Falange española

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HISTORIA DE FALANGE ESPAÑOLA
(1933−1975)
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.
CAPÍTULO 1. BREVE HISTORIA DEL FASCISMO ESPAÑOL HASTA LA GUERRA CIVIL.
• Antecedentes del fascismo en España.
• Fascismo y Segunda República.
• Falange y Guerra Civil.
CAPÍTULO 2. FALANGISMO Y FRANQUISMO (1936−1975).
2.1. Consideraciones previas.
2.2. La contienda civil (1936−1939).
2.3. El régimen fascista (1939−1943).
2.4. La desfascistización del franquismo (1943−1945).
2.5. La época postfascista (1945−1977).
BIBLIOGRAFÍA.
OTRAS FUENTES.
INTRODUCCIÓN
Si hay un epíteto que puede describir con eficacia el fascismo español no hay calificativo más adecuado que el
de mutante. El fascismo es el ideario político más radical, agresivo y exclusivista de todo el siglo XX, al
punto de sumergir a la civilización occidental en uno de los conflictos más cruentos y trágicos de toda la
centuria. Si la Segunda guerra mundial pone fin a los dos ejemplos paradigmáticos del fascismo en estado
puro (Alemania e Italia), en España no se produjo tal purificación, puesto que el franquismo sobrevive y,
aunque el empeño del dictador desde 1945 sea ocultar todo signo fascista del régimen, este credo sigue
suponiendo un apoyo de primer orden.
Examinadas las obras útiles para la realización del presente estudio, no parece caber ninguna duda acerca del
carácter original del fascismo político en España. Este ideario político no llegó a fraguar plenamente en
tiempos de la Segunda República debido a la fuerte cohesión de la clase obrera en el marco del movimiento
sindical socialista y libertario, así como ante la patente indiferencia de una burguesía que opta por las ideas
progresistas o por un ideario conservador marcadamente clericalista (aspecto que, pese a los esfuerzos de José
Antonio, no encaja del todo con el ideario fascista que apela a valores espirituales pero sin contar con Dios).
Con el estallido de la guerra en 1936 los falangistas se suman al bando rebelde, pronto Franco asciende a la
máxima jefatura de la rebelión.
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El relato de la fragua y desarrollo del ideal falangista será objeto del primer capítulo, mientras que el segundo
narra brevemente la evolución del falangismo en el seno de la dictadura del general Franco.
Tras los dos primeros capítulos, que suponen un brevísimo estudio histórico de carácter general, pasaremos,
en el tercero a examinar, mediante varios comentarios específicos y una conclusión general, una selección
documental extraída del Archivo Histórico Municipal del Concejo de Coaña.
Quede constancia del agradecimiento debido al señor alcalde del concejo don Salvador Méndez Méndez así
como al personal administrativo del municipio: Matilde Bustelo Díaz, María Bernarda González Pérez y
María del Pilar López Pérez, quienes, a pesar de las molestias, hicieron más fácil la labor del autor del
presente trabajo.
También debe quedar constancia de un último agradecimiento a don Eloy Fernández Álvarez, cuyo testimonio
directo arrojó mucha luz y orden sobre la primera selección documental, al tiempo que permitió a este autor
ordenar sus ideas y aplicar un esquema mínimamente claro para realizar el comentario de dicha
documentación.
Finalmente se cierra el presente trabajo con la presentación de una bibliografía y un último apartado que cita
dos fuentes obtenidas a través de la web (auténtico tesoro informativo que no se puede desdeñar).
A partir de aquí se impone la brevedad, es de esperar que tal obligación no entre en conflicto con la claridad y
el rigor.
CAPÍTULO 1. BREVE HISTORIA DEL FASCISMO ESPAÑOL HASTA LA GUERRA CIVIL.
Antecedentes del fascismo en España.
Fue señalado en la introducción el carácter peculiar del fascismo español (se habló de un fascismo mutante),
pero sería erróneo no plantear que este ideario político prende en una minoría como producto de importación.
El primer gran inspirador del fascismo español es el caso italiano (el cual detenta el poder, personificado por
Benito Mussolini, desde 1922).
Ese triunfo italiano lo facilita la burguesía del país, asustada ante el avance de los socialistas (en clara
ofensiva política y social desde la creación de la Allanza del Lavoro en 1922). La dictadura es una realidad en
Italia desde 1925, cuando Mussolini disuelve el Parlamento. En España, Miguel Primo de Ribera lleva los
destinos del país, con mano de hierro y guante de terciopelo, desde 1923, pero su régimen no puede tildarse de
fascista a pesar de las cálidas relaciones entre don Miguel y el Duce.
El fascismo italiano tiene una preocupación internacionalista muy marcada durante estos primeros años, en un
claro esfuerzo por ganar credibilidad cara al exterior, pero llegando mucho más allá 2que en el caso de los
nazis, cuya aspiración por salir de sus fronteras sólo se entiende con la intención de plantar su pabellón y
ganar un nuevo dominio.
El ideario italiano, radicalmente nacionalista, pero, al tiempo, con una vocación internacional, entrará pronto
en España, mas los primeros resultados son muy pobres. El fascismo, con la crisis, puede prender entre la
burguesía y ciertos sectores obreros. La España de la Segunda Restauración está sumergida en una crisis
institucional de primer orden, por eso se explica la dictadura de Primo de Rivera, pero la clase burguesa es
raquítica y está desestructurada. El liberalismo español del siglo XIX tiene un marcado <<carácter elitista>> y
llegó al poder mediante un acuerdo con la nobleza terrateniente. Además no es conveniente olvidar que el
republicanismo progresista arraigó entre muchos sectores de la burguesía. La clase trabajadora se articula en
torno a dos grandes formaciones: el PSOE / UGT (dentro de esta unidad incluimos a los miembros del PCE,
fuerza políticamente minoritaria y sin excesivo peso hasta la Guerra Civil, además, sus miembros están,
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mayoritariamente, militando en la Unión General de Trabajadores) y la CNT, organizaciones que no dejan
resquicios. Los resultados del fascismo en estos primeros momentos serán por tanto muy pobres. El espíritu
regeneracionista conservador encuentra sitio en un ideario difuso, fuertemente nacionalista, en el gobierno de
Primo, pero el fascismo apenas es defendido por algunos intelectuales o por militares que defienden un
patriotismo marcadamente autoritario. Ahí están los ejemplos del grupo de oficiales que, en la primavera de
1923 forman el círculo denominado La Traza (liderado por Alfonso Sala Argemí), rebautizado en octubre de
ese mismo año como Federación Cívico−Somatenista. A pesar de algunas formas exteriores (visten camisa
azul), más que ante una organización fascista nos encontramos ante un grupo radical inspirado en formas del
fascismo.
Sin tratarse de un fascista, el elitismo intelectual de Ortega y Gasset sí cree en la necesidad de un cirujano de
hierro (al modo de Bismarck), de un hombre fuerte que resuelva los males del país. Ortega creyó ver en Primo
la solución a los males patrios, luego vio el mal de la corrupción del sistema monárquico. Aun así, aunque sus
escritos no pueden tildarse como fascistas, sí destilan un sentido elitista y, en cierta forma, autoritario que
permita un desarrollo económico del pueblo español casi sin el pueblo, un ideario que calará hondo en el hijo
del dictador y fundador, en 1933, de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera.
Los proyectos corporativos de la Unión Patriótica nunca se llevarán a cabo, el corporativismo (espina dorsal
del régimen fascista) no pasa de ser un dirigismo económico centralizado que trae una relativa prosperidad
durante los cinco primeros años de la dictadura. El fin de la bonanza y el aumento de la deuda del Estado
serán causa de la crisis final. Primo, abandonado por todos, ante las presiones de Alfonso XIII, dimite el 30 de
enero de 1930. El salvador de la monarquía verá en la figura del monarca a un Judas que lo abandona, optando
por un exilio voluntario en París, donde fallece durante la primavera de ese año.
La falta de una vertebración del régimen será una de las causas de la caída de Primo, quien aquí escribe
coincide con el profesor Payne cuando afirma que Francisco Franco sacó una valiosa enseñanza de este hecho,
de ahí sus desvelos por convertir a FET y de las JONS en un partido de Estado sólido, eficaz, vigilante y bien
controlado.
Dejamos en último lugar, como antecedentes más abiertamente fascistas, grupos como: Reacción Ciudadana,
la Acción Nobiliaria o el Partido Nacionalista Español (fundado por el médico José María Albiñana). Junto a
las organizaciones también están algunas figuras individuales, aso de Eugenio D´Ors, Ramiro de Maeztu
(evolucionando desde el anarquismo de juventud a un abierto nazismo en años de la guerra), Víctor Pradera,
José María Pemán (que llegará a ser ministro con Franco) o Ernesto Giménez Caballero (el más abiertamente
fascista de todos los antes citados, fascista confeso desde febrero de 1929).
Fascismo y Segunda República.
El 14 de abril de 1931 se proclama la Segunda República española. Junto con cierto ánimo de revancha por
parte de los sectores políticos progresistas (ánimo que deriva en la praxis en una mezcla de desmedida torpeza
contra unos sectores minoritarios que ganan mártires para la causa, e inexplicable pasividad, tibieza o
indiferencia ante otros, caso de los renacidos carlistas, que sí suponen una auténtica amenaza), España se ve
afectada por la crisis económica global. En este ambiente, y tras la confusión en que está sumida la derecha
nacional, comienza una lenta reorganización de los sectores políticos más conservadores y reaccionarios. El
primer hito puramente fascista en esta reorganización lo encontramos el 10 de octubre de 1931 con la
fundación de las Juntas Obreras Nacional−Sindicalistas (JONS) bajo el liderazgo de Ramiro de Ledesma (un
joven cartero, con cierta brillantez intelectual que se licencia en filosofía en 1930) a quien se une Onésimo
Redondo Ortega, quien en agosto de ese mismo año había fundado las Juntas Castellanas de Actuación
Hispánica (JCAH) de inspiración abiertamente nazi, al punto de preconizar un marcado antisemitismo en un
país que ya no tenía judíos desde tiempos medievales.
Los dos órganos de prensa de la nueva organización política serán La Conquista del Estado (revista publicada
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entre marzo y octubre de ese año 1931) y Libertad (publicado en Valladolid).
La organización está mandada por el duunvirato formado por Ledesma y Redondo. El símbolo de la
organización será el yugo y las flechas (tomado de los Reyes Católicos). Los gritos de guerra, acuñados por
Ledesma, son: <<¡Arriba España!>> o <<España: Una, Grande y Libre>>. La bandera (directamente
inspirada en el pabellón anarquista) adopta los colores rojo y negro.
El grupo es muy minoritario, pero la República (gobernada por un gabinete de izquierdas) se ceba en reprimir
a los jonsistas, secuestrar sus publicaciones y detener a los dirigentes. Un caso claro se produjo después del 10
de agosto de 1932, cuando en Sevilla se produjo la sanjurjada: Onésimo Redondo huyó a Portugal (estaba
implicado en el pronunciamiento militar), Ramiro de Ledesma (no implicado) fue detenido. Con este hecho el
movimiento jonsista quedó momentáneamente desarticulado.
La otra gran figura del fascismo español el José Antonio Primo de Rivera. Abogado brillante y acomodado
hijo de militar (y dictador, todo sea dicho de paso), perteneciente a una pudiente familia de la aristocracia
gaditana, guapo, apuesto, de verbo presto y cierto carisma personal (afirmado hasta por sus rivales políticos),
ha aquí la persona que podría hacer del fascismo una realidad plena en España. Mas ya explicamos que la
coyuntura nacional no era propicia.
El ideario joseantoniano tampoco es demasiado claro y su acción política mezcla brillante oratoria con gestos
caballerescos (en ocasiones quijotescos) muy lejos del sentido práctico que requiere una acción política eficaz.
Las dotes de José Antonio no pueden hacer frente a la adversidad, menos cuando las posibilidades electorales
del ideario derechista en España sólo tienen visos de éxito en el momento en que sus formaciones políticas se
asocian estrechamente con el credo católico. Ahí tenemos el ejemplo de la Confederación Española de
Derechas Autónomas (CEDA) dirigida por José María Gil Robles, única formación derechista de masas
durante la Segunda República.
Movido por la necesidad de defender la memoria de su padre, más que por cualquiera otra razón, Primo opta
por la política. Comienza por militar en las desordenadas filas de la derecha nacional. Ávido lector, su ideario
toma elementos de aquí y allá (Spengler, Keysserling, Marx o Lenin), uniendo elementos dispersos al
principal tronco inspirador de su ideario político: el fascismo italiano. Mas aun no se ha formado un partido
político que de entidad original a Primo.
En 1933 se produce el triunfo de Hitler en Alemania, cientos de jóvenes −especialmente estudiantes− se unen
a las JONS (prácticamente recién resucitada). Ramiro de Ledesma reúne fondos para sacar una revista con el
mismo nombre.
José Antonio da cuerpo a su pequeño movimiento el dos de noviembre de 1933. Nace Falange Española (FE).
En ese mismo mes se funda el Sindicato Español Universitario (SEU), primer sindicato fascista en España.
Junto a ambas organizaciones aparece el semanario FE publicado entre noviembre de 1933 y julio de 1934 (se
publicaron 15 números). Semanario censurado y prohibido con frecuencia.
El escaso peso político de las dos formaciones políticas nacionales provoca el acercamiento y fusión de ambas
el 14 de febrero de 1934. Aunque el gobierno de la organización recae en un triunvirato formado por José
Antonio, Ledesma y Ruiz de Alda, el carisma del primero se impondrá muy pronto. El programa de FE de las
JONS es difuso y demagógico, los puntos de su programa giran en torno a la unidad de España, la aspiración a
un Estado corporativo, cierto sentido social, un confuso conjunto de medidas económicas de carácter
regeneracionista dirigido por el Estado y un claro repudio tanto del capitalismo como del marxismo. Con ese
programa se incorporan los tradicionales símbolos jonsistas: el yugo y las flechas, la bandera roja−negra−roja
y los lemas antes expuestos al que se suma un grito de guerra: <<¡Presente!>> (como signo de militancia).
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Apenas arrancado el turbulento año 34, FE de las JONS tendrá su primer mártir: Matías Montero, cofundador
del SEU, recibirá cinco tiros al regresar a casa tras vender ejemplares del semanario del partido.
Durante ese año se suceden los incidentes y la violencia. El gobierno radical de Alejandro Lerroux apenas
actúa, la presencia de la CEDA en el gabinete se acrecienta y José Antonio, aforado por su cargo como
diputado en Cortes (el cual obtuvo al presentarse a las elecciones al presentarse en las listas de la derecha
como independiente), se protege así de los intentos por meterlo preso. Ello no le libra de atentados, en abril de
ese año se libra de la explosión de dos bombas, en junio se coloca una tercera carga explosiva contra él sin
consecuencias.
El clima político se hace irrespirable. Con la entrada de tres ministros de CEDA en el gobierno estalla la
Revolución de Octubre. Tras un verano caliente, los incidentes en Asturias suponen un maximun en la
violencia insurgente contra la República (aunque sea un alzamiento popular protagonizado por la unión de las
izquierdas, sí se trata de una clara violación del orden constitucional). Las palabras de Payne en torno a las
consecuencias de la insurrección arrojan mucha luz:
Con ella [la revolución asturiana] se inició el irreversible proceso de polarización
revolucionaria−contrarrevolucionaria en España.
En plena revolución José Antonio es elegido como jefe nacional de FE de las JONS (17 votos contra 16). El
carisma y el magnetismo (súmese la presencia) se imponen ante la brillantez teórica (brillantez relativa, se
entiende) de Ramiro de Ledesma. De fondo se impone el señoritismo y el dinero frente a la exaltación
partidaria de la acción directa. FE de las JONS adopta la camisa azul.
El miedo de la derecha provoca una radicalización de los jóvenes que ingresan en las filas falangistas,
igualando así los niveles de afiliación de las JONS durante 1933.
El programa político toma cuerpo en los célebres 27 puntos, sin conseguir ahuyentar la fuerte carga
demagógica.
Para cerrar el balance del año 1934, podría citarse un hecho importante: la visita de José Antonio a Berlín.
Una visita puramente protocolaria que fue rescatada con otros fines durante el proceso al que fue sometido
Primo en noviembre de 1936.
El año 1935 supone un periodo de profunda acción en el seno de la Falange, volcada en intentar continuas
maniobras contra el orden republicano, al tiempo que juega a la legalidad institucional. Los gabinetes de la
derecha consienten. El 3 de diciembre de ese año se compone el himno del partido: Cara al sol.
José Antonio, con todo el poder en sus manos, tiene plena libertad de acción, por estas fechas propone a las
derechas la formación de un Frente Nacional, Gil Robles rechaza el ofrecimiento.
Se fijan elecciones para el 16 de febrero de 1936. Las izquierdas (con la participación del voto anarquista) se
aglutinan en el Frente Popular. José Antonio sueña con obtener 35.000 votos en Madrid, su sorpresa será
mayúscula: Falange sólo consiguió 44.000 votos en todo el territorio nacional.
La derrota, junto con el calentamiento progresivo del clima político−social, llevan a Primo a moverse contra
la República de forma aun más decidida que en 1935. Sus maniobras subversivas derivan en un exaltado
pistolerismo, combinado con un esfuerzo coordinado con otros sectores de la derecha.
La pérdida de aforamiento parlamentario de José Antonio provoca su detención. Azaña reacciona con dureza
contra el único movimiento del país decididamente fascista, mas los enemigos de peso están en el seno del
ejército. El efecto que busca el presidente no es el esperado, los falangistas son coronados con un halo
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martirial entre las derechas, la primera indiferencia se torna en abierta simpatía. El objetivo de los falangistas
es claro: <<Desde la suspensión del partido y la detención de sus jefes, a mediados de marzo, el objetivo de la
Falange pasó a ser la revuelta para derrocar la República>>. No es aventurado afirmar que el objetivo golpista
es un ideario prendido en la mentalidad falangista mucho antes, la violencia y la subversión de las libertades
son inherentes a la acción política de todo partido fascista que se precie de serlo, Falange no es una excepción.
La guerra estalla finalmente el 17 de julio de 1936. Al frente de la insurrección están las tropas de Marruecos,
en contra: la mitad del ejército y la inmensa mayoría del pueblo llano. El primer ministro, Casares Quiroga, no
reacciona. El día 26 del mismo mes, Hitler y Mussolini, sin acordarlo entre ellos, optan por apoyar a los
rebeldes con material militar y apoyo logístico.
Falange y Guerra Civil.
Preso en Alicante (fue trasladado, junto con su hermano Miguel, desde la prisión Modelo de Madrid en junio
de 1936) José Antonio toma conciencia de la tragedia que se avecina (o que se ha desatado ya). Se pone pues
a trabajar en la posibilidad de mediación entre las partes. Esa acción no le impidiera conspirar contra la
República, el carácter impulsivo de Primo de Rivera (tal vez hasta su torpeza) queda manifiesto.
En el lado rebelde Francisco Franco Bahamonde emerge como la figura fuerte de la insurgencia. Los planes
para liberar a José Antonio (un seguro rival del general) terminaron por chocar contra las restricciones que
pone el Caudillo.
El primero de octubre de 1936 Franco toma el mando de todas las fuerzas militares y políticas que apoyan el
levantamiento: gran parte del ejército regular, requetés carlistas, Falange Española (sin destacados jefes
políticos, presos o muertos), Renovación Española (su líder, Calvo Sotelo, no llegó a ver el alzamiento),
ciertos sectores exaltados de la CEDA (entre los que está Ramón Serrano Suñer, amigo personal de José
Antonio) y algún elemento monárquico alfonsino.
Franco ve en el caos ideológico de tal amalgama política relativas posibilidades de control (político y
represivo), al tiempo que se asegura la obediencia de todos sometiendo la organización a la jurisdicción
militar.
Finalmente la suerte se alía con el generalísimo, el 20 de noviembre del 36 es fusilado José Antonio (el rival
político), al año siguiente fallece en accidente aéreo el general Mola (el rival militar).
Desde el 19 de abril de 1937, con el Decreto de Unificación, Franco dirige la organización con mano de hierro
(a diferencia de Miguel Primo de Rivera el general ferrolano no disimula el puño con guante alguno), al
tiempo que mantiene la muerte de José Antonio en secreto hasta el 16 de noviembre de 1938. Revelado el
secreto, el joven líder falangista se convierte en auténtico icono, al tiempo que es presentado como símbolo
del sacrificio de los jóvenes de España. Se levanta así un culto al mártir:
sin precedentes en la historia política moderna de la Europa Occidental.
El supuesto líder carismático se convierte en una herramienta de propaganda. Franco inaugura un culto
nacional a la leyenda, desviando parte de la atención puesta sobre su persona. La fórmula ya fuera usada por
Stalin en sus primero años en el poder y será reutilizada por Fidel Castro, quién levanta un culto a la memoria
de Ernesto Guevara.
CAPÍTULO 2. FALANGISMO Y FRANQUISMO (1936−1977).
2.1. Consideraciones previas.
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La gran mayoría de los autores consultados (Tusell, Payne, Ruiz de Azúa, Carr) coinciden a la hora de
calificar la dictadura franquista como un régimen totalitario cambiante en el tiempo. Nos encontramos, lector,
ante una serie de operaciones de maquillaje político, jurídico, legislativo y electoral encaminadas a prolongar
en el tiempo el status de Franco como Jefe del Estado español. La adaptación es clave para entender la
supervivencia de la dictadura cara al exterior. La represión es clave en el control civil y la eliminación de
cualquier tipo de oposición interna. La división controlada, el enfrentamiento entre familias, es la clave para
eliminar cualquier posible amenaza u oposición contra el dictador.
El papel del partido único no tiene un papel político (como posible alternativa o complemento del
movimiento), FET de las JONS juega un papel clave en el control de la sociedad civil. Los mecanismos son
múltiples, el profesor Payne da una lista importante. Ese control ya es efectivo en tiempos de la Guerra Civil,
donde los falangistas se convierten en una maquinaria de represión de primer orden. Con el triunfo de Franco
y las medidas encaminadas a burocratizar el partido único, este se convierte en un mecanismo de control
permanente, ese control tiene su principal reflejo en la vida de los municipios españoles, como se verá en el
capítulo siguiente.
2.2. La Guerra Civil (1936−1939).
Con el decreto del primero de octubre de 1936 Franco:
...asumió la totalidad del poder como jefe del Estado de la España nacional.
En pleno conflicto los falangistas tienen un doble papel: uno militar y otro policial y represivo. El peso de los
falangistas en la milicia es muy importante: suponen un 55 % del total de voluntarios. La zona rebelde,
sometida a la ley marcial, vive una represión de alta intensidad, pero a diferencia de la zona republicana
(donde también hay persecuciones, no nos engañemos) la persecución de los rebeldes está coordinada a través
de la dependencia militar del poder. Los falangistas son una pieza fundamental en esta maquinaria de terror.
Bien es cierto que muchos sectores del bando franquista tienden a cargar la represión sobre Falange. No hay
duda de que durante los primero meses de la guerra muchos milicianos falangistas actuaron con cierta
autonomía, pero no fueron los únicos implicados en la represión de represión. Fueran unos u otros, las
persecuciones sirven bien al propósito de Franco de instaurar un estado de terror general que refuerce su
ascenso en la zona rebelde.
Ante la ausencia de los grandes líderes (presos o muertos), al frente de la Falange se pone Manuel Hedilla,
antiguo número uno por Santander. Su honestidad va acompañada de una clara carencia tanto de visión como
de carisma. Los ingresos de militantes se disparan, la Falange se nutre tanto de derechistas como de aquellos
que con un pasado izquierdista o simplemente republicano intentan protegerse de posibles represalias.
Los órganos de prensa falangistas (Arriba, Vértice, Flechas, Fotos) dan eco a la demagogia fascista, esa
propaganda va dirigida a la clase trabajadora, al tiempo que se aproxima más al discurso de los italianos o los
nazis alemanes.
Unificadas todas las milicias y sometidas estas al mando militar por el Decreto de 22 de diciembre de 1936, el
siguiente paso de Franco en el reforzamiento de su posición de poder será el Decreto de Unificación con fecha
19 de abril de 1937. La fusión de falangistas y carlistas no estuvo exenta de tensiones (se llega al
enfrentamiento entre milicianos de Falange y requetés). Toda intención opositora es ahogada por el Caudillo.
El 25 de abril se detiene a Manuel Hedilla, en total se practican 1521 detenciones entre falangistas y requetés,
288 serán condenados (hubo 49 cadenas perpetuas). La victoria de Franco es indiscutible; inmediatamente el
general (dictador fuerte) inicia su política de equilibrio en la que el principio fundamental de actuación, junto
con la prudencia, es el dividere et impere.
En el propósito de control y domesticación de la ya Falange Española Tradicionalista y de las Juntas
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Obreras Nacional−Sindicalistas (FET y de las JONS) se empeña Ramón Serrano Suñer (llamado por sus
opositores el cuñadísimo).
Franco reúne en torno a sí poderes absolutos. La brillantez y capacidad de Serrano le proporciona al dictador
un servicio hábil, eficaz y casi impagable. Toda la oposición interna (especialmente manifiesta entre los
antiguos falangistas, los llamados camisas viejas) es difusa y está demasiado desestructurada como para
suponer una amenaza.
El nuevo jefe de FET será Raimundo Fernández Cuesta, liberado desde zona republicana. A pesar de ser un
camisa vieja, el nuevo Secretario General se pone al servicio de Franco. No cabe duda de que el
nombramiento pone límites al poder de Serrano Suñer.
La convivencia entre falangistas y carlistas sigue siendo difícil durante un tiempo. Se produjeron
enfrentamientos callejeros entre jóvenes falangistas y cachorros requetés (como los producidos a principios de
1938 en el País Vasco).
Con la guerra en pleno curso Franco sigue construyendo, el edificio político e institucional a su servicio. La
labor es ingente y se fija en varios aspectos, desde el control laboral de los españoles a través de la
constitución de un sindicato único, a la socialización de la población a través de varias organizaciones ad hoc,
donde las estructuras previamente levantadas por la antigua FE juegan un papel fundamental.
En lo que respecta al control laboral de la población, el 9 de marzo de 1938 se decreta el llamado Fuero del
Trabajo; éste está inscrito en le lenguaje propio del corporativismo católico, sin poner el acento en la
revolución social, tan querida por los jóvenes falangistas. Hay una ligera inspiración en la Carta del Trabajo
de los fascistas italianos, pero ello no implica que se incorporen elementos sociales de interés. El aspecto más
destacado del Fuero es la prohibición de la huelga y los cierres patronales. No se produce ni mucho menos la
materialización de un Estado corporativo a la italiana, todo se queda en pura retórica nacional−sindicalista.
Se levanta así un sindicato único, como suma de las pequeñas agrupaciones derechistas de época republicana:
la Confederación Española de Sindicatos Obreros (CESO, sindicato católico), la Confederación Obrera
Nacional−Sindicalista (CONS, sindicato falangista) y la Confederación de Empresarios
Nacional−Sindicalista (CENS, patronal falangista).
Entre las organizaciones socializadoras de los españoles, aparte de la propia FET (que en 1942 llega a tener
932.000 afiliados, lo que supone su máximo pico), están organizaciones como la Sección Femenina (de la que
depende el Auxilio Social, único brazo caritativo del régimen, dejando aparte a la Iglesia), que llega al final de
la guerra a tener 500.000 miembros; la Organización Juvenil de FET (Con tres categorías: Pelayos, niños de 7
a 10 años; Flechas, niños y adolescentes de 11 a 17 años y Cadetes, jóvenes de 18 y 19 años), con una sección
masculina y otra femenina; o el resucitado SEU (hecho que tuvo lugar en noviembre de 1937).
2.3. El régimen fascista (1939−1943).
Llegado el final de la guerra, Franco apoya su poder en el partido único sin preocuparse, al menos de
momento, por crear un parlamento. La Ley de la Jefatura del Estado, sancionada el 9 de agosto de 1939,
extiende aun más sus poderes. Desde este punto, la ingente, dispersa y confusa maraña legal levantada por el
dictador va destinada a mantener esa posición de privilegio.
Dentro del partido único se dibujan las distintas familias:
• Los falangistas acomodados, abiertamente franquistas.
• Los derechistas autoritarios (Renovación y algunos sectores de CEDA), que consienten a Franco como
solución a lo que consideraron el caos republicano.
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• Los carlistas entregados al dictador. Número muy escaso, la mayoría del carlismo se repliega sobre sí tras
fracasar sus intentos de insurrección. Su repliegue no favorece a la dictadura pero tampoco la discute.
• La Iglesia, que colabora y consiente. Los católicos consienten el régimen a pesar de su claro alineamiento
político a favor del Eje. Si los fascistas italianos son examinados por la curia con múltiples reservas, los
nazis son vistos como un influjo negativo.
• Junto al grupo heterogéneo están los jóvenes exaltados del falangismo, con una postura abiertamente
filonazi.
• Pese a todas las familias políticas, el principal pilar del dictador no es otro que el ejército.
Durante esta época de la colaboración con el Eje, el peso del sector falangista en el gobierno y la política
crece. Buen signo del cambio es la reorganización del gobierno el 8 de agosto de 1939. De dos ministros de
Falange se pasa a 5, si bien el gran peso lo siguen teniendo los militares. Franco continua amparando su
política en el viejo principio de encontrar equilibrio entre las distintas familias.
En la inmediata posguerra no podemos olvidar la situación de penuria que viven los españoles. El régimen no
parece tomar medidas inmediatas para combatir tales carencias. Dentro del partido único, en el organigrama
piramidal, el Auxilio social tiene un peso fundamental. Ya durante la guerra, el Auxilio (regido por Mercedes
Sanz Bachiller, viuda de Onésimo Redondo) reparte multitud de comidas entre los necesitados. Con la paz y
la miseria el racionamiento y las privaciones son en buena medida aliviados por esta organización.
No ayuda mucho en tal empeño la desastrosa política económica, el principio de la autarquía sume a España
en una miseria que parece insuperable. De fondo está la creencia de Franco de que esa penuria es el justo
castigo frente a la resistencia que opusieron los españoles a su poder.
El idilio con las potencias del Eje llegará hasta 1943, cuando la derrota italo−alemana se vea más clara en el
horizonte. Por en medio se queda el envío de la División Azul en 1941 para luchar en la Unión Soviética, así
como las presiones de los exaltados por entrar en la guerra al lado del Eje.
Ya antes de la desfascistización que se inicia desde estas fechas Franco ha puesto al frente de FET a una
figura clave: desde 1941 es Secretario General José Luis Arrese (camisa vieja de Málaga). Junto con el
distanciamiento del Eje, en política exterior, está el ascenso de Luis Carrero Blanco como hombre de
confianza del dictador. La figura de Serrano Suñer comienza a declinar. La desfascistización, clara desde
1943, ya comenzó a gestarse con los cambios políticos de mayo de 1941.
2.4. La desfascistización del franquismo (1943−1945).
El nuevo esquema orgánico del Estado es un diseño de Luis Carrero Blanco, resumido en una carta con fecha
25 de agosto de 1941:
• Un Caudillo.
• Un Partido.
• Un organismo administrativo de máxima sencillez de funcionamiento, dinámico, activo y coordinador, con
un mínimo de funcionarios.
• Un Plan Nacional; y
• Un pueblo que obedece.
He aquí la base legal para desfascistizar el franquismo.
La dirección de José Luis Arrese en FET pondrá las bases adecuadas para la operación de maquillaje que se
avecina. Quien aquí escribe pone reparos al término empleado por Payne para calificar este empeño, al hablar
de metamorfosis, si bien hay un cambio cara al exterior podría decirse que todo se cambia para que la cosa
siga igual. No cabe duda de que la reforma aplicada por Arrese en la FET es la pieza maestra en este empeño.
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Como consecuencia inmediata en este esquema piramidal está la mayor eficacia del control de arriba hacia
abajo. El jefe provincial de FET se convierte en sinónimo de gobernador provincial, controlando, a su vez, al
máximo a los jefes locales, que, al mismo tiempo, son alcaldes en los municipios.
Junto a las medidas legislativas, administrativas y burocráticas, está el cuidado de los gestos. Aun en 1942 se
mantiene el saludo fascista, pero desde 1943 tal gesto es abolido. Franco se apoya en los sectores más
franquistas del ejército para prevenir toda posible tensión.
En noviembre de 1943 se disuelve la División Azul. Al mismo tiempo se produce un alejamiento del Eje, el
franquismo pone el acento en el catolicismo que:
pasó a ser de modo creciente la primera línea de defensa del régimen.
Tras la conferencia aliada en Postdam, en julio de 1945, se levantan las nuevas Naciones Unidas al tiempo que
se aísla diplomática y económicamente al régimen franquista.
2.5. La época postfascista (1945−1977).
Desde la derrota del Eje en la Segunda guerra mundial Franco ve inevitable borrar toda imagen fascista del
régimen y encontrar una nueva identidad en el corporativismo católico. Mas:
El Partido, a través de los Consejos de FET y de las JONS seguirá siendo el supremo (y único) cauce de
representación para las tareas políticas, mientras las Cortes serán principalmente cauces para las tareas
administrativas.
El régimen sienta un modus opernadi regido por dos principios bien señalados por Ruiz de Azúa:
• La <<institucionalización evolutiva del sistema>>.
• El <<avance en zigzag del régimen de representación>>.
El profesor Azúa fija su análisis en los esfuerzos electorales del franquismo para mejorar su imagen cara al
exterior, pero tal esfuerzo legitimador del régimen cae en saco roto ante la enorme abstención del electorado.
Esa abstención va acompañado de la baja militancia en seno de FET Los secretarios generales del Movimiento
Nacional (destacamos a dos figuras como José Solís Ruiz y Torcuato Fernández Miranda), apenas logran
mantener domesticado el Partido, en ese periodo una mera herramienta burocratizada.
El régimen en estos años pasa por tres fases político−económicas bien diferenciadas:
• FRANQUISMO NACIONALCATÓLICO (1945−1958). Distinguido por el aislamiento exterior, la
presencia de católicos en los gabinetes (en detrimento de la influencia de los falangistas). España vive el
racionamiento hasta entrados los años cincuenta. El primer plan económico serio aparece en 1951 pero no
será hasta 1958, con el desembarco de los tecnócratas del Opus Dei, cuando la política económica tome un
nuevo rumbo.
• FRANQUISMO TECNOCRÁTICO Y DESARROLLISTA (1959−1968). Caracterizado por una
apertura económica inaugurada con el Plan de Estabilización. La España del turismo y el pluriempleo se
desentiende de todo legado fascista, transmitiendo una imagen de modernidad, una imagen que se empeña
en borrar el exilio, la falta de libertad política y los esporádicos episodios represivos. Al mando de FET,
durante muchos años estará José Solís Ruiz, un burócrata en toda la extensión de la palabra. La caída de la
afiliación es alarmante. Para el Partido único estamos ante lo que Payne denomina: <<() la blanda era
burocrática de los años sesenta>>. Buena señal del declive ya se encuentra en el año 1965, cuando consta
que el 85 % de los miembros de FET tenían más de 40 años. Otro signo del declive es la disolución del
SEU por decreto con fecha 5 de abril de 1965. Los falangistas, que en un principio conformaban la
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izquierda del régimen son considerados desde 1945 la extrema derecha. El último episodio en la
burocratización de FET, lo supone la llegada a la Secretaría General de Torcuato Fernández Miranda, en
ese momento las siglas FET y de las JONS ya han dejado paso al difuso nombre de Movimiento Nacional;
la camisa azul deja su lugar al traje y la corbata.
• TARDOFRANQUISMO (1968−1977). Llegado el año 68 Franco es consciente de su edad y nombra
sucesor a Juan Carlos de Borbón, quien jura los principios del Movimiento Nacional y obediencia al jefe
del Estado el 23 de julio de 1969. El papel de FET y de las JONS entra en una fase oscura de continua e
inevitable decadencia. Acudiendo a los números, en 1973 los militantes de FET son unos 980.054,
proporcionalmente una minucia en comparación con la primera época de Arrese. La Organización Juvenil
cuenta con 300.000 miembros (muy lejos de los 839.000 de 1946). La Sección Femenina tiene 279.697
miembros (muy lejos del medio millón de mujeres afiliadas en 1939). Ese ocaso no evita los intentos de
maquillaje, caso de la Ley de Asociación Política. El derrumbamiento llega en 1974 cuando un Franco
enfermo anunciaba el final del régimen y se inicia la gran desbandada. Tras la muerte de Franco, el 20 de
noviembre de 1975, el Movimiento Nacional no es útil a la democratización, sino que se supone un
obstáculo, la pervivencia de lo antiguo, la muralla contra el pluripartidismo. El decreto de disolución del
Movimiento llega el 1 de abril de 1977. Los últimos signos caen como fichas de dominó, la Sección
Femenina de Pilar Primo de Rivera sobrevivió un poco más, mientras la prensa afecta al franquismo alarga
su agonía hasta los años 1982−83 (aunque el último gran diario falangista, Arriba, ya cerró sus puertas en
1979).
BIBLIOGRAFÍA
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• CASANOVA, Julián: La Iglesia de Franco. Madrid, 2001.
• CARR, Raymond: España: 1808−1975. Barcelona, 1996, 7ª edición. Págs. 576−731.
• GIL PECHARROMÁN, Juan: La Segunda República. Esperanzas y frustraciones. Madrid, 1996.
• PAYNE, Stanley G.: Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español. Barcelona, 1997.
• PRESTON, Paul: Las tres Españas del 36. Barcelona, 1998. Págs. 13−61 y 99−176.
• RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, José Luis: Historia de la Falange Española de las JONS. Madrid, 2000.
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• SOUTHWORTH, Herbert R.: La propaganda católica y la guerra civil española, en Historia 16 N º
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• TUSELL, Javier: España y la Segunda guerra mundial, en Historia 16 N º 162, 1989. Págs. 89−98.
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• TUSELL, Javier: La dictadura de Franco. Barcelona, 1996.
• VV. AA.: Represión. La tragedia oculta, en La aventura de la Historia N º 3, enero 1999. Págs.
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OTRAS FUENTES
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• PEÑA, Lorenzo: El fascismo de la tiranía franquista en la pluma de un jurista ecuatoriano, en
http/www. Eroj@eroj. org/
PAYNE, Stanley G.: Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español. Barcelona, 1997.
Aunque se negara en sus páginas FE imita, miméticamente, los usos y doctrinas del fascismo italiano.
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PAYNE, Stanley G. Opus cit. Pág. 211.
Azul mahón, un color proletario, usado típicamente por los mecánicos.
PAYNE, Stanley G. Opus cit. Pág. 322.
PAYNE, Stanley G. Opus cit. Pág. 369.
PAYNE, Stanley G. Opus cit. Pág. 381.
PAYNE, Stanley G. Opus cit. Pág. 446.
Véase: SOUTHWORTH, Herbert R.: La propaganda católica y la guerra civil española, en Historia 16, N º
43, 1979. Págs. 70−83.
PRESTON, Paul: Las tres Españas del 36. Barcelona, 1998. Págs. 13−61.
Para más información consúltese el Apéndice I.
PAYNE, Stanley G. Opus cit. P. 587.
RUÍZ DE AZÚA, Miguel Ángel: Las elecciones franquistas (1942−1976). Limitaciones al sufragio universal
en Las elecciones en España, Historia 16 N º extra II, abril 1997. Pág. 86.
Ítem nota 14.
Ítem nota 14.
PAYNE, Stanley G. Opus cit. Pág. 651.
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