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Economía del nacionalismo y secesión
FRANCISCO CABRILLO
n su ensayo Nationality, Lord Acton no
Las explicaciones de este fenómeno son muy
tenía
empacho
en
declarar
diversas y, probablemente, todas tienen algo de
abiertamente que "El nacionalismo
razón. En países de tan larga historia, de
representa un paso atrás en la historia;
lenguas y culturas tan diferentes, es lógico que,
sus objetivos no son ni la libertad ni la prosperidad;
en determinadas situaciones y en particulares
y sacrificará ambas cosas a la imperativa necesidad
circunstancias, las peculiaridades primen sobre
de hacer que la nación sea el molde y la medida
el patrimonio y el pasado común; y mucha
del Estado". Estas frases fueron escritas en 1862,
gente piense que las cosas irán mejor si se
es decir en un momento en el que tales ideas
separan de los pueblos con los que durante
parecían ir en contra de la corriente de la
algún tiempo —a veces muchos siglos— han
historia. Pero Lord Acton tenía razón. Sus
compartido la nacionalidad.
palabras resultaron acertadas entonces y
Pero la complejidad del fenómeno
no es
«Puede afirmarse,
como regla
vuelven a serlo de nuevo ahora cuando, para
excusa para que hasta el momento general,
sean tanque cuanto
sorpresa de muchos, el nacionalismo se ha
escasos los estudios serios realizados
sobre
el y abierta al
más
libre
convertido otra vez en uno de los problemas
renacimiento del nacionalismo. comercio
Tengo la
exterior es una
capitales de Europa. Algunos de los Estados
impresión de que en el debateeconomía
actual los
la cuestión de la
creados en el Este del continente tras la Primera
argumentos pasionales siguen predominando
nacionalidad tiene menos
Guerra Mundial han saltado en pedazos; la
sobre la razón y de que corremos el riesgo
de
importancia.»
desintegración de la Unión Soviética ha roto la
perdernos en discusiones imposibles de resolver
unidad de territorios que habían formado parte
con argumentos objetivos — por ejemplo,
del mismo Estado desde mucho tiempo antes de
¿son los musulmanes bosnios una nación
1917; y en España los quinientos años en
distinta de la que forman los serbios bosnios?
común de las diversas
o ¿son Castilla y Galicia
regiones que forman el país
dos
naciones
«El
nuevo
nacionalismo
son puestos en cuestión,
diferentes?— y que a
económico no se identifica
mientras se escribe una
ninguna parte nos llevan. La
ya
con
los
intereses
de
una
nueva historia cuyo principal
cuestión clave, en mi opideterminada
nación
de
las
objetivo
parece
ser
nión,
no
es
tanto
que componen nuestro actual
acomodarse a los programas
determinar si existen o no
mundo político.»
políticos de algunos de
causas "objetivas" para el
nuestros
actuales
nacionalismo o la secesión
gobernantes regionales.
—en el caso de Estados
multiculturales o multilingües— como explicar cuá-
E
les son las circunstancias que hacen que el
problema surja en unos países y no en otros; y
en unos momentos históricos y no en otros. Es
decir, saber por qué se han desintegrado
Estados como la Unión Soviética o Yugoslavia
y no, por ejemplo, Suiza, nación en la que
conviven lenguas y culturas tan diferentes
como la alemana, la francesa y la italiana y en
la que ninguno de sus cantones parece
mostrar el menor interés en separarse de la
Confederación. Podrán alegarse razones
históricas de todo tipo, sin duda. Pero esta es una
explicación muy pobre. Me gustaría avanzar la
tesis de que también en esta cuestión la
economía tiene mucho que decir. Y no sólo en
lo que se refiere al hecho evidente de la
existencia de regiones ricas y pobres. O de
regiones que se consideran agraviadas porque, a
través de los presupuestos del Estado,
transfieren rentas a otras de renta más baja. El
tema tiene mucha mayor profundidad.
En el sigo XIX el nacionalismo económico tenía
como objetivo la consecución de una política
económica "nacional", entendiendo por tal
aquella que tomara como unidad de acción el
grupo nacional y excluyera a cuantos se
encontraran fuera de la unidad económica así
definida. Si las decisiones políticas no eran
universales, sino restringidas a un país
determinado, las decisiones económicas no
tendrían por qué ser más universales. El comercio, por ejemplo, debería ser libre para quienes
constituían la nación, pero no tendría por qué
serlo para quienes no formaban parte de ella.
Se entiende así que el tema de la libertad en el
comercio internacional fuera uno de los puntos
claves que separaban las visiones cosmopolitas,
como la que defendían los economistas clásicos, de
los programas proteccionistas, como los que
defendían los historicistas alemanes. El papel
atribuido al Estado era también muy diferente
para unos y otros. Mientras para los
primeros, la economía era algo que
dependía f undament al ment e de l as
decisiones individuales de los empresarios y los
consumidores y el gobierno debería limitarse a
facilitar su actuación en las mejores
condiciones posibles, los nacionalistas
atribuían al sector público un papel
mucho más relevante en la vida económica
en cuanto representante colectivo de los
intereses de una determinada nación, como
grupo separado y específico. Puede afirmarse
hoy, sin embargo, que, con muy escasas
excepciones, este tipo de nacionalismo ha
perdido su sentido. El nuevo nacionalismo
económico no se identifica ya con los
intereses de una determinada nación de las que
componen nuestro actual mundo político. La
globalización mundial de la economía simplemente no permite tal cosa. El proteccionismo
se plantea, en cambio, a una escala mucho más
amplia y se refiere, por lo general, no a naciones concretas, sino a grupos de naciones que
constituyen áreas económicas a veces
muy amplias. Pero el fenómeno original de
nuestros días consiste en que dentro de esas
áreas económicas extensas toman cuerpo
nuevos nacionalismos cuyo objetivo no es tanto
la independencia
o
la
autarquía
económica como la creación de nuevas
unidades políticas integradas en regiones
económicas amplias. El análisis económico del
nacionalismo debe, por tanto, orientarse por
vías distintas del estudio tradicional de las
políticas
económicas
proteccionistas
y
nacionalistas del siglo XIX.
En los últimos años algunos economistas
liberales relevantes se han pronunciado
claramente en favor del derecho de
secesión como condición importante de
una constitución que ofrezca garantías sólidas
del respeto de los derechos de sus ciudadanos.
El premio Nobel James Buchanan, por
ejemplo, ha defendido recientemente
esta idea. Y, haciendo una aplicación de
ella a la historia norteamericana, ha
explicado la Guerra de Secesión de su país
como una consecuencia de la ruptura del
contrato constitucional que, en su opinión,
llevaron a cabo el presidente Lincoln y los
políticos del Norte al recurrir a la fuerza para
mantener la Unión; y ha llamado la atención
reguladores y dirigistas la pertenencia a una u
sobre el hecho de que, seguramente, los estados
otra organización política y la sumisión a unas
del Sur habrían mostrado mucho menos
determinadas normas u otras resulta
interés por la secesión si el Norte hubiera
fundamental para los ciudadanos y las
aceptado una política económica más liberal
empresas. La diferencia básica radica en el
y menos restrictiva del comercio exterior
hecho de que, en una economía libre, las
que la que realmente se aplicó, con claros
decisiones fundamentales están en manos del
perjuicios para los estados que más tarde
individuo, y el problema político consiste
formarían la Confederación. Las implicaciones
básicamente en la elección de la gestión más
que esta idea podría tener para la futura unión
eficiente para la administración pública. En
política europea son claras. Por una parte, parece
una economía fuertemente regulada e interque los nuevos textos constitucionales europeos
venida, en cambio, la pertenencia a una u otra
que han de redactarse a partir de 1996
nación puede afectar a la vida diaria de
deberían incluir expresamente el derecho
cada ciudadano y a la existencia misma de
de secesión de los que hoy
multitud de empresas.
«No
es
extraño,
que
sea
en
son Estados miembros de la
Una economía libre, pobre
países cuya economía no
Unión Europea. Por otra,
o rica, permite todo tipo de
sólo
funciona
mal
sino
que
habría que tener presente
actividades económicas,
además está sometida a la
que cuanto más intensa sea
con las únicas restricciones
regulación
discrecional
del
la
regulación
de
las
de las condiciones —previapoder político donde las
economías europeas por la
mente conocidas— de las
tendencias
a
la
disgregación
autoridad comunitaria y
características del país, la
sean mayores.»
cuanto más elevadas sean
existencia o no de determilas transferencias de renta
nados factores de producde unas naciones a otras,
ción, sus costes, etc. Pero
mayores serán los incentiuna economía regulada —
vos de determinados países a separarse del
pobre o rica— permite sólo hacer lo que la
proyecto común.
autoridad decide que se
Este tipo de análisis en los que la economía
puede hacer y en la
«Cuanto mayor sea el grado de
desempeña un papel protagonista puede ser
forma en que juzga más
integración económica
también una vía interesante para encontrar
conveniente
que
se
dentro de un país, más
una respuesta al problema antes planteado
haga.
La
única
elevado será el coste de la
sobre las circunstancias que explican en
escapatoria posible es
secesión para cada una de
momentos determinados la aparición de
abandonar o el país... o
sus regiones.»
movimientos separatistas dentro de países que
desbancar a la autoridad
parecían tener un cierto grado de cohesión y
existente
mediante
solidez. Puede afirmarse, como regla general,
una toma directa del
que cuanto más libre y abierta al comercio
poder o mediante la
exterior es una economía la cuestión de la
secesión de aquellas
nacionalidad tiene menos importancia. Por el
regiones cuyos grupos sociales más influyentes
contrario, como acertadamente apuntaba Mises
se consideren perjudicados por la política del
hace ya mucho tiempo, la pertenencia a una u
poder central. No es extraño, por tanto, que
otra nación es relevante precisamente por la
sea en países cuya economía no sólo
gran cantidad de actividades que los
funciona mal sino que además está sometida a
Estados han pasado a desempeñar en el siglo
la regulación discrecional del poder político
XX. En efecto, en un mundo de Estados
donde las tendencias a la disgregación sean
mayores. Aunque el nacionalismo, como
afirmaba Acton, tiene mucho de paso atrás en
la civili zación humana y de regreso a aquello
que Bertrand Rusell denominaba "el mito
de la tribu", es preciso buscar, bajo la retórica,
los intereses de las personas y los grupos
sociales que consideran que la secesión
puede resultarles más conveniente que el
mantenimiento del Estado al que pertenecen.
En otras palabras, aunque la experiencia
histórica nos muestra el grado terrible de
irracionalidad al que pueden llegar los
nacionalismos, cuesta creer que la lógica y la
defensa del propio interés —que los economistas
seguimos considerando tan importantes para
entender el sentido de la acción humana—
desaparezcan totalmente de los procesos de
decisión política.
Un ciudadano racional, cuando opte entre
votar por la continuación de la estructura
política en la que está integrado o por la
creación de otra más reducida mediante la
secesión, valora necesariamente los costes y los
beneficios que a él, a su familia y a su grupo
social más próximo pueden suponerles un cambio
de esta naturaleza. Entre los beneficios destaca,
sin duda, la ventaja básica de todo proceso de
descentralización económica, la posibilidad
de una mejor asignación de recursos en una
comunidad más reducida y homogénea. Entre
los primeros, en cambio, es fundamental la
reducción de las dimensiones del mercado a la
que se enfrenta el grupo secesionista. La
vieja idea de Adam Smith de que el tamaño del
mercado determina el grado de la
especialización y, por tanto, el nivel de
eficiencia y el bienestar económico, sigue
plenamente vigente. En un mercado pequeño
se reducen, además, sustancialmente las
posibilidades de competencia, lo que no hace
sino contribuir al deterioro de la productividad y
a la elevación de los costes; todo lo cual dificulta
en buena medida las posibilidades de
supervivencia en un mercado internacional cada
día más abierto y complejo. Resulta claro, por
tanto, que cuanto mayor sea el grado de
integración económica dentro de un país, más
elevado será el coste de la secesión para cada
una de sus regiones. Y cuanto mayor sea el
grado de integración económica con otros
Estados menor será tal coste, si la región no
se aisla del área económica amplia de la que
su país formaba parte. Por ello la secesión
política de una región conservando las
ventajas de una unión económica
supranacional previa —la Unión Europea,
por ejemplo— tendría costes para la región
separatista mucho más bajos que si tal
integración supranacional no existiera. Pero,
naturalmente, los incentivos para separarse
serían también menores, ya que el nuevo
Estado seguiría sin poder tomar decisiones
sobre muchas cuestiones fundamentales que le
afectan, como ya sucedía antes de la
secesión. No es extraño, por tanto, que en esta
línea vayan las propuestas de algunos de los
grupos separatistas que existen en España. Su
objetivo no parece ser, salvo excepciones, la
completa independencia económica —idea hoy
simplemente disparatada— sino el
mayor poder que les ofrecería la creación de un
nuevo Estado, mientras conservan las ventajas
que les supone pertenecer a la Unión Europea.
Llegados a este punto hay que volver a la
pregunta fundamental de cuáles son las causas
que pueden dar origen a la secesión; o, en
términos más claros, a la cuestión de a quién
beneficiaría tal separación. Para contestar esta
pregunta es preciso profundizar un poco
más en la naturaleza de los procesos de
decisión política. No hacerlo equivaldría a
aceptar que los procedimientos democráticos
son garantía suficiente para que en una determinada comunidad política las decisiones de la
mayoría de la población sean las que determinan el comportamiento de sus gobiernos. Hoy
sabemos muy bien, sin embargo, que esta idea
del gobernante como representante altruista de
los intereses colectivos de los ciudadanos es no
sólo ingenua, sino también falsa. La teoría de la
elección pública nos ha enseñado, en
efecto, que en las decisiones políticas hay que
buscar algo más que la expresión de las
nantes y burócratas locales, que dejan de estar
preferencias del votante. Generalmente quien
subordinados al antiguo poder central. Y
gobierna se mueve más por intereses que por
mayores posibilidad e s d e l o g r a r r e n t a s
sentimientos, aunque a menudo disfrace
mediante una nueva política económica para
aquéllos bajo el ropaje de éstos. Para entender
los grupos sociales que tienen influencia
nuestro problema es preciso, por tanto, tener en
sobre aquéllos. Cuando no se puede ejercer el
cuenta cuáles son los objetivos de los grupos que
poder en un país grande, el control de uno
tienen o buscan el poder político, entendido este
pequeño puede ser una política de segundo
término en su sentido amplio, es decir no
óptimo. Las regulaciones y restricciones a la
limitado al gobierno estrictamente, sino inclulibertad económica de todo tipo —regulación del
yendo en él todo el complejo aparato burocomercio, limitación de horarios, trabas a una
crático que sirve de base a la acción del Estado.
ley de arrendamientos urbanos que restablezca
No es difícil observar, desde este punto de
los más elementales principios de la economía
vista, que el grado alcanzado por la
de mercado en el sector inmobiliario, etc.—,
intervención del Estado y la regulación de la
que desde hace tiempo ha venido defendiendo
economía es un factor muy relevante a la hora de
un partido supuestamente liberal como el que
analizar cuál será el comportamiento de los
hoy gobierna Cataluña, están en la mente de
gobernantes de una determinada región a la
todos.
hora de optar o no por la secesión. Un sistema
Resulta interesante observar cómo para los
intervencionista y regulador ofrece, en efecto, a
políticos, la prensa y la opinión pública estos
las élites gobernantes locales mayores incentivos
deseos de los gobernantes regionales de apropara buscar la secesión que una economía de libre
piarse los organismos estatales de regulación e
mercado. Este segundo efecto de la
intervención son algo indisolublemente ligado a
regulación actúa en la
la autonomía política. Se
misma dirección que el
dice así, por ejemplo, que a
«Un
sistema
intervencionista
y
primero; es decir, si para los
algunos políticos regionales
regulador ofrece, en efecto,
ciudadanos y las empresas la
les gustaría tener un I.N.I. o
a
las
élites
gobernantes
cuestión de la nacionalidad
un banco central en su
locales mayores incentivos
es relevante principalmente
propia autonomía. Ignoro si
para
buscar
la
secesión
que
por la enorme influencia que
tales
proyectos
están
una economía de libre
en sus vidas y en sus
realmente o no en la mente
mercado.»
actividades tiene el Estado
de algunos presidentes
regulador, también para los
regionales. En un país en el
políticos la posibilidad de
que se ha llegado a
secesión adquiere relevancia
proponer
incluso
el
por el enorme poder discrecional que pueden
establecimiento del control de cambios en
llegar a conseguir. En otras palabras, en un
Andalucía para impedir que los capitales
sistema
intervencionista lo que hay
locales financien la inversión en otras zonas
fundamentalmente detrás de
más ricas del país, tales
«En
un
sistema
la nueva bandera y el himno
propuestas resultan incluso
intervencionista lo que hay
del país recién creado es el
moderadas.
Lo
fundamentalmente
detrás
de
logro de mayores ámbitos
la nueva bandera y el himno
de poder para los goberdel país recién creado es el
sorprendente no es que un
harían crecer su influencia y
logro
de
mayores
ámbitos
de
político defienda la creación
su poder de decisión. Lo llapoder para los gobernantes y
de tales organismos, que
mativo es que se piense que
burócratas locales.»
mayor autonomía significa necesariamente la
creación de nuevos organismos reguladores a
escala regional y nadie se plantee, en primer
lugar, si tal regulación es realmente
precisa; y, en segundo lugar, en el caso de
que realmente lo fuera, si el ámbito óptimo de
actuación de tales organismos es el
regional, el estatal o el supranacional.
Aunque parezca prosaico y poco
patriótico, lo que realmente debería
interesar a la mayor parte de los habitantes
de una determinada región no es cambiar la
soberanía de un Estado grande por la de
uno pequeño, si este último va a seguir
regulando su vida y sus negocios como lo hacía
el primero y no garantiza una asignación más
eficiente de los recursos. Su objetivo
debería ser, más bien, conseguir para sí
mismos una organización económica
eficiente que les permita la mayor
autonomía de acción posible. Y para ello
nada mejor que poner límites a la estructura
política que los gobierna. Para quienes no
somos nacionalistas, el color de la bandera
que permita conseguir tal cosa es lo menos
importante.
¿Hay peligro de secesión en la España actual?
En mi opinión, se podría llegar a una situación
muy difícil en el momento en el que las
tendencias pasionales de los nacionalistas de
algunas de nuestras regiones fueran
utilizadas como instrumento de acción por
los grupos de interés que consideran que
obtendrían ventajas particulares de la
creación de un nuevo Estado. En otras
palabras, si llegara a tomar forma una
alianza entre los gobiernos y las burocracias
regionales, por una parte, y los grupos
económicos locales más importantes, por
otra, que decidiera excitar los sentimientos patrioteros de una parte de la
población en su propio beneficio. No
parece que, hoy por hoy, estemos cerca de
esta situación, por los enormes costes que la
ruptura supondría. Pero la previsible difícil
situación de la economía española a medio
plazo y las propias políticas de
transferencias de rentas impulsadas por
el poder central y por algunas de las
regiones españolas podrían crear incentivos
para la secesión. En tal caso, las diferencias
culturales, la bandera y el himno serían una
buena
excusa.
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