EL SENTIDO DE MI TIEMPO Javier Callejo

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EL SENTIDO DE MI TIEMPO
Javier Callejo
Departamento de Sociología I. Facultad CC. Políticas y Sociología, UNED.
El sintagma “mi tiempo” es una constante en los discursos producidos en las
observaciones empíricas sociológicas, de carácter cualitativo, que directa o
indirectamente se focalizan en las distribuciones del tiempo, ya sea entre actividades o
categorías sociales. Es un tiempo con identidad propia y tiende a aparecer como
demanda y su concreción genera satisfacción. Una demanda al conjunto de la sociedad,
en reivindicación de lo que se percibe como un derecho y como un argumento en
distintos conflictos. El trabajo que se presenta intenta indagar en el significado que los
sujetos dan a tal sintagma.
Palabras
clave:
Sociología
del
tiempo,
individualismo, ética protestante, ideología.
investigación
cualitativa,
sentido,
EL SENTIDO DE MI TIEMPO
Introducción
A lo largo de un decenio analizando material empírico discursivo sobre las relaciones de
la sociedad con el tiempo, grupos y entrevistas producían reiteradamente un sintagma
que escapa a las distintas precategorías sobre el tiempo, vinculadas a las distribuciones
formales de las temporalidades (días, partes del día, horarios) o categorías de
actividades. A pesar de tal apreciación y de la puesta en marcha de prácticas de
investigación social abiertas, el sistema (experto) de la ciencia parecía encontrarse en
uno de esos obstáculos para la adaptación estructural al mundo de vida de los sujetos, a
su vida cotidiana. Como si la observación se hubiese visto con una de esas realidades
que se escapan repetidamente a la indagación sistemática (Dürrenmatt, 2008:21). Como
si los sujetos tuviesen sus propias clasificaciones del tiempo, sus propios caminos y
atajos (de Certeau, 1990). A partir de aquí, la pregunta: ¿qué se quiere decir con mi
tiempo? ¿qué sentido sociológico tiene?
Como veremos, la comprensión de lo que los sujetos denominan “mi tiempo” significa
asumir otra clasificación de los tiempos. Pero, sobre todo, poner el acento en una
especial representación del tiempo vinculada al contexto social en el que tiene lugar.
Enfocando el objeto
Llama la atención que buena parte de las referencias expertas a “mi tiempo” o “tiempo
personal” están relacionadas con propuestas para un mayor aprovechamiento del
tiempo, en la lógica de la eficiencia del mismo (Simôes y Coma, 2010), especialmente
entre las mujeres y rozando la retórica de la autoayuda (O’Connell, 2008). Por otro
lado, aquellas que bajo el título de “mi tiempo” enfocan trayectorias, ya sea desde la
perspectiva del balance y el pasado, donde la experiencia personal se conecta con la
historia colectiva que ha tocado vivir, o desde la preparación para el futuro (Yuni et alt.,
2010). Además, quienes han propuesto una sociología de la vida personal (May, 2011)
han prácticamente eludido las temporalidades personales.
Es Helga Nowotny quien sitúa el objeto en un proceso de individualización.
Inicialmente, el vínculo viene por los instrumentos de medición del tiempo. El reloj
refleja el primer paso en la individualización en las relaciones con el tiempo (1992a:8).
Cada uno tiene su reloj. Cada uno, su tiempo; dándose un papel importante a la técnica,
en un enfoque deudor con la antropología. A través de la interiorización de la técnica (el
reloj) se interioriza el tiempo, generándose el tiempo propio, con lo que lleva de
disciplina interior, de autodisciplina. Así, el reloj supone, a la vez, un aumento del
control de la vida, de la propia vida, y sobre la vida. Es decir, una adaptación del tiempo
a la vida cotidiana de los sujetos y, a la vez, un control de los procesos temporal-vitales
de los sujetos, como se pone de manifiesto en los intentos de controlar los procesos de
envejecimiento (Nowotny, 1992a:69).
A su vez, el reloj permite individualizar las relaciones de los hombres y, sobre todo, de
las mujeres con el tiempo. Un tiempo estandarizado –en cuanto objetivado y medidoque pone a cada uno en su lugar. Un proceso histórico que resalta con la generalización
de la vida profesional. Se subraya aquí la relación de las mujeres, ya que, para
Nowotny, el tiempo propio o personal es fundamentalmente femenino, naciendo con la
incorporación de la mujer a la vida profesional (1992:8). Entre medias, distintos
mojones históricos construyen el tiempo –y un espacio- propio: la lectura individual
burguesa que exige un tiempo “apartado” de los demás (Goddy y Watt, 1963).
Siguiendo con Nowotny, el tiempo asume las características de una propiedad, de una
entidad sobre la que se exigen derechos, frente a la presión de las disponibilidades para
el empleo profesional y para la familia. De esta manera, en la autora, el tiempo propio
adquiere un sentido conflictivo, en lucha con el tiempo de trabajo profesional y
remunerado y el tiempo de no-trabajo remunerado. Un tiempo problemático que,
además, aumenta su problematización con las demandas de simultaneidad: si tengo que
acompasar mi tiempo con los de otros. Esto conlleva una concepción individualista del
tiempo, ya que parece excluir la relación con los “otros” distintos de los co-laboradores
–con los que se trabaja- o de los familiares. Es concebido como tiempo opuesto al
tiempo obligatorio, residiendo aquí uno de los retos de esta comunicación ya que, si las
referencias aparecidas en los discursos –y especialmente en los discursos grupalestienen un componente normativo –en buena medida, se dice lo que hay que decir- las
referencias a “mi tiempo” aparecerían, a la vez, como una obligación –hay que disponer
de “mi tiempo”- y algo contrario a la obligación, un tiempo frente a los tiempos
obligatorios.
Vemos así que, especialmente bajo la sombra de Nowotny, el tiempo propio se
configura con rasgos como: individualista, autodisciplina, derecho y no obligatoriedad.
¿Son los mismos rasgos que le atribuyen los sujetos?
Metodología
La búsqueda del sentido que los sujetos dan al sintagma mi tiempo (MT a partir de
ahora) nos arroja en la perspectiva cualitativa de la investigación social. Se trata de un
tiempo cualitativo. En principio, se ha partido de que su cuantificación, aún en el caso
de que fuese posible su operacionalización, carece de pertinencia.
El material empírico analizado deriva de dos investigaciones cuyos trabajos de campo
tienen un decenio de distancia. El equipo de la primera, dirigido por el profesor Carlos
Prieto, estuvo formada por Ramos, Callejo y Morón, con el título “Tiempo de trabajo
negociado y temporalidades sociales vividas en el marco de las transformaciones en
curso de la norma temporal del empleo: convergencias y conflictos”, con un trabajo de
campo que se desarrolla durante 2002 y 2003. La otra, también dirigida por Prieto:
“Trabajo, cuidados, vida personal y orden social en el mundo de la vida en la sociedad
española”, con un equipo formado por: Huertas, Torns, Carrasquer, Pérez de Guzmán,
Aler, de Santiago y Callejo, con trabajo de campo desde finales de 2012 hasta el primer
trimestre de 2013. Ambos proyectos financiados por el Plan Nacional de Ciencia y
Tecnología.
-
Primera investigación (2002-2003)
o Grupos de discusión (en Madrid)
 Dependientas comercio, 35-45
 Profesionales, 30-40.
 Jóvenes, contratos discontinuos, 20-25.
 Cajeras supermercados e hipermercados, 28-35.
 Obreros, 23-50
 Administrativas-secretarias, 35-50.
 Cuadros sector financiero, 25-35.
 Parados larga duración, 40-50.
 Paradas, 35-45.
 Amas casa clases populares, 30-40.
 Técnicas sector financiero, 28-35.
 Enfermeras, 35-45.
 Funcionarias nivel A, 30-45.
 Funcionarias nivel B, 25-35.
-
Segunda investigación (2012-2013)
o Grupos de discusión
 Varones hiperocupados, con pareja e hijos menores, entre 30 y 55
años, clase social media-alta. Madrid.
 Mujeres hiperocupadas, con pareja e hijos menores, entre 30 y 55
años, clase social media-alta y alta. Barcelona.
 Mujeres con extensa dedicación a tareas domésticos y de
cuidados, entre 35 y 55 años, clases populares, Andalucía.
 Varones
y
mujeres,
entre
20
y
30
años.
Un
tercio
económicamente activos, un tercio estudiantes y un tercero ni
uno, ni otro. Andalucía.
 Varones prejubilados, entre 55 y 65 años. Madrid.
 Varones parados durante menos de un año. Andalucía.
 Varones parados de larga duración (más de dos años). Madrid.
 Mujeres paradas (corta y larga duración), entre 30 y 45 años.
Madrid.
 Mujeres con doble presencia (empleo y casa), entre 30 y 45 años.
Barcelona.
o Entrevistas abiertas
 6 varones hipercurrantes. Madrid.
 6 mujeres hipercurrantes. Barcelona.
 6 mujeres con extensa dedicación a tareas domésticas. Andalucía.
 6 estudiantes universitarios. Andalucía.
 4 prejubilados. Madrid.
 8 parados de corta duración. Andalucía.
 8 parados de larga duración. Madrid.
 12 paradas. Madrid.
 10 mujeres con doble presencia. Barcelona.
 2 docentes (pública). Barcelona.
 2 ocupados en la sanidad pública. Barcelona
Narrativas sobre mi tiempo
MT es referencial en un doble sentido: se hace continua referencia a él, encontrándose
con cierta facilidad en los materiales discursivos, y aparece como una referencia, como
una orientación, para los sujetos. Una referencia incrustada en narrativas. Las narrativas
en las que se incrusta el sintagma MT tienen que ver preferentemente con las relaciones
con la familia. Cuando aparece el trabajo remunerado, la ocupación, es en su oposición
a MT.
Sí, cuando me ofrecieron el contrato ya cambió totalmente y con la tesis fue todo
a la vez. Sí que hacía alguna guardia con neonatos que a mí me gustaba. Pero
llega un momento en el que decidí que como ya llegaba bien a final de mes y no
me hacía falta el dinero. Fue cuando decidí dejarlo, no fue por nada sino que
más bien por tener tiempo para mí. (Médico, 30 años, vive solo, Barcelona)
La obligación laboral es un obstáculo para MT: “te está quitando mucho tiempo” (GDCajeras-Madrid). O como en el siguiente fragmento:
Necesitaría más tiempo para mí, tiempo libre porque sí que es verdad que al
trabajar en una jornada laboral quita muchas horas. Estamos la mayor parte de
la vida, pero… (Administrativa, 43, sin pareja ni hijos, San Carlos de la Rápita)
Pero, a pesar de que puede costar expresarlo, las actividades domésticas y de cuidado
son las que más pesan a la hora de plantearlas como conflictos con MT: “yo creo que
los hijos te quitan mucho tiempo, y que te quitan mucho tiempo….” (GD-Amas de casa
clases populares-Madrid). Sin embargo: “al horario suyo [de los hijos] no le quito
nada, no sé si cuando sean un poquito más mayores…” (GD-Funcionarias Tipo AMadrid).
A pesar de que existe la conciencia de que MT emerge, en buena medida, de lo que se
quita al tiempo de trabajo remunerado, no aparece como un conflicto con éste, puesto
que ganarlo aquí supone decisiones que se consideran vitales.
En cuanto tiempo no obligatorio es el tiempo de la desconexión (GD-ProfesionalesMadrid), produciéndose una interferencia con el tiempo de ocio. Se superpone con el
denominado tiempo libre, apareciendo como una especie del tiempo libre.
Bueno es, es eso que dicen que tú, que al final todo sale, todo sale, es verdad
que, que tienes poco tiempo libre, para ti, pero bueno también (mujer, 33,
superocupada, pareja con hijos, Barcelona)
El tiempo libre parece dividirse así entre el tiempo con los otros –y para los otros y, en
este sentido, con las mismas connotaciones de obligatoriedad que los tiempos de
trabajos y tareas- y tiempo estrictamente para mí, MT en sentido estricto. No obstante,
la convertibilidad entre tiempo libre ajeno y MT parece alta. Tiempo libre que queda
sobrante, líquido, disponible, desemboca en MT. También al contrario y, así, puede
sacrificarse MT para salir con otros.
La vinculación material con el tiempo de ocio no puede llevar a confundirlos. El tiempo
de ocio tiende a aparecer como tiempo perdido, insatisfactorio; mientras que MT es un
tiempo ganado y tendente a generar satisfacción.
Normalmente la rutina del hombre español es levantarse, trabajar, comer,
trabajar y ya está,… y ver la tele un par de horas y ya está, y a acostar. Si
tuviera más tiempo: gimnasio, irte de compras, una película de vídeo o
cualquier cosa; un poco más de todo […] Si tuviera más tiempo al día, lo mismo
una carrera… otra carrera no estaría mal ¿eh? (Mujer en GD-Jóvenes con
empleos tiempo parcial-Madrid).
Por otro lado, al ser un tiempo no obligatorio puede pensarse que disponen más del
mismo quienes menos obligaciones tienen. Sin embargo, tal cuestión está mediada por
el origen de tal falta de tiempo obligatorio. Hay que resaltar que MT es algo que se vive
como un derecho cuyo principal origen es el cumplimiento de las obligaciones
asignadas (trabajo remunerado, estudios, tareas domésticas o de cuidados). Así, en el
grupo de parados varones encontramos una aparente contradicción: no tienen tiempo
(para ellos). Reconocen que tienen más tiempo (en cantidad), pero cualitativamente
asignado apenas lo consideran como MT: “tienes tiempo, pero no se disfruta” (GDParados-Madrid). En cuanto es un tiempo no querido –el del desempleo- es un tiempo
ajeno.
La individualización del tiempo
La designación de MT no sólo conlleva una apropiación del tiempo, sino una
apropiación individualizada, negando el carácter colectivo de este tiempo. Matriz
estructural de las consideraciones del tiempo: un tiempo individualizado (MT) y un
tiempo colectivo.
En el tiempo colectivo, se inserta la dedicación a actividades concebidas como
obligatorias. Son obligatorias porque son colectivas y son colectivas porque son
obligatorias. Donde se insertan las obligaciones laborales, familiares y, al menos ciertos
ocios. MT, por el contrario, se sitúa fuera de las obligaciones. Apunta a tiempo asocial.
De un tiempo carente de nosotros (Elias, 1990:230). Sobre todo, porque rehúye
compromisos:
Pero me refiero a la gente que te dice: “vamos a tomar una cerveza después del
trabajo”, pues no. Porque yo después del trabajo tengo ganas de hacer cosas
para mí, porque he estado todo el día haciendo cosas para otros y luego llegar a
casa tranquila. Es que hay gente que le cuesta, pues quedamos el fin de semana,
y te dicen que no porque el fin de semana yo tengo novio, o tengo niños, o tengo
padres o tengo excursión (Técnica publicidad-comunicación, 35, vive sola,
Barcelona)
En cuanto tiempo individualizado, se pone por delante de los otros tiempos,
especialmente por los jóvenes. Es un tiempo que no puede faltar, aunque sea escaso.
Así, puede llegar a decirse que: “me falta tiempo para todo, incluso para mí” (joven
becaria, 28, en piso compartido, Barcelona). Como tiempo individualizado, es un
tiempo que tiene prioridad, donde parecen sobrar los demás, incluyendo la pareja.
Si quieres hacer lo que tú quieras y ser tú mismo el estrés es mucho mayor si
estás en pareja. Tienes que encontrar tiempo para ella y tiempo para ti y el
tiempo para ti es importante. Yo pienso que es mucho más importante mi tiempo
que el que paso con ella porque no sé sabe nunca. La inversión en ti tiene que
ser importante y más viviendo fuera de casa (Profesor FP, 30, vive solo,
Barcelona)
Es un tiempo que se gana a los otros. Es el tiempo de los otros lo que permite tener
tiempo propio (Nowotny, 1992a:148). De aquí que pueda genera conflictos, cuando el
otro es cercano, con quien se convive:
Si es que tampoco es cuestión de plantarse, es cuestión de decir bueno somos dos
vamos a dividir […] hay cosas que las puedes hacer tú porque te gustan o…En mi
casa no se ha hablado mucho de quien tira la basura porque es absurdo…El que
baja la tira (Educadora Social, tiempo parcial, pareja y dos hijos, 46, Barcelona)
De manera directa –reclamando el tiempo- o indirecta –acortando las actividades cuyos
principales beneficiarios son los otros, como en el caso de las amas de casa que se
autoculpabilizan por no saber gestionar el tiempo que dedican a los otros y, por lo tanto,
no disponer de MT- es un tiempo ganado a los otros.
La autoculpabilización nos inserta aún más en el individualismo. En un individuo que
exige autodisciplina, de una disciplina interior. Es un tiempo que hay que ganar a los
demás. Pero, también, es un tiempo que hay que ganarse a sí mismo.
Otro indicio que apuntala el carácter individualista de MT es la ausencia total de su
dedicación a organizaciones voluntarias. En todo caso, éstas reciben una porción del
tiempo obligado, en la medida que los sujetos se sienten moralmente implicados con los
otros. Pero tiempo obligatorio al fin y al cabo, distinto de MT.
Una vez obtenido, la gestión de MT aparece como fruto de una decisión instransferible.
En la que los otros no caben:
Bueno, yo creo que la organización de cada uno es personal. Lo que pasa es que
desde mi punto de vista yo decido como me organizo mi tiempo. (Médico, 30
años, vive solo, Barcelona)
Como se observa y observará en los fragmentos discursivos que ilustran este trabajo, es
un tiempo desde el yo. Desde el: “ahora yo tengo más tiempo”. No es la ausencia de un
tiempo colectivo, para realizar tal o cual actividad. Se trata de que: “realmente uno no
tiene tiempo” (GD-Cajeras-Madrid).
De la pérdida de tiempo a capital
Hay que subrayar cómo buena parte de las declaraciones sobre MT aparece ligado más a
la posibilidad de una ganancia, de ganar tiempo, que a la denuncia de una pérdida. Una
posible ganancia de un tiempo siempre escaso; pero que hay que ir ganando. Que se
gana con pequeñas tácticas (de Certeau, 1990), dando la razón a analistas y, sobre todo,
prescriptores que ubican el tiempo personal en la necesidad de obtención de una mayor
eficiencia, de una mayor posibilidad de ganancia. De una mayor ganancia. Buena parte
de estos prescriptores parecen responder a una demanda: si no se toma conciencia de un
tiempo propio, éste no puede ganarse. Sólo desde la conciencia de un tiempo que
pertenece a los sujetos, a sus posibilidades con el tiempo, éstos pueden poner en marcha
estrategias para ganarlo.
La idea de ganancia del tiempo que se considera propio ha de conectarse con la de
valor. Existe conciencia de ganancia o de posible ganancia desde el momento en que se
le da un valor. No se trata ya del tiempo en general, recogiendo esa transformación
civilizatoria por la que se llega a asimilar el tiempo con el dinero en el popular: “time is
money”. Tal invocación está hecha contra la pérdida de tiempo, como condena a la
pérdida de tiempo. De hecho, en tal invocación tan inscrita en la ética protestante
dibujada por Weber, es un tiempo que se pierde porque no se gana. Ahora bien, en la
llamada de atención sobre su posible ganancia, está la reclamación de la extensión de la
idea de valor desde un tiempo que sí lo tiene reconocido (el tiempo de trabajo
remunerado), a otro tiempo que no lo tiene tan reconocido. Un tiempo que tiene que
ganarse, también simbólicamente.
En los históricos conflictos sobre los horarios laborales, hay una concepción inicial de
MT. Las reivindicaciones obreras no se construyen sólo a partir del esfuerzo dado, del
sentimiento de alienación, de las penas sufridas durante el proceso de trabajo o de los
productos generados. Lo hacen desde la consideración de un tiempo que se considera
propio y se vende al empresario o, como se dice en el instruido grupo de discusión de
profesionales: “se alquila”. Si se da más tiempo al empresario del que se ha vendido,
hay pérdida por parte del trabajador. Pero, sobre todo, está la consideración de un
tiempo propio -de los trabajadores y, por extensión de su capacidad histórica para
representar al conjunto de la Humanidad- que está detrás del conjunto de la propuesta
marxista. MT puede venderse porque tiene un valor, que, según Marx, además es
creador de plusvalor.
Ahora bien, en el caso de los MT recogidos empíricamente no domina precisamente su
ubicación en los procesos laborales o las reivindicaciones como trabajadores. Su
principal espacio de manifestación es el doméstico o, al menos, fuera de las
obligaciones laborales e incluso de los procesos de su venta. Es más, es un tiempo que
tiene valor, pero que no tiene precio, puesto que los sujetos que son conscientes de él no
parecen dispuestos a venderlo. Incluso, en el caso de que dediquen más tiempo a la
empresa, como, por ejemplo, cuando se quedan más horas de las estipuladas, se
subraya: “No se paga con dinero. Cuando uno se queda por la tarde es por
reconocimiento, es que tu proyección en tu carrera profesional sea mucho más
rápida…” (GD-Varones empleados sector financiero-Madrid).
En todo caso, siendo menos maximalista, no están dispuestos a venderlo a cualquier
precio. Se trata de un valor con un fuerte componente simbólico y capaz de definir a los
sujetos. Algo que muy pertinentemente supo ver Veblen: no sólo el tiempo para la
producción tiene valor, también lo tienen otros tiempos, como el tiempo de ocio. Es
más, desde el punto de vista de los sujetos, adquiere más valor este otro tiempo, que el
otro tiempo ya vendido o que sólo tiene ya valor de cambio.
Es un valor extra. Por ello, mostrado en las entrevistas y, sobre todo, los grupos de
discusión. Mientras que el valor ya vendido del tiempo de trabajo -que ya no es MT,
pues ha sido enajenado- apenas es referido, dándose por sobrentendido en las pocas
señalizaciones a los horarios laborales, MT se manifiesta plenamente legitimado y,
sobre todo, situando al sujeto frente al mundo, a un marco de expectativas y de
posibilidades, especialmente proyectadas en el futuro, ya sea de manera directa –en
mayor medida en los varones- ya sea de forma vicaria –en mayor medida en las
mujeres, que lo proyectan en sus hijos-.
El MT tiene un valor que, además, se alimenta con la constante conciencia de su
escasez. Hay una tendencia generalizada a percibir MT como escaso. Como señala
Nowotny (1992b:141), al tiempo se le confiere valor cuando llega a considerarse escaso
desde el punto de vista del individuo. Pero ha de subrayarse que MT aparece como
especialmente escaso.
Dando parcialmente la razón a Nowotny, MT adquiere la concepción de una propiedad
en el discurso de los sujetos. Ahora bien, se trata de una propiedad especial que toma las
formas de un capital, pudiéndose hablar así de MT como capital temporal
individualizado, ya que el capital puede existir bajo diferentes especies (Bourdieu,
1991:206) y cambiar su estructura en función de la posición (de origen) y trayectoria de
los sujetos (Bourdieu, 1998:80). Pues bien, MT aparece como una especie de capital
que hay que ganarse y que los sujetos reclaman como un derecho.
Un capital que, en cuanto posible ganancia, es siempre productivo. Siempre es un
tiempo por ganar y para ganar. No se lamenta como improductivo. Productividad fijada
en su capacidad para transformarse en otras especies de capital.
La metáfora del capital puede considerarse un paso más en la medida que concreta el
concepto de propiedad. A su vez, genera una línea en la que profundizar. Aceptándolo
como capital, las preguntas que se derivan son varias: cómo se forma tal capital, qué
convertibilidad tiene con otro tipo de capitales, que es como preguntar por su grado de
liquidez, y, en definitivo, qué tipo de capital es.
Es un capital que se gana frente a las obligaciones consideradas externas, como las
obligaciones de los otros. Se gana y, por lo tanto, se crea, frente a las obligaciones
laborales o domésticas, aun cuando sea para invertirlo (donarlo) en otros, y no
precisamente en uno mismo:
… verdad es que yo el tiempo que ahora tengo para mi hija lo valoro muchísimo
porque yo tenía unos horarios malísimos (GD-Amas de casa dedicando mucho
tiempo a tareas domésticas y cuidados-Sevilla).
La adquisición de MT por parte de las amas de casa, que aparecen con disponibilidad
absoluta hacia todos los miembros de la familia, deriva de una especie de recolección de
residuos temporales, de gaspillage, de los momentos cuando no hay nadie que exige
tiempo:
… pero después hay días que lo dejo en el colegio y me voy de compra, otro día
no tengo tiempo y me voy a (buscar?) pa mi, a dar vueltas, a ver si hay algo que
pueda aprovechar, en rebaja. En fin, mi tiempo, yo me echo mi tiempecillo,
porque mi hijo está en colegio, mi marido está trabajando y mi niña en la
facultad (GD-Amas de casa dedicando mucho tiempo a tareas domésticas y
cuidados-Sevilla)
Es un tiempo que se gana principalmente con la racionalización. Es, por lo tanto, fruto y
fuente de la racionalización. Así, se señala lo importante que es organizarse el tiempo.
Y, dentro de tal organización, dejar un hueco para el tiempo propio. Cuanto mejor es la
gestión de MT, más actividades pueden hacerse: “Administrarte tu tiempo pues eso,
para hacer muchas cosas” (GD-Jóvenes contratos tiempo parcial-Madrid). Es más,
parece trasladarse al ámbito privado, individual o personal, y, sobre todo, no productivo,
la necesidad de gestión del tiempo que se da en el ámbito productivo. MT participa así
de la ilusión del dominio del tiempo, de tenerlo bajo control.
Ahora bien, en cuanto gestión individualizada, aparece como responsabilidad exclusiva
del individuo, empezando por la voluntad de querer tenerlo, con dosis de
autoculpabilización si no se tiene. Se deriva que si no se tiene es porque no se ha
luchado suficiente por él:
Esto vuelve a depender un poco de cada persona. Tus prioridades cuales son. Yo
conozco gente que va desde el tener hijos ha sido una patada para mí porque me
están quitando todo el tiempo que antes yo tenía para mí y en cambio gente que
piensa que todo lo hará con los niños porque no entienden el tiempo libre sin los
niños porque por algo los han tenido (Técnica publicidad-comunicación, 35,
vive sola, Barcelona)
Una autoculpabilización que se presenta especialmente entre las mujeres, puesto que, en
cuanto son cargadas con las obligaciones domésticas y de cuidados y éstas, a su vez, son
percibidas con mayor flexibilidad que la ocupación del trabajo remunerado –cuestión de
percepción, pues es discutible tal flexibilidad- interiorizan la mayor escasez de MT
como producto de una falta (personalizada) de organización en tales tareas:
Yo dedico mucho tiempo a la casa y a lo mejor no tengo espacio para mi, pues a
lo mejor si me organizara diferente. O si dijera “esto se queda por hacer o esto
ya lo hare mañana”… me podría organizar completamente diferente y tener más
tiempo para mí. Desde luego. (Mujer, 55, superocupada, San Carlos…)
En general me organizo mal el tiempo. (Diseñadora, 34, pareja sin hijos,
Barcelona)
Como todo capital, el capital temporal puede invertirse, incrementarse, generar
rendimientos, perderse, depreciarse, gastarse o transmitirse. Es a partir de los procesos
que toma este capital que se diferencian las distintas categorías sociales. Así, los
varones tienden a invertir tal capital (en formación, en el propio trabajo), adquiriendo
entonces el tiempo una proyección estratégica (Callejo, 2005).
… entonces si tuviera más tiempo lo invertiría haciendo cualquier cosa. Lo que
estoy seguro es que quedándome en casa no, o tirado sin hacer nada, eso no.
Haría lo que fuera, aunque sea estar aquí sentado pero haría algo (Médico, 30
años, vive solo, Barcelona)
En cuanto inversión, puede haber queja sobre el objeto de tal inversión –tal vez un curso
que incumple las expectativas, que, en todo caso, se dejará o se cambiará por otra
actividad- pero no por el hecho de la propia inversión, de que se haya invertido, aun
cuando implique múltiples tareas. Incluso, siempre son insuficientes:
Sí, madrugo mucho pero las 4 estoy en casa ya. Me permite tener ese espacio,
pero no me puedo quejar. Si no tengo tiempo es porque también yo me empleo
todo mi tiempo porque también podría decir no, no, no hago tantas
(administrativa, 43, sin pareja ni hijos, San Carlos de la Rápita)
Las mujeres ponen de manifiesto la percepción de que si no lo reclaman, es tomado por
los demás, especialmente por los otros miembros de la familia. Entonces, dejan de
ganarlo o lo dan. Preferentemente a los hijos, por parte de las amas de casa: hacen
patente tal donación, para diferenciarlo del simple gasto y para poner en funcionamiento
la propia lógica de la donación (Mauss, 1985). La donación a los hijos tiene su principal
referencia en el tiempo que dedican a los estudios de ellos. ¿Donación o depósito a
plazo? Es cierto que desde que Mauss y Levi-Strauss configuraron la racionalidad social
del don, es inseparable la donación de la inversión. Aquí, el tiempo dado a los hijos
aparece como un capital invertido, a largo plazo y con bastante confianza, aun cuando
sea dé una rentabilidad baja. El tiempo se transmite a los hijos con la confianza de que
ellos obtengan máximos rendimientos –fruto de sus estudios y sus posteriores encuadres
profesionales- para que éstos lo devuelvan en el futuro.
Si de cara a la sociedad no, tienes que vivir de cara para ti, que es lo que a ti te
gratifica, que es lo que a ti te reconforta y te hace feliz y a mí me reconforta
muchas horas jugar con mis hijos, dedicarles tiempo, reírnos, la lectura. O sea
vivir de cara al día, de cara a mí, qué es lo que me gratifica (GD-Amas de casa
dedicando mucho tiempo a tareas domésticas y cuidados-Sevilla)
Gratificación individualizada –“para mí”- cuando se está dando el tiempo a los hijos.
¿Gratificación diferida que busca el contra-don? Es como un capital que se pone en una
cuenta corriente: flexible, poca rentabilidad y bastante disponibilidad. Permite, incluso,
transferencias de tiempo, especialmente dentro de la pareja. Así, ella cede parte de su
MT a él:
Entonces, pues, yo ahora que tengo más tiempo le apoyo todo lo que puedo, y si
él puede tener algún tiempo más para estar trabajando en casa no me importa
hacerlo (GD-Amas de casa dedicando mucho tiempo a tareas domésticas y
cuidados-Sevilla)
Es una especie de capital que, siguiendo parcialmente a Bourdieu, se transforma en
capital formativo –dedicándolo a estudios, reconocidos con titulaciones-, en capital
social –cuando se dedica a fomentar nuevas relaciones sociales o mantener vivas las que
se tienen-, o capital mental-corporal (Bourdieu, 1998:203 y stes.), cuando se dedica
conscientemente al cuidado de la salud o actividades como: el deporte de práctica
individualizada no competitiva (running, footing), la relajación-yoga o la gimnasia.
Fijada por los varones la primera actividad; por las mujeres, las otras dos categorías de
actividades.
Líquido y liquidable, es una especie de capital convertible en las otras especies de
capital, incluido el bourdiano capital simbólico. Entonces, aparece desde la ostentación
de la disposición de un tiempo ganado y que hay que ganarse. Es un tiempo como
patrimonio que se gasta ante los ojos de los demás. Frente a la deslegitimación del ama
de casa, MT legitima:
Yo creo que la clave está en buscarse hobby y entretenimiento y tener tu espacio
y tu tiempo para ti (GD-Amas de casa dedicando mucho tiempo a tareas
domésticas y cuidados-Sevilla)
MT se transforma en otras especies de capital para obtener plusvalías. Cuando se vende
al empresario, siguiendo la concepción marxista, es éste el que obtiene la plusvalía. Pero
también puede pensarse en una plusvalía para el varón y/o los hijos en el tiempo de
tareas domésticas y de cuidados, que realizan ellas. Una plusvalía –tal vez indirecta- en
el tiempo que preferentemente ellas dedican al estudio de los hijos.
Un capital ideal
Individualización y concepción como capital escaso de MT desemboca en una asunción
del mismo tendente al idealismo. Hay que tener en cuenta que, en la mayor parte de las
manifestaciones, no es tanto un capital que se tiene –salvo como derecho- como un
capital del que apenas se dispone, dada su escasez, y que hay que ganar. Escasez y
convertibilidad, con liquidez casi absoluta, que lo ubican en lo imaginario, conectado
con el ideal del yo (Ideal-Ich) freudiano. Por eso, aunque tenga valor, es difícil poner un
precio a MT, pues es como poner precio a la identidad y las identificaciones, principal
trabajo del ideal del yo.
Si el yo y el ello, como instancias del aparato psíquico según la descripción
psicoanalítica, son ubicadas en el mundo interior (Freud, 1974: 171), el ideal del yo
aparece en el lado del mundo exterior. Es forjado por el propio sujeto en el curso de su
desarrollo y bajo las influencias de educadores, padres y ambiente social (Freud,
1982:446-7). Es más, se subraya que es impuesto desde el exterior (Lacan, 1983:208).
En definitiva, por la sociedad y sus modelos, siendo una instancia psíquica caracterizada
por la autoobservación (Freud, 1982:446).
Como el ideal del yo, MT está cargado de narcisismo (Freud, 1982). Catexis es el
nombre técnico desde el psicoanálisis. Y, como se subraya en el seminario lacaniano
(Lacan, 1983:204), no es fruto de la sublimación –y, así, directa o indirectamente, de la
represión, sino de la idealización1. Desde la sociología, lo podemos dejar en
idealización individualista, o simplemente individualismo, tal vez desaforado desde
otros momentos civilizatorios. Hoy, en la sociedad de los individuos (ya sea como
producto del proceso civilizatorio: Elias, 1990 ; ya de una caída: Bauman, 2001), parte
del paisaje societario.
Como ideal puede decirse que parece estar fuera de todo calendario y, contradiciendo
parcialmente a Nowotny, fuera de toda medición del reloj, salvo para situarse fuera de
los horarios de la obligación: cuando se dice que “es mi tiempo”, cuando se ha acabado
la jornada laboral, frente al tiempo vendido a la empresa. Fuera de aquí, que es como
ponerlo fuera de lo real -siguiendo las tópicas psicoanalíticas de lo real, lo simbólico y
lo imaginario- es un ideal, entre expectativas e idealizaciones de su disfrute. Desde tal
estructura explicativa, MT es un tiempo imaginario. Precisamente porque es imaginario
puede concitar características opuestas: es siempre escaso, en el presente, y siempre
infinito, en cuanto proyectado en el futuro. Desde aquí, es un tiempo liso, continuo, el
de los proyectos vitales, frente al tiempo puntuado, lleno de rupturas y discontinuidades,
como caracteriza Aubert (2003) al tiempo que domina nuestras sociedades.
Por su condición de ideal del tiempo, tiende a ser satisfactorio. Los otros tiempos, en
cuanto vividos como obligatorios, tienden, al contrario a la insatisfacción. Son tiempos
irreversiblemente reales, insertos en el principio de realidad, frente a la virtualidad de
MT.
De hecho, puede decirse que MT es satisfactorio por el único hecho de su condición, de
ser MT. Es siempre una ganancia. Desde su oposición a las obligaciones, ya se percibe
como ganancia, como liberación:
Mi liberación es tener tiempo para mí ¿no? Yo cuando trabajaba no tenía
tiempo para hacer lo que me gustaba o yo iba al trabajo y después las cosas de
la casa o los niños, pero yo no tenía tiempo para mi, ¿no? (GD-Amas de casa
dedicando mucho tiempo a tareas domésticas y cuidados-Sevilla)
Incluso es un tiempo que se disfruta (extrañamente) con los niños:
1
Mientras que la sublimación puede considerarse producto directo de la represión; la idealización, al
contrario, lo que hace es favorecer la represión.
Y los fines de semana cuando viene mi marido, es calle. Yo procuro dejarlo todo
hecho e irme a la calle a disfrutar con los niños. O lo llevamos al parque de
bolas, nos vamos a ver un cuentacuentos, nos vamos a cenar, nos vamos a […]
Hay que disfrutar, que la vida son dos días (GD-Amas de casa dedicando mucho
tiempo a tareas domésticas y cuidados-Sevilla)
Satisfactorio especialmente en ciertas actividades, como las formativas o la gimnasia
(por ejemplo, GD-Amas de casa de clases populares-Madrid). En cuanto satisfactorio:
“se saca el tiempo debajo de las piedras” (mismo GD). En cuanto MT, es satisfactorio.
Lo que no es lo mismo que ser satisfactorio por su uso. Es más, a pesar del esfuerzo de
racionalización para la obtención de MT, parece carecer de valor de uso. Está más
motivado, en términos de
Baudrillard (2009: 268), por la necesidad de reciclaje
afectivo de los individuos.
MT está inserto en el principio de placer, es Eros frente a Muerte. Requiere tener vida,
como aparece en un fragmento a continuación, y es fruto de vida en esta sociedad, que
exige tener expectativas. Individualizado e idealizado, proyectivo, condensa las
posibilidades imaginadas del sujeto por ser otro, por cumplir expectativas, por tener otra
vida, otras vidas, en un deseo de omnipotencia:
Yo creo que todo lo que me gustaría hacer, me faltan vidas directamente
(Técnica, vive sola, 30, Barcelona)
Como apunta Nowotny (1992a:40) para el tiempo propio, se inserta necesariamente en
la extensión de una vida. Pero de una vida sin muertes, en continuo renacimiento.
Nowotny (1992a:91), a través de la figura de Schumpeter y de una forma menos
individualizada, asimila el tiempo propio y la destrucción creativa, de manera que la
evolución del capitalismo necesita la innovación perpetua de uno mismo. En nuestro
estudio, aparece más cerca de una sistematización del modo de vida para el
renacimiento. Ahora laica, a diferencia de la descrita por Weber (1997:202); pero tal
vez su directa heredera del protestantismo. Renacimiento, superación constante. La
sistematización de una ética de la superación, que llama a la acción continua. En MT, no
cabe la contemplación.
Sólo en la medida de que se dispone de MT es posible pensar en la vida, en tener otra
vida u otras vidas. Si la modernidad puede entenderse como el período civilizatorio en
el que los sujetos imaginan la posibilidad de ser otro –de vivir otras vidas, de cambiar
de posición en la estructura social, de transformar sus estilos de vida, de mejorar y que
sus hijos mejoren- MT condensa tal periodo civilizatorio. Se convierte en su energía.
Por lo tanto, la vinculación de MT con la modernidad es, al menos, doble. Por un lado,
desde la ilusión de la gestión del tiempo, de la soberanía sobre el tiempo. Por otro, como
tiempo para la proyección personal. Aunándolas, se trata de una proyección de
soberanía individualizada sobre el tiempo, sobre la muerte.
Puede decirse que MT es una manifestación del freudiano ideal del yo, que la sociedad
moderna estimula. MT es un ideal del tiempo derivado de estimulados ideales del yo. Si
Nowotny apunta el tiempo propio como tiempo del yo, aquí parece apuntarse más como
tiempo del ideal del yo. Algo parecido; pero distinto.
Las distintas posiciones estructurales frente a mi tiempo
La manera en la que se apropian del tiempo los sujetos es función de situaciones
sociales inicialmente desiguales (Nowotny, 1992a:136). Aun cuando han ido
apareciendo desigualdades con respecto a MT, parece pertinente una síntesis de las
mismas. En primer lugar, las posiciones de partida para ganar MT son muy distintas en
función de que se tenga que ganar al tiempo obligatorio del trabajo remunerado o al
tiempo obligatorio de las tareas domésticas y, sobre todo, de cuidados. Un tiempo de
cuidados que es extensamente disponible –para los demás- cuando hay niños pequeños,
por lo que las posibilidades de ganar MT son asimismo pequeñas.
Yo en esta edad, con estos años no era madre y me dedicaba más a trabajar y a
mí. A partir de los 37, que fue cuando tuve a los niños ya no tuve tiempo para
mí. (GD-Amas de casa dedicando mucho tiempo a tareas domésticas y cuidadosSevilla)
Una diferencia en el grado de dificultad para ganar tiempo, que es visto por ellas:
Puede dedicar más tiempo para él, mucho más (Mujer, 55, superocupada, San
Carlos…]
Las mujeres aparecen abocadas a obtener MT del gaspillage, especialmente de las
rutinas de los días laborables. De aquí que Nowotny (1986) ubique el tiempo propio en
lo que denomina los nuevos derechos de lo cotidiano. En el caso de los varones,
obtenerlo y transformarlo en otra especie de capital parece más fácil, frente a la queja de
las dificultades para obtenerlo ellas:
…saca tiempo todos los días para ira a nadar y pa ir a correr. Yo cuando
trabajaba fuera de casa, por supuesto no iba a hacer nada de esto, y ahora yo
tengo que hacer mis cabalas para sacar mi ratito de gimnasia, ¿eh? (GD-Amas
de casa dedicando mucho tiempo a tareas domésticas y cuidados-Sevilla)
Parece apuntarse que, además, la edad o, para ser más precisos, la institucionalización
de la pareja (Prieto y Pérez, 2013) actúa en sentido inverso en la capacidad para ganar
MT. Las mujeres disminuyen sus posibilidades, casi hasta llegar el momento en que los
hijos se emancipan; aun cuando esto varía según las clases sociales. En los varones,
aumenta. De aquí que la conciencia de la disminución sea mayor entre las primeras.
Cuando era más joven tenía más tiempo para todo, sobre todo para mí. (Mujer,
55, superocupada, San Carlos de la Rápita)
En cuanto especie de capital, en una sociedad dominada por la incertidumbre (Nowotny,
1992a:131) parece más necesario que nunca. Y no todas las categorías sociales están en
la misma posición para formarse tal capital. Así, lo ponen de manifiesto algunas de las
mujeres paradas entrevistadas en Madrid. En cuanto paradas y encargadas
exclusivamente de las tareas domésticas y de cuidados, carecen de MT para poder
invertir, especialmente en formación.
La expresión MT no aparece en los grupos de obreros. Sin embargo, en los mismos, hay
una queja de la falta de tiempo para dedicar a la familia. Tal vez justificación
racionalizante –y culpable-de su escasa dedicación a la familia, más que masculinizante
rechazo al concepto de MT. Parece impropio reivindicar u ostentar la disposición de un
tiempo propio, cuando se ha negado la concreción de tiempo en las obligaciones
domésticas o de cuidados. No se reivindica MT cuando se han incumplido obligaciones.
Y es que MT tiende a aparecer principalmente en una lógica feminista, como
reivindicación, o, al menos, como tiempo femenino (Hernes, 1987). Sin embargo,
siendo esto un indicio para el significado de MT, no puede reducirse a una categoría
social.
Ganar MT es un problema cuando: se vive en pareja, se tienen hijos –especialmente
entre las mujeres- a partir de cierta edad (40 años) o en profesionales con proyectos de
movilidad, ya que requieren ganar bastante tiempo para ellos mismos e invertirlo (en
formación, principalmente). Es menos problema cuando se vive solo, se tiene un trabajo
remunerado satisfactorio y, cuestión que habrá que analizar más adelante, cuando se
desciende en la estructura social.
Conclusiones
Lo presentado en esta comunicación es un momento de una investigación en proceso,
que todavía tiene mucho material empírico en el que profundizar. Sus resultados son
provisionales.
MT se ha configurado como un tiempo flexible, líquido y liquidable, que se gana o hay
que ganarse. Un perfil que contrasta con la rigidez del tiempo de las obligaciones. Pero
no es ajeno a las obligaciones. Y ello en varios sentidos. En primer lugar, porque
necesita que se efectúen las obligaciones para que surja como derecho y, por lo tanto, se
pueda disfrutar. Aún más, sólo posteriormente a las obligaciones adquiere sentido. De
aquí el sinsentido que tiene MT entre los parados, sin obligaciones del trabajo
remunerado y sin asumir como obligación las tareas domésticas o de cuidados. Es un
tiempo que antes tiene que ser ganado, por lo que queda tocado con una notable carga
moral. Pero, a su vez, se demanda como reparación de los otros tiempos, de los tiempos
obligatorios atravesados por el principio de realidad. En una realidad inaguantable, se
necesita MT.
Parece que con MT y las diferencias que su inserción encuentra en la estructura social,
se apunta una economía política del tiempo, si no fuese porque, en principio, su
manifestación aparece alejada de lo colectivo y, por lo tanto, de referencias a la
intervención del Estado o las instituciones. Domina su interiorización individualista, ya
sea como proyecto o como culpa. Puede admitirse, con Nowotny (1992a:108), que la
acción del Estado delimita territorios y tiempos para los ciudadanos. Pero éstos, en la
actualidad, dejan al Estado fuera de la concepción de MT.
La concepción de MT reestructura el sistema de representación del tiempo. Permite la
diferencia entre ocio y tiempo libre, de manera que el tiempo de ocio queda como
obligación y no como tiempo libre. La condena del tiempo de ocio vendría porque se
considera un tiempo de los demás, como una especie de tiempo de los demás: estar con
amistades, tiempo para el consumo. Los conflictos se encuentran principalmente entre el
tiempo de los demás y MT. Es el criterio principal que estructura. A partir de MT, se
establece una clasificación del tiempo, que adquiere las siguientes características:
-
Tiempo ajeno. Tiempo de los otros, para los otros, como tiempo de las
obligaciones.
o Es el tiempo dedicado al trabajo remunerado, al trabajo doméstico, a los
estudios o los cuidados de los otros. El tiempo de las obligaciones
rígidas.
o También el tiempo del ocio, concebido como obligatorio, que se pasa con
los demás, cumpliendo normas sociales o morales (trabajo voluntario).
-
Mi tiempo, que, a su vez, se divide en:
o Tiempo disponible o tiempo cuenta-corriente, fronterizo con el tiempo de
las obligaciones. Por ejemplo, es el tiempo dedicado a los estudios de los
hijos: con una baja rentabilidad y a largo plazo.
o Tiempo para mí.
 Tiempo gasto, del que se hace ostentación.
 Tiempo inversión.
Ahora bien, el concepto de MT como no obligatorio hay que tomarlo prudentemente,
puesto que aparece como una concreción temporal de la ética protestante. Es no
obligatorio frente a los tiempos considerados como obligatorios. Sin embargo, como se
ha visto, está atravesado de normatividad, lo que se manifiesta a partir de varios
indicios: su propia expresión en los grupos de discusión, la autoculpabilidad si se carece
de él, la motivación para la sistemática superación o la presión para invertirlo en
actividades con alto rendimiento para el individuo. Apareciendo fuera de las
obligaciones consideradas externas, MT es una obligación fuertemente interiorizada.
Nace de las obligaciones –cumplidas- y tiene que ser obligatoriamente invertido en
finalidades del mayor rendimiento para el futuro. No solamente se gana, sino que hay
que ganarlo. Lejos de ser una emancipación de Cronos, como plantea Nowotny
(1992a:161), al final de su obra, aparece como una vivencia angustiada del tiempo, a
pesar de que sea un tiempo imaginario que excluye la muerte. De hecho, actualmente no
hay tiempo más obligatorio que el tiempo propio, que MT. Como ocurre con su
instancia aliada el ideal del yo: “aumenta las exigencias del yo y favorece al máximo la
represión” (Lacan, 1983:204). Con su idealismo, idealización y, por lo tanto, ideología
(Zizek, 2001), MT parece sintetizar una dimensión de los recursos del capital y, por lo
tanto, del capitalismo, como es el sujeto, más adaptado a un capitalismo de consumo
que exige el renacimiento como sistema (Bauman, 2007).
REFERENCIAS
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