Parte II. Aportes metodológicos para interpretar el comportamiento de las clases sociales en el momento actual de la crisis en la globalización. Mario E. Burkún. (Introducción) Acorde con la interpretación marxiana de las clases sociales, las mismas tienen una forma original proveniente de la expresión de la obtención de sus ingresos, en tres fuentes originarias, salarios, ganancias y renta. Esto lleva a que en su forma pura estarían en la sociedad capitalista existiendo los trabajadores portadores del trabajo vivo al proceso de producción inmediato, los capitalistas como propietarios de los medios de producción, es decir los que avanzan el capital para el desarrollo del proceso de producción, y los propietarios de la tierra, que se apropian de la renta de la misma de manera quasi-autónoma al propio proceso de creación del capital. (1) Esta forma de distribución de la segmentación social, reduce en si misma la fragmentación intrínseca que existe al interior de cada clase social para la apropiación del capital creado y la realización del mismo en una acumulación individual. La división del trabajo provoca entonces el posicionamiento social en la valorización del capital individual, en sus distintos papeles con relación a la fuente del ingreso de cada clase, pero también en vinculación con la identidad de cada propietario el de la fuerza de trabajo, el del equipo de capital y el de la tierra. En esta distribución del ingreso ricardiana, esta obscurecida la valorización que se produce en el desarrollo del capitalismo con las diversas funciones de la moneda, especialmente la de medio de pago generador de interés. Allí en esta forma de valorización del capital dinero es donde más se expresa la interacción entre la realización de la mercancía en el capital comercial, y la realización del fetichismo de dicha mercancía encerrando el valor como trabajo incorporado y el tiempo e incertidumbre que puede generar la renta financiera en su diversidad absoluta y diferencial. Las mismas interpretaciones de la renta de la tierra, se identifican con la renta financiera, con el reflejo que la valorización autónoma parece ser real y con una identidad particular, a medida que avanza el capital accionario y el rol de bancarización de la moneda facilitadora de interés. (2) Lo que se manifestó con intensidad en la valorización intensiva posterior a la segunda revolución industrial, se acrecienta a límites extremos en la globalización posterior a los años 70 del siglo pasado. (3) El capital a interés genera una ruptura social con la expresión de las clases sociales en la manera del capitalismo originario. En la conformación de los asalariados y del ejército de reserva de los desocupados, en los propietarios de los medios de producción y la sumisión de la ganancia empresarial al capital monetariofinanciero, y en la renta absoluta y diferencial del dinero “vivo” en su movimiento de valorización especulativa y de creación y destrucción de dinero ficticio. b) Empresarios y banqueros en la crisis de globalización. La relación de producción, génesis del valor entre la fuerza de trabajo y el equipo de capital provee la base material de la ganancia del capitalista. En tanto inversor que avanza al proceso de producción inmediato los bienes y servicios necesarios para que se consume la relación de producción el capitalista empresarial, demanda recursos propios y ajenos. Utiliza cada vez más, a medida que se desarrolla la valorización intensiva del capital, préstamos del sector financiero.(4) Esto lleva a que el interés tenga un papel constitutivo en la distribución de la ganancia empresarial. La parte de la ganancia que se apropia el capitalista de forma genuina y la que debe separar como interés para el banquero que le adelanto dinero para el proceso productivo y mercantil. A medida que el capitalismo avanza hacia una subdivisión creciente de la apropiación del beneficio, se hace prioritaria la función del dinero como medio de pago para dirimir el posicionamiento frente a la distribución de la ganancia. (5) La antigua premisa de los clásicos, especialmente Ricardo y Marx, de que existe una tendencia a la igualación de las tasas de ganancia en los espacios nacionales y a una diferenciación de las mismas en el plano internacional, tenía como referencia la movilidad de los capitales individuales signados por el proceso de creación de plusvalor y la retribución de salario y ganancia empresarial. Siendo el interés basado en el comportamiento de dinero real, como contraparte en el intercambio de mercancías. El fetichismo que encierra la función de moneda, medio de pago, era un facilitador de los intercambios dilatados en el tiempo y con riesgo de inversión financiera propio al movimiento del beneficio, para obtener la ganancia media.(6) En la globalización el soporte material genuino de la reproducción se somete a esta función de la moneda, que de facilitar la circulación de mercancías, pasa a determinar el avance de capital por un movimiento autónomo de valorización. Esta ilusión monetaria que provoca el capital a interés, era valida en la acumulación del capital intensiva. Sin embargo en la globalización la volatilidad de la masa monetaria parece tergiversar la norma de comportamiento de distribución de la tasa de ganancia media en los clásicos. La tendencia a la igualación de la ganancia media en los espacios nacionales, pierde sentido en tanto la globalización asume rasgos internacionales. Sin por ello perder totalmente la posibilidad de la diferenciación. La crisis acentúa vía el endeudamiento privado y público un retorno a la gravitación de lo nacional, más como espacios integrados que juegan como naciones fragmentadas, pero con homogeneidad en la valorización. Por lo menos en la relación entre las políticas monetarias y el comportamiento bancario. Esta distancia orgánica entre generación de valor en el proceso de producción y disociación en la realización entre ganancia genuina y valor ficticio, que produce el capital a interés se manifiesta con mayor intensidad en la crisis. Los bancos en los últimos 40 años fueron superando distintas formas de interacción entre capital productivo y capital dinerario. Podemos definir el primer gran momento de ruptura con la crisis internacional de productividad posterior a 1967-1968. En esta crisis se disocia la necesidad de dinero para la producción, el cambio tecnológico aplicado al equipo de capital, la provisión de liquidez para la concentración y centralización de industria y banca y la fluidez de la relación mercantil. La astringencia monetaria de dicha crisis se salva con la ruptura de las premisas de Bretón Woods, se flexibiliza el tipo de cambio de 35 u$s la onza troy, se inyecta moneda para circulante, y se provoca un conflicto armado que dispara el precio del petróleo y de las materias primas no renovables. El sistema de préstamos bancarios comienza a generar un número importante de servicios y productos que inicia el mercado financiero global con las características actuales, provocando las primeras formas de burbujas de dinero ficticio. (7) La separación entre banca de inversión y banca comercial, pierde lentamente significado, siendo la articulación de la regulación bancaria internacional una herramienta para soldar chalecos de fuerza financieros basados en el endeudamiento bancario. Papel que cumplen desde ese momento las organizaciones multilaterales de crédito Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, más adelante el Banco Central Europeo. Desde ese momento constitutivo de la espiral de endeudamiento en sus diversas formas, la acumulación del capital, tuvo ciclos cada vez más cortos, con alta incidencia del papel del dinero a interés, para facilitar la incorporación de nueva tecnología, al igual que para las modificaciones del neo-taylorismo y del neo-fordismo en el proceso de producción inmediato y en la norma de consumo. Mientras las décadas de los 80s y 90s transcurrieron la localización de la producción siguió orientada por las pautas directrices de procesos productivos de alta productividad en espacios nacionales, versus procesos de alta intensidad de uso de la fuerza de trabajo. El dinero facilitaba la expansión y homogeneización de la norma de consumo vía el crédito. Mientras el endeudamiento se garantizaba para la continuidad de la incorporación de tecnología, como para la concentración de capitales manteniendo un garante de última instancia en las organizaciones multilaterales de crédito y en la gran banca privada internacional. Cuando la dilación del crédito tenía restricciones nacionales por regulaciones o barreras a la entrada, de carácter proteccionista para las mercancías, la realización de las transacciones mercantiles y sobre todo financieras ampliaron la utilización de zonas offshore. Bahamas, Emiratos, Singapur, Lichtenstein, Isla de Man, y un sinnúmero de lugares off-shore expandieron la movilidad de los activos líquidos, al mismo tiempo que acompañaron prácticas desleales en las transacciones nacionales. (8) La burbuja financiera terminó por crear un comportamiento obscurecido en la valorización, en donde la solvencia de los activos queda puesta en cuestionamiento en la globalización. Actualmente el tiempo y el riesgo dominan la crisis, teniendo carencia de garantes de última instancia, así como de montos dinerarios que puedan cubrir la dilación crediticia. La generación de una súper-burbuja sin respaldo posible, vía la producción de servicios y productos bancarios que potenciaron la volatilidad y el riesgo, llevan a que en el corto plazo el problema sistémico de la valorización es la debilidad bancaria para continuar desarrollando el crédito y darle solvencia a la demanda de capital a interés. Esto frena las políticas de crecimiento, lleva a ajustes de todo el conjunto social y tergiversa la distribución de la ganancia. Los precios relativos, por el efecto inflacionario, carecen de ancla en la relación biunívoca entre tasa de interés de referencia y tipo de cambio con la moneda (s) clave internacional. La dimensión de la burbuja impacta en los bancos más grandes, ya que la toxicidad se contagia a medida que el riesgo impone una creciente especulación salvaje. La crisis bancaria arrastra a los Estados nacionales que intentan proteger sus sistemas bancarios. Solo aquellos países que lograron garantizar desde el 2000 en adelante ingresos genuinos por el comercio internacional e invirtieron en producción y consumo productivo mantienen sistemas contaminados pero que pueden continuar la valorización. Nos referimos a los BRICS, y aquellos emergentes que acompañaron de diversa manera el crecimiento forzado de sus procesos de creación de ganancia.(9) Lentamente vemos que el capital a interés va modificando comportamiento que ponen en cuestionamiento las relaciones de tensión y conflicto entre las clases sociales por la distribución de la ganancia. Cuando el capital a interés y el dinero ficticio se manejaban en el período de sumisión intensiva del trabajo al capital, durante el análisis clásico. Se podía mantener la lucha de clases entre capital y trabajo, con una distribución recortada de la ganancia, a medida que avanzaba la acumulación. En la globalización la fragmentación y la autonomía creciente del capital a interés ficticio, en la determinación de la especulación sobre la ganancia empresarial, en su forma productiva y mercantil, lleva a disminuir las formas políticas de alianzas entre fracciones débiles de capital, como la pequeña y mediana empresa nacional, y el movimiento obrero frente al propietario de rente de la tierra. La lucha frontal con el gran capital, ya no es solamente con las corporaciones resultantes de la concentración y centralización del capital industrial y bancario, sino que se acentúa en la lucha con la gran banca concentrada en la generación de activos líquidos sin respaldo real. Estos capitales propietarios de acciones y valores dinerarios, o que fungen como tales, como las materias primas a futuro, o bonos de deuda securitizados, o propiedades resultantes de burbujas inmobiliarias o comerciales, son los que pasan a ser los blancos de la lucha de clases. Esto modifica las formas de expresión y de generación de políticas que garanticen los procesos de reconocimiento de las identidades de clase. El retorno a la base productiva y a los conflictos regionales con nacionalidades no consumadas en la valorización intensiva del capital, quedan relegados a un segundo plano. La distribución internacional de la ganancia media es el resultado, de la producción, de la metamorfosis mercantil de la mercancía, y sobretodo de la discriminación entre capital dinero ficticio y el riesgo financiero en el corto plazo. De esta situación surge que es con las secuelas de las crisis, que la expresión de los conflictos sociales invade las calles, modifica gobiernos, pero no resuelve el papel de los bancos, como productores de facilitar el crédito, pero también como propagadores de la crisis más profunda de la forma de acumulación capitalista. No alcanza con reavivar el papel del Estado como regulador financiero al estilo la salida de la crisis de 1929-30 del siglo XX. El Estado parece carente de herramientas eficaces, y solicita a representantes de los grandes bancos para gestionar las políticas públicas, sin legitimidad para ejercer la representatividad democrática y política propia al papel de los partidos políticos tradicionales. Al mismo tiempo la renta especulativa ya no es solo financiera e impacta sobre las commodities y el conjunto de los recursos naturales alimentarios y los no renovables, como el petróleo, gas y materiales raros. La nueva división del trabajo para salir de la crisis va a tener que saldar la distancia entre la parte del sistema que crece, como China, India y otros emergentes, con la crisis profunda en la Unión Europea, EE.UU. y Japón. El stock tecnológico sin aplicación en la producción, el consumo reprimido en el centro del sistema, y la debilidad bancaria para afrontar la toxicidad del capital a interés, tienen que poder ser respaldados por una integración positiva de la inversión potencial. Una vuelta a la base material de la producción, con nueva inversión exige decisiones políticas de inducción de la inversión, sin contemplar el rescate de las acciones bancarias, sino la actividad productiva en el proceso de producción inmediato. Dentro de la clase capitalista la recomposición de salida de la crisis lleva indefectiblemente a un reconocimiento de que el cambio de la norma de consumo, para dar cabida a una demanda solvente, exige una forma salario propio a una distribución del ingreso progresiva. Esto lleva nuevas políticas fiscales compensatorias que se distancian de los ajustes del gasto público y privado y rearmen el tejido social, para una expansión de la creación de valor y de la fuente real de la generación de la ganancia. Esto lleva a debatir sobre el carácter diferencial de la renta financiera especulativa en el período de la globalización, el papel de las localizaciones off-shore, y las nuevas hegemonías que se crearon para reemplazar el garante internacional de última instancia. El caso de Alemania en la Unión Europea, de China en los emergentes y en su relación con los bonos de mediano y largo plazo de EE.UU.. Así como el uso indiscriminado de prácticas desleales en el comercio internacional en un retorno equívoco a un proteccionismo regional que empobrece al vecino y quita vitalidad a intercambios más compensados entre sistemas productivos desiguales en tamaño y en madurez interindustrial. Nuevos desafíos tienen las fracciones de capital en su debate por el reparto de la ganancia. En ese marco la disputa entre los segmentos sociales de capitalistas insertos en la actividad productiva y mercantil, se enfrentan cada vez más al determinismo de la especulación bancaria-financiera. Esto políticamente va lentamente definiendo sectores y formas de alianzas entre los asalariados insertos en la actividad productiva y dichos capitalistas, imposibilitados de tener una orientación para salir de la crisis. Al mismo tiempo la masa de desocupados y los empresarios que deben cerrar sus establecimientos, requieren al Estado para que juegue el papel de articulador de las fracciones en pugna. Dicho Estado en la globalización se encuentra indeciso en la búsqueda de un paradigma que permita la inclusión social y al mismo tiempo induzca la decisión de inversión productiva para remontar el ciclo recesivo. La organización bancaria acorde no se encuentra comprometida con un proceso de estas características. Esta dedicada a una feroz competencia por el reparto de la renta diferencial especulativa y por la estructuración de un sistema financiero hegemónico en la acumulación del capital. Esto llevará a una destrucción de capital ficticio de dimensiones impensadas (600 trillones de activos tóxicos..?. Al mismo tiempo que una nueva jerarquía de Bancos privados y públicos, dedicados a reproducirse mediante prácticas desleales y con dificultades para encontrar la relación con la ganancia genuina en el ciclo del capital. La respuesta social posiblemente lleve a un cambio en la metodología de expresión para contemplar nuevas formas que superen el autoritarismo del capital financiero. Bibliografía. (1) Karl Marx: El Capital. Tomo III. Séptima Sección. Capítulo LII. Las clases. Pág. 796. Editions Sociales. Paris. 1976. (2) Karl Marx : Teorías sobre la Plusvalía. T. III. Apéndice. 5. Diferencia esencial entre la economía clásica y la economía vulgar. El interés y la renta, como elementos constituyentes del precio de mercado de la mercancía. Intento de los economistas vulgares de dar una apariencia racional a las formas irracionales del interés y la renta. Páginas 441-462. Fondo de Cultura Económica. México. 1980. (3) Christian Palloix : Proceso de producción y crisis del Capitalismo. Sección 2. Crisis del capitalismo y división internacional del trabajo. Pág. 272-277. H. Blume Ediciones. Madrid. 1980. (4) Michel Aglietta: Regulación y Crisis del Capitalismo. Capítulo 6. Sistema Monetario, Crédito y Crisis. Pág. 286-336. Siglo XXI. Editores. España. 1979. (5) Bernard Schmitt. Monnaie, Salaires et Profits. Capítulo III. Dans quelle direction faut-il rechercher l´intégration de la monnaie ?. Pág. 108-114. Presse Universitaires de France. Dijon. Francia. 1966. (6) Karl Marx. Le Capital. Livre III. Capitulo XXV. Crédit et Capital Fictif. Crédito y Capital Ficticio. Página 370-386. Ëditions Sociales. Paris. Francia.1976. (7) Hyman P. Minsky. Stabilizing an Unstable Economy. Part 3, Capítulo 9. Financial Commitments and Instability. Páginas 219 a 246. Mc Graw Hill. New York. EE.UU. 2008. (8) Mario Burkún. Guillermo Vitelli. Crisis en la Madurez del Capitalismo. Capítulo 10. Volatilidad del capital líquido y paraísos fiscales en la conformación de las crisis. Páginas 307-314. Prometeo Libros. Buenos Aires. 2010. (9) Joao Sicsú. Emprego, Juros e Câmbio. Parte VI. A Economía Brasileira Recente. Página 287-306. Elsevier Editora. San Pablo. Brasil. 2007.