Análisis de Redes y estudio de... interorganizacional Belzunegui, Ángel y Dueñas, David (Universitat Rovira i Virgili)

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Análisis de Redes y estudio de las organizaciones. Un caso de estudio
interorganizacional
Belzunegui, Ángel y Dueñas, David (Universitat Rovira i Virgili)
Resumen
El texto presenta dos partes relacionadas: en primer lugar, una propuesta de aplicación
teórico-práctica del análisis de redes en el contexto organizativo y en segundo lugar, un
análisis de caso de la red de asociaciones de vecinos de la ciudad de Tarragona
(España). La propuesta teórica se orienta a analizar el potencial del análisis de redes
sociales en relación con la comprensión del funcionamiento de organizaciones sociales.
El análisis de redes plantea un modelo analítico mesosociológico en que se estudian las
relaciones estructurales e interorganizacionales, de modo que a los atributos específicos
de cada organización se añade su posición en la red de relaciones que configura o de la
que participa, aportando información estructural que permite profundizar en la
comprensión de las relaciones entre organizaciones. Para reforzar la explicación teórica,
el texto incluye una aproximación práctica al análisis del caso de la red de asociaciones
de vecinos de la ciudad de Tarragona, planteando como se entrelazan los elementos
internos y relacionales de dichas organizaciones. En este caso concreto, la voluntad de
incidencia política de las entidades vecinales las convierte en actores relevantes para la
aplicación del análisis de redes, en tanto que el poder explicativo del nivel estructural
añade una información determinante para comprender el modo en que dichas entidades
funcionan como organizaciones, influyendo en sus actitudes, acciones y objetivos.
1. Introducción
El análisis de redes representa una propuesta teórico-metodológica que incorpora el
análisis relacional y estructural a las tradicionales aproximaciones cuantitativas o
cualitativas del objeto de estudio en diversas disciplinas como la sociología, la
antropología, la psicología social, la economía o la epidemiología, por citar solo algunas
de las disciplinas que aparecerán referenciadas en este artículo. Si asumimos que el ser
humano es un animal social y que en los distintos procesos de creación y
transformación de actores sociales que nos plantea la teoría sociológica su base de
funcionamiento reviste en el contacto con otros individuos, el análisis sociológico de la
realidad debe intentar incorporar, en la medida de lo posible, elementos que permitan
aproximarse a la comprensión acerca de cómo se dan estas interacciones o qué
elementos resultan de las mismas. En este texto abordamos la utilización de esta
aproximación en el campo del análisis organizativo mediante la explicación de sus bases
teóricas y un ejemplo práctico vinculado con una investigación acerca de la red de
relaciones de las asociaciones vecinales de una ciudad mediana del estado español.
El objetivo de la aplicación del análisis de redes al estudio de las organizaciones es
describir la estructura relacional de una determinada organización (o de un conjunto de
organizaciones), esto es, de un determinado sistema social. En primer lugar es necesario
identificar los actores y posteriormente conocer las relaciones que se establecen entre
los mismos. El diagrama resultante de estas relaciones nos ofrece un conocimiento
intuitivo de la forma y de la densidad de la red intraorganizacional o
interorganizacional. La posición de los actores dentro de la red informa también de la
segmentación de los “actores estructuralmente equivalentes”, hecho que denota la
existencia de una jerarquía de posiciones dentro de la red. El análisis de redes o análisis
estructural es un útil eficaz para abrir nuevas perspectivas en el análisis organizacional y
su utilización puede ser aplicada tanto a escala interna a la propia organización (estudios
intraorganizacionales) como a escala de las relaciones entre organizaciones (estudios
interorganizacionales), y en ambos casos en problemáticas sustantivas muy
diversificadas. Hay que tener en cuenta que, en la actualidad, el descubrimiento y la
innovación son atributos de grupos, de organizaciones, antes que de individuos aislados.
Tal y como afirma Uzzi (1996), los grandes avances derivan del trabajo dentro de los
círculos cooperativos.
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En este artículo nos centramos en la aplicación del análisis de redes a una red
interorganizacional, la que conforman las entidades vecinales de una ciudad. Por tanto,
nos
atenemos
a
las
restricciones
y
características
propias
del
análisis
interorganizacional, aunque a veces será necesario referirse a los rasgos específicos de
las organizaciones que forman parte de la red y a las redes egocentradas de cada una de
las entidades.
El universo de estudio ha incluido todas las entidades vecinales reconocidas por la
autoridad municipal, un total de 43 entidades repartidas por el territorio. El volumen de
entidades ha posibilitado el estudio de todas ellas, con lo cual en este caso la muestra
coincide con el universo poblacional, hecho que hace innecesario realizar contrastes de
hipótesis clásicos con carácter inferencial. En el apartado 3 presentamos algunos datos
situacionales de las entidades objeto de estudio.
En términos comparativos la ciudad que observamos presenta un elevado número de
entidades vecinales. Este hecho nos llevó a plantearnos la pregunta inicial de ¿cuáles
son los motivos de esta proliferación de entidades vecinales? Al observar la mayor
presencia de entidades vecinales, parecía sensato esperar que las entidades formaran
redes y estructuras de relaciones claramente diferenciadas, motivo que explicaría dicha
fragmentación. Sin embargo una primera aproximación al diagrama de las redes de las
entidades nos obligó a plantearnos otra posible explicación: la diversidad de entidades
vecinales es probable que no responda a diferencias en la estructura de las
relaciones (o a la morfología de las redes estructurales), sino a otro tipo de factores
como, por ejemplo, los de influencia política.
Bien al contrario, como exponemos en las conclusiones de este trabajo, las estructuras
de las redes de las distintas entidades son muy similares. Esto nos llevó a considerar la
oportunidad de realizar una lectura desde la teoría del isomorfismo institucional, esto es,
analizar las entidades vecinales y sus estructuras de relaciones como resultado de
procesos de homogeneización de dichas estructuras sujetas a presiones similares por
efecto del ambiente institucional. Estos aspectos teóricos son abordados en el apartado
segundo.
3
La metodología empleada para realizar este estudio fue la encuesta a través de
cuestionario. Se realizaron entrevistas de aproximadamente dos horas de duración con
un cuestionario semiabierto, en el que se recogió información de tres grandes ámbitos:
1) las características de la entidad, 2) las relaciones que mantiene la entidad y 3) la
percepción o percepciones acerca de diversos temas como la vinculación y movilización
social, las relaciones con las instituciones y las otras organizaciones de representación
vecinal. Los datos extraídos fueron tratados con el programa estadístico SPSS, para los
análisis multivariantes y con el programa GEPHI para el análisis de redes.
2. Redes, isomorfismo y diversidad organizacional
La aportación del análisis de redes a los sistemas intraorganizacionales ha arrojado luz
sobre diversos aspectos como la diferente distribución de capital social entre los
miembros de la organización (Agneessens y Wittek, 2012), las relaciones informales y
el papel que juegan en la estructura formal (Barker, 1992; Brass, 1992; Lazega, 1992b),
las formas de transmisión de la información y la filtración de la misma (Monge y
Eisenberg, 1987), sobre el intercambio de recursos (Stevenson, 1990; Stevenson y Gilly,
1991), el análisis de las relaciones de padrinazgo para el reclutamiento de miembros de
la organización (Burt y Ronchi, 1990; Weesie y Flap, 1990), los mecanismos
relacionales de refuerzo de las desigualdades entre hombres y mujeres en la
organización (Ibarra, 1992; 1993) o las relaciones de desigualdad o las desigualdades
invisibles dentro de la organización (Kearns, Suri y Monfort, 2003), las desigualdades
sociales y el impacto de las redes en los microcréditos (Christakis y Fowler, 2010), las
respuestas de contagio en el mercado (Nelly y O’Grada, 2000), las resistencias al poder
programado en las redes (Arquilla y Rondfeldt, 2001), o el comportamiento del voto en
las elecciones (Beck, 2002), la respuesta en red de las organizaciones locales frente a las
redes de corporaciones multinacionales (Juris, 2008), las estructuras de las redes en
entornos educativos (Lubbers, 2003; Lubbers y Snijders, 2007), las relaciones y redes
en las comunidades migratorias (Vermeij, Van Duijn, Baerveldt, 2008).
Otro ámbito explorado de forma diversificada en cuanto a la elección del objeto de
estudio ha sido el referido al análisis de las relaciones interorganizativas y las
estructuras económicas. En este ámbito se han estudiado el intercambio de capitales, de
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personal y de información entre organizaciones (Aldrich y Marsden, 1988), las
relaciones entre intercambios, dependencia y poder, como en el caso de la importancia
de los intercambios no económicos (Stokman, Ziegler y Scott, 1985), las redes de
colaboración científica y la eficacia de dicha colaboración (Uzzi y Spiro, 2005), la
influencia de las redes interorganizativas en la definición de las políticas públicas
(Stokman y Van den Bos, 1992), la toma de decisiones a nivel internacional (Stokman y
Van Oosten (1994), la supervivencia de las organizaciones en función de su posición en
la estructura informal de relaciones en las redes de negocios (Burt y Talmud, 1993), el
análisis de redes y el comportamiento estratégico así como la creación de alianzas
estratégicas (Barley, Freeman y Hybels, 1992), las redes y la acción colectiva (Flores,
Koster, Lindler y Molina, 2012).
Como hemos señalado en el apartado introductorio, utilizamos algunos aspectos de la
nueva teoría institucionalista de DiMaggio y Powell (1991), en concreto lo referente al
análisis del isomorfismo estructural, para llegar a poder explicar las semejanzas
observadas en las estructuras de red de las entidades. El isomorfismo institucional se
remite a los sistemas culturales compartidos (o contextuales) que empujan a procesos de
homogeneización que puede originarse o bien a través de isomorfismo competitivo
(adecuación de las organizaciones a los cambios del mercado a través de la
competición), o bien de la competición por diferentes factores como la influencia
política, la búsqueda de legitimación, las aspiraciones personales o de grupos reducidos,
etc. En la literatura organizacional se contemplan dos formas de desarrollo de este
segundo tipo de isomorfismo: la primera derivaría de la imposición de pautas de
conducta, procedimientos y estructuras de las grandes organizaciones hacia la sociedad
en general1; la segunda es la imposición de los mismos parámetros a sus colaboradores
más cercanos (por ejemplo, en el caso de empresas proveedoras) (Meyer y Rowan,
1991). Sin embargo, desde nuestro punto de vista es necesario completar este panorama
con un nuevo desarrollo, el que atañe a la influencia política y a la gestión y
transferencia de recursos que realizan las instituciones (como por ejemplo, el
ayuntamiento en una ciudad media). Instituciones como los ayuntamientos se convierten
directamente en fuentes de financiación para las entidades que quedan sujetas a los
Para un desarrollo de esta forma de desarrollo se puede consultar el Capítulo I “Postmodernidad
y globalización: el orden social de la sociedad-empresa”, en BRUNET, BELZUNEGUI y PASTOR
(2011).
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procesos de influencia política y a una manera determinada de gestión y de trasvase de
recursos. Este encadenamiento puede explicar, desde nuestro punto de vista, el proceso
de isomorfismo y la tendencia a la replicación de estructuras y conductas. En cualquier
caso, siempre estamos ante una respuesta de la estructura organizacional al ambiente
institucional. Los efectos de la interacción de las entidades con el entorno hacen que los
elementos de dichas organizaciones se estructuren de una manera determinada y que la
forma de interacción acabe siendo, asimismo, muy similar.
A medida que se conforma un campo organizacional, las nuevas organizaciones suelen
replicar las estructuras y las conductas de las ya existentes y exitosas. En concreto, en
las
entidades
vecinales
que
analizamos
se
observan
equivalentes
patrones
organizacionales que garantizan la legitimidad, haciendo que las organizaciones sean
cada vez más homogéneas. Los procesos isomórficos aportan a las organizaciones
reconocimiento ante el resto de organizaciones y ante las instituciones y reducción de la
incertidumbre, al replicar estructuras y procedimientos que se esperan en el contexto de
funcionamiento o de relaciones, en nuestro caso, entre la institución política y las
propias entidades. En el caso de las entidades vecinales hay dos centros sobre los que
pivota la reducción de incertidumbre de manera especial: a) la financiación y b) la
influencia en las decisiones públicas. Estaríamos ante lo que Powell y DiMaggio (1991)
denominan un “isomorfismo mimético”, esto es, una respuesta adaptativa de las
organizaciones a través de la réplica de estructuras, de modelos de gestión, de uso de las
tecnologías, de innovaciones, etc.
2. Redes sociales en las organizaciones y organizaciones en redes.
El análisis de redes utiliza como objeto analítico las redes sociales que se tejen
alrededor de un individuo, grupo u organización a partir de sus relaciones, haciendo
hincapié en su posición dentro del sistema y la estructura social (Giner, 2002). Una red
social, siguiendo la definición clásica de Mitchell (1969), puede ser entendida como una
serie de relaciones que se dan entre un conjunto de actores o nodos, con el añadido que
las características que definen estos enlaces pueden ser utilizadas para interpretar el
comportamiento social de dichos actores. En este sentido, el ARS plantea un giro en el
análisis sociológico, centrándose en el poder de las relaciones (y sus ausencias) para
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aproximarse al conocimiento del individuo, a la vez que asumiendo la importancia de la
interdependencia de los actores para la configuración de la vida social. El agrupamiento
social y la transmisión de conducta son dos procesos que se retroalimentan en el seno de
las redes sociales. En el caso de las redes sociales en las organizaciones, en su periferia
pueden encontrarse individuos con débiles lazos y con menor propensión a imitar las
conductas que predominan en la organización, pero también pueden ser individuos que
conectan esta red con otras redes sirviendo de nexo (Belzunegui et al. 2011).
En esta misma línea, Molina (2001) plantea cinco razones por las que el conocimiento
de la estructura social que subyace al individuo permite una mejor comprensión de la
realidad social:
- Las estructuras sociales tienen un poder explicativo más importante que los atributos
individuales de los miembros que forman el sistema. Las aproximaciones cualitativas y
cuantitativas tradicionales ofrecen un abanico de datos de análisis relevantes para la
comprensión del funcionamiento individual del actor social, así como para generar
pautas de funcionamiento relativas a otros actores que comparten sus características, a
partir de la generalización de los resultados. El ARS, por su parte, aporta un potencial
análisis externo al funcionamiento individual, añadiendo a los datos anteriormente
recientemente comentados, la información que se obtiene de la red que se configura
alrededor de un actor social determinado, permitiendo incorporar variables explicativas
relativas a la interacción entre actores a las explicaciones tradicionales,
- Las pautas de funcionamiento emergen en función de la localización en la estructura
de relaciones. La comprensión del funcionamiento de una red es incompleta si uno no
se plantea cómo funcionan las relaciones entre los nodos que la forman. Uno puede
entender algunos elementos de funcionamiento de un nodo en particular (o de aquellos
nodos o actores que comparten características) a partir de entender sus características
internas, pero no puede plantear-se la comprensión general de la red, o, ni tan siquiera,
la proyección de un nodo/actor sobre su red, sin disponer de información que
transcienda lo individual. Así pues, muchos de los elementos que conducen a la
comprensión del comportamiento de los nodos o actores no se hallan en los elementos
individuales como en los colectivos.
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- Las estructuras sociales determinan el funcionamiento de las relaciones. Las
posiciones ocupadas en la red social acaban por permitir la creación y el mantenimiento
de roles y posiciones de poder que, finalmente, acaban teniendo importancia en, por
ejemplo, la creación de nuevas relaciones con unos actores y no con otros. De este
modo, la comprensión del comportamiento del actor descansa en las relaciones que los
distintos actores desarrollan.
- El mundo está formado por redes, no por grupos. La estructura social se configura a
partir de la existencia de una red social que agrupa todo aquello que forma parte de la
sociedad, creando agrupaciones o redes internas por motivo de intereses, poder, acceso
a unos determinados recursos,… El funcionamiento de la sociedad en red permite, pues,
a unos actores acceder, en función de sus características, a algunos grupos y colectivos,
pero al no tratarse de grupos cerrados o estancos, niegan la posibilidad que se puedan
atribuir unas características únicamente válidas para sus miembros, de modo que los
motivos de su acceso deben ser hallados en el propio funcionamiento de la red social y
no en el mismo grupo, añadiendo importancia a la existencia de vínculos o contactos
con ciertos nodos o actores. En este sentido, avanzar en la comprensión de las
estructuras de relaciones permite mejorar el conocimiento acerca de la sociedad misma.
- Los métodos relacionales complementan los análisis individuales. La aplicación del
ARS permite analizar el funcionamiento conjunto de los nodos que forman una red, de
modo que abre la puerta al análisis de una serie de elementos que resultarían
inaccesibles a partir del análisis individual de los actores. Los datos obtenidos del ARS,
pues, complementan la información disponible para cada actor y dotan de sentido al
funcionamiento conjunto de la red y de las relaciones que en ella se tejen. Cabe
mencionar, por otro lado, que la disposición de los actores en la red no es azarosa, sino
que deriva de procesos vinculados a la centralidad de los sujetos en relación con los
distintos campos sociales (económicos, políticos, culturales,…) en los que desarrollan
sus actividades, así como de cada posición concreta y sus potencialidades. Una posición
determinada en la red, pues, permite el acceso a unos recursos, informaciones y/o
oportunidades, pero también genera unas constricciones o limitaciones para acceder a
otros, dotando de sentido la idea de capital social planteada por Putnam (1995).
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Así pues, el ARS plantea un modelo analítico que trabaja en el espacio
mesosociológico, planteando enlaces entre las relaciones estructurales o macrosociales y
los posicionamientos individuales o microsociales a partir de la relaciones que se
desarrollan entre los individuos, y representando una posibilidad de resolución de la
tradicional dualidad micro-macro de las ciencias sociales. Esta aproximación teórica
rompe con la concepción reificada de estructura social, para dotarla de un poder
analítico y explicativo que añade profundidad al análisis sociológico.
Las organizaciones, entendidas en sociología como efectos de la acción humana que
estructuran, ordenan y distribuyen actividades en el tiempo y el espació y que, a la vez,
disponen de un conjunto de normas en función de los fines a conseguir
(Brunet, Belzunegui y Pastor, 2012), aparecen como elementos susceptibles de ser
analizados mediante el ARS. A nivel organizativo se plantean dos niveles de análisis
diferenciados, igualmente orientados a la comprensión de la organización, en función de
si consideramos al individuo como actor (procediendo a desarrollar el análisis de redes
hacia dentro de la organización) o si consideramos la organización misma como actor
(desarrollando el análisis de redes hacia fuera).
A nivel general, uno de los pilares sobre los que se desarrolla el ARS se centra en el
análisis de los procesos comunicativos y del flujo de información. La lógica de
funcionamiento de las redes sociales privilegia algunos nodos que se encuentran en
posiciones importantes, bien sea porque disponen de muchos contactos o porque
disponen de contactos relevantes. En este sentido, en el clásico artículo de Granovetter
(1973) se plantea la idea que cuánto mayor es la relación existente entre dos o más
nodos, más tienden éstos a parecerse entre sí, de modo que las relaciones fuertes sirven
para homofilizar los actores de la red.
En el mismo artículo se recoge la teoría del balance cognitivo de Haider (1958) y
Newcomb (1961), que explica la tendencia de los actores a tener buena relación con
aquellos otros actores que tienen una fuerte relación con aquellos actores con los que
uno tiene una buena relación, revistiendo de teoría sociológica la expresión “los amigos
de mis amigos, son mis amigos”. Al respecto, Christakis y Fowler (2010: 178-179)
añaden que “la velocidad con que se alcanza el consenso en los distintos grupos está en
función de la estructura de la red. En las redes donde ciertas personas tenían más
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vecinos que otras, aquellos con más vecinos necesitan un mayor poder de
convencimiento. Los investigadores llaman a esto «efecto del poder de la minoría».
Unos pocos individuos situados en posiciones de influencia pueden salirse con la suya
todas las veces que quieran. Por otra parte, un grupo así también puede facilitar la
unidad global y evitar el resultado según el cual nadie gana nada. De manera que
aunque las redes sociales pueden ayudarnos a hacer lo que no conseguiríamos solos,
también pueden dar poder a personas que estén bien conectadas. Y como resultado,
aquellos con mayor número de conexiones a menudo obtienen las mejores
recompensas”.
El argumento de Granovetter en relación con la circulación de la comunicación y la
información se centra en plantear la importancia de los vínculos débiles en las
relaciones sociales, bajo la idea que las relaciones fuertes conducen a la homofília, de
modo que son los enlaces débiles los que actúan como transmisores de nueva
información. Por lo tanto, la lógica de funcionamiento de las redes sociales no premia al
que más enlaces fuertes tiene sino a aquel que dispone de los enlaces débiles, y, por
tanto, distintos, que son necesarios para ser un agente importante en la transmisión de
información y comunicación y, por lo tanto ocupar un papel central en la red. En la
misma línea, recientemente se ha incrementado el interés por los efectos negativos de
las relaciones sociales (Labianca, 1998; Takács, 2008) planteando qué impactos tiene
sobre el funcionamiento de una red social concreta la existencia de relaciones negativas
entre los nodos que las forman, siguiendo la versión inversa de la teoría del balance
cognitivo anteriormente comentada, “los enemigos de mis amigos, son mis enemigos”,
sin restar valor a la importancia de los enlaces débiles, pero otorgándoles un papel de
limitadores de la difusión de información o de generadores de conflictos. Castells
(2009), se posiciona de modo parecido planteando que el poder es la capacidad
relacional para imponer la voluntad de un actor sobre otro y que se ejerce a partir de dos
mecanismos básicos, la capacidad de construir y transformar redes, a partir de los
objetivos que se asignan en la red, y la capacidad para conectar diferentes redes y
asegurar su cooperación.
Blasche et al. (2012) plantean una clasificación en relación con la aplicación del ARS
para el estudio de las organizaciones que resulta muy clarificadora. En ella dividen las
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distintas experiencias de ARS en tres grupos en función de qué aspecto o elemento
ocupa la centralidad de la red:
-
Redes de individuos: Aproximación más seguida en el análisis interno de
organizaciones, señalando las redes de relaciones interindividuales por las que
circula la información y la comunicación dentro de las organizaciones. Consiste
en colocar a los individuos en los nodos, de modo que la existencia o ausencia
de relación entre ellos de forma a la red y permita identificar qué individuos
ocupan papeles más centrales o relevantes. Un ejemplo de esta aproximación lo
podemos encontrar en el trabajo de Csaba & Pál (2010), dónde analizan los
procesos de creación y transformación de las relaciones negativas a partir de las
redes sociales individuales en el contexto educativo.
-
Redes de individuos t actores no-humanos: Aproximación consistente en
incorporar agentes no-humanos a las redes de relación, facilitando el análisis
externo a la organización. Aunque para la ejecución del ARS los actores
humanos y no-humanos pueden ser tratados del mismo modo, en tanto que
agentes de la red, esta aproximación requiere de una mayor profundidad de
análisis para la definición de los actores no-humanos. Una propuesta similar ha
sido aplicada en la aproximación de Belzunegui et al. (2010) en analizar el tejido
asociativo de la ciudad de Tarragona (España), tal y como será presentado
posteriormente en este mismo documento.
-
Redes de conceptos: Esta aproximación coloca la comunicación en el centro del
análisis, posicionando los conceptos en los nodos de la red y convirtiendo los
enlaces en individuos, que, mediante su uso o conocimiento de los conceptos,
quedan enlazados con ellos. Las redes de conceptos resultan particularmente
útiles para trabajar ámbitos relacionados con la comunicación intraorganizativa
y la construcción del sentido, tal como sugieren los resultados de Oliver y
Montgomery (2005) acerca de la creación de los límites de una profesión.
El análisis de redes aplicado al estudio de las organizaciones se ocupa también de cómo
se produce y reproduce el haz de relaciones entre sus miembros y qué grado de
interdependencia podemos encontrar. En principio una hipótesis lógica que nos
podemos plantear sería que a mayor densidad en la red, mayor grado de
interdependencia habrá entre sus miembros. Sin embargo esta densidad puede obedecer
también a procesos de densificación heterodeterminados y en este caso las
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interdependencias pueden ser exclusivamente formales y no denotarían una situación
real de trabajo en múltiples direcciones. Los actores no contribuirían apenas a construir
la estructura sino que la estructura les vendría dada.
El análisis de redes para el estudio de las organizaciones se centra en tres
procedimientos: 1) La reconstrucción de la morfología de la red (o sistema) por medio
de la descripción de las relaciones entre los actores. Esta mirada de la organización no
elimina el nivel individual sino que al contrario permite un feedback entre el nivel
individual y el nivel estructural. 2) El análisis del posicionamiento de los actores dentro
de la estructura. Este análisis tiene una doble dimensión: a) una dimensión cualitativa
que describe la centralidad o no del actor dentro de la estructura a través de información
añadida que se haya obtenido, y b) una dimensión cuantitativa que cuantifica a través de
medidas individuales la centralidad, la marginalidad, la densidad y la relacionalidad de
los actores dentro de la estructura. 3) El análisis de la estructura de relaciones entre los
actores y la simulación de otras posibles estructuras en ausencia de la mediación de
determinados actores.
De este tercer procedimiento se deduce que una proporción considerable de actores no
tienen un perfil relacional único, sino que es variable como consecuencia de los cambios
en el entorno de la estructura y los cambios en el interior de la misma. De aquí el
principio fundamental en el análisis de redes de que el dinamismo de las redes y de las
estructuras que conforman, muestra el propio dinamismo de la acción social.
Una de las nociones importantes para la aplicación del análisis de redes al ámbito
organizacional es el concepto de rol. A parte de la acepción clásica del término como
“posición” dentro de la red, es de interés destacar el concepto rol como expresión del
resultado de la participación de los individuos en distintas redes (Lazega, 1994). A
propósito de esta acepción, Christakis y Fowler (2010: 169-171) aseguran que las
conexiones entre los roles “actúan como puentes entre un grupo y otro y por tanto tienen
un papel decisivo. Los lazos fuertes pueden unir a individuos dentro de los grupos, pero
los débiles unen a los grupos con el resto de la sociedad y son determinantes para la
difusión de la información de los beneficios (…). Una de las implicaciones de esto es
que a las personas que tienen numerosos vínculos débiles se les pide consejo a menudo
y se les ofrece oportunidades a cambio de información o acceso. En otras palabras, las
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personas que actúan de puentes entre grupos pueden terminar siendo centrales para el
funcionamiento general de la red y por tanto tienen más posibilidades de verse
recompensadas económicamente y de otras maneras”. Este hecho podría sugerir que, en
el análisis interorganizacional, el aumento de los vínculos entre las organizaciones les
ayudaría a sincronizar sus conductas, hecho que encajaría, al menos desde una posible
interpretación, con el isomorfismo estructural de DiMaggio y Powell (1983).
El análisis de redes propone medidas del poder como resultado de la posición de los
individuos en el sistema de relaciones. Por consiguiente, el poder no es una propiedad
individual sino una propiedad del sistema relacional donde el actor ocupa una
determinada centralidad o bien un lugar periférico, y de donde se puede deducir también
su grado de autonomía o de dependencia. Así entendido, el poder es una ventaja
estructural que se hace valer como fuente de reparto de recursos y oportunidades. La
posición de un nodo también es indicativa de la cantidad de incertidumbre que un
determinado actor puede llegar a controlar. Para Lazega (1994) la cuestión sustantiva
consiste sobre todo en conocer cómo y en qué medida los actores centrales tienen la
capacidad de convertir su centralidad en poder. Sin embargo, a nuestro entender no solo
es ésta la cuestión primordial, sino que forma parte de un conjunto de cuestiones
sustantivas ante las que se encuentran la propia forma estructural, la cadena de
relaciones y el flujo de información, la conducta colectiva o el compromiso social de la
organización. En este último sentido, podemos establecer la hipótesis de que a mayor
interconexión de la red con otras redes externas (a la organización interna), mayor
probabilidad de que la organización se comprometa responsablemente con la sociedad.
Las redes muy endogámicas y/o cerradas al exterior suelen tener patrones de
funcionamiento ajenos a la realidad que les envuelve.
Por otra parte, diferencias pequeñas en los patrones de conexión generales dentro de una
red pueden influir mucho en el rendimiento del grupo, de tal manera que puede ser útil
crear vínculos explícitos dentro de las redes.
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3. Un caso de isomorfismo en las redes sociales.
Tal y como se ha sugerido anteriormente, vamos a presentar un ejemplo de aplicación
práctica del ARS para el análisis de las organizaciones centrado en las redes de
individuos y no-individuos, que tiene como objeto de análisis las asociaciones de
vecinos de la ciudad de Tarragona. El análisis que seguidamente presentamos forma
parte de un estudio más amplio donde se radiografió el funcionamiento de las
asociaciones y entidades de Tarragona (Belzunegui et al., 2010), diseñando un modelo
de encuesta multidimensional y obteniendo resultados para 325 de las 544 entidades que
constan en los registros del ayuntamiento. En el caso concreto de las asociaciones
vecinales, objeto de este análisis, se obtuvo información de 40 entidades y de las 3
federaciones de asociaciones de vecinos, a partir de las cuales se procedió a realizar el
ARS. Dicho análisis se complementó con una radiografía interna de cada entidad para
facilitar la búsqueda de patrones de funcionamiento que pudieran explicar la presencia o
ausencia de relación en la red resultante.
Cabe añadir que, aparte de las 43 entidades analizadas, se obtuvo, también, información
relacional de otras entidades que no pudieron ser entrevistadas pero que fueron
mencionadas en alguna encuesta. Por este motivo, el número de asociaciones que
forman parte de la red analizada aumenta hasta las 46.
En primer lugar, se puede apreciar como la red resultante muestra una red poco densa,
con tres aglomeraciones alrededor de algunos nodos en particular, las tres federaciones
de asociaciones de la ciudad, y con algunos nodos poco conectados y lejanos al centro
de la distribución. Este dibujo responde a la realidad explicada habitualmente por parte
de las asociaciones y de las instituciones de la ciudad acerca del hecho que las
asociaciones se hallan divididas en tres grupos, que responden a las distintas
federaciones (a menudo, incluyendo la politización del movimiento vecinal entre los
argumentos cualitativos centrales de la división entre federaciones), lo que lleva a la
falta de entendimiento entre ellas y a la reducción de la relación entre los tres grupos a
la conexión existente entre las federaciones, convirtiéndolas en portavoces dentro del
movimiento vecinal y en relación con el exterior.
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Gráfico 1: Gráfico de relaciones entre asociaciones de vecinos
Fuente: elaboración propia
Nuestra percepción acerca de los motivos divisores del tejido asociativo se vincula con
la idea de Granovetter (1973) del papel que juegan los enlaces débiles en el acceso a los
recursos y la información. En este sentido, existen dos componentes distintos a tener en
cuenta, en primer lugar, el hecho que las entidades tienden a tener relaciones estrechas
con entidades similares a ellas mismas, lo que lleva a que exista una gran proximidad
entre aquellas con las que se comparten recursos, espacios sociales o geográficos,
preocupaciones o necesidades, así como resulta normal que no exista proximidad entre
aquellas con las que no se comparten estos elementos. De todos modos, este elemento
no tiene porque llevar a una fractura entre asociaciones si logran crear sistema de
gestión de los intereses que permita la negociación interna al movimiento vecinal.
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El segundo elemento a tener en cuenta tiene relación con la creación de las mismas
asociaciones, en tanto que las entidades de los barrios populares de la ciudad fueron las
primeras en nacer en el contexto de los barrios obreros que se crearon para acoger la
migración interna española derivada de la industrialización de los años setenta, mientras
que la mayoría de las asociaciones del centro y de las zonas bienestantes de la ciudad
son de creación posterior.
Mediante el cuestionario a las entidades pudimos observar como la mayoría de las
prácticas desarrolladas por estas nuevas asociaciones son muy similares, por no decir
idénticas, a las anteriores, replicándose con el mismo formato. Dicho de otro modo, no
hay hechos diferenciales destacables entre aquello que las asociaciones ofrecen a la
ciudadanía. Este hecho es un primer dato a retener para interpretar las similitudes
estructurales bajo el prisma del isomorfismo institucional. De ahí se deduce, también,
que los distintos intereses (básicamente relacionados con la captación de recursos y la
hegemonía en la interlocución política) dificultan el modelo de unidad federativa. En
este contexto, la competencia por los recursos y por los contactos marcan la dinámica
del control del movimiento vecinal, y está en la base de un sistema de relaciones y de
prácticas que facilitan la fractura.
Volviendo a la importancia de los enlaces débiles, la posición de control de una única
federación lleva a que un único nodo centralice los enlaces políticos o con otros actores
influyentes de la ciudad, de modo que un único nodo dispone de una serie de enlaces
que pueden tener incidencia sobre el funcionamiento del conjunto. No parece extraño,
pues, que en este contexto, la “asociación” per se no satisfaga los intereses de las
personas que las gestionan, y se repliquen estructuras federativas para distintos grupos
de entidades. Sin interés en menoscabar otros elementos que son objeto de un análisi
más amplio en otro momento (como pueden ser la alta dosis de personalismo que
esconde el liderazgo asociativo o el papel seudopolítico que ejercen este tipo de
entidades), la competencia entre distintos miembros del movimiento vecinal por el
control del acceso a los recursos que conlleva una federación puede ser un motivo
suficiente para la creación de distintas estructuras paralelas e isomórficas. Cabe destacar
que las federaciones existentes en la ciudad son escisiones consecutivas de las existentes
anteriormente, siendo la federación 2 una escisión de la federación 1, y la federación 3
16
una escisión de la segunda. Este hecho lleva a que las relaciones entre la primera y la
segunda sean, en ocasiones, conflictivas, siendo así también entre la tercera y la
segunda, pero no entre la tercera y la primera (en este caso, no existe colaboración
habitual, pero la relación es afable).
El grafo 1, pues, es un reflejo de esta situación en que los tres nodos principales, las tres
federaciones de la ciudad, conectadas entre sí, dan forma al resto de la red y la unifican
en la congregación de tres subredes formadas por los miembros que forman las distintas
federaciones. Cabe destacar, por otro lado, el hecho que existen algunas asociaciones al
margen de estas federaciones que se integran en la red mediante sus relaciones
individuales, no mediadas por ningún interlocutor federativo.
Si analizamos los datos en relación con el número de relaciones existentes (gráfico 2),
siendo el tamaño y la intensidad del color de las entidades proporcional al número de
relaciones existentes, podemos observar como la Federación 2 obtiene un número
mayor de relaciones (20), mostrando un poder de convocatoria relativo mayor, hecho
que utiliza para reivindicarse ante las instituciones públicas. Por otro lado, el número de
relaciones de las entidades cercanas a esta federación resulta menor, permitiendo
apreciar una relación relativamente piramidal y subsidiaria al liderazgo representado por
la Federación que las acoge. La Federación 1 obtiene un número menor de relaciones
(17), teniendo un impacto menor sobre el número total de asociaciones de la ciudad,
aunque las entidades cercanas a la entidad tienen un tamaño superior a las anteriores
(con notables diferencias), basado, sobretodo, en las relaciones internas entre estas
entidades.
Finalmente, la Federación 3 tiene un número de relaciones menor (10), lo que la lleva a
tener una menor incidencia urbana respecto de las otras dos, aun que cabe destacar que
es la única de las tres que afirma claramente que su objetivo no es tener incidencia sobre
la ciudad, sino tan solo sobre una parte de la misma (zona de levante). Por otro lado, las
entidades cercanas a esta entidad muestran, también, un alto número de relaciones, tanto
internas al endogrupo como externas al mismo.
17
Gráfico 2. Tamaño proporcional al número de relaciones de las entidades (degree)
Fuente: elaboración propia
La segunda medida utilizada para medir el impacto de las entidades en el conjunto de la
red es el grado de intermedicación (betweenness), sirviendo para medir la centralidad de
lo nodos en relación con el conjunto. Esta medida expresa la dependencia del resto de
nodos respecto de uno mismo para mantener-se conectados a la red, entendiendo que
como más nodos dependan de mí para formar parte de la red, mayor es mi poder en la
misma. El tamaño de los nodos en el gráfica 3, pues guarda proporcionalidad con el
número de veces que es necesario pasar por un determinado nodo para alcanzar los
demás.
18
A diferencia del gráfico anterior en que el peso de las asociaciones vecinales
individuales tenia una relativa relevancia, en tanto que se mostraba la presencia de
numerosos contactos entre entidades, en este caso, el peso de la intermediación en la
totalidad de la red recae de forma muy acusada en las tres federaciones, obteniendo
valores significativamente más elevados que el resto de entidades.
Este hecho traduce gráficamente lo expresado anteriormente en relación con el papel de
las federaciones a nivel de representación y de creación de relaciones con otros enlaces.
La inexistencia de una red de relaciones entre asociaciones integrada y cohesiva acaba
dando mayor relevancia a las estructuras que puedan ejercer este papel. Tal como se
puede apreciar, el papel de las asociaciones en la relación entre entidades de los
distintos grupos es prácticamente nulo (con alguna salvedad), quedando esta función de
integración del movimiento vecinal en manos de las tres federaciones.
Este hecho resulta relevante, en tanto que permite apreciar como el tejido asociativo de
la ciudad tiene una estructura claramente piramidal que puede traducir una desigual
distribución de funciones. Las entidades individuales se deben encargar de la creación
de relaciones con los ciudadanos y vecinos, mientras que el papel de integración global
corresponde a las diferentes federaciones. Resulta interesante no por el simple hecho de
constatar esta potencial diferencia, sino por el hecho que ello nos permite retomar el
hilo acerca de la competencia relacional y la lucha por los contactos externos, en tanto
que no son las entidades las que compiten por tejer redes densas de relaciones, son las
Federaciones quienes realizan esta función, siendo una de las labores principales de las
federaciones no tanto la representación de las necesidades de los vecinos como la de la
representación de los intereses de las asociaciones en un contexto de competencia por
los recursos.
La prácticamente única salvedad que se puede encontrar en relación con esta
explicación recae en las pocas entidades que no forman parte de ninguna federación,
que muestran una conexión débil con el resto de la red, lo que, a la vez, les confiere una
posición poco central en la red. Esta posición (como se verá más adelante) deriva del
hecho que ocupan la centralidad física (y probablemente política) de la ciudad, de modo
que no necesitan tejer relaciones estrechas con el resto de entidades o dotarse de
estructuras de representación para acceder a los recursos. Por este motivo, su
19
desconexión con el resto de entidades, claramente manifestada en relación con el
número de relaciones (gráfico 2), se plasma de forma distinta en relación con su grado
de intermediación, donde obtienen un mayor peso relativo.
Gráfico 3: Tamaño proporcional al grado de intermediación de las entidades.
Fuente: elaboración propia
Finalmente, si geolocalizamos los nodos en el mapa de la ciudad (gráfico 4), podemos
apreciar como el discurso acerca de los conflictos políticos que subyacen la fractura
asociativa de la ciudad (argumento utilizado habitualmente para justificar la existencia
de las distintas federaciones) se descompone, dando lugar a un dibujo en que las lógicas
territoriales se imponen en la distribución de las relaciones.
20
El gráfico 4, después de la aplicación de cálculos de modularidad para crear grupos en
función de las relaciones entre nodos, nos muestra como la distribución de entidades en
relación con su pertenencia a uno u otro grupo, plantea una disposición de las
asociaciones diferente de la que uno debe esperar si se toma la politización como eje
explicativo. Así pues, se puede apreciar como la posición geográfica juega un rol central
en la creación de endogrupos y, también, en la aparición de distintos modelos
federativos. La federación 1 (en azul), ocupa la zona de poniente, formada por barrios
populares, así como la zona norte (con barrios de características similares) y un nodo
aislado en la zona de levante. La federación 2 (en verde), escisión de la primera, ocupa
la parte central de la ciudad, así como algunos nodos en la zona norte y un nodo en
poniente. Finalmente, la federación 3 (en amarillo) ocupa de forma clara la zona de
levante (insistiendo en el hecho que esta federación plantea, ya desde su creación, una
voluntad de incidir no a nivel urbano sino únicamente en esta zona de la ciudad).
El papel de estas federaciones, pues, parece tener relación con la creación de estructuras
de influencia territorial, de una suerte de lobbys de presión territorial, en tanto que su
distribución queda claramente marcada por la posición que se ocupa en el territorio.
Resulta interesante, a su vez, ver como los conflictos más acusados se dan en aquellas
zonas en que coexisten entidades de las distintas federaciones sobre un mismo territorio,
sea porque este territorio es motivo de disputa en relación con el dominio y la
representación del mismo por parte de una u otra federación (zona norte, con un
conflicto abierto entre entidades que lleva a una difícil comunicación entre las mismas)
o en territorios en que las entidades presentes están desubicadas, no son “las que
deberían ser” en comparación con el resto de entidades de la zona (nodo aislados de la
federación 2 en la zona de poniente, nodo aislado de la federación 1 en levante).
Destaca, de nuevo, el hecho que las entidades del casco antiguo (en lila) no forman
parte de ninguna federación en tanto que la estructura política y cultural tradicional de la
ciudad tiene un poso importante en esta zona, de modo que su misma posición como
entidades individuales no requiere de pertenecer a una federación concreta para hacer
valer sus intereses, teniendo otros canales para obtener recursos e información. La
distribución geográfica del poder en la ciudad, pues, parece tener una importancia
21
central en la creación de estructuras de apoyo para su alcance, en tanto que lo que en
algunas partes de la ciudad es necesario, en otras es accesorio o estéril, lo que les
permite estar al margen de los posibles conflictos que se generan entre ellas y, a su vez,
estar prácticamente al margen de la red de asociaciones de la ciudad.
Finalmente, existen tres asociaciones (en rojo) que, pese a pertenecer a la federación 2,
debido a su falta de conexión con el resto de entidades aparecen como un grupo al
margen, permitiendo visibilizar la poca interconexión de las entidades del centro de la
ciudad.
Gráfico 4: Distribución de las entidades en la ciudad en relación con su nivel de intermediación.
Fuente: elaboración propia sobre mapa de Google Maps2
Esta misma idea acerca de la diferencia de interrelación entre las entidades de las
distintas partes de la ciudad queda plasmada si retiramos del mapa las federaciones
(gráfico 5). Las entidades de la zona de poniente de la ciudad muestran, entonces, un
nivel de interconnexión mucho mayor que las de levante y, sobretodo, que las del centro
de la ciudad, dando a entender la existencia de una mayor unidad de pensamiento y
acción entre las entidades de la zona, así como una mucha menor capacidad de creación
de enlaces relevantes por parte de las zonas urbanas, donde, probablemente, la
incidencia de las asociaciones en la vida de los ciudadanos sea, también, menor.
2
GOOGLE. Tarragona [Mapa Online Interactivo]. En: Google Maps, 2013 [41.117383, 1.244888]
(Acceso febrero 2013)
22
Gráfico 5. Distribución geolocalizada de las asociaciones (sin federaciones) en relación con su número de
relaciones
Fuente: elaboración propia sobre mapa de Google Maps
La red de relaciones que subyace la creación de las tres federaciones de asociaciones,
pues, traduce realidades muy distintas. En el caso de la federación 1, caracterizada por
estar formada por entidades tradicionales de barrios populares y que, en su momento,
tuvo una incidencia urbana, probablemente tiene una fuerte ligazón con los intereses de
las entidades de la zona de poniente, las que, debido al hecho que comparten
características organizativas y sociales, tienen una gran ascendencia sobre aquello que
acontece en la federación.
En el caso de la federación 3, enraizada en una zona de la ciudad con mayor capacidad
económica y unas condiciones urbanísticas muy distintas del resto (urbanizaciones de
casas unifamiliares distanciadas del centro), las características de la misma guardan
relación con la voluntad de incidencia política a modo de lobby territorial, sin interés en
abarcar el conjunto de la ciudad.
La federación 2, por su parte, plantea una situación paradójica, en tanto que ni su núcleo
constituyente tiene una relación intensa que justifique una voluntad de acción común, ni
su distribución geográfica dispone de características comparables que la doten de un
hilo de acción lineal y no accidentado por su heterogeneidad. Esta federación, pues,
tiene un perfil más vinculado al liderazgo que determinados actores pretenden ejercer
sobre el conjunto del movimiento vecinal que sobre una base de trabajo común,
23
haciéndola más susceptible de recibir acusaciones de servidumbre política (como así
aparece en las entrevistas realizadas), aun cuando el resto de federaciones disponen,
también, de miembros de partidos políticos entre sus cargos y hayan tenido una
actividad política importante en momentos anteriores y/o presentes.
4. En conclusion
El análisis de las entidades vecinales de la ciudad muestra más similitudes que
diferencias en sus elementos estructurales, de funcionamiento y de relación con la
ciudadanía. Atendiendo al análisis de proximidad (análisis de conglomerados, con la
inclusión tanto de variables categóricas como de escala), el resultado no diferencia
claramente las entidades y, en consecuencia, no las agrupa distintivamente formando
grupos internamente homogéneos y externamente heterogéneos. Este hecho es
constatable tanto en comparar las entidades que pertenecen a una misma federación,
como cuando el análisis se realiza para todas las entidades.
Un segundo nivel de análisis ha consistido en observar las diferencias entre las tres
federaciones respecto a diversos aspectos que tienen que ver con la estructura,
funcionamiento y relación con las instituciones y con la ciudadanía. Tampoco aquí se
han hallado diferencias sustantivas. Los análisis de comparación de medias como
Anova no permiten concluir diferencias estadísticamente significativas.
Como podemos, pues, explicar la fragmentación del movimiento vecinal que se observa
en la ciudad? Para abordar esta pregunta nos proponemos la realización de un análisis
cualitativo que profundice en los aspectos relacionados con el origen de las entidades,
de su historia y de las relaciones que han desarrollado con las instituciones desde su
creación hasta la actualidad. En estos momentos, la investigación se encuentra en este
punto.
A pesar de ello, podemos avanzar sintéticamente algunas de las conclusiones extraídas
de los análisis realizados hasta el momento:
1. El análisis de las redes de las entidades y de las entidades mismas confirma el
hecho que las estructuras relacionales son muy similares: las entidades conectan
24
con los mismo tipos de entidades territorializadas y las federaciones son las
encargadas de contactar a nivel institucional con los mismos interlocutores.
2. Podríamos pensar que la creación de una entidad (o de una federación) está
dominada por la lógica de proximidad y de atender las problemáticas específicas
a nivel de barrio, pero esto no explicaría la proliferación de entidades dentro del
mismo barrio o zona de influencia.
3. Las estructuras internas de las entidades y de las federaciones son el resultado de
procesos administrativos de “arriba hacia abajo”, donde la normativa tiene un
peso importante en el diseño organizativo. Este hecho marca decisivamente
tanto la estructura de las entidades como su funcionamiento.
4. La dependencia financiera de las entidades las lleva a compartir también una
forma de proceder similar en relación con la gestión presupuestaria, incluso en el
momento de repartir los recursos para sus actividades.
5. Las entidades utilizan los mismos canales de comunicación formales con las
instituciones, buscando, a la vez, complicidades mediante sus relaciones
informales.
6. Las actividades que realizan las entidades dirigidas a la ciudadanía siguen un
patrón similar y vienen condicionadas por la captación de recursos y por la
normativa que las contextualiza.
Estas similitudes nos llevan a considerar la necesidad de probar los factores de
influencia política, de personalismos en el liderazgo y de captación de recursos como
los factores que podrían explicar la fragmentación del movimiento vecinal. Es decir, no
habría razones estructurales ni de atención a la ciudadanía en la base de dicha
fragmentación, sino que ésta podría explicarse por motivos de fragmentación territorial
por parte de los partidos políticos y por los propios procesos normativos y
administrativos por parte de las instituciones, quienes, lejos de propiciar una cohesión
alrededor de una interlocución única, posibilitan la diversidad organizativa, dando
cobertura a las demandas más particularistas.
25
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