CATEDRÁTICOS UNIVERSITARIOS Hace varios años, ante una exhortación del Consejo Universitario de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador solicitándole cooperación al personal académico jubilado de la institución, nos animamos a escribir una reflexión. Dijimos entonces que nos gustaría expresar un conjunto de opiniones para abrir un proceso de discusión, ya que en múltiples conversaciones, reuniones, entrevistas y otros eventos habíamos insistido en una idea que no es patrimonio nuestro pero que defendíamos con convicción. Insistíamos que las universidades venezolanas formaban valiosos recursos humanos - y casi todos ellos - terminaban “jubilados” antes - o poco después - de cumplir los cincuenta años de edad, luego de haber trabajado 25 años en la institución y en otros entes del Estado. Decíamos que algunos de estos profesores jubilados pudieran estar en la plenitud de su potencial o por lo menos no estaban como para quedarse en sus casas sólo a cuidar de sus nietos. Muchos de ellos habían logrado culminar estudios de maestría y doctorado, realizado investigaciones, publicado trabajos académicos y cooperado en tareas de extensión, docencia de pregrado y postgrado. Entonces, la gran pregunta que flota en el aire es ¿A dónde se van muchos de estos calificados recursos humanos? Ya lo sabemos, muchos van a las universidades, institutos universitarios u otras empresas y actividades de carácter privado, que obtienen así un valioso personal académico cuyo entrenamiento o formación no les costó un solo bolívar. Esto, aunque no sea algo negativo para el país, si lo es para los intereses específicos del estado venezolano y los cada vez más escasos presupuestos universitarios, estrangulados por la fuga constante de personal que no se puede reponer con la misma celeridad. ¿Qué proponemos? No deberíamos quedarnos solamente en salidas o respuestas inmediatas para resolver el urgente problema de atender a las sucesivas cohortes estudiantiles que ahora ni siquiera tendrían la muy provisional solución de siempre: contratar a destajo a quienes deben resolver el crónico problema. Sabemos también, que esa falsa solución aunque les ofrece “docencia” a los estudiantes que esperan en las aulas y otras instalaciones, muy poco puede lograr para mantener la verdadera vida académica en sentido integral. La real solución estaría en cambiar un sistema que nos lleva a retirarnos, cuando en realidad consideramos que todavía podemos ofrecer algo, aunque no todos con las mismas energías de un joven instructor. Por supuesto que no estamos proponiendo renunciar a nuestros derechos o a hacerlo por otros sin que ellos nos hayan autorizado. La solución tiene que venir de un consenso que no sacrifique sentidas conquistas laborales pero que tampoco lleve a nuestras universidades hacia una grave o más profunda crisis. Todas las universidades venezolanas – y no sólo la UPEL – deben, lo antes posible, propiciar una radical reforma en las leyes y reglamentos respectivos para establecer un nuevo sistema. A manera de ejemplo pudiéramos sugerir estas ideas para su discusión: 1) Realizar o completar un inventario de los recursos humanos más calificados con que se cuenta, tanto en el segmento de profesores ya jubilados como en el de los “jubilables”: Profesores Asociados y Titulares con especialización, maestría o doctorado. Calificada experiencia en todas y cada una de las áreas del quehacer universitario. Publicaciones y otras credenciales de mérito, y sobre todo, un alto nivel de compromiso con la institución. 2) Completado o actualizado el inventario, plantear, de acuerdo con las necesidades institucionales, una oferta a los posibles seleccionados – o a todos los que se consideren con ese derecho – el ingreso a una nueva categoría académica y condición de trabajo: la de Catedrático de la universidad. 3) Tales catedráticos de la universidad pudieran tener tres niveles. 3.1. Catedrático (I) sería el universitario que ya hubiese alcanzado la categoría de Profesor Asociado o Titular y tuviese sólo título de postgrado de cuarto nivel (Especialista o Magíster). 3.2. Catedrático (II) sería el que además de la categoría de Profesor Titular hubiese obtenido título de Doctor. 3.3. Catedrático Emérito sería el que después de haber prestado notables servicios como Catedrático la Universidad acuerde su retiro como meritorio y notable profesor universitario, considerando sus aportes como investigador o en otros campos del quehacer académico. A partir de ese voluntario retiro, y si así lo deseare, continuará solamente cumpliendo eventuales tareas como asesor o consejero de su alma mater. 3.4. Otros Candidatos: Aquellos profesores que se hubiesen jubilado sin alcanzar la categoría de Asociado o Titular o que tampoco hubiesen obtenido títulos de cuarto o quinto nivel, excepcionalmente pudiesen ser incorporados para atender ciertas tareas específicas – considerando su dilatada experiencia, aportes profesionales y sobre todo, su compromiso solidario con la institución. Entre las tareas que estos valiosos colegas pudiesen asumir estarían: Atención a grupos de práctica profesional, docencia en cursos de formación general o pedagógica para el pregrado, asesoría estudiantil, actividades de extensión. La realización de tales tareas - durante el tiempo que así lo requiera la institución - le hará acreedor del reconocimiento respectivo. Tal credencial de mérito pudiera permitirle su incorporación como Catedrático si posteriormente obtuviese el título de Magíster o Doctor. 4) Se entiende que la incorporación a esta nueva categoría académica y condición laboral tiene que ser voluntaria para los candidatos seleccionados, especialmente para los que, por estar ya jubilados, no se les puede aplicar esa retroactividad, aunque ello pudiese beneficiarlos. 5) Debe entenderse que las tareas a cumplir por tales catedráticos deben ajustarse a las de más alto nivel: Ejercicio de responsabilidades académico-administrativa (Jefaturas de cátedra, coordinación de programas, jefaturas departamentales y otros cargos universitarios), tutoría de participantes en programas de generación de relevo, tutoría de trabajos de grado de maestría y tesis doctorales, coordinación de proyectos, núcleos o centros de investigación, dirección de revistas especializadas, realización de importantes actividades de extensión, entre otras. 6) Condición fundamental de las tareas a realizar por los catedráticos, además de su participación como parte de los jurados académicos designados para trabajos de grado, tesis doctorales, trabajos de ascenso, etc., tiene que ser su muy activa o productiva función en los centros de investigación de la UPEL, en sus revistas, jornadas, congresos y otros eventos institucionales. La productividad intelectual, la generación de productos de calidad, más que el cumplimiento de rígidos horarios o tareas menores, será el principal indicador a considerar para la permanencia en esta condición. 7) La dedicación a las tareas seleccionadas, de común acuerdo entre el catedrático y la institución, tiene que ser remunerada o premiada con variados incentivos. Además de algún tipo de prima o bono regular pagado por mantenerse activo por un período (por ejemplo, cinco años) deberán acordársele al catedrático algunas consideraciones especiales: a) Carga horaria docente nunca superior al mínimo de las categorías de Asociado o Titular. Posibilidad de escoger su horario de manera prioritaria. b) Exoneración impositiva y otros derechos adquiridos: Caja de ahorros, previsión social - IPP, bono vacacional, bono navideño o cualquier otro preexistente o que se lograra en el futuro. c) Ser exceptuados de obligaciones como la llamada “permanencia” diaria en cubículos u otros espacios de la institución más allá de lo que se requiere para el cumplimiento de las tareas asignadas: Docencia de pregrado o postgrado, reuniones institucionales, participación en eventos internos, asesoría o tutoría (previa cita con los interesados). Lógicamente los que tuviesen algún cargo académicoadministrativo que así lo requiera deberán asumir las responsabilidades de horario que ello implica. Finalmente, consideramos que estas ideas o proposiciones generales pudieran contribuir a la búsqueda de soluciones a mediano o largo plazo. Creemos que ya es hora de romper con algunos viejos tabúes propios de nuestro medio y aprovechar la rica experiencia que el mundo universitario de más allá de nuestras fronteras puede ofrecernos. No pretendamos inventar o descubrir de nuevo el agua tibia, tomemos, sin complejos, todo lo bueno que ha hecho grandes y exitosas a las universidades de las naciones desarrolladas. Derribemos ese “muro de bahareque” que no nos deja ver lo que nos ayudará a salir de nuestro atraso y de nuestros “conucos” académicos. Con el afecto de siempre hacia Ustedes y nuestra institución. Napoleón Franceschi G. Correos electrónicos: [email protected] [email protected] Página WEB: www.nfghistoria.net