LENGUAJE_DIFERENCIADO_Y.VALENZUELA_MODULO_N_1_-_4_MEDIO.doc

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Colegio Alberto Blest Gana
“Jóvenes emprendedores para el siglo XXI”
Coordinación Académica
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SUBSECTOR DE APRENDIZAJE: Lenguaje y Comunicación / Formación Diferenciada / Literatura e Identidad.
NOMBRE GUIA Y/O MÓDULO DE APRENDIZAJE: “Aspectos y formas discursivas del tema de la identidad”.
NIVEL: 4°Medio
PROFESORA: Yenniffer Valenzuela Mora.
OBJETIVOS GUIA Y/O MODULO DE APRENDIZAJE:
 Comprender textos literarios europeos y americanos, respondiendo preguntas literales,
 inferenciales e interpretativas.
 Definir el concepto de Identidad: Tipos de Memoria y Tipos de Identidad.
 Distinguir en la literatura del S. XX los principales representantes y sus orígenes en la crisis del pensamiento
filosófico, principalmente en la corriente existencialista.
 Caracterizar los principales conflictos del Siglo XX que repercuten en la literatura y los cambios en la organización
mundial.
 Distinguir y caracterizar el período “Antes de 1939”. Vanguardias: Concepto, Orígenes, Novecentismo y
Vanguardias Literarias (Expresionismo, Impresionismo, y Cubismo).
 Distinguir y caracterizar las etapas en el período de la literatura del siglo XX “Después de 1939”. Postguerra.
I
IDENTIDAD: TIPOS DE IDENTIDAD Y TIPOS DE MEMORIA.
Identidad
Del latín identĭtas, la identidad es el conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad. Estos rasgos
caracterizan al sujeto o a la colectividad frente a los demás. Por ejemplo: “Una persona tiene derecho a conocer su pasado para
defender su identidad”.
La identidad también es la conciencia que una persona tiene respecto a ella misma y que la convierte en alguien distinta a los
demás. Aunque muchos de los rasgos que forman la identidad son hereditarios o innatos, el entorno ejerce influencia en la
conformación de la especificidad de cada sujeto. Por eso puede decirse que una persona “busca su identidad” o expresiones
similares.
En este sentido, la idea de identidad está asociada a algo propio, una realidad interior que puede quedar oculta tras actitudes o
comportamientos que, en realidad, no son propios de la persona: “Me olvidé de mi identidad y comencé a aceptar trabajos que no
me gustaban y con los que no tenía nada en común”.
Identidad Individual
Es la relación que cada entidad mantiene sólo consigo mismo/a.
Identificación es la acción y efecto de identificar o identificarse (reconocer si una persona o una cosa es la misma que se
busca, hacer que dos o más cosas distintas se consideren como una misma, llegar a tener las mismas creencias o propósitos que
otra persona, dar los datos necesarios para ser reconocido).
La identificación está vinculada a la identidad, que es el conjunto de los rasgos propios de un sujeto o de una comunidad.
Dichos rasgos caracterizan al individuo o al grupo frente a los demás. La identidad es, por otra parte, la conciencia que un ser
humano tiene respecto a sí mismo.
Para la psicología, la identificación es la imagen consistente del sujeto sobre sí mismo, formada por las habilidades,
creencias, etc. Esta imagen se construye a lo largo de toda la vida, aunque el proceso es particularmente activo durante la
adolescencia.
El psicoanálisis agrega que la identificación consiste en la asimilación de una propiedad o atributo de otra persona,
transformándose uno mismo. Las diversas identificaciones de un sujeto hacen a su personalidad.
El documento oficial o la credencial que permite identificar a una persona también se conoce como identificación. Dicho
documento puede ser un DNI (Documento Nacional de Identidad), una cédula o un registro, dependiendo del caso. Por ejemplo:
“Si no me muestra su identificación, no puedo dejarlo pasar”, “Señor, necesito su identificación para realizar el trámite”.
Identidad de Percepción Social
La percepción social es el estudio de las influencias sociales sobre la percepción. Hay que tener en cuenta que las mismas
cualidades pueden producir impresiones diferentes, ya que interactúan entre sí de forma dinámica.
Las impresiones cuentan con una cierta estructura, donde hay cualidades centrales y cualidades periféricas. Cada parte forma
un todo; la omisión o el agregado de una cualidad alteran la percepción global.
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En el caso de la percepción de personas, aparecen diversos factores que influyen en la percepción: las expectativas acerca del
sujeto con el que se va a interactuar, las motivaciones (que hacen que el hombre que percibe vea en el otro individuo lo que se
desea ver), las metas (influyen en el procesamiento de la información), la familiaridad y la experiencia.
Existen distintos efectos que alteran la percepción social. De acuerdo al valor del estímulo, puede producirse la acentuación
perceptiva (cuando el valor de un estímulo es grande, éste se percibe mayor de lo que es) o el efecto halo (si una persona es
vista de forma positiva en alguno de sus rasgos, tenderá a verse de forma positiva en otros rasgos).
De acuerdo al significado emotivo del estímulo, puede provocarse la defensa perceptiva (ante estímulos amenazadores) o la
perspicacia perceptiva (ante estímulos que pueden satisfacer una necesidad o brindar algún beneficio).
El estereotipo (la asignación de atributos en función de la identidad grupal), el prejuicio (la forma individual de establecer juicios
sobre personas o cosas alejados de la percepción social común) y la proyección (el efecto de las propias emociones al evaluar
personas o situaciones) también son efectos alteradores de la percepción.
Identidad Cultural
Es el conjunto de valores, orgullo, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elementos
dentro de un grupo social y que actúan para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia
que hacen parte a la diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten
dichos grupos dentro de la cultura dominante. La construcción de identidades es “un fenómeno que surge de la dialéctica entre el
individuo y la sociedad”.
Memoria
“Todos tenemos […] dos memorias…Una memoria que la muerte mata…y otra memoria, la memoria colectiva, que vivirá mientras
viva la aventura humana en el mundo”.
Eduardo Galeano
La memoria colectiva es compartida, transmitida y construida por el grupo o la sociedad. El debate fue tomado por Jan Assmann,
quien escribió Das kulturelle Gedächtnis (la memoria cultural). Assmann distingue entre la Memoria cultural y la Memoria
comunicativa, mientras que la primera cumple una función de almacenamiento y la segunda la función de una memoria de todos
los días que se sitúa en la actualidad. Intelectuales como Pablo Connerton han ampliado el concepto para incluir al cuerpo
humano como un sitio para los procesos colectivos de retención y propagación de la memoria. También son significativos las
contribuciones de Pierre Nora en cuanto al rol del lugar y los espacios de memoria compartida (la "lieux de mémoire" que todos
vivimos).
II
CRISIS DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la Filosofía europea estaba dominada por el Positivismo de Augusto Comte. Podemos
intentar dar una definición sencilla de esta corriente filosófica:
Sistema de filosofía basado en la experiencia y el conocimiento empírico de los fenómenos naturales, en el que la metafísica y la
teología se consideran sistemas de conocimiento imperfecto e inadecuado. Según la teoría positivista, solo se debe considerar
como verdad aquello que sea perceptible por los sentidos y demostrable por la experiencia, despreciando todos los demás
sistemas de conocimiento.
En los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, la filosofía europea cambiará de orientación debido a lo que se ha llamado
“crisis del Positivismo y del Racionalismo”: El hombre de esta época se da cuenta de que la razón no puede explicar toda la
realidad, por lo que se buscarán nuevos enfoques para comprenderla.
La primera reacción contra el Positivismo se produce ya en la segunda mitad del XIX de mano de varios filósofos a los que se les
ha dado el nombre de “irracionalistas”. El pensamiento de estos autores (Schopenhauer, Nietzsche y Kierkegaard) podemos
intentar resumirlo en tres caracteres:
- El objeto de la Filosofía debe ser explicar la vida humana.
- Niegan la razón como una herramienta útil para esa explicación de la vida de los seres humanos.
- Entienden que los seres humanos y, por tanto, sus vidas se mueven por impulsos irracionales que, lógicamente, no
pueden explicarse de una manera racional (¿Cómo explicar racionalmente el amor, el miedo, la angustia de vivir,
etc...?).
De estos irracionalismos de la segunda mitad del siglo XIX derivarán algunas de las corrientes filosóficas que más van a influir
sobre la literatura occidental del siglo XX: el Existencialismo, el Psicoanálisis y, por supuesto, el Marxismo.
El Existencialismo
Los máximos exponentes de este movimiento durante el siglo XX serán Martín Heidegger y Jean Paul Sartre. El existencialismo
se caracteriza por una idea central: el hombre es un ser para la muerte. Ser hombre es estar en el mundo abocado a la muerte.
Esto es lo que se llama la condición temporal del ser humano, y el hecho de asumir esa condición es una de las razones de la
“angustia existencial” que tanto vamos a ver en la literatura de nuestro siglo.
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El Psicoanálisis
En el ambiente irracionalista de principios de siglo XX aparece Sigmund Freud. El objetivo de Freud es analizar los impulsos
irracionales que gobiernan la vida humana. Según este autor, el hombre está regido por unos impulsos elementales que le
orientan hacia la búsqueda del placer. A esos impulsos se suelen oponer la sociedad y la moral que los acaba reprimiendo y
sepultándolos en el subconsciente. Este hecho provoca la frustración, es decir, sentir deseos que no podemos satisfacer, y esa
frustración llevará a los seres humanos al sentimiento de angustia.
El Marxismo
Aunque la teoría marxista aparece a mediados del siglo XIX (con Karl Marx y Frederich Engels), será durante el siglo XX cuando
se desarrollen sus manifestaciones más importantes, tanto en la práctica como en la teoría (Lenin, Stalin, Trotski, Gramsci, Mao
Tse Tung). El marxismo pretende ser una concepción total del mundo, no una simple teoría filosófica.
Esta concepción del mundo y de su historia podemos intentar simplificarla en una serie de caracteres: El marxismo parte de la
idea de la sola existencia de la materia y del trabajo del hombre por dominarla (lo que se llama producción o modo de producción).
A La Historia es, para los marxistas, un proceso que avanza de un modo de producción a otro mediante saltos
revolucionarios en los que se destruye el sistema anterior y se implanta uno nuevo.
B A lo largo de la Historia, los distintos modos de producción se han basado en la propiedad privada.
C La lucha de clases: fruto de la existencia de la propiedad privada las sociedades han estado divididas en dos clases
enfrentadas: los poseedores y los desheredados.
D Revolución: mediante la lucha de clases podrá llegarse a un nuevo modo de producción (la sociedad comunista) del
que se habrá eliminado la propiedad privada y el que, por tanto, no existirán diferencias entre los seres humanos.
Analizando el discurrir de la historia, el marxismo afirma que la infelicidad y la angustia del ser humano tiene unas causas
históricas y sociales. Ante este hecho, Marx propone no solo una teoría, sino también una práctica política: “Los filósofos no han
hecho más que interpretar el mundo de diversos modos; pero de lo que se trata ahora es de transformarlo”
Todo lo que has estudiado en este apartado (crisis del pensamiento filosófico) lo tienes esquematizado en el siguiente cuadro:
III
CORRIENTE EXISTENCIALISTA.
Movimiento filosófico del siglo XX que pone en la Existencia el centro de toda la reflexión filosófica.
Cuando los filósofos que se incluyen en este movimiento reivindican la reflexión sobre la existencia como el tema filosófico
fundamental no se refieren a la existencia como categoría abstracta, ni a la existencia de las cosas o realidades no humanas, se
refieren a la existencia humana concreta. Y en su tratamiento de esta existencia emplean dos estrategias:

como método filosófico, rehuyen el pensamiento especulativo, la construcción de teorías filosóficas a partir de puros
conceptos, y prefieren el método fenomenológico, entendido básicamente como fidelidad absoluta a lo dado, a lo
realmente experimentado, como descripción de lo que se ofrece inmediatamente en la esfera de la vida; su actitud
contraria a los enfoques abstractos de lo humano les lleva también a criticar el uso de la razón matematizante para
la comprensión de la realidad humana, y por lo tanto a recelar de la ciencia y de la técnica;

en cuanto a las facetas fundamentales de la existencia objeto de su interés, atienden básicamente a la dimensión de
la finitud en el mundo humano: la temporalidad, la muerte, la culpa, la fragilidad de la existencia, la responsabilidad,
el compromiso, la autenticidad, la subjetividad, la libertad,...
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El existencialismo comienza en el período de entre guerras y tiene su máximo momento de esplendor tras la segunda guerra
mundial, particularmente en Francia. Es habitual señalar a Søren Kierkegaard (1813-1855) como un precursor de esta corriente; el
propio Jean-Paul Sartre (1905-1980), en su obra “El existencialismo es un humanismo”, destaca dos versiones en este
movimiento:
 el existencialismo católico: Karl Jaspers (1883-1969) y Gabriel Marcel (1889-1973);
 el existencialismo ateo: en donde sitúa a Martin Heidegger (1889-1976) y a su propia filosofía.
En la citada obra, Sartre atribuye a su versión del existencialismo los siguientes rasgos:
1. Tesis fundamental: es un ateísmo consecuente; puesto que Dios no existe, no existe la naturaleza humana; el hombre
no tiene esencia o naturaleza, es lo que él mismo se ha hecho; en el la existencia precede a la esencia.
2. El hombre es un proyecto que se vive subjetivamente: lo que mueve a las personas son sus proyectos, su preocupación por
la realización de su ser; pero estos proyectos y los ideales involucrados en ellos, no existen previamente a su decisión de
realizarlos, no están trazados previamente por un destino, una naturaleza o una tabla de valores objetivos.
3. El hombre es responsable de sí mismo y de todos los hombres: somos responsables de nosotros mismos porque lo que
somos depende de lo que hemos querido ser, no de un destino divino, ni de una circunstancia social, ni de una predisposición
biológica o natural; pero somos también responsables de los demás porque al elegir unos valores, elegimos una imagen del
hombre tal y como debe ser; “nuestra acción compromete a la humanidad entera”.
4. La libertad humana trae consigo los sentimientos de angustia, desamparo y desesperación. Angustia ante el hecho de
que es uno mismo el responsable de sí mismo y de los demás; desamparo porque la elección se hace en soledad, no existe una
tabla de valores en la que apoyarse, ni ningún signo que nos indique la conducta a seguir, es preciso inventarse la moral; y
desesperación porque no es posible un control completo de la realidad en la realización del proyecto, porque siempre hay que
contar con factores imprevistos, con la posibilidad de que se truequen nuestras buenas intenciones en malos efectos.
5. Es una doctrina de la acción, contraria al quietismo: para el existencialismo sólo hay realidad en la acción, el hombre existe
en la medida en que se realiza, es el conjunto de sus actos y nada más. Este pensamiento tiene dos caras: por un lado es duro
para aquellas personas descontentas con lo que son, para los que no han triunfado en la vida; estas personas pueden engañarse
diciendo que en realidad el conjunto de sus actos no muestra su auténtica valía, diciendo que hay en ellos capacidades, talentos o
disposiciones desaprovechadas, que el mundo les ha impedido dar de sí todo lo que realmente son. Pero, por otro lado, esta
doctrina es optimista pues declara que el destino de cada uno de nosotros está en nuestra mano y nos predispone a la acción, a
no vivir de sueños, de esperanzas, a dejar de lado nuestra miseria y realizar nuestro proyecto: el héroe no nace héroe, se hace
héroe; si se es cobarde es como consecuencia de una decisión, no porque fisiológicamente o socialmente se esté predispuesto
para ello; el cobarde se hace cobarde, pero hay siempre para el cobarde una posibilidad de no ser por más tiempo cobarde, como
para el héroe la de dejar de ser héroe.
6. Es una doctrina que reivindica la intersubjetividad: aunque parte del cogito como la verdad indudable, no defiende el
aislamiento de la subjetividad, pues considera que sólo en el trato con el otro, en el reconocimiento que el otro hace de nuestro
ser, en la presencia de su mirada, sólo así nos hacemos conscientes de nuestro propio ser, de nuestra propia realidad.
7. Frente a la noción de “naturaleza humana” defiende la existencia de la “condición humana”: aunque no existe una
esencia común a todos los hombres, Sartre cree que sí se puede hablar de ciertos rasgos formales y universales que permiten la
identificación de la humanidad como un todo y el reconocimiento y comprensión del proyecto de cada individuo y de cada cultura;
la libertad, la indigencia de la existencia, la sociabilidad, son estructuras antropológicas que desvelan la condición humana.
8. Es una doctrina que permite el compromiso moral y la crítica de la conducta inauténtica: aunque los valores se inventan,
no todos tienen el mismo valor, pues algunas elecciones están fundadas en el error y otras en la verdad; la conducta de mala fe,
por ejemplo, se basa en el error, en el error de excusarse en las pasiones, en el determinismo, en el destino, o el error de declarar
ciertos valores como existentes de modo objetivo e independiente de mi voluntad. La actitud auténtica es la de buena fe, la de
aquél que asume la responsabilidad completa de su acción y situación, la de aquél que tiene como lema moral la realización de la
libertad propia y ajena.
9. Para el existencialismo el mundo, la vida, no tiene un sentido a priori: declara que Dios no existe, por lo que la vida misma
carece de sentido; sólo se puede hablar del sentido que cada uno le da, de los valores que cada uno inventa.
10. El existencialismo es un humanismo: pero no un humanismo que valore a la humanidad por la excelencia de alguno de sus
miembros, ni por la supuesta bondad de la humanidad en su conjunto; es un humanismo por declarar que no hay otro legislador
que el hombre mismo, por afirmar la libertad y la necesidad de trascender la situación, de superarse a sí mismo, por reivindicar el
ámbito de lo humano como el único ámbito al que el hombre pertenece.
IV LOS PRINCIPALES CONFLICTOS DEL SIGLO XX
Entre los cambios sociales y culturales más relevantes del siglo XX hay que señalar la pérdida del optimismo que desde la
Ilustración, en el siglo XVIII, confiaba en los valores de la razón y el progreso.
Al mismo tiempo, se extiende un relativismo cultural, por el que el hombre occidental ya no se ve a sí mismo como poseedor de
una cultura superior.
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Un tercer factor transformativo es la aparición de la cultura de masas, producto de los medios de comunicación social y de la
progresiva disponibilidad de tiempo de ocio.
Este clima histórico provocó una nueva sensibilidad artística. La cultura europea inició la exploración de caminos inéditos,
buscando formas de expresión más modernas y adecuadas a los tiempos.
A causa de las profundas crisis que tuvieron lugar en la época, cambiaron las ideas y la sociedad y se desarrollaron infinidad de
corrientes artísticas, en general, y musicales, en particular. Ya no se podía hablar de una época, un movimiento o una tendencia
que orientara toda la producción artística, sino de una multiplicidad de estilos que se incrementaba más y más con el paso del
tiempo.
(Véase: http://www.portalplanetasedna.com.ar/sucesos001024.htm)
V
PERÍODO “ANTES DE 1939”. VANGUARDIAS: CONCEPTO, ORÍGENES, NOVECENTISMO Y VANGUARDIAS
LITERARIAS (EXPRESIONISMO, IMPRESIONISMO, Y CUBISMO).
Vanguardia
Origen del concepto
El de "vanguardia" es un término, procedente del vocabulario militar, que hace referencia a la fuerza de choque que precede al
resto del ejército en un ataque. A lo que parece, fue acuñado a principios del XIX por Carl von Clausewitz en su célebre tratado De
la guerra. Al español se tradujo directamente del francés "avant-garde", dado que fue en los ambientes culturales de Francia
donde comenzó a utilizarse, en la primera mitad de ese siglo, y en referencia al compromiso del artista con su tiempo.
En el terreno artístico, se ha llamado vanguardias históricas a una serie de movimientos artísticos de principios del siglo XX.
Estos movimientos buscaban innovación en la producción artística; se destacaban por la renovación radical en la forma y el
contenido; exploraban la relación entre arte y vida; y buscaban reinventar el arte confrontando movimientos artísticos anteriores.
El Novecentismo
Se denomina Novecentismo al movimiento cultural de la segunda década española del siglo XX, que, tomando el nombre del
nuevo siglo, se opone al arte del ochocientos. En la literatura se tienen por decimonónicos no solo el Romanticismo y el Realismo,
sino también el Modernismo y la Generación de 1898. La fecha de 1914, comienzo de la Primera Guerra Mundial, se ha
considerado como el final político y social del siglo XIX; por eso, al Novecentismo se le ha denominado también Generación de
1914.
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Los escritores novecentistas son prestigiosos profesionales (filósofos, científicos, filólogos, juristas...) con una sólida formación
universitaria; muchos de ellos han estudiado en el extranjero. Estos orígenes intelectuales explican muchas de sus características:
Racionalismo: defienden el rigor intelectual, el análisis frío y objetivo de las circunstancias y la claridad expositiva.
Antirromanticimo: rechazan lo sentimental y lo pasional; prefieren las actitudes equilibradas y serenas y la expresión
intelectualizada de las emociones. Defensa del arte puro: el arte tiene que limitarse a proporcionar placer estético y no debe ser
vehículo de preocupaciones religiosas o políticas ni de emociones personales. Aristocratismo intelectual: los textos de estos
autores se dirigen a entendidos. Por ello, la literatura se escribe para minorías selectas. Estilo cuidado: el ideal de la obra bien
hecha lleva a cuidar en detalle la estructura de las obras y a emplear un estilo pulcro y depurado.
En cuanto a la prosa, el carácter intelectual de los escritores novecentistas y la abundancia entre ellos de filósofos, historiadores,
profesores, etc., hacen que el género del ensayo tenga un gran desarrollo. Entre los ensayistas de la Generación del 14 destacan
Manuel Azaña, Eugenio d’Ors y, sobre todo, Ortega y Gasset (1883-1956), autor de numerosos ensayos: La deshumanización del
arte, La rebelión de las masas, etc. En ellos aborda los temas más diversos: filosofía, política, sociología, historia... Sus ideas
influyeron considerablemente en la literatura española de su tiempo.
Los novelistas de la Generación del 14 muestran en sus obras el espíritu renovador propio de la época: es el caso de la novela
lírica de Gabriel Miró (Nuestro Padre San Daniel o El obispo leproso), caracterizada por una prosa elaboradísima, de la novela
intelectual de Ramón Pérez de Ayala (Belarmino y Apolonio ) en las que la acción es muy leve: sirve de pretexto para que los
personajes encarnen ideas y actitudes vitales o para ensartar disquisiciones sobre filosofía, psicología, política, moral, estética…,
y de la novela vanguardista de Ramón Gómez de la Serna, prototipo de escritor vanguardista español. Escribió ensayos,
biografías, teatro, narraciones cortas, novelas, etc., pero lo más característico de su producción son las greguerías, imágenes
lírico-humorísticas que, de modo ingenioso, establecen relaciones insólitas y faltas de lógica entre dos objetos o conceptos,
definidas por el propio autor como “metáfora + humor”. Sus novelas también muestran rasgos típicos de las vanguardias: la
levedad de la acción, la revalorización de los objetos triviales, el gusto por lo fragmentario que caracteriza al Cubismo, etc.
Destaca entre ellas El incongruente.
Con respecto a la poesía, el esfuerzo de renovación más importante en la lírica española de su tiempo es el que lleva a cabo
desde esta época y durante mucho tiempo Juan Ramón Jiménez.(1881-1958).El propio autor distinguía en su obra poética tres
etapas: la primera, época sensitiva, llega hasta 1915y se ve influida por Bécquer y el Modernismo (Arias tristes y Jardines lejano)
atmósfera quejumbrosa y doliente, sentimientos de soledad y melancolía, inevitabilidad del paso del tiempo, presencia de la
muerte, crepúsculos, etc. En algunos de sus libros posteriores (por ejemplo, La soledad sonora), se acentúa la ornamentación
modernista. Sin embargo, Juan Ramón se aparta después de la estética modernista, anunciando ya su etapa posterior. La época
intelectual se inicia con Diario de un poeta recién casado (1917), libro importantísimo que rompe definitivamente con el
Modernismo para buscar una poesía pura o desnuda que persigue la expresión de lo inefable casi a la manera de los antiguos
místicos. Los libros siguientes continúan el proceso de intelectualización y abstracción. Los poemas suelen ser ahora breves y
densos. La estación total, publicada en 1946, recoge poemas escritos entre 1926 y 1936. El carácter metafísico de estos textos es
evidente: el poeta pretende escapar de la muerte alcanzando un estado de conciencia que se asocia a plenitud, desnudez,
armonía, eternidad o inmensidad. La última etapa de la poesía de Juan Ramón (época suficiente o verdadera) es la de sus
años de exilio. En realidad, ya La estación total puede considerarse dentro de esta etapa. De hecho, el resto de las obras de este
periodo (Dios deseado y deseante) no hacen más que acentuar la naturaleza metafísica de La estación total. El más conocido de
los escritos en prosa de Juan Ramón Jiménez es Platero y yo (1914). En él, con un estilo en el que abundan los rasgos
modernistas, muestra su anhelo de armonía con la Naturaleza. Son característicos de la obra la delicada ironía, el sentimiento
cordial, el ansia de belleza, la presencia del campo y la actitud afable. Pero el orden y la armonía cósmicas se ven amenazados
de continuo por la violencia, el odio, la injusticia, el dolor y la muerte. Platero y yo no es, por tanto, ni una obra didáctica ni un libro
para escolares.
Las Vanguardias
El arte del siglo XX se caracteriza por configurarse de múltiples corrientes que se denominan ismos. No todas las tendencias se
suceden linealmente en el tiempo, sino que muchas son coetáneas y tienen interrelaciones entre ellas. Las vanguardias no se
pueden entender intentando establecer un orden cronológico.
Es un tópico el considerar el arte del siglo XX como ruptura con respecto a lo anterior, pero esta ruptura no comienza a principios
del siglo XX, sino a fines del XIX. El año 1863 se puede tomar como fecha de inicio de la pintura moderna. Es el año en que
Manet pinta Almuerzo sobre la hierba, que se expuso en el Salón de los Rechazados. La obra poseía antecedentes del
Renacimiento italiano en cuanto a temática, pero el modo de plantearlo causó escándalos.
El Impresionismo y luego el Postimpresionismo constituyen el punto de partida para las corrientes del siglo XX.
 Los grandes adelantos de la técnica, la Revolución Industrial y el progreso moldearon la mentalidad del hombre a principios
del siglo XX.
 La primera y segunda guerra mundial, contribuyeron al cambio. Cada cual trajo sus nuevas tendencias.
 Los filósofos aportan teorías reveladoras. Algunas vanguardias no pueden entenderse sin las bases filosóficas que las
sustentaron.
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La modernidad que aportó el Modernismo a fines del siglo XIX no era lo suficientemente brusca. Más brusco fue el cambio de los
dos primeros ismos del siglo XX, el Fauvismo y el Expresionismo.
Hay una gran necesidad de cambio que ha dado como resultado corrientes diversas e incluso contradictorias; como la tendencia
conceptual y la realista.
Características de las vanguardias
Una de las características visibles de las vanguardias es la actitud provocadora. Se publican manifiestos en los que se ataca todo
lo producido anteriormente, que se desecha por desfasado, al mismo tiempo que se reivindica lo original, lo lúdico, desafiando los
modelos y valores existentes hasta el momento.
Surgen diferentes ismos (futurismo, dadaísmo, cubismo, constructivismo, ultraísmo, surrealismo, etc.), diversas corrientes
vanguardistas con diferentes fundamentos estéticos, aunque con denominadores comunes:



La lucha contra las tradiciones, procurando el ejercicio de la libertad individual y la innovación.
Audacia y libertad de la forma.
El carácter experimental y la rapidez con que se suceden las propuestas unas tras otras.
El vanguardismo y sus expresiones
Dentro de las corrientes vanguardistas los ismos surgieron como propuesta contraria a supuestas corrientes envejecidas y
proponen innovaciones radicales de contenido, lenguaje y actitud vital. Entre ellos se encuentran:
Impresionismo
El Impresionismo no es propiamente un ismo de vanguardia sino un antecedente contra el que reaccionan los vanguardistas. Su
principal aporte a las vanguardias es la liberación del poder expresivo del color. Los impresionistas aprendieron a manejar la
pintura más libre y sueltamente, sin tratar de ocultar sus pinceladas fragmentadas y la luz se fue convirtiendo en el gran factor
unificador de la figura y el paisaje. Pero los pintores impresionistas son artistas que ya no pretenden ejercer con su arte una
modificación radical en las costumbres de su época ni están comprometidos con la voluntad de un gran cambio social. Son la
consecuencia del fracaso de las pretensiones de la revolución de 1830, la de 1848 y la Comuna de París. Las discusiones de los
impresionistas serán básicamente técnicas y su pintura puede considerarse una exacerbación del naturalismo a un punto tal que
terminará oponiéndose a los orígenes de aquél. El realismo de Courbet quería representar la realidad porque en ella encontraba la
esperanza de un cambio, la potencia de los hombres reales, el movimiento de las fuerzas revolucionarias. Los impresionistas
sustituyen las discusiones de contenido por las de la técnica, la luz, el objetivismo de la transcripción pictórica. Contra esto
reaccionarán los expresionistas.
A finales de 1869 los principales pintores impresionistas ya se conocían bien unos a otros. Por entonces el café Guerbois, en la
calle de Batignolles, cerca del taller de Édouard Manet (quien parece que por el momento era la personalidad dominante) se
convirtió en el cuartel general de este círculo artístico. La actitud de solidaridad de los impresionistas a comienzos de los años
1870 se expresa de un modo muy revelador en algunos retratos de grupo como el de Fantin-Latour (Taller en el barrio de
Batignolles, 1870) o el de Bazille (El taller del artista en la rue de la Condamine, 1870).
Por primera vez, durante la guerra franco-prusiana los impresionistas tienen que separarse: Renoir y Manet permanecieron en
París, Bazille murió en el frente y Monet y Camille Pissarro coincidieron en Londres, donde conocieron a Paul Durand-Ruel, de
ahora en adelante el marchante del grupo. De hecho, en 1873 Durand-Ruel se mostraba ya lo bastante seguro de ellos como para
preparar un catálogo completo con las existencias de su galería que no llegó a publicarse.
Expresionismo
El Expresionismo es una corriente pictórica que nace como movimiento a principios del siglo XX, entre 1905 y 1925, en Alemania
y otros países centroeuropeos de ámbito germánico y austro-húngaro, ligado al fauvismo francés como arte expresivo y emocional
que se opone diametralmente al impresionismo. Se aglutinó en la década de 1910 en torno a dos grupos: Die Brücke (El puente) y
Der Blaue Reiter (El jinete azul). Paralelamente desarrolla su actividad en Viena el grupo de la Secesión, que integraron entre
otros Gustav Klimt, Oskar Kokoschka y Egon Schiele.
En los 1920 el expresionismo influyó en otras artes. El gabinete del Doctor Caligari (Robert Wiene, 1919) y Nosferatu, el vampiro
(Friedrich Wilhelm Murnau, 1921) inician el expresionismo cinematográfico y los poetas Georg Trakl y Rainer Maria Rilke llevan el
movimiento al ámbito de la lírica.
Entre los principios de esta corriente artística se señalan: la reconstrucción de la realidad, la relación de la expresión literaria con
las artes plásticas y la música y la expresión de la angustia del mundo y de la vida a través de novelas y dramas donde se habla
de las limitantes sociales impuestas a la libertad del hombre. Pretende expresar "fibias" y "fobias" del ser humano. Por lo tanto, no
requiere de una buena técnica, ni de un resultado estéticamente bello.
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Se va a enfrentar básicamente como la teoría estética a las ideas realistas, a las viejas ideas impresionistas que habían aparecido
en Europa en los últimos veinte años del siglo XIX, y va a plantear que lo real no es fundamentalmente aquello que vemos en lo
exterior, sino aquello que surge en nuestra interioridad cuando vemos, percibimos, intuimos, o producimos algo.
Cubismo
El cubismo nació en Francia en 1905. Sus principales rasgos son la asociación de elementos imposibles de concretar,
desdoblamiento del autor, disposición gráfica de las palabras, sustitución de lo sentimental por el humor y la alegría y el retrato de
la realidad a través de figuras geométricas. Los inspiradores del movimiento son Picasso y Braque. Algunos de los principales
maestros son Juan Gris, Fernand Leger, Jean Metzinger y Albert Gleizes, pero con anterioridad, Cézanne ya habría marcado el
camino.
Dentro de las técnicas usadas se encuentra el collage, y principalmente la descomposición de las imágenes en figuras
geométricas para representar el objeto en su totalidad, incluidos todos sus planos, en la obra.
Tuvo dos etapas, un cubismo analítico, que buscaba la descomposición total del objeto, y un cubismo sintético, en el cual se
descarta la perspectiva para representar todos los planos del objeto en la misma obra. Su tipo de poesía más popular fue el
caligrama cuyo principal exponente fue Guillaume Apollinaire.
VI LA LITERATURA DEL SIGLO XX “DESPUÉS DE 1939”. POSTGUERRA.
La lírica española después de 1939
Si, en 1927, Góngora era erigido estandarte de los nuevos poetas durante el tricentenario de su muerte, en 1936, el centenario de
la muerte de Garcilaso de la Vega supondrá el cambio hacia el nuevo gusto. De ahí que se hable de «garcilasismo»: una corriente
poética que lo toma como modelo para la recuperación de formas clásicas —como el soneto— y excusa para una temática
fascista basada en el Amor, Dios o el Imperio, que choca radicalmente con la realidad española del momento.
1944 es un año que marcará una inflexión en este escenario de cartón piedra, y ello por Hijos de la ira (1944), de Dámaso Alonso,
que cataliza todo el malestar acumulado y abre una vía para la manifestación de lo que aún no se puede nombrar sencillamente.
La reacción antigarcilasista se basa en una estética de confrontación indirecta: frente al neoclasicismo, la libertad formal; frente al
triunfalismo, la duda o el dolor; frente a la retórica clerical, el diálogo con un Dios conflictivo. Estas corrientes existenciales se
encontrarán en las revistas Espadaña (León, 1944), en torno a Victoriano Crémer y Eugenio de Nora, Corcel (Valencia, 1942) o
Proel (Santander, 1944).
Hay excepciones en ese panorama mayoritariamente realista y existencial:
1.
2.
3.
El fenómeno de la vanguardia postista, con su revista Postismo, cuya primera etapa va de 1945 a 1949. El postismo
recupera el gusto por el juego, consustancial a la vanguardia, en torno a los nombres de Carlos Edmundo de Ory,
Eduardo Chicharro o Ángel Crespo.
La prolongación de un cierto surrealismo explícito, de la mano de Juan Eduardo Cirlot y Sombra del Paraíso, de Vicente
Aleixandre.
El grupo de la revista Cántico, de Córdoba, cuya primera etapa irá de 1947 a 1949, en el cual se da una reivindicación
del Sur y la Belleza muy deudora del modernismo, o bien la recuperación —también a contracorriente del ambiente
literario dominante— de la imagen y lo sensual de la poética del 27, concretamente de Luis Cernuda.
La década de los 50 trae consigo el auge de la poesía social, que busca profundizar en la estética realista con un sesgo
marcadamente de izquierda. Característica es la creencia en la poesía como «instrumento, entre otros, para transformar el
mundo» (tal como escribía Gabriel Celaya) y como comunicación, algo que va a teorizar Carlos Bousoño, a partir de ideas de
Aleixandre. Otros autores de esta generación son José Hierro y Ángel González.
Los llamados «Poetas del 50» desarrollarán lo más personal de su obra en los sesenta. Sin embargo, sus primeros pasos se
darán en esta tendencia social. La originalidad del grupo del 50, y la clave de lo más renovador de su lenguaje, está en que, aún
dentro del realismo, ellos entierran la concepción de la poesía como instrumento, sea para transformar el mundo (Celaya), sea
para la comunicación intersubjetiva (Bousoño). La negación más temprana de estas ideas parte del artículo de Carlos Barral
«Poesía no es comunicación», publicado en el número 23 de Laye, en 1953. En él, Barral afirma que la poesía es ante todo un
medio de conocimiento, y en primer lugar, para el propio poeta.
El abandono de cualquier posible concepción instrumental de la poesía supone circunscribir la realidad referida a unas
coordenadas muy concretas, cotidianas. Así, Jaime Gil de Biedma presenta su propia poesía como «poesía de la experiencia».
Narrativa durante la dictadura franquista: desde 1939 hasta 1975
Las novelas de los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil demuestran una total dependencia de las tendencias
vigentes en el primer tercio del siglo. Con todo, el exilio, la represión y la censura configuran un precario panorama, agravado por
las penurias editoriales y, en general, por el empobrecimiento intelectual del país.
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A la sombra de la cultura oficial, pasarán a primer plano los jóvenes del nuevo orden -que ya habían dado muestras de su
belicosidad ideológica y literaria a comienzos de los años treinta- junto a novelistas anteriores que se reacomodan a la situación.
Ello explica el conformismo de una exigua producción novelística, entre testimonial y panfletaria, que entronca remotamente con la
novela comprometida de preguerra.
Junto a esta «novela de los vencedores» hay otra corriente, denominada «neorromántica» o «estetizante», que se nutre de los
rescoldos del modernismo, de la experimentación novelesca unamuniana, del preciosismo valleinclanesco y del desenfadado
espíritu narrativo de los años veinte. En la vertiente más estimulante de este esteticismo se encuentran las novelas del primer
Zunzunegui, junto a La novela número 13 (1940) y El bosque animado (1943) de Wenceslao Fernández Flórez y otras de Tomás
Borrás, Julio Camba o Villalonga, además de Alfonso Albalá.
Una tercera vía recurrirá al siempre frecuentado venero del realismo decimonónico. Sin embargo, las cautelas existentes ante la
tarea de afrontar la realidad llevan a mirar hacia el pasado. Así sucederá con algunas novelas del Zunzunegui de mediados de
siglo o con La ceniza fue árbol (entre 1944 y 1957 sus tres primeras entregas), trilogía-río de Ignacio Agustí sobre la burguesía
catalana.
La familia de Pascual Duarte de Cela (1942), Javier Mariño (1943) de Gonzalo Torrente Ballester, Nada (1945) de Carmen Laforet
y las primeras novelas de Miguel Delibes suponen el encuentro de la novela de posguerra con la realidad cotidiana.
La década del cincuenta da paso al llamado realismo social, el cual pretende -mediante el recuerdo de la guerra y sus secuelas,
la actitud crítica, los personajes colectivos (alienados, explotados, víctimas)- desenmascarar situaciones sociales injustas en clara
correspondencia con las que se suceden en la realidad de cada día. Esta tendencia, predominante a lo largo de la década,
revitaliza el realismo tradicional a partir de estímulos externos contemporáneos, entre los que se encuentran el cine neorrealista y
la novela americana e italiana. Cimas de esta corriente pueden considerarse La colmena, de Camilo José Cela y La noria, de Luis
Romero.
Aparecida en 1962, Tiempo de silencio de Luis Martín Santos marca un considerable avance en la evolución de la narrativa de la
posguerra. Su mérito estriba en el tratamiento distanciado de la crítica social mediante un alarde lingüístico y técnico que orienta la
creación novelesca hacia un horizonte formal más rico y novedoso.
Puede afirmarse que la década de los sesenta supone, en lo que a la historia de la novela se refiere, una cierta clausura de la
interminable posguerra. Nuevas circunstancias económicas, sociológicas y culturales (mínima relajación de la censura, las
repercusiones del mayo francés del 68, el conocimiento del nouveau roman, el llamado boom de la novela hispanoamericana, el
reencuentro con algunos novelistas del exilio, la sintonía con el experimentalismo europeo) propician una mayor libertad de
ejecución entre los cultivadores del género. Esta mayor libertad da pie a una experimentación narrativa, de la que surgen obras
como Don Juan, de Gonzalo Torrente Ballester; El roedor de Fortimbrás, de Gonzalo Suárez; Señas de identidad, de Juan
Goytisolo, Volverás a Región, de Juan Benet; El mercurio, de José María Guelbenzu. Si bien no debemos olvidar que esta
tendencia experimental tenía precedentes: las Tentativas (1946), de Gabriel Celaya, el realismo mágico del Alfanhui (1951), de
Rafael Sánchez Ferlosio o la desbordante fantasía de Álvaro Cunqueiro.
En vísperas de la muerte de Franco, este proceso experimentador quedará coronado por personales y sólidas realizaciones, entre
las que se cuentan Una meditación (1970) y Un viaje de invierno (1972), de Juan Benet; Reivindicación del Conde don Julián
(1970), de Juan Goytisolo; La saga/fuga de J. B. (1972), de Gonzalo Torrente Ballester; El gran momento de Mary Tribune (1972),
de Juan García Hortelano o Si te dicen que caí (1973), de Juan Marsé.
El teatro español en la segunda mitad del siglo XX
Artículo principal: Teatro español de la segunda mitad del siglo XX
Las angustias existenciales, primero, y las inquietudes sociales, más tarde, habituales también en la poesía, el cine y la narrativa
española de la época, adquieren especial relieve en la obra de Antonio Buero Vallejo y en la de Alfonso Sastre, quien funda, en
1950, el TAS (Teatro de Agitación Social) y, en 1960, el Grupo de Teatro Realista (G.T.R.).
A la sombra de ambos autores van a surgir, a partir de la segunda mitad de la década de los cincuenta, diversos dramaturgos —
Lauro Olmo, José Martín Recuerda—, a los que habitualmente se agrupa bajo la denominación de Generación realista.
Dichos autores, con la intención de poner al descubierto las injusticias y contradicciones existentes en el seno de la sociedad
española, y sin adscripción específica a una ideología concreta, sienten inclinación por un teatro crítico, comprometido y
testimonial. También, con el fin de establecer un paralelismo entre el pasado y el presente, cultivan con frecuencia el teatro
histórico. Todos ellos se mantuvieron al margen de los experimentos vanguardistas y del teatro del absurdo. Sin embargo, la
estética realista deriva, con frecuencia, hacia el esperpento (en Martín Recuerda) y hacia la farsa popular y el ambiente
desgarrado del sainete (en Lauro Olmo).
Muy avanzada la década de los sesenta comienza a desarrollarse un teatro de carácter experimental y vanguardista, que ha
recibido diversas denominaciones: subterráneo, del silencio, maldito, marginado, inconformista, soterrado, innombrable,
encubierto, de alcantarilla, etc. Entre sus representantes, de muy distinta formación y edades, hay que mencionar a: Fernando
Arrabal, quien inició su carrera mucho antes, Francisco Nieva, que alcanzará notables éxitos a partir de 1975, y Miguel Romero
Esteo, cordobés afincado en Málaga.
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Surgen también numerosos grupos independientes —Els Joglars, Els Comediants, Dagoll Dagom, La Cuadra, Teatro Libre, etc.—
que buscaron con ahínco una línea de trabajo peculiar e inconfundible.
Sin embargo, el tan esperado florecimiento teatral no se produjo. Las obras publicadas o estrenadas en este período de tiempo
ofrecen, con pocas excepciones, un interés limitado, y, como consecuencia, el público, que, además, tiene cubiertas, a través del
cine y de otras formas de comunicación, sus necesidades de diversión y de verse representado artísticamente, se siente cada vez
menos atraído por este género literario.
De los dramaturgos que iniciaron su carrera en décadas precedentes, Antonio Buero Vallejo y Antonio Gala han mantenido una
presencia continuada en los escenarios. Los vinculados a la corriente realista que dominó en los años cincuenta y sesenta, en las
escasas obras que han podido estrenar, han mostrado, junto a su fidelidad a antiguos presupuestos estéticos, una mayor
inclinación por recrear e interpretar asuntos de la historia pasada. Los autores del teatro experimental que proliferó entre 1968 y
1975 han tenido, si se exceptúa a Francisco Nieva, grandes dificultades para dar a conocer sus producciones. Aunque no son un
autor individual, merece destacar en este apartado del teatro de experimentación al grupo La Fura dels Baus.
Los dramaturgos que al terminar la guerra, o en épocas posteriores, se exiliaron —Max Aub, Rafael Alberti, León Felipe, Pedro
Salinas, José Bergamín, Jacinto Grau, etc.— permanecieron, con excepciones irrelevantes, alejados de nuestros escenarios.
Mejor acogida han tenido otros dramaturgos de la vieja guardia — Ramón María del Valle-Inclán, Federico García Lorca y, en
menor medida, Miguel Mihura, Jardiel Poncela y Alejandro Casona.
Por otra parte, diversos novelistas y ensayistas —Carmen Martín Gaite, Eduardo Mendoza, Miguel Delibes, Javier Tomeo,
Fernando Savater— han hecho sus pinitos en este género, con creaciones originales o con adaptaciones dramáticas de algunos
de sus relatos.
También, como ha ocurrido en épocas pasadas, los empresarios han abierto sus puertas, preferentemente, a los cultivadores de
un teatro de evasión, humorístico, de corte folletinesco o moralizador y de crítica amable y superficial. Entre los más favorecidos
han estado Ana Diosdado y Juan José Alonso Millán.
De los dramaturgos que han iniciado o consolidado su carrera en estos años, algunos —Álvaro del Amo, Sergi Belbel, Vicente
Molina Foix, entre otros— han permanecido fieles a procedimientos vanguardistas e innovadores —las exploraciones de mundos
oníricos, la apropiación de técnicas habituales en el cine y en el teatro del absurdo y el intento de derribar las barreras que
separan la realidad de la ficción y la vida de la apariencia han sido los más habituales— y, en algunos casos, se han decantado
por actitudes nihilistas y por la denuncia, mediante el empleo a veces de símbolos y alegorías, de diversos aspectos de la
sociedad contemporánea. Otros —en especial, Fermín Cabal, Fernando Fernán Gómez, Paloma Pedrero, Jesús Campos y José
Sanchís Sinisterra—, aunque puedan servirse esporádicamente de técnicas más novedosas, se han esforzado por revitalizar el
sainete, la farsa, el esperpento, la comedia de costumbres, el drama naturalista y el realismo poético y fantástico. A través de
estas modalidades dramáticas han pretendido dar testimonio de los problemas de la sociedad en que viven (la violencia, el paro,
la droga, la delincuencia y las más diversas formas de opresión social), en encontrar nuevos ángulos para enfrentarse a conflictos
habituales del ser humano (la soledad, la incomunicación, el desvalimiento, la marginación, el amor, el sexo, la frustración, la
desesperanza, la necesidad de romper con prejuicios atávicos, las posibilidades de un cambio social, encaradas casi siempre con
notable escepticismo, etc.) o han tenido como meta el juego intrascendente y ameno.
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Cuestionario
1. ¿Qué es identidad? ¿Qué conceptos se utilizan en los tipos de identidad, que generan una definición de
ésta?
2. ¿Qué provoca la crisis del pensamiento filosófico? ¿Cuáles son los pensamientos que rehuyen?
3. ¿Cuáles son las características que unen a Schopenhauer, Nietzsche y Kierkegaard en la crisis del
pensamiento filosófico?
4. ¿Qué conceptos o elementos unen el Psicoanálisis, el existencialismo y el marxismo en la concepción del
hombre y de la vida?
5. ¿Cuáles son los principales pensadores del existencialismo?
6. ¿Qué teoría se funda de Dios en el Existencialismo?
7. ¿Qué definición realizan los existencialistas a la vida y al hombre?
8. “La Angustia es el sentimiento predominante en el hombre del siglo XX”, ¿Qué conflictos sociales fundan este
sentimiento? Argumente.
9. ¿Por qué la literatura del siglo XX se divide en un Antes y un Después de 1939?
10. ¿Por qué surgen las Vanguardias Históricas?
11. ¿Cómo surge el Novecentismo? ¿Cuál es su principal exponente?
12. ¿Cuáles son los antecedentes históricos que dan inicio a las Vanguardias?
13. ¿Cuál es la diferencia entre Impresionismo y Expresionismo?
14. ¿Cuál es el tipo de texto que surge en el movimiento Cubista y cuál es su principal representante?
15. ¿Cuál es el conflicto que repercutirá en la creación literaria de España?
16. ¿Cuáles son las características predominantes en cada grupo?
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