito público
y privado.
Según esta perspectiva, la posibilidad de una coalición nacional y transnacional
debe ser pensada fuera de las críticas precipitadas. En esta lógica, es urgente interpelar a
los movimientos feministas y a la sociedad civil con el fin de que las mujeres europeas
musulmanas sean, como el resto de las mujeres, fuerzas de propuesta en los ámbitos
políticos y de gobierno, que se reapropien de un activismo centrado en las prácticas
sociales y políticas.
Se trata de la configuración de un feminismo abierto a los demás feminismos,
liberado de la cultura de pensamiento único de la supremacía occidental (Bessis, 2002)3
y que encuentra su pertenencia en el movimiento general de mujeres para fomentar la
solidaridad feminista y luchar de forma conjunta contra todas las formas de dominación
y subordinación.
1.3.3.- Red CEDAR. Modelos para una cultura de liderazgo y éxito profesional
La Red CEDAR (Connecting European Dynamic Achievers & Role Models) es
una red paneuropea de profesionales musulmanes que intenta generar una cultura de
éxito y liderazgo entre las diferentes comunidades islámicas en Europa. Una de sus
principales prioridades es fomentar la aspiración y el logro profesional entre las
comunidades menos privilegiadas y marginadas y crear una imagen más diversificada
de los musulmanes europeos. Una meta clave de la red es empoderar a la mujer europea
musulmana, proporcionándole la participación en iniciativas de trabajo en red,
oportunidades para compartir sus experiencias, para desarrollar sus habilidades y
capacidades e iniciar proyectos concretos.
La Red CEDAR va en aumento y actualmente se está extendiendo en diez países
de Europa occidental. La entidad está conformada por profesionales de diversos campos
y, por lo tanto, es un instrumento ideal para reconocer y aumentar la visibilidad de los
esfuerzos y logros positivos de la mujer musulmana europea.
La organización sostiene que el conocimiento y el debate tienen como
superobjetivo reivindicar y lograr un sistema político y social igualitario que requiere la
concreción de metas previas tales como diversificar la representación de la mujer
musulmana en Europa, aumentar la visibilidad de la mujer musulmana en sus distintos
roles como miembro activa, influyente e inspiradora de la sociedad y empoderar los
esfuerzos y logros de la mujer musulmana en una plétora de sectores (Fernández García
y Torres Kumbrían, 2012, p. 51).
2.- Redes feministas musulmanas, el 11-S, terrorismo y crisis
El alarmismo social europeo se intensificó tras los atentados del 11-S y los de
Madrid, Londres, Casablanca, Yakarta, Sharm el-Sheik y Toulouse. Dichos
acontecimientos han impulsado a los órganos de justicia e interior y a los servicios de
inteligencia y las fuerzas de seguridad a centrar su atención en las redes europeas
islámicas. A estos factores reforzadores de los prejuicios y estigmas, que históricamente
han preñado la representación de los musulmanes en el imaginario colectivo, se les
añaden otros sucesos que actúan como detonadores del recelo social, tales como el
asesinato del cineasta holandés Theo van Gogh o la controversia desatada por las
caricaturas de Mahoma en Dinamarca.
La idea de que existe una unión entre el islam mundial y el islam europeo y una
convergencia de acción de los musulmanes europeos de segunda generación,
inmigrantes o conversos, y los musulmanes de otros países cobra fuerza cuando los
medios de comunicación informan sobre la presencia de musulmanes occidentales en
las redes denominadas terroristas, que operan en Pakistán, Afganistán, Irak, etc.
El conjunto de los movimientos musulmanes mayoritarios es democrático, cívico,
pacífico y gana importancia al competir con los interpretadores inmovilistas y
deformadores de la génesis del islam, del mensaje coránico y del modelo ético que
representa el profeta Mahoma y la primera umma.
Las redes transnacionales de especialistas de género, también las de las mujeres
musulmanas, sostienen una postura crítica ante el proceso de globalización neoliberal,
debido a la amenaza que supone para la mujer y, en general, para los derechos
económicos y sociales de las personas, los cuales podemos definir como la vertiente
material de los derechos humanos (Lobby Europeo de Mujeres, 2008).
Los derechos humanos vinculados a la igualdad de género, despojados de la
vigencia y ejercicio efectivos de los derechos económicos y sociales, fenómeno
derivado de las disfunciones de una globalización desbocada y sin gobierno, relegan a
los primeros a la condición de una retórica legal formalista sin efectos reales en la
trasformación material de una realidad social excluyente, que afecta a las mujeres a una
escala pandémica global, cuyo agravamiento se profundiza en la contingencia de la
crisis económica y financiera surgida en 2008 (Izquierdo y Torres Kumbrían, 2012c, p.
36).
En este escenario, los movimientos internacionales de mujeres y, dentro de ellos,
los de las mujeres musulmanas, están condicionados por el riesgo de formulaciones
doctrinales y de intervenciones estratégicas y operativas escépticas o retóricas.
El caudal de conocimiento construido, los diagnósticos precisos de las
problemáticas acerca de la identidad, la voz, el compromiso y la instrumentalización,
están limitados por una realidad política que escapa en gran medida a sus respectivos
ámbitos de competencia. No hay proceso de transversalidad de género sostenible sin un
proceso de regulación y de gobierno de la globalización (Fernández García, 2012).
La mujer musulmana no es inmune a su macro contexto geográfico y temporal,
cuando el siglo XXI se está caracterizando por una tensión polarizada derivada de dos
concepciones antagónicas, simbolizadas en los paradigmas del choque de civilizaciones
y de la alianza de civilizaciones, al conflicto árabe-israelí que, lejos de resolverse, cada
día se aleja más de una paz justa y duradera, a los que se han añadido otros detonadores
de tensión, controversia y conflicto político y social.
Las redes transnacionales de mujeres musulmanas responden a esta amenaza de
marginación y aniquilación eventual de su disidencia cívica, con una interpretación del
islam que se sustenta en el entendimiento pleno de los derechos humanos, económicos,
políticos y sociales pertenecientes a un cuerpo jurídico único, una comprensión plena
que incluye todos estos derechos en uno solo y que en ningún caso deben fragmentarse.
Transversalidad de género y empoderamiento tienen como significado inequívoco
los derechos humanos de la mujer. Las feministas musulmanas asumen un enfoque de
género basado en una perspectiva integradora y holística de los derechos humanos. El
proceso de desarrollo de la transversalidad de género y del empoderamiento no está
exento de problemas, sea en los ámbitos domésticos, en las comunidades de
pertenencia, en las sociedades de referencia o en las instituciones políticas y
económicas.
El drama palestino, el 11-S, la guerra ilegal de Irak, la ocupación de Afganistán,
los atentados de Atocha y de Londres, la masacre en Noruega y los asesinatos de
Toulouse y Montauban son acontecimientos trágicos difundidos por los medios de
comunicación que parecen reforzar la cognición colectiva de un desenlace histórico
inevitable de caos, violencia y conflicto entre visiones del mundo y sistemas de
creencias mutuamente excluyentes e incompatibles.
2.1. Imaginarios colectivos, estereotipos, estigmatización social y la intervención
social comunitaria
Un análisis que trascienda los focos de atención mediáticos apunta a una
conclusión opuesta y esperanzadora. La percepción colectiva fatalista, reforzada por la
profecía del choque de civilizaciones, resulta empíricamente endeble y mitológica,
cuando se la enfrenta a una realidad social europea caracterizada por una diversidad de
creencias donde el islam, las comunidades musulmanas europeas y el movimiento
feminista islámico aspiran a ocupar un espacio de plena pertenencia cívica y social,
adherida de modo innato a los valores y principios que configuran los derechos
humanos y el acervo jurídico europeo e internacional.
La coexistencia normalizada entre culturas y religiones en el escenario europeo no
es una opción, es un destino ineludible acorde con la actual era de coexistencia y
mestizaje de las civilizaciones, uno de los efectos más benévolos de la globalización. La
reacción social receptiva ante el hecho diferencial exige una intervención comunitaria
donde el trabajo social, disciplina científica autónoma, puede realizar una sólida
aportación, a pesar de su desarrollo científico embrionario, y de su inexplicable
desinterés por las comunidades y las mujeres musulmanas (Torres Kumbrían, 2013a).
Una intervención social comunitaria orientada a una doble dirección, es decir, a
las comunidades musulmanas y a las sociedades donde se insertan, puede hacer que la
diferencia deje de ser un motivo de controversia y recelo mutuo para convertirse en un
acicate, en un incentivo para el conocimiento social recíproco, que sin duda facilitaría el
proceso de empoderamiento de las mujeres europeas musulmanas.
El coste del desconocimiento y de la ignorancia mutua, constituyen una parte
significativa de las causas objetivas del enfrentamiento y la conflictividad social
(Fernández García, 2012). Resulta ineludible acabar con el estado de desconocimiento y
desinterés consciente en las sociedades europeas con respecto al mundo islámico. Las
comunidades musulmanas en el continente europeo aglutinan aproximadamente a
cuarenta y cuatro millones de seres humanos y en la Unión Europea a trece millones de
personas que, con sus referencias culturales de origen, han enriquecido la diversidad del
acervo de las culturas, así como también una tradición humanista que es perfectamente
compatible con el mensaje coránico y el modelo de comportamiento vital que inspira el
profeta Mahoma para los musulmanes.
El empeño obsesivo vaticano para exacerbar el mito de la Europa cristiana como
realidad social dominante e inmutable, choca con la verificación histórica que confirma
que el continente europeo fue y es un escenario inequívoco de sistemas de creencias
diversos desde sus orígenes. La pretensión de desplegar una hegemonía dominante y
excluyente de cualquier confesión religiosa, étnica o ideológica ha traído y puede traer
consecuencias trágicas. El genocidio bosnio musulmán es una prueba irrefutable de ello.
La dinámica de una historia cíclica de conflicto entre confesiones no está
predestinada por ninguna ley física de carácter inamovible. Frente a las profecías
fatalistas revestidas de discurso científico, la alianza de civilizaciones apuesta por
construir una cultura de convivencia cooperativa que en Europa existe en gran medida,
tal cual lo testifica el devenir cotidiano de los cuarenta y cuatro millones de musulmanes
europeos.
Los radicalismos minoritarios cristiano, islamista, laico y judío, siempre dotados
de una considerable capacidad de estruendo, de interpretación sesgada y desviada de sus
credos y de alarmismo social, introducen factores de agravamiento de las
contradicciones y obstáculos que obedecen a una finalidad de dominación y exclusión
de quienes consideran el otro, una dinámica de conflicto que en la mayoría de los casos
es antagónica y herética con la fe e ideales que predican creer y practicar (Izquierdo y
Torres Kumbrían, 2012d, p. 35).
La amplia propagación de los tópicos que circulan sobre los europeos
musulmanes produce un efecto de retroalimentación. Cuanto más negativa es la
percepción de la realidad más se autoconfirman los estigmas cognitivos y prejuicios
sobre el mundo islámico y viceversa. El fenómeno del desconocimiento y los prejuicios
es recíproco. La segregación que padecen muchas europeas musulmanas refuerza ideas
erróneas preconcebidas sobre el otro no musulmán, tendiendo a asumir un rol social de
victima pasiva que no le favorece en la hora de asumir su proceso de empoderamiento y
de construcción de la plena pertenencia social y cívica.
La confrontación calificada de choque de civilizaciones es el disfraz de las
ambiciones y los intereses político-económicos del pensamiento único. La profecía de
Huntington, aparentemente autocumplida, más bien ofrece una legitimidad ideológica a
esta nueva orientación neoliberal de supremacía total, encontrando en el
desconocimiento acerca del islam y sus seguidores grandes ventajas, al poder atribuirles
todo tipo de maldades y peligros.
La crisis económica desatada en 2008 también se traduce en un miedo legitimador
de la fábula estigmatizadora de la mujer musulmana, que es representada en el
imaginario colectivo como una mujer abusadora de los servicios y prestaciones del
estado del bienestar sin contribuir a su sostenimiento, convirtiéndola así en un potencial
riesgo para la viabilidad futura de la cultura y del modo de vida europeo, un mito
inexistente en la realidad social.
2.2.-Representación simbólica y realidad social de los musulmanes europeos
En el 2020, una de cada 5 personas será musulmana, una proporción que exige
realizar las siguientes preguntas. Resulta empíricamente indemostrable categorizar a los
grupos minoritarios que postulan la acción armada como corriente o tendencia social
dominante dentro de las comunidades europeas musulmanas. Llegado a este punto se
impone preguntarnos acerca de los motivos de los grupos minoritarios violentos,
poseedores de una capacidad de representación simbólica poderosa en el imaginario
colectivo europeo, en desmedro de la realidad social mayoritaria de las comunidades
musulmanas en Europa (Torres Kumbrían, 2013b).
Las estimaciones estadísticas indican una realidad social no captada por la
mayoría no musulmana. Entre once y trece millones de musulmanes en la Unión
Europea y aproximadamente cuarenta cuatro millones de europeos musulmanes en todo
el continente revelan que las existencias individuales y comunitarias atestiguan modos
de vida normalizados, a pesar de que una proporción significativa de la población
musulmana oscila entre una posición marginal o de invisibilidad social en el imaginario
colectivo mayoritario. El análisis exige interrogarnos acerca de las causas que generan
la indiferencia, negación o rechazo colectivos al reconocimiento de una tendencia social
musulmana representativa, que persigue afirmarse en el espacio público, haciendo
visible su identidad religiosa y su pertenencia innata a los valores europeos de la
diversidad.
Las comunidades musulmanas europeas son objeto de recelo por quienes
propugnan las pretensiones manifiestas o encubiertas de asimilación cultural
antagónicas a los derechos humanos y a las libertades públicas. La globalización ha
consolidado la identificación indiferenciada entre las realidades musulmanas locales,
regionales, nacionales e internacionales. La reflexividad derivada de esta identificación
simplista hace que los sujetos se reafirmen en sus posiciones o bien se vean obligados a
reposicionarse en razón de la confrontación con la imagen que se tiene del musulmán.
Las políticas del imaginario fundamentadas en el desarrollo de las relaciones entre
Europa y el islam, facilitan el uso político de los imaginarios, sobre todo en temas
religiosos y sociales, para movilizar y a veces exaltar al tejido social.
2.3.- Crisis, ideologías del odio e islamobobia
La creciente radicalización está vinculada a una crisis política y económica
europea que sumerge al tejido social en una situación continuada de incertidumbre, de
miedo al porvenir, de exclusión social. La incapacidad de conseguir trabajo, el miedo a
perderlo y el desmantelamiento del estado del bienestar se traduce en una búsqueda de
culpables. Las comunidades musulmanas europeas ostentan un rol protagonista en el
casting xenófobo e islamófobo.
Grecia no deja de ofrecer una visión plausible de lo que se puede esperar en otros
países europeos: el partido político Amanecer Dorado cosechó el 7% por ciento del voto
en las elecciones generales de 2012, unas 30 veces más que en las elecciones de 2009.
El Frente Nacional de Marine Le Pen consiguió el doble de votos que en 2007 en
la primera vuelta de las elecciones francesas a finales de abril de 2012. En Holanda, el
Gobierno de coalición cayó en abril de 2012 debido a la deserción del Partido de la
Libertad, un partido antieuro e islamófobo liderado por Geert Wilders. En Austria, el
partido de extrema derecha está igualado en las encuestas con el del gobierno
conservador. En Finlandia los Finlandeses Verdaderos cuentan con el apoyo de más del
20% de la población.
Lo que los une a todos es el populismo, el antieuropeísmo y la hostilidad contra la
inmigración y las comunidades musulmanas, que incrementa el número de sus adeptos
al expandir su mensaje a los temas más apremiantes de la actualidad angustiante. Para la
fábula terrorífica el problema es el islam, ocultando al responsable: el capitalismo
financiero internacional desbocado que no es otra cosa que la institucionalización global
de la tiranía de la usura.
La tensión que rodea a los temas étnico-religiosos deja entrever que será necesario
un profundo trabajo en las nuevas sociedades multirreligiosas y multiétnicas europeas.
En Europa se traban relaciones que no son más que una expresión, entre muchas otras,
del mundo globalizado en el que las comunidades y las redes feministas musulmanas
son actores significativos que jamás aceptarán la invisibilidad y la obstaculización a la
plena pertenencia social.
En torno al último decenio, ciertos líderes políticos han manifestado pareceres
estereotipados sobre la población musulmana que se han ido reflejando en los sondeos
de opinión pública en Europa. Según este discurso, establecer lugares de culto islámicos
y llevar prendas y símbolos religiosos o culturales sirve para ilustrar la reticencia de los
musulmanes a integrarse o una intención de imponer valores incompatibles con la
identidad europea.
En ocasiones se han esgrimido argumentos como el del matrimonio forzado,
percibido como una práctica musulmana, para corroborar estas ideas. A veces, la
opinión pública y los partidos políticos no distinguen entre prácticas que violan
claramente los derechos humanos, como el matrimonio forzado, y otras prácticas
relativas al ejercicio de la libertad de expresión y de religión o creencia, como la
decisión de llevar el pañuelo u otros símbolos religiosos o culturales islámicos.
3.-Estatutos jurídicos del islam y el concepto de islamofobia
El estatuto jurídico del islam varía entre los países europeos en función de la
relación legal entre estado y religión. Algunos estados cuentan con instrumentos
legislativos que regulan las prácticas religiosas, incluido el funcionamiento de las
mezquitas, la predicación y las prácticas proselitistas, el sacrificio ḥalāl y el uso público
de los símbolos religiosos.
En algunos países, no existe un reconocimiento formal del islam, pero esto no
afecta necesariamente de un modo negativo a los derechos de los musulmanes.
En todos los estados miembros de la UE, existe una gran variedad de
organizaciones musulmanas, pero muchos musulmanes, particularmente los que tienen
una perspectiva más secular, no están vinculados a ellas. La participación de las
organizaciones musulmanas en la vida política y social es importante pero aún
insuficiente para el logro de la cohesión social centrada en la plena pertenencia.
La organización no jerárquica del islam, unida a la diversidad étnica, cultural y
teológica de las comunidades musulmanas europeas, crea dificultades particulares para
la creación de organizaciones representativas. Existen indicios de que la representación
de las comunidades está evolucionando gradualmente en la medida en que las
generaciones más jóvenes se ven a sí mismas colectivamente como musulmanes, de
modo que generan una mayor interacción entre comunidades musulmanas étnicamente
diferentes, lo que no deja de tener repercusiones en las organizaciones musulmanas ya
establecidas y en la posible creación de nuevas organizaciones.
El déficit conceptual y doctrinal relativo al término islamofobia es compensado
por una delimitación de ocho características definidas en el Informe de Runnymede
Trust “Islamofobia, un desafío para todos nosotros” (Runnymede Trust, 1997):
 Se considera el islam como un bloque monolítico, estático y reacio al cambio.
 Se considera el islam como una realidad diferente. No tiene valores comunes
con las demás culturas, no se ve afectado por estas últimas ni influye en ellas.
 Se considera al islam como inferior a occidente. Se le percibe como bárbaro,
irracional, primitivo y sexista.
 Se considera al islam violento, agresivo, amenazador, propenso al terrorismo y
al choque de civilizaciones.
 Se considera al islam como una ideología política utilizada para adquirir
ventajas políticas o militares.
 Las críticas a occidente formuladas por el islam son rechazadas de forma global.
 La hostilidad con respecto al islam es utilizada para justificar prácticas
discriminatorias hacia los musulmanes y la exclusión de los musulmanes de la sociedad
dominante.
 Se considera que la hostilidad contra los musulmanes es natural y normal.
En los incidentes que afectan a los musulmanes o personas caracterizadas como
tales en razón de su adscripción religiosa, su apariencia física o su país de origen, la
inexistencia de insultos directos o de amenazas hacen que pueda resultar difícil calificar
un determinado suceso de islamófobo. En cambio, está claro que los ataques contra
mezquitas o las pintadas de contenido antiislámico son islamófobos.
Los incidentes o los delitos contra musulmanes pueden estar motivados por
consideraciones que nada tienen que ver con la islamofobia. Pueden tratarse de
cogniciones, actitudes y comportamientos sociales contrarios, recelosos o agresivos
contra los inmigrantes, refugiados y asilados, detectables en el marco de los delitos de
odio. También pueden clasificarse dentro una categoría que incluya pulsiones sociales
violentas, sin cobertura socio-cognitiva ni objetivos específicos.
La identificación de manifestaciones específicas de islamofobia puede verse
facilitada por los siguientes elementos:
 La percepción que tiene la víctima sobre el carácter islamófobo de un delito es
un primer elemento.
 Un incidente puede calificarse de islamófobo si el autor del delito piensa que la
víctima es musulmana, aunque no sea así.
Tras los atentados de Londres, un informe del European Monitoring Centre on
Racism and Xenophobia (EUMC, 2006) reveló casos de personas no musulmanas que
fueron víctimas de actos de violencia dirigidos contra los musulmanes.
4.- Conclusiones
El movimiento feminista islámico demanda el reconocimiento de una ciudadanía
igualitaria y el cese de la opresión múltiple, cuestionando la vigencia de un feminismo
estandarizado occidental excluyente de la perspectiva islámica.
Las mujeres musulmanas están negativamente condicionadas por un contexto
caracterizado por la globalización desbocada, la tensión polarizada entre los paradigmas
del choque de civilizaciones y de la alianza de civilizaciones, la dinámica internacional
posterior al 11-S y la crisis económica internacional desatada en 2008.
La superación de la visión estereotipada puede darse a través del conocimiento
social mutuo y recíproco, de un debate informador sobre la realidad de las vidas de estas
mujeres.
Las percepciones estereotipadas sobre el pañuelo y sobre la posición de las
mujeres en las familias musulmanas afectan negativamente a las mujeres que deciden
llevar prendas o símbolos percibidos como islámicos.
Las tradiciones nocivas tales como el matrimonio forzado, la mutilación genital
femenina, los crímenes de honor son contrarios al islam, al Corán y al ejemplo del
profeta Mahoma.
Las tradiciones nocivas que afectan a las mujeres musulmanas también se
extienden a otras comunidades como los sijs, hindúes y cristianos, aunque dicha
tradición nociva y violenta no encuentre fundamento en los textos religiosos.
Ser musulmán puede implicar características identitarias diferentes de las
puramente religiosas, por ejemplo, aspectos culturales o relacionados con la tradición.
El término musulmán alude a personas que se identifican a sí mismas como
musulmanas invocando raíces o valores culturales, religiosos o de tradición.
Las encuestas de opinión tanto nacionales como internacionales muestran
invariablemente una imagen negativa de la opinión pública general sobre los
musulmanes, pero con variaciones considerables entre los países europeos.
Los estereotipos y los prejuicios contra prácticas religiosas o culturales
musulmanas también han ocasionado restricciones en el establecimiento de mezquitas.
La controversia sobre la integración y la plena pertenencia social de los
musulmanes en la Unión Europea, sean ciudadanos o inmigrantes, está alentada por las
declaraciones públicas de políticos, los constructores de opinión pública y los casos de
tradiciones nocivas que se pretenden proyectar como una realidad social dominante y
monolítica de las comunidades musulmanas europeas, ocultando la tendencia general de
aspiración a la plena pertenencia social.
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