Evolución del Hombre.−

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Evolución del Hombre.−
A lo largo de millones de años, los seres vivos vivieron un proceso de evolución; algunas especies
desaparecieron y surgieron otras nuevas, diferentes a las anteriores. Los seres humanos, como parte de los
seres vivos, de igual forma evolucionaron, hasta llegar a ser como es en la actualidad.
El Ramapithecus.
Todos los estudios científicos acerca del origen del hombre, coinciden en que éste, al parecer, surgió de un
proceso evolutivo de un ser que hace 25 millones de años caminaba en cuatro patas por los grandes bosques
que había en África en aquella época, alimentándose de hojas y flores que obtenía de las ramas de los árboles.
Unos diez millones de años después, aproximadamente, el clima cambió, se hizo menos cálido y húmedo, y
parte de los bosques fueron desapareciendo poco a poco o se convirtieron en llanuras. Este cambio en el
ambiente natural obligó a los habitantes a modificar su manera de alimentarse y de vivir. Para satisfacer sus
necesidades, estos seres aprendieron a mantenerse en dos pies para tener un horizonte más amplio, lo cual
favoreció que sus extremidades superiores se desarrollaran de forma diferente a las inferiores. Esta posición
erguida les dejó las manos libres para proporcionarse alimento. Recolectaban frutas, raíces y semillas, las
pelaban y partían; cazaban animales pequeños de los que aprovechaban su carne.
Los que vivían cerca de los lagos o ríos probablemente también pescaban. A partir de este momento, hace tal
vez diez millones de años, estos seres comenzaron a evolucionar hasta convertirse en homínidos, es decir,
empezaron a adquirir características humanas.
El Australopithecus.
Durante un periodo comprendido entre los cinco a los dos millones de años, gran parte de la llanura del Este y
del Sur de África estuvieron habitadas por diversos grupos de homínidos. Estos seres parecidos al hombre son
reconocidos con el nombre de Australopithecus. Eran de corta estatura y tenían un cerebro más pequeño que
el del hombre actual.
Su frente inclinada hacia atrás y sus mandíbulas muy desarrolladas, les daban un aspecto de fortaleza. Su vida
era nómada, es decir, andaban de un lugar a otro en busca de alimento.
El Homo Habilis
Los restos de este homínido fueron encontrados en el desfiladero de Olduvai en Tanzania, en el Este de
África. Estos hombres vivieron hace 3 millones de años aproximadamente. Con su posición erguida y las
manos libres, podían fabricar herramientas, con las que se supone cortaban la carne de los animales que
cazaban. Estos primeros artefactos eran lascas o piedras de bordes afilados.
Se cree que al agotarse las fuentes de recolección y caza, estos antecesores del hombre marchaban a otros
lugares en busca de alimento, por lo que no permanecían mucho tiempo en un mismo sitio.
Fabricaban hachas y martillos golpeando unas piedras con otras más duras para afilarlas, así lo demuestran las
lascas encontradas junto a los restos óseos fosilizados. Fueron los primeros seres que construyeron
herramientas, y este hecho marcó la diferencia fundamental entre animales y seres humanos.
El Homo erectus
Al continuar el proceso de evolución, los homínidos dieron origen al Homo erectus. Éstos eran más
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corpulentos y poseían un cerebro más grande; caminaban erectos, erguidos, al igual que nosotros, y se
resguardaban generalmente en cuevas. Vivieron un periodo comprendido entre un millón y medio de años
hasta hace 400 000 000 o 200 000 000 años. Su mayor capacidad cerebral les permitió desarrollar su
inteligencia y de esa forma pudieron fabricar herramientas más elaboradas, como hachas de mano. Dieron
gran importancia al fuego, el cual aprendieron a usar, cuidar y conservar por generaciones. Con él, mejoraron
su alimentación: preparaban carne y vegetales cocidos, semillas asadas, etc. También con el fuego alejaban a
los animales peligrosos, se alumbraban por la noche y obtenían calor en las épocas de frío. El hecho de cuidar
el fuego en un mismo los obligó a permanecer en un sitio por más tiempo; con esto dejaron de ser nómadas y
se volvieron seminómadas.
En un momento, el cual no se ha precisado con exactitud, se extendieron por Asia, Europa y Oceanía, así lo
indican los vestigios o restos de esta especie encontrados en diversos lugares como la cueva de Choukoutien,
cerca de Pekín en China, (Sinanthropus pekinensis); en la isla de Java (Hombre de Java o Pitecanthropus
erectus) y en Alemania (Hombre de Heidelberg).
El Homo sapiens
La evolución humana continuó hasta alcanzar las características físicas de los hombres y las mujeres actuales.
Hace aproximadamente 50 mil años, con el llamado Homo sapiens, que significa hombre pensante, se
comenzaron a poblar otras regiones del mundo.
La evolución de diversos grupos de Homo erectus que emigraron hacia Europa, Asia y Oceanía no se detuvo y
continuó el proceso evolutivo en estos lugares. Los restos más antiguos de Homo sapiens se encontraron cerca
del río Neandeer en Alemania, por eso se les identificó como Homo sapiens Neandeerthalensis o bien
Hombre de Neandeerthal. Durante la época en que vivieron los grupos pertenecientes a la especie Homo
sapiens (200 000 a 35 000 a.C.) la temperatura descendió considerablemente; entonces aprendieron a cubrir
sus cuerpos con las pieles de animales que cazaban. Además realizaron otro gran adelanto: producían fuego
cada vez que lo necesitaban. De esta manera se podían desplazar con mayor libertad en busca de frutos y
semillas de recolección o persiguiendo presas de caza. Se presupone que producían fuego frotando dos piedras
o dos trozos de madera hasta obtener una chispa que hacía contacto con algún material flamable.
El Homo sapiens mejoró notablemente la fabricación de herramientas. Utilizó una piedra muy dura llamada
pedernal y puso mangos en algunas de ellas, a manera de hachas.
Las exploraciones arqueológicas dieron a conocer que los neandeerthales enterraban a sus muertos. Esto hizo
pensar en la posibilidad de que realizaran ritos o ceremonias en honor de ellos, lo que podría indicar la
creencia en un espíritu o alma, además del cuerpo físico, después de la muerte. Esa parece ser la intención de
un entierro en Le Moustier, Francia, donde se hallaron los restos de un joven con un hacha en una de sus
manos.
Hombre de Cro−magnon, alrededor del año 30 000 años a.C. vivieron los Homo sapiens sapiens, más
desarrollados que sus antecesores y que se corresponden con el hombre actual. Este espécimen fue llamado así
porque los primeros restos fueron encontrados en un lugar al Sur de Francia, llamado Cro−Magnon.
Los Homo sapiens sapiens, además de la posición erguida, del descubrimiento y empleo del fuego,
fabricación y uso de herramientas y utensilios señalados anteriormente, tenían:
• forma y flexibilidad de la mano, con el dedo pulgar en posición frontal, que les permitía asir objetos
como no lo hacía ningún otro animal;
• dominio del lenguaje con la consiguiente posibilidad de comunicar ideas abstractas;
• desarrollo de una conciencia de cooperación social organizada, manifiesta, por ejemplo, en la caza
colectiva de grandes animales o de manadas.
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El Homo Sapiens, un ser social.
La conciencia social fue uno de los elementos que más favoreció la evolución del ser humano. La necesidad
de comunicarse con sus semejantes le obligó a desarrollar el lenguaje; para obtener mejores resultados en la
caza de grandes animales, tuvo que trabajar colectivamente y en forma solidaria, para defenderse de los
animales feroces y de las inclemencias del tiempo, se dio cuenta que obtenía mejores resultados cooperando
con todos los miembros del grupo que si lo hacía en forma aislada e individual.
Esta característica de la socialización permitió formar grupos mejor organizados para el trabajo, la cacería, la
pesca y la recolección colectiva. En esto justamente radica la principal diferenciación entre los animales y el
hombre.
Los grupos de Homo sapiens sapiens ya tenían una buena organización. El trabajo se distribuía por género: las
mujeres preparaban los alimentos, confeccionaban prendas de vestir y tejían canastos, mientras que los
varones adultos salían a cazar. Formaron pequeños núcleos familiares integrados por varias parejas, en los que
el parentesco se reconocía por línea materna. Cuando algunos de estos grupos consideraban que descendían de
un antepasado común o tótem (que casi siempre era un símbolo de seres o de fuerzas naturales) le atribuían
espíritu y formaban en torno a él un clan, y cuando se unían varios clanes para defenderse de otros grupos o
animales o para caza mayor, formaban una tribu.
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