Filosofía y Consumo

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DOS TESIS SOBRE LOS DESAFÍOS DE LA FILOSOFÍA ACTUAL
AUTORES: GRUPO EPISTEME
COLEGIO SAN PEDRO CLAVER
Agradecemos de antemano la invitación del colegio los Ángeles del Norte a este honorable
encuentro, donde será posible reflexionar sobre un tema de especial importancia para la filosofía
actual, en la medida que nuestra época manifiesta una tendencia destructiva de sus fuerzas vitales,
orientada hacia la degradación de la condición humana y el extermino de los bienes naturales. En
este sentido, queremos resaltar que las ideas presentadas a continuación tienen la clara intención de
ser una de respuesta posible al problema que hoy nos convoca, esto es, ¿qué puede aportar la
filosofía a la sociedad de consumo?
Nos gustaría, entonces, centrar en primer lugar la atención sobre la relación que podríamos
establecer entre consumo y consumismo para introducir la que será nuestra tesis inicial: resulta
inadecuado que los parámetros establecidos para definir la felicidad de las personas obedezca a
lógica de que soy, me defino, soy reconocido, por lo que tengo, por la capacidad de compra, por la
tendencia al consumismo.
Seguidamente, frente a la importancia de establecer una alternativa a la lógica que define lo
que soy por lo que tengo, intentaremos mostrar que el quehacer filosófico los colegios, si quiere ser
auténtico, debe hallar un estrecho vínculo con los principios fundamentales que dan sentido,
respectivamente, a las diferentes Instituciones Educativas de formación secundaria aquí presentes.
En el caso del colegio San Pedro Claver, afirmaremos, por lo tanto, una segunda tesis: que la
filosofía debe ser quien oriente el camino de la acción ética bajo los principios de la dignidad del
hombre como una criatura divina, que posee libertad de juicio y que es capaz de reconocerse en el
otro en su vocación de servicio. De manera breve, intentaremos ahora desarrollar estas dos tesis.
I. EXISTO Y SOY FELIZ SI TENGO UN CARRIEL MARCA VÉLEZ
Empecemos por recordar una frase del reconocido filósofo francés René Descartes: “Pienso,
luego existo”. Hagamos una interpretación un poco alejada de la que planteó el propio Descartes y
supongamos que lo que expresa es que la confirmación de la importancia de mi existencia en el
mundo radica plena y absolutamente en mi capacidad de pensar, es decir, en la capacidad de
elaborar juicios, establecer relaciones, plantear hipótesis y predicciones sobre mí mismo y el
mundo. Existo, además, por tener la capacidad de tomar distancia de mis deseos y controlarlos a
través del intelecto que me permite discernir entre lo razonable y lo no razonable. Y frases parecidas
a la de Descartes son el socrático “Conócete a ti mismo” y el Sapere aude de Kant. Total, en todas
se elogia la capacidad del ser humano para regir sus comportamientos obedeciendo a la razón.
Reflexionemos ahora sobre otra frase de uso público y autor desconocido: Compro, luego
existo. Es este caso estaríamos diciendo algo así como que existo, se reconoce mi existencia, mi
importancia, si tengo la capacidad de comprar, de tener como se dice popularmente casa, carro y
beca. Y si vamos más allá, podemos afirmar que detrás de todo este reconocimiento está la idea del
éxito que hoy por hoy nos venden los mass media y las grandes corporaciones internacionales.
Nuestro status, nuestra posición social y económica, se define en términos del éxito. O
mejor, nuestro valor como personas se define por la capacidad de consumo que tengamos. Entonces,
si alguien tiene carro, casa y beca, podemos decir que es una persona exitosa. Pero si además
encontramos que otra persona además de eso tiene una finca, un yate y un avión privado,
concluimos, necesariamente, que es una persona “realmente” exitosa.
Recordemos, en términos de la economía, que existe un proceso de producción,
intercambio, distribución y finalmente consumo de los productos o servicios. Pero pongamos en
cuestión aquí que una cosa es el consumo, que se define como una actividad orientada a satisfacer
las necesidades básicas de techo, comida y abrigo, etc. Y otra cosa es el consumismo, que además
de ser una acción de consumo a gran escala, desproporcionada en relación con las necesidades
básicas, se ha convertido en la nota esencial de nuestra idea del éxito. Entonces, ningún padre de
una familia “acomodada”, tendrá ganas de que su hermosa hija se case con un tipo que anda en el
MÍO, no tiene un smartphone, usa zapatos Converse de treinta mil pesos, anda con un mochila de
cinco mil y además estudia filosofía. Un tipo así, no cumple los estándares de una persona exitosa.
Lo que se propone este macabro juego del consumismo es afirmar que una persona se define
por lo que tiene, pero no por lo que es: existo y soy feliz si tengo un carriel marca Vélez. Así que
todos los infelices que vinieron al mundo sin muchas posibilidades económicas, quedan a merced
de dos caminos posibles para alcanzar el tan anhelado logro de tener casa, carro, beca, smartphone,
yate, finca, avión, estación espacial. El primer camino hace uso de la fe, de la creencia en que hoy
sí va a salir el numerito del Baloto que de repente va a convertirme en millonario, en alguien
exitoso. El otro camino, el de la delincuencia, el del robo, del homicidio, el camino del narcotráfico
que actualmente ha hecho de Cali una ciudad con altos índices de homicidios, y como tal, una de
las ciudades más peligrosas de Colombia. Felices los que para ser exitosos no tienen que robar o
matar gente.
Entonces, dentro de esta esquema del éxito, ser honesto, fiel, sincero, responsable,
respetuoso de los mayores, solidario, servicial, crítico, buen hijo, buen esposo, no basta para definir
a una persona como valiosa o feliz. No estamos diciendo que “todas” las personas que tienen mayor
capacidad económica carezcan de estos principios. Lo que queremos afirmar que en esta medida del
éxito que venimos mencionando, damos prioridad al tener sobre ser. De tal modo que nos
encontremos gente con mucha plata, pero que como seres humano son unos... (eso aquí no se puede
decir). Encontramos personas que triunfan en la vida pasando por encima de los demás seres
humanos y destruyendo la naturaleza. Por ello, proponemos juzgar críticamente este sendero de lo
que es el éxito o la felicidad. Pues, esta felicidad se basa en lo efímero, en las posesiones
materiales, en el dinero, el egoísmo, lo superficial, y de lo otro, nada, del espíritu, del corazón, del
amor, nada.
Así las cosas, resulta pertinente frente a este auditorio afirmar que la capacidad racional que
tenemos debe permitirnos orientar correctamente nuestros gustos y deseos para que nadie nos
imponga o nos diga a través de innumerables comerciales de televisión y de grandes inversiones en
publicidad, que la felicidad reside en consumir las marcas más caras, en usar los productos más
costosos, en tener un Audi o un BMW. Afirmar, que el ejercicio de la filosofía como un poner en
tela de juicio nuestros pensamiento y principios, nuestras acciones y tendencias, debe fortalecerse
dentro de las aulas de clase para desarrollar pensamiento críticos y sentimientos de esperanza, que
nos ayuden a enfrentar la creciente aniquilación de la humanidad y el planeta, dentro de la lógica
capitalista del consumo desmedido e irresponsable.
II. LA FORMACIÓN DEL SER, NO DEL TENER
Para cerrar nuestra exposición queremos plantear una idea fundamental: es tarea inaplazable
de las instituciones educativas orientar sus esfuerzos en la formación del SER. Ya hemos visto que
una felicidad basada en el TENER se torna problemática por lo vacío que resulta una vida sin
espiritualidad y sin valores, y por las consecuencias sociales que llevan a las personas a conseguir a
toda costa bienes materiales, sin importar que el medio para ello se algo inocente como comprar el
Baloto o jugar el Chontico, o que sea algo más complicado como robar, vender drogas, asesinar,
torturar o picar gente.
Frente a lo anterior, traemos a cuento el lema del colegio San Pedro Claver que queremos
interpretar filosóficamente. Dice lo siguiente: “Sembrar en el corazón del hombre esclavizado un
profundo sentido de DIGNIDAD y el germen cristiano de LIBERTAD, para que superado el
egoísmo, en su vida se manifieste el SERVICIO a la humanidad”. En él se mencionan los tres
pilares sobre los que está cimentada nuestra institución: Dignidad, Libertad y Servicio. Aclaremos
un poco cada uno.
El primero de todos, la dignidad, es el reconocimiento de nuestro propio valor, de nuestra
esencia, de nuestro ser persona; el sabernos seres únicos e irrepetibles, dotados de inteligencia,
capacidad de amar y capacidad de libertad. La libertad, el segundo, es la capacidad de tomar
decisiones con responsabilidad. Significa, también, asumir las consecuencias de nuestros actos. Por
último, el servicio. Es la entrega generosa a los otros, a partir de nuestros talentos y posibilidades.
Nace del deseo de compartir lo que somos y tenemos, con los demás.
Estos pilares, que tiene su origen en la vida y las acciones de San Pedro Claver en su labor
con los esclavos, queremos establecerlos como un criterio de unidad entre la filosofía institucional y
el quehacer filosófico en el aula de clases. No puede ser de otra manera, justamente porque de lo
que carecen algunos de nuestro jóvenes, de lo que carecerán las generaciones futuras es de esa
capacidad de reconocer su propio valor por ser el hecho de ser personas, de ser libres y no por el
hecho de tener casa, carro, beca o muchas posesiones que desaparecerán tal como desparece nuestra
carne después de la muerte. No puede ser de otra manera, porque en la vocación de servir al otro,
sin egoísmo, en reconocer su dignidad y su necesidad de auxilio, estamos reconociendo nuestro
propio valor y nuestra propia fragilidad.
Desde esta perspectiva institucional queremos oponer a la frase “Compro, luego existo”, a la
frase “Soy, luego existo”. Es decir, primero debo reconocer mi propio valor como persona por ser
único e irrepetible, por ser una criatura divina, para poder reconocer la dignidad del otro. Primero,
debo hacer un uso correcto de mi libertad para poder respetar la libertad del otro. Y en la medida en
que reconozca la dignidad y la libertad propia y de mi prójimo, estaré entonces capacitado para
servirlo, por ejemplo, aprendiendo a compartir los bienes que poseo y respondiendo a sus
necesidades.
Así, idealmente hablando, esperamos que nuestra institución permita que se siga ejecutando
una crítica a esta sociedad superficial donde vivimos. Y queremos reconocerlo aquí, que estos
principios tomados de la religión católica, interpretados desde una perspectiva más amplia y además
normativa, pueden postularse como necesarios para la creación de un ética del servicio, una ética
humana, responsable con los otros y con la naturaleza, pues el hombre se debe reconocer
responsable también de las acciones que lo llevan a destruir los bienes materiales
La filosofía, entonces, tiene la tarea fundamental de esclarecer el horizonte del mundo donde
vivimos para descubrir la injusticia, la desigualdad, la dominación, la degradación del ser humano.
Esa será una labor donde formar la capacidad racional del ser humanos debe jugar un papel
esencial. No obstante, esa tarea quedaría incompleta sin una filosofía que forme el SER. Por ello,
cada institución tiene la responsabilidad de delegar a la filosofía la tarea inaplazable de formar seres
humanos críticos, seres humanos integrales, que reconozcan sus capacidades intelectuales, pero
también sus capacidades éticas. Porque la dignidad y la libertad del ser humano no son negociables
con ideales falsos de éxito vacío y egoísta. La filosofía, deberá servir, entonces, al hombre del siglo
XXI, en la tarea de formar el SER.
Lo que proponemos frente a la sociedad de consumo, es una filosofía crítica y humanista,
donde reine el amor y la libertad por encima del odio y la opresión.
Muchas gracias.
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