Autores: Dra. Sonia Ballano (URL) Dr. Alfons Medina (URL)

Anuncio
Autores:
Dra. Sonia Ballano (URL)
Dr. Alfons Medina (URL)
Dr. Jordi Busquet (URL)
Dr. Dani Aranda (UOC
Brechas comunicativas. Distancias culturales generacionales
en la escuela y en el hogar
Abstract
La brecha digital es una realidad: hay una diferencia fundamental en
la manera en cómo se utiliza la tecnología por diferentes grupos de
población en distintos lugares del territorio, en distintas edades.
Esta propuesta de comunicación tiene como objetivo presentar
algunas de las conclusiones provisionales de la investigación “El
uso de las TIC y la brecha digital entre adultos y adolescentes.
Encuentros y (des)encuentros en la escuela y en el hogar”.1
1 Programa Nacional de ciencias sociales, económicas y jurídicas. Plan Nacional de
I+D+I 2010-2012, CSO2009-11002, subprograma SOCI). Se trata de una de las líneas
de investigación del grupo CONinCOM (Conflicto, Infancia y Comunicación) de la
Facultat de Comunicació Blanquerna (URL). El proyecto AUSTICA tiene por objeto
principal analizar la distancia cultural que existe entre diferentes generaciones. Desde
la sociología, la teoría de la comunicación y otras disciplinas afines, se quiere abordar
la incidencia de las TIC en la brecha cultural que existe entre padres e hijos, maestros
y alumnos; un conflicto generacional que debe abordarse, necesariamente, en el
marco de un nuevo paradigma cultural y dentro del proceso de profunda
transformación social. El Equipo del proyecto AUSTICA, dirigido por el doctor Jordi
Busquet (Universitat Ramón Llull – Facultad de Comunicación Blanquerna) está
formado por Daniel Aranda (UOC), José Antonio Gabelas (UOC), Silvia Morón
(URL), Sue Arán (URL), Alejandro Perales (URJC), Pedro Reinares (URJC), Alfons
Medina (URL), Rosa Auriá Munté (URL), Manuel Garrido (Universidad de Sevilla),
Laura Ruano (URL-UOC), Sonia Ballano (URL), Ismael Perecaula (URL) y Ana
Cinthya Uribe (URL).
1
En los últimos años hemos realizado un análisis documental
exhaustivo que recoge el estado de la cuestión sobre la noción de
brecha digital y la distancia generacional que se da en los usos y
apropiaciones de jóvenes y adultos. Este análisis de la bibliografía
de referencia, juntamente con nuestra elaboración del marco teórico,
se completó con la elaboración de un amplio trabajo de campo a
partir de entrevistas exploratorias a profesionales de los diferentes
ámbitos implicados y grupos de discusión con padres, profesores y
alumnos de secundaria de cinco ciudades españolas: Barcelona,
Madrid, Santiago de Compostela, Zaragoza y Sevilla.
Nuestra propuesta de comunicación pretende, además de recoger
las conclusiones provisionales de nuestro proyecto, abrir un amplio
debate sobre algunos de los temas que se plantean, y que hemos
trabajado en profundidad en el simposio “¿Brecha digital? Entornos
mediáticos mutantes y distancias generacionales en la escuela y el
hogar”.2 Algunos aspectos que se desarrollarán en profundidad en
la comunicación tratarán de mostrar cómo existen diferentes
brechas digitales, que tienen menos que ver con el dominio
instrumental o tecnológico y mucho más con la distancia
generacional que se produce en las manera de apropiarse de la
tecnología. Asimismo, se ejemplificarán dichas distancias en el
entorno familiar y escolar, ofreciendo una visión panorámica que
nos permita descubrir algunas visiones tópicas o prejuicios, algunos
malentendidos y finalmente potenciales puntos de conexión entre
las realidades que representan padres, alumnos y profesores, y que
en ocasiones se nos muestran muy distantes unas de otras: ¿En
2. I Simposio grupo CONINCOM “¿Brecha digital? Entornos mediáticos mutantes y
distancias generacionales en la escuela y el hogar”. Barcelona. Facultat de
Comunicació Blanquerna, 9 de noviembre de 2012.
2
qué consiste la supuesta distancia entre padres e hijos en la
comprensión y usos de las redes sociales? ¿Por qué existe una
aversión desde el sistema educativo a todo lo que tiene que ver con
la apropiación juvenil de la tecnología? ¿Por qué los jóvenes (y
adultos) confunden el uso con el dominio? ¿Por qué se da una
percepción ingenua de los riesgos asociados al uso de las redes
sociales?
En
definitiva
analizaremos
los
encuentros
y
desencuentros que se dan entre jóvenes y adultos en el uso y
apropiación de las tecnologías de la información y la comunicación.
Introducción
Vivimos en tiempo de crisis, un mundo desbocado lo llamó Giddens
hace unos años (Giddens, 2000), en un mundo en pleno proceso de
cambio y transformación. Crisis económica, crisis política, crisis
social y crisis cultural. No hace falta caer en posiciones
maximalistas o apocalípticas, pero podemos decir que estamos
asistiendo, probablemente, a un cambio de paradigma cultural y
comunicacional en el que la revolución digital juega un papel
relevante. Castells lo ha denominado de manera muy acertada la
sociedad red. (Castells, 2003, 2006)
Algunos autores hablan, incluso, de un proceso de “inversión
cultural”. Y es que la aceleración de los ritmos de vida tiene
profundas implicaciones culturales y una gran repercusión en el
mundo escolar y en el ámbito doméstico. En los últimos lustros
hemos asistido a una cierta crisis de los modelos sociales y
educacionales y a una situación de desconcierto por parte de
muchos adultos. Vivimos una situación insólita y paradójica en la
3
cual a menudo se invierten los términos de cualquier proceso
educativo convencional, donde se supone que los adultos explican
a los jóvenes cómo se deben usar las nuevas herramientas.
Nos enfrentamos, por tanto, a la alteración de uno de los supuestos
básicos de todo proceso educativo: la transmisión de conocimientos,
hábitos y pautas de comportamiento de los adultos a los más
pequeños. Esta lógica ha permitido una cierta estabilidad social y
una continuidad histórica de las formas culturales a través de los
siglos. No obstante, a partir de la segunda mitad del siglo XX
observamos que, en ciertas circunstancias, se da una inversión de
estos principios ancestrales. Por ejemplo, con la irrupción de las
culturas juveniles de los años sesenta y setenta, los jóvenes se
rebelan contra los modeles culturales recibidos, se emancipan de
los modelos culturales heredados y elaboran sus propias formas en
contraposición a los valores de su familia más directa. Tal vez este
hecho, que manifiesta una notable ‘brecha cultural’ generacional,
puede considerarse uno de los precedentes de la actualmente
denominada ‘brecha digital’.
Las culturas juveniles, las tic’s y el ocio
Pero hay que analizar con calma y observar que hasta el momento
se había analizado una supuesta brecha digital en función de las
competencias y usos que cada colectivo hacía de las tecnologías de
la información y la comunicación; y en cambio, se había dado poca
importancia a las diferencias que implicaban las más constantes
diferencias generacionales, que se habían dado con anterioridad,
pero que en la actualidad toman unas características muy basadas
en el uso relacional de las tic’s.
4
La juventud, tradicionalmente, había sido concebida como una
especie de «sala de espera» para acceder al mundo de los adultos.
El joven, en principio, se prepara para el futuro - su identidad era
concebida como una "identidad de proyecto". En los últimos tiempos,
sin embargo, la juventud ha dejado de ser entendida como una
«sala de espera» para convertirse en una «sala de estar» (Griera;
Urgell, 2002). La juventud, pues, ya no es sólo esta fase intermedia
entre niñez y adultez, al contrario, se ha llenado de significados y
prácticas sociales específicas, que la dotan de una identidad propia
(Merino, 2010: 38 - 39). Asimismo la juventud es un referente, un
modelo a seguir para todos los grupos de edad.
Asimismo, el ocio se ha convertido en una instancia privilegiada y
cargada de significado dentro de la experiencia vital de los
individuos. El ocio ha pasado a ser considerado un tiempo
protagonizado por los mismos jóvenes y cargado de significación
propia, desvinculado del tiempo de trabajo y del tiempo de estudio.
El ocio es aprehendido como el tiempo privado por excelencia, y
percibido como tiempo propio, sin ningún tipo de control adulto. Se
trata de un tiempo (des)normativizado y opuesto al de las
«obligaciones» sociales que marca la familia o la escuela (Cardús;
Estruch, 1984). Así pues, en las últimas décadas el consumo ha
ganado importancia y significación respecto al trabajo, lo que ha
favorecido el nacimiento de una mentalidad radicalmente nueva con
respecto a la manera como los individuos entienden la relación
entre
el
ocio
y
el
trabajo.
En la mayor parte de sociedades desarrolladas los adolescentes
crean y recrean sus formas de identidad. Los jóvenes se dotan de
espacios y tiempos específicos en los que pueden ensayar y poner
a prueba sus identidades provisionales y prácticas propias.
5
Las culturas juveniles se configuran históricamente en los países
occidentales sobre todo durante los años cincuenta y sesenta, a
medida que se alarga la etapa juvenil. La cultura juvenil incorpora
unos rasgos específicos como, por ejemplo, un lenguaje propio
(jerga); unos estilos y gustos culturales (músicas); una indumentaria
o lenguaje corporal distintivo (moda, tatuajes, peinados, etc.).
El actual concepto sociológico-cultural de juventud debe incluir el
hecho de un sentimiento de pertenencia común de la juventud como
grupo de edad, con actitudes y pautas de comportamiento
determinadas y su propia idealización sociocultural como valor (el
joven como bien cultural sumamente valorado).
Diversos autores (Prensky, 2001; Tapscott, 1998; Castells, 2003,
2009; Livingstone, 2002, 2009) han hecho referencia al término
brecha digital para designar las diferencias existentes en el uso de
las TIC entre inmigrantes y nativos digitales (Millennials, Generación
Net, etc.). Los “nativos digitales” son aquellas generaciones que han
nacido en “un entorno digital” y entienden las TIC como “una hecho
natural”. Los nativos se diferencian de los “inmigrantes digitales”
que apenas saben usar estas herramientas (Prensky, 2001).
Como hemos comentado, el conflicto generacional no es un
fenómeno nuevo. Los adultos (siempre) han tenido la sensación de
que se les escapaban ciertos aspectos en la educación y formación
de los más pequeños. No obstante, la “brecha digital generacional”
comporta una situación atípica ya que los más pequeños tienen
aparentemente mayor conocimiento que los adultos que los rodean
sobre prácticas culturales digitales. Ante las transformaciones en el
espacio mediático y en el entorno educativo no es extraño que a
veces algunos adultos sientan, además, la tentación de “dimitir” de
su responsabilidad educativa o piensen que los jóvenes, debido a
6
su capacidad para apropiarse de estos nuevos instrumentos, no
necesitan de un acompañamiento adulto.
El objeto principal del proyecto AUSTICA ha sido desde un primer
momento analizar la distancia cultural que existe entre diferentes
generaciones; provocada, en parte, por el grado de conocimiento de
las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC); pero
cada vez más por las diferencias en los tipos de apropiación y uso.
De nuestros trabajos anteriores se desprende una importante
conclusión que deviene un punto de partida en la investigación
actual: Se debe partir de la competencia del niño o el joven y de su
capacidad para asumir un papel activo en su interacción con los
medios. Por tanto, no podemos hablar de pasividad en la recepción
o el consumo de los medios. Al contrario, nos encontramos frente a
niños y jóvenes con una notable ‘cultura mediática’ que les permite
dotar a los productos de una significación propia.3 Sin embargo,
debemos tener presente la necesidad de evitar ciertos tópicos o
mitos que a menudo sirven como punto de partida para analizar la
relación de los jóvenes con la tecnología, ya sea desde
perspectivas ciberoptimistas o, por el contrario, ciberpesimistas.
Análisis de la juventud como categoría de análisis sin etiquetajes
Nuestro estudio se basa en la situación en España en los últimos
tres años y focaliza su interés en la “brecha digital generacional”,
3 Consultar: BUSQUET, J.; ARAN, S; BARATA, F.; MEDINA, P., MORÓN, S. Infància, violència i televisió. Usos televisius i
percepció infantil de la violència a la televisió. (En línea) Barcelona: CAC, 2002. <www.cac.cat> (Consulta realizada el 6 de
diciembre de 2007.
7
especialmente en la distancia cultural existente entre los llamados
“nativos” e “inmigrantes” digitales. Sin embargo, consideramos
imprescindible evitar ciertos tópicos y partir de una premisa
fundamental: el concepto de joven, como el concepto de niño, es un
constructo social y, por consiguiente, no está biológicamente
determinado
sino
socialmente
construido.
Por
consiguiente,
consideramos necesario ser muy cautelosos con conceptos que han
cobrado un amplio protagonismo en la investigación relativa al tema
que nos ocupa (nativos digitales, generación red, generación
Einstein…). Dichas nociones conllevan un cierto peligro de
etiquetaje de los jóvenes y, a su vez, de estigmatización social (en
algunos casos de los jóvenes; en otras ocasiones, de los adultos).
Javier Elzo, en El silencio de los adolescentes (2000), afirma que no
existe ni la juventud ni la adolescencia como una categoría uniforme
de análisis. El hecho de que persistan ciertos mitos sobre la
“juventud” pone de manifiesto que esta es percibida como un grupo
social autónomo con una entidad independiente. La adolescencia es
una etapa importante de la vida de las personas, que se caracteriza
por su carácter provisional y transitorio. Podríamos decir que es un
interregno entre la infancia y el mundo de los adultos. La idea de
juventud es relativa y cambia según el contexto cultural. Como
destaca Carles Feixa, la duración de este periodo y su intensidad
han variado substancialmente en el tiempo y en el espacio:
“Entendida como la fase de la vida individual comprendida entre la
pubertad fisiológica (una condición «natural») y el reconocimiento
del estatus adulto (una condición «cultural»), la juventud ha sido
vista como una condición universal, una fase del desarrollo
8
universal humano que se encontraría en todas las sociedades y
todos los momentos históricos” (Feixa, 1998: 16).
En un contexto social sometido a convulsas transformaciones, es
imprescindible llevar a cabo un esfuerzo de aproximación y
comprensión de la juventud. Sólo así es posible tender a una
conciliación de los diversos discursos en torno a los media; puesto
que, como recuerda Castells “Hay claramente una cultura joven
emergente, en la que los usos lúdicos, exploratorios y de
sociabilidad son más importantes que los usos instrumentales. (...)
Así pues, los jóvenes utilizan Internet sobre todo para lo que les
motiva personalmente: su sociabilidad, sus intereses personales y
sus preferencias relacionadas con en el ocio. Los de mediana edad
a menudo se interesan más por la información general y la
utilización de los instrumentos para introducir mejoras en su entorno
laboral y profesional.” (Castells, 2007: 112).
Las dos brechas
El término brecha digital se ha convertido en un objeto de estudio
recurrente
en
el
ámbito
de
las
ciencias
sociales.
Las
interpretaciones y definiciones que se han realizado alrededor de
este término han sido múltiples y tienen algunos antecedentes.
Durante la década de los setenta se hablaba ya de una fractura del
conocimiento (knowledge divide), según la cual cada nuevo medio
informativo incrementaba la división entre los “ricos” y los “pobres”
en información (Tichenor, Donohue y Olien, 1970). En contra de la
opinión generalizada que tiende a magnificar el poder de la
tecnología y a mitificar sus efectos beneficiosos, estos autores
sostenían ya entonces que una sociedad más compleja y rica en
9
oportunidades
tendería
a
acentuar
las
diferencias
y
las
desigualdades. Así, a mediados de los noventa, el término "brecha
digital" (digital divide) empezó a ser utilizado a los Estados Unidos
en referencia a las desigualdades sociales surgidas a medida que
se desarrollaba el uso de los ordenadores y de Internet. En un
primer momento se entendía la brecha digital como la distancia
provocada, con el advenimiento de la denominada “Sociedad de la
información”, entre los individuos que tenían acceso a las TICs y los
que no lo tenían. En una primera fase, por tanto, la palabra “acceso”
es presente en casi todas las definiciones de Brecha Digital. Cuanto
más se populariza el concepto de Sociedad de la Información, más
conciencia se adquiere de los mecanismos de inclusión y exclusión
que activan estas nuevas formas de estructuras sociocomunicativas.
La segunda brecha digital no responde tanto a las condiciones de
acceso sino, principalmente a la calidad y matices que se hacen
patentes en las apropiaciones y usos. En este punto, la segunda
brecha digital tiene un componente marcadamente generacional y
comporta una cuestión de alfabetización (digital literacy) relacionada
con la capacidad de apropiación y domesticación de la tecnología.
En este punto, nuestra investigación afronta una realidad que aún
hoy resulta francamente paradójica. Mientras la educación formal
obligatoria sigue estando caracterizada por una comprensión
tradicional del concepto de alfabetización, los “nuevos alfabetismos”,
aquellos que potencian habilidades y competencias propias del siglo
XXI, se ejercitan en las prácticas culturales digitales que los jóvenes
llevan a cabo en sus contextos de ocio y, por consiguiente, en
entornos de naturaleza informal
(Lanksehar y Knobel, 2008;
Jenkins, 2008) en los que el aprendizaje es a menudo fruto de la
10
colaboración y cooperación entre iguales, y en el que la cultura
juvenil se convierte en una cultura de la virtualidad real (Castells,
2009). Así, mientras los adultos generalmente separan lo digital de
lo analógico, es decir, lo virtual de lo presencial, para los jóvenes,
todo forma parte de una única dimensión: la realidad. De manera
que, a menudo, los adultos no sabemos muy bien cómo manejarnos
en las redes sociales virtuales, mientras que los jóvenes se
impacientan ante las dificultades, retos y miedos que estas redes
plantean a sus profesores y familiares adultos.
Los resultados preliminares del estudio
Los resultados que expondremos seguidamente se han obtenido,
sobre todo, a partir de la realización de grupos de discusión con
jóvenes y adultos. Dichos grupos de discusión fueron llevados a
cabo entre octubre de 2011 y marzo de 2012 en cinco ciudades del
estado español (Santiago de Compostela, Sevilla, Zaragoza, Madrid
y Barcelona). Participaron en ellos un total de 120 jóvenes y 60
adultos (padres, madres y profesores), ofreciéndonos una visión
amplia del fenómeno en una parte importante del territorio español.
Nuestra apuesta metodológica por los grupos de discusión se debe
a la relevancia otorgada por la red de investigación ConInCom a la
investigación cualitativa, que nos permite dar la voz a los adultos y
también a los adolescentes. Así, los grupos de discusión devienen
un entorno propicio para la obtención de matices cualitativos con
respecto a algunos de los principales interrogantes relacionados
con
las
brechas
comunicativas
y
las
generacionales en la escuela y en el hogar.
11
distancias
culturales
Nativos versus inmigrantes: De los grupos de discusión llevados
a cabo se desprende que la capacidad de aprendizaje de las
nuevas generaciones es notable sobre todo desde el punto de vista
instrumental. Los jóvenes y adolescentes demuestran una mayor
habilidad instrumental que destreza informacional. El uso real de las
TRIC depende de las necesidades psicológicas y culturales de los
adolescentes. Este uso y apropiación se producen de manera
primordial durante el tiempo libre. Este aprendizaje juvenil,
generalmente
de
carácter
autodidacta,
esta
orientado
preferentemente a la sociabilidad, la relación y la identidad en
contextos de ocio.
No debemos mitificar o sobrevalorar la capacidad y la inteligencia
de las nuevas generaciones. Tampoco infravalorar la capacidad de
los adultos. Los chicos y chicas no tienen un don especial (no han
nacido enseñados), sencillamente han crecido en un entorno digital
en que se familiarizan pronto con el uso de ciertas tecnologías. A su
vez, cabe tener presente que las competencias tecnológicas
dependen fundamentalmente del entorno familiar y del capital
cultural y educativo.
Desencuentros generacionales: Los conflictos y desencuentros
entre padres e hijos o maestros y alumnos no tienen generalmente
una relación directa con el uso o el conocimiento tecnológico, sino
que dependen de distintos factores vinculados al ciclo vital, al nivel
socioecómico y al estilo de vida de la familia o el desajuste
generacional existente entre adultos y jóvenes. Es cierto que ciertos
conflictos tiene que ver con distintas formas de uso y apropiación de
las TIC, pero las causas profundas de dichos conflictos no
dependen exclusivamente del factor tecnológico.
12
Desencuentros
educacionales:
Los
jóvenes
perciben
las
enseñanzas formales de las TIC que imparten los centros de
estudio como un mero aprendizaje instrumental que les aporta muy
poco. Tienen la impresión de que sus propios saberes (de origen no
formal e informal) superan los contenidos impartidos por parte de
los centros educativos. Los jóvenes se muestran más o menos
condescendientes con la falta de pericia de sus familiares (y les
“perdonan las vida”), pero son particularmente críticos con la
“incompetencia digital” de algunos de sus maestros. Esto es
importante ya que contribuye a erosionar la legitimidad de la
institución escolar y debilita, sin duda, la autoridad del maestro.
Existe, por tanto, un choque de legitimidades entre la “cultura
escolar” y la “cultura popular digital” de los jóvenes. Mientras los
chicos y las chicas expresan una cierta desazón por la falta de
interés de los centros escolares en la cultura digital a la que ellos
acceden a través de Internet y de las redes sociales, se observa,
por parte del cuerpo docente, cierta descalificación por las formas
de relación y participación cultural on line que realizan los jóvenes.
Los maestros y maestras perciben a los jóvenes como hábiles en el
dominio instrumental, pero poco críticos en la discriminación de
fuentes de información y poco cuidadosos en el uso de la
información de Internet para fines educativos (se denuncia a
menudo el recurso del corta y pega). La resolución de este conflicto
es un reto fundamental para la escuela del siglo XXI y pone de
manifiesto, en definitiva, la necesidad de no obviar el necesario
acompañamiento que
los
jóvenes
requieren
(y
a
menudo
demandan) de los adultos, tanto en la escuela como en el hogar.
El factor relacional del uso tecnológico juvenil: Para los jóvenes
13
las redes sociales son un espacio de relación y socialización vital y
necesario donde aprenden habilidades, destrezas y saberes
básicos
necesarios
para
desarrollarse
como
ser
humano
competente: conocerse, presentarse, “construir” la identidad,
compartir
gustos
o
aficiones.
Las
redes
sociales
son
conceptualizadas, por tanto, como espacios de convivencia
cotidiana. Mientras que para los adultos las nuevas tecnologías y
los espacios sociales online son un “mundo aparte”, para los
jóvenes estos espacios conforman una parte más de su realidad.
Para ellos, no existe una vida real y una vida virtual. Las dos
dimensiones de la realidad se han fundido en una para desconcierto
de los adultos, que no siempre están en condiciones de guiarles, ni
saben cómo acompañarles en este camino.
Demanda de acompañamiento adulto y escasa percepción del
riesgo: Los jóvenes lamentan la falta de informaciones claras y
contundentes sobre el tema de la seguridad y el uso general y
seguro de las redes sociales, y cuestionan a partir de esta falta de
información los contenidos académicos que reciben. En este punto,
se detecta una percepción ingenua y limitada sobre el tipo de
riesgos derivados de un mal uso de los espacios virtuales de ocio y
sociabilidad. En general, los jóvenes desconocen los riesgos
vinculados con la propia imagen, la reputación, la integridad y la
identidad, vinculados a la perdurabilidad de las fotografías y de los
datos que comparten en la red.
Conclusiones
Las resultados preliminares de este estudio nos permiten afirmar
que esta brecha digital generacional existe y en algunos casos se
14
incrementa continuamente. Sin embargo, también nos permite
reconocer que los conceptos mismos de brecha digital y de TIC
(tecnologías de la información y la comunicación) a menudo se
aplican de forma superficial y simplista y quizá deberían revisarse y
reformularse para ser más fieles a una realidad compleja y dinámica.
Por tanto, consideramos oportuno llevar a cabo dos importantes
matizaciones: en primer lugar, que la noción de TIC no recoge en su
totalidad las transformaciones que vienen sucediendose a partir del
desarrollo tecnológico. Así, a su impacto sobre la gestión de la
información y la comunicación, debería sumarse un tercer elemento:
el que se desprende de su incidencia en los contextos de relación.
Por ello, más que de TIC, se propone hacer referencia a las TRIC
(Tecnologías de la Información, la Comunicación y la Relación)
(Gabelas, 2012). En segundo lugar, de la investigación llevada a
cabo se desprende que no existe una sola brecha digital. Existen
distintos tipos de brechas digitales; y estas brechas digitales, lejos
de
mantenerse
inmóbiles,
evolucionan
en
el
tiempo.
Nos
enfrentamos, por tanto, a entornos mediáticos mutantes, pero
también
a
distancias
culturales
(y
digitales)
en
constante
transformación.
A su vez, desde la investigación en comunicación, debemos evitar
proyectar nuestra mirada sesgada sobre las nuevas generaciones.
Lejos de basarnos en sospechas e intuciones, disponemos de
instrumentos de investigación cuantitativos o cualitativos que nos
permiten acercarnos a sus experiencias y vivencias y contrastarlas
con las voces adultas, tanto en el entorno familiar como en el
escolar.
Se detecta, a menudo, un discurso muy extendido sobre los peligros
que comporta el uso de las TIC especialmente por parte de los
15
jóvenes y adolescentes. Se habla de problemas de acoso, acecho a
la intimidad, pornografía. También se habla de adicción a los
videojuegos o de dependencia a las redes sociales, etc. Y, si bien
es cierto que la aproximación a las TIC requiere de una actitud
sensible y responsable ante estos nuevos riesgos, debemos evitar
los extremos tecnofóbicos y apostar por una normalización de los
procesos de apropiación y uso. Se trata de una actividad cotidiana
que, como cualquier otra, conlleva riesgos y requiere asumir
responsabilidades. En este punto, el acceso a las redes –como se
constata en nuestro trabajo- tiene una clara dimensión socializadora
y lúdica; y no podemos continuar negando el potencial didáctico del
juego y el valor socializador que puedan tener las TRIC.
Se recomiendan, por tanto, actitudes más abiertas y comprensivas
por parte de los adultos. Los adultos deben estas dispuestos a
colaborar y acompañar a los jóvenes tanto en el contexto familiar
como escolar. Si bien es cierto que los jóvenes demuestran (y
además reconocen) una cierta habilidad para llevar a cabo una
primera aproximación instrumental de carácter intuitiva frente a
cualquier dispositivo tecnológico, también es cierto (y en muchos
casos son conscientes) de
lo positivo de contar con el
acompañamiento y asesoramiento adulto, sobre todo en lo relativo a
un uso seguro de las redes sociales.
De la investigación llevada a cabo se desprende la existencia de
múltiples factores que inciden en la brecha digital: el género, la
generación, el nivel cultural y educativo, etc. En nuestro estudio se
focaliza el interés en la brecha digital generacional, que también
tiene múltiples dimensiones entre las que hemos destacado las
distancias (culturales) notables entre los adultos, entre los adultos y
los jóvenes y entre los propios jóvenes.
16
En nuestro estudio hablamos de una primera brecha digital
relacionada con el acceso y una segunda brecha relacionada con el
uso de las tecnologías de la relación, la información y la
comunicación (TRIC). Usamos el acrónimo TRIC en sustitución de
TIC ya que al estudiar el uso social de las nuevas tecnologías nos
parece imprescindible centrar la atención en la dimensión relacional.
La investigación llevada a cabo nos permite constatar que la brecha
digital tiene un carácter móvil ya que cambia en el espacio y en el
tiempo. La propia noción de brecha digital ha ido cambiando con el
tiempo; igual que cambian las condiciones de acceso y uso de las
TIC. Como se pone de manifiesto en distintos estudios se anticipa la
edad de iniciación que podíamos situar a finales de 2012 entorno a
los siete años. Muchos de los preadolescentes que participaron en
nuestro estudio explican que se integraron a las redes sociales
antes de la edad mínima indicada y con el consentimiento y
acompañamiento adulto.
En este punto, esperemos que los resultados que empiezan a
materializarse a partir de la investigación llevada a cabo permita
abrir la puerta a nuevas líneas de investigación sobre las nuevas
formas de convivencia y educación, donde los medios, la tecnología
y las redes no son sólo instrumentos que hay que aprender a utilizar,
sino entornos de convivencia que es necesario comprender a un
nivel más vivencial.
BIBLIOGRAFÍA
ARANDA, D.; SÁNCHEZ-NAVARRO, J.; TABERNERO, C. (2009).
Jóvenes y ocio digital. Informe sobre el uso de herramientas
digitales por parte de adolescentes en España. Barcelona: Editorial
UOC.
17
BALLANO, S. (2010). El papel de los medios de comunicación y las
TIC en la Educación Formal. Aportaciones para la concreción de la
alfabetización mediàtica. Málaga: II Congreso Internacional AE-IC.
BUCKINGHAM, D. (2005). Educación en medios. Alfabetización,
aprendizaje y cultura contemporánea. Barcelona: Paidós.
BUSQUET, J.; ARAN, S; BARATA, F.; MEDINA, P., MORÓN, S.
Infància, violència i televisió. Usos televisius i percepció infantil de la
violència a la televisió. (En línea) Barcelona: CAC, 2002.
<www.cac.cat> (Consulta realizada el 20 de abril de 2013).
BUSQUET, J.; BALLANO, S.; MEDINA, A.; URIBE, C. (2012). La
dinámica de la Brecha digital entre Jóvenes, Padres y Profesores en
España. In García, A. (Ed.) Comunicación, Infancia y Juventud.
Situación e investigación en España. (pp. 39-55). Barcelona: UOC.
BUSQUET, J.; MEDINA, A. & SORT, J. (2006). La recerca en
comunicació. Què hem de saber? Quins passos hem de seguir?
Barcelona: UOC.
CARDÚS, S.; ESTRUCH, J. (1984). Les enquestes de la joventut de
Catalunya («Bells deliris fascinen la raó»). Barcelona: Generalitat de
Catalunya.
CASTELLS, M. (2003). L’era de la informació (economia,
societat i cultura). Volum 1: La societat xarxa. Barcelona:
UOC.
CASTELLS, M. (2006). La sociedad red: una visión global. Madrid:
Alianza.
CASTELLS, M. (2009). Comunicación y poder. Madrid: Alianza.
CASTELLS, M.; TUBELLA, I.; SANCHO, T.; ROCA, M. (2007). La
transición a la sociedad red. Barcelona: Ariel.
ELZO, J. (2000). El silencio de los adolescentes. Madrid: Temas de
Hoy. Bilbao: Fundación BBV.
FEIXA, C. (1998). De jóvenes, bandas y tribus. Barcelona: Ariel.
GABELAS, J. A.; MARTA, C.; ARANDA, D. (2012), Por qué las
TRIC y no las TIC. COMEIN, Nº9.
GIDDENS, A. (2000 b). Un mundo desbocado. Los efectos de la
globalización en nuestras vidas. Madrid: Taurus.
GRIERA, M.M.; URGELL, F. (2002). Consumiendo religión. Nuevas
formas de espi-ritualidad entre la población juvenil. Barcelona:
Fundació La Caixa.
18
JENKINS, H.; CLINTON, K.; PURUSHOTMA, R.; ROBISON, A. &
WEIGEL, M. (2008). Confronting the challenges of Participatory
Culture: Media Education for the 21st Century. Chicago: The
MacArthur Foundation.
LANKSHEAR, M., & KNOBEL, M. (2008). Nuevos alfabetismos. Su
práctica cotidiana y el aprendizaje en el aula. Madrid, Spain: Morata.
LIVINGSTONE, S. (2002). Young people and new media. Childhood
and the changing media environment. London: SAGE Publications.
LIVINGSTONE, S. (2009). Young People in the European Digital
Media. Lanscape. Sweden: International Clearinghouse on Children,
Youth and Media.
LIVINGSTONE, S., & BOVILL, M. (Eds.). (1999). Young people,
new media: Final report of the project “Children, young people and
the changing media environment.” An LSE Report. London, United
Kingdom: London School of Economics and Political Science.
MERINO, L. (2010): Nativos digitales: Una aproximación a la
socialización tecnológica de los jóvenes. Tesis doctoral. Universidad
del País Vasco.
PRENSKY, M. (2001). “Digital natives, digital immigrants”. On the
Horizon, 9(5). http://www.marcprensky.com/writing/prensky%20%20digital%20natives,%20digital% 20immigrants%20-%20part1.pdf
Proyecto INVIOTEL - “Infancia, violencia y televisión. Los espacios
informativos y los imaginarios de la violencia en los niños y
preadolescentes”. Ministerio de Educación y Ciencia. Plan Nacional
I+D+i 2006-2008.
Proyecto AUSTICA - “El uso de las TIC y la brecha digital entre
adultos y adolescentes. Encuentros y (des)encuentros en la escuela
y en el hogar” (Programa Nacional de ciencias sociales, económicas
y jurídicas. Plan Nacional I+D+i 2010-2012.
TAPSCOTT, D. (1998). Creciendo en un entorno digital: La
generación net. Bogotá, Colombia: McGraw-Hill.
TICHENOR, P. J., DONOHUE, G. A., & OLIEN C. N. (1970) Mass
media flow and differential growth in knowledge. Public Opinion
Quarterly, 34(2), 159–170.
19
Descargar