1 La historia en directo, por TV por Juan Gargurevich El título de esta nota no es nuestro. Pertenece parcialmente a un libro del mismo nombre del renombrado investigador de la comunicación Elihu Katz y del menos conocido Daniel Dayan. Ambos se interesaron temprano en indagar lo que sucedía en nuestras mentes, hogares, escuelas, oficinas, despachos burocráticos, cuando un gran suceso era transmitido "en vivo y en directo" para usar la jerga que nos resulta ya tan familiar para describir la toma y transmisión de eventos en el tiempo real en que suceden. Las reflexiones de ambos investigadores vienen a cuento porque hace pocos días hemos sido testigos, una vez más de un suceso de gran dramatismo, la toma de la residencia del embajador japonés en Lima. Por cuatro meses varias cámaras de televisión estuvieron enfocadas permanentemente hacia la Embajada, aguardando el final de la aventura subversiva. Quizá pocos periodistas imaginaron lo sorpresivo y violento de la definición pero el hecho es que las cámaras estaban allí cuando se inició la operación y millones de peruanos la vimos "en vivo", sin recortes ni límites de espacio y, por supuesto, sin anuncios comerciales. No fue una novedad para los peruanos, sin embargo. Muchos recordarán aquel espectáculo estremecedor de la toma del penal del Sexto a fines de marzo de 1984 cuando un grupo de delincuentes tomaron como rehenes a empleados y reclusos. Los nombres de "Pilatos", "Loco Centenaro", quedaron fijados en la memoria de los millones de asombrados televidentes que siguieron el horror que atrapó a casi todos. Como si la televisión los hubiera convocado, miles corrieron a las inmediaciones del "Sexto" para intentar ver algo; todas las emisoras de radio y televisión abandonaron su rutina para grabar y televisar el espectáculo. Fue, en definitiva, el nacimiento en el Perú de una televisión de nuevo tipo, mediadora 2 de acontecimientos violentos a la vez que participante activa e instrumento inerme. Esto último porque los delincuentes tuvieron acceso a un televisor y se veían ellos mismos, tal como los demás los veían. Pero este no es único tipo de retransmisión de la televisión que puede influir a la vez que formar parte de la historia con sus presencias y consecuencias. Es por esto que Katz y Dayan imaginaron una clasificación ingeniosa de los "grandes acontecimientos mediáticos", es decir, aquellos que convocan legiones de televidentes en todo el mundo. El primer tipo de acontecimiento fue llamado "Competición", que suele tener como características principales la periodicidad, normas aceptadas o convencionales , lugares especiales para la competencia, etc. Todos se habrán ya imaginado que en este rango están los grandes espectáculos deportivos, como los Juegos Olímpicos, por ejemplo. Pero tambièn las elecciones o los debates parlamentarios, que en algunos países -como los Estados Unidosse convierten en cruciales para tomas de decisiones basadas en encuestas de opinión... forjadas luego de espectar la televisión. En el debate, la lucha política está presente también la interrogante sobre "quién ganará", tal como sucede en los torneos universales de belleza. La siguiente categoría es "Conquista" que en contrario de la Competición no obedece a normas fijas, es eventual, se traspasan límites, se sigue los pasos del héroe. Es el caso de la conquista de la Luna, por ejemplo, en que la humanidad dió aquel pequeñogran paso teniendo como testigos a millones de ansiosos telespectadores. Pero también es el caso de las guerras, los asaltos a reductos, las liberaciones de rehenes, donde los televidentes admiten, ya por convención no escrita, fallas en las transmisiones, errores en los relatos, etc. que no soportarían en el caso anterior. Finalmente está la "Coronación", el gran espectáculo que tampoco tiene fechas fijas, que normalmente se planifica apegado 3 al ritual que todos ya conocen y que esperan que se cumpla. Se ha citado como el más grande espectáculo de Coronación el matrimonio del príncipe Carlos con Lady Diana, una boda que movilizó tantos sentimientos encontrados. Las tomas de posesión presidencial están por supuesto en esta categoría así como también los grandes funerales (el del presidente Kennedy, entre otros). Estas categorías también pueden darse entrecruzadas, mezcladas en combinaciones que el lector puede imaginar con facilidad así como también ejemplos . Pro una vez establecidas las categorías o subcategorías, cabría avanzar sobre los información-comunicación. efectos de este nuevo tipo de Katz y Dayan esbozaron efectos en los organizadores y participantes, en los periodistas y las empresas u organismos radiodifusores, sobre los espectadores y en la opinión pública en general, las instituciones políticas, la diplomacia, el ocio, la familia, la religión y, finalmente, sobre la memoria colectiva. Si se observa las categorías propuestas prácticamente todos los estamentos sociales aparecen involucrados sin remedio en los grandes acontecimientos mediáticos. Quizá podría ensayarse los efectos -siguiendo líneas propuestas por los autores mencionados- en los espectadores que siguieron los sucesos de la Embajada del Japón pues no dudamos de la presencia de una enorme cantidad de televidentes pese a la hora de trabajo. Entre las tres y media y las cuatro de la tarde, los espectadores compartieron la ansiedad de los participantes. Es imposible que no abandonaran el rol pasivo, tranquilo, común a la visión de un filme corriente porque lo que transmitía exigía su partipación. De esta manera, la salita de la televisión se convirtió bruscamente en un lugar de reunión familiar, de comentario del acontecimiento que al final, imagina Katz, presupone una especie de catarsis. Y más todavía en nuestro caso en que se aguardaba desde hacía mucho tiempo una solución al problema de los rehenes 4 de la embajada japonesa. Ha sido en suma una experiencia comunicacional que valdría la pena examinar con más calma que estas líneas rápidas que quieren más bien alentar a avanzar más en el conocimiento de nuestras realidades en el terreno de la información y la comunicación. Así sabremos de cierto a lo que nos exponemos cuando un suceso traspasa barreras de control y llega a los hogares directamente, con las limitaciones, claro, que impone medio. Porque no puede olvidarse que al final, los periodistas ayudan al lector, oyente o televidente a asomarse a la ventana de la realidad pero sólo por un ángulo sumamente estrecho pues no pueden hacerlo de otro modo aun cuando coloquen todos los micrófonos y cámaras imaginables. Pues lo que no podrá hacer nunca la televisión es brindarnos allí mismo el proceso histórico que llevó al estado de cosas que ahora nos muestran en directo.