El impacto de la crisis sobre el sinhogarismo y su... inserción social Gorka Moreno Márquez

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El impacto de la crisis sobre el sinhogarismo y su efecto en los procesos de
inserción social
Gorka Moreno Márquez
[email protected]
Xabier Aierdi Urraza
[email protected]
Euskal Herriko Unibertsitatea
Universidad del País Vasco
RESUMEN:
A través de este trabajo se pretende profundizar en el impacto que está teniendo la crisis
económica y social sobre las personas sin hogar. Para ello, se presentan los resultados
de una investigación realizada en el territorio histórico de Bizkaia en el momento previo
a la crisis y su actualización en pleno periodo de recesión económica, destacando los
principales resultados en ambas en clave evolutiva.
Como consecuencia de la crisis se detecta un aumento del número de personas sin
hogar. Igualmente, y aunque se mantienen algunas características del colectivo, otras se
han modificado. Así, las dificultades de acceso al mercado laboral y el recorte en ciertas
prestaciones económicas están haciendo que la duración de los procesos de
incorporación social aumente. Este contexto está haciendo que la situación personal de
las personas sin hogar también empeore, sobre todo en aspectos como las patologías
mentales o los consumos. El colectivo inmigrante es el que más intensamente está
sufriendo este impacto.
Este escenario muestra la necesidad de reflexionar en torno a la atención a las personas
sin hogar, así como un cierto replanteamiento en el modo de intervenir de los
profesionales, sobre todo en un momento de crisis como el actual.
Palabras clave:
Sinhogarismo, crisis económica, exclusión social, intervención social.
1. INTRODUCCIÓN
España está siendo uno de los países que está sufriendo en mayor medida el impacto de
la crisis. Los efectos de ésta se están dando en ámbitos como el de la exclusión social y
la pobreza, con un aumento de éstos en los últimos años. El sinhogarismo, como
categoría extrema de la exclusión social, no es ninguna excepción y también está
padeciendo los envites de la crisis económica.
A través de este artículo va a analizarse el impacto de esta crisis sobre las personas sin
hogar en el territorio histórico de Bizkaia. Para ello, van a presentarse los principales
resultados de un estudio previo a la crisis y de su actualización en un momento posterior
de fuerte recesión económica, destacando así un análisis longitudinal del fenómeno y
resaltando las continuidades y los cambios que se dan dentro del colectivo y sus
necesidades1.
Con, respecto a la metodología hay que destacar que se ha primado por una
aproximación de corte cualitativo y longitudinal. El primero de los estudios se realizó a
principios del 2008 y se realizaron 17 entrevistas en profundidad a personas expertas en
la materia, 33 entrevistas semi-estructuradas a personas sin hogar y dos grupos de
discusión. Asimismo, se realizó un cuestionario a personas sin hogar, que fue
respondido por 200 personas. La segunda investigación realizada a mediados del año
2012 ha tenido como objetivo actualizar las principales conclusiones de la investigación
anterior, para así ver y profundizar en el impacto de la crisis. En esta investigación se
han realizado 13 entrevistas en profundidad a personas expertas y dos grupos de
discusión.
En concreto, van a destacarse tres aspectos: la cuantificación y caracterización del
colectivo, las necesidades de éste y la respuesta institucional al fenómeno. Con respecto
a la estructura de este trabajo, en un primer apartado se va a realizar una breve revisión
bibliográfica sobre los contenidos y conceptos más relevantes del sinhogarismo en
1
Ambos estudios han sido financiados por el Departamento de Acción Social de la Diputación Foral de
Bizkaia y elaborados por un equipo de investigación del Departamento de Sociología y Trabajo Social de
la Universidad del País Vasco.
general y del estudio del mismo en España, haciendo hincapié en los trabajos más
relevantes y en la medición del fenómeno.
Posteriormente, se presentan los principales resultados de las dos investigaciones ya
mencionadas. En un primer momento, se enunciarán los principales aspectos
relacionados con el periodo previo a la crisis, como la cuantificación o caracterización
del colectivo, las necesidades de éste o la atención que se estaba dando en ese momento.
A continuación el artículo se centrará en el impacto de la crisis y en los cambios que
ésta ha supuesto en el fenómeno del sinhogarismo. Se analizarán estas modificaciones
en clave comparativa, para así resaltar tanto las continuidades como, y sobre todo, las
rupturas que se pueden detectar con respecto al momento anterior.
Para finalizar, se hará un breve resumen con las principales conclusiones de los
resultados. A su vez, se va a reflexionar sobre las consecuencias de la crisis en un
colectivo como éste y en las perspectivas de futuro que pueden vislumbrarse en la
actualidad de cara al corto y medio plazo, incidiendo en la necesidad de replantear y
reconsiderar muchos aspectos relacionados con la intervención social y la atención a las
personas sin hogar.
2. EL ESTUDIO DEL SINHOGARISMO
El sinhogarismo es quizás la situación más extrema dentro de la exclusión social y un
fenómeno al que cada vez se le ha dado cada vez más relevancia dentro de las ciencias
sociales. En los países anglosajones y sobre todo Estados Unidos el sinhogarismo se
viene estudiando desde hace ya algunas décadas y ha tenido un mayor desarrollo
académico (Meanwell, 2012). Así, mientras que en este país su estudio toma fuerza a
partir de finales de los 80 (Rossi, 1989), no es hasta finales de los 90 cuando se
desarrolla en el ámbito europeo (Toro, 2007).
Dentro del estudio del sinhogarismo en Europa es destacable la labor que viene
haciendo desde el año 1989 FEANTSA2 –European Federation of National
2
Esta federación trabaja en el ámbito europeo con el objetivo de influir en las políticas públicas de la
Unión Europea y también fomentar la coordinación entre las entidades que la conforman. De igual forma,
elabora informes e investigaciones en el ámbito del sinhogarismo y pública diferentes materiales
relacionados con la temática. Para profundizar ir a. www.feantsa.org
Organisations working with the Homeless-, una organización no gubernamental que
agrupa a entidades y organizaciones sociales que trabajan en el ámbito del
sinhogarismo. En este sentido, aprovechando la celebración del Año Europeo de Lucha
contra la Pobreza y la Exclusión social -2010-, esta federación puso en marcha una
campaña para erradicar el sinhogarismo de la calle –la situación más extrema de este
fenómeno- para el año 2015. Fruto de la misma, el Parlamento Europeo realizó una
declaración institucional en esta misma línea que ha devenido en un reciente dictamen
comunitario sobre la materia en el que se recogen varias recomendaciones para hacer
frente a este problema, como por ejemplo el reforzamiento de las políticas de vivienda,
la necesidad de una mayor dotación económica para este ámbito o la necesidad de poner
en marcha una Agencia Europa para las Personas sin Hogar.
Pasando a la delimitación conceptual es destacable que es difícil encontrar una
definición unívoca y compartida en todo los países e investigaciones (Busch-Geertsema,
2010). Este hecho hace que el estudio del fenómeno y las comparaciones entre países
sean frecuentemente difíciles de realizar (Edgar y Doherty, 2010).
En todo caso, la definición más utilizada a nivel europeo es la que FEANTSA denominó
hace unos años como ETHOS y que incluye una serie de categorías y situaciones de
diferente intensidad dentro del sinhogarismo. En concreto, establece cuatro categorías –
roofless, houseless, insecure housing e inadequate housing- y dentro de ellas clasifica
diferentes situaciones habitacionales hasta un total de trece, que muestran una gradación
y que van desde la situación más extrema, que sería vivir en la calle, hasta otras más
moderadas como vivir en viviendas en malas condiciones o masificadas (Edgar y Meert,
2005).
Tabla 1. Tipología ETHOS de personas sin hogar y exclusión residencial.
A. SIN TECHO (ROOFLESS)
1. Vivir en un espacio público (sin domicilio)
2. Pernoctar en un albergue y/o forzado a pasar el resto del día en un espacio
público
B. SIN VIVIENDA (HOUSELESS)
3. Estancia en centros de servicios o refugios (hostales para sin techo que
permiten diferentes modelos de estancia)
4. Vivir en refugios para mujeres
5. Vivir en alojamientos temporales reservados a los inmigrantes y a los
demandantes de asilo
6. Vivir en instituciones: prisiones, centros de atención sanitario, hospitales
sin tener donde ir, etc.
7. Vivir en alojamientos de apoyo (sin contrato de arrendamiento)
C. VIVIENDA INSEGURA (INSECURE HOUSING)
8. Vivir en una vivienda sin título legal (vivir temporalmente con familiares o
amigos de forma involuntaria, vivir en una vivienda sin contrato de
arrendamiento –se excluyen los ocupas-, etc.)
9. Notificación legal de abandono de la vivienda
10. Vivir bajo la amenaza de violencia por parte de la familia o de la pareja
D. VIVIENDA INADECUADA
11. Vivir en una estructura temporal o chabola
12. Vivir en una vivienda no apropiada según la legislación estatal
13. Vivir en una vivienda masificada
Fuente: FEANTSA.
Con respecto al tipo de investigaciones muchas de ellas se centran en aspectos
relacionados con la caracterización y la cuantificación del colectivo, destacando
aspectos como los perfiles o los rasgos del colectivo. Gran parte de estos trabajos se
desarrollan a través de estudios y metodologías de corte cuantitativo, sobre todo de
encuestas, pero también se ha recurrido a otro tipo de fuentes como los registros o los
recuentos callejeros en grandes ciudades.
La cuantificación del colectivo ha sido y es un elemento de estudio importante que ha
suscitado ciertas dificultades asociadas a las características del colectivo y a la
definición del mismo (Avramov, 2002; Busch-Geertsema, 2010; Williams, 2011). A
nivel europeo, por ejemplo, dependiendo del país existen diferentes definiciones y
metodologías (FEANTSA, 2012b). Avramov (1996) estimaba que para el año 1996 en
torno a 2,7 millones de personas se encontraban en situación de sinhogarismo en la UE15. En Estados Unidos y con datos más recientes, la cifra se sitúa en los 645.000 (Byrne
et alt., 2012). Sin embargo hay que destacar, como ya se ha apuntado anteriormente, que
la definición del colectivo condiciona como en otros muchos temas la cifra que se
ofrece.
Para finalizar con este repaso general al estudio del sinhogarismo es resaltable que entre
las características o los colectivos que mayor atención muestran dentro del tema se
sitúan algunos como los jóvenes sin hogar (Quilgars, 2010) o las mujeres sin hogar
(Pippert, 2007). En los últimos años también ha tomado relevancia el análisis de un
colectivo como el de las personas (in-)migrantes tanto a nivel europeo (Helvie y
Bramley, 2012) como español (Bosch, 2010). De hecho, se estima que este colectivo es
uno de los que más intensamente está sufriendo el impacto de la crisis (FEANTSA,
2011; FEANTSA, 2012b).
Dejando a un lado el ámbito internacional y centrándonos en el español, el
sinhogarismo viene estudiándose sobre todo desde mediados y finales de los 90 (Múñoz
y Vázquez, 1999; Cabrera, 2004; Cabrera et alt., 2008). Entre los estudios realizados
cabe destacar las diferentes encuestas y trabajos de corte cuantitativo que se han
elaborado y que en su mayoría destacan la prevalencia de los hombres, la relativa
juventud del colectivo o el paulatino incremento de las personas sin hogar de origen
extranjero (Muñoz et alt., 1995).
Desde organismos estadísticos oficiales también se realizan encuestas de este tipo. Así,
el INE (Instituto Nacional de Estadística) dispone de una Encuesta a Personas Sin
Hogar. Según los datos del cuestionario a personas sin hogar -2005-, en España había
unas 22.000 personas sin hogar que acudían a algún tipo de recurso (INE, 2005).
Recientemente se ha presentado el avance de datos de esta misma encuesta en su
edición de 2012. Entre los primeros datos es destacable que el número de personas sin
hogar para el conjunto de España se sitúa en 22.938, un 4,5% más que en el año 2005,
aunque la definición que se hace del colectivo es amplia e incluye por ejemplo centros
de internamiento o centros de acogida para mujeres. De igual forma, hay que destacar
que no incluye a aquellas personas sin hogar que no acuden a ningún recurso social.
Para el caso del País Vasco, la región en la que se centra el estudio de caso de este
artículo, dicho incremento es del 14,5% con respecto al 2005.
A la par de las encuestas y sobre todo en los últimos años, en España también ha
tomado relevancia el estudio del sinhogarimo a través de recuentos callejeros en grandes
ciudades. Esta técnica que se viene llevando a cabo en países como Austria, Bélgica,
Inglaterra, Alemania, Hungría Irlanda, Holanda o Portugal (Busch-Geertsema, 2010),
también se está desarrollando en ciudades españolas como Madrid (Cabrera, 2006),
Barcelona (Cabrera et alt., 2008) o Bilbao (Ayuntamiento de Bilbao, 2011).
3. LAS PERSONAS SIN HOGAR ANTES Y DURANTE LA CRISIS
3.1. El sinhogarismo antes de la crisis
En el momento previo a la crisis económica se estimaba que en el territorio histórico de
Bizkaia –provincia perteneciente a la región del País Vasco- había en torno a unas 250260 personas que pernoctaban en algún recurso habilitado para personas sin hogar o en
la calle. Como ya se ha apuntado la definición del colectivo es determinante en la
cuantificación y en este caso se optó por una definición restrictiva y que tan sólo recoge
las categorías más bajas de la clasificación ETHOS, el de aquellas personas que
duermen en la calle y las que recurren a algún recurso de pernoctación.
Con respecto a las principales características del colectivo es destacable que la inmensa
mayoría de las personas sin hogar es masculina, un 91,5% frente al 8,5% de mujeres.
Estas cifras concuerdan con otros estudios realizados en este ámbito a nivel español. A
nivel europeo puede destacarse que aunque todavía siguen siendo mayoría, cada vez hay
más mujeres dentro del colectivo. Por citar un ejemplo, en Francia a finales de los 90 las
mujeres sin hogar suponían un 37% de las personas menores de 25 años (Meert et alt.,
2005: 12). La edad media se sitúa en los 36 años, un 30% tiene menos de 30 años, un
31% entre 30 y 39 años y los mayores de 40 años suponen el 39%. Como puede
observarse es una población bastante joven y más del 60% tiene menos de 40 años.
Otro dato a destacar es que, aunque por escasa diferencia, son mayoría las personas con
nacionalidad extranjera, un 52,5% frente a un 47,5%, confirmándose así una pauta que
viene dándose en los últimos años en las principales ciudades españolas y que es el
aumento de la población inmigrante extranjera dentro de las personas sin hogar (INE,
2005), situándose en torno a la mitad de la población sin hogar en las ciudades
españolas más relevantes (Rodríguez, 2008). La mayoría de la población extranjera
procede del Magreb -59%-y dentro de éstos el mayor peso es el de la población de
origen marroquí, que supone el 44% del total de la población sin hogar extranjera. Es
destacable la juventud de la población sin hogar inmigrante, ya que un 45,7% tiene
menos de 30 años, frente al 12,6% de la población autóctona.
De cara a destacar perfiles o grupos dentro de este colectivo, es subrayable que
principalmente pueden diferenciarse dos grandes grupos:
 El primero coincide con el perfil tradicional de persona sin hogar compuesto por
el transeúnte y caracterizado por un importante deterioro de salud y por una serie
de problemáticas personales asociadas al consumo de drogas y alcohol o a
enfermedades mentales. En este caso, a la situación de exclusión residencial, se
une la tenencia de una serie de problemas de índole personal que acentúan la
exclusión social (Wolitski et alt., 2007; Ellen y O´Flaherty, 2010). Este perfil
está compuesto prácticamente en su totalidad por personas autóctonas.
 El segundo atiende a un perfil más novedoso en el que sobresale la juventud y el
buen estado de salud. Así, en este caso tan sólo se detectaba en la fase previa a la
crisis una situación de exclusión residencial, pero no de problemas de tipo
personal. Este segundo perfil coincide en gran parte con las personas sin hogar
extranjeras, sobre todo las más jóvenes y de origen magrebí.
La tabla que se presenta a continuación ilustra estos dos perfiles, de tal modo que las
personas con problemas personales –adicciones, enfermedades mentales, mal estado de
salud- entre la población extranjera suponen un 38,1% frente al 88,4% para la
autóctona. De igual forma, aquellas personas sin hogar que únicamente muestran un
problema de exclusión residencial son un 61,9% en el caso de la extranjera y un 11,6%
en el de la autóctona.
Tabla 2. Personas sin hogar autóctonas y extranjeras según situación personal
Españoles
N
Inmigrantes
%
N
Problemas personales + exclusión residencial
84
88,4
Sólo exclusión residencial
11
Total
95
Fuente: Elaboración propia.
Total
%
N
%
40
38,1
124
62
11,6
65
61,9
76
38
100
105
100
200
100
Esta caracterización plantea un escenario en el que tanto los itinerarios vitales como las
necesidades de unos y otros son diferentes e incluso opuestos. Así, mientras que los
recursos sociales se convierten para las personas sin hogar en la última red de
protección, para gran parte de la población extranjera sin hogar, sobre todo la más
joven, estos mismos recursos pueden funcionar como un trampolín para la inserción
(Moreno y Aierdi, 2008). En definitiva, se planteaba un contexto en el que se acababan
anormalizando situaciones de personas que sobre todo carecían de un lugar de
alojamiento pero que no mostraban otros condicionantes inherentes a la exclusión
social.
3.2. El impacto de la crisis sobre las personas sin hogar
El análisis del sinhogarismo en el periodo de crisis económica
Hasta ahora no se han hecho grandes investigaciones en torno al impacto de la crisis
económica sobre el sinhogarismo. A nivel europeo pueden destacarse algunas tentativas
como el seminario europeo organizado por FEANTSA en el año 2009 en Bruselas y en
el que se analizaron aspectos sobre el tema y se trabajaron respuestas para hacer frente
al sinhogarismo en un momento de crisis económica y recortes de las políticas sociales.
También es destacable que aunque no existan todavía estudios aplicados relevantes
sobre el impacto de la crisis, la mayoría de los datos estadísticos indican que en estos
últimos años de recesión económica ha aumentado el número de personas sin hogar
(Frazer y Marlier, 2011; FEANTSA, 2012). Este incremento se está dando en países
como el Reino Unido o Estados Unidos (Markee, 2009). Pero en el caso europeo se
detecta sobre todo en aquellos países que están sufriendo en mayor medida la crisis
como por ejemplo Grecia, Portugal o la propia España, en los que se estima que el
incremento se sitúa en torno a un 25-30% (FEANTSA, 2012b: 21). El caso griego es
quizás el más conocido, ya que ha trascendido sus fronteras e incluso medios de
comunicación generalistas españoles se han hecho eco de la situación en este país. Así,
según algunas entidades sociales que trabajan en Atenas el número de personas sin
hogar ha crecido en estos 2-3 últimos años en un 25%, hasta situarse en las 20.000 en
esta ciudad (El País, 18 de febrero de 2012). Es importante destacar que este aumento
en la población sin hogar se está dando a la par que una disminución en las partidas
dirigidas a la lucha contra la exclusión social y el sinhogarismo (Anderson, 2010;
FEANTSA, 2011).
En el caso concreto español más allá de la actualización de la Encuesta a personas sin
hogar realizada en el año 2012 por el Instituto Nacional de Estadística, no existen
estudios relevantes que analicen el impacto de la crisis sobre el sinhogarismo y la
mayoría de las investigaciones se centran en los efectos de la crisis sobre las personas
en situación de exclusión social en general (Laparra y Pérez, 2010; FOESSA, 2012).
Asimismo, también pueden encontrarse algunos datos referentes al sinhogarismo a
través de los registros y las memorias de las entidades sociales que trabajan con este
colectivo. Así, según Cáritas, en los primeros años de la crisis –del año 2007 al 2008- se
podía detectar un aumento en el número de personas sin hogar de un 21% en España
(Cáritas, 2009).
Cambios en el número, los perfiles y las necesidades de las personas sin hogar
Lógicamente, se detecta un aumento del número de personas sin hogar en el ámbito
geográfico analizado. Aunque es difícil ofrecer una cifra más o menos exacta, las
personas consultadas han coincidido en subrayar una cifra de entorno a 400-430, en
comparación con los 250-260 previos a la crisis Teniendo en cuenta que en el periodo
transcurrido el número de recursos no se ha incrementado sensiblemente parece que la
mayor parte de estas nuevas personas se encuentran pernoctando en la calle o en
alojamientos de excepción, como naves industriales, casas ocupadas o similares.
Este aumento del número de personas sin hogar se debe en gran parte a recaídas en el
proceso de inserción social de personas que habían estado ya en esta situación. De tal
forma, que no parece corroborarse la hipótesis de que como consecuencia de la crisis
estén llegando a situaciones extremas personas que previamente a ésta estaban
integradas. En este sentido, parece confirmarse que la red social y familiar en España
sigue consiguiendo evitar y hacer frente a situaciones de exclusión social más severas
(Laparra y Pérez, 2010; Cáritas, 2012). A su vez es resaltable que el número de personas
autóctonas y extranjeras parece mantenerse y gran parte de las características
sociodemográficas también –edad, sexo, etc.-.
De este modo y más allá del consiguiente aumento del número de personas sin hogar,
los principales cambios se dan en el plano cualitativo y en las trayectorias de los
procesos de incorporación social. Así, cada vez son más las personas sin hogar
extranjeras que sufren problemas de carácter individual, sobre todo relacionados con las
patologías mentales y en menor medida con los consumos.
Este hecho rompe con la pauta del periodo previo a la crisis y parece indicar que la
crisis está haciendo mella en este colectivo, sobre todo como consecuencia de un
aumento de la frustración asociada a unos procesos de inserción más largos y difíciles.
Así, antes de la crisis, el empleo –precario- era el último escalafón dentro de los
procesos de inserción de este colectivo, sobre todo para las personas sin hogar
extranjeras jóvenes que no tenían grandes problemas individuales y este empleo se
convertía en una especie de trampolín para la integración. En el momento actual esta
palanca ha desaparecido casi completamente y hace que los procesos se cronifiquen y
que el tránsito de la formación al mercado laboral sea extremadamente traumático en la
mayoría de casos.
Este alargamiento de los procesos de inserción se ve retroalimentado por el recorte que
se ha dado en los últimos meses en ciertas prestaciones sociales como la Renta de
Garantía de Ingresos –programa de rentas mínimas-, que llegaba a algunos sectores de
las personas sin hogar. Las modificaciones legales –requisito de tres años de
empadronamiento en vez de uno- han dificultado el acceso a estas ayudas, con una
especial incidencia en el colectivo inmigrante.
En resumidas cuentas, la coyuntura laboral unida a los recortes en ciertas ayudas está
haciendo que el tránsito de los recursos de urgencia hacia otros normalizados sea mucho
más complicado, en especial para las personas extranjeras. Esta transición era en el
momento previo a la crisis bastante fluida y automática para aquellas personas que no
tenían problemas personales. Todo ello está incidiendo en un deterioro de la salud
mental de estas personas y en un aumento de la frustración que finalmente desemboca
en la extensión de los problemas personales que, como ya se ha indicado, dificultan a su
vez el proceso de inserción y el salto a la integración y los alargan en el tiempo.
4. CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES
A modo de conclusión y de resumen del artículo puede destacarse que gran parte de las
características o las necesidades de las personas sin hogar no se han modificado con la
llegada de la crisis y siguen siendo las mismas tanto en un periodo como en otro.
Sin embargo sí que se detectan ciertos cambios que aparecen muy ligados a la crisis
económica y que están influyendo tanto en los procesos de incorporación social del
colectivo como en su situación personal. Así, las debilidades del mercado laboral hacen
que el último eslabón en los procesos de inserción ascendentes haya desaparecido –
empleo- para la mayoría de las personas sin hogar, sobre todo para aquellas que estaban
en mejor situación y podían acceder a un trabajo remunerado de una forma más o menos
ordinaria, aunque este fuese precario. De esta forma, nos encontramos ente un
verdadero cuello de botella que hace que un importante número de personas sin hogar
no pueda dar el último salto hacia la inserción.
Igualmente, los recientes recortes que se han dado en ciertas prestaciones sociales han
hecho que el acceso a éstas para ciertas personas sin hogar sea muy difícil o imposible,
cuando eran en muchos casos un elemento fundamental en el proceso de inserción, en el
mantenimiento de las situaciones de vulnerabilidad y la no caída a la exclusión social
más severa.
Estos dos factores han hecho que la duración de los procesos de inserción sean más
largos y difíciles y sobre todo está afectando a uno de los perfiles que se detectó en la
investigación anterior a la crisis, la de las personas extranjeras que únicamente
mostraban problemas de exclusión residencial. En este colectivo se detecta que son más
los que muestran problemas individuales y no exclusivamente asociados a la necesidad
de un alejamiento.
Dicho de otra forma, si en el periodo anterior a la crisis los recursos de atención para el
sinhogarismo eran un primer trampolín de inserción para la persona sin hogar
extranjera –sobre todo para la recién llegada- en el momento actual parece que se
convierten en una verdadera tela de araña que les atrapa en la exclusión social más
severa y no les deja progresar.
En este contexto, las perspectivas de inserción para un colectivo como el de las personas
sin hogar inmigrantes, con una todavía menor red social y familiar se complica
enormemente y hace que la inserción sea mucho más complicada y prácticamente les
condene a una situación de exclusión social extrema y duradera en el tiempo (Wright y
Tompkins, 2005).
Todo este proceso ha supuesto un aumento del número de las personas sin hogar, no
tanto como consecuencia de que personas que se encontraban integrados hayan
descendido en su situación o hayan perdido suelo firme, sino porque aquellas que se
encuentran en situación de exclusión social severa tienen más dificultades para salir y a
la vez aquellas que lo habían conseguido han vuelto a recaer.
En consecuencia, este contexto entraña grandes retos tanto para los profesionales que
trabajan en este campo como para la protección social en su conjunto. Más aún si se
tiene en cuenta que el escenario que se está erigiendo en la actualidad está altamente
condicionado por la coyuntura económica. Dicho de otra forma, parece que en la
atención a las personas sin hogar emerge un escenario de más por menos, en el que la
incorporación social se hace mucho más difícil y compleja y a la vez los recursos
económicos disponibles son menores.
Tabla 3. El impacto de la crisis sobre el escenario del sinhogarismo.
CONTEXTO SOCIOECONÓMICO
CUANTIFICACIÓN
CARACTERÍSTICAS
NECESIDADES DEL COLECTIVO
TIPO DE RESPUESTA
Cambio y empeoramiento del escenario
Aumento del colectivo
Continuidades y cambios cualitativos
Continuidades y empeoramiento de la situación
Compleja y diversa. Necesidad de cambio
Fuente: Elaboración propia.
Esta situación demanda necesariamente de una importante reflexión en el ámbito del
sinhogarismo y del modo de actuar e intervenir en esta materia. Un cambio que redunde
en una mayor flexibilidad y diversidad de la atención (Daiski, 2007; Elissen et alt.
2013) y de los recursos y que busque una cierta adecuación del profesional a las
necesidades del usuario y no a la inversa (Baptista, 2009; Benjaminsen y Dyb, 2010), ya
que el modelo centrado en los grandes recursos parece que a día de hoy es inviable.
Aunque a priori pueda parecer un estadio lejano, entre algunas entidades y
profesionales de este ámbito se comienzan a detectar estas inquietudes y esta necesidad
por plantear una intervención diferente a la que se ha seguido en los años previos a la
crisis.
En definitiva, emerge un escenario en el que prevalece la incertidumbre y una
valoración de la situación en la que toman fuerza los aspectos negativos. No parece el
mejor periodo para hacer una redefinición de la atención. Sin embargo, el momento
actual puede ofrecer algunas ventajas y nos exige reflexionar en torno al tránsito que
supone pasar de una visión centrada en el recurso o el colectivo a otra basada en el
individuo y la persona sin hogar. Una atención que deje a un lado el acercamiento
centrado en el método y en la visión generalista del problema y prime la intervención
cercana, individualizada y especializada y vertebrada por la flexibilidad y la rapidez de
respuesta.
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