LA IMPORTANCIA DE LAS REDES SOCIALES LOCALES EN EL

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LA IMPORTANCIA DE LAS REDES SOCIALES LOCALES EN EL
DESARROLLO SOCIOECONÓMICO DEL TERRITORIO DEL SIGLO XXI
Ricard Calvo Palomares; Juan A. Rodríguez del Pino
Departamento de Sociología y Antropología Social. Facultad de Ciencias Sociales
Universitat de València
[email protected]; [email protected]
Resumen:
El desarrollo entendido como un mero crecimiento económico ha demostrado
ser a lo largo de los años, sin lugar a duda, una pobre y limitada visión del mismo, ya
que la realidad actual nos muestra multitud de nuevos escenarios socio-económicos que
aparecidos sobre el territorio plantean nuevas necesidades no cubiertas por el modelo
ortodoxo que impera. La presente comunicación plantea el debate sobre el actual
modelo de desarrollo del territorio, cuestionando por qué no es capaz de cubrir las
necesidades existentes en el nuevo contexto del siglo XXI. Propone la necesidad de un
cambio en la concepción del mismo que permita aprovechar los recursos existentes
sobre el territorio. Para ello presenta como una de las herramientas clave de futuro, la
generación de redes sociales locales como elemento de regeneración económica,
productiva y social del territorio.
La apuesta pasa por una visión del desarrollo desde una triple óptica, integral (es
decir planteado para todo el territorio); integrada (que entiende el territorio como un
todo indivisible y que debe ajustarse a las necesidades y requerimientos del mismo); e,
integradora, (ya que debe tener en cuenta todos los agentes sociales con presencia en el
territorio), no es sino una estrategia para la mejora del contexto económico y
productivo, pero también social. Y dentro de ella, la importancia adquirida por la
capacidad propia de cada territorio para generar un entramado de redes sociales locales
que permitan el desarrollo y la creación de riqueza, como verdadero elemento
dinamizador del mismo. En consecuencia, lo local –lo micro- se convierte nuevamente
en el epicentro sobre el que pivotará la renovación socioeconómica del territorio, siendo
fundamental el papel activo que las entidades públicas asuman como agentes
responsables en la creación de un entorno que permita generar todos los condicionantes
necesarios para la consecución de las citadas redes a nivel social y con ellas el
desarrollo del mismo.
Introducción
Una investigación desarrollada en la Comunitat Valenciana en el período 20072011, que pretendía como objetivo fundamental conocer los efectos generados por el
modelo de desarrollo local sobre el territorio en sus veinticinco años de funcionamiento
a través del análisis de las actuaciones públicas emprendidas para la mejora del empleo
y el desarrollo local, arrojó en una de sus líneas conclusivas la necesidad de que el
actual modelo de desarrollo local evolucionara hacia una mayor y mejor potenciación,
aprovechamiento e integración de los actores presentes en el territorio como estrategia
básica para la consecución del desarrollo del mismo a través de la generación de redes
sociales de carácter micro o local1. Puso de manifiesto las limitaciones presentes en el
modelo actual como herramienta para combatir la situación de crisis en la que nos
encontramos, y la consiguiente necesidad de renovar los elementos constitutivos del
mismo.
La figura siguiente nos presenta una tabla en la que comparamos la evolución
que estos elementos han tenido en las últimas cuatro décadas. De ella destacamos como
todos los elementos en juego han ido modificándose desde su origen, anterior a los años
80, hasta la actualidad. Esto es debido a las implicaciones sociales que posee y al interés
que ha despertado en diversos grupos de interés. Así, en un primer momento que
1
Dadas las características del proyecto y el tipo de participantes en la investigación, se optó por una
investigación en la que la recogida de la información se realizara a través de la triangulación de técnicas
cuantitativas -cuestionario diseñado al efecto- con técnicas cualitativas –realización posterior de grupos
de discusión de expertos-. Concretamente se recogieron un total de 164 cuestionarios –de una población
total de 610 técnicos AEDL- lo que alcanza una representatividad del 26,88 %. El cuestionario diseñado
adhoc para la ocasión, estructurado en base a los objetivos específicos pretendidos, combinaba preguntas
cerradas con algunas semiabiertas en las que el técnico aportaría su respuesta. Una vez recogidas y
analizadas las informaciones contenidas en los cuestionarios, se organizaron a lo largo de la geografía
valenciana 7 grupos de discusión de expertos que reunieron a 43 profesionales del desarrollo local (38
técnicos AEDL pertenecientes a Corporaciones locales, 2 técnicos AEDL en dependencia de una
Mancomunidad y 3 técnicos de Orientación Laboral –OPEA-), y 8 entrevistas en profundidad a técnicos
AEDL.
termina con la crisis de la década de los setenta, existe una visión más centrada en la
producción, donde la planificación no es un elemento tenido en cuenta y donde la visión
espacio-temporal predominante estaba centrada en inercias generalistas. En un segundo
momento -periodo 1986-2012-, se pasó a un cierto ordenamiento (que coincide con la
regulación de la figura de los Agentes de Empleo y Desarrollo Local, más conocidos
como AEDL o simplemente ADL) aunque desde una visión de la búsqueda del
crecimiento ilimitado, para lo cual se contó con la aparición de recursos económicos
procedentes de fondos externos –que venían desde las administraciones públicas, sobre
todo europeas–, pero sin atender en demasía al contexto, al entorno y a sus posibles
recursos. Dado el factor político local que “presionaba”, se buscan resultados visibles y
con un marcado carácter local. Así, las actuaciones se centraban en la inmediatez – aquí
y ahora- con un interés manifiestamente electoralista.
Y por último, nuestra apuesta de futuro se basa en que la demanda actual y la
previsión futura, pasa por un desarrollo local más centrado en el crecimiento integral de
un territorio más amplio de lo local que a través del desarrollo de planes estratégicos a
medio y largo plazo basados en la participación directa de los actores sociales como
protagonistas activos de sus procesos de desarrollo. Pero todo ello sin desdeñar el
contexto económico en el cual los mercados de una manera u otra se mueven (tanto
locales, regionales, nacionales, etc.).
De esta manera se consiguen aunar, por un lado, las necesidades, intereses,
expectativas y deseos de desarrollo desde una perspectiva más local y, por otro lado, no
se olvidan las dinámicas económicas en las cuales los mercados están inmersos a nivel
mundial y que afecta a todos los ámbitos, lo que se ha venido en denominar,
globalización económica. Esto ha generado un fenómeno novedoso desde algunos años
atrás y que algunos autores2 denominan glocalización. Pero que a pesar del interés de
esta perspectiva, de manera extraña, en el ámbito del desarrollo local no se había
avanzado hasta el momento.
Autores como Roland Robertson (quien planteó la máxima de “piensa globalmente y actúa localmente)
o Ulrich Beck, por ejemplo.
2
Cuadro 1.- Cuadro comparativo evolución del modelo desarrollo local
ANTES DE LOS 80
1986-2012
A PARTIR DE 2012
¿APRENDER DE LOS
ERRORES DEL
PASADO?
¿CONCEPCIÓN?
¿CONCEPCIÓN
TRADICIONAL?
+ PRODUCCIÓN
+ CRECIMIENTO
+ DESARROLLO
¿CÓMO?
(metodología
seguida)
DEJARSE LLEVAR
INTUICIÓN,
PRUEBA-ERROR
(responde a la oferta
existente)
INTERVENCIÓN,
ESTRATEGIA,
PLANIFICACIÓN
(debe responder a las
necesidades reales del
territorio)
¿CON QUÉ?
(recursos,
instrumentos)
PROPIOS, LOS EXISTENTES,
NI MÁS NI MENOS
PÚBLICOS
(exógenos)
PUBLICO-PRIVADOS
(exógenos-endógenos)
¿QUIÉN?
(responsable/s)
INERCIA PRODUCTIVA
ACTORES PÚBLICOS
PROMOTORES
CORRESPONSABILIDAD
DE LOS ACTORES
¿POR QUÉ?
(finalidad,
razón de ser)
MÁS PRODUCTOS
(a cualquier precio)
CRECER, AMPLIAR
GENERAR “RIQUEZA”
¿CUÁNDO?
(cronograma)
NO IMPORTABA EL PLAZO
C/P
M/P - L/P
POLÍTICAS MACRO
(todo el territorio tiene las
mismas necesidades)
LOCALISMO
EXACERBADO
VISIÓN INTEGRAL
¿QUÉ?
(objetivo
pretendido)
¿DÓNDE?
(espacio)
Fuente.- Calvo, 2012
Podemos valorar así, que, en la actualidad, el menor número de recursos
disponibles sobre el territorio y un recorte en las partidas destinadas a financiar los
programas de empleo y desarrollo local, tienen unos efectos operativos directos sobre la
actividad desarrollada, minimizándola a corto plazo pero con la esperanza de que la
operatividad de los agentes sobrevivientes permita reactivarla a medio o largo plazo,
Así mismo, a título operativo sobre los destinatarios (binomio territoriopoblación), como consecuencia de lo anteriormente indicado, observamos un carácter
doble, con efectos sobre el territorio y la población, por una parte a nivel micro, es decir
próximo o local, y por otro marco, general o en conjunto. La concepción clásica del
binomio como un todo –visión integral–, que requiere de todos y cada uno de los
recursos presentes en él –visión integrada- y que busca entre sus finalidades la
obtención de efectos sinérgicos –visión integradora- son los principales fundamentos de
cualquier política pública de intervención, y entre ellas, de las que atañen al empleo y al
desarrollo local (Vázquez-Barquero, 1988; Valcárcel-Resalt, 1999; Alburquerque, 2002;
Sanchis, 2006; y Calvo, 2011). Por tanto el territorio como soporte físico para la
intervención de poco sirve sin la población en el residente. Por su parte la población
como elemento receptor de las posibles actuaciones poco podría desarrollarse sin un
territorio en el que hacerlo.
Con esta ponencia reiteramos la necesidad que tiene el modelo de desarrollo
desde lo local de volver a sus orígenes, de aprovechar la coyuntura actual en la que deja
de tener validez el modelo implantado hasta el momento para retomar la idea originaria
de lo que debía ser el desarrollo local y, asimismo, permite al personal técnico
reinventar su futuro (Vázquez-Barquero, 2001), en la medida que la política local les
deje, generando nuevas maneras de hacer a través del establecimiento y desarrollo de
sinergias locales, y la búsqueda de nuevos compromisos sociales o locales, en definitiva
generando redes sociales para el desarrollo. El nuevo referente para el desarrollo
apuesta por pensar en lo global y actuar localmente (Bitar, 2001). Se reivindica por
tanto el poder local, ya que permite como indica Rozas (1996) actuar desde lo local
teniendo en nuestras manos un espacio de la realidad donde seamos nosotros los que
decidimos, y seamos dueños de algo.
1. ¿De qué hablamos cuando hablamos de desarrollo local?
Durante años el concepto de Desarrollo Local ha presentado múltiples facetas
según quien realizara la lectura del mismo. Como resultado de ello, heredamos hoy
diversos términos asociados: crecimiento económico, igualdad, desarrollo humano,
calidad de vida, bienestar y capacidad, y, en los últimos tiempos, desarrollo sustentable
o sostenible. Desde un punto de vista aplicado, ello ha generado que las agencias
locales de desarrollo –entendidas como los instrumentos básicos sobre los que se han
fundamentado los últimos 25 años el modelo de desarrollo local en España-, asumieran
roles específicos dependiendo del grupo de presión, de interés o simplemente de
presencia en el entorno que hubiera detrás de ellas. Tanto ha sido así que el desarrollo
local como instrumento de intervención social, ha tenido interés para la clase política en
la medida en que ha podido instrumentalizarla, aunque sin llegar en ningún momento a
tener un conocimiento palpable del potencial real que poseía, haciendo un uso del
mismo escasamente integrador.
Por un lado, ha sido entendido como un proceso de fomento del crecimiento
económico en un determinado territorio a través del impulso de acciones encaminadas a
favorecer a una parte de los agentes implicados: las empresas (y con ellas los
emprendedores). Considerados tradicionalmente como la parte de la sociedad que
generaba economía y por tanto, que había que cuidar apoyándoles en todo y sin
exigirles nada (o casi nada) a cambio. Por otro lado, se ha determinado la necesidad de
intervenir sobre la población desempleada, orientando y en la medida de lo posible
generando posibilidades de empleo que, a la larga, han dado poco o ningún resultado (o
al menos no tenemos indicadores al respecto).
Esto supone, a su vez que el desarrollo local convine diversas perspectivas o
concepciones:
a) por un lado, una orientación geográfica, desde esta perspectiva, el desarrollo
local se concibe como un proceso de crecimiento y cambio estructural que,
mediante la utilización del potencial de desarrollo existente en el territorio,
conduce a la mejora del bienestar de la población de una región, que se
materializa en un proceso de crecimiento y cambio estructural que afecta a una
comunidad territorialmente definida, y se concreta en una mejora del nivel de
vida de sus habitantes.
b) Una concepción más humanista, donde la satisfacción de las necesidades básicas
de la población se convierte en un elemento vertebrador de las estructuras
sociales locales e inductor, a través de dicho proceso, de la consecución de un
comportamiento solidario entre individuos deseosos de poner en valor todos sus
recursos Un proceso que además llevan a cabo principalmente los actores
sociales locales (gobierno local, empresas y sociedad) y que a partir de ciertos
valores e identidad local, en conjunción con los recursos existentes.
c) Los factores socioeconómicos del territorio. Se toma en cuenta el papel de todos
los factores necesarios para convertir en dinámicas las potencialidades que
pueden identificarse al examinar una unidad socio-territorial delimitada.
d) Una orientación tecnócrata, donde el desarrollo local se plantea desde una
concepción más administrativa. Visión por tanto más institucional.
El origen en el Estado español se encuadra en la segunda mitad de la década de
los ochenta tras la crisis económica en la que estaba inmersa el país y, supuso la puesta
en funcionamiento de una serie de medidas de lucha contra el desempleo y de
reactivación del empleo, que tomaron lo micro como epicentro básico para la
recuperación del territorio (Calvo, 2012). Este cambio de paradigma –alentado por las
experiencias previas existentes en el entorno europeo- implicó la creación de una nueva
figura técnica a nivel local responsable de llevar a cabo el proceso de recuperación del
tejido económico, los Agentes de Empleo y Desarrollo Local (AEDL).
Concebido el desarrollo local, como el proceso de transformación de la
economía y de la sociedad local, orientado a superar las dificultades y retos existentes,
que busca mejorar las condiciones de vida de su población mediante una acción
decidida y concertada entre los diferentes agentes socioeconómicos locales, públicos y
privados, para el aprovechamiento más eficiente y sustentable de los recursos
endógenos existentes, mediante el fomento de las capacidades de emprendimiento
empresarial local y la creación de un entorno innovador en el territorio. En este enfoque
también se considera la importancia del capital social y los enlaces de cooperación con
agentes externos para capturar recursos humanos, técnicos y monetarios, entre otros,
que contribuyan a la estrategia local de desarrollo (Pike et al. 2006). La idea que
promueve el concepto no es nueva y se venía utilizando desde la Segunda Guerra
Mundial. Así fue utilizado por primera vez en un documento público en la primera
Declaración Inter-Aliada de 1941 y en la Carta del Atlántico del mismo año, reafirmada
en la Conferencia de San Francisco en 1945, que se convertiría con posterioridad en la
Organización de Naciones Unidas (ONU) (Boisier, 2001). Su definición ha resultado
compleja sin que todavía se alcance un consenso en la misma.
Llegados a este extremo, debemos indicar que en la actualidad lo que
denominamos “Desarrollo local sostenible” requiere tomar en cuenta, de manera
simultánea y equilibrada, intereses sociales, económicos y ecológicos bajo enfoques
participativos de planificación, gestión y política. En este sentido la planificación y el
ordenamiento territorial aportan de manera significativa la operacionalización del
desarrollo sostenible o sustentable, dada la importancia que posee en los denominados
factores de éxito para el proceso de desarrollo local según se recoge en la siguiente
figura:
Cuadro 2. Factores de éxito en un proceso de desarrollo local sustentable
1. Organización de los representantes locales para emprender o potenciar un proceso de desarrollo local/rural.
2. Creación de estructuras estables de desarrollo e implantación de un equipo técnico de gestión.
3. Movilización de los agentes y actores locales, y dinamización de la población.
4. Planificación del desarrollo local.
5. La concertación económica del desarrollo local (articulación micro-macro).
6. La formación y educación para el desarrollo.
7. Satisfacción de las necesidades básicas de la población.
8. Preservación del medio natural y de su biodiversidad.
9. Recuperación y fomento de las señas de identidad.
10. Conservación de la agricultura tradicional y de la explotación familiar.
11. Incorporar los colectivos desfavorecidos al proyecto de desarrollo local.
12. Liderar y potenciar la figura del líder local.
13. Valorizar los recursos locales.
14. Trabajar en red (sociales, funcionales, territoriales,…).
15. Comunicación e imagen del desarrollo local.
16. Investigación y desarrollo (e innovación). I+D+i.
Fuente.- Valcárcel-Resalt (1999)
En definitiva, si entendemos el término “desarrollo” más allá del reducido
espacio de lo meramente económico, observamos como presenta una visión más integral
de la sociedad donde se aplica. Supone un paradigma nuevo, que va más allá de la idea
que se ha aplicado a nivel local. De esta manera, el desarrollo hace referencia, no sólo a
un crecimiento económico, sino también a un crecimiento social y cultural en un sentido
más amplio, más integrado (Sanchis, 1999).
Si tenemos en cuenta que existen sectores de la población, cada vez más
numerosos, que quedan excluidos del mercado de trabajo o bien tienen una débil
inserción en el mismo, nos encontramos con un mercado de trabajo cada vez más
dualizado, por un lado, con una disminución del mercado laboral primario, constituidos
por los puestos de trabajo más estables; y por el otro, el crecimiento, sí se produce, del
mercado laboral secundario, caracterizado por una creciente precariedad, alta rotación y
una paulatina pérdida de derechos y coberturas sociales (Subirats et allí, 2009).
En esta coyuntura, el espacio es cada vez más importante por lo que el concepto
de “desarrollo” debe ser aplicado en lo micro, en lo local, donde el contacto entre los
agentes, los protagonistas de la acción, es directa. Todos se interactúan en un mercado
reconocido y reconocible. Así, la dinámica local-global –glocal- asimila este par de
conceptos a otros como interior-exterior, aquí-allí, cerca-lejos (Bauman, 1999). La
denominada comunidad local nace concretamente de esta oposición entre el aquí y el
allá fuera, entre el lejos y el cerca. En lo glocal, la globalización –lo grande, exterior y
extraño- se torna aplicable en lo pequeño y concreto. Nuestros propios territorios llevan
el sello, para bien o para mal, de lo glocal en lo cotidiano. La nueva relación entre lo
global y lo local permite otorgar mayor relevancia a los territorios (Alcañiz, 2008),
considerándolos no sólo en términos geográficos sino como espacios en los que las
distintas instituciones y agentes participan y se interrelacionan con el objetivo de lograr
una mayor calidad de vida para el conjunto de su población.
Es en este contexto es donde a las Agencias de Desarrollo Local se les presenta
la oportunidad de superar la mera gestión de proyectos y subvenciones, y pasar a buscar
la generación de sinergias, de redes de contacto, de ensayos de nuevos modelos de
relación económica. Poniendo en contacto, y a la vez, en valor a todos los agentes
implicados, generando redes sociales que sostengan el entramado económico local pero
en concordancia con otros elementos participes de la vida social y cultural del territorio.
Se trata de un modelo que promueve un cambio, y también un modelo de concepción
socioeconómica con una clara reivindicación de futuro
2. El desarrollo del territorio del siglo XXI
¿Qué es el territorio? ¿Qué entendemos por este concepto? En líneas generales
podemos indicar que es un espacio físico limitado y, a la vez, maleable, donde conviven
individuos y que, por tanto, está vivo y se va modificando con el tiempo. Este hecho,
que inicialmente resulta una nadería, no lo es puesto que resulta necesario ser consiente
del hecho de que ninguna acción permanecerá inmutable en el tiempo. Las personas
cambian, los objetivos cambian y como consecuencia los territorios cambian.
Así, el territorio pasa a adoptar un papel protagonista, está vivo y, en este punto,
coincidimos con Fermín Rodríguez (2012) quien toma el territorio considerándolo un
sujeto más dentro de la acción y afirma que “los sujetos de naturaleza territorial son
sistemas, que están integrados por elementos y relaciones. Son sistemas abiertos a la
interacción horizontal, con otros, y vertical en la profundidad de la historia”.
La visión tradicional observaba el territorio como un elemento paisajístico,
inmutable, un actor pasivo dentro de las acciones antrópicas. Pero tras las crisis
económicas de los años setenta y ochenta paulatinamente, se estableció una nueva
visión en la que el desarrollo no se derivará solamente de la función y del valor
económico de las actividades. Esta nueva concepción apostó encarecidamente por los
recursos endógenos presentes en el territorio como el motor regenerador de riqueza,
planteando una actuación desde la base, de abajo a arriba (Alburquerque, 2002).
Desde esta perspectiva, el territorio se convierte en un agente de transformación
social y no simplemente en un soporte físico del desarrollo. Así, el territorio es un
ámbito y el desarrollo un proceso de construcción socioeconómico. Lo local representa
su punto de encuentro, el ámbito donde los agentes territoriales adquieren capacidad de
fijar el rumbo y por tanto de construir su desarrollo (Calvo, 2011).
Tal y como indica Rodríguez (2012), el territorio en el modelo global del siglo
XXI “es un concepto operativo, que traducimos como espacio de valores. Es un espacio
geográfico cuya cualidad territorial se puede valorar o medir en función de las
capacidades que sus participantes están poniendo”.
En este nuevo modelo de interactuación donde el territorio es un actor más de la
acción, se plantean nuevas necesidades en cuanto que las acciones encaminadas a un
desarrollo económico planificadas unilateralmente se han vuelto obsoletas. Dicho esto,
reconocemos que esa estructura de desarrollo territorial basado en criterios
exclusivamente económicos, se sigue manteniendo mayoritariamente a pesar de haber
demostrado sus limitaciones.
En la actualidad, los nuevos modelos económicos territoriales demandan nuevas
maneras de relación (de abajo a arriba), con un planteamiento estratégico integral e
integrador del territorio tal y como destaca Christian Felber en su obra la economía del
bien común (2012), donde plasma las ideas desarrolladas desde 2010 en diversos
territorios europeos y que se concreta entre otras acciones en la mayor intervención e
implicación de los agentes sociales en los procesos de toma de decisiones. Tomando el
ámbito local como la piedra angular desde donde poder extender este nuevo modelo
económico.
El hecho de tomar el marco local como punto de referencia focal desde donde
iniciar la modificación de las estructuras económicas tradicionales y su relación con el
territorio, es un punto en el cual coinciden todos los principales investigadores (Sanchis,
1999; Vázquez-Barquero, 2007; Calvo, 2011; Rodríguez, 2012). El desarrollo local
valora al territorio como el espacio idóneo para el desarrollo de las prácticas sociales, y
como una unidad de análisis en sí mismo determina la importancia del territorio y de los
agentes –sociales, económicos y productivos presentes y participes en el proceso de
desarrollo. El espacio micro de lo local deberá evolucionar hacia la configuración de un
marco propio de sus relaciones sociales (Calvo y Lerma, 2009).
Por tanto, observamos que el concepto y la percepción que se tiene ha
evolucionado considerando, en definitiva, el desarrollo económico local como un
proceso de crecimiento y cambio estructural que, mediante la utilización del potencial
de desarrollo existente en el territorio, conduce a la mejora del bienestar de la población
de una región, que se materializa en un proceso de crecimiento y cambio estructural que
afecta a una comunidad territorialmente definida, y se concreta en una mejora del nivel
de vida de sus habitantes (Vázquez-Barquero, 2007).
¿Qué necesita un territorio para poder generar una red social? A esta podríamos
suponerle diversas respuestas no necesariamente excluyentes. Por un lado factores
Político-institucionales, tales como:
1. Apoyo institucional (oficial) interno. Desde la propia entidad local
2. Apoyo institucional (oficial) externo. Desde entidades supralocales de mayor
peso tanto político institucional
3. Recursos económicos (financiación). Piedra angular que desde el Apoyo
institucional se planteará desde el principio.
4. Compromiso y voluntad política. Por motivos obvios.
Y por otro, factores sociales-culturales:
5. Implicación de los actores, los agentes sociales y la sociedad en su conjunto,
lo cual implica un trabajo laborioso de fomento de:
6. Cultura social, desde parámetros democráticos, participativos, etc.
7. Recursos materiales (medios, procedimientos, espacios)
8. Liderazgo, por parte de la Agencia de Empleo y Desarrollo Local, capaz de
liderar y fomentar los procesos sinérgicos necesarios.
9. Capacidad emprendedora, por parte del personal a cargo dado que esta tarea
no presenta resultados inmediatos o a corto plazo.
10. Objetivo claro compartido: búsqueda del bien social común
11. Sinergia colectiva.
3. La importancia de los actores locales sociales en el desarrollo del territorio
El desarrollo local sitúa como prioritarios, además de la problemática existente en el
territorio, la valoración de todos los recursos allí existentes, la concertación de actores, y
la creación de un entorno adecuado e innovador que permita la mejora económica y
social de la población. La concertación entre estos actores locales permite mostrar
también las aspiraciones colectivas de la comunidad y su proyección futura.
La búsqueda del bien común a nivel local, como objetivo, supone la necesaria
integración de todos y cada uno de los agentes presentes en el territorio (Calvo y Lerma,
2009). El agente será aquella persona que tiene la capacidad de actuar por o para
alguien. Los actores deben ser los que verdaderamente actúen, protagonizando el
desarrollo local (Ginés, 2008). En el cuadro 3 se propone una clasificación de estos
agentes sociales locales –actores a nivel micro- en base a la naturaleza de su relación
con el proceso de promoción y desarrollo socioeconómico del territorio.
Cuadro 3. Clasificación de los actores sociales locales (ASL)
DIRECTOS




AGENCIAS DE EMPLEO Y DESARROLLO LOCAL
ADMINISTRACIONES PUBLICAS
GREMIOS Y ASOCIACIONES DE EMPRESARIOS
SINDICATOS
ASOCIACIONES
GRUPOS SOCIALES
EXISTENTES
INDIRECTOS
ORGANIZACIONES
SOCIALES
OTRAS ENTIDADES
Y ORGANIZACIONES
PRESENTES EN EL
MUNICIPIO
 ASOCIACIONES DE VECINOS
 ASOCIACIONES DEPORTIVAS Y
CULTURALES
 ASOCIACIONES JUVENILES
 ASOCIACIONES DE JUBILADOS
 ASOCIACIONES Y COMUNIDADES
RELIGIOSAS
 ORGANIZACIONES SIN ANIMO DE
LUCRO (ONG’s)
 MOVIMIENTOS ECOLOGISTAS
 PARTIDOS POLITICOS
 ORGANIZACIONES PERTENECIENTES
AL TERCER SECTOR
 COOPERATIVAS Y ENTIDADES DE
ECONOMIA SOCIAL
 INSTITUTOS
 FUNDACIONES
 OBRAS SOCIALES
Fuente: Calvo y Lerma, 2009
Tal y como comentan diversos investigadores (Subirats, 2009; Calvo, 2011; y
Felber, 2012 entre otros) la actual coyuntura pasa por recoger las demandas ciudadanas
y reforzar el nivel de participación en la toma de decisiones a nivel micro – local – a
través de un proceso de “empoderamiento” social. Entendiendo por este concepto el
fortalecimiento, en general, de los agentes más próximos al territorio.
El objetivo, máximo de cualquier estrategia de desarrollo local, como ya hemos
destacado, es incrementar el nivel de vida de la población en general. Esto, exige incluir
valores que no están ligados tan sólo a lo económico, ya que supondrá una visión
diferente de la economía, dando preeminencia a los actores y a sus acciones.
Los actores locales serán las unidades reales de acción en la sociedad: tomadores
y ejecutores de decisiones que inciden en la realidad local, que concretan su presencia
principalmente en tres ámbitos de acción: político-administrativo, empresarial y socioterritorial. En este mismo sentido, podemos apuntar tres sistemas de actuación o de
acción de los agentes sociales locales:
1. El sistema de acción en el ámbito político-administrativo que vendrá
determinado por la búsqueda de la concertación institucional entre lo público y
lo privado.
2. El sistema de acción en el ámbito empresarial, que apostará por un modelo de
crecimiento en el que las empresas –generalmente pequeñas y medianas– se
posicionan como el actor local clave.
3. El sistema de acción en el ámbito socio-territorial, caracterizado por
actuaciones en dos ámbitos principalmente: en primer lugar en la esfera de la
reivindicación, acción crítica, movilizaciones tendentes a la satisfacción de
necesidades básicas locales (vivienda, agua, saneamiento, etc.); y en segundo,
en la esfera de la voluntariedad de la prestación de un servicio a la comunidad
sin contrapartida remunerada, que no busca la reivindicación de lo genérico
sino la actuación sobre problemas concretos y puntuales.
Desde un punto de vista social, la proximidad remite al valor de la confianza,
fundamento de la interacción y el compromiso. La proximidad a su vez favorece los
procesos de aprendizaje de carácter colectivo en el que participan todos los actores
presentes en el territorio. Por tanto, la generación de sinergias en el ámbito local
requiere de la participación de todos y cada uno de los agentes presentes en el medio.
Alcanzar un verdadero partenariado local, requiere de la voluntad, participación e
implicación para la consecución del objetivo de mejora colectiva.
En esta coyuntura, las Agencias de Empleo y Desarrollo Local pueden realizar
una labor de nexo entre todos los agentes, propiciando los encuentros y allanando los
posibles desencuentros y fricciones que, en ocasiones, lo cotidiano comporta. A su vez
deberían recoger las demandas y transformarlas en ideas que no sólo sirvan a grupos de
interés individuales (stakeholders), sino que desde lo integral suponga un bien común
para toda la comunidad.
Como observamos desde un punto de vista aplicado (Calvo, 2012), este modus
operandi ha sido habitual entre los AEDL a lo largo de los años de consolidación de su
ejercicio profesional, y en el camino ha contado con no pocas dificultades. Por
consiguiente ha implicado el desarrollo y el manejo efectivo de diversas estrategias de
colaboración que facilitaran el quehacer cotidiano (Rodríguez, 2012).
Lo económico está dando paso a lo social, en este sentido, diversos analistas
indican como necesario el dar prioridad a los elementos humanos – humanistas – que a
los meramente económicos. La mayor dificultad radica en el hecho de que los órganos
con potestad para tomar la decisión para llevar a cabo esa transformación, pasan por
elementos económicos y políticos que, de momento, siguen dando máximo valor a los
resultados economicistas.
Y se observa como el beneficio sin más está dejando de ser el leit motiv
principal en algunas – evidentemente escasas de momento – organizaciones que desde
parámetros cooperativistas entienden que el beneficio económico puede (y debe) ir
acompañado también de un beneficio social. En este contexto el Desarrollo local no ha
sido ajeno y el personal técnico integrado en las agencias, tampoco, de esta manera “Si
bien es verdad que tanto la concepción como las funciones que se le encomendaron
inicialmente a estos técnicos estaban muy orientadas hacia la creación de empleo a
través del desarrollo y ejecución de las políticas activas de empleo, con el paso de los
años y con el afianzamiento del modelo en el ámbito local, estos técnicos responsables
de la materia han ido abriendo su campo de actuación, no centrándose tan solo en la
perspectiva económica del empleo, sino que han apostado por opciones más vinculadas
con la esfera de lo social.” (Calvo, 2011)
4. Los actores, los agentes y las redes sociales
Como indican Grau, Iñiguez y Subirats (2011), “en un escenario múltiple (como
un territorio) conviven diferentes formas de realidad. (…) Y una vez dejamos de hablar
de una naturaleza en general, nos quedan "sólo" las múltiples asociaciones de humanos
y no humanos esperando una unidad que solamente puede ser fruto de una tarea
colectiva. Por lo tanto, la composición de aquello común está por hacer, la tenemos que
crear, la tenemos que componer”.
En este sentido se impone la lógica de lo que algunos teóricos han denominado
Gobernanza que “designa las normas, procesos y comportamientos que influyen en el
ejercicio de los poderes (…), especialmente desde el punto de vista de la apertura, la
participación, la responsabilidad, la eficacia y la coherencia” (CCE, 2001)
Según indican Grau, Iñiguez y Subirats (2011), “la realidad urbana (local
diríamos nosotros) no está delimitada y ordenada. No la podemos recoger globalmente.
Las políticas urbanas nos obligan a situarnos en un escenario caracterizado por la
complejidad y la incertidumbre. Una complejidad que para los analistas o gestores de
políticas públicas es todo un reto. La complejidad nos exige tratar con composiciones
híbridas que no encajan con las formas de representación utilizadas hasta el momento”.
Al mismo tiempo, desde hace ya algunos años, aproximadamente desde el
desarrollo de la idea de globalización a nivel económico, se ha ido implantando y se ha
extendido en las empresas, la idea de que si se quiere “competir” es necesario ofrecer un
plus diferenciador del resto.
En este sentido, se ha abierto la puerta a valores sociales, elementos que no son
necesariamente economicistas, pero que bien por un mero interés mercantil, bien por
una creencia real en el valor de lo que aportan han ido creciendo dentro de las empresas.
De este entorno surge la RSC (Responsabilidad Social Corporativa), de la medición del
aporte social que realiza una empresa en la comunidad donde se asienta; o el resto de
medidas que se mesuran a través de los diversos certificados de Calidad, ISO, etc.
Con todo, llegamos a la coyuntura socio-económica actual, donde los Agentes de
Empleo y Desarrollo Local, tienen el reto de adoptar una postura de nexo. Tal y como
afirma Christian Felber (2012), “la confianza es el mayor bien social y cultural que
conocemos (…) es aquello que mantiene unida a la sociedad en lo más profundo”. Y en
el contexto local, el AEDL, en la mayoría de las ocasiones se ha erigido en una figura
socialmente respetada, genera confianza entre la población (al menos una parte). Es por
esto que está investido, o debería estar investido, de una cierta autoridad sobre algunos
temas que le son propios.
Actúa como un líder democrático, escuchando necesidades, realizando una labor
pedagógica al intentar explicar a los diversos grupos de interés, grupos de presión
nuevas formas de gestionar. También adapta las nuevas formas de hacer y sirve de
enlace entre dos ámbitos que, en demasiadas ocasiones aparece desunida: los políticos y
la ciudadanía (entendiendo por esta a todos los grupos de interés)
En una situación como la actual, es perceptivo la necesidad de ser operativo,
ajustar recursos y sobre todo hacer uso de un instrumento largamente olvidado: la
cooperación. “Este es un instrumento eficaz para conseguir el objetivo de las empresas:
el mayor aporte de bienestar general (…) Cuanto más cooperen y se ayuden los grupos
de interés unos a otros, mejores serán sus resultados y más real será la posibilidad de
supervivencia” (Felber, 2012)
Este objetivo, que podría ser utópico inicialmente, se consigue puesto que el
Desarrollo Local permite unificar todas las iniciativas particulares a través de una red
social, generando un proyecto integral que suscite el interés del mayor número de
stakeholders. Esto se debe al hecho de que el Técnico (AEDL) pone en contacto a
personas y grupos que de otra forma seguirían sumidos en la espiral de desesperación,
bloqueo y crisis,…. sin poder salir de la misma.
Con el modelo descrito “la producción de conocimiento, lo más multidisciplinar
posible, es un elemento clave para afrontar la complejidad del campo o tema en
cuestión. La naturaleza híbrida de los fenómenos socio-naturales o socio-técnicos exige
la elaboración estrecha y multidimensional.” (Grau, Iñiguez y Subirats, 2011) Por esa
razón se precisa la generación de estrechas redes sociales de colaboración
multidisciplinar. Que, desde diversos puntos de vista, aporten un sostén integral e
integrador.
Ante la necesidad de conseguir una visión general de todas las facetas del
mosaico, y una infraestructura conjunta para comunicarse, coordinarse, cooperar y tal
vez tomar decisiones, sirve de acicate en la búsqueda de la cooperación de enfoques
alternativos similares para que se hagan visibles entre sí y aprendan unos de otros
mediante lo que Felber (2012) denomina una red estratégica.
5. A modo de conclusión
Con todo lo expuesto hasta el momento, se observa como, en el momento actual,
“La figura del técnico AEDL responde en la actualidad a una concepción más amplia de
la que inicialmente le fue asignada” (Rodríguez, 2012). De esta manera, el Desarrollo
Local, en esta nueva etapa de su historia como profesión, adopta una posición de
mediador, generando sinergias entre aquellos que permanecían desunidos, promoviendo
encuentros, asumiendo roles de dinamizador social al establecer las fórmulas más
eficaces para que:
1º. Se conozcan.
2º. Interactúen eficazmente.
3º. Cooperen.
4º. Generen un beneficio integral de la comunidad mediante la suma de
individualidades.
El status privilegiado que ostentan los técnicos de Desarrollo Local dada “su
cercanía al territorio, la interacción con los recursos de todo tipo presentes en el medio y
su orientación a la acción, los posicionan como un elemento clave para la consecución
de la mejora social colectiva” (Calvo, 2011).
El futuro del territorio pasa por generar sinergias entre todos los protagonistas y
actores que intervengan, en este sentido, el Agente de Desarrollo Local adopta una
función nueva, o no tanto, que implica establecer las redes sociales entre estos actores
sociales que harán de puentes de contacto entre ellos.
Este posicionamiento presenta, no hay que obviarlo, un cierto riesgo, ya que
este tipo de actuaciones permiten a las personas y grupos integradas dentro de la red
social expuesta, tomar sus propias decisiones y asumir los riesgos implícitos en las
mismas. Esto supone un cierto nivel de empoderamiento social frente a los grupos de
control “más tradicionales”.
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