Num091 006

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Naturaleza y causas de
las turbulencias
monetarias
espués de Bretton Woods.
Aquella gran
construcción llamada el patrón oro, creada por el
Banco de Inglaterra tras las guerras napoleónicas,
fue un instrumento formidable, junto con el
librecambio, para expansionar el comercio
internacional y, así, afianzar definitivamente, con un mercado
mundial, al capitalismo que había promovido la Revolución
Industrial. Gracias al patrón oro, se esfumaba el riesgo de las
oscilaciones entre las monedas para los empresarios. Como se
cambiaban las princi pales unidades monetarias por cantidades tijas
de oro — el peso de la libra esterlina estaba fijado desde mucho
antes, nada menos que por Newton—, sus tipos de cambio no
podían oscilar.
D
Esta nostalgia del patrón oro vuelve una y otra vez. Los costes de
su implantación pueden ser tan notables que motivan que se
desaconseje, incluso con vehemencia, dar ese paso. Fue lo ocurrido
con el reingreso en este patrón de la libra esterlina en 1925, y los tres
violentos artículos de Keynes en el Evening Standard, recogidos en un
volumen que su gente de Bloomsbury, concretamente Leonard
y Virginia Woolf, editarían en la Hogarth Press bajo el título de
The economic consequences of Mr. Churchill. El Diario de
Virginia nos muestra este lanzamiento casi como si fuese el de un
*Catedrático de estructura Económica, U.C.M.
JUAN
VELARDE
FUERTES*
«Gracias al patrón oro,
se esfumaba el riesgo de
las oscilaciones entre las
monedas
para
los
empresarios. Como se
cambiaban
las
principales
unidades
monetarias
por
cantidades tijas de oro —
eI peso de la libra
esterlina estaba fijado
desde mucho antes,
nada menos que por
Newton—, sus tipos de
cambio
no
podían
oscilar.»
documento político y de agitación. También fue lo sucedido, en
España, en 1929 y el intento de cortar así una clara baja de la peseta.
Flores de Lemus, en el famoso Dictamen de la Comisión del Patrón
Oro, reaccionó con notable viveza ante el proyecto.
Tras los acuerdos de Bretton Woods se soñó con alinear las
monedas del mundo tras una estable relación con una cotización fija
en oro y dólares. El 15 de agosto de 1971, ante los permanentes
desequilibrios financieros estadounidenses, el presidente Nixon
liquidó la relación fija oro-dólar. Todo lo imaginado en 1944 se vino al
suelo.
A partir de ahí, dentro y fuera de la serpiente monetaria, dentro y
fuera del Sistema Monetario Europeo (SME), a pesar de acuerdos
como el del Hotel Plaza, de innumerables estudios, de la convicción
de que la globalización de la economía mezclada con la proliferación
de instrumentos financieros contiene elementos explosivos, nadie
atina a ir más allá de lo que el actual presidente del Instituto
Monetario Europeo, Lamfalussy, considera que es la única áncora
de salvación: el sentido de la responsabilidad de los intermediarios
financieros, que políticos irritados suelen llamar también peligrosos
especuladores.
Marco alemán, y en y dólar norteamericano. A pesar de que la CEE, al
crear el SME, había creído que el eje de éste sería la nueva
moneda ecu, lo cierto es que ésta ha quedado relegada al papel de
un instrumento cómodo para aliviar —al ser una cesta de signos
monetarios— el riesgo del cambio en emisiones financieras. El puesto
central lo ha ocupado el marco alemán (DM), hasta el punto de
que el SME es, en realidad, un intento de crear un patrón marco.
El dólar norteamericano, convertido en la principal moneda de
reserva del mundo, a pesar de todos sus avatares, y el yen, como una
especie de corolario a la creación de esa formidable máquina
industrial de exportar en que se ha convertido buena parte de
Japón, son las otras monedas esenciales de la economía mundial.
En estos momentos su baile es capital para comprender lo que
ocurre en la economía mundial. El dólar norteamericano se
desploma ante ambas y esa situación se transmite, inmediatamente, hacia la economía real.
De ahí que quienes dirigen las respectivas políticas económicas
parezcan incluso asustados e incoherentes cuando tienen que
decidir si deben subirse o bajarse los tipos de interés, si ha llegado el
momento de las grandes decisiones, o si éstas pueden esperar.
«Tras los Acuerdos de
Bretton Woods se soñó
con alinear las monedas
del mundo tras una estable
relación con una cotización
fija en oro y dólares. El 15
de agosto de 1971, ante los
permanentes esequilibrios
financieros
estadounidenses,
el
presidente Nixon liquidó
la relación fija oro-dólar.
Todo lo imaginado en 1944
se vino al suelo.»
Es urgente esperar. Alemania quiere, por encima de todo, un
marco fuerte, porque así, en primer lugar, tiene garantizada la
huida de la inflación. La vigilancia que el Bundesbank hace de la
oferta monetaria, como causa potencial de la subida de los
precios, llega a extremos excesivos. Alrededor de un marco duro
es como concibe Alemania la creación de una unión monetaria en
Europa. Su base serán, con su moneda, el franco francés, el florín,
el franco luxemburgués, la corona danesa, el chelín austríaco,
probablemente el marco finés y el franco belga, y bien poco más.
Eso es lo que explica que Theo Waigel, Ministro de Hacienda, haya
declarado el 5 de abril de 1995, en el congreso anual de los
banqueros alemanes, que se oponía a cualquier tipo de acción
concertada para sostener el dólar y, por supuesto, a cualquier
amago de control de los movimientos especulativos en los
mercados financieros.
Japón está sometido al juego contrapuesto de las actividades soto,
las de las eficacísimas empresas exportadoras, y de la uchi, las de los
muy ineficaces sectores que atienden el mercado interior. La subida
del yen ha provocado hasta ahora readaptaciones considerables
en la productividad, de modo tal que esta moneda ha subido
desde 200 por dólar en 1986 a 84, que es la última cotización en la
Semana de Pasión de 1995, pero, del mismo modo ha mejorado, vía
costes, la compe-titividad de las empresas soto que,
simultáneamente,
han
entrado
en
procesos
de
transnacionalización facilitados por el envío de capitales a China,
Malasia, o los Estados Unidos. La tensión social que podría crear el
lado uchi va siendo reconducida precisamente con la subida del
yen. Las importaciones son tan baratas, que el lamentable sector
agroalimenticio japonés se ha visto obligado a rebajar los precios;
los del atún enlatado han caído, a lo largo de 1994, en un 60 por
ciento, y los de la cerveza, en un 32 por ciento.
Finalmente, los Estados Unidos, con un dólar muy débil, contemplan
cómo la Bolsa parece ascender hacia el cielo, mientras los precios lo
hacen moderadamente y el PIB se incrementaba, en el último
trimestre de 1994, respecto al mismo período de 1993, un 4,1 por
ciento. Greenspan, el presidente de la Reserva Federal, sabe que
cualquier intento de fortalecer al dólar a través de subidas en los
intereses, se traduciría en frenos a la recuperación y que el efecto
tequila, que ha hundido a México, podría saltar, movido por el
aumento del coste de los préstamos, a Argentina.
Si el DM, el dólar y el yen tienden a seguir como hasta ahora, el
que las demás monedas bailen un enloquecido fandango queda
garantizado. La volatilidad en las Bolsas, los frenos a la
«A pesar de que la CEE,
al crear el SME, había
creído que el eje de éste
sería la nueva moneda
ecu, el puesto central lo
ha ocupado el marco
alemán (DM), hasta el
punto de que el SME es,
en realidad, un intento de
crear un patrón marco.»
recuperación, las variaciones inopinadas en los intereses,
continuarán acompañándonos. Llevamos ya más de veinticinco
años tocando madera para que lo peor —una gran catástrofe
financiera— no sea el fruto de estas turbulencias monetarias. No
vamos a hacer mucho más.
«Alemania quiere, por
encima de todo, un marco
fuerte. Eso es lo que
explica que Theo Waigel,
Ministro de Hacienda,
haya declarado el 5 de
abril de 1995, en el
Congreso anual de los
banqueros alemanes, que
se oponía a cualquier tipo
de acción concertada para
sostener el dólar.»
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