El ajedrez puede encuadrarse en el grupo de deportes en el que el es- fuerzo físico ocupa un papel secundario y la relación del deportista con el éxito depende más de otras habilidades. Se trata de un deporte de precisión, pero con un marcado aspecto competitivo. También es el de más larga tradición e historia entre las personas ciegas de todo el mundo. Partiendo de la reglamentación internacional para personas que ven, los jugadores ciegos han propuesto a la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) pequeñas adaptaciones para conseguir un juego completamente practicable por parte de los discapacitados visuales. No se trata, pues, de un deporte concebido para que los ciegos puedan competir entre sí, sino de un deporte milenario hacia el que este colectivo se ha acercado históricamente en busca de mayores horizontes personales y deportivos. Se trata, asimismo, de una actividad muy igualitaria, porque el ajedrez para ciegos se disputa en una sola categoría, sin distinción entre ciegos y deficientes visuales, ni discriminación entre hombres y mujeres o por grupos de edades. Existen campeonatos específicos para categoría femenina, o para categoría juvenil, pero ambos tienen, además, libre acceso a todos los torneos «senior» sin restricciones ni ventajas. La capacidad que todos los grandes jugadores tienen para disputar partidas «a la ciega», es decir, sin tablero delante, demuestra hasta qué punto los resultados en ajedrez están muy poco relacionados con las condiciones físicas y visuales. Todas estas características han configurado un deporte con un alto nivel de exigencia por su decidida vocación de integración. En las últimas décadas, ha sido muy rápida la progresión del colectivo de ciegos dentro del ranking internacional absoluto. Como consecuencia, des- de 1992, la FIDE reconoce este nivel con la inclusión en la Olimpiada de Ajedrez, como un país más, de una selección internacional de ajedrecistas ciegos. VENTAJAS ESPECÍFICAS PARA LAS PERSONAS CIEGAS y DEFICIENTES VISUALES En el caso de los niños ciegos y deficientes visuales, haya al menos tres factores que refuerzan las ventajas del juego: la mejora intelectual, la capacidad de socialización y las posibilidades de igualarse a los niños que ven. .El entrenamiento en la toma de decisiones y el pensamiento crítico, que tiende a eliminar las reacciones pasionales en beneficio de la lógica, se presenta especialmente beneficioso en personas que, por arrastrar alguna discapacidad, sientan algún grado de inadaptación personal y social. .El ajedrez, por el número de países asociados a su Federación Inter- nacional, es el tercer deporte más universal, tras el atletismo y el fútbol. Ello supone, para cualquier jugador, posibilidades casi ilimitadas de relacionarse con diferentes grupos humanos. .La persona ciega, que a menudo vive en un mundo social cerrado, dispone, a través de las competiciones integradas, de una gran ventana por donde asomarse a la sociedad; un ajedrecista ciego que sólo disputara las competiciones federadas de su Comunidad, se relacionaría con más de una docena de equipos y un centenar de jugadores que ven cada año. .No hace demasiados años que, para algunos alumnos ciegos, los encuentros de ajedrez fueron la primera experiencia autónoma, sin tutores o padres, con el mundo exterior. Esa alta socialización enriquece necesariamente su vida. El factor competitivo opera en el niño ciego como revulsivo a las frustraciones de su deficiencia visual. Ésta es una de las razones por las que, históricamente, el ajedrez una actividad con escasas recompensas económicas y honoríficas- ha sido el deporte más y mejor practicado por las personas ciegas y deficientes visuales en el mundo. .Frente al tablero el niño ciego descubre la competición en igualdad de condiciones con los que ven, lo que le ayuda a desterrar la idea de la discapacidad y mejora su autoestima. ALGUNAS CONSIDERACIONES PARA DESARROLLAR EL AJEDREZ ENTRE EL SECTOR INFANTIL 1. LOS CENTROS DE RECURSOS EDUCATIVOS Los colegios de la ONCE tienen una amplia oferta deportiva, pero dirigida a un colectivo limitado. Estos alumnos no pueden sobrecargarse de actividades ni dividirse, por lo que deben elegir entre unas actividades u otras. En este punto no hay diferencias con cualquier otro colegio. Pero al elegir actividades los alumnos están fuertemente condicionados por factores sociales (primacía de unos deportes sobre otros) y, sobre todo, por la influencia de sus profesores de educación física. Dado que los colegios no tienen entre su profesorado estable profesionales de ajedrez, ningún alumno es orientado hacia este deporte. No obstante, por las especiales características de la actual población escolar de los CRE, creo que, en ajedrez, se malgastarían recursos si el esfuerzo se centrara en los mismos y no en la educación integrada. Es aquí donde creo que debe iniciarse la oferta de ajedrez escolar. 2. LA EDUCACIÓN INTEGRADA Si algunos alumnos, o sus padres, manifestaran interés por iniciarse en el ajedrez se debería seguir la siguiente estrategia: 1. Formación de un grupo. Hay que listar los alumnos interesados y establecer los horarios posibles. Como los alumnos procederían de muy distintos centros, la opción más lógica es la de establecer clases conjuntas en un local de la ONCE. No obstante, más adelante se sugiere alguna alternativa. Si hubiera alguna fase informativa previa a la formación del grupo (conferencias, charlas o encuentros pedagógicos), esta debería dirigirse, obvia- mente, a los padres antes que a los alumnos. 2. Contratación de un monitor que capte y estimule el interés de los alumnos. El monitor debe establecer cuál es el nivel a partir del cual se debe comenzar la enseñanza. Si la desigualdad entre alumnos lo aconseja, debe dividir la clase en grupos. 3. Orientar el aprendizaje hacia la competición. Desde los primeros momentos, el monitor de ajedrez debe proyectar objetivos de competición (a cualquier nivel) en el grupo. La versión del ajedrez como asignatura no curricular no tiene el mismo atractivo que su vertiente competitiva. Desde el primer curso deben establecerse metas de competición internas y, a ser posible, externas (intercambios con otros colegios o participación en competiciones municipales). .Pero no conviene olvidar que para seguir en una disciplina dura y esforzada como pocas, el ajedrez no debe perder su horizonte lúdico. Antes que dejarse atraer por las complejas consecuencias sobre la personalidad, el ajedrecista debe disfrutar del juego. 4. Crear un club. El ajedrez, deporte individual como pocos, fomenta sin embargo (por tratarse de un lenguaje específico, por ubicarse en pequeños recintos cerrados, por la larga duración de las sesiones de juego...) la cohesión social del grupo. Por eso es especialmente importante que, en las primeras fases del aprendizaje, se tracen objetivos comunes para el grupo; la formación de equipos, el establecimiento regular de competiciones y, en general, la vida interna de club, son la mejor garantía de continuidad en esta actividad. Para ello, es imprescindible la adecuación de un local «ad hoc». Si las circunstancias no permitieran formar un grupo estable para trabajar en un local fijo, la alternativa más viable es la de contratar un entrenador itinerante, que pudiera «visitar» a los alumnos en sus casas o en sus colegios (de llegar a un acuerdo con el centro). Obviamente, esta alternativa es más cara, aunque goza de las ventajas de la enseñanza personalizada. Una tercera alternativa sería centralizar ese servicio en la correspondiente Federación Autonómica de Ajedrez, pero para eso se tendría que llegar a acuerdos en cada una de las zonas donde puedan formarse grupos suficientes. 3. LOS JÓVENES NO ESCOLARES En ajedrez, la categoría juvenil llega basta los 20 años. Por eso son relativamente frecuentes los casos de jóvenes no escolares. A este grupo se le deberían ofrecer dos opciones diferentes: sumarse al plan antes expuesto de ajedrez escolar, acudiendo a las clases donde se formalicen, o bien sumarse a la actividad (el club de ajedrez que se mantenga en su Delegación Territorial o centro ONCE). Este grupo debe tener mayores facilidades, por- que se entiende que, si ya no es escolar, probablemente sea trabajador y su disponibilidad de tiempo sea escasa. Una vez captados e integrados los alumnos en este circuito de ajedrez escolar, al final de cada temporada, los más capacitados según informe de sus monitores, tendrían un seguimiento especial desde la FEDC, a través de las concentraciones de jóvenes, del Campeonato de España Juvenil ONCE, y de la invitación a torneos concretos. El resto se mantendría en la actividad hasta el cese de su edad escolar, momento en que, si el interés por el ajedrez ha sido suficiente, deberían integrarse en el club de su correspondiente centro ONCE.