UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MÉXICO , A.C. GUIA DE OBLIGACIONES Y CONTRATOS Habrá cesión de derechos cuando el acreedor transfiere a otro los que tenga contra su deudor tenga contra su deudor («a.» 2029 «CC»). Como hemos dicho al explicar la voz Cesión de créditos, la relación de obligación, esto es la surgida entre acreedor y deudor, admite en el derecho moderno la modificación de los sujetos sin que se altere la naturaleza misma del derecho procesal. Asimismo, se ha visto que, en principio, no se requiere autorización del deudor para transmitir el crédito, salvo que otra cosa se hubiere convenido y ésta aparezca en el título de crédito; en tanto que para la modificación del sujeto pasivo sí se requiere la voluntad del acreedor («aa.» 2030 y 2051 «CC»). De este modo podemos decir que la cesión de derechos por sí sola seguiría las reglas de la cesión de créditos, pero como muchos derechos patrimoniales están vinculados y son prestaciones recíprocas en algunos contratos, la cesión de derechos se complica si éstos están unidos con obligaciones (contratos recíprocos) que nuestra ley denomina bilaterales y que el derecho romano llamaba sinalagmáticos («aa.» 1835 y 1836 «CC»). La cesión de derechos puede ser universal o particular. Es universal en la sucesión hereditaria (donde se aplican las reglas específicas para este tipo de sucesión) y en la fusión de sociedades mercantiles. Cuando la cesión de derechos surge de prestaciones recíprocas recibe el nombre de cesión de contrato; la cesión de contrato es frecuente en la práctica, especialmente, en los contratos de compraventa y de arrendamiento, en función de que implican tanto una cesión de deudas, por lo que necesariamente requerirán la voluntad expresa del otro contratante. Esta voluntad resultará implícita si se trata de un título de crédito al portador o a la orden, pues la transmisión de los derechos operará por la sola entrega del título en el primer caso y por la del título y el endoso correspondiente en el segundo. I. A la asunción de deuda se le conoce también como cesión de deuda, o sustitución de deudor. II. El derecho romano permitió la asunción de deuda, en caso de transmisiones a título universal, entre el deudor original y el deudor nuevo, como sucedió en el matrimonio cum manu, la adrogatio, la venditio bonorum, la cessio bonorum, la transmisión fiduciaria y la herencia. En las transmisiones a título particular se recurría a la novación: en la relación obligatoria se cambiaba un elemento que era el deudor, pero para ello se necesitaba el consentimiento del acreedor; sin él, la relación jurídica anterior no podía extinguirse. En Roma cobró especial importancia esta figura en la práctica bancaria que se conoció con el nombre de delegación (delegatio). En este mecanismo el nuevo deudor (delegado) acepta por indicaciones del antiguo deudor (delegante) pagar la deuda que éste tiene con su acreedor (delegatario) quien acepta la delegación. Se distinguía entre delegación perfecta y delegación imperfecta. En la primera el acreedor ya no conservaba derecho alguno en contra del antiguo deudor; en la segunda, podía ejercitar aun su derecho en contra del antiguo deudor; de hecho esta última figura funcionaba como una garantía: al responder el antiguo deudor de la deuda; garantizaba con ello su cumplimiento. III. No todos los derechos positivos en la actualidad aceptan la cesión de deuda. La cesión de deuda en el «CC» se entiende como el contrato en términos del cual un deudor es sustituido por otro y la obligación sigue siendo la misma («a.» 2051 del «CC»). En consecuencia, existe una sustitución de deudor: el antiguo deudor queda exonerado y el nuevo deudor asume la obligación en los mismos términos que el anterior. Este cambio de derechos no implica una extinción de la relación jurídica; ésta continúa siendo la misma, salvo en su extremo pasivo: hay nuevo deudor («a.» 2055 del «CC»). En nuestro derecho es necesario también el consentimiento del acreedor: para que haya sustitución de deudor es necesario que el acreedor consienta expresa o tácitamente («a.» 2051 del «CC»). Finalmente es de considerarse la subsistencia de las garantías al cederse la deuda: Cuando un tercero ha constituido fianza, prenda o hipoteca para garantizar la deuda, esta garantía cesa con la sustitución del deudor («a.» 2055 del «CC»). Subrogación Latín [Subrogation] subrogatio (de -are, subrogar). Sustitución de una persona por otra en una relación de derecho (subrogación personal ), o atribución a una cosa de las calidades jurídicas de otra, a la que reemplaza en un patrimonio o universalidad jurídica (subrogación real). Ej.: para la subrogación personal, Pago con subrogación; para la subrogación real: en el régimen conyugal de comunidad, el inmueble adquirido con el dinero que se obtuvo al vender un inmueble propio, es también propio (Cód. Civ.). En caso de incendio de un inmueble hipotecado, la indemnización del seguro se subroga al inmueble y garantiza los derechos del acreedor hipotecario —en la hipoteca legal de la mujer casada [à 1'hypothèque légale de la= femme mariée]. Convención por la cual la mujer casada cede su rango hipotecario a un acreedor hipotecario o al adquirente de un inmueble del marido. — (pago con) [(payement avec)]. Pago de una deuda por una persona extraña a la obligación o coobligada con el deudor, y que mediante ese hecho queda subrogada por la ley o la convención en los derechos y acciones del acreedor (Cód. Civ.,). En materia de seguros de daños, el asegurador que ha pagado la indemnización al asegurado se subroga en los derechos y acciones de este, no obstante haber pagado la propia deuda . Asimismo, el codeudor solidario que ha pagado la totalidad de la deuda, o el adquirente que ha pagado al acreedor hipotecario, quedan subrogados en los derechos del acreedor contra los codeudores o el vendedor, respectivamente. Segunda Acepción: I. Institución de una obligación por otra. Se coloca dentro del c. de modificación de los elementos de la relación obligatoria. Efectivamente, la obligación tiene elementos físicos relativos a su forma de expresión, elementos de contenido, relativos al objeto y sujetos de la obligación. La subrogación significa un cambio en el sujeto del crédito. En el primer caso estamos en presencia de una subrogación real y en el segundo de una personal. La repetición del título o expresión física de la obligación recibe el nombre de reproducción, mas si al reproducirse se tiene la intención de afirmar la existencia de la obligación estamos en presencia de una confirmación, cuando se hace por acuerdo de la s dos partes o de un reconocimiento, cuando se hace por voluntad de una de ellas. Puede suceder que haya una mutación en el contenido de la obligación, esto es, en el objeto. Si el cambio del contenido es resultado de un acuerdo de voluntades estaremos en presencia de una transacción; pero cuando el cambio del objeto se realiza por voluntad de la ley, estamos en presencia de una subrogación real. Podría decirse que la subrogación real es la sustitución de una cosa por otra y en un apotegma latino se dice que en la subrogación real el precio sucede a la cosa y sucede al precio. II. Casos de subrogación real se encuentran con toda claridad en la hipótesis del ausente que se presentare o del que se probare su existencia, pues la ley dice que recobrará sus bienes en el estado en que se hallen, el precio de los enajenados o los que se hubieren adquirido con el mismo precio. Lo mismo acaecería en el caso en el que se anulara una participación hereditaria a consecuencia de una acción de petición de herencia ejercitada en contra de un heredero o herederos aparentes, pues en este caso los heredero falsos sufrirían la nulidad de la partición hecha y estarán obligados a restituir la porción o porciones a los herederos verdaderos («aa.» 17881790 «CC»). Igualmente habría subrogación real en la hipótesis de las donaciones inoficiosas, pues en este caso los acreedores alimentarios podrán exigir la reducción de las donaciones empezando por la última en fecha y exigiendo la devolución de los bienes, el precio recibido por sus ventas o las cosas compradas con aquél. III. La subrogación personal la coloca el legislador dentro del tit, denominado la transmisión de las obligaciones, cuando después de hablar de la cesión de derechos y de la cesión de deudas tiene un tercer c. denominado ''De la subrogación'' porque, efectivamente, esta es una sucesión en el crédito ligado al pago o una transferencia del crédito a otras personas con todas las excepciones y garantías que tenía el crédito original. Y decimos con todas las excepciones porque el deudor podrá oponer las mismas que tenía con el acreedor original y añadimos, con todas las garantías, porque precisamente en ellas se en contraría la ventaja que moviera a la intención de subrogación. En cuanto a la antigua distinción de subrogación convencional o legal, quizás podría con mayor técnica jurídica hablarse de subrogación por voluntad del acreedor subrogación del deudor y subrogación legal. A la primera hace referencia la «fr.» II del «a.» 2058 «CC», pues la voluntad del acreedor tiene que manifestarse en forma expresa y simultánea en el momento del pago; si el que realiza el pago no manifiesta su interés en subrogarse en el momento mismo en que se efectúa el pago, el pago extinguiría la obligación. La subrogación por voluntad del deudor recibe también el nombre de empréstito y a ella se refiere el «CC» en su «a.» 2059, cuando supone que una deuda fuese pagada con el dinero que un tercero le ha prestado para ese objeto; el prestamista, quedará subrogado en los derechos del acreedor. Por supuesto que para que opere esta subrogación se requiere que exista un título auténtico en el que se declare que el dinero fue prestado para el pago de la deuda. Finalmente, la subrogación sería estrictamente legal, cuando sin tomar en consideración la voluntad del acreedor o la del dueño la ley la hace funcionar. El c. respectivo, del «CC» menciona tres casos: cuando el que es acreedor paga a otro acreedor preferente; cuando un heredero paga con sus bienes propios alguna deuda de la herencia y, cuando el que adquiere un inmueble paga a un acreedor que tiene sobre el bien un crédito hipotecario anterior a la adquisición. Otros casos más, establecidos por el «CC», se observan en la subrogación a favor del fiador que paga los derechos que el acreedor tenía en contra de su deudor («a.» 2830 «CC»). La frase cesión de bienes puede tener dos acepciones, una genérica, sinónimo de sucesión de bienes, y otra específica que significa cesión voluntaria que el deudor haga de sus bienes a favor de sus acreedores. Tradicionalmente la cesión de bienes se limita a esta segunda. I. Los hechos jurídicos, en sentido amplio, abarcan los hechos, en sentido estricto, y los actos jurídicos. Puede suceder que el análisis jurídico observe una situación aislada de un hecho o de un acto jurídico, por ejemplo el nacimiento de una persona o la compraventa de una caja de cigarros son situaciones jurídicas que se agotan en una sola expresión. En ocasiones, y por cuanto que el derecho es vida, las situaciones jurídicas persisten, es decir tienen una amplia prolongación en el tiempo. A la relación puramente temporal o cronológica de un hecho se le da el nombre genérico de sucesión. Este nombre hace pensar en la continuidad de una cosa o de un derecho a través del tiempo a pesar de la modificación de uno o algunos de los elementos del hecho jurídico. Como la gran división de la actividad económica de los seres humanos se traduce en una actividad en grado de exclusividad o en grado de colaboración, los derechos patrimoniales o de contenido económico, como se ha visto, pueden ser derechos reales o derechos personales según que se efectúe dicha actividad en forma de explotación exclusiva o en forma de comunicación o colaboración. La sucesión o continuidad de las relaciones jurídicas aplicada a los derechos patrimoniales recibe el nombre de cesión; cuando se refiere a los derechos reales hablamos de una cesión de bienes y cuando se refiere a los derechos personales hablamos de una cesión de crédito, de deudas o, lo que es más complicado de una cesión de contratos. Pondremos atención en la sucesión o cesión de bienes. Los bienes se tienen en propiedad y ésta consiste en el derecho de disponer del uso y disfrute de una cosa. Es decir, el derecho de propiedad no solamente otorga la facultad de usar el bien o de hacer suyos los frutos sino también y fundamentalmente de disponer de este uso y disfrute. Cuando se transmite un bien que el propietario hubiese dado en garantía prendaria o hipotecaria o que se ha sujetado a embargo, la transmisión se realiza con los límites del derecho real de aquella garantía o del derecho personal de aquel embargo o secuestro. De donde se desprende que los causahabientes o sucesores de una universalidad de bienes o de un bien en particular responden frente a terceros en la misma forma en que respondería el causante o propietario original, pues nadie puede transmitir a otro más de lo que tuvo. La cesión de bienes en resumen puede ser a título universal o a título particular y, la causa de la misma puede ser gratuita u onerosa según que el motivo que da lugar a la cesión sea resultado de un contrato oneroso o de un acto jurídico gratuito. II. La cesión de bienes entendida como cesión voluntaria hecha por el deudor a sus acreedores otorga mejor resultado que el concurso o quiebra y abarcaría las hipótesis de una cesión de todos los bienes del deudor a los acreedores o de una cesión de bienes a sólo algunos de los acreedores o cesión de algunos de los bienes que forman el patrimonio del deudor. La cesión requiere un acuerdo de voluntades por el que el deudor confiere a sus acreedores el encargo de liquidar sus bienes y aplicar el producto de esta liquidación al pago de los créditos y se distingue del concurso o de la quiebra porque la cesión se limita a los sujetos que participan en ella («a.» 2968 «CC»). En el correcto sentido de la palabra no es una verdadera cesión, pues liquidados los créditos, el resto corresponde al deudor y, por otro lado, el deudor queda liberado desde el momento en que los acreedores reciban lo que les corresponde del producto obtenido en la liquidación si así se hubiere convenido. Los sujetos son el deudor cedente y los acreedores cesionarios, el primero conserva un derecho de control sobre la liquidación efectuada y tiene derecho a exigir una rendición de cuentas. El fundamento de esta cesión se encuentra en el principio de que el deudor responde del cumplimiento de sus obligaciones con todos sus bienes; se exige para que tenga validez frente a todos los acreedores que el convenio se haga precisamente en junta de acreedores debidamente constituida («aa.» 2964 y 2968 «CC»). Dentro de los ocho días siguientes a la celebración de la junta en que se hubiere aceptado el convenio, los acreedores que no lo hubieren aceptado en minoría y los que no hubieren concurrido a la junta podrán oponerse a la aprobación del convenio si probaren que hubo defectos en las formas de convocación, celebración o deliberación de la junta; faltas de personalidad o representación de alguno de los votantes, si su voto fuera decisivo para aprobar; concilio o inteligencia fraudulenta entre el deudor y uno o más de sus acreedores; exageración fraudulenta de los créditos para probar la mayoría o inexactitud en el inventario de los bienes del deudor para facilitar la admisión de las proposiciones de éste («aa.» 2970 y 2971 «CC»). El convenio aprobado obliga al deudor, quien si lo cumpliere extinguirá sus obligaciones en los términos estipulados, pero si dejare de cumplirlo renacerá el derecho de los acreedores de las cantidades que no hubiere percibido de su crédito primitivo («aa.» 2972 y 2974). onfusión Latín [Confusion] confusio, derivado del verbo confundire contundir. I (Der. civ.). Modo de extinción de una obligación, resultante de que en una misma persona se reúnan las calidades de acreedor y deudor ). II (Der. civ.). Modo de extinción de una servidumbre, resultante de que los fundos dominante y sirviente se reúnan bajo el dominio de un mismo propietario. III (Acepción vulgar y der. públ.) (— de los poderes). Régimen constitucional en el que no se realiza la separación de los poderes (ver esta expresión), especialmente la separación entre los poderes legislativo y ejecutivo. —de las penas [des peines]. En caso de concurso de infracciones (ver = esta expresión), absorción de la pena más suave por la más grave, por aplicación de la llamada regla de no acumulación de las penas. —de partos [de parts]. Incertidumbre sobre la paternidad, derivada de= la circunstancia de que, conforme a la ley, la duración del embarazo puede variar entre 180 y 300 días, de manera que si la madre volviera a contraer matrimonio inmediatamente después de disuelto el primero, y diera a luz dentro de los 300 días posteriores a la disolución, el hijo podría ser atribuido tanto al primero como al segundo marido, conforme a la duración legal del embarazo (ver Plazo de viudedad). —de votos [des voix]. Antigua regla conforme a la cual sólo se computan como uno los votos de dos jueces parientes o afines entre sí hasta el grado de tío o sobrino, cuando en contravención de la regla integran una misma cámara y en el curso de la deliberación se pronuncian en el mismo sentido. Segunda Acepción: I. Del latín confusio, acción y efecto de confundir, mezclar cosas diversas, barajar confusamente cosas que estaban ordenadas. Modo de extinguir las obligaciones por unión de las dos calidades, acreedor y deudor, en una misma persona especie, de accesión que se refiere a la mezcla de dos líquidos pertenecientes a diferentes dueños. II. La primera acepción se refiere a la teoría general de las obligaciones. Esta definida por el «a.» 2206. Esta figura es consecuencia lógica de la imposibilidad de que subsista una obligación de una persona para sí misma. Son causas que motivan la confusión la sucesión a título universal y la sucesión a título particular. En el primer caso la confusión se realiza hasta el momento de la partición de la herencia cuando el acreedor hereda al deudor o viceversa («a.» 2208 «CC»). En el segundo caso quedan incluidos los legados como forma excepcional de transmisión a título particular mortis causa y todos aquellos sucesos que motiven la unión de las cualidades de acreedor y deudor en una misma persona. Cuando la confusión opera en la persona de un acreedor o deudor solidario ésta sólo producirá efectos respecto de la parte proporcional que corresponda a su crédito o deuda respectivamente («a.» 2207 «CC»). La confusión puede revocarse por repudio de la herencia o por cumplimiento de una condición resolutoria bajo la que se celebró el contrato que produjo la confusión. En ambos casos la obligación renace en los términos del «a.» 2206 «CC». III. La segunda acepción es materia de los derechos reales. Al respecto la legislación mexicana establece que nace entre los dos dueños una copropiedad en proporción al valor de los dos líquidos confundidos. Esto sucede en caso de que la confusión haya sido realizada de común acuerdo por los propietarios («a.» 926 «CC»). En caso de que la confusión sea por voluntad de uno solo podrá establecerse la copropiedad a menos que el dueño que no dio su consentimiento prefiera el pago de daños y perjuicios («a.» 927 «CC»). Por último si la confusión se hizo de mala fe, el que la realizó pierde el bien confundido de su propiedad y está obligado al pago de daños y perjuicios causados al propietario del otro bien. Dación en Latín datio, pago [Dation derivado en de paiement] dare, dar. Modo de extinción de una obligación, por el cual el deudor se libera suministrando al acreedor, con el consentimiento de éste, una prestación distinta de la convenida primitivamente. Pago [Payement] Derivado satisfacer, de I (Der. suma civ.). payer, Latín pacare, Cumplimiento de de dinero una pacificar, obligación, u de tenga otra donde por apaciguar, pagar, objeto una prestación. II (Leg. fin.). Operación por la cual mediante entregas de dinero o trámites bancarios, un funcionario contable de fondos públicos paga una deuda del erario regularmente ordenada, al acreedor que justifica su derecho. —indebido [de l'indû]. (Der. civ.). Pago que no corresponde a ninguna= obligación legal y se ha hecho por error. Otorga a quien lo hace una acción de repetición. —por intervención [par intervention]. (Der. com.). Pago de una letra = de cambio a su vencimiento, o antes del vencimiento si se han abierto recursos al portador, efectuado por una persona no obligada al pago y que obra por cuenta de uno de los obligados (librador, endosante, librado aceptante, avalista). El pago por intervención debe hacerse, a más tardar, al día siguiente del último día admitido para la confección del protesto por falta de pago. El portador que rehusa recibirlo pierde sus recursos contra las personas que habrían sido liberadas (Cód. Com.). Segunda Acepción: I. (De pagar y éste, a su vez, del latín pacare.) Pago es sinónimo de cumplimiento de las obligaciones. Al efecto, entendemos por cumplimiento de una obligación, la realización de la prestación a que estaba obligado el deudor, frente al acreedor. El «CC» regula lo relativo al pago en el libro cuarto, primera parte, «tít.» IV, c. I, «aa.» 2062 a 2096, inclusive, se inicia con la definición de pago de la siguiente manera: ''Pago o cumplimiento es la entrega de la cosa debida, o la prestación del servicio que se hubiere prometido'' («a.» 2062). La propia definición de pago nos indica la sustancia del mismo, o sea que debe pagarse: la prestación misma, el contenido de la obligación de dar, hacer o abstenerse. Por ello, ''el acreedor de cosa cierta no está obligado a recibir otra cosa aun cuando sea de mayor valor'' («a.» 2012 «CC»), de ahí que exista una remisión tácita en el «CC» a los aa 2011 a 2026 que regulan las obligaciones de dar, y a los «aa.» 2027 y 2028, que se refieren a las obligaciones de hacer o de no hacer. II. A más de esta cuestión en cuanto a qué debe pagarse, se regulan también otras materias que son: a) cómo debe hacerse el pago; b) tiempo de hacer el pago; c) lugar donde debe pagarse; ch) gastos causados para hacer el pago: d) imputación del pago; e) sujetos del pago (quien y a quién debe pagarse); f) presunción de haber pagado, y g) oferta de pago y consignación de pago. En ese orden serán analizadas. a) El «a.» 2078 «CC» señala: ''El pago deberá hacerse del modo que se hubiere pactado, y nunca podrá hacerse parcialmente sino en virtud de convenio expreso o de disposición de la ley. Sin embargo, cuando la deuda tuviere una parte líquida y otra ilíquida, podrá exigir el acreedor y hacer el deudor el pago de la primera sin esperar a que se liquide la segunda''. A esto se le llama la indivisibilidad en el pago. Respecto a la calidad de la cosa que deba ser entregada en las obligaciones de dar, si no se señaló una calidad específica el deudor cumple entregando una de mediana calidad («a.» 2016 «CC»). b) El «a.» 2079 preceptúa: ''El pago se hará en el tiempo designado en el contrato, exceptuando aquellos casos en que la ley permita o prevenga expresamente otra cosa''. En cuanto al tiempo de hacer el pago, el mismo depende de si la obligación surgió originalmente con o sin plazo. En el segundo caso, si la obligación es de dar, el acreedor no puede exigir el pago sino después de 30 días de la fecha en que se haga una interpelación judicial o extrajudicial («a.» 2080 «CC»). ''Tratándose de obligaciones de hacer, el pago debe efectuarse cuando lo exija el acreedor, siempre que haya transcurrido el tiempo necesario para el cumplimiento de la obligación'' («a.» 2080 «CC»). En las obligaciones sujetas a plazo debe distinguirse si el mismo se estableció en favor del acreedor o del deudor. En el primer caso ''si el deudor quisiere hacer pagos anticipados y el acreedor recibirlos, no podrá éste ser obligado a hacer descuentos'' («a.» 2081 «CC»). Esta norma le otorga al acreedor el derecho a oponerse a recibir pagos anticipados, pero si los acepta, no implica ello que deba hacer descuentos; lo que si deberá el acreedor, si acepta el pago anticipadamente, será entregar al deudor el justificativo de su pago, cosa que debe hacer siempre que se le liquide la deuda, ya sea anticipadamente o en su tiempo: ''El deudor que paga tiene derecho de exigir el documento que acredite el pago y puede detener éste mientras no le sea entregado'' («a.» 2088 «CC»). c) Como regla general el pago debe hacerse en el domicilio del deudor de acuerdo con lo preceptuado por el «a.» 2082 «CC»: ''Por regla general el pago debe hacerse en el domicilio del deudor, salvo que las partes convinieren otra cosa, o que lo contrario se desprenda de las circunstancias de la naturaleza de la obligación o de la ley. Si se han designado varios lugares para hacer el pago, el acreedor puede elegir cualquiera de ellos''. Si la prestación consiste en la entrega de un inmueble, el pago deberá hacerse en el lugar donde el mismo se encuentre ubicado («a.» 2083 «CC»). Si el pago consiste en una suma de dinero como precio de alguna cosa enajenada por el acreedor, deberá ser hecho en el lugar en que se entregó la cosa, salvo que se designe otro lugar («a.» 2084 «CC»). ch) Los contratantes pueden ponerse de acuerdo en esta materia, pero a falta de convenio expreso entre ellos, el «a.» 2086 «CC» expone: ''Los gastos de entrega serán de cuenta del deudor, si no hubiere estipulado otra cosa''. Ahora, que si el deudor, después de celebrado el contrato mudare voluntariamente su domicilio, deberá indemnizar al acreedor de los mayores gastos que haga por esta causa, para obtener el pago. La misma regla se aplica en el caso que sea el acreedor el que cambie de domicilio habiéndose estipulado que el pago se haría en el suyo (a. 2085 «CC»). d) Cuando un deudor tenga diversas deudas con un sólo acreedor y efectúe un solo pago, surge el problema de cuál va a ser la obligación que se extinga o disminuya mediante el mismo. ¿A cuál de las deudas se imputa el pago? Por principio la imputación puede darse convencionalmente, así lo expresa el «a.» 2092 «CC»: ''El que tuviera contra sí varias deudas a favor de un solo acreedor, podrá declarar, al tiempo de hacer el pago, a cuál de ellas quiere que éste se aplique''; en esta decisión tiene que estar de acuerdo el acreedor, pues no se le podrá imponer al mismo, pagos parciales ni anticipados La ley indica cuál debe ser el orden en que se paguen las deudas de un solo deudor a un solo acreedor, cuando no hubiese declaración expresa del deudor acerca de a cuál deuda se le imputa el pago, con el consentimiento del acreedor. Así lo señala el «a.» 2093 «CC» al señalar que el pago será hecho por cuenta de la deuda que le fuere más onerosa de las vencidas, y que, en igualdad de circunstancias, se aplicará a la más antigua, y siendo todas de la misma fecha, se distribuirá entre todas ellas a prorrata Además, cuando se hagan pagos a cuenta de deudas que devenguen intereses, no se imputarán al capital mientras hubiere intereses vencidos y no pagados, salvo convenio en contrario (a. 2094 «CC»). e) Obviamente el que debe pagar es el deudor. Puede hacerlo por sí o a través de representante legal o voluntario. El pago puede ser realizado por un tercero interesado, así lo señala el a 2065 «CC» al expresar que ''el pago puede ser hecho por el mismo deudor, por sus representantes o por cualquier otra persona que tenga interés jurídico en el cumplimiento de la obligación''. El pago hecho por un tercero interesado o no en el cumplimiento de la obligación, puede ser hecho con o sin autorización del deudor y aun ignorándolo el mismo. Las consecuencias jurídicas del pago hecho por un tercero son diversas respecto al deudor, al acreedor y al propio tercero, pero en cuanto a la deuda, ésta queda cumplida y extinguida mediante el pago. El acreedor está obligado a aceptar el pago hecho por un tercero cuando la deuda ya está líquida y exigible; pero no está obligado a subrogarle en sus derechos, fuera de los casos previstos para la subrogación legal («aa.» 2058 y 2059 «CC»). Existe una excepción a este precepto el tercero no puede efectuar el pago cuando la obligación es de carácter estrictamente personal con respecto al deudor, es intuite personae, o sea que debe ser cumplida únicamente por el deudor en vista de ciertas cualidades o características propias del mismo. Naturalmente, en primer lugar el pago debe hacerse al propio acreedor; pero puede hacerse también al representante del mismo, al incapacitado, con ciertas limitaciones, al poseedor del crédito, o a un tercero cuando así se ha convenido. El «a.» 2073 «CC» preceptúa que ''el pago debe hacerse al mismo acreedor o a su representante legítimo''. Esta regla admite la excepción señalada en el «a.» 2077 «CC» que determina que ''no será válido el pago hecho al acreedor por el deudor después de habérsele ordenado judicialmente la retención de la deuda''. Cuando el acreedor es un incapaz, el pago deberá hacerse a su representante legal; vale, sin embargo, el pago hecho directamente al incapaz en cuanto se hubiere convertido en su utilidad, y será asimismo válido el pago hecho a un tercero en cuanto se hubiere convertido en utilidad del acreedor (a. 2075 «CC»). f) El pago hecho al poseedor de un crédito se tendrá como válido cuando exista buena fe de parte del deudor que realiza el pago ''El pago hecho a un tercero extinguirá la obligación, si así se hubiere estipulado o consentido por el acreedor, y en los casos en que la ley lo determine expresamente'', ordena el «a.» 2074 «CC». Existen tres presunciones legales respecto al pago: 1) en caso de deudas de pensiones, si se acredita por escrito el pago de la última, se presume pagadas las anteriores, salvo prueba en contrario (a. 2089 «CC»); 2) en caso de pago de un capital que causa intereses, ''Cuando se paga el capital sin hacerse reserva de réditos, se presume que éstos están pagados'' reza el a. 2090 «CC», y 3) se presume el pago en caso de entrega del título en que consta el crédito (a. 2091 «CC»). Todas estas presunciones son juris tantatum, admiten prueba en contrario. Por último el a 2087 «CC» preceptúa que no es válido el pago hecho con cosa ajena; pero si el pago se hubiere hecho con una cantidad de dinero u otra cosa fungible ajena, no habrá repetición contra el acreedor que la haya consumido de buena fe. g) El pago, como cumplimiento de la obligación es no solamente un deber del deudor, sino también un derecho. El deudor tiene derecho a librarse de la obligación mediante el pago y, en este sentido, el acreedor tiene la obligación de recibir el mismo cuando se hace en el tiempo, modo, lugar, etc., convenido o establecido por la ley. Por ello, si el acreedor se niega sin causa a recibir el pago o aceptándolo no entrega el documento justificativo del mismo, el deudor tiene derecho de consignar el pago a disposición del acreedor y liberarse de esta manera de su obligación. El a. 2098 «CC» nos señala los casos en que el deudor puede hacer consignación del pago: si el acreedor rehusare sin justa causa recibir la prestación debida, o dar el documento justificativo del pago, o si fuere persona incierta o incapaz de recibir, el mismo caso si el acreedor fuere conocido pero dudosos sus derechos, podrá el deudor depositar la cosa debida con citación del interesado, a fin de que justifique sus derechos por los medios legales (a. 2099 «CC»). Para que opere la consignación debe seguirse un juicio regulado por el «CPC». En la sentencia el juez puede declarar fundada la oposición del acreedor para recibir el pago y, en este caso, el ofrecimiento y la consignación se tienen como no hechos, el deudor no quedará liberado de la obligación. Si la consignación fuere aprobada por el juez, la obligación quedará extinguida con todos sus efectos. En este caso, todos los gastos que la consignación produzca serán a cargo del acreedor. Novación Latín [Novation] novatio (de novare, renovar). Operación consistente en extinguir una obligación mediante la creación de otra nueva que sustituye a la primitiva; tiene lugar cambiando de deudor o acreedor, o cambiando de objeto. Ej.: el acreedor de una suma de dinero conviene con su deudor que, en sustitución de la suma debida, éste le pagará una renta vitalicia (Cód. Civ.). Segunda Acepción: I. (Del latín novatio-onis, de novare: hacer de nuevo renovar.) Según el «a.» 2213 del «CC», ''Hay novación de contrato cuando las partes en el interesadas lo alteran substancialmente substituyendo una obligación nueva a la antigua''. En forma más exhaustiva la doctrina sostiene: ''Es un contrato celebrado por las partes de una relación obligatoria; tiene la finalidad (y análoga es la causa...) de substituir esa relación por otra que difiera de ella (aliquid novi) en la prestación, en el objeto o en el título (llamada novación objetiva) o bien, en uno de los sujetos (llamada novación subjetiva): la primera obligación se extingue en el momento mismo en que, perfeccionándose el contrato novatorio, queda aquélla absorbida por la nueva''. II. ''Identidad de objeto y severo formalismo -dice Goldenberg- son las características que presenta la novación en el derecho romano clásico''. En efecto, la novación exigía la concurrencia de los siguientes elementos: 1) que hayan de emplearse en ella las formas prescritas por el derecho civil, que Petit hace consistir, fundamentalmente, en la estipulación, pero también en los nomina transcriptia, en la dicto dotis y hasta en la litis contestatio. También, en forma más discutible, en los pacto de constituto y en los receptum argentarii (Salpius); 2) la emergencia de un elemento nuevo (porque, de otra forma, nos encontraríamos simplemente ante una ratificación o reconocimiento de la deuda); 3) la identidad en el objeto, ya que los antiguos romanos no admitieron, como nosotros, una obligación distinta en este aspecto, aunque ya el derecho pretorio atenuó en alguna forma tan rígido principio y, finalmente, 4) el animus novandi, requisito este último de características subjetivas que surgió en la época de Justiniano, quien en una disposición un tanto contradictoria prescribió la necesidad de la voluntad expresa de las partes en tal sentido. La importancia de esta figura en el derecho antiguo era manifiesta, porque posibilitaba la extinción de la obligación originaria con todas sus consecuencias, es decir, incluso con todas las garantías que a la misma se le hubieren incorporado, así como los intereses y beneficios de la mora. Además, igual que el pago, la dación en pago, el mutuo disentimiento, la pérdida de la cosa debida, la muerte o capitis diminutio, la confusión, la sentencia etc., esta institución operaba ipso iure y, por tanto, ni siquiera necesitaba ser alegada por parte del deudor. Sin embargo, su importancia se ha visto drásticamente disminuida en nuestro derecho merced a su desplazamiento por la cesión moderna de derechos y obligaciones al grado de que el «CC» alemán prefirió suprimirla. III. El c. IV del «tít.» V de nuestro «CC» se ocupa de la novación considerándola una forma de extinción absoluta de las obligaciones («a.» 2220), igual que la compensación, la confusión de derechos y la remisión de la deuda. Con mayor precisión, Branca la clasifica, junto a la remisión y la renovación del negocio, como un ''modo no satisfactor'' de la extinción de la relación obligatoria. Gaudemet comparte esta opinión agregando que ella resulta de un convenio expreso entre las partes y no del cumplimiento normal de la prestación prometida, que hace consistir exclusivamente en el pago. 1) La novación, en nuestro derecho, puede ser objetiva o subjetiva. En el primer caso la mutación es referida al objeto de la obligación o bien, a sus condiciones esenciales. En consecuencia, ella puede residir en la alteración de la prestación de dar, de hacer o de omitir alguna conducta. El cambio en las condiciones esenciales del objeto debe residir en una modalidad que revista precisamente esta característica, como afectar una obligación simple a condición suspensiva o resolutoria, porque la simple alteración del término o plazo no acarrea consigo la naturaleza esencial que la institución exige (Rojina Villegas). Hay otros casos en los que el cambio efectuado tampoco produce el surgimiento de la figura. Así, las alteraciones relativas al lugar del pago, a la carga o garantías, a la remisión parcial del adeudo, a los intereses (Gutiérrez y González). Goldenberg añade los modos de satisfacer la prestación convenida, el reconocimiento de la obligación y el título de crédito. En el caso de la novación subjetiva, el elemento característico es el cambio en la persona del acreedor (novación subjetiva activa) o en la del deudor (novación subjetiva activa). Como se desprende del concepto que de la novación enarbola el «a.» 2213 del «CC», nuestro legislador no parece haber contemplado en forma expresa esta especie, pero ella es aceptada en forma unánime y sin reparos por la doctrina. A su vez, la novación subjetiva por deudor distinto puede ser operada a través de la delegación (que requiere de la conformidad del nuevo deudor -delegado-) o de la expromisión (donde un tercero ajeno consiente en la asunción de la deuda bastando al efecto el consentimiento del acreedor). 2) Los requisitos de la novación son los siguientes: a) el consentimiento de las partes, que deberán expresar su voluntad clara de efectuar el cambio en la obligación originaria, salvo en el caso ya comentado de la expromisión, donde no resulta necesario el consentimiento del deudor inicial (Mazeaud) y en algún otro caso específico en que resulte de hechos claros y notorios que hagan evidente su actualización. Nuestra legislación, por ende, se rehusa a presumir la existencia del contrato («a.» 2215). Esto es lo que doctrinal e históricamente se conoce con el nombre de animus novandi de conformidad con las disposiciones nacidas en el derecho romano clásico a que ya hemos hecho referencia. Gutiérrez y González ha opinado que en el contexto del «a.» 2215 la novación resulta por tanto un convenio de características solemnes, opinión que no es compartida por Goldenberg, quien afirma que la ley ha establecido simplemente ''una presunción de subsistencia del anterior nexo''. Y es que es claro que dicha voluntad no requiere ser manifestada de un modo especial. b) La emergencia de un nuevo elemento en substitución expresa del correlativo de la obligación anterior, que debe afectar forzosamente a una característica esencial del acto. Los romanos llamaron a este requisito aliquid novi. Como dice Mazeaud, aquí la dificultad estriba en saber cuándo estamos en presencia de un elemento nuevo. Sin referirnos a casos específicos, ya sabemos que ello sucede, fundamentalmente, por el cambio de objeto en la obligación, de la causa que ha dado origen a la misma de la substitución de alguno de los elementos personales (acreedor, deudor), etc. Esta enumeración es esquemática, pero intenta ser comprensiva, porque otros elementos de la doctrina distingue, como la previa existencia de una obligación lógicamente anterior y la necesaria importancia del elemento superviniente se encuentran en realidad implícitos en los requisitos aquí enumerados. 3) Ya hemos aclarado que el «CC» considera al contrato en análisis como una de las reformas de extinción obligacional. Su efecto -agrega la doctrina- es doble: extingue un crédito y hace nacer otro (Ripert y Boulanger) en un acto único. De manera que si ha cambiado el objeto, el deudor se encuentra ahora obligado a entregar (o pagar, mejor) lo convenido en la mutación; si, de otro lado, se ha tratado en el caso de una novación subjetiva pasiva, el deudor inicial quedará liberado del crédito en función del nuevo deudor. Finalmente, en el caso de la novación activa, el obligado quedara relevado de su deuda frente al anterior acreedor, subsistiendo ahora frente al nuevo. Los «aa.» 2216, 2220, 2222 y 2223 del «CC» prevén algunos otros efectos de la novación respecto a la condición suspensiva, las obligaciones accesorias, los privilegios e hipotecas y los deudores solidarios, en forma respectiva. Prescripción [Prescription] Latín jurídico praescriptio (de praescribere, literalmente ‘‘es= cribir en cabeza’‘). Modo de en las adquirir o de liberarse por condiciones determinadas el transcurso de por la ley cierto lapso y (Cod. Civ.). —adquisitiva (o usucapión) [acquisitive (ou usucapion)]. Adquisición = de los principales derechos reales, muebles o inmuebles, posesión prolongada durante cierto tiempo, fijado en treinta años (Cod. mediante una principio en Civ.). —civil [civile]. La que se aplica a los derechos privados y se halla = reglamentada prescripción en las leyes civiles y —corta comerciales. Se opone a la criminal. [(courte)]. A. Prescripción extintiva de plazo corto (por lo común dos años y aun menos), que se funda en una presunción de pago y, por ese motivo, no se aplica y a cuando, deferido juramento al deudor, este rehusa jurar que la deuda ha sido pagada (Cod. Civ.) B. Por aquellas anos. extensión, la prescripciones expresión se usa que se cumplen a veces para designar todas en plazo inferior a treinta —criminal [criminelle]. Prescripción extintiva aplicable a las acciones publica y civil que nacen de una infracción (prescripción de la acción: Cod. Pen, y a la pena impuesta por sentencia condenatoria (prescripción de la pena. —extintiva (o liberatoria) [extinctive (ou liberatoire)]. Excepción que el deudor puede oponer a la acción del acreedor, cuando este ha descuidado ejercerla dentro de un plazo determinado, treinta años por lo general. Caducidad (Caducité) Derivado de caduc, latín caducus. Estado del acto jurídico al que un acontecimiento posterior torna ineficaz. Se dice especialmente de la donación entre vivos el legado y el contrato de matrimonio. Ej.: la donación entre vivos caduca si la condición a que estaba subordinada no se cumple; el legado caduca cuando el legatario muere antes que el testador; el contrato de matrimonio caduca si no se celebra el matrimonio proyectado. Caducidad Derivado decadere [Déché0'ce] del verbo (de déchoir, codere, latín popular caer). I. En la acepción corriente, disminución o pérdida del rango social. Ej,: el estado de quiebra es una caducidad en el sentido jurídico. II. Pérdida de un derecho o función, sufrida a titulo de sanción. Ej.: caducidad de la patria potestad (ley del 23 jul. 1925), caducidad del beneficio de inventario (Cód. Civ., art. 801); caducidad de la facultad de renunciar a una herencia, en caso de sustracción u ocultación de bienes que integran aquélla (Cód. Civ., art. 792). III. Pérdida de un derecho o acción, por no ejercerlos dentro del plaza y en las condiciones fijadas por el juez, la ley o las convenciones. Ej.: caducidad de una patente de invención, por no explotarla durante el término de dos años (ley del 5 jul. 1844, art. 32); caducidad de la acción de desconocimiento de la paternidad, por no ejercerla en el plaza legal. En derecho procesal, las caducidades se denominan generalmente forclusions (ver Exclusión [2]) (Cód. Civ., art. 316). IV (Der. fisc.). Sin llevar en sí la idea de sanción y con el sentido de prescripción o plazo perentorio (ver estas expresiones), extinción de la competencia del fisco en materia de talla y recaudación de un impuesto. Ej.: la caducidad de cuatro años opuesta por el contribuyente al recaudador, ley del 3 frimario, año VI, art. 149, y ley del 12 jul. 1922; o la forclusión en que ha incurrido un acreedor del fisco (ver Caducidad quinquenal). —quinquenal Latín quinquennalis [quinquennale]. (de quinque, cinco, annus, año). Extinción de los créditos contra el Estado o las colonias, que tengan por objeto una suma de dinero; se produce a la expiración del plazo de cinco años, calculados a partir de la iniciación del ejercicio. Segunda Acepción: I. La palabra caducidad implica la acción o el efecto de caducar, perder su fuerza una ley o un derecho. Doctrinalmente se entiende como una sanción por la falta de ejercicio oportuno de un derecho. El legislador subordina la adquisición de un derecho a una manifestación de voluntad en cierto plazo o bien permite una opción. Si esa manifestación no se produce en ese tiempo, se pierde el derecho o la opción. II. Es una figura procedimental que consiste en la pérdida o extinción de las facultades de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por el transcurso del tiempo, al no haberlas ejercido dentro del lapso prefijado y que no está sujeto a interrupción o suspensión. III. Mediante la caducidad se pretende poner fin a largos e interminables procedimientos administrativos que afectan la seguridad jurídica de los particulares, al tener la certeza que las autoridades hacendarias no podrán ejercer sus facultades al término de cinco años. La Ley del Impuesto sobre la Renta contemplaba desde el año de 1963 la caducidad en su «a.» 13. Posteriormente el Código Fiscal de la Federación de 1967, distinguía en su «a.» 88, a la caducidad como figura de aplicación general dentro del sistema tributario mexicano. El Código Fiscal vigente, publicado en el «DO» de 31 de diciembre de 1981, regula esta figura en su «a.» 67; estableciendo que serán los contribuyentes quienes soliciten que se declare que se han extinguido las facultades de las autoridades fiscales, mediante una instancia, planteada ante la Procuraduría Fiscal de la Federación. Sin embargo, cuando la autoridad exija el pago de créditos en los que ha operado la caducidad, el particular podrá interponer el recurso de oposición al procedimiento administrativo («a.» 118). IV. La caducidad tiene su origen en Roma en materia de herencia y aún vemos una cierta equivalencia en este contexto. Los bienes caducos eran aquellos de los que se disponía válidamente, pero que no llegaron a adquirirse por causas posteriores o de muerte del testado; p.e. por ilegalidad del heredero instituido, etc. El derecho positivo mexicano también contempla esta idea de caducidades; así las disposiciones testamentarias caducan y quedan sin efecto en lo relativo a los herederos y legatarios: a) Si el heredero o legatario muere antes que el testador o antes de que se cumpla la condición de que dependa la herencia o legado, b) Si el heredero o legatario se hace incapaz de recibir la herencia o legado; c) Si renuncia a su derecho. I. Medio de extinguir las obligaciones por perdón del acreedor a favor del deudor, a quien releva del cumplimiento. Es un acto por el cual cl acreedor renuncia a su crédito o abdica de su derecho crediticio u obligacional y declina la facultad de exigir al deudor el cumplimiento o pago de su deuda, total o parcialmente, teniéndola por extinguida sin haber recibido la prestación a que tenga derecho. Si el perdón es total el término usual es remisión; si es parcial, suele hablarse de quita. La remisión de la deuda es una especie del género renuncia: ésta significa dimisión voluntaria de cualquier derecho, aquélla abdicación de derechos de crédito. II. No existe uniformidad de criterios respecto a si este acto es unilateral o bilateral. Pothier, Saleilles, Karl Larenz, Valverde y otros autores enseñan que es bilateral, requiriéndose el acuerdo de dos voluntades: la del remitente y la del remitido. Por el contrario, Rezzónico, Colmo, Borja Soriano y Gutiérrez y González, entre nosotros, sostienen que basta la simple declaración unilateral de voluntad del acreedor para que se tenga por producida la renuncia con todas sus consecuencias jurídicas. Por su parte, Borde, Planiol y Ripert, afirman que cuando la remisión se hace por disposición testamentaria, ella es forzosamente unilateral, pero por actos entre vivos supone normalmente el acuerdo del acreedor con el deudor. III. La remisión generalmente se presenta como acto a título gratuito, como una liberalidad; sin embargo, la abdicación al derecho puede hacerse por un precio u otra prestación cualquiera, en este caso se habla de remisión a título oneroso (Gasperi, Borda y Colmo). IV. La doctrina y las legislaciones modernas se han manifestado, normalmente, en el sentido de no exigir forma expresa a la renuncia, salvo para casos especiales. Así, el «CC» español preceptúa que la con. donación podrá hacerse expresa o tácitamente («a.» 1187). En el mismo orden el «CC» de la República Argentina dispone que la renuncia no este, sujeta a ninguna for. ma expresa, y puede tener lugar aun tácitamente, salvo que la ley exija el cumplimiento de ciertas formas o el carácter expreso («a.» 873). En nuestra legislación el «CC» sin contener norma similar a las mencionadas, solo establece que la renuncia de derechos privados deberá hacerse en términos claros y precisos, de tal suerte que no quede duda del derecho que se renuncia («a.» 7); señala además: ''la devolución de la prenda es presunción de la remisión del derecho a la misma prenda si el acreedor no prueba lo contrario'' («a.» 2212 «CC»). V. La remisión de la deuda principal extingue las obligaciones accesorias, pero la de estas deja subsistente la primera («aa.» 1441, 2212, 2847 y 2891 «CC»). En caso de que exista pluralidad de acreedores o deudores se aplicarán las reglas siguientes: a) si la deuda es simplemente mancomunada la renuncia solo favorece en la porción correspondiente al acreedor renunciante y al deudor cuya parte en la deuda se renuncia; o) si la obligación es solidaria, la remisión hecha por cualquiera de los acreedores, con cualquiera de los deudores de la misma clase, extingue la obligación (a 1991 del «CC»), y c) si la obligación es indivisible, la remisión solo favorece al deudor cuya parte de la deuda se renuncia Por otro lado, en materia de fianza, si hubiera varios fiadores mancomunados y uno de ellos fuese liberado los otros sólo se aprovecharán de esa renuncia en la medida en la cual el fiador favorecido hubiera debido satisfacer la obligación («a.» 2844 «CC»). Si los fiadores fueren solidarios, la remisión hecha a uno de ellos libera a los demás. Transacción Latín [Transaction] transactio I. Contrato en dan fin a una (del verbo transigere, transigir ) . el cual las partes, haciéndose concesiones reciprocas, cuestión planteada o previenen una futura (Cód. Civ.). II. En el léxico corriente, la palabra se usa como sinónimo de operación en los mercados comerciales y en las bolsas de mercaderías y valores. III (Leg. fin.). Convención por la cual una repartición fiscal consiente, en caso de infracción, en no ejercer persecución alguna contra el contraventor, obligándole a pagar una suma de dinero en sustitución de las penalidades. Se distingue la transacción previa a la sentencia que recae sobre las penalidades que se derivarían de una infracción acreditada por acta de comprobación o por reconocimiento del inculpado; y la transacción posterior a la sentencia, que recae sobre penalidades ya pronunciadas. Segunda Acepción: I. (Del latín transactustio, transactionis, derivado de transactus, participio de transigere, significa ''hacer pasar a través de'' ''concluir un negocio''.) El «a.» 2944 lo define como el ''contrato por el cual las partes, haciéndose recíprocas concesiones terminan una controversia presente o previenen una futura''. La litis de un negocio ventilado ante un juez puede concluir por un acto unilateral el reconocimiento, en donde una de las partes acepta la presunción de la otra en la transacción, en cambio, hay un acuerdo de voluntades entre las partes destinado a dar, retener o prometer con el objeto de evitar o terminar un conflicto. En virtud de que la transacción no opera únicamente sobre las pretensiones de un litigio, sino que en ocasiones sea nuevos nexos que modifican o extinguen las relaciones preexistentes, se dice que la transacción no sólo tiene efectos declarativos sino también constitutivos de derechos. II. Es un contrato formal, por ende debe constar por escrito. Son incapaces para transigir: a). los ascendientes y tutores en nombre de las personas que tienen bajo tu potestad o su guarda, a no ser que la transacción sea necesaria o útil para los intereses de los incapacitados y previa autorización judicial; el procurador en juicio, quien requiere poder con cláusula especial para la transacción («a.» 2587, «fr.» II, «CC»). No se puede transigir: a) sobre el estado civil de las personas, ni sobre la validez del matrimonio; siendo, sin embargo, valida la transacción sobre derechos pecuniarios que de la declaración del estado civil pudieran deducirse a favor de una persona. En este caso la transacción no importa la adquisición del estado. b) Sobre delito, dolo y culpa futuros y sobre la acción civil que nazca de un delito o culpa futuros; la transacción sobre acción civil proveniente de un delito es valida sin que por ello extinga la acción pública para la imposición de la pena. c) Sobre sucesión futura, pues equivaldría a limitar la libertad del testador. d) Sobre la herencia, antes de visto el testamento, pues la voluntad del autor de la sucesión que darla burlada. e) Sobre el derecho de recibir alimentos, pero si sobre las cantidades debidas. La transacción, en consecuencia recae únicamente sobre los derechos disponibles, pues no cabe que recaiga sobre cuestiones de orden público y objetos que no están en el comercio.La transacción equivale a cosa juzgada, así se dice en el Codex de Justiniano y por esa razón la ley civil dice que: ''La transacción tiene, respecto de las partes, la misma eficacia y autoridad que la cosa juzgada'' («a.» 2955 «CC»). Sin embargo no es válida sobre un negocio que está decidido judicialmente por sentencia irrevocable ya que al decirse que la transacción equivale a cosa juzgada, en realidad está señalándose que tiene la fuerza de un contrato y que obliga a las partes a lo estipulado. En consecuencia la transacción puede nulificarse o rescindirse en los casos en que operase la nulidad o rescisión («a.» 2953 «CC»). Si la transacción se hiciese en razón de un título anulable la nulidad podría recaer sobre aquella, a no ser que las partes la hubiesen celebrado para tratar de convalidar el acto anulable. Si las partes conocen la nulidad del título o la disputa versa sobre esa misma nulidad, la transacción opera válidamente, a no ser que los derechos no sean renunciables; por la misma razón es nula la transacción que se funde en documentos que después han resultado falsos o cuando apareciesen nuevos títulos que de mala fe hubiesen sido disimulados por una de las partes. El contrato de transacción puede colocar los derechos controvertidos a árbitros o jueces privados, y en este caso el contrato pactado se denomina compromiso en árbitros. Contrato [Contrat] Latín contractus, derivado de contrahere, reunir, lograr, concertar. I. Acuerdo de voluntades entre dos o más personas con el objeto de crear entre ellas vínculos de obligaciones. II. III. una En En el sentido lato, sinónimo lenguaje corriente, documento convención (ver: —a titulo gratuito de escrito Acto [à convención. destinado a probar instrumental). titre gratuit]. A) En sentido lato, todo contrato en el cual una de las partes se obliga a una prestación cualquiera sin estipular nada en cambio, con intención liberal o desinteresada. Ej.: donación entre vivos, mandato gratuito, depósito. Se opone al contrato a título oneroso. B) En sentido más estricto, sinónimo de donación entre vivos . — a título oneroso [à titre onéreux]. Contrato en el cual cada una de= las partes estipula de la otra una prestación a cambio de la que ella promete. —administrativo [administratif]. Designación doctrinal que engloba todos los contratos celebrados por la Administración con el fin de asegurar el funcionamiento de un servicio público. En cuanto a su régimen jurídico, el contrato administrativo se rige por normas especiales de derecho público, ajenas al derecho privado (ej.: contrato de obras públicas, contrato de concesión de un servicio público). —aleatorio Latín aleatorius, [aléatoire]. relativo al juego (de alea, juego de azar ) Contrato en el cual todas las partes (como en el juego y la apuesta) o una de ellas (como en la lotería) estipulan la posibilidad de una ganancia o se garantizan contra la posibilidad de una pérdida, teniendo en conmutativo mira un acontecimiento (ver incierto. Se esta opone al contrato palabra). —bilateral [bilatérall. Sinónimo de contrato sinalagmático; ver esta = expresión. —colectivo [collectif]. Contrato que vincula a todas las personas que= forman parte de un grupo, por el solo consentimiento de la mayoría de ellas o de los delegados del grupo. Ej.: el concordato de la quiebra, las asociaciones sindicales autorizadas, la convención colectiva de trabajo (ver estas palabras). —colectivo colectiva de trabajo [collectif de de travail]. Ver: —conmutativo Derivado del Convención trabajo. [commatatif]. verbo latino commutare, cambiar, Contrato en el cual las partes conocen, desde el momento en que prestan su consentimiento, la extensión de sus prestaciones. Se opone al contrato aleatorio (ver esta expresión). —consensual Derivado del contractuel. latín [consensuel]. consensus, consentimiento, conforme al modelo Contrato concluido con el solo acuerdo de las voluntades de las partes y desde el instante en que éste se presta. En principio todos los contratos son consensuales, salvo aquellos respecto de los cuales la ley exige determinados formalidades (ver: Contrato solemne y Contrato real). —de adhesión [d'adhésion]. Expresión con la cual se designa en la doctrina a ciertos contratos cuyas cláusulas esenciales son fijadas anticipadamente por una de las partes, para todas las personas que traten con ella. Ej.: las cláusulas del reglamento del taller en el contrato de trabajo, las cláusulas impresas en la póliza en el contrato de seguro, las pólizas de abono para los contratos celebrados por los concesionarios de servicios públicos con los particulares (transparte, suministro de luz y fuerza, etc.). —de beneficencia [de bienfaisance]. Ver—a titulo gratuito, I. —de tracto sucesivo [successif]. Expresión con que se designa los contratos en los cuales las partes o una de ellas se obligan a prestaciones periódicas. Ej.: la locación de cosas, el contrato de trabajo, la venta con cargo de renta vitalicia. —desinteresado [désintéressé]. Contrato por el cual se suministra una= prestación benévolamente y sin contraprestación, pero también sin que se empobrezca el patrimonio de quien la otorga. Ej.: el préstamo sin interés, el depósito, el comodato. —en mano [en mains]. Estipulación incluida en un contrato de venta, por la que se deroga el art. 1593 del Código Civil y conforme a cuyos términos el adquirente no soporta ninguno de los gastos del contrato, registro, transcripción, etc., imputándose sobre el precio de venta las sumas necesarias para el cumplimiento de esas formalidades. —innominado [innommé]. Expresión usada para designar un contrato que = no es objeto denominación. de ninguna reglamentación legal bajo especial —judicial [judiciaire]. Contrato celebrado por las partes ante el juez, sobre una cuestión litigiosa y en el curso de un juicio o del procedimiento de conciliación. —real [réel]. Contrato que nace sólo mediante la entrega de la cosa que constituye su objeto. Ej.: el deposito, el préstamo, la prenda. —sinalagmático Tomado del griego [synallagmatique]. sunallagmaticoz; derivado de sunallagma, contrato). Contrato en el cual las partes se obligan recíprocamente, unas respecto de las otras (Cód. Civ., art. 1102). Ej.: la venta y la locación. Este contrato, llamado también bilateral, se opone al contrato unilateral (ver esta expresión). —sinalagmático unilateral. imperfecto [synallagmatique imparfait]. Ver Contrato —solemne [solennel]. Contrato cuya validez es subordinada por la ley = a formas prescritas por ella y que casi siempre se refieren a la redacción de una escritura pública. Ej.: el contrato de matrimonio, la donación entre vivos y la constitución de hipoteca. Se opone al contrato consensual. —unilateral [unilatéral]. Contrato en el cual una o más personas se obligan respecto de otra u otras, sin que por parte de las últimas haya obligación alguna Ej.: la donación. Se opone al contrato sinalagmático (ver esta expresión). El contrato unilateral se llama sinalagmático imperfecto cuando, como consecuencia de un acontecimiento posterior a la celebración, el contratante que no se había obligado lo está ahora frente al otro. Ej.: obligación del mandante o depositante de reembolsar al mandatario o depositario los gastos que haya hecho. Segunda Acepción: I. (Del latín contractus, derivado a su vez del verbo contrahere, reunir, lograr, concertar.) Es un acto jurídico bilateral que se constituye por el acuerdo de voluntades de dos o más personas y que produce ciertas consecuencias jurídicas (creación o transmisión de derechos y obligaciones) debido al reconocimiento de una norma de derecho. Sin embargo, tiene una doble naturaleza pues también presenta el carácter de una norma jurídica individualizada. II. Antecedentes históricos. En Roma surge el contrato, pero originalmente no es una fuente genérica de obligaciones, ya que sólo algunas figuras típicas del acuerdo de voluntades producían acción y era sancionado su incumplimiento. El sistema contractual romano en una larga evolución histórica que va del formalismo al consensualismo ve aparecer las siguientes figuras: 1) Contratos verbis que se perfeccionaban (es decir adquirían obligatoriedad) sólo mediante el uso de determinadas frases verbales, p.e. la stipulatio. 2) Contratos litteris que se perfeccionaban mediante la inscripción de un registro (codex accepti et expensi) de una deuda. Era una forma contractual que tuvo escasa importancia. 3) Contratos re que se perfeccionaban mediante el consentimiento de las partes aunado a la entrega (traditio) de una cosa (res), eran el mutuo, el comodato, el depósito y la prenda; generalmente creaban obligaciones sólo para la parte que recibía la cosa (exigibles por una actio directa) pero eventualmente podían surgir para la otra parte (exigiéndose por una actio contraria) p.e. cuando un depositario hacía gastos extraordinarios para la conservación de la cosa, el depositante debía reembolsarlos. 4) Contratos consensuales que se perfeccionaban por el mero consentimiento de las partes y eran la compraventa o emptio-venditio, el arrendamiento o locatio-conductio, la sociedad y el mandato. 5) Contratos innominados eran aquellos que no encuadraban dentro de una figura típica y que resultaban obligatorios cuando concurrían el consentimiento y la prestación de una de las partes. 6) Pactos que eran los acuerdos que no producían ningún efecto jurídico (nada pacta), posteriormente para algunos de ellos se concedió acción para exigir su cumplimiento (pacta vestita). La concepción romana del contrato subsiste prácticamente inalterada hasta la aparición del liberalismo a fines del siglo XVIII. Es en esta época que se otorga a esta figura jurídica un valor fundamental, pues incluso la existencia de la sociedad se quiere hacer depender de un pacto (como en las doctrinas de Rousseau). Se estatuye el principio de la autonomía de la voluntad y el de una casi absoluta libertad de contratación. Actualmente con el auge de las ideas colectivistas el ámbito del contrato se va reduciendo paulatinamente. III. El contrato como acto jurídico. Entre los sucesos que el derecho toma en cuenta para atribuirles efectos jurídicos destaca el acto o negocio jurídico que es una manifestación exterior de la voluntad bilateral o unilateral, cuyo fin es engendrar con apoyo en una norma jurídica o en una institución jurídica en contra o en favor de una o varias personas un estado, es decir una situación jurídica permanente y general o por el contrario un efecto de derecho limitado consistente en la creación, modificación o extinción de una relación jurídica (p. 176). Se ha considerado al contrato como el tipo más caracterizado del acto jurídico y el «CC» acepta esta postura pues dispone que las disposiciones legales sobre contratos serán aplicables a todos los convenios y a otros actos jurídicos en lo que no se opongan a la naturaleza de estos o a disposiciones especiales de la ley sobre los mismos («a.» 1859). Determinar si todo acto jurídico bilateral (es decir cualquier acuerdo de voluntades con efectos jurídicos) es un contrato o si este concepto es aún más restringido es una cuestión que ha ocupado a la doctrina. Se han agrupado las diferentes definiciones en cuatro grupos. Así tenemos la ''concepción amplia'' que identifica al contrato con la convención o acto jurídico bilateral y que incluye todo acuerdo dirigido a crear, modificar, o extinguir relaciones de obligación y a constituir relaciones de derecho de familia. Luego estaría la ''concepción estricta'' en que se separa a la convención del contrato siendo la primera el género y el segundo la especie. Esta es la posición del «CC» que considera como convenios a los acuerdos que crean, transfieren, modifican o extinguen las obligaciones y derechos y como contratos sólo a los convenios que crean o transmiten dichas obligaciones y derechos («aa.» 1792-1793). Para esta concepción el contrato es un acuerdo dirigido a constituir una obligación patrimonial. La ''concepción intermedia'' acepta que el contrato, siempre con contenido patrimonial, no sólo se dirige a la constitución de derechos y obligaciones sino que además sirve para extinguirlos o modificarlos. Por último la ''concepción novísima'', proveniente del campo del derecho público, representada por Jellinek, Hauriou y Duguit que limita el concepto del contrato para encontrarlo solamente donde hay intereses opuestos. De acuerdo con estas teorías habría junto al contrato otros acuerdos de voluntades, como el acto colectivo y la simple convención. El «CC» establece las reglas generales sobre contratos («aa.» 17921859) por la razón histórica de que los contratos civiles fueron los primeros en aparecer. Ahora bien el contrato como todo acto jurídico debe reunir para ser existente ciertos elementos señalados en el «a.» 1794 del «CC» y son: 1) El consentimiento, que se da cuando existe el concurso de voluntades de dos o más sujetos; por lo tanto implica la manifestación de dos o más voluntades, pero no basta, es necesario además que concuerden. 2) Objeto que pueda ser materia de contratación (la doctrina ha distinguido entre objeto directo del contrato que es la creación o transmisión de derechos y obligaciones y objeto indirecto que es el contenido de la obligación que se constituye en virtud de dicho contrato. A esta última acepción nos estamos refiriendo) es decir que sea posible tanto física como jurídicamente; de acuerdo al «a.» 1828 del «CC», se entiende que hay imposibilidad cuando un hecho no puede existir porque es incompatible con una ley de la naturaleza (física) o con una norma jurídica que debe regirlo necesariamente y que constituye un obstáculo insuperable para su realización (jurídica). Además de estos elementos de existencia, es necesario que se den ciertos requisitos o presupuestos de validez para que el contrato produzca normalmente todos sus efectos jurídicos y no pueda ser invalidado. Estos requisitos (establecidos en forma negativa en el «a.» 1795 del «CC») son: 1) La capacidad legal de las partes. Se entiende por ésta la capacidad de ejercicio, de la que están excluidas las personas señaladas en el «a.» 450. 2) La ausencia de vicios del consentimiento. Estos vicios son el error, la violencia y el dolo («a.» 1812). 3) La licitud en el objeto, el motivo o el fin del contrato. La ilicitud es lo contrario a las leyes de orden público o a las buenas costumbres («a.» 1830). 4) Y una determinada forma cuando la ley la establezca. El «CC» es consensualista pues la forma siempre es una excepción («a.» 1796). La ausencia de estos requisitos produce la nulidad absoluta o relativa («aa.» 2225 y 2228). También el contrato puede ser rescindido cuando alguien obtiene un lucro excesivo y desproporcionado a lo que el se obliga, aprovechándose de la ignorancia de otro («a.» 17). Esta es la figura de la lesión. Si se dan estos elementos de existencia y requisitos de validez el contrato es obligatorio. Esta idea se ha expresado en el principio conocido como pacta sunt servanda (es decir, los pactos deben ser cumplidos). El «CC» lo señala así en los «aa.» 1796 y 1797. Sin embargo frente a este principio la doctrina ha desarrollado últimamente la teoría de la imprevisión o de la excesiva onerosidad superveniente que consiste en que los contratos deben ser revisados cuando acontecimientos extraordinarios provocan un cambio en las condiciones que resiente injustamente una de las partes. El antecedente de esta teoría es el principio de rebus sic stantibus (mientras las cosas así permanezcan) elaborado por los canonistas medievales. Los civilistas han hecho una clasificación de los elementos del contrato diferenciando a los: 1) Esenciales que son (aparte de los dos existencia que ya vimos que tienen carácter general) los que cada figura típica contractual exige para configurarse, p.e. cosa y precio en la compraventa. 2) Naturales que son las consecuencias implícitas en el contrato pero que se pueden eliminar por acuerdo expreso de las partes, p.e. el saneamiento por evicción en la compraventa. 3) Accidentales que son modalidades que sólo existen en el contrato si las partes así lo acuerdan, p.e. el término y la condición. Existen múltiples criterios de clasificación de los contratos algunos de ellos son: 1) Civiles (p.e. el arrendamiento), mercantiles (p.e. el seguro), laborales y administrativos. 2) Bilaterales o sinalagmáticos («a.» 1836 del «CC»), cuando existen obligaciones para ambos contratantes y unilaterales («a.» 1835) cuando sólo una de las partes está obligada. 3) Onerosos cuando se estipulan provechos y gravámenes recíprocos y gratuitos cuando el provecho es de una sola de las partes («a.» 1837). No se deben confundir los contratos gratuitos con los unilaterales pues, en aquellos, una parte sólo tiene provecho si está obligada, p.e. en el comodato que es un préstamo gratuito de uso, el comodatario debe devolver la cosa. Los onerosos se subdividen en A) conmutativos cuando las partes desde un principio pueden apreciar el beneficio o pérdida que el contrato les causa, y B) aleatorios cuando la existencia o monto de la prestación depende del azar («a.» 1838). 4) Nominados que son los tipificados en la ley, e innominados los que no están y se rigen de acuerdo al «CC» por las normas del contrato nominado con el que tengan mayor semejanza (a. 1858). Cierto sector de la doctrina considera que existen muchas figuras a las que indebidamente se les da el nombre de contrato siendo en realidad actos jurídicos de naturaleza especial p.e. el matrimonio la sociedad, el contrato colectivo de trabajo y el contrato de adhesión (Buen Lozano, «pp.» 265 a 298). IV. El contrato como norma jurídica individualizada. El más brillante expositor de esta concepción es Hans Kelsen. Este autor explica que la teoría tradicional sólo vio en el contrato un acto jurídico, ya que lo analizó desde la perspectiva de un acto de aplicación del derecho. (Así al contratar las partes aplican una regla de derecho pacta sunt servanda- a una situación concreta). Olvidando que el contrato también es un acto de creación del derecho pues de él surgen para los sujetos, obligaciones y derechos que anteriormente no tenían. Kelsen parte de la idea de que todo acto es al mismo tiempo de creación y aplicación del derecho. La ''fuerza obligatoria'' del contrato radica en que éste ha creado una norma que sólo se distingue de la que los contratantes aplicaron en que tiene carácter individual o concreto. Para este autor existe un equívoco pues contrato designa tanto un acto o procedimiento determinado como su producto que es la norma contractual. I. (De convenir y éste del latín convenire ser de un mismo parecer, ajuste o concierto entre dos o más personas.). II. Es el acuerdo de dos o más personas para crear, transferir, modificar o extinguir obligaciones («a.» 1972 «CC»). Las definiciones doctrinales coinciden con la que estipula el ordenamiento civil. Es, pues, un genero particular de actos jurídicos en el que el acuerdo de voluntades tiene por objeto un interés jurídico referido a la transmisión, modificación, creación o extinción de derechos y obligaciones. Los contritos son una especie de este género. III. En el derecho romano eran considerados como una fuente de obligaciones de inferior categoría de los contratos en virtud de que por sí solos no generaban obligaciones, para ello, era necesario que: a) estuvieran unidas a un contrato principal (pacta adiecta): b) los amparara el derecho pretorio (pacta pretoria), o c) los amparara el derecho imperial (pacta legitima). Para que surtieran efectos iban acompañados de palabras solemnes o menciones escritas y su cumplimiento se garantizaba a través de estipulaciones penales, de la entrega de arras, de la constitución de hipoteca o permuta, o del aval de una tercera persona. Promesa Latín [Promesse] promissa, Compromiso de pl. de promissum (del verbo contraer una obligación o promitteré, cumplir prometer). un acto. —de compra [d'achat]. Contrato por el cual una persona se obliga a comprar a otra una cosa, en determinadas condiciones. —de igualdad [d'égalite]. Contrato por el cual una persona se obliga,= en la convención matrimonial de uno de sus herederos, a no mejorar a otro en detrimento de éste. —de locación [de bail]. Contrato por el cual una persona se obliga a = dar en alquiler una cosa a otra, en determinadas condiciones. —de matrimonio [de mariage]. Compromiso que se asume frente a una persona, de contraer matrimonio con ella. Este compromiso no obliga jurídicamente al promitente. —de venta [de vente]. Contrato por el cual una persona se obliga a vender una cosa a otra, en determinadas condiciones. Cuando la promesa de venta es simultánea con otra de compra, el acto vale como venta tan pronto como las partes se pongan de acuerdo sobre la cosa y el precio (Cód. Civ.) Segunda Acepción: I. (Del latín promissus, expresión de la voluntad de dar a uno o de hacer por él una cosa.) Contrato que tiene por objeto la celebración de un contrato futuro. Es un medio para asegurar en el futuro la celebración de un contrato («aa.» 2243 y 2245 «CC»). Se le conoce también como contrato preliminar, antecontrato o precontrato. Por su naturaleza puede ser unilateral o bilateral; en el primer caso el sujeto que se obliga recibe el nombre de promitente y el que se aprovecha el de beneficiario; en el segundo caso las partes tienen la doble personalidad y se les llama promitentes. Es un contrato formal que debe constar por escrito, contener los elementos característicos del contrato definitivo y limitarse a cierto tiempo («a.» 2246 «CC»). En virtud de que este contrato sólo genera obligaciones de hacer («a.» 2245 «CC»); es decir, que las partes sólo se obligan a celebrar un contrato en los términos ofrecidos, se dice que tiene una función jurídica y no económica. Además de los requisitos de validez y elementos esenciales propios del contrato, en la doctrina se hace referencia a los requisitos de eficacia de la promesa en relación al contrato definitivo por ello debe contener los elementos característicos de este último. II. Se distingue de la policitación porque ésta es una declaración unilateral de voluntad y la promesa es un acuerdo de voluntades ya sea para obligar a uno sólo (unilateral) o a ambas partes (bilateral); de las negociaciones preliminares ya que éstas carecen de fuerza vinculatoria; del contrato de corretaje porque en éste una de las partes se obliga a pagar a la otra una prestación en caso de que esta última obtenga que un tercero contrate con la primera en las condiciones fijadas previamente, en ningún momento se obligan a contratar entre ellas. Se distingue la promesa del contrato definitivo en que aquella sólo genera obligaciones de hacer, aunque en la promesa se constituya una garantía para el caso de incumplimiento. Esta garantía o arras es una cláusula accidental del contrato de promesa y se pierde en caso de incumplimiento. Si la entrega se hace como abono del precio que ha de pactarse la figura cambia, la «SCJ» ha establecido que en este caso se esta en presencia de un contrato definitivo que ha empezado a cumplirse y está sujeto a una modalidad aunque se le dé el nombre de promesa. En caso de incumplimiento de uno de los promitentes el beneficiario puede exigir judicialmente la realización del contrato definitivo haciendo efectivo dicho otorgamiento con la firma del juez en rebeldía del demandado. En caso de que el contrato definitivo fuere traslativo de dominio y la cosa ofrecida hubiere pasado a título oneroso a la propiedad de un tercer de buena fe, la promesa queda sin efecto y el responsable pagará daños y perjuicios a la otra parte («a.» 2247 «CC»). I. Es un vendedor tilularidad a pagar contrato por medio del cual uno de los contratantes llamado se obliga a transferir la propiedad de una cosa o la de un derecho a otro, llamado comprador, quien se obliga un precio cierto y en dinero («a.» 2248 «CC»). Por su naturaleza es un contrato translativo de dominio, clasificado como: a) bilateral, en virtud de que crea obligaciones para ambas partes; b) generalmente conmutativo dado que es posible fijar el monto de la ganancia o pérdida desde el momento de su celebración (excepto en los casos de los «aa.» 2792 y 2793 «CC» relativos a la compra de esperanza en que se trata de un contrato aleatorio); c) oneroso porque representa provechos o ventajas y gravámenes o cargas recíprocas; d) al ser un contrato típico reglamentado en la ley se le clasifica como nominado, y e) tratándose de bienes muebles es un contrato consensual, perfeccionado únicamente por el acuerdo de voluntades y tratándose de inmuebles es formal. II. Dentro de las especies de este contrato se distinguen: a) la compraventa voluntaria y la necesaria, diferenciadas en la espontaneidad del consentimiento del vendedor, en el segundo caso estamos frente a una fuerza jurídica coercitiva como p.e. en la venta de bienes del quebrado; b) compraventa privada o pública, según sea realizada entre las partes o en almoneda pública al mejor postor; c) compraventa judicial o extrajudicial según intervenga o no la autoridad judicial en la realización del contrato, y d) compraventa civil o mercantil siendo esta última la realizada con propósito de ejecución comercial o entre comerciantes y banqueros. III. Delimitando los elementos de existencia de este contrato se tiene un acuerdo de voluntades con el objeto directo de celebrar un contrato translativo de dominio y las modalidades a que esté sujeto. El objeto indirecto se compone de la cosa y del precio. Son requisitos de validez: 1. La capacidad general para contratar y la especial para transmitir el dominio de la cosa, en el caso del vendedor, y para adquirirlo, en el caso del comprador. En este sentido son incapaces para comprar los extranjeros dentro de los límites marcados por el «a.» 27 constitucional y sus leyes reglamentarias («a.» 2274 «CC»); los magistrados, jueces, el Ministerio Público, los defensores de oficio, los abogados, los procuradores y los peritos respecto de los bienes que son objeto de los juicios en que intervengan («a.» 2276 «CC») excepto en los casos de venta o cesión de acciones hereditarias cuando dichas personas sean coherederas o cuando se estén afectando bienes de su propiedad («a.» 2277 «CC»); los tutores, curadores, mandatarios, ejecutores testamentarios y los nombrados ab intestato, los interventores nombrados por el testador o por los herederos, los representantes, administradores e interventores en los casos de ausencia, y los empleados públicos respecto de los bienes de cuya venta o administración se hallen encargados («a.» 2280 «CC»); asimismo, los peritos y los corredores tratándose de bienes en cuya venta hayan intervenido («a.» 2281 «CC»). Y son incapaces para vender su parte alícuota los propietarios de cosa indivisa sin antes notificar a sus partícipes a fin de que éstos tengan posibilidad de ejercitar el derecho del tanto («aa.» 973, 974 y 2279 «CC»). Los menores e incapacitados no pueden vender sino a través de sus representantes; tratándose de hijos sujetos a patria potestad pueden vender a sus padres los bienes adquiridos por su trabajo («aa.» 428 y 2278 «CC»). 2. La forma, tratándose de un contrato consensual la compraventa de bienes muebles no requiere ninguna formalidad («a.» 2316 «CC»). Sin embargo, cuando versa sobre inmuebles o derechos reales cuyo valor sea hasta de quinientos pesos debería realizarse en documento privado firmado ante dos testigos y ratificado ante notario, juez de paz o el Registro Público de la Propiedad («a.» 2317 «CC»). Si el valor excede de esa cantidad, la compraventa deberá realizarse en escritura pública («a.» 2320 «CC»). Excepto cuando se trate de enajenaciones para la constitución del patrimonio familiar en los términos del párrafo segundo del «a.» 2317 «CC». Si se tratase de bienes ya inscritos en el Registro y cuyo valor no exceda de cinco mil pesos el contrato se puede realizar con el endoso en el certificado de propiedad, mismo que debe notificarse ante el registrador a fin de que se haga una nueva inscripción a favor del comprador (a. 2321 «CC»). En caso de no realizarse la compraventa con los requisitos formales establecidos por la ley no producirá efectos contra terceros (a. 2322 «CC»). 3. El objeto; como había quedado asentado se compone de la cosa y del precio. La primera debe cumplir con los requisitos de ser lícito y estar dentro del comercio («aa.» 1794 y 1795 «CC»); el segundo deberá ser cierto y en dinero (a. 2248 «CC»). 4. La ausencia de vicios de la voluntad, que se calificará de acuerdo a las reglas generales («aa.» 1812 a 1823 «CC»). IV. Son obligaciones del vendedor: a) transmitir la propiedad de la cosa o la titularidad del derecho, obligación que, por regla general, se cumple por mucho efecto del contrato excepto en los casos de compra de géneros (a. 2015 «CC»), de cosas futuras o de esperanza («aa.» 2309 y 2792 y 2793 «CC»); de los contratos sujetos a modalidades; o de la transmisión de títulos de crédito. b) Conservar la cosa, el vendedor es deudor de la cosa y su pérdida en poder de éste se presume por culpa suya mientras no se demuestre lo contrario. c) Entregar la cosa («aa.» 2283 «fr.» I y 2292 «CC») que puede ser real, jurídica o virtualmente. El primer caso se refiere a la entrega material, el segundo a la consideración legal de que ha sido recibida por el comprador y el tercero a la aceptación del comprador de que la cosa ha quedado a su disposición. La legislación mexicana establece que la cosa deberá ser entregada en el estado en que se encontraba al perfeccionarse el contrato junto con los productos y frutos, en el tiempo y lugar convenido. A falta de convenio se deberá entregar la cosa 30 días después de la interpretación y en el lugar donde se encontraba al momento de realizarse el contrato. d) Garantizar las calidades de la cosa respondiendo por los vicios ocultos, y e) prestar la evicción. Son obligaciones del comprador: a) pagar el precio en el lugar, tiempo y formas convenidos («aa.» 2293, 2300 «CC»), y b) las demás lícitas a que se haya obligado (a. 2293 (C). V. Son modalidades comunes en la compraventa: a) la compra a vistas (a. 2257 «CC»), que se presenta doctrinalmente como una condición suspensiva; b) la compra sobre muestras (a. 2258 «CC») es generalmente sujeta a término cuando no se tiene la cosa misma a la vista c) la compra al acervo o a precio alzado; d) con pacto de no vender a persona determinada (a. 2301 «CC»); e) compra con derecho de preferencia por el tanto («aa.» 2303 al 2309 «CC») en donde el vendedor está obligado a ejercer su derecho dentro de los 3 días tratándose de muebles o 10 días tratándose de inmuebles, a partir del día en que el comprador le hace saber la oferta que tiene por la cosa; f) la compra de esperanza («aa.» 2309, 2792 y 2793 «CC») que tiene por objeto la adquisición de los frutos que una cosa produzca en el tiempo fijado, tomando el comprador el riesgo para sí de que no lleguen a existir, o bien los productos inciertos de un hecho que puedan estimarse en dinero; g) la compra en abonos, técnicamente está sujeta a la condición resolutoria de que el comprador no pague puntualmente los abonos, y h) la venta con reserva de dominios (aa. 2312 a 2315 «CC»). VI. En el derecho romano la compraventa sólo obliga al vendedor a poner al comprador en posesión de la cosa garantizándole la posesión pacífica en virtud de que no se trataba de un contrato translativo de dominio; idea que se transmitió al derecho francés antiguo y no es sino hasta el Código Napoleón cuando se le transforma en un verdadero contrato translativo de dominio. Permuta [Permutation] Latín permutatio Cambio de funcionarios. sus puestos (de entre permutare, dos personas, cambiar). especialmente Segunda Acepción: Permuta De dos (2) échanger, latín popular [Echange] *excambiare; ver Cambio. Contrato por el cual las partes se trasmiten respectivamente una cosa o derecho por otra cosa o derecho. Se distingue de la venta en que en ésta la cosa o derecho es trasmitido por un precio en dinero. —con suma compensatoria [avec soulte]. Ver Suma compensatoria. — de territorios [de territoires]. Acto resultante por lo común de un= tratado y mediante el cual dos Estados se transfieren mutuamente porciones de sus territorios. Esta permuta es bastante rara en Europa; más frecuente es en materia colonial y ocurre a menudo como solución de un conflicto entre Estados, a veces luego de una guerra. Conforme a las doctrinas actuales de la soberanía nacional, debería ser aceptada por las dos poblaciones afectadas por la permuta. Entraña múltiples consecuencias jurídicas (ver Anexión y Opción). Tercera Acepción: I. (Del latín permutare, de per y muto: mudar, cambiar). El «CC» la define como un contrato ''por el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una cosa por otra'' («a.» 2327), entendiendo por obligación de dar la transmisión del dominio de cosa cierta («a.» 2011 «fr.» I «CC»). Es común sostener que, desde el punto de vista sociológico, la permuta precede a la compraventa, pues ésta exige un avance civilizado tal que una determinada comunidad reciba una mercancía como de valor generalmente aceptado. En otras palabras, la compraventa exige la existencia de moneda. Sin embargo, ambos contratos, compraventa y permuta, implican el cambio de una cosa por otra, de ahí que en el «CC» se establezca que, con excepción de lo relativo al precio, son aplicables a la permuta todas las reglas de la compraventa («a.» 2381). II. La permuta exige que ambos contratantes sean propietarios de los bienes materia del contrato: es de eficacia real, es decir, transmite la propiedad por su propia naturaleza, aunque pueda darse el caso de que dicha eficacia sea aplazada cuando se trata, p.e., de una permuta de géneros en cuyo caso sólo se transmitirá la propiedad cuando se especifique con conocimiento del acreedor («a.» 2015 «CC»). Es un contrato consensual, en virtud de que se perfecciona por el nuevo acuerdo de voluntades cuando recae sobre bienes muebles, y formal tratándose de inmuebles es principal puesto que subsiste por si solo; es oneroso y bilateral, ya que produce obligaciones y derechos recíprocos entre las partes; generalmente es conmutativo, pudiendo darse el caso de permutas aleatorias si uno de los contratantes entrega un producto o cosecha. III. El Código indica dos principios fundamentales en la permuta. El primero surge en caso de peligro de evicción otorgando al contratante que ha recibido la cosa y que acredita que no era propia del que la dio, la facultad de no poder ser obligado a entregar la que él ofreció en cambio y, dice el «CC», ''cumple con devolver la que recibió'' («a.» 2328). El segundo surge en la hipótesis de la evicción consumada. En este caso el permutante que la sufra podrá reivindicar la cosa que él dio, si se halla aun en poder del otro permutante, o exigir su valor o el valor de la cosa que se hubiere dado en cambio, con el pago de daños y perjuicios. Por supuesto que esta facultad de reivindicar el bien que el permutante ha entregado, no perjudica los derechos que a título oneroso haya adquirido un tercero de buena fe sobre la cosa que reclame el que sufrió la evicción. IV. La permuta mercantil queda regulada por el a 388 «CCo»., en donde se ordena que ''las disposiciones relativas al contrato de compraventa son aplicables al de permuta mercantil, salvo la naturaleza de éste''. En los términos del «a.» 371 «CCo»., las permutas solo son mercantiles cuando se refieren a adquisiciones verificadas con propósito de especulación comercial, de mantenimientos, artículos, muebles o mercaderías, o cuando se hiciese sobre títulos valores o entre comerciantes o, finalmente, con el objeto directo y preferente de traficar. Donación [Donation] Latín donatio; ver Donatario. I. Contrato solemne por el cual una persona—el donante—se despo= ja irrevocablemente de un bien, sin contraprestación y con intención liberal, en favor de otra persona—el donatario—, que lo acepta.= II. En el léxico corriente, acto que prueba la donación. —a título singular [à titre particulier]. Donación de uno o varios bienes determinados. —a título universal [à titre universel]. Donación de una cuotaparte del patrimonio del donante. —con cargos (o sub modo) [avec charges (ou sub moao]. Donación hecha = bajo condición afectados a —de de que un bienes todos uso o futuros parte de impuesto [de los bienes donados scan por el disponente. biens à zJenir]. I. Donación de bienes sobre los que el donante no tiene ningún derecho, ni aun condicional, como son los que se propone adquirir o los que recibirá en la sucesión de una persona de la que es heredero presunto. Esta donación no es válida. II. Donación que tiene por objeto todos o parte de los bienes que el donante dejará a su fallecimiento. Llamada generalmente institución contractual, esta donación se permite excepcionalmente en el contrato de matrimonio y entre cónyuges. —de bienes presentes [de biens présents] Donación que recae sobre bienes actualmente en el patrimonio del donante. Se opone a la donación de bienes futuros. —disfrazada [déguisée]. Donación que se oculta bajo la apariencia de = un contrato oneroso. Ej.: precio no pagado, o por la venta en la que se da por recibido un un precio notoriamente inferior al valor de cosa. —entre cónyuges [entre époux]. La que se hacen entre sí los esposos, = en las el contrato donaciones — entre matrimonial o durante hechas durante el vivos [entre el matrimonio. Por excepción, matrimonio son revocables. vifs]. Ver Donación. —indirecta [indirecte]. La que resulta del otorgamiento de un acto jurídico que no es un contrato de donación propiamente dicho. Ej.: remisión de una deuda, hecha a título gratuito; estipulación por otro. —-partición [-partage]. Acto entre vivos mediante el cual un ascendiente dona y divide sus bienes entre sus descendientes, herederos presuntos. La donación - partición y el testamento partición son los procedimientos de realización práctica de la partición de ascendientes. —por causa de muerte [à cause de mort]. Modo de disponer a titulo gratuito, distinto de la donación entre vivos y del testamento, y por el cual el donante hacia por contrato una liberalidad que en principio podía revocar y cuyo beneficio se subordinaba a la supervivencia del donatario. El Código Civil prohibe esta donación. —por contrato de matrimonio [por contrat de mariage]. Donación hecha = en el contrato de matrimonio, sea por un tercero a uno de los esposos o a los hijos por nacer, o por uno de los futuros cónyuges en favor del otro. —por persona interpuesta [par personne interposée]. Ver Interposición= de persona. —remuneratoria [rémunératoire]. Donación hecha en recompensa o como remuneración de un servicio prestado por el donatario. Ej.: donación hecha a un médico en sustitución de los honorarios . —universal [universelle]. La que tiene por objeto la universalidad de= los bienes del disponente. Sólo contractual, y, en consecuencia, recae disponente deje a Segunda es posible como institución sobre todos los bienes que el su fallecimiento . Acepción: I. Contrato por el que una persona, denominada donante, transfiere a otra llamada donatario, gratuitamente, una parte o la universalidad de sus bienes presentes, reservándose lo necesario para vivir («aa.» 2332 y 2347 del «CC»). La esencia de la donación consiste en que el donante hace una atribución patrimonial al donatario con ánimo de liberalidad, por lo tanto, acto de liberalidad no es sinónimo de acto a título gratuito, puesto que no son donaciones el mutuo simple o el depósito o el mandato a título gratuito, y, como la donación es un contrato que exige cambio de consentimiento, el derecho moderno no acepta la donación por causa de muerte con la que se pretenda otorgar una ventaja sobre un legado en una sucesión testamentaria. No todos los actos de liberalidad son donaciones, pues las actitudes de renuncia de un derecho ganado o la asunción de una obligación de un deudor constituyen actos de liberalidad, pero no son donaciones puesto que no hay una transferencia de propiedad. II. Las donaciones pueden ser puras, condicionales, onerosas o remuneratorias, según que se otorguen en términos absolutos, en el primer caso, o que se sujete a una condición suspensiva o resolutoria la existencia de la donación, en el segundo. Las donaciones serán onerosas cuando se imponen algunos gravámenes, y remuneratorias cuando se otorgan en atención a los méritos del donatario. Una segunda clasificación de las donaciones incluirla a las de derecho común que constituyen la regla y las donaciones antenupciales y entre consortes. Donaciones antenupciales son las que se hacen los novios o esposos en atención al matrimonio futuro que, por supuesto, quedarán sin efecto si el matrimonio no se celebra. Las donaciones entre consortes on las que se hacen los cónyuges entre si, y pueden revocarse libremente. III. Las reglas de formación del contrato de donación constituyen una excepción a las reglas de formación de todo contrato, pues en primer término el contrato se forma sólo hasta que el donatario acepta la donación y hace saber lo informado al donante y, en seguida, la aceptación debe hacerse en forma expresa y durante la vida del donante («aa.» 2340 y 2346 en relación con los «aa.» 1807, 1808 y 1809 «CC»). La donación, en cuanto al objeto, solamente puede comprender los bienes presentes del donante. La exposición de motivos del «CC» de 1870 señala que la razón de esta regla se encuentra en la circunstancia de permitir que el donante pueda revocar los bienes futuros, mas, a mi entender, una donación de bienes futuros implicaría una suerte de esclavitud. El contrato de donación es unilateral puesto que la obligación principal recae en el donante y consiste en la transmisión de la propiedad de la cosa donada de la que no responde por evicción salvo que expresamente se hubiese obligado a presentarla. Esto no quiere decir que no existan obligaciones a cargo del donatario, pues, en primer término, tendrá el deber de gratitud a la persona del donante y en segundo lugar, deberá cumplir las cargas impuestas y pagar las deudas del donante si éstas afectaren los bienes donados o si se hubiese recibido la universalidad de bienes del donante y sólo hasta el importe de la donación («aa.» 2353 al 2355 del «CC»). Asimismo las reglas de la capacidad se modifican pues no pueden hacerse donaciones, salvo las antenupciales, con bienes de un incapacitado y, por otro lado, sí pueden recibir donaciones los incapaces y aún los todavía no nacidos con tal de que al suceder el hecho jurídico del nacimiento sean viables y siempre que en el momento de hacerse la donación se encuentren concebidos. Para saber quién esté concebido se aplicarán las reglas del «a.» 224 «CC» en cuanto a los términos, esto es los que a la fecha de la donación nacieren dentro de los seis y diez meses siguientes. En términos generales la donación no puede revocarse puesto que siendo un contrato, su cumplimiento no puede quedar al arbitrio de uno de los contratantes («a.» 1797 «CC») pero en atención a que el donante pudiera haber hecho el acto de liberalidad cuando no tenía hijos, si algún hijo le sobreviene dentro de un periodo de cinco años de celebrado el contrato, el legislador faculta al donante para revocar la donación. Si el donatario entre tanto hubiese enajenado los bienes donados deberá restituir el precio de los mismos o la cosa o cosas compradas con el precio. Asimismo se faculta al donante para revocar la donación si el donatario hubiese cometido en su contra algún acto de ingratitud, mas en este caso el donante tiene una acción que dura sólo un año desde que tuvo conocimiento del hecho de la ingratitud y, por otro lado, la ingratitud queda definida objetivamente cuando el legislador indica que la hay si se comete algún delito contra la persona, la honra o los bienes del donante o de los ascendientes, descendientes o cónyuge de éste y, por último, habrá asimismo ingratitud cuando el donatario rehusa socorrer, según el valor de la donación, al donante que ha venido a pobreza. Por último, las donaciones serán inoficiosas cuando perjudiquen la obligación del donante de ministrar alimentos. La inoficiosidad no significa nulidad sólo quiere decir que la donación se reduce en la medida en que sea necesario para cubrir los alimentos y ésta no tendría por que reducirse si el propio donatario tomase a su cargo los alimentos del acreedor. I. (Del latín mutuus.) A la luz de los «aa.» 2384 y 2393 del «CC», ''el mutuo es un contrato por el cual el mutuante se obliga a transferir la propiedad de una suma de dinero o de otras cosas fungibles al mutuario, quien se obliga a devolver otro tanto de la misma especie y calidad'', con la posibilidad de estipular el pago de un interés. En el mutuo la cosa se considera que ha mudado de dueño, es decir la propiedad se ha transmitido a aquel que la recibe y aun cuando en el derecho romano el mutuo era un contrato real y recibía la denominación de préstamo de consumo, el legislador mexicano lo estima un contrato consensual. II. Son objeto de este contrato las cosas consumibles y fungibles; usualmente recae en el dinero, pero podrían ser objeto del contrato cosas diversas del dinero, como las semillas y otros productos del campo. El «CC» del 1884 reglamentaba bajo el nombre de préstamo dos categorías de contratos: el mutuo y el comodato, siendo éste un préstamo de uso y aquel un préstamo de consumo gratuito o a interés, de cosa fungible, con obligación de devolver otro tanto del mismo género o calidad («a.» 2661 del «CC» de 1884); el «CC», al clasificar los contratos por su objeto, considera al mutuo como un contrato traslativo de la propiedad. Su objeto consistiría en una obligación de dar («a.» 2011 «CC»), pues el mutuante tendrá la obligación de transmitir el dominio y el mutuario la de pagar la cosa debida. Cuando fueren objeto del mutuo cosas diversas de dinero, la ley faculta la restitución en su valor en dinero («a.» 2388 «CC»). III. El contrato en cuanto a su clasificación es principal, puesto que subsiste por sí solo; algunos autores lo consideran como sinalagmático o bilateral, pero entregada la cantidad objeto del mutuo no existe más obligación que la de restituirla. A la luz de nuestro «CC» el mutuo por su naturaleza es gratuito, mas el legislador faculta para que se puedan estipular intereses. Es un típico contrato consensual puesto que no requiere ninguna formalidad para su eficacia. Aun estimando que el contrato de mutuo pueda clasificarse como unilateral, en la realidad económica éste no surge sino hasta la entrega de la cosa y la obligación del mutuario a restituir otro tanto de la misma especie y calidad. Si se pactase el pago de intereses y el deudor incumpliese en alguno de los pagos, el mutuante puede dar por terminado el contrato por la pérdida del beneficio del término en función de la mora, pero siempre que después de contraída la obligación el deudor resultara insolvente («a.» 1959, «fr.» I, «CC»). IV. El mutuo puede ser civil o mercantil, siendo el primero el del derecho común y el segundo aquel que se contrae en el concepto y con expresión de que las cosas prestadas se destinan a actos de comercio («a.» 358 del «CCo».). Puede también ser mutuo simple o, a interés. El fundamento por el cual el legislador faculta para que el mutuante pueda convenir con el mutuario en el pago de un interés se encuentra la razón económica del exceso o escasez del dinero. Si nada se dijera sobre el valor del interés, el legislador lo presume en un nueve por ciento anual; pero las partes pueden convenir un interés diferente al señalado por el texto y éste recibe el nombre de interés convencional. El legislador mexicano consagra una serie de protecciones a favor del mutuario cuando el interés sea tan desproporcionado que haga fundadamente creer que se ha abusado del apuro pecuniario de la inexperiencia o de la ignorancia del deudor, facultando al juez para reducir, con el ejercicio de la acción correspondiente, equitativamente, el interés hasta el tipo legal. Lo faculta asimismo para dar por concluido el contrato cuando después de seis meses contados desde que se celebró éste, el deudor pueda reembolsar el capital dando aviso al acreedor con dos meses de anticipación, con el pago de los intereses vencidos. Finalmente en favor del deudor, el legislador prohíbe la figura del anatocismo por virtud del cual se convenga de antemano que los intereses se capitalicen y produzcan intereses, y da potestad al deudor para pagar devolviendo una cantidad igual a la recibida conforme a la ley monetaria vigente al tiempo que se haga el pago; es decir, que si se pacta que el pago debe hacerse en moneda extranjera el deudor tendrá la posibilidad de pagar con esa moneda o con el equivalente en moneda nacional. EN LA GUIA FALATARON TEMAS COMO: LA PROMESA COMO CONTRATO PREPARATORIO CONCEPT, UTILIDAD JURIDICA Y ECONOMIUCA, ELEMENTOS DE EXISTENCIA Y VALIDEZ, Y LAS CONSECUENCIAS POR INCUMPLIMIENTO. FALTO TAMBIEN LA TEORIA GENERAL DEL CONTRATO, CLASIFICACION, CONTRATOS INNOMINADOS TY LA INTERPRETACION E INTEGRACION DEL CONTRATO. ATENTAMENTE JORGE ZALDIVAR
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