HACIENDO Y DESHACIENDO GÉNERO Y TIC EN LOS PROCESOS DE

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HACIENDO Y DESHACIENDO GÉNERO Y TIC EN LOS PROCESOS DE
AUTOINCLUSIÓN DE LAS MUJERES EN LAS TIC. IMPLICACIONES PARA EL
CAMBIO SOCIAL.
Núria Vergés Bosch
Universitat de Barcelona. Departamento de Sociología y Análisis de las organizaciones.
E.mail: [email protected]
Anotaciones:
POR FAVOR NO PUBLICAR
Sumario
La investigación sobre la sociedad actual y sus transformaciones no puede desligarse del
estudio del Género y las Tecnologías de la Información y Comunicación. Tanto el género
como las Tecnologías han sido centrales para explicar los principales cambios de las últimas
décadas y el devenir de la sociedad de la Información y del Conocimiento actual. A partir de
los años 90, con la emergencia de las TIC y de la tercera ola feminista, desde los estudios
feministas de la tecnología se han enfatizado con un optimismo crítico las nuevas
oportunidades que las TIC podían implicar para las mujeres y viceversa. Las aportaciones
más actuales señalan el carácter mutuamente constitutivo del género y las tecnologías y su
desarrollo de una forma fluida y dinámica. Partiendo de estos posicionamientos teóricos pues,
me he preguntado hasta qué punto y de qué manera se coproducen Géneros y TIC en los
procesos de autoinclusión de las mujeres en las TIC. Es decir, los procesos en que las mujeres
se inician, siguen, avanzan, se reconocen y contribuyen en las TIC y dónde intervienen
ciertas motivaciones, posibilitadores y mecanismos que activan las mujeres para devenir las
“conductoras” de su propia inclusión TIC. Para ello, he analizado cómo el género se va
haciendo y se va deshaciendo y, a la vez, como las TIC se van haciendo y se van deshaciendo
en los procesos de autoinclusión de las mujeres en las TIC. Para hacerlo, me he basado en las
experiencias compartidas de una muestra intencionada de tecnólogas artísticas y tecnólogas
informáticas de Barcelona. He realizado 22 entrevistas episódicas y 2 mini-grupos de
discusión que he analizado con el software Atlas.ti en un proceso de abajo a arriba. Como
principales resultados muestro, primeramente, que se evidencian todas las combinaciones de
ir haciendo y deshaciendo género y TIC. En segundo lugar, que el género y las TIC se van
haciendo y deshaciendo de una forma dinámica y fluida en el tiempo y situaciones.
Finalmente, concluyo que en este ir haciendo y deshaciendo género y TIC no se produce un
movimiento de péndulo dicotómico, sino que se engordan las posiciones intermedias de un
continuo de Género y TIC en relación. Todo ello, pues, puede convertir los procesos de
autoinclusión de las mujeres en las TIC en potentes generadores de cambio social.
Palabras clave: Hacer género; deshacer género; TIC; autoinclusión; tecnólogas
Feminismos de la tecnología: género, TIC y sus relaciones
Ya en las puertas del siglo XXI, tanto el género como las tecnologías de la información y
comunicación, se habían convertido en esenciales para explicar los principales cambios de las
últimas décadas y el devenir de la sociedad actual i de futuro. Con el auge de las Nuevas
Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y el desarrollo de la tercera ola
feminista, los feminismos de la tecnología actuales están experimentando una renovación
teórica optimista y a la vez crítica. En este sentido, se está desviando el análisis de la
exclusión, de las cantidades y la fractura digital de género hacia la investigación sobre las
presencias, cualidades y oportunidades de las mujeres en relación con las TIC (Sorensen,
2002; Faulkner y Lie, 2007; Vergés et al, 2009). De esta manera, además de reivindicar la
inclusión de las mujeres en las TIC por justicia de género, se enfatizan la diversidad de voces,
miradas, necesidades y voluntades que se convertirían en incluidas y, tal vez, las
oportunidades de creación de nuevos productos TIC más extensivos y adaptables a un mayor
rango de perfiles. Inclusive, se reivindica que esto podría desafiar las relaciones de poder
existentes a través de un desarrollo TIC alternativo, innovador y más acorde con la sociedad
en su conjunto e, más aún, que produciría un efecto redistribuidor de los beneficios en la
sociedad (Cohoon y Aspray, 2006; Hess, 2007; Buechley y Mako, 2010; Trauth, 2011).
Los feminismos de la tecnología se han situado en una posición central en el debate feminista
actual. Con ello han contribuido enormemente a las mismas teorías feministas, pero también
a las teorías de la ciencia y la tecnología (Gill y Grint, 1995; Wacjman, 2004; 2010). Desde
los feminismos de la tecnología actuales se enfatiza la posibilidad de deconstruir categorías
prefijadas y unitarias como las definidas en el binarismo de género y la misma interpretación
de lo que es tecnología (Haraway, 1985; 1991; Landstrom, 2007; Wacjman, 2010). Con ello
se celebra la hibridación, heterogeneidad, fluidez y performatividad de los géneros, de las
tecnologías, y de su relación. El debate sobre la relación género y tecnología ha ido desde la
tecnología que conforma el género (determinismo tecnológico), al género que conforma la
tecnología (determinismo social) y finalmente, a la co-conformación del género y la
tecnología (Gill y Grint , 1995; Wacjman, 2004; 2010). En este sentido, actualmente se
considera que género y tecnología no resultan en algo inmutablemente fijado, ni tampoco su
relación, sino más bien se convierten conceptos y relaciones fluidas, en interacción,
performativas y mutables en el tiempo y situaciones (Stone, 1991; Preciado, 2002; Faulkner,
2009; Wacjman, 2010). De esta manera el género influye en la tecnología y la tecnología al
género en un ir haciendo y deshaciendo que se ha convertido el proceso que la investigación
feminista de la tecnología está intentando explicar. Así pues, a través del reconocimiento y la
exploración de esta relación mutuamente constitutiva, que implica múltiples posibilidades de
cambio, se reabre la puerta al análisis y política feminista (Wacjman, 2010). Sin embargo,
seguidamente, me gustaría detenerme en las conceptualizaciones del género y la tecnología
para, más adelante, adentrarme en su relación.
Tradicionalmente se había hablado de sexo y de género. El sexo se relacionaba con lo
biológico, la anatomía, las hormonas o lo físico de ser mujer y de ser hombre. El género se
relacionaba con los comportamientos, roles o representaciones, construidos cultural,
psicológica o socialmente respecto ser mujer y hombre. En cierto modo el sexo se presentaba
como lo dado y el género como lo construido. Esta división respondía, por un lado, a las
visiones esencialistas que básicamente entendían como mujer lo que las definía
biológicamente (Griffin, 1984; Spender, 1985). En cambio, por la otra, para las
construccionistas basadas en la reivindicación de Beauvoir (1949) de que una no nace mujer
sino que se convierte mujer, la categoría mujer no era natural, sino construida cultural y
socialmente. De esta manera, se tendía a entender la categoría mujer como independiente de
lo biológico y, por tanto, sujeta al cambio tanto de significado como de práctica a través del
tiempo y entre diferentes culturas y situaciones (Wacjman, 1991; Cockburn, 1999). Como
construccionistas pues, mantenían que las diferencias de género se podían alterar e incluso
erradicar a través de la educación, fórmulas legales u otros procesos culturales.
Al menos inicialmente y en cierta medida, ambas visiones compartían que lo biológico era
inmutable y fijado. Es precisamente en este punto donde la investigación posfeminista de la
tecnología, (entendida como expresión de la tercera ola feminista), ha provocado uno de los
principales desafíos a las visiones anteriores. Haraway y diversas otras autorías han mostrado
como la biotecnología es capaz de alterar la genética y el cuerpo de manera que sus
condiciones dejan de ser prefijadas y permanentes (Haraway, 1985; Stone, 1991, Butler,
2004). De este modo, actualmente, la relación entre los procesos biológicos y culturales
presenta una realidad más compleja donde, incluso, lo que parecía dado puede también ser
producido (Butler, 1990, 2004). Es en este reconocimiento de la complejidad y las
posibilidades de construcción tanto de lo biológico como de lo cultural que se teoriza sobre el
hacer y el deshacer el género (Landstrom, 2007; Kelan, 2009).
En 1987, West and Zimmerman acaban publicando su artículo titulado "doing gender" que
implica que el género no es lo que somos, sino lo que vamos haciendo (Fenstermaker y West,
2002-xiii). Para ellas hacer género implica un complejo de percepciones, interacciones y
actividades micropolíticas y socialmente guiadas que representan determinados objetivos
como expresiones de lo femenino y masculino. A diferencia de las construccionistas de la
segunda ola feminista, la agencia es fundamental. No sólo a través de la educación y la
socialización una deviene mujer, sino sobre todo a través de las propias prácticas y acciones
de la vida cotidiana y en diferentes contextos que una va diciendo y haciendo el género
(Martin, 2003; 2006). Aunque el marco de ir haciendo género implica que el género se puede
deshacer y que las mismas autoras han intentado enfatizar las posibilidades de cambio, en la
práctica este concepto de haciendo género ha servido para demostrar cómo las relaciones de
género se mantienen. Así su concepción del hacer género implica el resultado de la diferencia
entre géneros (West and Fenstermaker; 2002; Deutsch, 2007 como crítica).
La crítica de este resultado de diferencia ha dado pie al concepto de deshacer el género, que
comparte con West y Zimmerman el sentido de agencia, de acción y, en cierto modo de
performatividad, pero que se refiere a las interacciones sociales que reducen la diferencia
dicotómica entre géneros y enfatizan la búsqueda de alternativas al binarismo de género
tradicional (Butler, 2004; Deutsch, 2007; Landstrom, 2007). Según Butler (2004), el género
es el mecanismo a través del cual las nociones de masculinidad y feminidad se producen y se
naturalizan, pero el género también puede ser el mismo instrumento a través del cual
deconstruir y desnaturalizar estos mismos términos. En este sentido, la investigación, todavía
muy reciente y escasa, que considera el marco del deshaciendo género intenta focalizarse más
allá de documentar y examinar la persistencia de desigualdades de género. De esta manera
tiende a indagar, o debería preguntarse, sobre cómo las interacciones sociales se generizan de
forma múltiple o diferente y / o incluso se degenerizan. Asimismo, debería indagar sobre las
condiciones en que el género es irrelevante en las interacciones sociales a diferencia de partir
de que en todas las condiciones es relevante. A su vez, implica ver si todas las interacciones
refuerzan la desigualdad o, dicho de otro modo, si toda diferencia de género implica
desigualdad y discriminación y, al mismo tiempo, analizar cómo las cuestiones estructurales
(también institucionales o de contexto) y las interaccionales operan conjuntamente para
producir cambios y, así y también, investigar la interacción entendida como posibilidad de
producir cambios de género (Deutsch, 2007).
Así pues y visto esto, entiendo que se va haciendo género en aquellas situaciones que tienen
la diferencia entre géneros o el binarismo de género como resultante y / o finalidad (West y
Zimmerman, 1987). Por tanto, en este caso, se tiende a la feminidad enfatizada en
contraposición a la masculinidad hegemónica apuntada por Connell y Messerschmidt (2005).
De otra forma, entiendo deshaciendo el género como aquellas situaciones en que se muestra
una ruptura con los binarismos y / o la heteronormatividad, produciendo una generización
diferente a la esperada como mujer y / o rompiendo la dualidad binaria de género, incluso
cuando se produce una degenerización (Butler, 2004; Deutsch, 2007; Kelan, 2009).
Como en el caso del género, la conceptualización de las tecnologías no ha sido unívoca. Tal
como exponía Wajcman (1991) hay que contemplar las diferentes posibilidades de
significación de del término, y en este caso, en relación a las TIC. Así, por un lado,
tecnología son artefactos, hardware u objetos materiales tipo hardware de ordenadores como
los monitores, cables, Cd s, disco duros, routers, cámaras, mp3 etc ... Pero, por otra parte,
tecnología significa los "know how ", los sistemas operativos y de comunicación que serían
el software o el código que hace funcionar los objetos, traducir información o establecer la
comunicación en red entre usuarios y máquinas, así como lo verbal, matemático, visual o
táctico para diseñar ello, usarlo o arreglarlo (Scott-Dixon, 2004; Lerman et al, 2003).
Finalmente, tecnología se refiere a prácticas y actividades humanas, es decir, no sólo lo que la
gente sabe sino también lo que hace, o sea el uso, cultura y representación de la tecnología,
tanto a nivel individual como colectivo. Además, y en cierto modo, pensar en la tecnología
como maneras en que la gente va haciendo cosas permite, incluso, tratar desde las
herramientas y prácticas de la edad de piedra hasta los instrumentos y formas para
inspeccionar el el espacio, coser, cocinar o programar ordenadores (Lerman et al, 2003). Es
esta tercera opción de significación que ha tomado fuerza en nuestra sociedad, así como en la
investigación feminista de la tecnología a partir de finales del siglo XXI.
En este sentido pues, por una parte, entiendo que las TIC se van haciendo cuando la
concepción y uso de las TIC se asocia a los artefactos ya los estudios, ocupaciones y sectores
tradicionalmente considerados tecnológicos. Por otra parte, las TIC se van deshaciendo,
cuando las TIC se hibridan con otros aspectos y ámbitos no tradicionalmente asociados a la
tecnología y se centraliza en la comunicación y información respecto a las TIC y en esta
tercera significación.
Situándome en estas corrientes feministas más actuales he buscado explorar el proceso de
autoinclusión de las mujeres en las TIC. Es decir, un proceso en que ellas mismas conducen
su proceso de inclusión TIC para convertirse en tecnólogas, que puede ser dinámico y que
puede ir más allá de la simple integración (Vergés, 2012). Para ello me he basado en las
entrevistas y grupos de discusión realizados a una muestra intencionada de tecnólogas
artísticas e informáticas de Barcelona.
A continuación pues, expondré las estrategias metodológicas que he seguido para explorar,
más adelante, cómo y hasta qué punto las mujeres pueden ir haciendo y deshaciendo género y
TIC en sus procesos de autoinclusión TIC.
Estrategias metodológicas
En este artículo presento parte de los resultados de mi trabajo doctoral (Vergés, 2012). En la
tesis me propuse explorar los procesos de autoinclusión de las mujeres en las TIC siguiendo
tres objetivos principales. En primer lugar, indagar en la relación género y TIC. En segundo
lugar, conocer las principales motivaciones, posibilitadores y mecanismos de autoinclusión.
Finalmente, comparar estos procesos entre las tecnólogas artísticas y tecnólogas informáticas.
Así pues, en este artículo me centro en esta primera cuestión, es decir, la exploración de la
relación género y TIC en los procesos de autoinclusión de las mujeres en las TIC.
Partiendo del paradigma de la inclusión, de acuerdo con la epistemología feminista y, con
ello, considerando la necesidad apuntada de volver a las prácticas TIC situadas de las mujeres
en las TIC (Haraway, 1988; Olesen, 2000; Harding, 2008), me planteé seleccionar una
muestra intencionada de mujeres tecnólogas residentes en Barcelona. Es decir, las
participantes fueron mujeres que ya se habían convertido en usuarias avanzadas y
especialistas TIC. Para seleccionarlas partí de que tanto la concepción de mujer como de las
TIC podía ser fluida y mutable y, por tanto, podía ser problematizable. Entendiendo mujeres
y TIC en un sentido inclusivo, por una parte, problematicé la categoría mujer. Así, la entendí
más allá del sexo y del género impuesto desde fuera, para entender desde dentro, de una
manera abierta a interpretaciones alternativas desde las mismas participantes. Por ello,
incorporé experiencias transgénero, pero también otras orientaciones sexuales más allá de la
heterosexual. Por otro lado, problematicé las TIC, entendiéndolas más allá de los estudios y
ocupaciones tradicionalmente considerados TIC como la informática. Si consideramos que
las TIC son cada vez más transversales y, por tanto, que su uso avanzado y su desarrollo son
posibles desde cualquier ámbito, es necesario que desviemos nuestra mirada hacia estos otros
ámbitos híbridos. En estos, por ejemplo y entre otras, interseccionan las TIC con las
humanidades y las mujeres parecen estar mejor representadas (Cukier et al. 2001, Vergés et
al., 2009). De esta manera, ni que implique un esfuerzo cualitativo importante por la falta de
datos en su conjunto, es pertinente indagar en estos otros ámbitos cuando investigamos sobre
género y tecnología. Por ello, limité la selección de la muestra a las tecnólogas informáticas,
pero la abrí expresamente a las tecnólogas artísticas. En cierto modo, las tecnólogas
informáticas tendrían estudios o desarrollarían prácticas que tradicionalmente se han
considerado TIC (OECD, 2010, Castaño et al., 2008, 2011). Además, lo harían en entornos
claramente masculinizados, al menos cuantitativamente. Como contraste, las tecnólogas
artísticas tendrían estudios o desarrollarían prácticas en intersección con las TIC (Wilson,
2002; Paul, 2003; Malloy, 2003; Alsina, 2007). Es decir, en el caso donde el componente
artístico y tecnológico se encuentra en su conjunto y, a su vez, en entornos más paritarios,
cuantitativamente hablando. Finalmente, respondiendo a la voluntad de una investigación de
proximidad y por la relevancia de Barcelona como contexto TIC Sur-Europeo las
participantes fueron seleccionadas para ser residentes en la provincia de Barcelona (Trullen y
Boix, 2003; Hospers, 2008; Schiermeier , 2008). Sin embargo, también de una manera
inclusiva, para reconocer la interseccionalidad y para captar las trayectorias migradas, tuve en
cuenta varios lugares de origen en un sentido internacional.
De acuerdo con los argumentos expuestos consideré que la mejor manera de recoger las
experiencias de las mujeres era a través de la metodología cualitativa. Hacerlo me permitía
analizar los significados, trabajar a través de la conversación y la narrativa y, así, explorar un
proceso, que de una forma cuantitativa, difícilmente me hubiera sido posible (Taylor y
Bogdan, 1987; Olesen, 2000; Harding, 2008). Teniendo en cuenta esto, me planteé una
combinación de técnicas cualitativas como la manera más adecuada de aproximarme,
comprender y analizar la temática de investigación y responder a las preguntas de
investigación. Realicé 22 entrevistas episódicas, que combinan la narrativa y la entrevista
semiestructurada (Flick, 2006). Además, para profundizar en las preguntas clave, explorarlas
y evaluarlas en colectivo, llevé a cabo dos mini-grupos de discusión de tres participantes cada
uno (Edmunds, 1999), el primero formado por tecnólogas artísticas y el segundo por
tecnólogas informáticas. De esta manera fueron 28 las participantes de esta investigación, la
mitad tecnólogas artísticas y la otra mitad tecnólogas informáticas.
El análisis que presento en este artículo se ha basado en un análisis cualitativo a través del
software Atlas.ti. Teniendo en cuenta los objetivos de investigación y las recomendaciones
para la codificación de Saldaña (2009) hice una combinación de métodos de codificación
resultante en una codificación ecléctica en dos ciclos. La primera codificación implicó las
operaciones en las que la información fue segmentada y conceptualizada en un proceso
abierto de abajo arriba (Flick, 2006; Corbin y Strauss, 2008; Saldaña, 2009). En un segundo
ciclo de codificación me dispuse a reorganizar, ajustar y comparar entre códigos y categorías
de una manera más intensa. Esto me permitió cambiar el nombre de algunos códigos, fusionar
otros e incluso eliminar códigos que resultaron redundantes.
De este modo, he ido generando documentos de investigación, datos y códigos que me han
ayudado a responder las preguntas de investigación, incluyendo las palabras de las
participantes. En relación a esto, asumo que mis palabras como las de las participantes
plasmadas en el texto no son representaciones de procesos factuales, sino que serían una
versión de las experiencias que implican su propia construcción e interpretación por parte de
las participantes y por mí misma. Cabe decir, que los nombres de las participantes han sido
sustituidos por los apellidos de las 14 estudiantes de ingeniería asesinadas en la masacre de
Montreal y por los 14 apellidos perdidos de mi propia familia (por ser línea materna). Así
pues, a continuación me propongo responder a una pregunta principal: ¿Hasta qué punto y de
qué manera las participantes van haciendo y deshaciendo género y TIC sus procesos de
autoinclusión TIC?
Tecnólogas haciendo y deshaciendo género y TIC
Tanto en las entrevistas como los grupos de discusión, contemplaba una parte que buscaba
incidir directamente en cuestiones de género. De ahí, y de las narrativas que las participantes
iban elaborando respecto a sus trayectorias TIC, además de la expresión de sus críticas y
deseos, se fue evidenciando como las participantes iban haciendo y deshaciendo el género. Al
mismo tiempo y de forma entrelazada, en buena parte de la entrevista y los grupos de
discusión hacía referencia a las prácticas TIC. Además, se trataba a fondo la trayectoria TIC
de las participantes y se daba espacio para la expresión de críticas y deseos al respecto. De
todo ello pues, se desprendieron los discursos que mostraban cómo las participantes iban
haciendo y deshaciendo las TIC. Cabe decir pues, que las referencias al género y a las TIC,
tanto de forma explícita como implícita, también fueron recurrentemente expresadas de forma
entrelazada.
Teniendo en cuenta el contexto situado de las participantes, la práctica TIC la desarrollaban
en entornos cualitativamente masculinizados (haciendo referencia a la cultura masculinizada
entendida como normas y valores) de forma mayoritaria. Además, en el caso de las
tecnólogas informáticas, cuantitativamente hablando también. Esto se hizo patente cuando las
participantes argumentaban que a menudo se las consideraba desubicadas cuando expresaban
su condición de tecnólogas. Como mostraron los discursos de la mayoría de las participantes
y se ejemplifica a continuación y de manera coherente con el resto de literatura (Kvande,
1999; Faulkner, 2009; Kelan, 2009), una mujer tecnóloga todavía se considera desubicada y /
o atípica como tecnóloga. Pero, a la vez una mujer tecnóloga se ve como desubicada y / o
atípica como mujer.
Y a mí me han dicho,! Tú no pareces informática! Y ¿Cómo debe ser una informática? Claro,
los canones sociales que hay sobre los tipos de personas, claro, no encajan conmigo, y la
gente a veces te lo dice. (Edward, Jefa del departamento de informática de un medio digital)
Esto implica que el entorno de práctica y la tecnología está generizada y que las mujeres irán
haciendo y deshaciendo género en un escenario, a menudo, masculinizado y en un régimen de
género todavía heteronormativo. En este sentido, y en cierto modo, la existencia de un
determinado número de mujeres tecnólogas que practican las TIC de forma avanzada podría
ser considerada una forma de ir deshaciendo el género, pues sus prácticas se desarrollan en
actividades tradicionalmente consideradas masculinas y no en las tradicionalmente
femeninas. A la vez, su práctica puede ir deshaciendo las TIC o, al menos, su
conceptualización más tradicional ligada a la masculinidad y a determinadas características y
formas de hacer asociadas, tal y como han apuntado varias autorías (Wajcman, 1991;
Cockburn, 1999; Phipps , 2007). Por tanto, en general, con su práctica TIC avanzada estas
mujeres estarían deshaciendo el género, pero también las TIC y sus concepciones
tradicionales. De todos modos, y como iré mostrando, todo es más complejo.
Dicho esto y, de hecho, de los discursos de las participantes se desprendía que todas las
posibles combinaciones de ir haciendo y deshaciendo género y TIC eran posibles en los
procesos de autoinclusión TIC. Así a través de sus discursos se evidenciaba como en
ocasiones expresaban que hacían género e iban haciendo TIC y / o que iban haciendo género
e iban deshaciendo las TIC. A la vez, también expresaban que en ocasiones deshacían género
e iban haciendo TIC, o deshacían género e iban deshaciendo las TIC.
Así, por ejemplo, el análisis de los discursos de las participantes pues, evidenció que hacían
género cuando, justamente, querían o podían sorprender o desafiar su contexto, por ejemplo,
marcando o no escondiendo su nombre en femenino. Pero también cuando se juntaban con
otras mujeres para visibilizarse como mujeres y, como en el caso de Codina demostrar su
valía, lo que las hacía más patentes en los entornos tecnológicos, a menudo muy
masculinizados. Sin embargo, en estas situaciones, sobre todo, hacían TIC si sólo buscaban
reforzar su condición de tecnólogas y, así, sólo de una forma limitada cambiar las normas del
entorno TIC.
Teníamos que hacer siete proyectos por semestre, eran parte de la calificación por diferentes
asignaturas. Si tenías proyectos, si los habías hecho teniendo un chico en el equipo, entonces
la gente pensaba que no habías hecho nada. Yo realmente lo odiaba eso. Por eso cuando
alguien decía, ohhh! No has hecho nada! Realmente no me podía defender, no sé por qué.
Tenía este problema y quería probar que sí podía. Tenía dos amigas más y por eso
empezamos a hacer los proyectos juntas. Cada vez que teníamos un proyecto nos pasábamos
horas y horas, meses, trabajando sin parar intentando ser las mejores, ¿sabes? (Codina,
Ingeniera de Software, doctoranda centro de computación)
También algunas hacían género cuando de forma colectiva se juntaban entre mujeres y
llevaban a cabo acciones colectivas y visibles tanto en referencia al género como a las TIC,
en una especie de aglomeración compensatoria. Entre las participantes este tipo de acción
colectiva se daba más entre las tecnólogas artísticas. Sin embargo también hubo casos entre
las tecnólogas informáticas donde la acción colectiva fue clara, sobre todo, entre las que se
declaraban activistas también en ámbitos tecnológicos. Así, por un lado, hacían género
enfatizando y visibilizando su condición de mujeres, y por otra parte, hacían TIC enfatizando
su condición de tecnólogas, como ocurría cuando las participantes habían formado parte de
asociaciones o eventos TIC y de género en la vez. Sin embargo, cómo algunos de los eventos
dónde Laganiére participó, a través de la participación colectiva también podían deshacer las
TIC, cuando justamente a través de estos colectivos o entidades cuestionaban las normas
establecidas en las TIC e, incluso, en la relación género y TIC.
Conocí asociaciones que trabajaban con la tecnología o interviniendo más en tecnología
como Infoespai, o Riereta de aquí Barcelona y después este último que todavía estoy, que es
el de Donestech, que es un colectivo que trabaja sobre tecnologías teniendo presente la
perspectiva de género. Por ejemplo, mira, no hace mucho eso del X0y1 en Sevilla, que
participamos con una performance que también estaba relacionada con tecnología. También
en la Caneluntu hace muchos años, que era un intercambio de tecnología con otros
conocimientos así más de fuera de tecnología. También estoy con listas de correo así de
mujeres y tecnología. (Laganière, Diseñadora gráfica y artista digital)
Aunque en sus discursos rechazaban la adopción de una masculinidad extrema, ni que
parezca contradictorio, también mostraban que en algunas ocasiones deshacían el género
adoptando tipo de valores y actitudes más masculinas, por ejemplo, la competitividad o
demostración de la competencia. Esto se presentaba tanto para evitar discriminaciones como
por considerarse la mejor manera de mantenerse o avanzar en una práctica TIC determinada.
En este sentido, muchas de las participantes consideraban que se veían forzadas a competir y
demostrar doblemente su capacidad ante un contexto masculinizado que las presuponía
incompetentes. Incluso, se encontraban en situaciones que ante una discriminación debían
contestar de forma contundente como se muestra en el discurso de Prat. Este tipo de
situaciones surgían más a menudo entre las tecnólogas informáticas en la práctica habitual.
Ahora bien, sobre todo en las situaciones de prestigio, de puesta en escena o de presentación
pública, también había sido expuesto por buena parte de las participantes tecnólogas
artísticas. Este hecho se parece a los patrones de segregación vertical entre mujeres y
hombres también en ocupaciones cuantitativamente muy feminizadas (Gutek, 2001). En este
sentido, las participantes consideraban que demostrando su capacidad, y aún más,
públicamente, rompían con la masculinidad de las tecnologías para demostrar que como
mujeres eran capaces y sólo por eso, en cierto modo, iban deshaciendo las TIC. Sin embargo,
por otra parte, también iban haciendo TIC, ya que seguían unos criterios establecidos de
excelencia, competición y promoción masculinizados que, además, les provocaban un
sobreesfuerzo y un cierto rechazo.
Por ser un área muy masculina en algunos momentos sentía la necesidad de imponerme,
verbalmente o, incluso, físicamente. Pero más bien en este nivel de dejar las cosas claras,
decir lo que me hacía falta decir, más que nada para demostrar que tú sabes de qué va.
(Prat, compositora de música electrónica, dj y productora de eventos)
De todos modos, en sus discursos, pocas veces decían adoptar una posición claramente de
acuerdo con la masculinidad hegemónica y si lo hacían no se mostraba de forma extrema y
constante. Sobre todo, lo que compartían la totalidad de las participantes era que cualquiera
de las cualidades tradicionalmente consideradas femeninas ya no se afirmaban como
exclusivas y naturales de las mujeres. De este modo, los discursos de las participantes
mostraron como las cualidades femeninas podían ser aprendidas y / o performadas por los
hombres porque se consideraban cualidades humanas y, de hecho, en algunos casos
comentaban como las habían visto entre los hombres. Así, las participantes me dejaron claro
que los hombres también podían aprender y realizar estas habilidades más feminizadas, por lo
que también podían ir deshaciendo género. Por lo tanto, las participantes se alejaban de las
concepciones esenciales del género y se situaban en concepciones del género más
constructivistas y performativas, vale decir, más presentes en los discursos de género actuales
de la investigación feminista. Del mismo modo, expusieron como habían visto que algunas de
estas habilidades también carecían en algunas mujeres, evidenciando así la diversidad entre
hombres y mujeres.
De hecho, una de las formas más interesantes de ir deshaciendo el género tenía que ver con
situarse en un posicionamiento intermedio o híbrido entre lo que tradicionalmente hacían, o
que tradicionalmente se habían atribuido a las mujeres y a los hombres. Además,
argumentaban que lo hacían como práctica TIC más o menos habitual tanto para progresar
como para hacer frente a las discriminaciones. A la vez, a medida que avanzaban en la
reflexión en torno al género, la tendencia de las participantes era de situarse en un
posicionamiento intermedio, es decir, reconociendo tener o activar algunas características
femeninas y algunas masculinas a la vez o en diferentes momentos. De esta manera,
consciente o inconscientemente, por ejemplo, tendían a orientar y desarrollar su carrera hacia
posiciones híbridas y cambiantes. Esta cuestión ya había sido apuntada por la literatura en
Género y TIC y, de hecho, está tomando fuerza actualmente (Von Hellenes et al, 2001;
Glover, 2010). Estas posiciones, por ejemplo, implican elevadas capacidades en
programación y / o estudios informáticos y, a la vez, elevadas capacidades en comunicación
con el cliente, desarrollos conceptuales o capacidades estéticas, deshaciendo así la vez las
TIC. Evidentemente, la hibridez fue más acusada entre las tecnólogas artísticas, pero también
se daba entre las tecnólogas informáticas, sobre todo, a medida que iban avanzando en su
carrera profesional. En este sentido iban haciendo y deshaciendo TIC de una manera que
implicaba ir deshaciendo las TIC, pues se acercaban a una práctica que se hibridaba y que,
por tanto, quitaba centralidad a lo más tradicionalmente considerado tecnológico.
Ahora también es variado, porque también puedo tener el punto de vista del programador,
pero al principio de todo, básicamente, era programación. O sea, yo recibía un papel, o
alguien me contaba algo y era eso, hacer un programa que hiciera eso. Después llega un
momento en que vas evolucionando y te dan una pequeña tarea que alguien, que alguien ha
escrito, te la dan muy masticada o así, y entonces es hacer un análisis y eso realmente cómo
se debe implementar. Primero te dicen, mira tienes que hacer esto, y casi te dicen cómo
debes programar. Luego la evolución es, en pequeño, un pequeño encargo, hago un análisis
y yo, a mí misma, me digo como he que programar, más o menos. Esto evoluciona,
prácticamente no se diferencia mucho de lo que yo ahora hago, lo que yo hago, la parte es
puramente si quieres, de analizar las necesidades de los usuarios. Antes había hecho
bastante, que ahora no, por motivos x no puedo hacer que también me gusta, que es
gestionar todo un proyecto. O sea que es, como la parte del negocio, la parte funcional, que
se dice, pero también incluye lo que es llevar el equipo de desarrollo que hará esto.
Incluyendo también el equipo de explotación que después se encarga de la tecnología
informática, todo esto (Bergeron, Business Analyst en empresa de finanzas)
Además de que el género y las TIC se pudieran ir haciendo y deshaciendo en todas las
combinaciones posibles, también se hizo patente que el género se podía ir haciendo y
deshaciendo paralelamente en una misma situación. Incluso, que el género se podía ir
haciendo y deshaciendo de una forma cambiante en una misma trayectoria de vida. Y
además, que esto ocurría en relación a las TIC y de una forma similar.
Así, por ejemplo, Viladoms comentó que cuando estaba haciendo las pruebas de sonido podía
ir haciendo género e ir deshaciendo género paralelamente, en un mismo momento o situación.
Este hecho, por lo menos, también podría verse como una forma de deshacer género, pues
implica que se alejaba de los extremos esenciales de feminidad y / o masculinidad, para
situarse en un medio del continuo de género. Así, como muestra el discurso siguiente,
algunas participantes incorporaban elementos de autopromoción y se mostraban competentes
con el lenguaje técnico y competitivas con la actitud o la intención y, a la vez, se mostraban
dialogantes, suaves y enfatizaban formas comunicativas consideradas femeninas. Sin
embargo y al mismo tiempo estarían haciendo TIC, por adaptarse al tipo de vocabulario,
fines, valores y saberes de las tecnologías tradicionalmente concebidas.
Una cosa que me pasa mucho, por las noches cuando tengo conciertos, sobre todo cuando
son lugares muy grandes, muy profesionales, cuando llegamos con el instrumento, ¡Ah, Una
chica! ¡Seguro que no se entera de nada! Claro, yo soy técnica de sonido, o sea, estoy al
mismo nivel de diálogo que el técnico que me va a asistir. Entonces, cuando te entran en plan
de chuleta, de mujer tonta que no sabes nada, entonces soy muy, muy femenina, pero sólo
hablo con palabras técnicas que ni él conoce, para joder. O sea, por ejemplo, en vez de decir
un Canon digo un XLR y lo cambio todo a este nivel, o sea, como se escribe en el libro de
física o de sonido o de ingeniería. Entonces ... ¿Qué es? Y yo ... Perdona, ¿No sabes qué es?
Porque de alguna manera te sientes muy atacada porque te están insultando. Te están
diciendo que como eres una mujer no sabes nada. Pues la forma es muy sutil, muy femenina,
pero ahora te hablaré en lenguaje técnico. Funciona, no falla. Luego están todo el "Bolo" de
... mejor no le digamos nada ... (Viladoms, Creadora y técnica de música y dinamizadora
cultural)
En ocasiones, las participantes expresaron que hacían una invisibilización del género
deliberada para visibilizar-lo en un momento más adecuado. De hecho, la mayoría de
participantes coincidían en que la comunicación a través de las TIC se prestaba a este tipo de
situaciones. En este sentido, en principio no se desharían las TIC. Pero en el momento en que
el género se hacía explícitamente visible, por un lado, se iba haciendo género y por otro se
deshacían las TIC. Esto, Turcotte lo explicaba diciendo que provocaba tal sorpresa que
llevaba a la reflexión de género en entornos TIC, de modo que en interacción obligaba al otro
a repensar y buscar nuevas explicaciones sobre la relación género y TIC.
Claro, yo ahí siempre parto de que todo el mundo siempre piensa que soy un hombre, si no
me conoce claro. Quien no me conoce claro, porque me llamo Daniela [nombre ficticio],
pero siempre me han dicho Dani para diferenciarme de mi abuela. Creo que está muy bien
también, sin saberlo, claro, lo he aprendido por la práctica, no por qué yo lo buscara eso. Y
claro, ha sido un hallazgo chulo, ¿no? Llegar a un lugar y es que vengo ... Aquí también
porque siempre se pone el artículo delante, la Dani o el Dani, pero por ejemplo en Valencia
sólo decimos Dani y en castellano tampoco se pone. Aquí me ha pasado mucho, me han
confundido, siempre, siempre. Entonces ha sido guay que piensen que eres un hombre y
llegar yo. O sea, que siempre me he alegrado de resolver una confusión siendo una mujer,
porque te da pie a muchas cosas. A que esperen uno que luego sea otra, no? Aquella
sorpresa de la otra persona te da también un margen, hace un hueco ahí que yo creo que es
positivo. (Turcotte, Diseñadora gráfica, technoartista y profesora de arte)
Conclusiones
La Investigación Feminista de la Tecnología se ha aproximado al género desde diversas
concepciones y corrientes. Aunque conceptualizar el género y la tecnología es crucial, la
preocupación básica de la investigación ha sido el análisis de la relación género y tecnología.
Actualmente, la relación entre género y tecnología ha dejado de entenderse de manera
determinista, para entender que el género y la tecnología se convierten en mutuamente
constitutivos, es decir causa y efecto a la vez, en un proceso de co-construcción mutable,
fluido, dinámico, performativo y en interacción en que se va haciendo y deshaciendo género,
pero también tecnología y su relación. De este modo, consideran que tanto el género como la
tecnología pueden no ser algo prefijado, sino dinámico y cambiante en el tiempo y espacios,
que se van haciendo y deshaciendo, de modo que es posible reconocer y abrir nuevas
posibilidades para el cambio y la transformación a través de la política feminista.
Como he expuesto, me he situado en esas corrientes más actuales y he entendido que se va
haciendo género en aquellas situaciones que tienen la diferencia entre géneros o el binarismo
de género como resultante y / o finalidad. De otra forma, he entendido que se va deshaciendo
el género en aquellas situaciones en que el género se hace diferente, es decir implica una
ruptura con los binarismos y / o la heteronormatividad, produciendo una generización
diferente a la esperada como mujer y / o a la dualidad binaria de género, incluso una
degenerización. Respecto a las TIC, por un lado, se van haciendo cuando la concepción de las
TIC se asocia a los artefactos ya los estudios, ocupaciones y sectores tradicionalmente
considerados tecnológicos. Por otra parte, las TIC se van deshaciendo, cuando las TIC se
hibridan con otros aspectos y ámbitos no tradicionalmente asociados a la tecnología.
Sobre todo, he mostrado cómo se da esta relación género y TIC, mostrando que es mucho
más compleja de lo que se puede pensar a priori. El análisis de los discursos sobre la práctica
TIC de las participantes ha mostrado como géneros y TIC se iban haciendo y deshaciendo
mutuamente generando una multiplicación combinada de acciones performativas del género y
las TIC, situadas, cambiantes y, a veces, incluso contradictorias. Además de esto, también he
expuesto que los géneros se podían ir haciendo y deshaciendo paralelamente en una misma
situación. Incluso, que se podían ir haciendo y deshaciendo de una forma cambiante en una
misma trayectoria de vida y que, además, ocurría de una forma similar con las TIC.
De esta manera, una de las cuestiones más interesantes que emerge del análisis es que lo que
se presentaba como inexplicable, paradójico y casi imposible ante una lógica de identidades
de género prefijadas, esenciales y binarias, tomaba sentido cuando lo abría a la
desestabilización de las identidades de género, y así, a la performatividad y fluidez del
género, y también, de las TIC. De acuerdo con ello las tecnólogas participantes ni hacían de
hombres hegemónicos ni de mujeres enfatizadas, sino que, sobre todo, iban haciendo y
deshaciendo género interactuando y en relación al contexto de forma fluida, en un continuo
de género. En este sentido, engordaban las posiciones intermedias en un género entendido
como un continuo y que les permitía moverse en fluidez por las diferentes situaciones
específicas expuestas. Concebir el género como construido y fluido implica que de una forma
similar puede ocurrir entre los hombres, como han evidenciado los discursos de las
participantes, de manera que este situacionamiento entre géneros tomaba fuerza. Del mismo
modo, ocurre con las TIC si su práctica se entiende como una continuo. Así, a priori, ni
afectan positiva ni negativamente a las mujeres, sino que se van haciendo y deshaciendo TIC
en relación al género y es en este ir haciendo y deshaciendo que podrían ser más o menos
transformadoras. La transformación es posible, por un lado, si se descarta una concepción
esencial e inmutable de mujer y una concepción binaria y heteronormativa del género fija y /
o sólo determinada por el contexto. Por otra parte, si se acepta la importancia de la agencia,
en relación al entorno en constante interacción, que es cambiante. Y finalmente, si lo mismo
ocurre respecto a las TIC.
Así pues, en este proceso de ir deshaciendo y haciendo género y TIC, sobre todo si se
enfatiza una práctica TIC reflexiva y alejada de los binarismos sobre la relación género y
TIC, las mujeres pueden contribuir a contestar y a transformar las concepciones y relaciones
de género actuales. Pero también, y a la vez, en relación con las mismas TIC, rompiendo así
el predominio de la masculinidad hegemónica asociada con las TIC. De esta manera se puede
producir un proceso de acomodación de las mujeres en las TIC, en que tal como dice la
palabra, las mujeres más que integrarse en las TIC, se podrían acomodar. O sea, se irían
desplazando de la mujer esencialmente considerada, pero también se irían desplazando de la
práctica TIC tradicional sin producir un movimiento de péndulo. Así, se situarían de forma
fluida, en posiciones intermedias del continuo de género, pero también de las TIC que
implicarían que ellas mismas irían haciendo cambios, pero que también forzarían cambios en
sus entornos y en las mismas definiciones de la tecnología.
Así pues, es necesario que tanto la investigación como las medidas que se diseñen para
mejorar la relación género y tecnologías vayan más allá de la preocupación cuantitativa y se
adentren en estas cuestiones cualitativas. Con ello, es necesario que reconozcan la
heterogeneidad del género y las TIC, además de su práctica cambiante, fluida y situada. Todo
ello, justamente, para facilitar que el proceso de autoinclusión de las mujeres en las TIC
exprese el carácter mutuamente constitutivo del género y las TIC y así, se encamine hacia un
proceso de acomodación de tipo transformador.
Anotaciones:
POR FAVOR NO PUBLICAR
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