Evolución de la arqueología

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El funcionalismo en la arqueología
Antes de nada es necesario decir que aunque el enfoque histórico−cultural ha continuado hasta el presente
eran evidentes sus inconvenientes para poder conocer como funcionaban y como cambiaban las culturas
prehistóricas. Por ejemplo, Chilca empezó a poner en duda que se pudiese extraer demasiada información
sobre la etnicidad a partir exclusivamente de los datos arqueológicos (pero su figura la abordaremos más
adelante). Pero otros arqueólogos compartían esa visión y adaptarían una nueva perspectiva en el estudio de la
prehistoria, basada en el conocimiento sistemático del comportamiento humano.
En ese sentido se desarrolló la antropología social cuando en el R. Unido, los etnólogos reaccionan contra el
difusionismo estéril de Smith adaptando el enfoque estructural−funcionalista de Malinowsky y
Radclippe−Brown. Ambos creían que el comportamiento humano puede ser entendido en relación a los
sistemas sociales cuyas instituciones estaban enraizadas en necesidades biológicas. Así nace la antropología
social, basada en parte la británica, a Durkheim que veía las sociedades en sistemas compuestos de elementos
independientes, mientras que Marx había elaborado teorías de conflicto interno para explicar el cambio social,
Durkheim, que rechazaba el enfoque histórico−cultural, mantenía que no se producían cambio en un lugar sin
causar cambios en otros lugares. Se creían que el Estado natural de la sociedad era la solidaridad social.
Lo cierto es que la antropología social y la sociología de Durkheim provocaron entre los arqueólogos un
interés por desentrañar el funcionamiento de las culturas prehistóricas a modo de sistemas. El interés aumentó
a medida que los arqueólogos empezaron a desilusionarse debido a las limitaciones de los enfoques
histórico−culturales y difusionista. Este interés tomó forma en las relaciones entre las culturas prehistóricas y
su medio ambiente, por ello, también existe el funcionalismo ambiental. Por ejemplo, los arqueólogos
estudian la retirada de los glaciales y los resultados combinados de los cambios en el nivel del mar.
Igualmente estudian las relaciones entre la fauna, flora y el uso de la tierra. En este sentido destaca R.
Pumpelly que proponía la teoría del oasis para explicar los orígenes de la producción de alimentos. Se decía
que los cazadores−recolectores se vieron obligados a reunirse alrededor de las pocas fuentes de agua y
conquistar a través de la domesticación de las plantas y los animales. Igualmente Mackinder argumentaba que
la localización geográfica de las naciones desempeñaba un papel principal en la configuración de su historia.
Siguiendo a éste, Myres se inspiró para exponer el valor que tenía la arqueología el enfoque geográfico. Este
interés creciente por las relaciones entre las sociedades humanas y su localización medioambiental, estimulaba
la visión funcional acerca del comportamiento humano.
Ya en estudiar los enfoques económicos debemos abordar la figura de G. Childa, el cual, empezó a alargarse
del enfoque histórico−cultural pero no negó la importancia de la difusión para desencadenar el cambio
cultural. Se podía interpretar la preocupación de Childa como reflexión por su compromiso marxista pero en
aquel momento, aún no se reconocía como tal. Pero siguiendo los enfoques económicos, Childa seguía a
Smith y Fleure al destacar el desarrollo de la agricultura como con punto de inflexión crucial en la historia
humana. También se creía que el conocimiento tecnológico se extendía como resultado del comercio, sin
olvidar la metalurgia pero acabó sacando su vena difusionista al afirmar que probablemente solo se había
inventado una vez en la historia de la humanidad. Childa, en este sentido creía que en el Próximo Oriente
habían tenido lugar dos revoluciones durante los tiempos prehistóricos: cada uno de ellos había dado lugar a
más productividad y el consiguiente aumento de la población. Por eso los cambios tecnológicos eran
fundamentales para realizar innovaciones provocando dos sociedades diferentes en Europa y el Próximo
Oriente. Pero, en contra de esto, consideraba a los seres humanos poco inventivos por naturaleza, confiando
en la difusión y la emigración de esta manera.
En otro sentido, Childa visitó la Unión Soviética en 1935 quedando impresionado por el apoyo del gobierno a
la arqueología y por los esfuerzos de los arqueólogos soviéticos por explicar la prehistoria según los procesos
internos de las sociedades y a partir de conceptos materialistas explícitos.
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Pero, sin embargo, se negó a dejar de considerar la difusión como un factor principal que promovía el
desarrollo cultural. Igualmente argumentaba que el cada vez mayor proceso cultural era el resultado del final
del aislamiento entre grupos vecinos y de la reunión en una escala siempre creciente de las innovaciones de
todas las ramas de la familia humana. También rechazó dejar de tener en cuenta la tipología, esencial para la
construcción de... regionales.
Con el tiempo, tras su visita a la Unión Soviética intentó sustituir su énfasis inicial en los factores económicos
por análisis que concordaran más con los principios marxistas. También se interesó por el cambio cultural en
las instituciones económicas, políticas y sociales. Consideraba que la sociedad contiene dentro de sí misma
tendencias progresistas y conservadoras, y por lo tanto, sus contradicciones proporcionan la energía que
provoca el cambio social irresistible.
Siguiendo sus máximas marxistas distinguía entre sociedades progresistas (donde las relaciones de producción
favorecen la expansión de fuerzas productivas con relación armoniosa entre medios de producción y el
sistema dominante) y las sociedades conservadoras (los sistemas políticos y sociales bloquean el cambio).
Con esto entendemos que Childa había empezado a atribuir un papel mucho más importante en la formación
de la historia a la base económica y la superestructura de las sociedades.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Childa continuó refinando y desarrollando su enfoque marxista sobre
el cambio social. Investigó sobre la base filosófica del marxismo para explicar el estudio de las edades
arqueológicas. Childa argumentaba que según los principios marxistas, las culturas que compartían a lo largo
del tiempo mismo modo de producción tenderían a desarrollar instituciones similares, pero evolucionaron de
distinta manera según las diferencias ambientales, acontecimientos históricos...
Por último y acabando con Childa es necesario decir que tuvo que solventar algunos problemas, como por
ejemplo como podía usarse la evidencia arqueológica de manera efectiva para impedir en los sistemas
sociopolíticos prehistóricos, ya que dicha evidencia podía usarse para probar las teorías marxistas.
En otro aspecto, G. Clark es fundamental en la corriente funcionalista ya que es pionero de otro enfoque
alternativo pero también complementario, el cual ha condicionado el desarrollo de la arqueología en muchos
lugares del mundo. Pero antes tuvo una serie de influencias: forma de estudio de las arqueologías
escandinavas, también de los enfoques funcionalistas de los antropólogos sociales y por último el enfoque de
Tallgren (debían dejar de ver los artefactos como algo más).
Para él la arqueología era el estudio de cómo vivían en el pasado, desde el punto de vista funcionalista para la
supervivencia de la sociedad. Se puso en relieve el papel de la cultura como sistema adaptativo. Igualmente
intentó desarrollar técnicas de utilización de la evidencia arqueológica para documentar la vida social y las
diferentes formas en la que se usaban los recursos naturales. Por último cabe mencionar en lo que se refiere a
los factores económicos los consideraba como los únicos que revisten un interés interproductivo.
Finalmente, para dar por concluida la corriente daremos algunos datos del funcionalismo en EEUU, ya
empezó en el s. XIX tomando la forma de una preocupación por como se manufacturaban los artefactos y que
uso se hacía de ellos. Esto está representado por W. Wintemberg el cual realiza múltiples experimentos para
determinar como se hacía los artefactos.
La arqueología marxista
El proyecto marxismo asume como punto de partida el hecho histórico de cómo el trabajo enajenado produce
la alineación, pero no se detiene ahí. Precisa conocer las leyes histórico−económicas que explique como
hemos llegado a esta situación. Esta es la primera tarea que encontramos en su propuesta del materialismo
histórico debe ser el método, la teoría científica la encargada de desenmascarar las leyes que rigen nuestra
historia. Sin embargo, el algo más, una vez descubiertos las categorías científicas y las leyes de la historia,
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Marx propone una teoría de la emancipación del ser humano, que a través de un proceso (revolución), llegue a
superar aquella sociedad de clases (utopía comunista) y con ello la situación de alineación a la que conducía la
lucha de clases.
Pero metiéndonos de lleno en la arqueología marxista hay que hablar de su aspecto novedoso como corriente:
lo nuevo es que todas las prácticas sociales implican relaciones dialécticas: el desarrollo de la sociedad tiene
lugar a través de la unidad de los contrarios. Tras el sistema social visible subyacen unas relaciones
antagónicas, que se hacen compatible y general el cambio. Por ello hay que tener en cuenta el nivel de
contradicción y conflicto para entender la esencia de la arqueología marxista. Las dos primeras
contraindicaciones son las que existen entre los intereses de los grupos sociales (como la lucha de clases) y
entre las fuerzas y relaciones de producción. Lo más importante es la división de clases, en lo que una clase
dominante controla los medios de producción y se apropia de la plusvalía. Los intereses de las clases son
antagónicos por ejemplo, Foris propone que en el Paleolítico superior el hombre se apropió del producto del
trabajo de la mujer. El segundo tipo de contradicción es cuando las fuerzas productivas entran en conflicto con
las relaciones de producción. Las fuerzas productivas incluyen los medios de producción (tecnología,
ecosistema,...) y la organización de la producción (la organización de la fuerza de trabajo).
Además, las relaciones de producción, son las relaciones sociales correspondientes a las fuerzas productivas.
Las relaciones sociales de producción determinan como se utilizará en medio en el marco de la tecnología
disponible: también determinan quien trabajo y como tiene lugar la apropiación del producto del trabajo.
Igualmente las fuerzas productivas se desarrollan por sí mismas, por generación interna, provocando
contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Pero con la mejora de la
tecnología, los grupos se hacen por autosuficientes. Por su parte, las contradicciones entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción son generales por los cambios en las fuerzas productivas, y estas
contradicciones provocan cambios en el estilo y la ideología. Esto parece insuficiente para saber las razones
del cambio tecnológico, por ello muchos marxistas dirían que las relaciones sociales de producción dominan
sobre las fuerzas productivas. En este sentido destaca el trabajo de Bender sobre la adaptación de la
agricultura (la dominación social provoca la necesidad de aumentar la producción) o en Friedman y
Rowlends. En todos estos trabajos las relaciones sociales de producción son determinantes y la ideología
desempeña un papel secundario. Todo lo anterior se refiere al concepto de estructura, pero el no resultar
visible se le debe a la ideología. Esta está relacionada con la superestructura (ideología incluida) que surge en
la infraestructura, la ideología funciona para encubrir las contradicciones y los conflictos entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción.
Es decir, la forma en la que se organizan y estructuran las fuerzas productivas y las relaciones teóricas y
sociales de producción que sobre ellos se erigen constituyen las bases reales de la sociedad, la infraestructura.
Sobre esto se levantará una serie de ideas, creencias, normas, leyes e ideologías, que configuran la
superestructura. La alienación ideológica implica, a un tiempo, tanto la crítica de las ideas al margen de la
realidad como el impulso que desde el marxismo se intentó dar al ser humano como ser activo: las ideas no
siguen su propio curso y recurso al margen de la realidad; toda actividad del ser humano es al mismo tiempo
una actividad práctica y transformadora, e incluso revolucionaria. Pero la ideología en su aspecto negativo,
como inversión, aparece cuando nos olvidamos de sus raíces, cuando lo separamos o disgregamos de su base,
cuando pretendemos que nuestras representaciones tengan una autonomía fuera de la realidad, sin relacionarse
de la vida real, con la práctica concreta humana.
Igualmente, la ideología no puede contraponerse a las relaciones sociales de producción y no puede explicarse
en función de alguna realidad social, porque esa realidad y el análisis de las relaciones entre ideología y
realidad, el marco donde, se valoran los recursos, se definen las desigualdades y se legitima el poder. Por otra
parte el análisis crítico de la arqueología marxista nos lleva una vez más a la importancia del individuo
autónomo, excluido de todas las corrientes y teorías arqueológicas. En la arqueología marxista con las
condiciones materiales o las contradicciones estructurales las que determinan al hombre y las ideologías
dominantes los que los mistifican.
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Principalmente es una corriente que intenta averiguar porque hace lo que hace y para ello debemos atender a
los medios de producción y las relaciones sociales: las fuerzas productivas estarían constituidas por la fuerza
de trabajo y los medios de producción (esto es la materia utilizada y los utensilios). También se establecen
vínculos (a parte de los del ser humano con la naturaleza), son las relaciones de producción que realizan los
agentes de producción y las relaciones sociales de producción, erigiendo la base real de la sociedad
(infraestructura) sobre la que está la superestructura, como hemos dicho anteriormente.
Los modos de producción históricos son 5 según Marx: primitivismo, esclavismo, feudal, capitalista y
socialista (eliminación de la eliminación del ser humano tras la supresión de la propiedad privada).
El modo de producción capitalista se caracteriza por la existencia de dos grandes clases sociales: las de los
obreros (fuerza de trabajo) y la de los patronos (dueños del capital y de los medios de producción). En este
sistema es donde la lucha de clases llega a su máxima expresión y es a partir de su análisis donde Marx
desarrolla su conocida teoría de la plusvalía. Por ello es comportamiento humano no estaba biológicamente
determinado, sino cambiaban según el modo de producción, así lo evolución social produce novedades
genuinas de las reglas del comportamiento.
Igualmente los arqueólogos seguían los principios básicos tal como fueron formulados por Marx y Engels. El
marxismo ha hecho posible que la arqueología amplíe su de acción para incluir estudios sobre la estructura del
significado y sobre el rol activo de estas estructuras en el cambio social. En la búsqueda de una adecuada
consideración de la cultura material como un todo constituido de manera significativa. Una creciente
tendencia a analizar la estructura y las funciones (ambos en un sentido procesal, adaptativo y en un sentido
marxista) de los símbolos materiales.
N. Arqueología
No podíamos hablar de las corrientes más importantes o influyentes del A.R. sin tocar aunque sea brevemente
la N. Arqueología.
En 1959, Caldwell publicó un artículo en Science titulado The new American archeology. Ahora las culturas
arqueológicas ya no se contemplaban como la suma total de sus tipos artefactuales, sino debían ser analizados
como configuraciones o sistemas funcionalmente integrados. El objetivo principal de los arqueólogos debía
ser explicar los cambios producidos en las culturas arqueológicas en términos de procesos culturales.
Su labor esencial y perdurable de la N. Arqueología fue la creación colectiva de elevado número de
arqueólogos americanos en la década de los 50. Lewis Binfarg nuevo enfoques en todo esto; consideraba los
cambios como respuestas adaptativas y el cambio cultural se iniciaba por factores externos que causaban
perturbaciones. En este sentido, Binfard difería de los arqueólogos norteamericanos tradicionales en el énfasis
dirigido hacia la capacidad de la humanidad para la innovación, al mismo tiempo que coincidía con ellos en
considerar las culturas sin perturbaciones como normalmente estáticas. Binfard puso de relieve la
diferenciación interna y la integración sistemática de las culturas.
Binfard siguió a Write en la consideración de las culturas como sistemas adaptativos compuestos de tres
subsistemas: tecnología, organización social y la ideología, los primeros para controlar el medio ambiente.
Binfard decía que el primer deber del arqueólogo era explicar las relaciones reflejadas en el registro
arqueológico y conocer el comportamiento social y la ideología, al regularidad en el comportamiento humano.
Todo esto necesitaba un enfoque deductivo, o cánones deductivos que utilizaban las correlaciones bien
establecidas como esbozó Carl Herpel y su modelo de explicación del cambio cultural. Igualmente Binfard
identificaba el uso de los factores psicológicos con el idealismo de Boaso el enfoque histórico cultural y
argumentaba que no tenía valor interpretativo para una explicación ecológica del cambio cultural ya que los
nuevos arqueólogos han considerado las relaciones entre la tecnología y el medio ambiente como factores
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clave en la determinación de los sistemas culturales.
En América se llevaron a cabo intentos para explicar el cambio cultural según la Teoría General de sistemas,
aunque es difícilmente aplicada por los arqueólogos. Esto fue acompañado por el desarrollo de la dotación
radiocarbónica y puso sobre la mesa de los cambios fueron internos, y no todo era difusión.
Por otro lado, algunos arqueólogos reconocieron que las variantes claves podían tener un papel menos
importante en la formación de los sistemas culturales. En este sentido, Flamery sugirió que las explicaciones
del desarrollo cultural debían concentrarse en los tipos de cambios sistemáticos (esto fue importante desde el
punto de vista sociocultural).
Con todo ello, la nueva arqueología promovió un enfoque mucho más sofisticado y productivo al reclamar el
uso de estrategias de muestreo. Por otro lado, la recogida aleatoria de muestras ha venido siendo consideraba
una estrategia al inicio de la excavación pero se ha puesto en tela de juicio que los hallazgos de un área sean
representativos de una región entera.
En otro sentido, la nueva arqueología representa una revolución en las esperas metodológicas y técnicas y la
postura que adopta Binfard contra el enfoque histórico cultura, fue una ruptura con el pasado. La nueva
arqueología siguió la estela de las cc sociales en general reclamando producir generalizaciones objetivas y
neutrales.
El prejuicio antihistórico de la nueva arqueología puede ser enfocado como un reflejo metodológico del
creciente intervencionalismo político y económico a escala global por parte de los EEUU tras la Segunda
Guerra Mundial. El impacto más sorprendente se produjo en relación a la prehistoria nativa norteamericana,
destacando la creatividad de dichos nativos y su situación en el mismo nivel que los europeos.
Aunque los arqueólogos norteamericanos, sean de la escuela tradicional o la de la nueva arqueología, han
tendido a equiparar la historia con el estudio de la cronología. Clarke y Renprew estaban familiarizados con la
historiografía y reconocían la naturaleza poco realista de la dicotomía que los antropólogos norteamericanos
establecían entre historia y ciencia. Sus trabajos han proporcionado una sólida evidencia de que la
interpretación histórica y la generalización evolutivista pueden darse en arqueología simultáneamente y con
provecho mutuo.
Análisis corporativo de dichas corrientes
Como corrientes materialistas que son nos dicen que la realidad existe y podemos conocerla donde estén las
diferencias.
En primer lugar, la corriente histórica cultural ve el objeto y estudia tal y como es, de aquí la importancia de
los fósiles directores y de las colecciones y sondeos arqueológicos. Esto sirve para establecer los focos de
cultura (que muchas veces se puede entender cómo roces superiores). Además el fósil director puede definir la
cultura en el espacio y en el tiempo. En este sentido debemos hablar de romanticismo; es decir, toda la gente
de la cultura se identifica con el objeto en cuestión. Todo esto mezclado por fuertes componentes de
nacionalismo y etnicidad como las aves que volaban en Europa tras la desilusión de la R. Industrial. Por ello
el desarrollo del hombre se ve como una sucesión de culturas desde el punto de vista arqueológico.
Sin embargo, el estructuralismo tienen otro objetivo a la hora de analizar el objeto que es visto, pero más que
nada se preocupa de su función. El estructuralismo, que nació debido a los inconvenientes que presentaba el
enfoque histórico−cultural (no dudemos que Bunfaret consideraba dicha visión sin valor representativo),
plasmó sus vistas en el conocimiento sistemático del comportamiento humano, por ello de una visión como la
histórico−cultural donde sólo se estudia el objeto en cuestión se pasó a otra donde el hombre y su
comportamiento están en el punto de mira. En este estudio podemos encontrar algunas diferencias con el
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marxismo (que estudiaremos a continuación) tales como que Marx creía o había elaborado teorías de conflicto
interno para explicar el cambio social, pero el estructuralismo lo veía como sistema compuesto de elementos
independientes. Además la desilusión por parte de los investigadores hacia lo histórico−cultural, sirvió para
que el estructuralismo saliera reforzado.
Sin embargo, la visión de cómo se ven las cosas vuelve a cambiar a la hora de estudiar el m. histórico. Su
máxima es preocuparse el porque hace lo que hace, por ello no solo ve el objeto sino también los objetivos o
los de los que contienen esos objetos. El momento histórico comparte características con las corrientes
histórico− cultural y el funcionalismo pero existe rasgos que los diferencian en el sentido de que el
materialismo histórico requiere un espacio empírico diferente. Por ello cada corriente tienen posiciones
empíricas distintas, lo cierto es que, no estudian el objeto en sí, sino la posible función que tuviera para así
desmenuzar el pasado y poder conocerlo mejor.
Para ello, el materialismo histórico estudia las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. Así
se puede llegar a los modos históricos de producción; diferente según la época que nos ocupa (esclavismo,
feudalismo,)
En este sentido, el momento histórico tiene una tarea debe ser el método, la teoría científica la encargada de
desenmascarar las leyes que rigen nuestra historia (aquí Marx propone a través de un proceso, revolución, se
supere la sociedad de clases, utopía comunista, y con ello la situación de alienación, pero esto es ya otra
historia). Por ello, debido al modo de producir en cada una de las fases históricas, por ello es importante en
arqueología estudiar la función del objeto y saber para que fue construido, sus objetivos. Mientras el
funcionalismo, estudia su función para conocer el comportamiento humano, mientras los históricos−culturales
solo estudian el objeto encargado de valor por sí solo. Pero todos intentan adorar nuestro pasado más lejano.
ANÁLISIS DE TEXTOS
• Arqueología como antropología (L. R. Binfard):
Este texto comienza con una pregunta acerca de cuales son los fines de la antropología, que son explicar y
exponer para pero se añade otro más, la interpretación comprometida. Se dice que la arqueología no ha hecho
contribución al como de la interpretación, por ello los artefactos deben ser tratado como rasgos iguales pero en
su contexto tienen diferencias y semejanzas, y de este análisis sale una valiosa información.
Igualmente, nos dice que la cultura es adaptación del organismo humano, en este sentido es importante
estudiar la tecnología como utensilios relacionados con el medio físico. También nos dice que es posible
encontrar semejanzas entre grupos de similar nivel social (este es llamado por Steward ecología cultural).
Pero la más importante que nos llega de su análisis son los diferentes instrumentos, capaces de articular rasgos
individuales en grupos coherentes, son los instrumentos tecnómicos (contexto funcional primario en el medio
físico), sociotécnico (en la estructura social) e ideotécnico que es el componente ideológico. Nos dice que se
puede encontrar cambios en la estructuración al cambiar la distribución tiempo−espacial. Pero estas tres
características son insuficientes para aventurar interpretaciones.
Igualmente hace un giro al pasado al hablar de energía conservada y gasto energético, más para ello nos pone
como ejemplo el uso y la extracción del cobre que es realmente laborioso. También nos indica que dicho
cobre puede ser símbolo de estatus en las sociedades no igualitarias. Mientras en las sociedades igualitarias
los símbolos de estatus pueden venir de las actividades sociotécnicas y además no podría ser heredado.
Todo esto mientras a la vez asumen los arqueólogos su parte de responsabilidad dentro de la antropología,
hecho que introducirá cambios no sólo antropológicos, sino también arqueológicos.
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Concepto de producto en arqueología (varios):
El artefacto posee información en su contesto. Su lugar no es la vitrina de un museo por su nivel estético. Se
mira para obtener una información sistematizada como hizo Bate en una punta de flecha en un análisis
técnico, simbólico, económico e histórico.
Igualmente, las nuevas perspectivas en arqueología son sofocadas con el estudio del objeto arqueológico. Se
puede producir el desplazamiento del objeto siendo necesaria la defensa del patrimonio, aún más, cuando los
hechos arqueológicos son los artefactos, por ello lo importante es la contextualización del objeto.
Dicho objeto arqueológico tiene una información más amplia. Así Binfard los dividió en tecnómicos,
sociotécnicos e ideotécnicos (pero se cae en el reduccionalismo histórico). También se puede estudiar como
relación artefacto−rasgo o como relación artefacto−contexto, analizando el hecho tecnológico del proceso del
trabajo. El contexto es ahora determinado por las relaciones técnicas de producción.
Además la identificación de unidades mayores y menores constituye el primer paso para el análisis del
producto. Así, en las unidades menores, en un primer nivel están las relaciones de producción y la relación
hombre−naturaleza. El segundo nivel son las relaciones, es decir, la producción social, mientras el tercer nivel
son las relaciones de intercambio. Referido a estos tres niveles hay que definir una serie de lugares para
conservar o desechar.
También se podría hacer una tipología según la disposición de los productos que podrían ser funerarios,
religiosos,
Mientras en las unidades mayores ya que los niveles de circulación se articulan en un marco más amplio,
haciendo un seguimiento de los lugares y creas de consumo. Con el término propiedad nos desvelan las
relaciones sociales de producción. Todo esto frente a la arqueología tradicional del objeto ya que ahora la
unidad arqueológica es el asentamiento.
Y el yacimiento arqueológico puede ofrecer una gradación de hallazgos contextualizados. En su estudio. El
trabajo arqueológico debe que tener dos pasos: deposición y disposición. Además si ha sido abandonado es un
factor imprescindible a analizar (nos da información por si solo) contando como no con los métodos
adecuados.
CONCLUSIÓN
Así hemos intentado desmenuzar la historia del pensamiento arqueológico; es decir, la evolución de la
arqueología desde sus orígenes hasta la ciencia que es hoy. Todo esto porque, los arqueólogos no pueden
observar el comportamiento de la gente que estudian, en muchos casos tampoco poseen restos escritos por lo
que deben averiguar el comportamiento y las ideas humanas ha través de los restos materiales, como algo que
los humanos han creado y utilizado. Es aquí, a la hora de interpretar los restos materiales, donde nacen las
diferentes corrientes que hemos estudiado cada una de ellas con sus características particulares y también con
espacio empíricos diferentes, pero cabe decir que la interpretación de los datos arqueológicos dependen de la
comprensión del comportamiento presente de los humanos y particularmente de cómo este comportamiento se
refleja en la cultura material. Los arqueólogos por ello deben tener principios uniformes para llegar a una
versión o más real posible.
En lo referente a la primera parte del trabajo hemos intentado sistematizar la evolución de la arqueología
durante las distintas fases históricas, desde la antigüedad hasta que se configura como ciencia en los albores
del s. XX.
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