Juan Miguel García Nogueroles y sus dificultades para la acción colectiva

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Juan Miguel García Nogueroles
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Aparición y consolidación de una nueva clase trabajadora de servicios
y sus dificultades para la acción colectiva
1. Introducción.
A lo largo de las cuatro últimas décadas han venido sucediéndose distintos cambios en
la naturaleza del empleo (Pollert, 1991; Coriat, 1992; Carnoy, 2001), en las estructuras
económicas de los países desarrollados (Braverman, 1974; Castells, 1997), en las
regulaciones que establecen sus formas legales (Senise, 2001) y en los colectivos que
participan en los mercados de trabajo, que han producido que la forma de analizar el
empleo y los trabajadores tenga que ser revisada.
Fenómenos como la terciarización de las economías (Gershuny, 1989; Mingione, 1993),
la feminización de la fuerza de trabajo (Torns, 1999; Azmat et al, 2006), la extensión de
las formas irregulares de empleo (Marshall, 1992) y la agudización de la demanda de
flexibilidad (Pollert, 1991; Miguélez, 2004 y 2005) o la segmentación (en realidad
multisegmentación) de los mercados de trabajo, así como la individualización de las
relaciones laborales (Alòs, 2007; Recio, 2011) han atraído la atención de los
investigadores sociales que, en ocasiones, han ensayado algunas explicaciones
ciertamente optimistas respecto el fin del trabajo (Rifkin, 1996) cuando han tratado de
explicar que la centralidad del empleo como tal ha venido desapareciendo en las
sociedades desarrolladas de occidente para dejar paso a otras experiencias que son
capaces de generar identidad y bienestar a través de mecanismos de diversa índole
(Offe, 1992; Gorz, 1997).
Lo cierto, desde mi punto de vista, es que esta centralidad del empleo desaparece solo a
nivel teórico, en el terreno de lo que podríamos llamar la experiencia cultural de los
individuos; sin embargo, respecto a la capacidad de generar bienestar a través de las
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rentas que se consiguen gracias a él y, también, a través de la satisfacción de disfrutar
de buenas condiciones de empleo, el empleo sigue manteniendo una posición
privilegiada al menos a la hora de clasificar a los individuos según la posición que
ocupan en el entramado social, la cual yo defiendo que muchas veces no puede
entenderse sin atender a la estructura productiva y a los mercados de trabajo. Hay que
tener en cuenta que el adelgazamiento del estado de bienestar, especialmente en los
últimos años, tiene como consecuencia que cada vez sea más difícil para el individuo,
para el ciudadano, conseguir rentas a través de otra fuente que no sea la participación en
el mercado de trabajo, lo que lleva al empleo (disponer de él o no y las condiciones en
qué se desarrolla) a convertirse en un importante predictor del bienestar del individuo y
de su posición social.
En esta comunicación se plantea una hipótesis principal que tratará de demostrarse a
partir de dos corpus teóricos -las teorías de la segmentación (Reich et al, 1973; Gordon
et al, 1986; Dickens, Lang, 1992; Escudero, 2002) por un lado, y la aportación de E.O.
Wright a las teorías de clase (Wright, 1979, 1994, 1997), por el otro- y del análisis
longitudinal 1999-2008 de la ECVT (Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo) y un
trabajo de campo en el sector de la hostelería de la ciudad de Barcelona. La hipótesis
formulada vendría a afirmar que existe una nueva clase trabajadora de servicios que
tiene características distintas a la tradicional clase obrera de base industrial y que
considero que puede acabar convirtiéndose en un actor fundamental no únicamente en
las relaciones laborales sino, también, en la composición de la estructura social de los
países desarrollados durante las próximas décadas.
La importancia de esta hipótesis radica, por un lado, en que se vuelve a plantear que la
posición en el mercado de trabajo tiene una especial importancia en la constitución de
las clases sociales, entendidas éstas de forma clásica. Por el otro en que hay un cambio
en la constitución de las clases trabajadoras que tiene que ver con los cambios acaecidos
en las estructuras productivas de las sociedades desarrolladas: si se cambia lo que se
produce y la forma cómo se produce, es lógico que haya también trasformaciones entre
quienes lo hacen.
Realizar un estudio longitudinal entre 1999 y 2008 responde a la intención de querer
establecer si esta nueva clase trabajadora de servicios está creciendo cualitativa o
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cuantitativamente así como si en su composición están sucediéndose algunas
transformaciones que puedan dar pistas sobre lo que está aconteciendo a nivel de
estructura social y de mercado de trabajo.
2. Resultados del análisis de la ECVT
Distintos análisis del mercado de trabajo en el ámbito español (López Roldan, 1994;
1996; López Roldán et al, 1998; Alós, 2007; Prieto et al, 2009) muestran la existencia
de algunos estratos en el mercado de trabajo, los más bajos, que tienen que ver no
únicamente con la precariedad de este trabajo sino igualmente con determinadas
características de los trabajadores que desarrollan esos empleos, de sus empresas o de
los sectores en los que están ocupados. A través de un análisis de conglomerados (twostep cluster) de la ECVT de 1999 y 2008 yo he podido aislar seis segmentos en el
mercado de trabajo español; los dos inferiores, los segmentos secundarios, son aquellos
en los que se concentra la nueva clase trabajadora de servicios tal y como va a ser
definida. El análisis clúster se ha llevado a cabo con las siguientes variables de las
ECVT (para cada año se referencia la pregunta concreta del cuestionario con la que se
mide) que han sido clasificadas en distintas dimensiones que hacen referencia a las
condiciones de trabajo, además de establecer algunas variables de control que permiten
clasificar a los grupos desde un punto de vista social.
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Atendiendo a dos de los trabajos citados, los más recientes, y su comparación con mis
resultados del análisis de los datos para 1999 y 2008, lo que se observa de forma más
clara es un decrecimiento de los segmentos secundarios en el período estudiado con un
cierto incremento de los segmentos primarios tomados de forma global; si bien, si
entramos a considerar las diferencias entre los segmentos primarios dependientes y los
independientes, las datos de Alós y los míos parecen ofrecer resultados distintos en
tanto en cuanto Alós cuantifica un menor porcentaje de trabajadores en el segmento
primario
dependiente.
Esto
puede
estar
debido
a
las
diferencias
en
las
conceptualizaciones que hemos hecho –el segmento secundario incierto de Alòs
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también podía ser visto como un segmento de transición hacia los primarios, pero el
segmento secundario de transición tal y como ha sido definido por mí, especialmente el
de 1999, tiene muchos elementos que pueden entroncarlo igualmente con un segmento
primario dependiente- pero también a los diferentes momentos en que se han recogido
las datos: los años de expansión económica han podido hacer que determinadas
situaciones en el mercado de trabajo fueran incluidas dentro de los mejores segmentos –
por ejemplo a partir de salarios elevados- a pesar de tener elementos importantes de
inestabilidad, como se ha visto después con la destrucción de empleo a partir de finales
de 2007.
En todo caso, si la investigación de Alòs (Alós, 2007) señala la existencia de seis
segmentos no es únicamente porque existen condiciones de trabajo diversas entre unos
trabajadores y otros, sino porque estas condiciones de trabajo se explican por aspectos
ajenos a la propia naturaleza del trabajo que se desarrolla (Alós, 2007). Y, en el mismo
sentido, los conglomerados de trabajadores que se forman a partir de mis análisis
pueden disponer de condiciones concretas de trabajo diferentes entre ellos, pero hay que
encontrar como causa de estas diferencias no únicamente las características del empleo
que se desarrolla, sino todos los condicionantes de cariz social que afectan a cada grupo
de trabajadores.
Otra de las investigaciones que creo que hay que considerar para realizar una
comparación con mis resultados es la de Carlos Prieto (Prieto et al, 2009). El trabajo de
Carlos Prieto y sus colaboradores se ha realizado a partir de un análisis de los datos de
la Encuesta de Condiciones de Vida y Trabajo (EUROFUND) en su edición de 2005 y
de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), que desarrolla el INE, en su edición de
2006. El análisis que resulta más interesante para mi investigación es el análisis de la
ECV (INE) para su edición de 2006 ya que en ella se basan, a la hora de realizar el
trabajo estadístico en forma de análisis de conglomerados, en las dimensiones de
estabilidad y seguridad en la trayectoria laboral y en la dimensión de salario decente. El
análisis se efectúa únicamente sobre los asalariados y los resultados abocan seis clústers
(3 precarios, uno central y dos superiores) que, a su vez, pueden agruparse en tres que se
corresponden de manera muy fiel, en cuanto a las características de los individuos que
los forman, con los segmentos descritos en las teorías clásicas de la segmentación. De
acuerdo a Prieto y sus colaboradores (Prieto et al, 2009) habría un segmento precario o
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inferior con un peso del 27% de los trabajadores, un segmento central con un peso del
41% de los trabajadores y un segmento superior con un peso del 32%.
El segmento precario de Prieto está formado por dos subsegmentos de gran precariedad
que suman un 10’5% de los efectivos y otro subsegmento (16’5%) que se diferencia
principalmente del segmento central por su inestabilidad en el empleo aunque es
sensiblemente mejor que los otros dos subsegmentos precarios. El segmento central no
tiene salarios especialmente elevados pero sí presenta una gran estabilidad en el empleo.
El segmento superior presenta características de importante estabilidad y altos salarios.
Aunque las datos no son comparables dadas las diferencias en cuanto a la metodología
de investigación, en cuanto a las variables utilizadas y en cuanto a la operación
estadística utilizada, creo que el hecho de que los segmentos en todos los momentos
estudiados presenten características semejantes en su composición interna (por ejemplo,
en el trabajo de Prieto los segmentos precarios tienen una mayor presencia de mujeres y
de inmigrantes de fuera de la UE; hay mayor presencia de actividades de hostelería,
comercio y especialmente de trabajadores de las hogares y servicios personales y una
importante tendencia de estos trabajadores a estar empleados en empresas pequeñas)
muestra la consistencia de los datos y es una evidencia más de la presencia de una
nueva clase trabajadora, de características subproletarias, que podríamos situar en los
servicios manuales.
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Considerando mis resultados, una primera mirada a la distribución por clústers (tablas 3a
y 3b)
muestra que ha habido un incremento entre aquellos conglomerados que se
disponen en la parte más alta de la distribución, lo que podría ser interpretado como que
durante el transcurso del período estudiado algunas condiciones de trabajo pueden haber
mejorado, por lo menos para una parte de los trabajadores. La realidad es que el peor
clúster en cuanto a condiciones de trabajo, el sexto, se ha mantenido prácticamente
estable en los dos momentos estudiados –un 21’3% en 1999 y un 22’5% en 2008- y que
en ambos momentos es el conglomerado que agrupa a un mayor número de
trabajadores, especialmente en 2008 donde las diferencias con los otros conglomerados
son mayores. Hay que señalar que es significativo que en un período en el que se
producen incrementos en los tres conglomerados de mejor calidad así como
disminuciones de los efectivos en los conglomerados cuarto y quinto, el sexto
conglomerado –el más precario- no solo no disminuya sino que incluso aumente su peso
cuando lo que sería previsible es, precisamente, una disminución de este peso siguiendo
la tendencia establecida. Hay que recordar además que estamos considerando un
período de importante dinamismo económico, donde sería esperable una mejora de las
condiciones a nivel general. Vamos a ver ahora una descripción de los clústers
resultantes, haciendo especial hincapié en los conglomerados secundarios que son los
que van a centrar mi preocupación.
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Primario independiente superior. Este clúster es el que presenta mejores condiciones
de trabajo tanto en 1999 como en 2008. Tanto este primer segmento como el segundo,
teniendo en cuenta que son segmentos primarios independientes, tienen aquellas
características en cuanto al trabajo concreto –autonomía en el trabajo, buenas
retribuciones, necesidad de formaciones o calificaciones (formales o no) elevadas que
hace a estos trabajadores difícilmente intercambiables- que se apuntan en las teorías de
la segmentación. Existen, sin embargo, algunas diferencias entre 1999 y 2008. Desde mi
punto de vista la principal es que al 1999 estamos hablando de un conglomerado
eminentemente privado mientras que al 2008 aquello público supone dos terceras partes
del total de los empleos.
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Primario independiente inferior. Es un clúster de trabajadores donde la edad se
distribuye de forma que hay mayores porcentajes de trabajadores más jóvenes que en el
anterior clúster, de hecho se sitúan mayoritariamente entre los 30 y los 40 años. Los
salarios se encuentran principalmente en las categorías más altas si bien en 1999 hay un
importante porcentaje de salarios medios. Por lo que respecta a las diferencias hay que
tener en cuenta lo mismo que en el clúster anterior: en este caso para 1999 nos
encontramos con un mayor porcentaje de trabajo público que a su vez hace que en 1999
haya más trabajo de servicios y mayor presencia femenina así como que las horas
trabajadas sean, en general, menos. Si para 1999 este segundo escalón en cuanto a la
calidad del trabajo tiene un importante peso de lo público y para 2008 el peso es
mayoritario por lo que respecta a lo privado la explicación puede ir en la línea de que
las condiciones de trabajo para lo público en 1999 no superaban en muchos de los casos
a las que, en los empleos de mayor calidad, se podían encontrar en los ámbitos de
titularidad privada; esto parece haber desaparecido para 2008, probablemente por un
cierto retroceso del ámbito privado respecto el público, por lo menos en lo que respecta
a las condiciones de trabajo.
Primario dependiente de servicios. Este tercer clúster ya formaría parte de un
segmento primario dependiente entendido de manera clásica; las ocupaciones que se
clasifican en este punto tienen menores requerimientos de formación y los trabajadores
que las desarrollan son más fácilmente intercambiables ya que pueden no estar tan
especializados como los trabajadores de los segmentos independientes; de todas formas
estamos aún hablando de empleos bastante estables y con ciertas características que
pueden entenderse como de calidad.
Primario dependiente industrial. Este clúster incluye, además de trabajadores
industriales, a una gran parte de trabajadores de la construcción que a lo largo del
período experimentaran un incremento importante aunque la destrucción de empleo,
como ya sabemos, se centró muy especialmente en ellos en el inicio de la crisis. Es un
conglomerado que concentra a trabajadores masculinos, ocupados en empresas de
menos de 50 trabajadores (en muchos casos de menos de 10 trabajadores) y de
titularidad privada. El peso de las ocupaciones de servicios es muy bajo, especialmente
si le comparamos con el peso real de los servicios en la estructura productiva. Disponen
de salarios que están conceptualizados entre los medios y su tasa de temporalidad se
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encuentra alrededor del 25% de los efectivos, lo que ya supone una tasa muy próxima a
la media establecida para cada año en la ECVT.
Secundario de transición. Posiblemente el clúster secundario de transición, tal y como
lo he descrito, es el que presenta mayores diferencias entre 1999 y 2008. Denominarlo
de transición debe ver no únicamente con que se trata de un clúster donde las malas
condiciones de trabajo ya se conforman como próximas a las de un segmento
secundario tal y como ha sido descrito en las teorías de la segmentación, o a las de un
segmento secundario débil, por utilizar terminología de otros autores (Alós, 2007), sino
también porque en él se muestra el paso de unas categorías de trabajadores que están en
situaciones precarias o muy próximas a la precariedad, a otras categorías de trabajadores
que, sin ser parte de los mismos colectivos, se encuentran en situaciones análogas de
precariedad: las que aunque no han llegado al extremo de total precariedad dentro del
mercado de trabajo se encuentran muy próximas a ella.
En este sentido nos encontramos delante de trabajadores ocupados en empresas
pequeñas, de titularidad privada, que reciben salarios medios o bajos y con tasas de
temporalidad bastante elevadas, especialmente las de 1999 que superan el 35%. Una
gran parte de estos trabajadores tienen formaciones muy modestas, pero creo que es
importante señalar que un 20% de los trabajadores clasificados en el clúster secundario
de transición de 2008 están formados a nivel universitario o tienen una cualificación
superior de secundaria, lo que muestra de alguna manera que las elevadas formaciones
pueden no ser decisivas, en determinados casos, a la hora de asegurar una carrera
laboral de éxito. Ya hay una presencia significativa de trabajadores extranjeros en 1999,
presencia que aumenta en 2008. Las características masivamente industriales o de
construcción dejan paso a una terciarización muy importante del conglomerado en
2008, con una importante presencia de los servicios manuales que ya estaban presentes
en 1999. Esta terciarización también provoca que el secundario de transición pase de ser
un conglomerado eminentemente masculino en 1999 a un conglomerado donde
hombres y mujeres están presentes en porcentajes mucho equilibrados. Esta mayor
presencia de mujeres; una mayor presencia de actividades productivas de servicios sin
que hayan desaparecido las industriales y de construcción; una distribución por edades
más equilibrada en 2008 que en 1999 aunque siempre con tendencia hacia trabajadores
por debajo de los 45 años; la mayor presencia de extranjeros en 2008; la existencia de
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un 20% de los trabajadores del clúster que en 2008 se ocupaban en empresas de más de
250 trabajadores frente a los menos de un 10% de 1999 y una mayor presencia de
trabajadores que se ocupan en jornadas parciales también en 2008 creo que es muestra
de una importante heterogeneización de la clase trabajadora que se encuentra en las
puertas de la precariedad o ya inmersa en ella.
Es necesario comentar que los grados de satisfacción de los trabajadores del secundario
de transición de 2008 son mucho más elevados que la satisfacción expresada de 1999 y,
paralelamente, la tasa de sindicación de 1999 casi triplica la de 2008. La explicación a
esto puede ir en la línea de suponer que la llegada de muchos trabajadores de aquellos
grupos débiles en el mercado de trabajo, que podrían mostrarse satisfechos con el único
objetivo de tener un empleo, sin preocuparse mucho por la calidad de éste, ha acabado
reduciendo o diluyendo el descontento respeto estas precarias condiciones de trabajo.
Estos trabajadores también pueden tener expectativas más modestas o pueden
considerar sus puestos de trabajo como provisionales, de tal manera que no se implican
en la defensa de las condiciones de éstos. Sea como sea lo cierto es que los empleos y
las situaciones que se vinculan con formar parte del colectivo de trabajadores más
próximo a la precariedad se han diversificado en el período estudiado.
Secundario débil. El segmento secundario débil no ha cambiado tanto entre 1999 y
2008 como el segmento secundario de transición. En el extremo inferior de las
condiciones de trabajo continuamos estando delante de un colectivo eminentemente de
trabajadoras jóvenes que están ocupadas en servicios y con una importante presencia de
los servicios manuales, en empresas de titularidad privada en las que reciben bajos
salarios y donde sufren una importante tasa de temporalidad así como de contratación
parcial, aunque lo normal es que este clúster de trabajadores alargue su jornada semanal
por encima de las 40 horas. Ya en 1999 había una presencia significativa de
trabajadoras nacidas en el extranjero, pero ésta se dispara en 2008 hasta superar el 20%
de los efectivos. Son trabajador(a)s ocupados en empresas pequeñas, muy a menudo de
menos de 10 trabajadores, pero hay que señalar que en 2008 hay una presencia relevante
de trabajadores que se emplean en empresas de más de 250 efectivos; esto, que también
sucedía en el anterior clúster, sugiere que la protección respecto las buenas condiciones
de trabajo que ofrecían las empresas de tamaños importantes puede haber estado
desapareciendo, por lo menos por lo que respecta a determinados trabajadores.
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Finalmente, hay un importante porcentaje de ocupados (alrededor de un tercio del total,
tanto en 1999 como en 2008) que tienen estudios secundarios superiores o
universitarios, lo que es muestra que la formación, por lo menos en el caso de las
mujeres, no ha servido en los últimos años para escapar de la precariedad.
Las diferencias entre 1999 y 2008 tienen que ver principalmente con la satisfacción
expresada y con el grado de sindicación; en este caso son los trabajadores de 2008 los
que muestran mayores porcentajes de sindicación y de baja satisfacción. Este traslado
del descontento, en 2008, desde el segmento secundario de transición hasta el segmento
secundario débil puede ser la muestra de una extensión de la conciencia de la dificultad
de escapar de la precariedad en ciertos colectivos –los más desfavorecidos- y, por tanto,
de la necesidad de hacer algo, lo que explicaría la mayor tasa de afiliación sindical.
Entre 1999 y 2008 hay algunas modificaciones en la composición de este
conglomerado, pero creo que hay que tener en cuenta el anterior clúster –secundario de
transición- para valorar adecuadamente el proceso de heterogeneización de los
trabajadores precarios, especialmente de aquellos que se dedican a actividades de
servicios. Actualmente, así, nos encontramos ante unos conglomerados donde la
presencia masculina ya no es tan extraña, donde hay efectivos de distintas
nacionalidades, de distintas edades, con distintas formaciones y que viven su situación
laboral de formas muy diferentes, lo que supone un elemento importante de
complejidad del análisis, por lo menos a nivel social.
3. Análisis del discurso
Para demostrar la validez de la hipótesis, otra las técnicas que he utilizado ha sido el
análisis del discurso. Este análisis se ha realizado a partir de 25 entrevistas en
profundidad a actores implicados en los relaciones laborales en el sector de la hostelería
–alojamiento y restauración- de la ciudad de Barcelona: líderes sindicales, cargos de la
administración pública, representantes de los gremios de restauración y hoteles,
representantes de servicios de gestión empresarial y, sobre todo, trabajadores del sector
que son, además, representantes –delegados sindicales- y que pueden dar una visión de
primera mano de lo que pasa en los centros de trabajo, cómo se viven las condiciones
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de trabajo en el sector, cómo ha sido la evolución de estas en los últimos años y qué se
hace por intentar cambiarlas. Se ha tomado el sector de la hostelería como ejemplo
concreto de lo que podría estar sucediendo en los segmentos secundarios puesto que es
un sector económico que cumple con muchas de las especificidades que se han señalado
para los empleos en os que estaría ocupada esta nueva clase trabajadora de servicios:
baja cualificación demandada, en muchos casos, para sus trabajadores; bajos salarios;
horarios largos y/o de difícil conciliación; trabajo en muchas ocasiones manual donde es
difícil introducir tecnología…
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La hipótesis habla de la existencia de una nueva subclase trabajadora, eminentemente de
servicios, con condiciones de trabajo por debajo de las del resto de ocupados. Los datos,
a nivel general, muestran como muchas de las ocupaciones clasificadas como de
servicios manuales están situadas en los perfiles secundarios del mercado de trabajo. De
lo que se trata ahora es de ver cuáles son estas condiciones de trabajo concretas y la
problemática general que, como sector productivo, tienen los que se dedican a la
hostelería como ejemplo de esta nueva clase trabajadora de servicios.
Los entrevistados hablan de una composición de la fuerza de trabajo en el sentido de
explicar que son trabajadores de los denominados colectivos débiles –mujeres,
inmigrantes, jóvenes- que muy a menudo viven sus relaciones de trabajo como algo
temporal, inestable y por las que no vale la pena implicarse ni luchar. Muchas de las
opiniones de los entrevistados van en este sentido. Por otra parte, la división sindical no
es el mejor ejemplo para el colectivo de trabajadores, a pesar de reconocer el esfuerzo
que realizan las organizaciones representativas de los trabajadores en tareas tan
importantes como la defensa del convenio colectivo.
Los salarios, desde el punto de vista de la patronal, es uno de los grandes caballos de
batalla de los sindicatos en las negociaciones de los convenios colectivos (entrevista 8), y
es también uno de los elementos con el que mayor reticencia hay a hacer concesiones.
Lo cierto es que es también una de las grandes quejas de los trabajadores del sector
cuando se pregunta de forma directa. Que se gana poco es una de las protestas
recurrentes durante las entrevistas, aunque no la única. Otra de las grandes quejas que se
produce tiene que ver con el tiempo de trabajo
El problema fundamental yo creo que es esto, la remuneración, yo creo que está también lo que
hablamos, la conciliación, porque tenemos que decirte que aquí hay una fuerza laboral que es
joven, que es débil, para los puestos de trabajo según la empresa... y fuerte para otras cosas
que la empresa no quiere reconocer; porque el joven que hoy se está formando en la
universidad, pues es fuerte en muchas cosas, habla inglés o habla francés o habla alemán o
habla chino o habla ruso... y eso le hace más asequible el trato y la calidad del servicio en el
sector de la hostelería (entrevista 21)
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¿Y cuáles son los principales problemas, entonces? El dinero... el dinero, las vacaciones, la
contratación, las condiciones de trabajo, pues todas esas cosas, ¿no? (...) ¿en qué es en lo que
más descontentos estáis? ¿en los sueldos, en los horarios? Hombre, en el sueldo sobre todo,
porque con la crisis tenemos una mierda de sueldo. O sea, yo estoy cobrando como 1200 euros
el mes que más cobro, ¿eh? El camarero está cobrando un pelín más que yo, el recepcionista
está como ayudante de recepcionista, el otro está de no sé qué... entonces estamos todos
rozando los 1000 euros (...) luego los turnos, igual te toca un turno partido que estás de nueve a
nueve de la tarde, con lo cual te ocupa casi todo el día, y por ese sueldo pues... (entrevista 15)
Las quejas que tienen que ver con el salario y el tiempo de trabajo van acompañadas de
otras quejas que ponen el acento en cuestiones de cariz organizativo. De entre las más
importantes, de acuerdo a mi punto de vista, hay que apuntar la de los ritmos de trabajo.
Sea debido a la crisis económica o no, lo cierto es que se alude de forma frecuente a la
necesidad de correr; cosa que provoca accidentes laborales y una clara merma en el
servicio, entre otros cosas. No respetar las categorías profesionales y, en general, que
los trabajadores no se sienten valorados ni respetados (entrevista 25), serían otras de las
quejas que se han escuchado a lo largo de las entrevistas.
La cantidad de gente que trabaja al sector de la hostelería, además, es ciertamente
importante. La irrupción en las últimas dos décadas –especialmente en la última- de un
importante contingente de trabajadores inmigrantes se relaciona entre otras cosas con la
aparición de oportunidades de trabajo en determinados sectores económicos de
servicios, de los cuales la hostelería no es el menos importante. La conceptualización
del sector de hostelería como un sector de entrada y de tránsito –que puede verse por la
elevada rotación- hacia otros sectores económicos con mejores condiciones de trabajo,
creo que es muestra de las oportunidades crecientes en el sector, por un lado, pero de
como estas oportunidades llevan asociadas condiciones precarias de trabajo, por el otro.
Ha ido creciendo la necesidad del servicio, porque han habido cada vez más clientes; ha
aumentado ese tramo que puede acceder a servicios y entonces nos hemos dado cuenta de que
nadie quiere servir, sino ser servido. Y también eso ha hecho a que ahora, por ejemplo, hay una
gran demanda de empleo, en este caso falta de trabajadores en el sector de los servicios. Se ha
tenido que echar mano de mano de obra de inmigrantes (...) por un lado hacía falta más gente
para el sector de los servicios y por otro lado el trabajador de aquí ha podido elegir, y al poder
elegir, entre estar sirviendo ha elegido estar servido. (entrevista 2)
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Los salarios son muy bajos y por lo tanto... los salarios son muy bajos, las jornadas muy largas,
el descanso corto y conciliar, lo que está muy de moda ahora, para conciliar la vida laboral
con la vida profesional es muy duro, entonces lo que hacen los trabajadores que vienen de
fuera es, lo utilizan como elemento puente... o sea, yo entro a trabajar como primer empleo en
el sector, a lo mejor están en el salario de 800 euros, conocen cómo está un poquito el sistema y
cuando saben cómo está el sistema dan el salto a otro sector (entrevista 5)
El elemento de tránsito del sector, en todo caso, es necesario advertir que de acuerdo a
alguna de las entrevistas (por ejemplo entrevista 23) forma parte del proyecto de cada
trabajador, que considera su ocupación en el sector como algo temporal mientras se
sitúa dentro del mercado de trabajo. La realidad es que la estancia en los sectores de
hostelería para algunos colectivos de trabajadores puede ser más larga de lo previsto y,
en todo caso, éste puede ser un sector recurrente al que acudir cuando otro con mejores
condiciones de empleo en alguna dimensión concreta –por ejemplo el salario en el caso
de la construcción, especialmente en los años de expansión de ésta- no ofrece tantos
puestos de trabajo. Ésta puede ser considerada como una de las razones por la que no
hay mecanismos fuertes de acción colectiva; es posible que este elemento de
provisionalidad percibida -aunque en muchos casos no se materialice en una presencia
temporal en un sector determinado- dificulte la toma de conciencia colectiva, pero
también es cierto que en un contexto en cuanto al mercado de trabajo donde las
relaciones laborales flexibles y las múltiples entradas y salidas del empleo parecen ser la
tónica dominante, esta realidad es a la que deberán hacer frente las organizaciones
sindicales y los trabajadores que participan en los segmentos secundarios del mercado
de trabajo.
En definitiva, el hecho de que sea un sector con una elevada rotación implica también
hablar de otro de los problemas que más afectan al sector y que, en general, es una de
las problemáticas del mercado de trabajo español: la temporalidad. Existe la percepción
entre los entrevistados de que el sector tiene altas tasas de temporalidad que no acaban
de justificarse por la estacionalidad de la actividad, dado que el sector de hostelería de
la ciudad de Barcelona tiene una estabilidad muy importante en su actividad a lo largo
del año, con algunas puntas de actividad muy concretas que pueden coincidir con
determinados acontecimientos comerciales, culturales o deportivos. Una de las
principales problemáticas que se relacionan con la temporalidad y con la rotación en los
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puestos de trabajo es la dificultad de ofrecer un servicio de calidad, aspecto considerado
importantísimo tanto desde la patronal como desde los sindicatos.
Lo que sí que es cierto es que en este tipo de empresas hay mucho colchón de temporalidad, lo
que han hecho ha sido no renovar a los temporales... es un sector donde no hay expedientes de
regulación de empleo porque hay un colchón de temporalidad... (entrevista 4)
Es cierto que la rotación dificulta sin ninguna duda la profesionalización del sector... en esto
estamos de acuerdo nosotros y los patrones. Pero estamos de acuerdo solamente en el
enunciado... es decir: las altas rotaciones dificultan la profesionalidad. Nosotros estamos por
dignificar el sector, algo que ellos lo dicen pero no lo practican. (entrevista 5)
Otra de las condiciones de trabajo de la que se quejan los ocupados en el sector, y que
justifica que estos estén clasificados entre los segmentos débiles del mercado de trabajo,
es la de la seguridad en el puesto de trabajo a nivel de accidentes y enfermedades
profesionales. Durante las entrevistas a trabajadores éste es un tema que empieza a
surgir principalmente cuando la crisis económica ha avanzado y el tejido productivo ha
resultado afectado. El hecho de disminuir el número de trabajadores para cubrir
necesidades similares o, incluso, superiores hace que los trabajadores deban correr. Y
con ritmos de trabajo más elevados es más probable que se produzcan problemas de
salud entre los trabajadores. Empleos específicos como el de camarera de piso tienen
ritmos de trabajo ciertamente altos que acaban afectando la salud y la autoestima de las
trabajadoras.
¿Y de salud qué tal estáis? ¿Hay mucha gente que se pide bajas? Mmm. Últimamente sí. ¿Y a
qué se debe eso? No sé... puede ser a que... la forma de la faena... porque para nosotras claro,
tú sabes que hacer 16 camas pues se lleva mal los huesos y otro pues... se juntan cosas, por la
edad también puede influir, y más la faena. ¿Hay gente que pide bajas, no por cuestiones físicas
sino porque está muy, muy quemado con el trabajo, o que estén enfadados, o que estén
deprimidos? Yo estoy deprimida, yo estoy con baja, sí que los hay. (entrevista 25)
Finalmente, ya se ha visto el tema de los bajos salarios que afectan a los trabajadores del
sector. Sin embargo, además de aquello puramente económico, la realidad es que la
percepción de los entrevistados es que aquellos que están ocupados en el sector no son
17
felices, lo que supone un elevado grado de insatisfacción respeto las condiciones de
trabajo y de vida, en general.
Así otras necesidades que... quizás, eso sí que creo que, que falla mucho en nuestra
empresa, que no sé si será la pregunta que me dices... se, miedo ejemplo, el tema de que
te escuchen, ¿no? tú superior. Eso sí, amelgo lo que la gente se siente se muy
desmotivada en nuestra empresa, yo creo que quizás también miedo los años, quizás
amelgo hay una inercia y como que todo se da miedo hecho... La gente no se siente
valorada en su trabajo que realiza. Y sueño trabajos normalmente muy duros y que ...
hombre, que tú savias que te pagan para eso, ¿no? pero bueno, púas que se aprecie y
que te sepan decir oye, en un momento dado, oye... que ha salido el trabajo bien y que
cuenten contigo a lo mejor para cosas que sueño una tontería pero que tú te sientas
escuchado. (entrevista 20)
En resumen, el actual momento de recesión, donde los entrevistados detectan una cierta
disminución de las plantillas –que debe ver con la necesidad empresarial de poner en
marcha medidas de ahorro- no aparece separado de otros descensos en cuanto a personal
contratado en otros sectores. Efectivamente, el papel de la hostelería como uno de los
principales empleadores en la estructura productiva de la ciudad de Barcelona se destaca
por parte de las organizaciones sindicales (entrevista 5), (entrevista 2), pero también por
parte de la administración pública (entrevista 13). El de la hostelería es, así, un sector de
los estratégicos dentro de la estructura productiva de la ciudad de Barcelona. Es un
sector que ayuda a dotar de valor a otros sectores y que toma, por sí solo, una
importancia determinante (entrevista 11) para las políticas de desarrollo económico,
social y cultural de la ciudad.
Las condiciones de trabajo, sin embargo, ya hemos visto que se corresponden con las
condiciones de trabajo de los perfiles débiles en el mercado de trabajo: inestabilidad;
inseguridad; incumplimientos de los convenios en determinadas tipologías de negocios;
bajos salarios que obligan a los trabajadores a alargar sus jornadas de trabajo; escasa
consideración de la opinión del trabajador a la hora de organizar la producción; bajas
demandas de cualificación... y todo eso afectando en mayor medida a mujeres, jóvenes
y trabajadores inmigrantes; sin olvidar a otros colectivos de trabajadores que se
encuentran atrapados en un sector al que llegaron, en muchas ocasiones, con la idea de
que supusiera un breve escalón en su trayectoria profesional.
18
4. Conclusiones
El análisis de la ECVT y las entrevistas realizadas a actores clave del sector de la
hostelería de la ciudad de Barcelona han sido muy relevantes a la hora de comprobar
que en determinados sectores productivos -aquellos que hemos denominado servicios
manuales y que para esta investigación son el trabajo doméstico, el comercio, la
hostelería y la limpieza- las posibilidades de negociación de las condiciones de trabajo
son muy precarias, especialmente en lo que respecta a los establecimientos más
pequeños y alejados del control sindical y de la administración. El hecho de trabajar en
sectores que se sitúan en la periferia de los sistemas productivos dadas las
características de servicios subalternos a la producción de otras mercancías con mayor
valor añadido, o el hecho de trabajar en sectores que se basan en el precio de la mano de
obra para obtener su rentabilidad, sin que se pida una especial formación a esta mano de
obra, pone al trabajador delante de situaciones donde se presiona para que acepte peores
condiciones de trabajo con el argumento que hay otros trabajadores parados dispuestos
a incorporarse a estos empleos.
Siguiendo el trabajo de Wright (Wright, 1994) la forma más correcta para establecer la
estructura de clases de una sociedad debe ver con el que él llama concepto de estructura
de clases centrado en la explotación. Esta construcción teórica es más compleja que
otras alternativas que considera pero el autor defiende que tiene importantes
posibilidades explicativas. De acuerdo con Wright hay tres dimensiones en cuanto a las
relaciones de explotación a lo largo de las que un individuo puede situarse. La primera
de las dimensiones (bienes en medios de producción) vendría a considerar la posesión o
no de los medios de producción; la segunda (bienes en la organización) la posesión o no
de control efectivo sobre la coordinación e integración de la división del trabajo; la
tercera (bienes en credenciales) se refiere a las calificaciones académicas y
profesionales de las que una persona dispone.
Así, la respuesta a la hipótesis es que sí parece coherente hablar de una nueva y
creciente clase trabajadora de servicios en términos de nuevo proletariado. Son
trabajadores precarios y desprotegidos, que realizan actividades subalternas dentro de
los procesos productivos pero que son completamente necesarias para el éxito de estos.
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No poseen, así, los medios de producción y, además, tienen poca capacidad de
coordinar y gestionar su propia actividad productiva. Son trabajadores que se
encuentran enfrentados a la amenaza del ejército de reserva encarnado éste por
importantes tasas de paro y de subempleo; sufren al mismo tiempo los efectos de la
estrategia flexibilizadora del capital de una forma muy evidente: son despedidos cuando
no son necesarios con indemnizaciones inexistentes o muy bajas, contratados por
espacios cortos de tiempo y con la certeza que no van a continuar en el puesto de trabajo
debido a la utilización de contratos temporales. No se sienten valorados por la empresa,
como se puede deducir de algunas de las entrevistas que se han analizado y su grado de
satisfacción en general es más bajo que el de los trabajadores que se sitúan en
segmentos de mayor prestigio. Perciben salarios bajos que comprometen su capacidad
de supervivencia ya que, además, en los últimos años está objetivándose un cierto
retroceso en la capacidad del estado para mantener determinadas estructuras de
bienestar que permitían a los ciudadanos obtener rentas que no vinieran directamente
relacionadas con la actividad laboral aunque se derivaran de ésta, como podrían ser los
subsidios o las prestaciones para personas en situación de desempleo. Finalmente, en
cuanto a sus bienes en credenciales, estos o no existen o no son demandados ni
reconocidos por los empleadores, con lo que no pueden hacerse efectivos. Por todas
estas razones, los colectivos que se encuentran en los mercados secundarios del
mercado de trabajo se sitúan en una posición de debilidad que los afecta no solo a nivel
laboral sino también a nivel social y comunitario.
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