La cultura se la juega en el TLC http://200.41.9.39/hist_imp/HISTORICO_IMPRESO/econ_hist/2005-0411/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_HIST-2032608.html Colombia busca blindarse frente al cambio tecnológico y a E.U. con la reserva cultural que presentó en Washington. ¿Por qué Pedro el escamoso y Betty la fea, para citar solo dos recientes telenovelas exitosas, vuelven a escena, pero esta vez a la de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos? Porque los dos gobiernos decidieron que ninguna actividad quedaría por fuera del TLC. Ni siquiera la cultura, cuya materia prima es la creación artística, que ha dado origen a las industrias culturales (ver Palabras claves). Algunos sectores temen que con el TLC se pierda la identidad nacional y desaparezcan las industrias culturales locales ante la invasión estadounidense, pero el Gobierno ha dicho que ha construido un blindaje contra esa eventual invasión. Sin embargo, la actual legislación sobre creación, producción y distribución de contenidos culturales que están protegidos con derechos de autor está sobre la mesa, lo mismo que la propuesta de reserva cultural (blindaje) entregada a E.U. en la ronda de Washington en marzo. Para críticos como Paulo Laserna, presidente de Caracol Televisión, la producción nacional de televisión está en grave peligro, porque E.U. pide bajar la cuota de pantalla (ver Palabras claves) a 45 por ciento con el fin de emitir sus propias producciones que, agrega, no tienen que ver con la identidad cultural colombiana. El Gobierno niega que haya ese tipo de exigencias. Y ahí es cuando reaparecen Pedro el escamoso o Betty la fea. Estos, al igual que seriados como La Saga, desaparecerán y la televisión colombiana quedará copada por los enlatados de Estados Unidos, asegura Laserna. El problema no es solo de la televisión, pues como lo señala Bernardo Jaramillo, de la Coalición Colombiana para la Diversidad Cultural (Ccdc), las industrias culturales en el mundo están concentrando la propiedad de la producción y distribución de los bienes y servicios culturales, lo que atenta contra la diversidad cultural. Sin embargo, advierte, no se trata de cerrarles las fronteras a esos bienes y servicios, sino de que el Estado pueda apoyar las industrias colombianas con contenidos locales y aunque la Coalición aspiraba a una reserva sin acotación alguna, esto no se logró. Colombia, en su reserva, propuso que no les dará a los estadounidenses el mismo trato que a los colombianos, ni les extenderá los beneficios otorgados a los de terceros países con los cuales celebre acuerdos en ese campo. Igualmente, que si los empresarios de E.U. desean recibir algunos beneficios tienen que cumplir ciertas condiciones. Todo esto, con el fin de estimular –con ayudas, subsidios y discriminación a favor de los colombianos–, la producción, creación, difusión y distribución de los bienes y servicios culturales nacionales. La reserva también contiene un punto polémico: dada la rapidez de los avances en la tecnología digital, por donde cada vez más circulan contenidos culturales, estos serán protegidos sin importar su formato, soporte o medio de transmisión. El Gobierno acepta que la reserva vulnera los intereses de un lobby muy fuerte en E.U., como el audiovisual, pero que hará todo lo posible por sacarla adelante, dándose un margen de maniobra legal para apoyar las expresiones culturales locales. Laserna pide defender con vehemencia el texto de esa reserva. “Si se aprueba así, es razonable para el sector”, dijo el presidente de Caracol Televisión. El asunto es que la reserva cultural también será negociada. Así va la negociación La propuesta de reserva cultural es vista por E.U. como un avance importante, “más realista, más negociable” frente a las dos iniciativas anteriores. Estados Unidos se comprometió a presentar una contrapropuesta en Lima, pero está preocupado por los requisitos de desempeño y el interés de Colombia de blindarse frente al cambio tecnológico. Otro tema sensible para E.U. es el de las cuotas de cine local en las salas de exhibición y de producción nacional en las franjas horarias de televisión. Sus negociadores esperan que Colombia haga más sencillo y entendible este esquema y una reducción de dichas cuotas. Colombia, según fuentes oficiales, está lista para negociar teniendo claro que no va haber acuerdo sin fijación de cuotas. La discusión giraría, entonces, sobre el tamaño de estas. Inclusive, podría haber un intercambio en otros temas de la mesa de servicios que le interesan a E.U. Las normas colombianas sobre las industrias culturales está sobre la mesa, “pero puede acotarse”, dijo una fuente, lo que recuerda la advertencia de Paulo Laserna: su sector puede ser un sacrificado con el TLC. El Gobierno ha dicho que las empresas tendrán condiciones equitativas de competencia con la producción extranjera y que el objetivo central de la negociación es proteger a los creadores: libretistas, artistas, creativos de publicidad, musicalizadores... Palabras clave Industrias culturales: cine, televisión y en general las audiovisuales, edición, impresión y literatura, música, artes visuales y diseño de contenidos publicitarios. Cuotas de pantalla y de exhibición: porcentaje de programación de producciones nacionales en televisión y de obras cinematográficas locales en las salas de cine.