A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 1 de marzo de 2004, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Negri, Hitters, de Lázzari, Salas, Pettigiani, Roncoroni, Soria, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa Ac. 80.074, “S.A.D.A.I.C. contra Apart Hotel Cariló Village y otro. Cobro de pesos”. A N T E C E D E N T E S La Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Dolores revocó el fallo de primera instancia y en consecuencia rechazó la demanda instaurada. Se interpuso, por la actora, recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley. Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente C U E S T I O N ¿Es fundado el recurso inaplicabilidad de ley? V O T A C I O N extraordinario de A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: 1. La Cámara fundó su decisión en que: a) Lo que determina la imposición del arancel es la utilización de la televisión en ámbitos públicos, sean estos lugares exteriores o interiores. b) No resultando pública la difusión de la música dentro de los departamentos del apart hotel demandado en la medida que es de uso personal y exclusivo del cliente, ni revistiendo el carácter de público el referido espacio, ninguna duda razonable puede caber entonces sobre la inexistencia del derecho invocado por la sociedad actora para percibir el arancel pretendido. 2. Contra dicho pronunciamiento se alzó la parte actora por vía del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denunció violación del art. 50 y concordantes de la ley 11.723 y su decreto reglamentario 41.233/1934. 3. El recurso no puede prosperar. I) S.A.D.A.I.C. demanda a Apart Hotel Cariló Village y/o Cariló Village S.A. por el cobro de pesos que considera que éstos le adeudan como consecuencia de la falta de pago del canon estipulado por la utilización de aparatos de televisión en las habitaciones o bungalows del hotel. II) El art. 35 (t.o. por el decreto 1670/1974) del decreto 41.233/1934 que reglamenta la ley 11.723 de propiedad intelectual establece: “... Sin perjuicio de los derechos que acuerdan las leyes a los autores de la letra y los compositores de la música y a los intérpretes principales y/o secundarios, los productores de fonogramas o sus derechohabientes tienen el derecho de percibir una remuneración de cualquier persona que en forma ocasional o permanente, obtenga un beneficio directo o indirecto con la utilización tales pública como: de organismos una reproducción del de radiodifusión, fonograma; televisión o similares; bares; cinematógrafos; teatros; clubes sociales; centros recreativos; restaurantes; cabarets, y en general quien los comunique al público por cualquier medio directo o indirecto...” (el subrayado me pertenece). III) Lo que se discute concretamente en autos es si la existencia de un aparato de televisión en cada una de las habitaciones califica a su uso como público colocando a los demandados en situación de deudores del tributo reclamado o si por el contrario constituye un uso familiar exento del mismo. Más allá de la determinación de lo que se entiende por “representación o ejecución pública” que trae el art. 33 del decreto 41.233/1934 es lo cierto que al respecto la Cámara a quo textualmente dijo: “Resultando de toda evidencia que lo que tipifica a un lugar público es en general la posibilidad del ingreso del público sin restricciones, sea abonando un precio (como en las salas de espectáculos), o sin él (como en los bares, confiterías, restaurantes, puede ejercer por su citar algunos), competencia y donde funcional sin la autoridad autorización previa, y a cualquier hora, en la medida que se encuentren abiertos y en funcionamiento...” (v. fs. 247). Para luego concluir que “... lejos está de revestir el carácter señalado el estrecho ámbito privado de una pieza de hotel, departamento o bungalow de un apart hotel, como lo pretende la sociedad actora...” (v. fs. 247 vta.). Esta conclusión no ha sido idóneamente cuestionada por el recurrente razón por la cual resulta aplicable establece la que extraordinario reiterada es de doctrina requisito de este ineludible inaplicabilidad de ley Tribunal que del recurso su adecuada fundamentación, impugnando concreta, directa y eficazmente las motivaciones esenciales del pronunciamiento objetado, de ahí que no sea suficiente la exhibición de una mera discrepancia personal con el criterio del juzgador que no demuestra la transgresión de las normas que se citan como erróneamente aplicadas (conf. Ac. 39.487, sent. del 6-XII1988; Ac. 75.204 y Ac. 77.302, ambas del 20-VI-2001). IV) Por todo ello, no habiéndose demostrado las violaciones legales denunciadas -art. 279 del Código Procesal Civil y Comercial- doy mi voto por la negativa. El señor Juez doctor Hitters, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Negri, votó también por la negativa. A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo: 1. Intelectual consideran El art. establece como transmisión 50 “a de la los ley efectos representación radiotelefónica, 11.723 o de ejecución exhibición de Propiedad esta Ley se pública, la cinematográfica, televisión o cualquier otro procedimiento de reproducción mecánica de toda obra literaria o artística”. A su vez el art. 33 del decreto 41.233/1934 que la reglamenta (según texto dec. 9723/1945) reza: “A los efectos del art. 36 de la Ley 11.723 se entiende por representación o ejecución pública aquella que se efectúa cualquiera que fueren los fines de la misma- en todo lugar que no sea un domicilio exclusivamente familiar y aún dentro de éste, cuando la representación o ejecución sea proyectada o propagada al exterior...”. Lo que se discute en autos -tal como lo sostiene el doctor Negri en su voto- es determinar si la difusión que pudiere ejercitarse mediante televisores en una habitación pública” de en hotel la puede considerarse inteligencia de la como ley “ejecución 11.723 y sus consecuentes decretos reglamentarios; o si constituye un uso familiar, exento del tributo aquí reclamado. 2. Considero que le asiste razón al recurrente y la demanda debe ser receptada. 3. En efecto, la circunstancia que la propalación de música a través de la difusión televisada se efectúe en cada una de las habitaciones no significa por sí misma que no pueda calificarse de “pública”. Sobre este aspecto, el Juzgado de Primera Instancia nº 10 de Santa Cruz de Tenerife, el 31 de octubre de 1997, en autos “La entidad de gestión de derechos los Productores de Audiovisuales c/ El Hotel María Mencey”, señaló que “es obvio que tales habitaciones no son lugares exclusivamente privados, puesto que el conjunto de clientes de un Hotel, aunque cada uno de ellos ocupe a título privado una habitación individual, constituye un establecimiento público al transmite los que la programas dirección de del televisión y musicales, en el ejercicio y para las necesidades de su comercio. Así pues, la comunicación de las obras difundidas o televisadas en las habitaciones de un Hotel debe apreciarse no desde el punto de vista de cada habitación individual ocupada de modo privado, sino desde el punto de vista del conjunto del Hotel” (con cita de una sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla, del 3 de abril de 1995, disponible en http://www.suarezysainz.com/audiovisual/jurisprudencia/pi31 -10-1997.html). En sentido coincidente, también en España, se expidió el Tribunal Supremo, Sala primera en lo civil, en sentencia del 31-I-2003, resolución 40/2003, al establecer que los derechos establecimientos de realicen autor dentro por de hoteleros las las emisiones deberán pagar televisivas habitaciones los que (disponible se en http://poderjudicial.es/tribunalsupremo/jurisprudencia). Se ha sostenido también, con similar criterio, pero en el orden nacional, que “... el término lugar público debe ser entendido más que por su circunstancia espacial o de acceso, por el hecho de que allí la música difundida forma parte del giro comercial del lugar. Se considera 'público' a los efectos de esta ley al lugar que difunde música como elemento comercial inherente al negocio y con innegable ánimo de lucro...” (C. Nac. Civ., Sala A, 13-X-2000, “Jurisprudencia Argentina”, revista del 21-XI2001, ver Emery, Miguel A. en Belluscio- Zannoni, “Código Civil comentado, anotado y concordado”, T. VIII, p. 405). Continúa diciendo el fallo citado -en conceptos que son plenamente aplicables a autos “... Sin duda, resulta incuestionable el aprovechamiento económico que la actora realiza de los aparatos de televisión, toda vez que gracias a éstos mayores servicio obtiene un ganancias beneficio que adicional. le indirecto significa Sabido es que derivado contar la con de las dicho existencia de televisores en las habitaciones de los hoteles, significa un aumento implica en que la los categorización propietarios de de los dichos mismos, lo que establecimientos puedan solicitar un precio mayor por el alquiler de los cuartos, del que podría pedir si la habitación careciera de ese adicional servicio...”. 4. Por ello, cabe concluir que la sociedad actora se encuentra propalación habilitada de música para a cobrar través de aranceles los por la receptores de televisión existentes en cada una de las habitaciones del apart hotel demandado. 5. Siendo que en la resolución del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley se debe tener en cuenta lo alegado por la parte ausente en su tramitación porque la sentencia le fue favorable, corresponde abocarse a los agravios planteados por la parte demandada en su recurso de apelación de fs. 228/233. Alega el apelante -impugnando la cuantía del reclamo- que el Apart Hotel sólo trabaja en temporada de verano. Tal como lo señala la jueza de primera instancia, el folleto publicitario acompañado a fs. 2 da cuenta que está abierto “durante todo el año” no existiendo prueba en autos que acredite lo contrario (arts. 375 y 384, C.P.C.). Cuestiona también la constitucionalidad de los arts. 33 del decreto 41.233/1934 (modificado por el decreto 9723/1945) y 4 del decreto 5146/1969 con los pagos tarifados allí establecidos. Fundamenta su reclamo en que si bien la Ley 11.723 es del orden nacional, los establecimientos como el demandado no están encuadrados en ella pero tampoco en los decretos aludidos por la actora en su demanda. Agrega que el decreto 41.233/1934, en especial su art. 33 y los pagos tarifados establecidos en el art. 4 del dec. 5146 son reglamentarios de una ley nacional e inaplicables en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires. No le asiste razón. La cuestión ha sido ya resuelta por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. a) No se advierte discordancia del art. 33 del dec. ley 41.233/1934 con la ley 11.723. En este orden de ideas se ha reiterado “que no vulneran el principio contenido en el art. 99 inc. 2 C.N., los reglamentos que se expidan para la mejor ejecución de las leyes, cuando la norma de grado inferior mantenga inalterables los fines y el sentido con que la ley haya sido sancionada”, “así como que la conformidad que debe guardar un decreto, respecto de la ley no consiste en una coincidencia textual entre ambas normas, sino de espíritu” (ver “Fallos”, 318-1707). b) En las causas “A.A.D.I.-C.A.P.I.F., Asociación Civil Recaudadora v. Hostal del Lago, sus propietarios”, y “A.A.D.I. C.A.P.I.F., Asociación civil recaudadora v. LU6 Radio Atlántica”, ambas del 19-V-1999, se resolvió que “...el art. 75 inc. 12 de la carta magna confiere al Poder legislativo nacional la facultad de dictar los códigos de fondo, en consecuencia, al encontrarse la ley 11.723 dentro de la órbita del Código Civil, corresponde al Poder Ejecutivo Nacional la facultad de reglamentar la citada ley, sin que pueda invocarse avasallamiento de las (“Jurisprudencia Argentina”, la existencia autonomías 1999-IV, de un provinciales” págs. 369/373 y 373/378). 6. Corresponde entonces, hacer lugar el recurso extraordinario interpuesto, revocar el fallo impugnado y, en consecuencia, mantener en todas sus partes la sentencia de primera instancia. Con costas (arts. 68 y 289, C.P.C.). Voto por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Roncoroni dijo: 1) Al adherir a los votos por el rechazo del recurso, creo conveniente añadir algunas razones más. Tanto quienes sostienen la procedencia del recurso como los que propician su rechazo, están de acuerdo acerca de cuál es el tema fundamental a decidir. Como lo señala el doctor Negri, y lo recuerda el doctor de Lázzari, lo que se discute concretamente en autos es si la existencia de un aparato de televisión en cada una de las habitaciones del apart hotel demandado, califica a su uso como público. 2) La postura favorable al recurso se apoya en una interpretación amplia del adjetivo “público”, que lo entiende más circunstancia referido espacial al o de ánimo acceso de lucro (cita del que a la doctor de Lázzari a la opinión de Emery, Miguel A. en BelluscioZannoni: “Código Civil comentado”, T. VIII, p. 405). Como lo ilustra el doctor de Lázzari, el criterio referido ya ha merecido alguna adhesión jurisprudencial. La indicación de la doctrina no debe ser, sin embargo, tomada como el criterio definitorio para determinar la existencia de una obligación hacia el ente demandante. Ello, por tres razones. 3) Primero, el ánimo de lucro no es empleado como criterio en la ley 11.723, sino en el decreto reglamentario 41.233/1934 (art. 35). La ley se refiere sólo al criterio de la representación y ejecución públicas (art. 36). Segundo, incluso en el decreto, la referencia al ánimo de lucro no tiene por finalidad reemplazar o dar un criterio para determinar cuándo hay uso público. El art. 35 del decreto beneficio citado directo se refiere o a quien “... con la indirecto obtenga un utilización pública...”. La norma no dice, sin más, “quien obtenga un beneficio directo o indirecto con la utilización” sino “con la utilización pública”, por lo que se ve claramente que el lucro o beneficio no reemplaza al requisito fundamental, que es la utilización pública. Tercero, refiere al lugar, la calificación sino a la de “público” ejecución misma. no se Es la representación de la obra la que debe ser pública. Así, es evidente que una plaza es un lugar público, y también es evidente que quien escucha su radio sentado en el banco de una plaza (quizá incluso usando auriculares) no está realizando la ejecución pública de obra alguna. 4) desplazamiento Conforme de la lo dicho, noción de no la es admisible “ejecución un pública” (omito reiterar en cada caso “representación, transmisión, etc.”) hacia un sentido que no es el habitual, y sobre todo, debe rechazarse la sustitución del criterio de la ley (y según se vio, del decreto reglamentario) para fundar obligaciones a cargo de la parte demandada. No desconozco que los términos corrientes asumen a veces, en su uso legal, significados que no corresponden exactamente con los del habla cotidiana. Así lo enseñó, de forma magistral, Sebastián Soler (“La interpretación de la ley”; Ed. Ariel; Barcelona, 1962; p. 100). Sin embargo, ese apartamiento del sentido corriente debe estar fundado en un motivo o razonamiento que la explique y le dé sustento, ya que en principio, debemos suponer que la ley emplea la misma lengua que la de los habitantes que viven bajo su protección. 5) La ley 11.723 no define obligación alguna en base al criterio del ánimo de lucro, o del beneficio indirecto, que por lo demás son expresiones de contenido bastante difícil de determinar. El ánimo de lucro, sin un lucro demostrable, es cosa que cae en el ámbito de las presunciones discutibles, y en las cuales no puede basarse un vínculo obligacional. En cuanto al beneficio, destaco que la doctrina se refiere al beneficio indirecto, ya que se pretende cubrir casos como el de autos, en el que no se alega que indirecto lugar, al se es cobre el menos que por ver el televisor. El resulta de hacer atractivo para buena parte más de los beneficio el eventuales usuarios, mejorando a la vez su calificación como hotel. 6) Pero, como lo señalé antes, la ley no se apoya en ganancias indeterminadas o ánimos de lucro. En cambio, al enumerar los autorización, “ejecución el usos art. pública” de 36 y una de la la obra ley “difusión que se requieren refiere pública”. a la Luego, al tratar la representación de las obras, vuelve la ley a utilizar el adjetivo de “público”, aclarando que “A los efectos de esta ley se ejecución pública, exhibición cinematográfica, procedimiento de la consideran representación transmisión radioelectrónica, televisión reproducción o o mecánica cualquier otro de obra toda literaria o artística” (art. 50). Para entender el sentido de estas disposiciones debemos, como lo enseñaba Ihering, buscar su finalidad. Esto es, los motivos que explican sus términos. Por cierto, debemos indagar lógicamente de las sus razones normas, y de la no en ley según cambio, surgen adjudicarle nuestras propias finalidades y deseos. 7) Preguntémonos representación relevante es entonces: la ¿por pública, y por qué qué la el concepto se extiende a la transmisión de la obra? ¿qué problema intenta solucionar la ley con sus disposiciones? Veamos las situaciones prácticas, como probablemente se planteaban al dictarse la ley, y como se siguen planteando hoy. Un autor crea una canción, y la interpreta él mismo para el público. Allí no hay problemas. Las dificultades comienzan cuando un segundo cantante decide ejecutar la obra ante su público. O incluso, alguien graba la representación del autor original y la reproduce ante un gran público. Estos actos conforman una suerte de competencia para el autor-ejecutante, y le harán perder oportunidades de ejecutar su obra. En vez de dos funciones semanales, tendrá quizá sólo una, o menos. El público ya no necesita acudir a él exclusivamente para escuchar la obra, y sabe que dispone de otras alternativas. El problema es igual cuando el autor no ejecuta él mismo su obra, sino que admite su ejecución autorizando a determinados artistas. Quien la ejecute sin permiso crea una alternativa que compite con los usos autorizados de la obra. 8) explica Lo que que se la ley refiera a abarca entonces, ejecución y pública, lo que a la transmisión, etc., es la creación de alternativas para la audiencia, alternativas que compiten con la del autor original (o con las autorizadas por el autor original). Se entiende que quien canta la canción mientras prepara el desayuno en su casa, no crea una alternativa a la que el público pueda autorizadas. acudir Esto para deja disposiciones del art. 50. al reemplazar uso privado las ejecuciones fuera de las Advertimos ahora por qué razón el ánimo de lucro no figura como criterio fundamental en las disposiciones citadas. Es que si bien generalmente las alternativas que compiten con las autorizadas tendrán un fin de lucro, ello no es una condición necesaria. La alternativa existe incluso cuando la obra se ejecute sin ánimo de lucro, y esta modalidad es perfectamente apta para afectar el aprovechamiento económico que el titular intenta hacer de su obra. Es claro además que, con lucro o sin lucro, la representación pública de la obra puede afectar el derecho moral del autor. Es esté en destinada natural principio a entonces sujeta producir a un que las la ejecución mismas provecho reglas material, gratuita que y la sólo determinados usos gratuitos están exentos de autorización (art. 36 de la ley 11.723). Todo esto demuestra que no puede sustituirse el criterio de la ley (ejecución o difusión pública) por el del ánimo de lucro. 9) En todo caso, si de lucro se habla, hay que advertir que el fin de la ley es proteger el lucro del autor, y no evitar el lucro de terceros. Sucede con la propiedad intelectual lo mismo que con la propiedad de las cosas: si mi vecino obtiene algún provecho económico de la vista que le proporciona mi jardín (quizá alquilando a mejor precio su propiedad), o si por ejemplo una cafetería obtiene mayor clientela por la belleza arquitectónica de las construcciones vecinas, nada hay que objetar ni que prevenir (ni que cobrar), mientras no se perjudique o limite el ejercicio del derecho de los dueños. La ley, en suma, no obra como el perro del hortelano. 10) La posesión de transmisores) de televisión aparatos en las receptores habitaciones (no de un hotel, no cuadra con los términos de las normas aplicables: ni con la idea de representación pública, ni con la de difusión pública. Analizando la cuestión conforme a los conceptos antes expuestos vemos que un televisor en una habitación de hotel no es una alternativa a, por ejemplo, el teatro, en el sentido de que el público no elige entre ir al teatro o registrarse en un apart hotel. Las opciones son bien distintas, y de ningún modo significa la segunda una competencia o detrimento para el aprovechamiento de la obra. Lo mismo es aplicable a otras clases del arte. Debe recordarse que el canal que transmite la obra ya ha pagado por ello. No hay motivo entonces para que la recepción individual sea nuevamente gravada. Si se imponen pagos por la mera recepción individual, será difícil encontrar razones para negar que también deba estar gravado el locador de una casa amueblada, con televisor o radio. Ese locador también puede obtener un provecho al dotar a la vivienda de televisor. ¿Y si un hospital coloca televisores en las habitaciones de los pacientes? No creo que en estas situaciones haya un detrimento para los dueños de la obra. Nadie decide ir a un hospital a escuchar música, o alquila una casa para ver una película. Lo que se hace en tales casos es dotar a las habitaciones (de hotel, hospital, etc.) de un elemento que ya hace décadas que forma parte del ajuar de cualquier casa. Es la misma razón que ha llevado a los hoteles a instalar pequeñas heladeras. Piénsese en el caso de una persona que lleva su propia radio al hotel, o su equipo portátil de música, o un pequeño televisor. ¿Hay allí ejecución pública? Claro que no. Pero entonces ¿Cómo es que la ejecución pasa a ser pública si la radio o el televisor son provistos por el hotel? 11) Como lo advertí al comenzar mi voto, la ley no se refiere simplemente a un lugar público, sino a la difusión o representación públicas. Lo público no es exactamente el lugar, sino la difusión o representación. Para volver escucha a música un con ejemplo una de pequeña la vida radio cotidiana, y quien auriculares, no necesita autorización del autor de la obra, y esto, aunque lo realice irrelevancia en una de plaza los pública. argumentos Así se advierte esgrimidos por la el recurrente, cuando intenta la dudosa demostración de que la habitación de un apart hotel es un sitio público. Es que aunque lo fuera, lo cierto es que al encender el televisor en el dormitorio no se da comienzo a la difusión o ejecución pública de una obra. 12) En este sentido es que debe entenderse el art. 33 del decreto 41.233/1934 (mod. por dec. 9723/1945), reglamentario del art. 36 de la ley 11.723. La norma señala que se entenderá por “ejecución pública” a aquélla que se efectúe en todo lugar que no sea un domicilio exclusivamente familiar, y aun dentro de éste, cuando la representación o ejecución sea proyectada o propalada al exterior”. Sin embargo, un estadio de fútbol no es un domicilio familiar, ni lo es una plaza, ni una calle. Y a nadie se le ha ocurrido que encender una radio en un estadio, o caminar con un walkman, o escuchar la radio del auto, den lugar a vínculos obligacionales. El mismo art. 33 del decreto reglamentario permite advertir que no es el lugar lo importante, sino la ejecución. Así, la norma aclara que si la obra se ejecuta en un ámbito privado, pero “se proyecta o propala al exterior”, se tiene una ejecución pública. 13) Es evidente entonces que no es el mero carácter del lugar el que determina la obligación, sino que la ejecución o representación misma sea pública. Si la norma reglamentaria permitiera desconocer este requisito, se volvería impracticable, obligaría a la inspección de plazas y automóviles, y por cierto se estaría ante una disposición inconstitucional, por violar los términos de la ley reglamentada. Sin embargo, no parece que deba atribuirse a la disposición un sentido tan absurdo. El art. 33 debe complementarse con el art. 35 del mismo decreto, que al igual que la ley reglamentada, requiere que lo público sea la representación (y no meramente el lugar). Debe entenderse que la reglamentación se ha mantenido en los términos de la ley. Por eso, e incluso en el decreto, el requisito esencial es la ejecución pública. El ánimo de lucro, o el hecho de que el lugar de la ejecución sean públicos, son extremos accesorios que no pueden fundar obligaciones si falta el requisito principal. 14) Al rechazar una extensión de los términos de la ley libertad, (extensión pero que es inadmisible natural cuando se cuando la usa favorece para la crear vínculos obligacionales) no se viola convención o práctica internacional alguna. Las disposiciones internacionales que transcribe el recurrente (fs. 256 vta.) se refieren a la ejecución o representación pública. Ninguno de los tratados ratificados por la Nación, desde el Tratado de Montevideo sobre Propiedad Literaria y Artística, ratificado por ley 3192; o la Convención Universal sobre el Derecho de Autor, ratificada por dec. ley 12.088/1957; la Convención de Berna (ver especialmente sus arts. 11 y 11 bis) ratificada por ley 17.251; o la Convención Internacional sobre la Protección de los Artistas Intérpretes o Ejecutantes, los Productores de Fonogramas y los Organismos de Radiodifusión, ratificada por ley 23.921, dan bases para afirmar que la mera recepción en las habitaciones de un hotel sea violatoria de los derechos de los autores, intérpretes, etc. Por lo demás, si se acude a la referencia que brinda la práctica internacional, se observa que, por ejemplo, la legislación norteamericana trata expresamente el caso de las transmisiones que se realizan en hoteles y las declara exentas de las obligaciones derivadas del copyright (letra “a” de la sec. 111 de la ley de copyright de 1976; puede consultarse en el sitio www.unesco.org). 15) En suma, la sentencia recurrida ha aplicado correctamente el derecho que rige el caso, y el recurso debe rechazarse. Voto por la negativa. El señor Juez doctor Salas, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Negri, votó también por la negativa. El señor Juez doctor Pettigiani, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votó también por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo: La labor interpretativa de las normas en juego desplegada en el voto de mi distinguido colega, el doctor Roncoroni, me convencen de acompañar su fundada opinión y votar por la negativa sobre la procedencia del recurso impetrado. Deseo, sin embargo, agregar unas consideraciones complementarias. I. Para una correcta comprensión de la cuestión sujeta a decisión de este Tribunal creo oportuno refrescar sobre cuáles hechos fue entablada la demanda. a. A fs. 17 vta., la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (S.A.D.A.I.C.) relata que la demandada, APART HOTEL CARILO VILLAGE, ha emitido un “repertorio musical mediante la utilización de aparatos de televisión ... sin abonar en tiempo y forma los aranceles ... de acuerdo a las leyes nacionales 11.723, 17.648 (D.R. 5146/69) y decretos provinciales 6049 y 1087/66”. Por ello, y la interpretación jurídica que postula apropiada al caso, reclama el pago de $ 3.580,00 en concepto de aranceles impagos, con más los intereses que se fijen judicialmente. b. La demandada, a fs. 33 vta., ha planteado que explota un establecimiento hotelero por medio del arriendo de cabañas o “bungalows”. Como esparcimiento del pasajero provee de un televisor en la habitación con acceso a “dos canales de televisión abierta, a saber Canal 8 y Canal 10 de la ciudad de Mar del Plata, en su zona de cobertura y el canal Comunitario T.V. 4 de Pinamar”. Ahora bien, el establecimiento hotelero rechaza que tal hecho constituya la utilización de obras musicales para representación o ejecución pública, a los fines de la aplicación de las normas de la ley 11.723 y sus disposiciones reglamentarias. c. Teniendo en cuenta tal situación fáctica y el derecho aplicable, el a quo hizo lugar al recurso de apelación articulado por la demandada, revocando el fallo de primera Arribó a instancia esta representación televisivos que había acogido decisión tras obras musicales de ubicados en las la pretensión. considerar en cabañas, los que la aparatos departamentos o bungalows pertenecientes al complejo hotelero situado en la localidad de Cariló, no constituye difusión pública, en la medida que dichos elementos son de uso personal y exclusivo de los clientes y que tales espacios no revisten el carácter de públicos (ver fs. 247 vta.). Vale puntualizar que, como lo precisa la sentencia de Cámara, en esta litis no ha sido materia de debate la eventual propalación de música por medio de televisión en el resto del hotel (v. gr. en el restaurante cuestión no fue abordada. o en el bar) por lo que dicha II. La vencida insta la intervención de esta Corte a través de recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (v. fs. 252/260) el que -al ser denegado por el a quo- es resuelto admitido en la en queja instancia a de fs. 304. grado, Controvierte imputando al lo fallo apartamiento de las normas que rigen la materia. Mas allá de la técnica utilizada, el escrito de impugnación contiene una argumentación tal que, a mi juicio, merece una expresa refutación, que evite otorgar a las normas en juego una inteligencia, a mi juicio, abarcativa de supuestos no contemplados por el legislador al menos, con la precisión requerida a los fines de la prosperabilidad recurrente- del Tarea reclamo que es ejercitado preciso en autos efectuar por la teniendo en cuenta el avance tecnológico experimentado en el sector de las telecomunicaciones y la radiodifusión en los últimos años, que incide, interpretación corresponde evidentemente, jurídica, aplicar a normas poco que que datan sobre se cualquier repare de más en de que tres décadas. Obviar la ponderación de aquellos cambios puede conducir a resultados jurídicamente inaceptables. De las cuestiones traídas por el recurrente deben ser consideradas las siguientes: a) si la cabaña del hotel en vez de ser exclusivamente un “lugar familiar” (art. que 33, no sea decreto un domicilio reglamentario ley 11.723) se asimila a un “lugar público”, b) cuál es la característica del “público” al que se refiere el art. 35 del decreto “comunicar, reglamentario transmitir y/o citado, y c) retransmitir qué al implica público por cualquier medio directo o indirecto” a la luz de las normas aplicables. III.a. A los fines de regular el tratamiento de la difusión y ejecución musical, la recurrente considera que “lugar público” -como contraposición a todo sitio “que no sea un domicilio exclusivamente familiar” (fs. 254 vta.)- debe definirse más que por la circunstancia espacial o de acceso al sitio donde se emite la obra artística protegida, por el “claro corte de giro comercial del lugar, ya que [la emisión] resulta inherente al negocio y con innegable ánimo de lucro” (fs. 254 vta.). El sentenciante, por el contrario, asigna la condición de “lugar público” a aquél que posibilita el ingreso del público sin restricciones, sea abonando un precio (como en los teatros o salas de espectáculos) o sin él (como en los bares, confiterías privado que o restaurantes) -a su y criterio- lo contrapone sería el al espacio destinado a la habitación o residencia, particular o familiar. A la luz del texto del artículo 33 del decreto 41.233/1934, la interpretación del a quo encuentra mayor anclaje. Al prescindirse el texto normativo de la “finalidad” (lucrativa o no) de la transmisión o emisión (es “representación o ejecución pública aquella que se efectúe cualquiera que fueren los fines de la misma” dice la norma), “lo familiar” del ámbito de ejecución está más íntimamente ligado a una reproducción espacial de la obra en privado, donde el acceso al lugar deviene limitado o restringido por la existencia de un “entorno de privacidad”. Una casa particular o una habitación de un hotel, como las que integran el complejo que da origen a esta contienda, son ámbitos donde se establece, bien que con diferencias entre sí, ese “entorno de privacidad”. Se presenta una circunstancia fáctica que impide otorgarles el carácter de “lugar público”, por lo que una representación audiovisual que se realice en tales lugares, a falta de texto normativo claro y razonable, no puede considerarse lesivo de la tutela autoral, ni generar por lo tanto, la obligación de pagar un arancel por ello. Sólo cedería tal entorno de privacidad “cuando la representación o ejecución sea proyectada o propalada al exterior” (art. 33, decreto reglamentario). Así, el ámbito espacial se amplía y terceras personas, distintas de las que habitan en aquel reducido entorno, pueden acceder a la reproducción de la obra. Sea que esa propalación sea onerosa o gratuita, igual es alcanzada por los términos de las normas protectoras del derecho de autor. Por Cámara otra Nacional parte, de tal como Apelaciones lo lo ha Civil sostenido de la la Capital Federal, Sala M, en autos “A.A.D.I. C.A.P.I.F. A.C.R. c. ANSEDE y Cía. S.R.L. s/ Cobro de Pesos” (“El Derecho”, 10.837, de privacidad, fecha 12-IX-2003, reserva e p. intimidad 1) que los caracteres caracterizan a de la habilitación de un hotel, son comunes y afines al ámbito familiar o doméstico. Al menos, resultan más próximos a éste que a la noción de lugar público (donde se establece una difusión o propalación pública) al que pretende ser equiparado en el razonamiento de la recurrente. De tal modo, y tal como lo ha puntualizado el doctor Roncoroni en su voto, el componente lucrativo no tipifica la representación o ejecución como pública según el citado art. 33 de la reglamentación de la ley. Sin embargo, pese a que el art. 35 del mismo cuerpo reglamentario, en algún modo lo introduce, no cabe vacilar en la solución acordada. Esta norma tipifica una conducta determinada: comunicar al público, sin autorización expresa del autor o sus derechohabientes -en el primer supuesto-, o por cualquier medio directo o indirecto -al finalizar el texto- Sigue primando en ella, la idea de un accionar que excede el entorno de privacidad al que se hace referencia en este voto. b. La recurrente define al “publico” como el “conjunto de personas ajenas al normal círculo familiar de una persona” (fs. 258). De ello concluye que los clientes de un hotel son una parte del “público en general” habida cuenta que no se encuentran ligados entre sí, ni con el propietario o el director del hotel por relaciones de tipo familiar ni de intimidad personal (fs. 258). La rigidez de esta noción aportada no es de recibo. De seguir el hilo de tal interpretación, también podría convalidarse una pretensión análoga, pero deducida para percibir aranceles por derecho de autor a un propietario que en su vivienda, enciende su radio y escucha música con un vecino o un grupo de amigos, o a un oficinista que encendiendo un receptor hace propalar música frente a sus compañeros de trabajo. En rigor, para la normativa citada como para la contenida en las convenciones internacionales a las que nuestro país ha adherido, la noción de lugar “público” o “exposición en público” participa de un concepto jurídico indeterminado que, a partir de una aproximación generalizable a la mayoría de las situaciones, exige una comprensión del circunstancias caso. Mas la de problema tiempo, idea de suscitado modo y con lugar “masividad”, ajuste que que a las rodean cada implícitamente conlleva tal vocablo, juega un rol esencial en el análisis, frente a supuestos transmisión y/o donde la retransmisión comunicación, deviene difusión, limitada por un entorno de privacidad en la recepción de la obra musical. Entorno, que, vaya dicho también, por estar dotado de las notas que lo equiparan a un sitio protección constitucional de privado, goza de la la inviolabilidad del domicilio (art. 18, Const. nac.; cfr. Ekmekdjian, Miguel A., “Tratado de Derecho Constitucional”, tº II, Bs. As., 1994, p. 347, C.S.J.N., “Fallos”, 311:962, e in re “Aguirre, Cristina”, sent. del 23-VI-1992, a contrario). Como se ha señalado en el pronunciamiento, ya comentado, Civil, de Sala impugnante, la Cámara M, de surge la de Nacional misma manera de norma Apelaciones invocada incontrastable en lo por la que “la retransmisión, difusión o propalación de la obra debe ser pública, vale decir, a la vista de todos como lo define el Diccionario de la Real Academia”. De este modo, la Cámara apunta a destacar la acepción dada por la Real Academia Española la expresión “en público” (cfr. “Diccionario de la Lengua Española”, 20ª ed., Madrid, 2001, p. 1856). c. El último punto a tratar, se refiere a los medios utilizados para comunicar, difundir, transmitir y/o retransmitir una obra musical protegida. Del texto de la ley 11.723, en su art. 50, se desprende la posibilidad que se configure una representación o ejecución pública de una obra literaria o artística por la transmisión radiotelefónica, exhibición cinematográfica, televisión o cualquier otro procedimiento de reproducción mecánica. La reglamentación extiende dicha norma a la acción de comunicar al público por cualquier medio directo o indirecto (art. 35) o a través de discos, filmes sonoros, transmisiones radiotelefónicas y su retransmisión o difusión por altavoces (art. 33). Sin embargo, por imperio del art. 7, apartado 1, inciso a) de la Convención Internacional de Roma, incorporada al derecho nacional en 1991 por ley 23.921 deja fuera de la protección a “la interpretación o ejecución utilizada en la radiodifusión o comunicación al público” [cuando ella] “constituya radiodifundida”. Esta por sí excepción misma se una ejecución explica por el avenimiento de las redes de televisión, radio, televisión por cable emisoras y televisión deben pagar satelital, los puesto correspondientes que dichas aranceles autorales para contar con el consentimiento de los autores cuyas obras protegidas difunden. Ello es reafirmado en el art. 13 de la citada Convención cuando faculta a las entidades de radiodifusión a “...autorizar o prohibir ... la comunicación al público de sus emisiones de televisión cuando éstas se efectúen en lugares accesibles al público mediante el pago de un derecho de entrada”. Pues bien, el examen de los hechos que motivaron la presente demanda a la luz de la citada norma conduce a desestimar la posición adoptada en la litis por la parte actora y, por ende, a confirmar el pronunciamiento recurrido ante esta Corte. Si el Apart Hotel se limita a colocar aparatos receptores de señal televisiva en las habitaciones o bungalows y en dichos equipos se retransmite una señal radiodifundida por entidades de radiotelecomunicación habilitadas por la autoridad federal competente, los autores de obras musicales así retransmitidas -o la Sociedad que los nuclea, como en la especie- no tienen derecho a impedir tal retransmisión ni a exigir pago de regalías fundado en la ley de protección de los derechos de autor. d. La conclusión precedente, además de encuadrar en el texto de una ley nacional aplicable al caso, también encuentra puede respaldo negarse que en la experiencia en materia de internacional. derechos de autor No la legislación y jurisprudencia americana, por la amplitud de su regulación protectora y por los innumerables precedentes de sus tribunales ofrecen pautas que pueden orientar la interpretación del alcance tuitivo de las normas de creación autoral. Al respecto, vale recordar lo resuelto por la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos en el caso Twentieth Century Music Corp. v. Aiken, 422 U.S. 151 (1975). Allí, dicho Tribunal entendió que no constituía difusión o ejecución pública (“performance”) conforme lo estatuido por U.S. Code, Título 17 º1 la recepción y retransmisión, dentro de un pequeño restaurante, de una obra musical cuya transmisión era efectuada por una estación de radio que había obtenido la licencia para así actuar de parte del titular de los derechos autorales, concluyendo que aquella actividad no conlleva una violación de la tutela legal. Inmediatamente después de resuelto el caso “Aiken”, el Congreso Federal, modificó el Título 17 de la codificación americana, tratando de precisar los alcances de aquella jurisprudencia (cfr. Crabshaw Music v. K-Bob´S of El Paso, Inc. United States District Court for the Western District of Texas, El Paso Divisón, 744 F. Supp. 763). De acuerdo con tal reforma, no constituye violación al derecho de autor la recepción pública, en un aparato receptor del tipo de los usados en una vivienda privada, de la transmisión sonora o visual de una obra protegida, a menos que se cobrara un cargo para ver u oír la transmisión, o que la transmisión así recibida fuera luego transmitida al público [(conf. 17 U.S.C. º110 (5)]. La voluntad del legislador al introducir la modificación a la ley del establecimientos “copyright” comerciales ha del apuntado tipo a que involucrado los en “Aiken”, los cuales escasamente aumentan la transmisión sonora o visual de una obra por encima de lo que lo hace un particular receptor hogareño, estuvieran exentos de las obligaciones fijadas por las normas de protección de las obras artísticas, excepción hecha de los casos en que la difusión se efectuaba por otros medios, distintos de ese tipo de aparatos, o cuando el establecimiento realmente efectuara una posterior transmisión al gran público (cfr. H.R. Conf. Rep. No. 1733, 94 th Cong., 2d. Sess 75, reprinted in 1976 U.S. Code Cong. & Admin. News at pp. 5810, 5816). Como puede observarse, tanto lo resuelto en el precedente “Aiken” como la posterior precisión legislativa, encuentran vasos comunicantes con lo estatuido por la Convención de Roma, a la que adhiriera nuestro país. Es que, con el devenir tecnológico en el sector de la radiotelecomunicación, la posición adoptada por la Corte de Justicia americana no parece nada desdeñable. Ella impone equilibrar las dos aristas del mismo problema, alentando el trabajo creativo y su protección sin gravamen innecesario a derechos de terceros, por un lado, y permitiendo que sea ampliamente conocido por el público, por el otro, tratando de lograr que ambas armonicen en un razonable resguardo de los derechos de autor protegidos por la ley. e. De cualquier modo, no hay duda que se trata de un asunto controversial, tal como lo registra la contradictoria regulación e interpretación que le han dado los ordenamientos y tribunales de otros países (cfr. Emeri, Miguel A., “Radiodifusión de obras musicales y fonogramas en las habitaciones de un hotel ¿Comunicación pública?”, en “El Derecho” del 12-IX-2003) frente al cual, lo resuelto a fs. 211/220 en manera alguna luce desprovisto de fundamento en atención a las constancias objetivas de la causa. En definitiva, si, tal cual lo ha destacado recientemente el citado autor, que seriamente argumenta en un sentido contrario al criterio mantenido en este voto, “... las habitaciones del hotel, no obstante su reducido ámbito, han constituido un campo de batalla entre los intereses de los creadores y los difusores de la música y los hoteleros en busca de abaratar el turismo u optimizar sus ganancias” (cfr. Emeri, Miguel, A., ob. cit.) estimo que esta lidia merece una pausa para la reflexión, que evite un cambio brusco en los hábitos y expectativas medias de la sociedad, reflejada en una experiencia jurídica, cuya discontinuidad no parece ser claro reflejo de expresas decisiones legislativas o de autoridad competente. En este orden, toda vez que el Convenio de Berna para la protección de las obras literarias y artísticas (Acta de París, aprobado por ley 25.410; B.O. 24-IX-1999) no proporciona una definición de “representación y ...ejecución pública” o “transmisión tampoco pública” establece (arts. 11 y limitaciones 11 bis) terminantes -aún cuando para las comunicaciones privadas- ni la normativa de origen local ha delineado el concepto con el preciso significado ambicionado por la impugnante, la conclusión establecida en el fallo del tribunal recurrido no luce contraria a derecho, ni desprovista de justificación. Por los motivos dados en el voto al que adhiero y los demás fundamentos expuestos, doy el mío por la negativa Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría, se rechaza el recurso extraordinario interpuesto; con costas (art. 289, C.P.C.C.). El depósito previo de $ 2500, efectuado a fs. 306, queda perdido para el recurrente (art. 294, C.P.C.C.), debiendo el tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 6 y 7 de la Resolución 425/2002 (texto Resol. 870/2002). Notifíquese y devuélvase.