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Desde 1895 se asiste a una manera diferente de entender la vida. El cine descubre no sólo un arte nuevo sino,
todavía más, un mundo nuevo. Recorrido y análisis crítico por las diferentes etapas
que ha atravesado el cine español hasta la actualidad.
José Luis Garci
“Reflexión sobre un cine español”
l
celebrar
el
centenario del cine se
está celebrando la
creación del mundo.
En 1895 nace una nueva manera
de entender la vida. La imagen
que inaugura la filmoteca de Garci
en su cabeza es la de un águila
rodeada de dos columnas subida en
el globo terráqueo: el NO-DO.
"Uno es de la luz y de las
imágenes de las que nace. Yo
he nacido de la luz del NO-DO y
con esa imagen en unos cines
madrileños", explicó el director de
cine.
A
Para un cinefilo, la memoria
siempre es un cine de barrio. El
NO-DO mostraba un cartel que
decía "El mundo entero al alcance
de todos los españoles". En su
opinión, esto no era cierto, los
diez minutos de duración
permitían fantasear e imaginar.
España era un país de interior
día e interior noche, un país
viudo, triste y de interiores. De
ahí nace su enorme fascinación
por los exteriores, por los lugares
des-pejados. El NO-DO era algo
maravilloso, era una máquina de
propaganda, por encima de todo,
de un régimen. Era un pequeño
pasaporte para conocer lo que
existía en el resto del mundo. El
arte se trataba siempre en
broma y en tono jocoso. El NODO enraizaba con un paisaje
que gustaba, sobre todo, parecía
más auténtico que lo que se hacía
pretendidamente
para
parecerlo. "Con el paso del
tiempo me di cuenta de que las
películas que yo veía no sólo me
permitían conocer otros países,
aprender geografía, etc., sino que
descubrí a través de ellas
temas como la inmortalidad
del alma", precisó Garci. Los
personajes de las películas no
morían nunca, el cine estaba
descubriendo no sólo el presente indicativo sino un eterno
presente maravilloso. Se sabía que
eran películas, el NO-DO era algo
ligado a nuestro país en lo que a
gente, costumbres, moda, formas
de vida, etc., se refiere. Este
sentimiento que despertó el NODO en Garci le hizo llegar desde
él al neo-realismo italiano. El cine
español comenzó a comunicar con
una realidad.
Si se piensa en el cine español
antes de la guerra, inevitablemente
hay que pensar en Flo-rián Rey,
quien fascinado por el cine
norteamericano de los años 30,
mostraba una gran flexibilidad en
cuanto a puesta en escena y una gran
imaginación, incluso una gran
alegría de filmar.
Después de la guerra española
viene otro tipo de cine que
domina gran parte de los años 40 y
parte de los 50. Un cine con
vocación de imperio pero muy bien
hecho. Es un cine del que ya hoy
podemos hablar con una gran
objetividad de personas como
Juan de Ordu-ña, José Luis Sáenz
de Heredia y Rafael Gil, todos
ellos personas muy influidas por
el cine norteamericano narrativo, el mejor que ha habido
nunca, que es el de los años 40 y
50. Es un cine con una gran
vocación de perfección: el
sonido es espléndido, los decorados
eran magníficos, había estudios
grandes que comunicaban platos,
etc. Las películas comunicaban
«España era un país de
interior día e interior
noche, un país viudo,
triste y de interiores. De
ahí nace su enorme
fascinación por los
exteriores, por los
lugares despejados.»
como nunca ha comunicado el cine
español de su época. También es
verdad que el cine junto con el
frío
eran
el
gran
acontecimiento de la época que
se vivía, pero, a juicio de Garci,
eran
unas
películas
inmejorables
en cuanto a
técnica. No pretendían mostrar a
España como lo mejor del mundo,
a diferencia del NO-DO, o más
bien éste quería mostrar que en
el mundo no ocurría nada y que
de la única manera que se
podía ser feliz era en España. El
cine intentó seguir el estilo
narrativo
norteamericano.
Hay un momento clave a principios
de los años 50 donde el cine
empieza a cambiar, comienzan a
agotarse una serie de historias
narrativas, puesto que se ha
incidido ya bastante sobre
géneros como son el Western,
el cine negro, el melodrama...
Es cuando se da paso a lo que va a
ser el cine de autor con el
neorrealismo italiano más directo,
más sencillo, con menos oficio, que
pretende beber de la vida a
grandes bocanadas.
Según explicó el conferenciante, el
cine es un arte bastardo que ha
tomado prestado lo mejor de
la literatura, del teatro, de los
plásticos, de la música, de la poesía.
Se podría hablar del cine como de
un barco pirata que ha ido
recogiendo lo mejor de las otras
partes.
Este nuevo tipo de cine tiene
gran fuerza en España a nivel
intelectual. Hay que referirse
dentro de este contexto a las
tres "B": Berlanga, Bardem y
Buñuel. Este último no está en
España hasta 1960, momento en
que hace Viridiana, pero es un
mito desde su película Tierras sin
pan. Había tocado ya por
entonces casi todos los géneros.
Trabajó en los EE.UU, donde
rueda La joven, trabajó en
México, donde hace Los
olvidados. Es un cineasta de
una gran categoría, como lo
prueba el que ganara el Premio
del Festival de Venecia, la Palma
de Oro de Cannes o el Osear de
Hollywood. Por otra parte, está
una pareja de jóvenes directores
españoles (Berlanga, Bardem)
que tienen en su cabeza una idea
del cine distinta. Esta gente
empieza con Esa pareja feliz,
pero mientras Bardem va hacia
un tipo de cine que pone en tela
de juicio a la sociedad de su
tiempo a
partir de sus
conocimientos de teatro (Calle
Mayor, Muerte de un ciclista,
Cómicos), Berlanga busca otro
tipo de cine con un planteamiento
distinto, hace más hincapié en el
humor y realiza Bienvenido
Mr. Marshall y Calabuch. En
esta última película se le acusa
por primera vez de escapismo o de
neo-idealismo. Esto desemboca en
los años 60, momento en que
Berlanga realiza lo mejor de sí
mismo. Concretamene Garci
se refirió a dos obras
incostestables de la cultura
epañola: El verdugo y Plácido. Ya
no está solo, los directores
jóvenes han tomado el poder no
sólo en Francia, sino en
Inglaterra,
Checoslovaquia,
etc.
«Los personajes de las
películas no morían
nunca, el cine estaba
descubriendo no sólo el
presente indicativo sino
un eterno presente
maravilloso.»
En España se abre paso un
nuevo cine español cuyo modelo
no sería ya el modelo clásico
narrativo norteamericano que
tuvieron los directores de los
años 40, sino el modelo
francés: el director es el creador,
el autor, la única persona que
puede tener acceso a una autoría
cinematográfica.
Esto
trae
bastantes problemas. El cine
español hecho por gente joven se
desengancha un poco del público
español de la época y hoy se
puede ver que el público de
España en los años 60 tiene
mucho más que ver con la
películas de Masó, con las que
produce Dibildos, o con las
películas de Pedro Olazaga,
donde hay un planteamiento
firme de lo que está ocurriendo
en ese momento en España;
pero quizá por ausencia de lo
que no sale en esas películas se
podría reconstruir mejor la sociedad
española de los años 60. Sobre
todo, se hace comedia, y la gente
se encuentra enraizada con esas
películas de J.L. LópezVázquez, Tony Leblanc o Fernando Fernán-Gómez. Este último
es una de l as gr andes
personalidades del cine español
y quizás el primero que hace
hincapié en este tipo de cine sin
solemnidad, con humor, analiza
perfectamente como el mejor
sociólogo, el momento de la
sociedad en la que le toca vivir: La
vida alrededor, El mundo es así,
La vida por delante, El extraño
viaje, Viaje a ninguna parte. Era
una persona con una gran
vocación de director (dirige su
primera película Manicomio, a
medias con Luis María Delgado),
es un hombre que sin tener una
gran preocupación por la técnica
cinematográfica, ha tenido una
gran preocupación cultural: es
escritor, actor extraordinario en
teatro y cine, ha dirigido tanto
teatro como cine y recientemene
ha conseguido el Premio Príncipe
de Asturias de las Artes.
En los años 40 hay que recordar
tamién a Edgard Neville, uno de
los grandes escritores del teatro
español (El baile) y uno de los
grandes cineastas que ha dado
nuestro país. En opinión de Garci,
ha empezado y ha teminado en sí
mismo. Es muy difícil tener la
temperatura
cinematográfica
para hacer La torre de los siete jorobados o para hacer El último
caballo, precisó Garci. Era una
persona con una personalidad
enorme, muy dotado para el
cine.
Sería injusto decir que ninguno de
todos los jóvenes que se acercan al
cine en los años 60 deja una
magnífica obra tras de sí,
aunque quizás son sus primeras
películas las mejores. Así nos
encontramos con películas como
La tía Tula, de Miguel Picazo;
Nueve cartas a Berta, de Basilio
Martín Patino; Del rosa al
amarillo y Juguetes rotos, de
Manolo Summers. Entre esta
generación nueva y la generación
que hemos dicho de las tres B, hay
un "outsider", que es Carlos
Saura, el más pequeño de los
veteranos pero el mayor de los
jóvenes que se incorporan a la
escuela. Saura tiene una obra de
«Después de la guerra
española viene otro tipo
de cine que domina
gran parte de los años
40 y parte de los 50. Un
cine con vocación de
imperio pero muy bien
hecho.»
una dimensión enorme, ha
pasado por diferentes etapas en
las que ha ido progresivamente
asimilando el gusto por la
fotografía, el gusto por la
técnica, el gusto por la planificación. Flamenco es una película
maravillosa al igual que Los
golfos o Deprisa, deprisa.
La solidez de la televisión en los
50 provoca una grieta en el cine
norteamericano. De la misma
manera, se produce un despegue
social en España en los 60, que
repercute en el cine español.
En los 70 se abre paso una
generación nueva en la que
aparece un cine sin tantas
cortapisas. Es la generación de
J.L. García Sánchez, Antonio
Odrobe, etc. A partir de la
finalización del régimen franquista la libertad para hacer
cine y para poder expresarse es
abosluta. El desnudo se
repite
injustificadamente.
Aunque hay que destacar,
entre otros, a Víctor Erice con El
espíritu de la colmena, El Sur o
su obra sobre el pintor Antonio
López.
El cine hoy en día es la televisión.
Es injusto cuando se habla de
que la televisión ha acabado con
el cine. A juicio de Garci, ha
acabado con una manera de
entender el cine o de ver el cine.
El hecho social de ir al cine para
ver una película cada vez es
menor. Las salas de los grandes
cines de antes se han reducido en
multi-cines, pero —según dijo el
conferenciante— hoy se ve más
televisión además de programar
el cine y servirse del cine también
ayuda a que se siga haciendo
cine por medio de unos derechos
de antena con el que adquiere las
películas. "Mientras sigamos
sintiendo las personas la
necesidad de que nos cuenten
historias,
el
cine
no
desaparecerá.
La curiosidad
mantiene el cine y la vida
misma. Creo que es injusto
meterse con la televisión. Un
chico de ahora que le guste el cine
puede ver en un año todo el cine
que han podido ver los cinefilos
de alzada en toda una vida (2000
películas en España en un año).
Aunque también puede ver en un
año 200 obras maestras porque lo
ofrece la televisión de una
manera continua y voraz. Además la
televisión está ayudando a que el
cine no desaparezca del todo",
precisó Garci.
En cuanto al cine español,
existe gracias a una televisión en
España que lo está soportando.
Evidentemente la crisis es
notable. En los años 60 se
rodaban de 165 a 185 películas
anuales. Este año se han hecho 30 y
ha sido un buen año. En 1994 se
hicieron 24 películas. El gran
acontecimiento de antes era el
cine y ahora no. Hemos pasado
cine que nunca. Gracias a la
«Este nuevo tipo de cine tiene
gran fuerza
en España a nivel
intelectual. Hay que
referirse dentro de este
contexto a las tres "B":
Berlanga, Bardem y
Buñuel.»
de una etapa de "Cinefilia" a
una etapa de "Videofilia"
fantástica. Nos encontramos
con gente que sabe ajustar el
sonido, el color, el brillo de la
televisión. En opinión de Garci,
se
trata
de
verdaderos
profesionales del cine y en ellos
está el futuro. El director de cine
tuvo palabras de aliento para
el cine español, que, a su
modo de ver, ha sido muy
bueno; aunque quizás no se ha
ocupado de investigar demasiado
en sus raíces y ha ido un poco al
dictado de las modas. Su mejor
forma podría decirse que ha
sido el realismo. Finalmente, se
refirió a su película Canción de
cuna (escrita por Martínez
Sierra), que confesó haberla
realizado animado por un
fuerte sentimiento vivido en la
infancia al escucharla por primera
vez cuando era un niño en Radio
Madrid.
Acabó recordando a miembros
de la generación del 98 (Galdós,
Baroja, Azorín, Una-muno), que
cien años después siguen siendo
actuales en nuestra época, lo que
—concluyó— puede enriquecer
mucho al cine español.
C.H.LL.
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