Sexta Conferencia Internacional de las Democracias Nuevas o Restauradas (ICNRD-6) Doha, Qatar, 29 de octubre-1 de noviembre de 2006 “Desarrollar capacidad para la democracia, la paz y el progreso social” Ponencia n.º 12 El papel de los medios de comunicación en la construcción y el desarrollo de la democracia Andrew Puddephatt* 1 Medios de comunicación y democracia1 La Declaración Universal de los Derechos Humanos, el documento fundador de las Naciones Unidas, establece la “libertad de expresión y de creencia y la liberación del temor y la miseria” como sus aspiraciones fundamentales. La libertad de expresión está garantizada en el derecho internacional mediante varios instrumentos de derechos humanos, especialmente el Artículo 19 de la DUDH. En la comunidad internacional, se entiende por “libertad de expresión” la protección de todo acto de investigación, recepción y difusión de informaciones o ideas, sin importar el medio de expresión2. Por lo tanto, abarca tanto las expresiones culturales y el arte como el intercambio de información e ideas y el debate político. En una democracia, si se quiere que el derecho a la libertad de expresión tenga un significado real, el intercambio de opiniones, ideas e información debería ser un acto público y no estar limitado al discurso privado. Sólo si la libertad de expresión se ejercita públicamente puede respaldar otras libertades democráticas tales como el derecho a formar partidos políticos, el derecho a compartir ideas políticas y el derecho a cuestionar la actuación de los funcionarios públicos, entre otros. La libertad de expresión se considera con frecuencia como un derecho fundamental, ya que su ejercicio ayuda a garantizar otros derechos y libertades. Sin libertad de expresión sería difícil garantizar muchos de los derechos contenidos en la DUDH. Es 1 *Andrew Puddephatt es profesor visitante del Centro para el Estudio de los Derechos Humanos de la London School of Economics. 2 “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. http://www.un.org/spanish/aboutun/hrights.htm 2 por eso que el derecho a la libertad de expresión se considera la piedra angular de las libertades democráticas. La libertad de expresión ayuda a garantizar la libre competencia de los partidos políticos, garantiza que las voces de la sociedad civil sean escuchadas por los líderes políticos y permite que los ciudadanos opinen sobre las políticas y la administración pública, reforzando de esta forma la calidad del gobierno. Los estándares actuales de la libre expresión se establecieron durante la lucha intelectual y política por la libertad de la imprenta de Gutenberg, una lucha que duró varios siglos. La guerra contra la censura comenzó hace muchos siglos. Ya en el siglo XVII, en el Reino Unido, las políticas sobre licencias de la Queen's Stationers' Company (por las que el gobierno u otras autoridades restringían el discurso exigiendo que se solicitara permiso previo a cualquier publicación) llegaron a ser consideradas como una “restricción previa”, que desencadenó protestas como el famoso panfleto contra la censura, Areopagitica3, realizado por John Milton. En 1765, las protestas contra la Stamp Act (Ley del timbre), que amenazaba con imponer impuestos especiales a la imprenta, ayudó a desencadenar la revolución norteamericana contra la Inglaterra colonial. Los conflictos que involucran a la prensa en pleitos por difamación y calumnias continúan aún estos días en muchas partes del mundo y son una característica común de las democracias tanto nuevas como restauradas. ¿Cuál es la relación de los medios de comunicación con la libertad de expresión y con la democracia? Los medios de comunicación tienen una importancia crucial en el ejercicio de la libertad de expresión ya que son ellos los que proporcionan la plataforma 3 Disponible en inglés en http://www.gutenberg.org/etext/608 3 pública a través de la cual se ejercita realmente este derecho. Lo que yo digo o pienso en privado sólo me llega a mí, pero para que mis opiniones afecten al modo en que se gobierna, necesitan ser expresadas en público, de forma que el resto de las personas puedan leerlas o escucharlas. Los medios, de este modo, actúan como nuestra voz. Esta función de los medios de comunicación consiste en actuar como vehículo de información e ideas; un mecanismo a través del cual nos comunicamos los unos con los otros. Es por esta razón por la que gran parte del periodismo profesional hace hincapié en la importancia de la objetividad, debiendo ser el periodista un observador neutral, sin estar comprometido con los acontecimientos pero registrándolos fielmente. Antes de discutir con más detalle el papel de los medios de comunicación, puede ser útil tener en cuenta ciertas características de una democracia. La democracia se considera con frecuencia como un conjunto de instituciones con ciertas características arraigadas en las reglas constitucionales y la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, por ejemplo. Pero la democracia es también una cultura, un modo de actuar, unos hábitos, pequeñas reglas, etc. Uno de los primeros escritores en articular esta idea fue Alexis de Tocqueville en su libro "La democracia en América"4, basado en sus viajes a comienzos del siglo XIX. De Tocqueville argumentaba que la fuerza de la democracia estadounidense no sólo estaba en sus instituciones (federalismo, separación de poderes y jueces independientes), sino también en la experiencia y práctica democrática de las personas a nivel local y cotidiano. Los estadounidenses se organizaban en numerosas asociaciones locales: iglesias, asociaciones de empleados, sindicatos, instituciones de seguros y de ahorro, clubes y sociedades de todo tipo. A través de estas, miles de ciudadanos fueron ganando experiencia sobre las prácticas 4 Disponible en inglés en http://www.gutenberg.org/etext/815 y http://www.gutenberg.org/etext/816 4 democráticas y confianza para hacer uso de las instituciones democráticas. Desarrollaron hábitos y reglas para el día a día, como por ejemplo las Reglas de Robert (Robert’s Rules) en las que se establecían las normas que regulaban las reuniones ordinarias, aprendiendo de esta forma las disciplinas de la democracia. En todos los casos, las experiencias cotidianas de los estadounidenses quedaban registradas y circulaban a través de la prensa emergente, normalmente el periódico local, que documentaba la vida de los ciudadanos y les mostraba los efectos de sus propias acciones. Sin los medios de comunicación, para la cultura democrática habría sido imposible crecer y desarrollar los hábitos y las prácticas que se iban adquiriendo. Por el método del boca a boca, hubieran tardado varias generaciones en difundirse. En el mundo moderno, el periódico local se ha convertido en un medio de comunicación de masas omnipresente, mediante el cual las ideas y opiniones se difunden muy rápidamente. La televisión vía satélite e Internet constituyen una comunidad de información compartida cada vez más poderosa. Los medios de comunicación ayudan a una sociedad a aprender de sí misma, ya que estos son el medio a través del cual los periodistas trasmiten sus ideas, las noticias y los acontecimientos a los oyentes, lectores o espectadores. Esto puede crear lo que Benedict Anderson definió como “comunidad imaginada”. Según la opinión de Anderson, una nación “es imaginada, porque aun los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión”5. Así pues, los medios de comunicación, proporcionando los instrumentos para crear una 5 Benedict Anderson. Comunidades imaginadas (Imagined Communities, ISBN 950-557-355-3) 5 comunidad imaginada, ayudan a construir una nación democrática, con valores e intereses compartidos. Esto contribuye a construir una cultura democrática capaz de sustentar las instituciones de la democracia. Es también la razón por la que los demócratas se oponen a cualquier intento de recortar la independencia de los periodistas en la realización de su labor, o a cualquier intento de imponerles una ideología, por digna que esta sea. Evidentemente, los medios de comunicación desempeñan otros papeles además de actuar como vehículo de comunicación o imagen de nosotros mismos. Además de representar a los grupos sobre los que informan, los periodistas presentan sus propios puntos de vista. Por ejemplo, un periodista de investigación realiza una importante función democrática investigando temas de interés público, que pueden ir desde las investigaciones sobre corrupción hasta la denuncia de delitos, pasando por asuntos de salud pública6. Los periodistas no sólo ilustran un debate ya existente, sino que se convierten en la fuente misma del debate. Los periodistas pueden actuar como defensores de causas que les conciernen, pueden tomar posiciones partidistas y tratar de utilizar su influencia para conformar el producto de una sociedad. En este sentido, los medios de comunicación se convierten en un actor social, por ejemplo, a través de sus posiciones editoriales, o cuando prestan más atención a ciertos temas que a otros. Los medios no se limitan a permanecer al margen de los acontecimientos que cubren, sea cual sea su perspectiva. Como actores sociales, los medios pueden determinar el modo en el que una sociedad se desarrolla. Para utilizar términos más abstractos, los medios de comunicación constituyen un espacio en el que se pueden expresar los conflictos de una sociedad, pero son también, 6 Consulte http://www.nuj.org.uk/inner.php?docid=224 para obtener una perspectiva periodística sobre el interés público 6 inevitablemente, actores en esos conflictos. Además, la forma en la que los medios de comunicación cubren los debates de una sociedad y el modo en el que se presentan los problemas pueden ser cruciales. En términos sociológicos, los medios de comunicación son tanto estructura como agencia. Por tanto, la idea de que los medios de comunicación puedan ser simples instrumentos de un punto de vista (sea éste o no del estado) es profundamente engañosa, y las políticas respecto a los medios de comunicación deben asumir que éstos realizan ambos papeles entrelazados. Los políticos de las democracias nuevas o restauradas, que desean ayudar al desarrollo de unos medios de comunicación que apoyen y sustenten la democracia, necesitan centrar su atención en el papel que dichos medios juegan en la constitución de la esfera pública de la sociedad: cómo fomentar esto para permitir el libre flujo de información e ideas, el intercambio de opiniones y puntos de vista que lleven a la resolución no violenta de los conflictos. Por esfera pública se entiende el campo de instrumentos y medios de comunicación que permiten a una sociedad observar las representaciones de sí misma. Para funcionar correctamente, la esfera pública debe ofrecer un acceso libre y fluido a la información y debe permitir que se escuchen las opiniones de los ciudadanos de a pie. En palabras de Jurgen Habermas, es un “escenario del discurso que alberga el debate, la deliberación, los acuerdos y la acción de los ciudadanos”7. Es una “red para la comunicación de información y puntos de vista, que eventualmente los transforma en opinión pública”8. Son los medios de comunicación los que ofrecen la principal plataforma para esa esfera pública. 7 Villa, Dana R. "Postmodernism and the Public Sphere." (El postmodernismo y la esfera pública) Revista American Political Science Review, Vol. 86, No. 3 (septiembre de 1992), 8 Civil Society and the Political Public Sphere, La sociedad civil y la esfera pública política, Jurgen Habermas 7 La cuestión clave para los políticos y para los medios de comunicación es cómo crear, a partir de los escombros de unos medios moldeados por el totalitarismo o la opresión, un marco y unas prácticas mediáticas que puedan mantener la esfera pública en una democracia nueva o restaurada. En el pasado, los medios de comunicación consistían en numerosos periódicos de pequeña circulación, apoyados por algunos periódicos nacionales en los lugares donde las infraestructuras de comunicación permitían su circulación. A finales del siglo XX nos encontramos con la “sociedad de masas”, constituida por los medios de comunicación de masas, principalmente la radiodifusión y la teledifusión, pero apoyadas por periódicos, cine, Internet y la telefonía móvil: el mundo cada vez más globalizado de las comunicaciones modernas. En muchos aspectos, el entorno emergente de redes de comunicaciones promete definir el siglo XXI. La combinación de aparatos electrónicos programables de bajo coste, conectados a redes de comunicación digitales, ofrece a los ciudadanos nuevas oportunidades para ejercer su derecho a la libertad de expresión y nuevos desafíos para los medios de comunicación tradicionales. Ya se han reivindicado los primeros beneficios de este nuevo marco de comunicaciones para los derechos humanos, la democracia y el desarrollo. Los defensores sostienen que la emergencia de Internet marcará el comienzo de una serie de cambios que no se observan desde la invención de la imprenta9. Aunque aún queda mucho por ver y el desarrollo de Internet es muy desigual en el mundo, no hay duda de que en partes de Asia, Europa y América del Norte ya es una fuente de información muy importante por derecho propio. Ésta es una situación compleja que requiere una respuesta política cuidadosa y mesurada. 9 El panorama mediático al que se enfrentan las democracias nuevas y Gates B, Myhrvold N, Rinearson P (1996) The Road Ahead, Penguin, New York 8 restauradas es muy distinto al de los primeros opositores a la censura, como John Milton. En las primeras luchas democráticas se hacía hincapié en defender la independencia de los medios de comunicación y en hacer oposición a la censura del estado. El texto de John Milton, Areopagitica, anteriormente citado, se considera como uno de los textos claves en la oposición a la censura y la defensa de la libertad de prensa como algo esencial en la vida y el progreso de una nación. En él, el autor daba razones en contra de las licencias previas a la impresión (el modo de censura que se empleaba entonces en Inglaterra) y defendía que no debería castigarse la publicación de un texto a menos que se probaran legalmente los cargos de difamación o blasfemia. Sus razones en contra de la censura establecieron uno de los seis argumentos claves a favor de unos medios de comunicación independientes: La censura es una barrera para el aprendizaje. Nadie puede conocer la verdad a menos que haya tenido en cuenta todos los puntos de vista y haya elegido libremente. Una nación fuerte requiere la unidad que se forma por la mezcla de diferencias individuales, no por una imposición "desde arriba". La libertad de expresión es necesaria para el progreso material. Nadie es lo suficientemente sabio para ejercer de censor; nadie es infalible. La verdad derrotará a la mentira en un debate abierto. Todos estos son importantes argumentos democráticos. Sin embargo, la ausencia de censura en sí misma ayuda a crear unos medios de comunicación que apoyen a la democracia. En el mundo moderno, la democracia depende de unos medios de 9 comunicación saludables, plurales, diversos e independientes que puedan proporcionar una plataforma para el discurso democrático. La potencial multiplicidad de los instrumentos mediáticos, los diferentes tipos de plataformas y fuentes de contenidos posibles, el crecimiento de las empresas de comunicación a gran escala con importantes intereses comerciales globales y la convergencia de las tecnologías de la comunicación son muy distintos de los periódicos de la época de Milton. En consecuencia, las democracias nuevas y restauradas necesitan hacer del desarrollo de los medios de comunicación un punto clave de sus políticas. La segunda parte de esta ponencia tiene en cuenta los pasos políticos apropiados que deben dar las democracias nuevas o restauradas para establecer de unos medios de comunicación plurales y diversos, capaces de desempeñar sus responsabilidades democráticas. Marco político y legal El primer desafío es establecer un marco político y legal sólido para los medios de comunicación que proporcione a las organizaciones mediáticas independientes la seguridad que necesitan para invertir y operar. Ello comienza estableciendo los derechos legales de la población. Las sociedades democráticas se basan en el estado de derecho y deberían explicar con detalle los derechos de los ciudadanos, en términos claros e inequívocos. Tales leyes tienen la ventaja de explicar claramente a las personas cuáles son sus derechos, y cuáles son las obligaciones de la administración pública con respecto a esos derechos. Esto ayuda enormemente a los medios de comunicación y a la 10 sociedad civil en su función de órgano de control, creando puntos de referencia con los que medir el progreso. En este ámbito, la ley más importante es aquella que garantice la libertad de expresión. Las bases de tal ley están claramente establecidas en multitud de estándares internacionales. De hecho, la libertad de expresión es uno de los derechos humanos más protegidos en la legislación internacional, encontrándose en tratados globales tales como el Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), o el Artículo 19 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos. También lo encontramos garantizado en los tres principales sistemas de derechos humanos regionales: en el Artículo 10 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, en el Artículo 13 del Convenio Americano de Derechos Humanos y en el Artículo 9 de la Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos10. Sin embargo, en algunas democracias nuevas o restauradas, puede ocurrir que el sistema legal no funcione y que las competencias del gobierno no se extiendan a todo el país en conjunto, como por ejemplo en Afganistán o en algunas partes del África central y occidental. En estas circunstancias, lo mínimo que un gobierno puede hacer, y esto se aplicará también a los organismos internacionales si estos ejercen alguna autoridad política, es llevar a cabo una política pública clara con respecto a los medios de comunicación que cumpla con los estándares internacionales pertinentes mencionados anteriormente. Toda administración pública debería declarar que respeta el derecho a la libertad de expresión de las personas como un todo y reconocerá el papel único que desempeñan los medios de comunicación en la implementación de dicho derecho. Las 10 Consulte en estas páginas web los textos originales en inglés de estos tratados http://www.udhr.org/UDHR/default.htm; http://www.unhchr.ch/html/menu3/b/a_ccpr.htm; http://www.echr.info/; http://www.cidh.org/Basicos/basic3.htm; http://www.hrcr.org/docs/Banjul/afrhr.html. 11 relaciones con los medios no deberían estar sujetas al criterio político sino que deberían, al menos, estar garantizadas por políticas públicas claras, cuando no por leyes. La transparencia que esto exige es un elemento importante en el establecimiento del estado de derecho, que se basa fundamentalmente en la idea de que nadie, ni siquiera los más poderosos, se encuentra por encima de la ley; existen ciertos principios que todo el mundo debe respetar. Estructura de los medios de comunicación Un panorama mediático saludable debe ser plural y diverso, capaz de albergar el amplio espectro de puntos de vista, informaciones y opiniones que existen en cualquier sociedad. Puede suceder por ejemplo que el panorama mediático esté fragmentado, o que sea políticamente parcial. Una historia de dictaduras, represión o conflictos puede significar que existe poca tradición de periodismo profesional independiente. Cada conjunto de circunstancias requerirá un enfoque diferente. En la mayoría de las sociedades existe una especie de empresa estatal de radio y teledifusión, aunque esté desacreditada. Junto con la estimulación de unos medios de comunicación privados vibrantes y saludables, es importante no desatender a la emisora estatal. Las democracias nuevas y restauradas deberían comenzar el proceso para transformarla en un verdadero servicio de radio y teledifusión estatal. Las necesidades de los medios impresos y los medios de radio y teledifusión son bastante diferentes en este sentido. Dentro de los límites de la ley, puede darse libertad a los medios de comunicación impresos para que se desarrollen tan rápido como el mercado lo permita. 12 Pero lograr la correcta mezcla plural de medios de radio y teledifusión, el equilibrio entre el servicio público y los intereses comerciales, requiere la intervención del estado. La primera y más básica tarea de cualquier administración es garantizar que la gente pueda acceder a los medios de comunicación, incluidas la recepción de retransmisiones, el suministro eléctrico, acceso a teléfonos e Internet. Es necesario asegurar la existencia de infraestructuras para desarrollar una industria de radio y teledifusión. Órgano regulador independiente Otra tarea prioritaria debe ser la creación de un órgano regulador independiente que adjudique las longitudes de onda y se encargue de los procedimientos de licencia necesarios. Este órgano debería establecerse por ley y ser independiente frente a cualquier interferencia del gobierno, tanto directa nombrando a sus miembros, como indirecta controlando su financiación. Los miembros de dicho órgano deberían elegirse a través de un proceso público y abierto, debiendo rendir cuentas ante el público general a través del brazo legislativo del estado. (Para una elaboración más detallada de estos principios, consulte Access to the Airwaves, Acceso a las ondas radiales, publicado por ARTICLE 1911). La autoridad reguladora debería realizar con rapidez un plano de frecuencias que muestre el modo en que se compartirán las ondas entre las empresas públicas, privadas y comunitarias de radio y teledifusión. Además, según corresponda, debería especificar las asignaciones regionales y locales y cómo se garantizará el estatus de las minorías. 11 http://www.article19.org/ 13 Servicio público de radio y teledifusión En ocasiones se asume que el objetivo de las políticas en una democracia nueva o restaurada es simplemente permitir una mayor propiedad privada de los medios de comunicación, aduciendo que esto ofrecerá la mayor y más amplia variedad de opiniones. Sin embargo, se deben tomar algunas precauciones. En una sociedad profundamente dividida, la abundancia de medios de comunicación sin una “voz nacional” de conjunto que fomente una comunidad imaginada (véase más arriba) puede agravar las divisiones en vez de solucionarlas. En esta circunstancias se debe dar la máxima prioridad a la creación de un servicio público nacional de radio y teledifusión cuya composición y programación reflejen las diversas corrientes de la sociedad en cuestión. La experiencia nos muestra que la producción de programas informativos, educativos o que muestran distintas corrientes culturales o lingüísticas, cruciales para el desarrollo de la identidad nacional, se consigue más fácilmente mediante la creación de un servicio público eficaz de radio y teledifusión. Sin embargo, esto no es tarea fácil. Un servicio público de radio y teledifusión requiere una visión claramente articulada, cierto consenso nacional sobre sus objetivos, total libertad de interferencias políticas y un intento consciente para atraer a los oyentes y telespectadores. Los objetivos del servicio público de radio y teledifusión deberían definirse por ley. Estos incluirán una oferta exhaustiva y equilibrada de noticias, la promoción de la producción de programas locales, incluso mediante el uso de cuotas, el acceso universal garantizado y el compromiso de servir a todas las regiones, culturas y grupos lingüísticos. 14 El primer paso es establecer la supervisión del servicio público de radio y teledifusión por parte de un órgano de gobierno independiente, cuya autonomía e independencia estén garantizadas por ley, al igual que la autoridad reguladora. Se deberían ofrecer garantías específicas a la independencia editorial y a la disposición de los fondos. El órgano de gobierno debería ser responsable ante un cuerpo multipartidista de algún tipo (la asamblea legislativa, si existiera), y su principal papel será nombrar a los responsables de la gestión del servicio público de radio y teledifusión, y posteriormente asegurar que cumplen con su mandato. El órgano de gobierno no debería interferir en el funcionamiento diario de la empresa de radio y teledifusión. Los procesos puntuales serán abiertos y transparentes y el personal estará protegido contra despidos improcedentes. Otra opción es establecer un marco en el que todos los medios de comunicación tengan una función de servicio público. En este caso, las obligaciones del servicio público recaerán sobre todas las empresas de radio y teledifusión, probablemente a través de la autoridad reguladora que otorga las licencias. Es necesario considerar esta propuesta con sumo cuidado. Podría ser apropiada en una sociedad muy dividida donde todos los medios de comunicación se hayan visto afectados por conflictos en la transición a la democracia, o en circunstancias en las que las rentas del estado sean tan escasas que no exista posibilidad real de proveer fondos estatales para un único servicio público de radio y teledifusión (como es el caso de los países con unos ingresos fiscales muy bajos). Sea cual sea el enfoque adoptado, la sociedad civil independiente tiene que desempeñar su papel de órgano de control, asegurando que se cumplan las competencias del servicio 15 público. Por tanto, se debe considerar la creación de foros mediáticos que impliquen a la sociedad civil y que puedan tener en cuenta la actuación de la empresa pública de radio y teledifusión, así como las políticas del órgano de gobierno. Debe existir un compromiso coherente con la consulta pública, a través de las organizaciones de la sociedad civil, de los partidos políticos y otros foros. En las democracias nuevas o restauradas es de vital importancia establecer la legitimidad de una voz nacional. Deben existir, por ejemplo, boletines de noticias y programas que todos los miembros de la sociedad puedan ver, sin importar sus posiciones sobre asuntos cotidianos, confiando en que reciben una cobertura seria y equilibrada. Empresas privadas de radio y teledifusión Un papel crucial de la autoridad de gobierno y del órgano regulador es proporcionar las reglas de base que permitan la justa competencia entre la empresa pública y las privadas de radio y teledifusión. La principal responsabilidad del gobierno es asegurar un campo de juego nivelado económicamente. En concreto, no debería intentar emplear el sistema fiscal para favorecer a una empresa sobre la otra. Las asignaciones de publicidad gubernamental deben controlarse de forma estricta para asegurar el acceso equitativo de todos los medios. Los precios de las licencias no deberían ser demasiado altos y favorecer así a las empresas más ricas y poderosas. Lo ideal es imponer unos costes de entrada relativamente bajos. En general, aunque es imposible ser normativo de forma abstracta, todas las medidas económicas que afecten a los medios de comunicación deberían ser justas, transparentes y no discriminatorias. 16 El órgano regulador desempeña un papel importante como supervisor de cuestiones más complejas que impliquen el fomento de un doble sistema de retransmisiones (público y privado). Es poco realista pensar que los servicios públicos de radio y teledifusión modernos se pueden crear únicamente sobre la base de fondos públicos. Casi todos ellos requerirán un determinado grado de publicidad. Es este un papel para el órgano regulador de la competencia, así como para el órgano regulador de las retransmisiones, dependiendo el reparto de poderes de la capacidad general del estado para respaldar dichas instituciones. Ayuda económica En muchas sociedades el mercado de los medios de comunicación es muy débil. En estas circunstancias, los medios de comunicación, en especial los periódicos, están financiados por grupos de poder (partidos, facciones, empresas) para actuar como portavoces de los intereses de éstos. Un buen servicio público de radio y teledifusión es un posible antídoto para esta situación. Crear un clima en el que pueda desarrollarse un verdadero mercado mediático es otro. La ayuda internacional puede ser crucial para prestar apoyo con los costes iniciales, con conocimientos profesionales e incluso con equipo y materiales. Sin embargo, las democracias nuevas y restauradas deben mostrarse precavidas a la hora de aceptar que la financiación de la comunidad internacional actúe como sustituto del desarrollo de un mercado interno. Un posible modelo es establecer un Fondo para el Desarrollo de los Medios de Comunicación, administrado por profesionales respetados de los medios locales pertenecientes a todas las comunidades, que pueda ofrecer préstamos de bajo interés 17 para ayudar a establecerse a los nuevos medios de comunicación. Existen modelos como este en distintas partes del mundo. Los préstamos son preferibles a las subvenciones, ya que fomentan planes serios de negocios y avances en dirección a la auténtica independencia económica. Aunque la ayuda económica no debe depender de una línea editorial determinada (lo que comprometería la independencia de los medios), es razonable imponer algunas condiciones que ayuden a crear un periodismo profesional equilibrado. Por ejemplo, la ayuda económica podría estar condicionada a que se desarrollen unas prácticas de empleo no discriminatorias, o a que determinados trabajos no sean exclusivos de un grupo étnico. Otra propuesta sería establecer un holding sin ánimo de lucro con participación en las empresas mediáticas más destacadas, que garantice la independencia editorial y utilice sus beneficios para promover los objetivos de la libertad de expresión a través de subvenciones y otras actividades. Cultura y periodismo Las leyes son los cimientos de una sociedad democrática y tanto la realidad como las estructuras económicas determinan la configuración general de los medios de comunicación. Sin embargo, ninguna de ellas es garantía de un periodismo profesional, independiente y equilibrado. Pueden ofrecer las condiciones para que el periodismo profesional e independiente florezca, pero sólo eso. Las democracias nuevas y restauradas deberían plantearse cómo ayudar a construir una cultura de periodismo profesional. Existen varias organizaciones internacionales de periodistas y empresarios que apoyan esta actividad, y sus programas pueden ser valiosos12. 12 Por ejemplo, Federación Internacional de Periodistas http://www.ifj.org/Default.asp?Language=ES Asociación Mundial de Periódicos http://www.wan-press.org/ Asociación para la radio y teledifusión independientes http://www.aib.org.uk 18 En algunas zonas se han creado centros para los medios de comunicación que ofrecen una base profesional para que los periodistas trabajen y reciban formación y apoyo. Parece razonable que las democracias nuevas y restauradas alienten a las organizaciones mediáticas a cooperar en el establecimiento de dichos centros. En el pasado, las diferencias entre distintas propuestas o incluso la competencia entre distintos centros han complicado el panorama mediático. Se debería dar prioridad especial a la formación en periodismo. La experiencia acumulada sugiere que dicha formación se concentre en las siguientes áreas: Crear una conciencia general sobre la democracia y los derechos humanos Fomentar el análisis y el pensamiento independientes Técnicas de periodismo de investigación. La mayoría de los profesionales están influenciados por sus iguales. De hecho, la presión del grupo en el ámbito de trabajo es la forma más probable de mejorar las habilidades y los valores éticos. Por esta razón, se debería dar prioridad al establecimiento de una asociación independiente de periodistas, vinculada a alguna respetada asociación internacional, como por ejemplo la Federación Internacional de Periodistas. Tal asociación podrá ofrecer una defensa directa en nombre de la profesión, especialmente respecto a salarios y condiciones de trabajo, o en asuntos tales como los casos de despidos improcedentes entre empresarios y trabajadores locales, en los que no sería acertada la intervención de la comunidad internacional. De forma paralela, se deben dar pasos para promover, mediante iniciativas de la sociedad civil, el desarrollo de asociaciones de empresarios, vinculadas a su vez a la Asociación Mundial 19 de Periódicos o la Association of Independent Broadcasters, Asociación de Emisoras Independientes (Véase nota al pie). El papel más importante de estas asociaciones es crear un clima de autorregulación. La autorregulación es siempre mejor que la regulación impuesta puesto que será probablemente más efectiva (las personas están siempre más comprometidas con los valores que han elegido libremente que con los que se les imponen) y, por supuesto, respeta la independencia de los medios de comunicación. Las mencionadas asociaciones ofrecen medios muy útiles para divulgar las buenas prácticas profesionales, y pueden ayudar a crear una presión de grupo que lleve a respetar la independencia editorial, los derechos humanos y los valores democráticos. La sociedad civil Los sindicatos y las asociaciones de empresarios son una manifestación de la sociedad civil, pero hay muchas otras que desempeñan un papel importante ayudando a promover las condiciones para el desarrollo de los medios de comunicación. Un punto débil que ha de superarse en una democracia nueva o restaurada es la ausencia de una sociedad civil estable y de una cultura que asuma los valores de la libertad de expresión. Aunque las distintas regulaciones pueden contribuir a crear el clima adecuado para esta cultura, no pueden garantizarla. Una gran variedad de grupos de la sociedad civil estará interesada en la cobertura mediática de su sociedad. Estos pueden controlar los medios con frecuencia y pueden tener un papel importante durante las elecciones, buscando indicios de parcialidad. También pueden desempeñar un papel importante ayudando a dar forma a las políticas sobre los medios de comunicación, actuando como punto de 20 contacto entre los profesionales, los funcionarios públicos, la comunidad internacional y el público general. Conclusiones Proporcionar estabilidad estructural para los medios de comunicación en las democracias nuevas y restauradas requiere una mezcla adecuada de distintos enfoques. Necesitará casi con total seguridad una corriente política y legal, algún tipo de ayuda económica y un estudio meticuloso para establecer la combinación adecuada de estructuras mediáticas. Requerirá la promoción de un clima activo de periodismo profesional y la intervención de la sociedad civil. En estas circunstancias será necesario realizar, durante todo el proceso, investigaciones, controles y evaluaciones del planteamiento adoptado. Las organizaciones locales y los profesionales de los medios pueden trabajar con organizaciones y expertos internacionales, pero se dará prioridad al control y la dirección de políticas locales. Las democracias nuevas y restauradas deben ser conscientes de que el panorama mediático de un país no sólo lo configuran fuerzas internas. Las comunidades tendrán acceso a los medios internacionales fuera del contexto del país: el World Service, Voice of America y una variedad de alternativas europeas ofrecerán cobertura que no se deriva de las experiencias locales. Internet y los protocolos de VoIP permiten un nuevo tipo de periodismo ciudadano que supera las fronteras de los medios tradicionales13. La prioridad para una democracia nueva o restaurada es crear unos medios de 13 Véase por ejemplo el texto de Hang Wu T (2006) “Let a Hundred Flowers Bloom: Digital Speech in Malaysia”, Asian Journal of Comparative Law: Vol. 1: Iss. 1, Article 12, en la dirección http://www.bileta.ac.uk/Document%20Library/1/Let%20a%20Hundred%20Flowers%20Bloom%20%20A%20Malaysian%20Case%20Study%20on%20Blogging%20Towards%20a%20Democractic%20Cu lture.pdf 21 comunicación nacionales que ayuden a apoyar la democracia y los derechos humanos en el país en cuestión. Esto, a su vez, requerirá un compromiso serio y constante por parte del país y por parte de los donantes internacionales que participen en la reconstrucción. También requerirá la capacidad de aprender de los errores del pasado, un proceso que se ve muy favorecido si las democracias nuevas y restauradas comparten información y conocimientos. 22