EVOLUCIÓN DEL EMPLEO TEMPORAL EN ESPAÑA EN LAS DOS ÚLTIMAS CRISIS Documento provisional en proceso de elaboración Raúl Lorente Campos Departament de Sociologia i Antropologia Social, Universitat de València [email protected] Abstract El objetivo de la comunicación es profundizar en las causas de la extensión y de la evolución de la temporalidad en la contratación en España desde finales de la década de los 80. Impulsada por unas prácticas empresariales de gestión de la fuerza de trabajo regresivas focalizadas en la flexibilidad numérica, el ajuste cuantitativo de la mano de obra, así como en sucesivas reformas laborales que han posibilitado estas actuaciones y decantado la balanza de las relaciones laborales cada vez más hacia el lado de los intereses empresariales, la temporalidad laboral se ha mantenido durante gran parte del periodo analizado, los últimos 25 años, a niveles que alcanzaban un tercio de la fuerza de trabajo asalariada del país. La argumentación esgrimida para acometer las sucesivas reformas laborales ha sido una supuesta ‘rigidez’ del mercado laboral español que no permitía ajustarse a las ‘necesidades de la sociedad’ y que dificultaba la creación de empleo, bajo el supuesto que era necesario flexibilizar el empleo para poder generarlo. En la comunicación se muestra como la precarización del empleo en nuestro país se ha producido tanto en épocas de crecimiento económico y por tanto de creación de empleo como en épocas de crisis, también muestra la fragilidad del empleo creado y cuestiona la existencia de rigidez en el mercado laboral español a la luz de su evolución. Esta cuestión enlaza con el debate actual sobre el contrato único con indemnización creciente desde el origen que, a nuestro juicio, supondría básicamente una cuestión terminológica con escasos efectos prácticos, en la medida que posibilitaría las mismas prácticas regresivas de la mano de obra sólo que bajo una apariencia distinta y sin afear tanto las estadísticas comparativas de nuestro país. Es parte, por tanto, de un proceso de medio-largo plazo que culmina una estrategia de erosión de la ‘relación de empleo estándar’ y de precarización laboral en España por medio de dos vías, por una parte mediante la pérdida de derechos individuales y colectivos del conjunto de asalariados y por otra la ampliación del volumen de empleo atípico, para finalmente converger ‘a nivel de suelo’ degradando al conjunto hasta el nivel más bajo. Los datos utilizados son series temporales de la EPA (INE) y estadísticas de contratación (Ministerio de Trabajo e Inmigración) y la metodología empleada es estadística descriptiva. Esta contribución es parte de un proyecto de investigación más amplio titulado ‘Crisis económica y reformulación de las normas que regulan las relaciones de trabajo’, que desde una perspectiva interdisciplinar y bajo el paradigma teórico de la segmentación laboral pretende abordar la temporalidad en la contratación en nuestro país como una parte del proceso de precarización laboral superando las concepciones dualistas insiders-outsiders, tan en boga en la actualidad por los mismos que durante décadas han fomentado y defendido la extensión del empleo temporal en nuestro país. Introducción El empleo temporal en España es una temática ampliamente estudiada debido a las desorbitadas desproporciones que ha asumido desde hace más de 25 años. La tasa de temporalidad se ha situado la mayor parte de este periodo en cotas que abarcan a un tercio de la población asalariada; y en determinados colectivos más vulnerables laboralmente, como los jóvenes o las mujeres, la proporción de temporales es y ha sido mucho más elevada. Ello ha hecho aparecer la temporalidad en la contratación en nuestro país como uno de los mayores problemas laborales, junto a otros problemas crónicos como el elevado desempleo o la elevada incidencia del empleo irregular vinculado al peso que tradicionalmente ha tenido la economía sumergida en los países mediterráneos. Así, numerosas reformas laborales emprendidas en nuestro país en las tres últimas décadas se han dirigido, al menos en su retórica exposición de motivos por las cuales se justificaban, a la corrección o a intentar subsanar estos problemas: primero ‘flexibilizando’ el empleo, abriendo la puerta a la expansión del empleo temporal como fórmula para crear empleo, y después, dado el volumen alcanzado por el empleo temporal, a tratar de reducirlo fomentando la contratación indefinida. Sin embargo estos objetivos son, a nuestro juicio, más bien aparentes y retóricos. Ocultan la intención de profundizar en el proceso de reducción de derechos laborales para el conjunto de los asalariados de nuestro país por medio de distintas vías, que sería una tendencia de medo plazo emprendida hace ya varias décadas y en la cual se inscriben el conjunto de reformas emprendidas en el ámbito laboral tanto por los gobiernos del PSOE como del PP. Es aquí, en el campo de las reformas laborales y de los debates intelectuales sobre su justificación y sentido, donde el tema vuelve a cobrar actualidad. Desde el ‘establisment’ se lanza la propuesta del contrato único como fórmula para reducir la elevada temporalidad en España (Dolado y Felgueroso 2010) basando sus propuestas en el paradigma insiders-outsiders, bajo un supuesto exceso de protección de los trabajadores indefinidos en nuestro país (insiders) que estaría en el origen de la escasa creación de empleo, así como del elevado volumen del empleo temporal en nuestro país (outsiders) en la medida que los empresarios no habrían tenido más remedio que usar esta fórmula para no incurrir en los desorbitados costes de la contratación indefinida, “Este es un fenómeno común en aquellos países en los que en su momento se acometió una reforma laboral en el margen, abriendo la posibilidad a la contratación temporal, sin cambiar los niveles de protección de los contratos indefinidos” (Dolado, Felgueroso y Jansen 2010: 58). La realidad por el contrario muestra que todas las reformas han ido encaminadas en el mismo sentido de erosión de la ‘relación de empleo estándar’ (Standing 1988, Fourcade 1992) en nuestro país, y que lejos de constituir la excepción a un contexto de hiperportección de los asalariados en España, la contratación temporal ha sido la punta de lanza del proceso precarizador del trabajo en nuestro país, que ha sido mucho más amplio y que ha afectado al conjunto de los asalariados (Prieto 2010). Aspecto que con premeditación y alevosía, además de con una enorme dosis de cinismo, ocultan y tergiversan estos nuevos ideólogos del régimen que son ‘los chicos del coro’, como excelentemente los retrato mi maestro Ramiro Reig hace no mucho tiempo. El empleo temporal ha sido el ariete principal utilizado por los sectores empresariales del país más regresivos para degradar el conjunto del mercado laboral español. Ejerce, al igual que el enorme desempleo, un poderoso efecto disciplinador sobre la fuerza de trabajo en sus demandas salariales y en la defensa de sus derechos laborales individuales y colectivos. Por todo ello, el presente trabajo se dirige a estudiar la evolución del empleo temporal en España en los últimos 25 años para enmarcarlo dentro del proceso de degradación del mercado laboral y de erosión de la ‘relación de empleo estándar’ en nuestro país. La llamada reiterativa a la flexibilización del empleo ha tenido como consecuencia en España un crecimiento sin parangón del empleo temporal en la medida que diversos sectores empresariales ligados a actividades de baja productividad y reducida creación de valor añadido vieron ya hace varias décadas en esta figura ‘un traje a medida’ para la consecución de sus intereses empresariales ligados a proyectos de competitividad vía precios y consecuentemente degradando condiciones de empleo y trabajo. La secuencia que se sigue en el presente trabajo es en un primer apartado profundizar en el contexto de la temporalidad en España, mediante la comparación con el contexto de nuestros vecinos de la Unión Europea, analizando la incidencia en determinados colectivos como mujeres y jóvenes, y su relación con actividades que han impulsado el crecimiento de la economía española, así como su mayor concentración en las Comunidades Autónomas donde mayor desempleo e informalidad del empleo existe, y en general donde mayor atraso y subdesarrollo económico y social, también laboral, existe. En un segundo bloque se procede a analizar el comportamiento diferencial del empleo temporal en las dos últimas crisis y como la evolución respecto al ciclo económico no siempre ha sido igual. Ello constituye el núcleo central de esta comunicación. La misma se cierra con un apartado de conclusiones. 1 - España en el contexto europeo: la singularidad española La elevada tasa de temporalidad de la economía española constituye una singularidad en el contexto europeo. Como se mostrará a lo largo del capítulo ningún país de la UE alcanza las cotas de temporalidad y la persistencia de las mismas en niveles tan altos como las que se producen en nuestro país a lo largo de los últimos 25 años. Estos niveles muestran que la principal forma de flexibilidad aplicada en el mercado laboral español adquiere la forma de temporalidad o eventualidad en la contratación, pasando a constituir una situación ‘normal’, sobre todo para determinados colectivos, el estar trabajando con un contrato de naturaleza temporal y condenando a estos trabajadores a unos niveles de precariedad laboral muy elevados. Niveles de temporalidad que han venido caracterizando, junto a otros fenómenos como la economía sumergida, la fragilidad de la actividad productiva o la erosión de la ‘relación de empleo estándar’ y la pérdida de derechos laborales asociada, la dimensión de la precariedad laboral presente en la sociedad española. Más adelante profundizaremos en estas cuestiones y en las causas por las cuales desde mediados de la década de los 80 se dispara la temporalidad en España, lo que vamos a hacer a continuación es describir esta tendencia de la temporalidad en nuestro país comparándola con la que presentan los países de nuestro entorno, a modo de contexto que nos permita calibrar la dimensión de este problema en la sociedad española. Como se puede observar tanto en el gráfico 1 como en la tabla 1, la tasa de temporalidad (pie de pag.) de la economía española se duplica en apenas cinco años, pasando de un 15.6% en el año 1987, primero en que la Encuesta de Población Activa del INE ofrece datos de eventualidad en la contratación para la sociedad española, a un 32.3% en el año 1991. Gráfico 1. Fuente: Eurostat Tabla 1. Temporary employees as percentage of the total number of employees, Year 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 EC 12 : : : : 9.0 9.7 10.0 10.3 10.3 10.8 10.6 11.0 11.6 11.8 Spain : : : : 15.6 22.4 26.6 29.9 32.3 33.6 32.2 33.7 35.0 33.8 France 3.3 3.3 4.7 6.4 7.1 7.8 8.5 10.6 10.1 10.4 10.8 10.9 12.2 12.5 Germany : 10.0 10.0 11.2 11.6 11.4 11.0 10.5 10.1 10.5 10.3 10.4 10.4 11.1 UK 5.4 6.0 6.9 6.9 6.2 5.9 5.3 5.1 5.1 5.5 5.8 6.4 6.9 7.0 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Fuente: Eurostat 12.3 12.9 13.3 13.7 13.5 13.2 13.1 13.4 14.4 15.0 15.0 14.6 13.9 14.1 14.3 33.6 32.9 32.8 32.4 32.1 32.1 31.8 32.1 33.4 (b) 34.1 31.7 29.3 25.5 25.0 25.4 23.7 13.0 13.9 13.9 15.4 14.9 14.1 13.2 12.8 13.9 14.8 15.0 14.8 14.3 14.9 15.2 15.1 11.8 12.3 13.1 12.8 12.4 12.0 12.2 12.5 14.3 14.6 14.7 14.8 14.6 14.7 14.8 13.9 7.3 6.9 6.7 6.6 6.6 6.0 5.7 5.6 5.7 5.7 5.7 5.3 5.5 6.0 6.0 6.1 La tasa de temporalidad del conjunto de países de la UE (nota al pie UE12-UE25) sigue una trayectoria ascendente en el periodo analizado pero de una suavidad que nada tiene que ver con la dinámica española, así podemos indicar que en los últimos 25 años se ha incrementado en 5 puntos porcentuales pasando de un 9% en 1987 a un 14.3% en 2011 (UE-12), ello muestra un incremento significativo del conjunto de asalariados que trabajan con un contrato eventual en el conjunto de la UE pero muy alejado de los niveles alcanzados por España. Así, el tremendo incremento de la temporalidad en España a finales de los 80, con tasas de crecimiento anuales que llegan al 43.6% en el año 1988, suponen en un breve periodo de tiempo de apenas 5 años un vuelco en el mercado laboral español al alcanzar rápidamente cotas de temporalidad de un tercio de la población asalariada, porcentaje que viene a mantenerse ligeramente por encima de este nivel en forma de meseta durante los siguientes 15 años como se puede apreciar en el gráfico 1. Ello muestra una persistencia del fenómeno de la temporalidad de la contratación en España que también es un rasgo distintivo de esta problemática en nuestro país al igual que el nivel alcanzado. Estos niveles sólo remiten con la fuerte destrucción de empleo que se produce a partir de 2007, y sobre todo de 2008, con la crisis económica y su demoledor impacto en el empleo, si bien esta disminución se produce hasta niveles que continúan siendo muy elevados. Es decir, ninguna de las reformas del mercado laboral emprendidas en nuestro país consigue reducir la temporalidad en la contratación logrando transformar contratos eventuales en indefinidos, sus objetivos últimos como veremos no eran estos por mucho que retóricamente se anunciara esta finalidad, sino que la última crisis económica ha destruido empleo tanto indefinido como eventual pero sobre todo de este último, efecto diferencial que repercute en la tasa de temporalidad. Esta reducción de la tasa de temporalidad por la destrucción diferencial de empleo acaecida en España en los últimos seis años enlaza las problemáticas de temporalidad y desempleo. Así, España no sólo es el país de la UE que mayor tasa de temporalidad presenta en la actualidad y en los últimos 25 años sino también el que mayor tasa de desempleo presenta, y además de una forma crónica. Por ello podemos observar en el gráfico 12, que aparece más adelante, como una tasa de temporalidad muy elevada convive en el medio plazo con una tasa de desempleo también elevada y que los discursos que presentan el empleo temporal como una solución, o mal menor, frente al desempleo son erróneos, produciéndose en España ambas patologías y además de una forma muy grave, siendo uno de los mercados laborales que presenta uno de los peores comportamiento sino el peor. Más adelante profundizaremos en esta cuestión y en la ausencia de una correlación negativa empleo temporal- desempleo en el medio plazo, sino una presencia simultánea de ambos fenómenos en la sociedad española, y que constituyen los rasgos distintivos más importantes de su mercado laboral. Si comparamos la evolución de la tasa de temporalidad española con la de un conjunto de países de nuestro entorno, tanto más desarrollados como menos, tablas 1 y 2 y gráficos 2 y 3, observamos que en ninguno de los países analizados esta tasa presenta un comportamiento similar1. 1 En ninguno de los países de la UE-27 o de la OCDE la tasa de temporalidad adquiere el nivel ni la dinámica que presenta en España pero por razones expositivas restringimos el análisis a un conjunto de países que creemos significativo. Gráfico 2 40 35 30 25 E C 12 20 S pain 15 F ranc e 10 G ermany 5 UK 2012 2010 2008 2006 2004 2002 2000 1998 1996 1994 1992 1990 1988 1986 1984 0 Fuente: Eurostat Como se puede observar en el gráfico 2, Alemania y Francia ajustan bastante bien la evolución de su tasa de temporalidad a la del conjunto de la UE, en una dinámica que podemos calificar de ascenso moderado. Gran Bretaña por el contrario presenta un perfil de la tasa de temporalidad distinto, que se mantiene en un nivel inferior, de alrededor del 6% y que oscila ligeramente alrededor de este valor. La explicación de este comportamiento diferencial de UK vendría ligada a la mayor desregulación de su mercado laboral que la existente en los países continentales, que se concreta en menores derechos colectivos para los trabajadores y una facilidad mayor para el despido que hace poco atractivo para los empresarios la contratación temporal en la medida en que se diferencia poco de la indefinida (Martínez Lucio); así como que la flexibilidad en este país adquiere mayoritariamente la forma de contratación a tiempo parcial (Rubery 1989). En todo caso, podemos destacar que la tasa de temporalidad en España viene a triplicar en la mayor parte del periodo analizado esta tasa en el conjunto de países de la UE (tanto 12 como 27), así como de las principales economías de esta unión y que en el momento actual tras la reducción comentada en España se sitúa todavía diez puntos porcentuales por encima (mientras uno de cada cuatro asalariados españoles es temporal esta proporción se reduce en la UE a aproximadamente uno de cada siete). También resulta interesante el comportamiento de la tasa en estos países durante la crisis, que viene a mantenerse oscilando ligeramente en lugar de desplomarse como ocurre en España. Si analizamos la evolución de la tasa de temporalidad en Grecia, Portugal e Irlanda vemos un comportamiento mucho más heterogéneo. En el grafico 3 se puede observar como cada uno de estos países sigue una evolución distinta, todos ellos alejada de la media de la UE. Grecia parte de niveles muy altos de temporalidad en los 80, con tasas que rondan el 18%, todavía superior a la tasa española en el año 87, pero que inicia, y sobre todo de forma más pronunciada a partir de los 90, una senda en sentido contrario a la evolución española hasta estabilizarse en niveles inferiores a los de la UE, situación que mantiene en la actualidad. Irlanda se sitúa todo el periodo en niveles inferiores a la media de la UE, si bien con niveles muy próximos a la media hasta 1998, año en que desciende la tasa de niveles próximos al 9% al 5%, se mantiene en estos niveles mínimos que oscilan el 5% hasta 2005-06, quizá vinculados a un fuerte crecimiento económico básicamente especulativo que tuvo lugar en esa época, seguido de un fuerte ascenso de la temporalidad con la crisis, que ha afectado de una forma más aguda a este país dado su modelo de crecimiento. Comparado con España sorprende un comportamiento inverso de la tasa de temporalidad cuando se ha situado a Irlanda como el exponente principal del modelo especulativo basado en la construcción seguido también por España, si bien el caso irlandés podía contemplar una mayor componente de inversión exterior productiva. El caso de Portugal es el que mayor interés presenta dado que es el que mayor tasa de temporalidad tiene tras España al final del periodo analizado y durante la mayor parte del mismo. Su evolución no obstante es distinta: parten de niveles similares a finales de los 80, que rondan el 18%, pero en los 90 inicia una trayectoria descendente muy marcada hasta situarse en niveles de la media de la UE, incluso inferiores a la misma, en el periodo 92-97, para en el 98 despuntar con un crecimiento solo similar al de España una década antes si bien no tan sostenido, y mantenerse oscilando en torno al 22% en la última década. Una tasa muy elevada y que no ha seguido una trayectoria descendente al menos de momento durante la crisis. Sí que es cierta una bajada de la tasa en los dos últimos años, sobre todo en el último, pero todavía no nos atrevemos a aventurar un descenso sostenido y pronunciado como el español. A modo de conclusión nos quedamos con que el único país de la UE que tiene en la actualidad un problema de temporalidad de su fuerza de trabajo asalariada de magnitud similar a la española es Portugal, si bien en la historia reciente de los últimos 25 años esta problemática ha tenido una relevancia mucho menor. Gráfico 3 40 E uropean Union (E U integrantes en c ada époc a) E C 12 35 30 25 G reec e 20 15 S pain 10 5 P ortugal 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 0 Ireland Fuente: Eurostat Tabla 2 Temporary employees as percentage of the total number of employees, Año 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 EU 9 9,7 10 10,3 10,3 10,8 10,6 11 11,5 11,8 12,2 12,8 13,3 13,6 13,5 13,2 13,1 13,5 14,5 15,1 14,6 14,1 13,6 13,9 EC 12 9 9,7 10 10,3 10,3 10,8 10,6 11 11,6 11,8 12,3 12,9 13,3 13,7 13,5 13,2 13,1 13,4 14,4 15 15 14,6 13,9 14,1 Greece 16,2 18,4 21,1 18,9 16,5 17,5 17,1 16,5 14,7 10,3 10,4 10,3 10,2 11 10,9 13,4 13,5 13,8 13,5 11,8 11,3 12,4 11,8 10,7 10,9 11,5 12,1 12,4 Spain Portugal 15,6 22,4 26,6 29,9 32,3 33,6 32,2 33,7 35 33,8 33,6 32,9 32,8 32,4 32,1 32,1 31,8 32,1 33,4 34,1 31,7 29,3 25,5 25 14,4 16,8 18,4 18,6 18,4 16,5 11,1 9,9 9,5 10,1 10,7 12,4 17,2 18,5 19,8 20 21,7 20,6 19,9 19,5 20,6 22,4 22,9 22 23 Ireland 6,1 6,6 7,3 8,2 8,6 9,1 8,6 8,5 8,2 8,7 9,4 9,5 10,2 9,2 9,4 8,8 5,1 5,3 4,6 4,9 4,6 3,4 3,7 6 8 8,4 8,6 9,6 2011 2012 Fuente: Eurostat 14,1 14,3 11,6 10,1 25,4 23,7 22,2 20,7 10,2 10,3 European Union (media de los países integrantes de la UE en cada año) 2- Mayor incidencia en determinados colectivos: mujeres y jóvenes La contratación temporal, al igual que otras figuras que incrementan la precariedad como trabajar en la economía sumergida o la contratación a tiempo parcial, tiene una incidencia mayor en los colectivos más vulnerables laboralmente, que no tienen otras opciones de acceder al mercado laboral que bajo estas fórmulas. Así, vemos que la de ya de por sí elevada tasa de temporalidad presente en el mercado laboral español se incrementa significativamente en el caso de las mujeres y sobre todo en el caso de los jóvenes. En el gráfico 4 se muestra la evolución de la tasa de temporalidad de mujeres y varones en España en los últimos 25 años. En este gráfico podemos ver que desde que la EPA recoge datos de temporalidad, 2º trimestre de 1987, hasta la actualidad, la tasa de temporalidad ha sido superior para el caso de las mujeres. La evolución de ambas tasas es muy similar, si bien podemos decir que a finales de los 80 el crecimiento de la tasa de temporalidad femenina es sensiblemente más pronunciado (tasas de crecimiento), abriéndose el mayor diferencial entre ambas los primeros años de la década de los 90, el diferencial se va reduciendo muy progresivamente en la segunda mitad de la década, y la situación se repite la siguiente década si bien a menor escala: la primer mitad de la década de los 2000 se amplia la diferencia entre ambas y se reduce durante la segunda mitad hasta la actualidad. La mayor diferencia se produce en 1991 y es de casi 10 puntos porcentuales (30% para los varones y 39% para las mujeres) y en la actualidad que es uno de los momentos donde aparecen más igualadas, este diferencial es de dos décimas (22% en el caso de los varones y 24% para las mujeres). Otro aspecto a destacar, además del movimiento a grandes líneas acompasado, es la ligera estacionalidad que presentan ambas tasas y que se muestra en los pequeños dientes de sierra que presentan los perfiles. Esta sensibilidad al momento del año, que produce que en los terceros trimestres de cada año se produzca un ligero incremento seguido de un posterior descenso dentro de la dinámica general, será analizada posteriormente con mayor detenimiento pero es indicativo de lo sensible que es la contratación en nuestro país, y en términos generales determinadas actividades económicas que tienen un peso relevante, al periodo de verano y por ende a actividades básicamente vinculadas al turismo que se produce en esta época. La incidencia de la temporalidad de los contratos en España en mujeres y varones es muy elevada, situándose durante la mayor parte del periodo analizado por encima del 35% para el caso de las mujeres y por encima del 30% para el caso de los varones, tasas que sólo se han visto reducidas significativamente una vez iniciada la última crisis económica que ha expulsado a estas trabajadoras y trabajadores a una situación de desempleo. Gráfico 4. Evolución de las tasas de temporalidad de mujeres y varones en España Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. El gráfico 5 muestra las tasas de temporalidad de los jóvenes españoles. En él se puede observar que los trabajadores del segmento más joven (16 a 19 años) trabajan con contrato eventual en aproximadamente el 90% de los casos y que esta proporción no ha variado con la crisis. Desde que a mitad de los 80 se ampliaron las posibilidades normativas para contratar de forma eventual rompiendo la causalidad en la contratación y provocando el crecimiento exponencial de la contratación eventual la tasa de temporalidad de este colectivo subió hasta el 90% y se ha mantenido en cotas entre el 90 y el 80% durante este periodo. A diferencia de la evolución de la tasa global de temporalidad en España, observamos que la crisis actual no ha provocado un descenso de la tasa de temporalidad para este colectivo, es más parece haber seguido una dinámica contraria y a partir de 2008 repunta. Otro aspecto a destacar es que desde mitad de la década pasada la fuerza del componente estacional se ha vuelto mucho más determinante provocando unos dientes de sierra mucho más pronunciados. Esta situación se repite con el siguiente segmento de edad (de 20 a 24 años) si bien no de forma tan marcada y con una tasa de temporalidad 25 puntos inferior, que ronda el 60%. Gráfico 5. Evolución de las tasas de temporalidad por grupos de edad Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. Para profundizar en estos colectivos y en el peso del componente estacional en su contratación en el gráfico 6 se muestra el volumen de asalariados de estos segmentos de edad. En él se puede observar como la crisis económica se ha cebado con el colectivo de jóvenes de forma particular reduciendo a la mínima expresión los asalariados de entre 16 y 19 años, que de 400.000 trabajadores han pasado a aproximadamente 65.000, casi el 90% de ellos con contrato temporal. El volumen de trabajadores de entre 20 y 24 años se reduce a menos de la mitad, pasando de un millón cuatrocientas mil personas a alrededor de 600.000 personas. En el gráfico se puede observar el peso cada vez mayor de la estacionalidad que produce que en el tercer trimestre se tire de la contratación, contratando trabajadores en verano de los que se prescinde en el trimestre siguiente. Este mayor peso de la estacionalidad está íntimamente relacionado con lo sectores de actividad y ante la gran expulsión de mano de obra de los sectores más estables, en cuanto a su actividad a lo largo del año, cobran mayor relevancia los sectores estacionales vinculados básicamente al turismo, de hecho la restauración se convierte en el refugio para poder sacar unas rentas monetarias unos pocos meses al año para gran número de jóvenes. Se observa también la gran destrucción de empleo provocada por la crisis actual de mayor envergadura que la que produjo la crisis económica de primera mitad de los 90 y como la tendencia sigue en caída libre y no parece dar signos de estabilización. Gráfico 6 Asalariados en España por segmentos de edad Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. Grafico 7 Evolución de las tasas de temporalidad por grupos de edad: 16-19 y 20-24 años, en los últimos 7 años. Fuente: EPA (INE) desde I trimestre 2005 hasta IV 2012. La temporalidad impulsada por sectores que impulsan el crecimiento de la economía española Hemos comentado en el apartado anterior que la tasa de temporalidad para el caso de los jóvenes presenta un perfil de dientes de sierra que refleja que las proporciones de empleo temporal y empleo indefinido se ven alterada de forma regular a lo largo del año consecuencia del fenómeno de la estacionalidad. Para el conjunto de la población ocurre de forma similar, si bien no de forma tan pronunciada como en el segmento de jóvenes (véase el gráfico 8). Así, observamos que se produce una dinámica estacional que opera con independencia de la dinámica principal impulsada por el ciclo económico y la sucesión de ciclos expansivos y recesivos o crisis sistémicas capitalistas, que analizaremos en el siguiente apartado. Esta dinámica secundaria es consecuencia de la expansión del empleo que ocurre en España cada verano consecuencia del peso que tienen en su sector productivo las actividades estacionales que operan en esta época del año y vinculadas básicamente al turismo. En él grafico 8 se puede observar como la dinámica estacional tiene cada vez un peso mayor en la evolución de la tasa de temporalidad en España, ya que si bien siempre ha estado presente es sobre todo a partir de 2004 cuando cobra más importancia originando ondas más grandes. Ello indica la importancia de un análisis mas desagregado que contemple qué ocurre en determinadas actividades económicas o sectores y el peso de estos en la dinámica general. Grafico 8 Evolución de la tasa de temporalidad en España TASA de temporalidad 40,000 35,000 30,000 25,000 20,000 TASA de temporalidad 15,000 10,000 2011TII 2012TIV 2008TII 2009TIV 2006TIV 2005TII 2002TII 2003TIV 1999TII 2000TIV 1997TIV 1996TII 1994TIV 1993TII 1990TII 1991TIV 1988TIV 0,000 1987TII 5,000 Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. Tabla 3. Tasa de temporalidad de los distintos sectores económicos, 2012 y 2008. Asalariados Asalariados temporales TASA DE TEMPORALIDAD 2012TII 2008TII 2012TII 2008TII 2008 (II) 2012 (II) 14397,3 16853 3406,5 4952,5 29,4 23,7 A Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca 410 421,2 240,1 238,2 56,6 58,6 B Industrias extractivas 32,7 53,2 5,4 9,5 17,9 16,5 1914,2 2650,3 315 579,5 21,9 16,5 D Suministro de energía eléctrica, gas 78,5 66 13,6 13,3 20,2 17,3 E Suministro de agua, actividades de saneamiento 128,3 117,2 17,1 16,2 13,8 13,3 F Construcción 847,4 2021,8 315,5 1006,5 49,8 37,2 G Comercio al por mayor y al por menor 2033,5 2351,7 386,6 530,8 22,6 19,0 674 755,8 115,7 158,3 20,9 17,2 1064,5 1127,8 389,5 421,3 37,4 36,6 458 490,4 86,8 110,8 22,6 19,0 K Actividades financieras y de seguros 394,9 459,9 28 51 11,1 7,1 L Actividades inmobiliarias 61,4 75,6 6,5 10,2 13,5 10,6 M Actividades profesionales, científicas y técnicas 552,6 581,1 93,6 136,7 23,5 16,9 N Actividades administrativas y servicios auxiliares 802 848 195,3 263 31,0 24,4 O Administración Pública y defensa 1323,3 1279,3 217 278,2 21,7 16,4 P Educación 1164,1 1103,8 287 316,9 28,7 24,7 Q Actividades sanitarias y de servicios sociales 1307,9 1159,5 336,4 371,5 32,0 25,7 244 253,4 98,2 96,7 38,2 40,2 S Otros servicios 265,4 280,7 59,7 75,4 26,9 22,5 T Actividades de los hogares 640,7 756,2 199,6 268,5 35,5 31,2 TOTAL C Industria manufacturera H Transporte y almacenamiento I Hostelería J Información y comunicaciones R Actividades artísticas, recreativas Fuente: EPA (INE) Vamos a estudiar la evolución del empleo en tres sectores básicos en la economía española. Entre los tres suponían antes de la última crisis aproximadamente un tercio del empleo del país (un 32,6% en el segundo trimestre de 2008). La actividad de la construcción a todas luces ha supuesto una hipertrofia del sistema productivo en España, sobredimensionándose en actividad, recursos e inputs que requería y absorbía (desde financieros hasta materiales); y de los outputs generados, llenando el país de un parque de viviendas vacío que costará bastantes años absorber. Además del grave impacto ecológico de este hipertrofia, las consecuencias sobre el empleo también han sido amplias y podemos calificarlo de ‘pan para hoy y hambre para mañana’; incluso de ‘pastel’ ya que generó enormes rentas de todo tipo, también salariales, requirió la importación de grandes volúmenes de mano de obra, y en la actualidad nos encontramos con que ha expulsado a más de la mitad de los trabajadores del sector al desempleo, aproximadamente millón y medio de personas la mayor parte de ellos con un difícil reciclaje. La utilización tan elevada de la contratación temporal en el sector de la construcción está vinculada a la expansión de la utilización del contrato por obra o servicio. Contrato característico del sector de la construcción, pero no sólo. Es decir este tipo de contrato se ha extendido por el conjunto de las actividades económicas muchas vences en fraude de ley. En el grafico 9 se puede observar la incidencia de esta figura contractual en relación al conjunto de fórmulas eventuales, creciendo de forma continuada desde suponer un 10% de la contratación temporal en 1992 hasta el 40% actual. Gráfico 9 1.- "tipo de contrato o relación laboral": Antes de 1992, las rúbricas: 'cubre un período de prueba','cubre la ausencia de otro trabajador' y 'para obra o servicio' se incluyen en 'otro tipo'. El 'no clasificable' son los ocupados que han trabajado en el extranjero en la semana de referencia. Fuente: EPA (INE) desde 1992 hasta IV 2012. Por medio de las estadísticas de contratos (MTIN) también podemos profundizar en la duración media de los contratos de distinta índole realizados el último año y en el volumen de contratos realizados. Así, la duración media de los contratos por obra o servicio en 2012 fue de 59 días y se realizaron 5.5 millones de contratos de este tipo. De éstos sólo 767.931 fueron en el sector de la construcción (con una duración media de 78 días). El resto se utilizó en otros sectores o actividades que frecuentemente se alejan de las circunstancias que requiere este contrato expandiéndose claramente en fraude de ley. La otra figura contractual más utilizada en la de ‘eventuales por circunstancias de la producción’ con otros 5.5 millones de contratos realizados en 2012, con una duración media de 47 días. Le siguen contratos interinos 1.5 millones (26 días de contrato) versus 1 millón de contratos indefinidos (a los que se añaden 395.000 contratos convertidos en indefinidos). Así, en el conjunto de los servicios se realizaron en 2012 10.5 millones de contratos, 888.000 indefinidos, 3.4 millones por obra o servicio, 4.4 millones eventuales por circunstancias de la producción y 1.3 millones de interinidad. La actividad de restauración tiene un peso muy grande en el PIB español y en el volumen de empleo que genera, como corresponde a un país eminentemente turístico y con unas pautas de comportamiento social de la población que impulsan su desarrollo. La actividad comercial minorista emplea también a un gran contingente de trabajadores, aproximadamente uno de cada diez, si bien este sector en España sería comparable al resto de países y no tendría un sobredimensionamiento como los dos anteriores. Este sector presenta una evolución del empleo temporal interesante y divergente a los anteriores. Estos últimos, construcción y hostelería han impulsado claramente la tasa de temporalidad general al tener un peso tan grande en el empleo y una proporción de empleo temporal mucho mayor (véase la tabla 3). El gráfico 9 muestra la evolución de la tasa de temporalidad de la construcción, hostelería y del comercio, y en el podemos apreciar como durante la mayor parte del periodo analizado la mayor parte de los trabadores del sector de la construcción trabajaba con contrato temporal, así como aproximadamente entre el 40 y el 50% de los trabajadores de la hostelería. Estos dos sectores que han tenido una gran expansión en nuestro país y cuya incidencia de la temporalidad es mucho mayor han impulsado la tasa global, pero como se puede apreciar en la tabla 3 la utilización de los contratos temporales está muy extendida en prácticamente todas las actividades económicas, principalmente del sector de servicios o terciario y del sector primario. La construcción presenta una evolución similar a la del conjunto de sectores, con una fuerte expansión a finales de los 80, en este caso todavía mucho más acentuada que en la general y que sitúa la cota en un 60% de temporalidad, la meseta en estos niveles durante los 90 y el primer lustro del nuevo siglo y un descenso con la crisis, otra vez más acentuado que el general. El sector de la hostelería presenta una evolución diferente a la general. En primer lugar destaca en esta serie el componente estacional, con unos dientes de sierra muy pronunciados, marcando los terceros trimestres las puntas e indicativo de cómo se expande el sector en verano y se contrae a partir de octubre. La evolución cíclica presenta también diferencias, el inicio de la serie es igual de entusiasta en el uso de la contratación temporal al realizado en la construcción con tasas de crecimiento similares y altísimas, pero a partir de la segunda mitad de los 90 inicia una senda de reducción progresiva que continua hasta la actualidad y sobre todo este movimiento no se ve afectado por la crisis, la proporción de trabajadores eventuales en el sector parece verse poco alterada con la última crisis económica. El sector del comercio presenta una evolución interesante que podríamos situar como intermedia a los dos anteriores. Inicia el periodo con una expansión de la contratación temporal por encima de la media, situándose este sector hasta 1997 con tasas de temporalidad superiores a la global de la economía, pero a partir de la segunda mitad de la década de los 90 inicia una senda de reducción, impulsada por la dificultad de encontrar trabajadores dispuestos a trabajar en el sector dadas las condiciones del mismo que hace que las empresas del sector opten por la contratación indefinida como mecanismo de captación y sobre todo de retención de los trabajadores (Lorente y Ramírez 2009). Una explicación similar podría estar detrás de la tendencia de reducción de esta tasa observada en la hostelería y comentada anteriormente. Esta tendencia de reducción de la tasa de temporalidad se estabiliza a partir de 2003 entre 4 y 5 décimas por debajo de la general de la economía y sigue con la crisis un perfil similar si bien parece que un poco más afectada por la estacionalidad con ondas anuales más pronunciadas. Sí que querríamos destacar que a finales de los 80, el inicio de la serie que estamos analizando, los tres sectores presentan tasa de crecimiento de la tasa de temporalidad similares y muy altas que muestra la decantación hacia este tipo de contratos por parte de los empresarios de estos sectores. Grafico 9. Evolución de la tasa de temporalidad general, de la construcción, hostelería y del comercio Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. - El comportamiento diferencial del empleo temporal en las dos últimas crisis y su relación o ausencia de ella con otra gran patología del mercado laboral español: el desempleo Para ver la evolución del empleo temporal a lo largo del ciclo económico conviene profundizar en el estudio del desempleo, la incidencia de este en España, su carácter crónico y la evolución que ha tenido en los últimos años, para a continuación poder analizar si existe algún tipo de correlación entre desempleo y temporalidad. En el gráfico 10 podemos ver la evolución del desempleo en España, en la UE (27) y en Francia, este último como ejemplo de país de nuestro entorno2. Gráfico 10 Tasa de paro en España, UE (27) y Francia Fuente: Eurostat En el gráfico se muestra la envergadura del problema del desempleo en España, que permite calificarlo de un problema crónico de la sociedad española. Se inicia la década de los 90 con una tasa de desempleo muy superior a la media de los países de nuestro entorno, indicativa del diferencial que se arrastra desde la década de los 80 y la de los 70, con una crisis económica que se cebó con el empleo, una reconversión industrial que originó un problema de desempleo industrial gravé y perenne, y un problema de desempleo agrario cuyas raíces son mucho más profundas y que se concentra con mayor 2 Se utiliza Francia a modo de referencia con la cual comparar porque Eurtostat no ofrece en su web datos de agrupaciones de EU anteriores a 2000. gravedad en determinadas CCAA. La crisis de primera mitad de los 90 dispara la tasa de desempleo con un crecimiento de 8 puntos porcentuales en tres años, que alcanza la cota del 22% de desempleo. La crisis que es sufrida por todos los países eleva el desempleo pero muy lejos de las proporciones que alcanza en España. La segunda mitad de la década de los 90 y hasta la última crisis se reduce progresivamente la tasa de desempleo en España hasta alcanzar niveles medios de la UE en 2005, pero la última crisis vuelve a disparar la tasa de desempleo incrementándose en 17 puntos porcentuales en 5 años con una elevada tasa de crecimiento medio. Todo ello muestra la enorme sensibilidad del desempleo al ciclo que existe en España, sobre todo recesivo, o como la variable de ajuste aplicada por las empresas en nuestro país ante una coyuntura desfavorable es directamente el empleo. Ello contrasta con los reiterados informes del establishment (bancos, patronal, gobierno…) que atribuyen desde hace décadas una elevada rigidez al mercado laboral. La evidencia reciente, pero también de hace dos décadas, muestra como los empresarios no han tenido ninguna dificultad para despedir a los trabajadores y como sería deseable introducir, más que elementos flexibilizadores para una realidad tan flexible o ajustable, mecanismos de contención para que el ajuste se hubiera podido realizar tanto en los primeros noventa como en la crisis actual en otras variables distintas al empleo, en línea con los países más avanzados de nuestro entorno. En el grafico 11 se puede observar como en el año 87 se parte de casi 3 millones (2.959.800) de desempleados, de los cuales aproximadamente un tercio buscan su primer empleo y 2/3 han trabajado anteriormente. En la crisis de principios de los 90 el volumen de desempleados se incrementa en un millón adicional procedente del grueso de haber trabajado anteriormente o expulsados de su empleo. El desempleo se reduce progresivamente en los siguientes años hasta 1.756.100 personas en 2006, así como el peso de los que buscan su primer empleo que se reduce hasta un escaso 12% del total de desempleados. Con la última crisis el desempleo se incrementa en más de 4 millones, llegando a los 5.965.300 personas, la gran mayoría expulsados de sus empleos dado que casi 5.5 millones han trabajado anteriormente. Gráfico 11. Desempleados en España, en miles, diferenciando parados que han trabajado anteriormente de los que buscan su primer empleo 2011T I 2012T II 2008T III 2009T IV 2006T I 2007T II 2002T II 2003T III 2004T IV 1999T IV 2001T I 1997T II 1998T III 1994T IV 1996T I 1992T II 1993T III 1989T IV 1991T I 1987T II 1988T III 7000 6000 5000 4000 3000 2000 1000 0 1er empleo (parados que bus c an s u primer empleo) parados que han trabajado anteriormente Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. [Cambio de metodología en 2000-01 EXPLICAR] Una vez vista la envergadura del desempleo en nuestro país, que constituye una patología muy dolorosa, crónica y excepcional en el contexto europeo (sólo algunos países mediterráneos tienen una tasa similar) podemos analizar los posible vínculos de desempleo y temporalidad. El grafico 12 muestra la evolución de la tasa de temporalidad y la tasa de desempleo en España en los últimos 25 años. Gráfico 12 Evolución de la tasa de temporalidad y la tasa de desempleo en España Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. Lo primero que destaca la gráfica es la convivencia durante este periodo de altas tasas de desempleo y de temporalidad, característica de un mercado laboral frágil, reflejo de una estructura productiva débil e infradesarrollada. Esta realidad pare el conjunto del Estado español la podemos confirmar con un estudio por CCAA, viendo que las comunidades con un mayor desempleo también son las que presentan mayor temporalidad. Tabla 4. Porcentaje de asalariados indefinidos y temporales por CCAA De duración indefinida Porcentaje 2012TII 2005TII Ambos sexos Total Nacional Andalucía Aragón Asturias, Principado de Balears, Illes Canarias Cantabria Castilla y León Castilla - La Mancha Cataluña Comunitat Valenciana Extremadura Galicia Madrid, Comunidad de Murcia, Región de Navarra País Vasco Rioja, La Ceuta Melilla 76,3 67,2 78,8 76 74,5 71,7 81,6 80,5 78,1 81,5 72,7 67,6 77,6 82,1 65,9 78,3 78,6 79,5 79,9 67,1 66,7 55 72,7 70,4 66,7 62,1 67,2 69 64,3 75,5 63 57,3 65,9 71,3 57,9 74,8 71,1 74,7 58,7 62,3 Temporal: Total Porcentaje 2012TII 2005TII 23,7 32,8 21,2 24 25,5 28,3 18,4 19,5 21,9 18,5 27,3 32,4 22,4 17,9 34,1 21,7 21,4 20,5 20,1 32,9 33,3 45 27,3 29,6 33,3 37,9 32,8 31 35,7 24,5 37 42,7 34,1 28,7 42,1 25,2 28,9 25,3 41,3 37,7 Fuente: EPA (INE) II trimestre 2005 y 2012. La segunda cuestión importante es que la evolución de ambas tasas es bastante independiente y el comportamiento de la temporalidad en las dos crisis no es igual. En la crisis de inicios de los 90 la temporalidad crece junto al desempleo en 1991 y 1992 si bien a partir de este año cambia de tendencia y se modera incluso se reduce ligeramente cuando el desempleo sigue incrementándose. La crisis afecta en un primer momento en mayor medida a los indefinidos, en línea con el proceso de sustitución de empleo indefinido por temporal en los años precedentes de crecimiento económico; y sólo a partir de mitad de la crisis empieza a afectar en mayor medida a los temporales. En la última crisis desde el inicio la destrucción de empleo ha afectado en mayor medida a los temporales, que son los primeros que han sido despedidos, y se produce el efecto de tijera marcado por la reducción de la tasa de temporalidad y el crecimiento de la tasa de desempleo. A grandes rasgos, desde inicios del periodo analizado, cuando se rompe la causalidad en la contratación y se ‘abre la barra’ de la contratación temporal, y hasta 2006 la expansión de estas figuras contractuales ha sido constante, y en líneas generales de forma independiente de que se atravesara un contexto de expansión económica o de crisis. Los periodos de fuerte crecimiento económico de finales de los 80, y finales de los 90 y primera mitad de los 2000, han estado caracterizados el primero por un fuerte crecimiento de la temporalidad y el segundo por un mantenimiento de ésta en cotas muy elevadas. En este sentido, más que una explicación de la temporalidad en términos cíclicos parece corresponder una explicación histórica (Gordon, Edwadrs y Reich 1979). La temporalidad se dispara en los 80 impulsada por una correlación de fuerzas capital – trabajo muy favorable a la primera, y unos sectores productivos -básicamente del sector servicios- que la reclaman como estandarte y como componente fundamental de su competencia vía precios, en un contexto de destrucción masivo de empleo industrial característicamente fordista. Se consolida en los 90 y continua incrementándose como forma de segmentar a los trabajadores, presionar al conjunto de trabajadores en la pérdida de derechos laborales y como puntal en la erosión de la ‘relación de empleo estándar’, hasta alcanzar a 5.661.400 trabajadores en 2006, un tercio de los asalariados del país, para posteriormente, con la crisis prescindir primero de estos trabajadores periféricos (Atkinson 1987). Todo ello se puede observar mejor en el gráfico 13 que muestra la evolución de los asalariados con contrato indefinido y temporal en España. Gráfico 13. Evolución del volumen de asalariados con contrato indefinido y temporal en España Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. En este gráfico se puede ver claramente como en la segunda mitad de los 80 todo el empleo generado es temporal, e incluso se destruye empleo indefinido en un contexto de fuerte crecimiento económico para crear empleo temporal. Esta tendencia se mantiene en el primer lustro de la década de los 90 acentuándose la destrucción de empleo indefinido con la crisis. La tendencia de crecimiento constante del empleo temporal comentada anteriormente se acompaña de un fenómeno también relevante, que es la fuerte creación de empleo indefinido que acompaña a la creación de empleo temporal. Desde el año 94 hasta inicios de la última crisis prácticamente se duplica el volumen de asalariados en el país, pasando de 9 millones a 16.8 millones en 2008. Ello constituye un hecho muy importante y un logro de la sociedad española, si bien este rasgo positivo hay que matizarlo porque no corta ni mengua el empleo temporal y se produce tras sucesivas reformas que reducen la protección de los trabajadores indefinidos aproximándolos progresivamente, reforma tras reforma del mercado laboral, a las condiciones de los trabajadores temporales y se produce básicamente en actividades maduras con escasa proyección y reducido valor añadido. Esta matización no quita para que la creación de empleo producida en España haya sido muy importante en términos de volumen de empleo generado, si bien añade que hubiera sido deseable que éste fuera de mayor calidad, menos precario en el sentido de mantenerse en el tiempo, y más próximo a la norma de la ‘relación de empleo estándar’ (Fourcade 1992, Cordova 1986 y Standing 1988). También el gráfico muestra la sangrante destrucción de empleo temporal y de empleo indefinido que está provocando la crisis económica. Con lo que llevamos de crisis se han destruido en términos netos 2.4 millones de empleos temporales (hace 5 años había 2.4 millones de trabajadores ocupando empleos que ya no existen), y se han destruido también en términos netos 1.2 millones de empleos indefinidos. Este análisis se puede completar con un estudio desagregado por sectores. A continuación vamos a ver la evolución del empleo y como les afecta la crisis a las mismas actividades que ya estudiamos en el apartado anterior observando que cada uno de estos sectores presenta una dinámica particular. El gráfico 14 presenta la evolución del empleo asalariado en el sector de la construcción en los últimos 25 años en España, exponente del ‘boom’ inmobiliario y de la hipertrofia que constituía, que ha provocado que en cinco años haya menguado a la tercera parte en términos de empleo. Gráfico 14. Evolución del empleo asalariado en el sector de la construcción Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. En el gráfico se puede observar como durante este periodo la mayor parte del empleo del sector es temporal. También destaca la gran sensibilidad al ciclo del sector, expandiéndose de forma muy acentuada en las expansiones económicas y contrayéndose igualmente de forma muy pronunciada en las crisis. En la crisis de inicio de los 90 vemos como la mayor parte del empleo destruido es indefinido, mientras que en la crisis actual, dadas las proporciones que adquirió el empleo temporal, éste se ha visto arrasado desde 1.218.000 asalariados temporales en 2007 (II) hasta apenas 257.000 en 2012 (IV). El empleo indefinido del sector también se ha visto menguado con la última crisis pero en una proporción claramente menor mostrando que el ajuste se ha realizado primero en los trabajadores eventuales. El sector del comercio presenta una evolución muy distinta como se puede apreciar en el gráfico 15. El grueso del empleo que se ha creado en los últimos 25 años es indefinido y en proporciones muy relevantes o volúmenes considerables, y el efecto de las crisis es más moderado. A finales de los 80 observamos como todo el empleo generado es temporal, en línea con lo que ocurría en el conjunto de sectores cuando los empresarios vieron que se les abría desde el ámbito jurídico todo tipo de facilidades para contratar temporalmente. En línea con lo anterior, la crisis de inicios de los 90 supone básicamente una reducción del empleo indefinido que es el colectivo que recibe principalmente el ajuste, y en mayor medida que los temporales. También supone un parón en la contratación temporal que se estabiliza en torno al medio millón de personas por el resto del periodo hasta la última crisis. La elección por el empleo indefinido en el sector ha sido objeto de estudio por el autor en trabajos precedentes (Lorente y Ramírez 2009) y se centra principalmente en las dificultades que encontraban las empresas del sector en contextos de tirantez del marcado laboral para encontrar mano de obra dispuesta a trabajar en el mismo, dadas las malas condiciones de trabajo y empleo, básicamente salariales, y de horario y calendario laboral. Las ventajas que les aportaba la contratación indefinida en la contratación y sobre todo retención de los trabajadores, básicamente trabajadoras, se combinaba con una escasa percepción por parte de los directivos de sector de obligación de permanencia o estabilidad de estos trabajadores, dado que la normativa les permite despedir trabajadores indefinidos sin grandes dificultades ni costes, sobre todo en el caso de trabajadores con escasa antigüedad. El periodo de crisis reciente reparte sus efectos entre trabajadores indefinidos y temporales si bien parece que el ajuste en los temporales se produce concentrado entre el cuarto trimestre de 2008 y el primero de 2009 con la pérdida de 90.000 empleos y el ajuste en los indefinidos aparece más repartido a lo largo de los 5 años. Gráfico 15. Evolución del empleo asalariado en el sector del comercio 2500 2000 1500 as ala-c omerc io-G 1000 tempora-c omerc io G 500 1987T II 1989T I 1990T I 1992T II 1994T II 1996T I 1997T I 1999T II 2001T II 2003T I 2004T I 2006T II 2008T II 2010T I 2011T I 0 Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. También destaca a lo largo de todo el periodo el componente estacional del sector del comercio con crecimientos significativos del empleo durante el trimestre de verano. La estacionalidad podemos decir que es el rasgo más característico del sector de la hostelería que se expande y se contrae al ritmo de las estaciones creando 200.000 empleos de carácter estacional, aproximadamente dos quintas partes del empleo temporal del sector. Estos empleos que sí que serían causales o motivados por la temporalidad en el desempeño del trabajo y la actividad económica, vemos que se han incrementado con el tiempo y también con la crisis, por lo que progresivamente el sector de la hostelería en nuestro país se ha vuelto más estacional, si bien es una característica que siempre ha estado presente y que podemos calificar de perenne en nuestro país; al igual que con la crisis se puede haber acentuado este rasgo ampliándose el número de negocios que sólo abre una época del año. Junto a este rasgo podemos ver el crecimiento muy significativo del empleo que se ha producido entre las dos crisis, en el caso de este sector crecimiento del empleo tanto de carácter indefinido como temporal. Al igual que en el sector del comercio la crisis de principios de los 90 supuso un ajuste en el empleo indefinido, viéndose contraído mediante el despido de trabajadores indefinidos mientras el empleo temporal continuaba incrementándose, proceso de sustitución de trabajadores. Por el contrario la última crisis ha afectado en mayor medida a los eventuales que a los indefinidos. Gráfico 16. Evolución del empleo asalariado en el sector de la hostelería Fuente: EPA (INE) desde II trimestre 87 hasta IV 2012. Conclusiones El mercado laboral español no es ‘normal’, normal en el sentido de homologable al de los países de nuestro entorno. El mercado laboral español presenta una combinación de problemas crónicos derivados de la debilidad de su sistema productivo, que provoca: un desempleo masivo y sobre todo subyacente, a la mínima reaparece con todo su vigor muestra de una precariedad laboral muy elevada donde gran parte de los asalariados, bien sean temporales o indefinidos, no pueden tener las más mínimas garantías de estabilidad. Así, tras un periodo de fuerte y sostenido crecimiento económico se consiguió en 2006 prácticamente igualar la tasa de paro de la UE en un 8.5%, lejos de los niveles de paro de los países más desarrollados, e implicando todavía una situación de desempleo de dos millones de personas, pero que hubiera constituido un logro y un avance de haberse mantenido. Ello se revela un espejismo cuando seis años después la tasa de paro se ha multiplicado por tres, dinámica que por supuesto no han seguido en la UE, y que nos habla de un sistema productivo periférico, cuyo ajuste se produce básicamente expulsando mano de obra y destruyendo tejido productivo. Otras patologías del mercado laboral derivadas de esta debilidad productiva que se produce en España y que podemos denominar crónicas, son el peso de la economía sumergida, rasgo de subdesarrollo compartido en Europa por los países periféricos; y la dimensión que nos ha ocupado en el presente trabajo, que aunque más reciente parece que llegó en los 80 para quedarse, y que es la temporalidad en la contratación. En este sentido, la reducción en la tasa de temporalidad que observamos en la actualidad como consecuencia del despido de los trabajadores temporales, se muestra como un espejismo equivalente a la reducción de la tasa de paro durante la primera mitad de los 90, y volverá previsiblemente a sus niveles anteriores cuando se recupere el empleo, el sistema productivo periférico español se reactive y la clase empresarial española aplique las estrategias habituales corto placistas y miopes, centradas en la consideración de las costes laborales como un gasto a minimizar en lugar de una inversión, como se contempla en buena parte de las industrias de los países centrales de la UE. Este escenario de previsible crecimiento futuro de la tasa de temporalidad en España se puede atajar de dos formas: la primera, combatiendo exclusivamente los síntomas, profundizando en la línea de las reformas que vienen aplicándose en los últimos tiempos al mercado laboral y no abordando la raíz del problema situada en la debilidad y el carácter periférico del sistema productivo español, sino solamente en su reflejo en el mercado laboral. La segunda, fortaleciendo el sistema productivo. La primera vía, cuya denominación en los debates actuales podemos sintetizar como la solución del ‘contrato único’, acaba en el límite con la temporalidad haciendo a todos los asalariados del país temporales, es decir sin ninguna garantía contractual de continuidad. Es una cuestión de etiquetas, si ya no se llaman eventuales, no aparecen diferenciados, no se recogen aparte en las estadísticas, y desaparece la visibilización del problema que a fin de cuentas es lo que parece importar al establisment, independientemente de que esos trabajadores no tengan continuidad, y no puedan planificar un escenario de estabilidad laboral lo que remite a una situación de igual precariedad laboral. Es una situación similar a la pretendida solución al desempleo por medio de ‘minijobs’. La filosofía que la inspira es similar, no es la solución al desempleo creando empleo, sino ocultando el desempleo. Esta vía no parte de corregir la situación a partir de donde se torció, mitad de los ochenta, reinstaurando la causalidad en la contratación y reservando los contratos temporales exclusivamente para la realización de tareas o trabajos de carácter estacional o temporal y sin continuidad en el tiempo, si bien el primero de los casos se puede cubrir de una manera más estable mediante la figura de fijo discontinuo. La segunda vía se centraría en el fortalecimiento del sistema productivo, estrategia que aunque lenta y progresiva supone reorientarse en el camino correcto. Supone poner las bases para reindustrializar el país y desarrollar un sector de servicios avanzados para esta industria. El objetivo es que el grueso del entramado productivo del país reoriente su estrategia de competitividad, abandonando la vía centrada en el bajo precio y bajos salarios para apostar por la innovación y el desarrollo de productos y servicios de mayor valor añadido. Supone un cambio en las prioridades de inversión tanto públicas cono sobre todo privadas donde la educación, la ciencia, la formación de los trabajadores, y la famosa -por reiterada en los discursos de forma retórica- I+D, incrementen su presupuesto en línea con los países más avanzados. Para avanzar en este objetivo los mayores esfuerzos de cambio se tienen que hacer en el modelo productivo, y en un conjunto de áreas que fomenten la transformación de éste en el sentido indicado como son el sistema educativo y de formación, el sistema de ciencia y tecnología, la política fiscal, etc., pero en lo relativo al mercado laboral creemos necesario recomponer la ‘relación de empleo estándar’ como fórmula laboral que otorga valor al trabajo asalariado, que permite la inversión en éste, mediante una mayor formación de la fuerza de trabajo y que le dota de los derechos laborales que fomentan su desarrollo y estabilidad. Esta relación de empleo estándar se muestra así la figura laboral acorde a un modelo productivo más avanzado y que centre su vía de competitividad en la calidad y en la innovación. En este sentido debería también reinstaurarse la causalidad en la contratación temporal, de forma que las figuras temporales quedaran circunscritas exclusivamente a tareas discontinuas en el tiempo, bien estacionales o por tener una duración limitada. La transformación de la legislación laboral se muestra así como un ingrediente que potenciaría esta transformación del modelo económico aunque obviamente no sería el prioritario, y lo que es más importante debería producirse en sentido contrario al que viene desarrollándose en las últimas décadas, reformas laborales que la evidencia se encarga de mostrar su efecto desastroso y trágico. BIBLIOGRAFÍA Banyuls, J. y Recio, A. 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