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¿Quién emancipará a
Venezuela?
Apuntes teóricos
Franz J. T. Lee
VENEZUELA 2009
¿Quién emancipará a Venezuela? Apuntes teóricos.
Franz J. T. Lee
© Imprenta de Mérida, C.A.
Primera Edición
HECHO EL DEPÓSITO DE LEY
Depósito Legal:
LF96520099001236
Concepto gráfico:
Yolfred Graterol
Portada y Diagramación
Yolfred Graterol
Corrección
Jutta Schmitt
Imprenta de Mérida, C.A.
(IMMECA- Marzo 2009)
Hecho en la República Bolivariana de Venezuela
Impresión: Imprenta de Mérida, C.A. (IMMECA)
Editorial: IMMECA
Índice
5
Introducción
7
El aporte teórico del marxismo a la revolución
proletaria
9
Estrategia y táctica revolucionaria
10
La memoria revolucionaria histórica
12
El problema de la fortaleza cualitativa
y cuantitativa del actual proceso
emancipatorio.
14
Las ideas de Lenin acerca de la
conscientización de las masas
17
El peligro de que la práxis se divorcie de la
teoría
19
La base social de la revolución socialista y el
problema de las alianzas
22
Ideología, lenguaje y teoría revolucionaria
24
Lenin y Trotsky: alianzas proletarias
3
27
Lecciones de la Revolución China
31
Revolución Bolivariana, integración de
América Latina y socialismo mundial
33
Lo necesario: Un partido revolucionario
marxista de la clase obrera venezolana
37
Notas
4
Introducción
Muchos de nosotros consideramos que hacer algo,
actuar, o la acción en sí es mucho más fácil que pensar o
el pensamiento. Otros sugieren que no deberíamos
torturar a las pobres y humildes masas con ideas
complicadas, con teorías complejas. Lo que olvidamos es
que estamos alimentando la ignorancia de las masas,
que ha sido fomentada por razones estratégicas por
nuestros gobernantes a lo largo de milenios. El pensar y
el pensamiento no son dones intelectuales especiales
sino que en primer lugar son propios de todos los
miembros de la especie humana. Tanto es así que en
nuestra niñez y juventud cada uno de nosotros ha tenido
la facultad natural de pensar y filosofar, por lo que la
posterior pérdida de esta capacidad natural teórica a
causa de la deformación padecida en manos de nuestro
sistema educativo, equivale a perder la revolución
socialista, a agonizar lentamente, a desaparecer en el olvido
fascista globalizado. De hecho, tanto la acción como el
pensamiento son los dos lados dialécticos naturales y
sociales del vivir humano, de la vida humana en este
planeta.
En un mundo de relaciones amo -esclavo,
generalmente el amo es el que piensa y nosotros, los
esclavos asalariados, somos los que laboramos: por
5
medio de nuestro trabajo producimos las ganancias
y el poder para nuestros amos. Toda la historia de
Venezuela, hasta el día de hoy, puede servir como la
verificación científica de esta simple verdad. A nosotros,
como trabajadores físicos, no se nos ha enseñado a
pensar, a ser socialmente conscientes, desarrollar una
conciencia proletaria de clase. Este no es (ni nunca
ha sido) el objetivo de la educación, religión y cultura
de la clase dominante para los esclavos, siervos y
asalariados, como tampoco de todos los gigantescos
medios y aparatos de comunicación.
Como humanos contamos con todas las capacidades,
en latencia y en tendencia, en posibilidad y en realidad,
para hacer y pensar de este planeta, de este sistema solar,
un mejor lugar para vivir y el mejor de los tiempos en los
cuales vivir. Sin embargo nosotros, como trabajadores
venezolanos, como clase explotada, estamos atrapados
en un proceso de trabajo globalizado, en un mercado
mundial, en el que las clases dominantes parásitas nos
explotan, dominan, discriminan, militarizan y alienan,
en un mundo que se está convirtiendo en un infierno,
en un monstruo capitalista destructor que amenaza
con devorar la especie humana y toda la vida sobre
este planeta con armas de destrucción masiva y la
conflagración nuclear.
6
El aporte teórico del marxismo a la revolución
proletaria
Una cosa es segura: no necesitamos sentarnos en
la biblioteca del Museo Británico de Londres para
estudiar la quintaesencia explotadora del capitalismo
durante los próximos 40 años con el fin de determinar
cuál entonces es su negación dialéctica, su otro lado,
su mismo opuesto, es decir, para comprender qué es
el socialismo científico y filosófico. De hecho, Marx y
Engels y todos los marxistas a escala global ya han
realizado esta magnífica tarea por los que buscan
un sólido fundamento teórico para la Revolución
Bolivariana.
El capitalismo no es un modo de producción particular,
limitado a escala nacional o local; es un modo de
producción que opera a escala internacional y que ya
se ha estado ‘globalizando’ desde hace tiempo. Y es
exactamente como tal - como modo de producción
mundializado -que este se debe estudiar, confrontar y
aniquilar por la única clase social que tiene un verdadero
interés de clase en su total eliminación, es decir, por los
trabajadores unidos del mundo, organizados y guiados
por una nueva lógica, ciencia y filosofía, realizando el
marxismo que no pretende ser otra interpretación más
del mundo, sino que exige cambiarlo y emanciparlo
por medio de la práxis y la teoría revolucionaria.
Seguramente existe un número infinito de ideas,
programas políticos, planes y estrategias para liberar el
7
mundo; sin embargo, hay una sola negación verdadera del
capitalismo global que es engendrada por el
capitalismo mismo desde sus orígenes como modo
dominante de producción moderna: el marxismo. Por
esto es que Marx, el marxismo, el socialismo y el
comunismo son odiados globalmente por aquellos que
afirman el capitalismo como lo son los perros
guardianes del imperialismo corporativista, las grandes
religiones monoteístas patriarcales de alcance mundial, los
ortodoxos jerarcas oligárquicos, los defensores del
McCarthismo, de la democracia burguesa, del
liberalismo, del ghandismo, del nacionalismo radical, del
sionismo y del Apartheid, y odiado también por las
caricaturas que se han hecho llamar ‘socialismo’ como el
estalinismo y las aberraciones como el ‘socialismo
nacional’. Esto es evidencia suficiente para darse cuenta qué
tamaño de fuerza transhistórica poderosa han sido, son y
serán para la verdadera revolución el socialismo y la
emancipación, en otras palabras, el marxismo. Solo con el
arma del marxismo las clases obreras a escala mundial
lograrán borrar el capitalismo hasta su último remanente de
la faz de la tierra, en una lucha global de clase.
Se trata de nada menos que de la siguiente disyuntiva: o
bien realizamos el socialismo o nos hundimos en la más
oscura de las barbaries, es decir, en la destrucción total.
Crucemos el Rubicón y salvemos a nosotros mismos de
las punzadas y colmillos del trabajo y del capital,
dirijámonos hacia la creatividad y creación humanas.
8
Estrategia y táctica revolucionaria
Es innecesario subrayar que, estratégicamente
hablado, lo anteriormente dicho es nuestro quo vadis.
Tácticamente, es nuestro aquí y ahora capitalista, el
conocimiento práxico y teórico, es decir, el conocimiento
revolucionario científico y filosófico conforma un punto
de partida razonable para planificar nuestra estrategia
emancipatoria en todos los campos de la vida en
Venezuela: en el económico, político, social y militar.
Es pertinente entonces que aprendamos de las luchas
de clases marxistas y que notemos algunas excelentes
verdades acerca de posibles estrategias a largo plazo y
tácticas diarias a corto y mediano plazo en este moderno
combate revolucionario globalizado. Estas verdades y
realidades deben estudiarse, modificarse, actualizarse
tecnológicamente, enriquecerse científicamente y
divulgarse de nuevo por todos nosotros, por la misma
Revolución Bolivariana, como contribución filosófica
actual hacia la revolución mundial permanente. Para
vencer debemos ser mucho mejores que los perros
guardianes del fascismo mundial, debemos estar
un milímetro por delante de nuestros enemigos, un
milisegundo más rápido que las ondas escalares, es
decir, estar armados poderosa e invenciblemente
como una nueva trinidad revolucionaria, como nuevos
`seres, existencias y trascendencias humanas’, como el
Hombre-Mujer Nuevos, armados con una nueva lógica,
una nueva ciencia natural, una nueva filosofía social y
una nueva creatividad y creación sapientes.
9
Todavía estamos muy lejos de este objetivo, pero
podemos aproximarnos a esta meta a una velocidad
inmensa si tan sólo descartamos todas las supersticiones,
religiones mundiales patriarcales, dogmas y doctrinas
ideológicos, si descartamos nuestra mortal actitud antisocialista, anti-marxista y anti-comunista que ha sido
martillada sin misericordia en nuestros delicados e
inocentes cerebros a lo largo de largas décadas. Dejemos
atrás este miedo al socialismo, miedo al comunismo
que nos han infundido los eternos ‘amos del valle’ en
Venezuela, América Latina y el mundo.
La memoria revolucionaria histórica
Refrescando nuestra memoria histórica, en la mayoría
de las revoluciones del siglo XX podemos notar una
gigantesca discrepancia entre la fortaleza cuantitativa
y cualitativa de las clases oprimidas que estuvieron
comprometidas en el cambio social radical y las luchas
de clase.
En África del Sur, por ejemplo, en la segunda mitad
del siglo XX, los movimientos de los Congresos de los
Pueblos africanos (encabezados por Nelson Mandela
y otros) tenían el apoyo de millones de africanos
empobrecidos y fueron liderados por activistas
liberales, pacifistas y reformistas, que frecuentemente
enarbolaban consignas marxistas, logrando fama
internacional, pero no desarrollaron ni podían
desarrollar una práxis y teoría revolucionarias, un
programa emancipatorio para África del Sur. Por otro
lado, en la tradición de la Convención Africana y el
10
Movimiento Unitario de Sudáfrica, excelentes marxistas
y trotskistas revolucionarios estuvieron analizando los
temas nacionales e internacionales, haciendo excelentes
contribuciones a los problemas de organización y de
construcción de un partido socialista revolucionario de
vanguardia y a la construcción del socialismo en África
del Sur.
Sin embargo, nunca lograron una fortaleza cualitativa,
nunca pudieron capturar la imaginación inmediata de
las masas oprimidas, nunca pudieron transformar la
teoría revolucionaria en práxis concreta de largo plazo,
en poder proletario material. De hecho, por muchas
décadas hemos perdido la posibilidad de una revolución
sudafricana, a pesar del hecho que las condiciones
objetivas, esto es, económicas de los pobres de
Sudáfrica hoy son tan precarias o casi peores que bajo
la explotación del nefasto Apartheid. La realidad ha
verificado que en Sudáfrica nunca tuvimos una ‘lucha
de razas’, sino que siempre fue una lucha de clases
disfrazada de ‘razas’ dentro del capitalismo mismo. De
esto deberíamos darnos cuenta en Venezuela para que
tengamos claro que nuestro más grande enemigo es el
enemigo de clase, es el explotador que se apropia de
los frutos de nuestro trabajo en el marco del capitalismo.
Acabar con el explotador, acabar con la apropiación
privada de los frutos del trabajo de un gran colectivo
de trabajadores, sólo existe un arma: la lucha de clases
emancipatoria, conducida con conciencia marxista en
contra de la violencia sistémica y del terror sistemático
de las clases dominantes.
11
Como explicado por León Trotsky, dentro del contexto
del desarrollo histórico igual, desigual y combinado,
c o me n c e m o s e n t o n c e s n u e s t r a a p r o x i m a c i ó n
emancipatoria global con el poder, con la táctica y
estrategia de los trabajadores, con un enfoque clasista
de la fortaleza revolucionaria proletaria contemporánea,
con las ideas y acciones de Lenin, aquél genio marxista
de la práxis y teoría revolucionaria en la época de
la descomposición del capitalismo. La revolución
bolivariana, debido a su condición transhistórica, forma
parte integral de todas las deliberaciones que hacemos
aquí. El poder de la clase dominante nos destruye,
tenemos que conquistarlo con fuerza emancipatoria,
t enemos que desmantelar su poder capi tali sta
destructivo y erradicar el poder del capitalismo global
para siempre, reemplazándolo con creatividad natural
y creación humana.
El problema de la fortaleza
cualitativa y cuantitativa
del actual proceso emancipatorio
Primero, con el fin de desarrollar tácticas y estrategias
concr et as par a l a veni der a etapa decisi va del
socialismo bolivariano en Venezuela y América Latina,
tenemos que resaltar el problema revolucionario de la
fortaleza cualitativa y cuantitativa del actual proceso
emancipatorio en Venezuela. En la lucha de clases,
¿por qué y hacia dónde fluctúa el poder revolucionario?
¿Por qué las masas de la clase trabajadora venezolana
reaccionan y actúan en el 2007 de manera diferente
que en el 2002? Basadas en sus experiencias personales
12
de las revoluciones rusas de 1905 y 1917, Lenin tenía
algunas explicaciones importantes a este respecto que
elaboraremos más adelante.
A lo largo de todo el siglo XX, con pocas excepciones,
estuvimos (y todavía estamos) ante el hecho de que
aunque muchas organizaciones y partidos políticos
soci ali st as y mar xi st as ver dader os han hecho
contribuciones teóricas revolucionarias que mantienen
su validez hasta el día de hoy, no han sido capaces de
alcanzar una base popular de masas para la revolución
permanente. En contraste, movimientos de índole
pacifista, liberal y de liberación nacional, democráticoburgués que estuvieron (y siguen estando) mucho
menos inclinados hacia la teoría revolucionaria, han
logrado su objetivo de manera definitiva con el apoyo
entusiasta de las masas. Las interrogantes que vienen ala
mente son: ¿Cuáles pueden ser las causas subyacentes?
¿Podemos lograr una verdadera revolución socialista
sin un punto de vista radicalmente anticapitalista, esto
es, sin teoría revolucionaria? ¿Es suficiente el mero
accionar, el activismo revolucionario para tumbar al
imperialismo mundial? ¿Pueden las caricaturas del
socialismo detener el fascismo mundial?
Los catecismos, oraciones, sermones de la montaña,
mandamientos, consensos y alianzas de clases,
comisiones de la verdad, diálogos con el enemigo de
clase y una revolución pacífica, ¿harán el trabajo por
nosotros? ¿Podemos lograr una revolución socialista
mundial exitosa sin la práxis y la teoría del marxismo,
de la negación del capitalismo? ¿No es el marxismo el
latido de corazón dialéctico del socialismo?
13
Los ‘líderes’ reaccionarios en Venezuela y en otras
partes del mundo que pregonan el anti -comunismo,
el activismo ciego, el consenso de clase, el pacifismo
democrático, el reformismo desdentado y quienes lanzan
comisiones de la verdad, diálogos contrarrevolucionarios
y consumismo capitalista utilizando propaganda fascista
en sus medios de comunicación masiva internacionales,
¿porqué es que logran semejante éxito en seducir las
mentes de los trabajadores y campesinos explotados,
dominados y discriminados? ¿Por qué, de una manera
tan fácil, se convence al explotado a afirmar, aceptar y
hasta defender su condición de miserable explotado?
Las ideas de Lenin acerca de la
conscientización de las masas
¿Qué es lo que falta por lo general en los
movimientos de masas de los trabajadores para que
asuman un carácter verdaderamente revolucionario,
anti-capitalista, marxista? En función de aclarar
esta interrogante y volviendo a las ideas de Lenin,
este, al igual que Rosa Luxemburgo, investigó muy
cuidadosamente la relación entre la espontaneidad de
las masas trabajadoras y la política económica, por un
lado, y por el otro la relación entre la espontaneidad
de las masas y la teoría y práxis revolucionaria bajo
condiciones de una aguda represión en los países no
metropolitanos económicamente débiles, por ejemplo,
en el Imperio Ruso. Derivado de las condiciones
específicas de su época llegó a la conclusión lógicodialéctica que los movimientos espontáneos de masas
de la mayoría de las clases trabajadoras oprimidas no
14
asumirían un carácter marxista revolucionario sino más
bien tenderían hacia una política de conciencia sindical
(democrático-burguesa).
Según Lenin, el mero activismo espontáneo de
los trabajadores, sin embargo, puede llevar muy
fácilmente al estancamiento mental y a la debilitación
psicológica debido a un constante bombardeo con la
añeja ideología, religión, cultura y moralidad por parte
de la clase dominante. Como ya sabemos, hoy día
todas estas armas sofisticadas de destrucción masiva,
del holocausto mental, cuentan con una estructura
más variada y sus propios creadores cuentan a su
disposición gigantescos medios y recursos, medios
de comunicación internacionales, educación lógicoformal, relaciones amo-esclavo, para perpetuar los
intereses de la clase dominante. Al contrario que los
obreros y sus organizaciones, los capitalistas cuentan
con arsenales inconmensurables de guerra psicológica,
más medios para la diseminación de propaganda
contrarrevolucionaria, mecanismos represivos, intrigas,
engaños descarados y grandes mentiras.
Lenin postuló que la tendencia hacia la conciencia
sindical, en vez de una conciencia de clase, hacia la
‘liberación’ dentro del marco capitalista, dentro del
proceso de trabajo explotador, debe combatirse de dos
maneras interconectadas, de manera de permitir que
los movimientos obreros espontáneos y el socialismo
científico y filosófico se fundan en un solo movimiento
combativo proletario-revolucionario.
15
Él lo enfatizó así: primero, replantear la teoría
revolucionaria en su justa proporción y sometiéndola a una
revisión práxica constante, y segundo, intensificar la
información y agitación científica revolucionaria entre las
masas explotadas y dominadas no sólo con el objeto de
desvelar y denunciar las condiciones económicas de vida,
sino también lograr una educación política total de las
masas.
En este sentido, podemos afirmar que la revolución
bolivariana, por medio de sus misiones educativas y de
capacitación, ha logrado un tremendo paso hacia
adelante en esta dirección, en contra del férreo control de
la educación por parte de la reacción. La relevancia de las
ideas de Lenin para nosotros hoy en Venezuela radica en lo
siguiente:
a) Los movimientos espontáneos de masas de los
oprimidos (huelgas, sublevaciones, rebeliones,
protestas populares etc.) no pueden igualarse
mecánicamente con una conciencia revolucionaria o
con una conciencia de clase trabajadora.
b) Los actos espontáneos de las masas, resultado de una
coyuntura específica, corren peligro y efectivamente han
sido secuestrados por el reformismo y la misma ideología
y práctica burguesa, ya que no se permite a las masas
a avanzar y aprender y formular su propia estrategia
y táctica para una praxis y teoría revolucionaria, sino se
imponen ‘desde arriba’ unos programas preformulados que apuntan siempre hacia un consenso
de clases y que proclaman el
16
respeto a la propiedad privada de los grandes medios de
producción sociales. Este tipo de secuestro
reformista sólo puede combatirse, según Lenin, con la
unidad de la educación y lucha teórica, económica y
política establecida conscientemente en el marco de la
lucha de clases.
El peligro de que la práxis se
divorcie de la teoría
La teoría revolucionaria debe comprobarse aquí en una
nueva situación que difiere considerablemente de las
condiciones europeas o asiáticas, lo cual quiere decir que
primero debe concentrarse en un análisis de la realidad
venezolana y latinoamericana para que no degenere en
mero dogmatismo y se vuelva una caricatura del
socialismo que no es ni puede ser otro que la negación
científica del capitalismo, lo cual abriría la posibilidad
emancipatoria de un ‘éxodo’ de este ‘valle de lágrimas’ u
orden mundial.
Durante el siglo XX muchos marxistas en Venezuela,
Cuba y América Latina tuvieron grandes dificultades al
tratar de traducir sus análisis contemporáneos en una
efectiva ilustración y agitación de las masas y al
desarrollar métodos, tácticas y estrategias adecuadas para
la emancipación global. En el pasado, el problema consistía
en que la teoría revolucionaria tuvo que mantener su
independencia y fortalecerse contra las influencias
ideológicas que surgían de las alianzas tácticas con otras
clases sociales, especialmente con el campo democráticoliberal. En el presente, el problema
17
consiste en que la teoría revolucionaria, sin dejar de
ser anti-capitalista por supuesto, tiene que bañarse con
las condiciones especiales en las que nace y prospera
la revolución bolivariana, latinoamericana, y agarrar
la fantasía y los sueños de las masas en nuestras
latitudes, despertando y fomentando a su creatividad
para encaminar la revolución hacia un verdadero y
consecuente anti-capitalismo.
Al respecto, en nada sirven las órdenes permanentes
que emanan ‘desde arriba’, los decretos, programas y
estrategias trazadas ‘desde arriba’ que tienen más bien
un efecto contrario al reprimir la espontaneidad y una
sana capacidad de reflexión crítica sin censura.
Inter alia, el impacto combinado de estos factores ha
desacelerado, hasta ahora, una efectiva práxis y teoría
socialista de los trabajadores venezolanos, la condición
sine qua non para la urgente formación de un verdadero
partido socialista de vanguardia que tiene la tarea
histórica de llevar a la revolución bolivariana más allá
del reformismo democrático-burgués, hacia la victoria
socialista emancipatoria global.
Si se sigue impidiendo el fermento, la reflexión crítica y
la creatividad desde las bases y si se siguen prescribiendo
las cosas desde arriba, el movimiento revolucionario
en Venezuela corre el peligro de no sólo dividirse
en dos sino en muchas partes, y así dejar el camino
preparado para una fácil victoria contrarrevolucionaria
o para una devastadora guerra civil, según el viejo lema
imperialista: divide et impera.
18
La teoría marxista no es dogma y basándonos
en principios científicos y filosóficos, en la era de la
globalización, debemos desarrollar nuevos aspectos
para hacer frente a una la nueva realidad. Esto nada tiene
que ver con ‘innovar’ el marxismo, ni tampoco tirarlo
al ‘basurero de la historia’, ni con ‘reformarlo’ en un
sentido revisionista como para recoger al azar cualquier
ideología anticuada para darle un nuevo impulso al
capitalismo. De lo que se trata es que simplemente
tenemos que estar a la altura de los múltiples retos que
nos impone el capitalismo globalizado en su fase de
colapso y destrucción violenta.
La base social de la revolución
socialista y el problema de las alianzas
En el siglo pasado el tema agrario y de liberación
nacional sin duda representaban los problemas más
importantes del cambio revolucionario en las colonias y
semi-colonias. El hecho que haya sido imposible resolver
estos problemas, que afectan a la mayoría de los pueblos
del sur hasta el día de hoy, se debe a la persistencia de
los latifundios feudales y al imperialismo oligárquico
en nuestras tierras. En todos los países explotados de
Asia, África y América Latina, como en la atrasada
Rusia pre-revolucionaria, la gente que trabajaba en
la agricultura formaba la abrumadora mayoría de la
población nacional. En todas partes fueron explotados
y oprimidos por el imperialismo, aunque el grado de
su explotación pudo diferir, dependiendo de su nivel
inicial de desarrollo y las prioridades de los intereses
foráneos.
19
Ahora bien, ¿qué hay de la estrategia de formación
de alianzas en la lucha revolucionaria? ¿Con cuáles
clases podemos formar alianzas?
En su obra ‘Revisión del Programa Agrario del Partido
de los Trabajadores’ Lenin comenzó a reflexionar acerca
de lo deseable de forjar una alianza entre el pequeño
proletariado y el inmenso campesinado pobre de
Rusia. Considerando la debilidad de la enana lumpenburguesía, en 1906, Lenin argumentó que la revolución
democrático-burguesa contra el feudalismo sólo podía
ganarse por medio de una alianza de trabajadores y
campesinos; por lo tanto, sus logros y progreso sólo podía
garantizarse si las dos clases actuaban conjuntamente.
Está claro que los obreros, las clases trabajadoras,
juegan un papel central en la revolución socialista.
Asimismo, no se puede formar ninguna alianza con una
clase dominante explotadora. Como una excepción,
podría forjarse una alianza con las clases medias bajas,
bajo el liderazgo supremo del proletariado.
Aun después que el proletariado conquistó el poder
en Rusia en 1917, Lenin todavía consideraba al
campesinado, especialmente al proletariado rural, un
aliado importante aunque, claro está, enfatizó -luego de
rechazar la teoría de dos fases para Rusia, para hacer
primero la revolución democrática-nacional, y luego la
socialista- el papel principal del partido del proletariado
durante la revolución democrática.
Para defender la revolución socialista Lenin no
buscó alianzas en las privilegiadas clases dominantes
20
altas, y no tuvo interés en crear nuevas clases
políticas. Él argumentó que la estabilidad del poder de
los trabajadores sólo podía lograrse por medio de la
actitud positiva de los campesinos hacia el Estado
revolucionario y su activa colaboración.
En cuanto a la estrategia revolucionaria y la reforma
constitucional él no abogó por una rígida expropiación de
t oda l a propi edad pri vada en manos de los
campesinos, sino por la repartición de todas las tierras
confiscadas a los grandes hacendados y terratenientes,
quienes habían sido la columna vertebral de la
oposición, entre los pobres campesinos hambrientos de
tierra. Él advirtió, sin embargo, contra la aplicación
dogmática de esta política de manera generalizada ya que
sólo la consideraba aplicable para las específicas
condiciones rusas.
Desde el mismo principio, sin compromisos y de
manera categórica como un marxista revolucionario,
Lenin vio a la Revolución de Octubre esencialmente como
una revolución anticapitalista, anti-imperialista, socialista.
Durante la 1 Guerra Mundial ni siquiera los ataques
imperialistas de una docena de países capitalistas pudo
parar su marcha hacia el socialismo. Él no pensó que una
nacionalización exitosa sería posible en las áreas rurales
hasta después que la industria nacional se reorganizara
sobre la base de la industria pesada colectiva, tomando en
cuenta los logros más recientes en la tecnología moderna.
Él sostuvo que no debía ganarse a los campesinos por
medios coercitivos sino con ‘la fuerza del ejemplo’.
21
En cuanto a las alianzas políticas revolucionarias
con varios grupos y clases sociales oprimidas, con el
fin de auspiciar la revolución socialista, este asunto es
realmente complejo e imperativo. El campesinado en
Europa durante las Edades Oscuras, los campesinos
de Argelia descritos por Frantz Fanon y los actuales
campesinos de Venezuela, un país productor de
petróleo, son realidades distintas que pertenecen a
ciertas épocas históricas. Sus funciones sociales y
revolucionarias también varían. Asimismo, una cosa
es una alianza electoral para conquistar el poder
político dentro del status quo económico capitalista y
defenderlo democráticamente, y otra cosa es construir
un partido socialista revolucionario de vanguardia para
desarrollar las estrategias defensivas de los trabajadores,
para formular un programa histórico para establecer
una sociedad socialista a escala nacional, continental
e internacional.
Ideología,
lenguaje y teoría
revolucionaria
Los nombres o las palabras pueden ser idénticos,
pueden diferir de acuerdo al idioma; ellos tienden
a convertirse en ideas fijas, ideología de la clase
dominante, instrumentos inadecuados de pensamiento,
de hecho, verdades absolutas. Por lo tanto, ellas
distorsionan o desfiguran nuestra realidad fluyente. Las
palabras utilizadas por los medios de comunicación
internacionales están llenas de significados de la clase
dominante, ellas no reflejan las realidades de Venezuela.
Marx ya lo dijo, las ideas dominantes de cada época
22
son las ideas de las clases dominantes. Quien ejerce
el poder económico y político también controla la
educación, la información, la socialización, las ideas
acerca de la realidad. Aquello que las palabras y letras
supuestamente describen, lo que realmente debe
pensarse, teorizarse, cambia constantemente dentro del
proceso de trabajo, dentro de la acumulación terrorista
de capital económico, poder político y violencia social,
es decir, la muerte planetaria por medio del orden
social, del orden estatal.
Por lo tanto, dentro de la lucha diaria, por razones
estratégicas, las ideas, pensamientos y las teorías
revolucionarias deben ser concisos, incisivos y precisos.
En términos de dialéctica socialista, el no explicarle
a las masas electorales un concepto como el de ‘la
propiedad’ puede tener resultados mortales para las
reformas constitucionales y los referendos nacionales.
Este sólo concepto es central en relación a las alianzas
revolucionarias durante las severas luchas de clases
como las que acontecen en este momento en Venezuela
y en América Latina.
En este contexto, los enfoques transhistóricos de Lenin
y Trotsky en cuanto a los conceptos e interpretaciones
revolucionarias precisas son realmente fundamentales
para Venezuela. Las diferencias analíticas que tenían
estos dos revolucionarios en relación al asunto de las
alianzas no surgieron en ningún momento sobre la
necesidad en general de establecer una alianza entre
el proletariado y el campesinado ruso, ya que esto fue
algo lógico y necesario.
23
Lenin y Trotsky: alianzas proletarias
La controversia se desató en torno al grado de
independencia de los campesinos, su capacidad de
organizar la lucha de clases permanente, y el liderazgo y
la composición de la vanguardia. Lenin sobreestimaba
la capacidad de organización revolucionaria del
campesinado. Para Trotsky y como explicado en su
obra ‘La Revolución Permanente’, el hecho de que los
campesinos, especialmente en Rusia, en el pasado hayan
sido incapaces de establecer un partido ‘antiburguésrevolucionario’ fue un indicador de su titubeante actitud
revolucionaria, que no auguraba nada bueno en el largo
recorrido por organizarse en contra del orden feudal y
capitalista. Esta advertencia de Trotsky es importante,
ya que en la mayoría de las revoluciones del Tercer
Mundo sus enfoques fueron verificados científicamente.
Esto no tiene que ver con arrogancia política, ni con
discriminación o degradación de ningún grupo social
de los ‘condenados de la Tierra’.
Especialmente en los países del Sur, devastados por
siglos por el imperialismo, las clases sociales no están
tan bien definidas a tal punto que una se sobrepone a
la otra. Como en Europa, aquí en nuestros países del
Sur, a lo largo de los siglos, las clases sociales no fueron
producidas por medio de la acumulación originaria del
capital, sino como resultado de la introducción forzada
del capitalismo y como víctimas del imperialismo.
Diversos factores determinan nuestras específicas
formaciones de clases sociales, nuestra participación
en las luchas de clases de los trabajadores en la época
24
de la globalización. En la Sudáfrica del Apartheid, por
ejemplo, las clases sociales se formaron por medio de la
legislación racista; a lo largo de las últimas dos décadas
una nueva clase dominante casi-burguesa negra, se
formó a raíz de la necesidad del capital internacional
de ampliar su mercado interno y fortalecer el consumo
en Sudáfrica para evitar una gigantesca explosión
social que pudiera dar al traste con el orden capitalista
mismo. La Revolución Bolivariana tiene que evitar a
toda costa que algo similar pase aquí en Venezuela.
Es extremadamente difícil hacer un análisis de clase
fluyente preciso y científico para el caso de Venezuela
y de todos los países latinoamericanos; sin embargo
y si queremos ser exitosos, habrá que intentarlo,
ya que es fundamental para nuestra práxis y teoría
revolucionaria.
Aunque en algunos casos sí podemos estar de acuerdo
con Trotsky en que generalmente los campesinos tienen
poco éxito construyendo poderosos movimientos o
partidos políticos a largo plazo, y que no son capaces
de completar las revoluciones sociales, tenemos que
considerar que en Cuba, Bolivia, México, China,
Vietnam y en otras partes del mundo, el campesinado
no puede descartarse como fuerza revolucionaria y
socio central en las alianzas estratégicas de los pueblos
oprimidos. De manera similar, no todos los sectores
de la clase media-baja, no todos los estudiantes ni
todos los académicos e intelectuales (a quienes se les
suele acusar de ser sentados en la torre de marfil) son
reaccionarios por definición; no se les puede descartar
a priori como posibles aliados políticos. Sin embargo,
25
según Lenin y Trotsky, en vísperas de la Revolución de
Octubre, esto sólo es válido si ellos aceptan el liderazgo
de los trabajadores y si ellos categóricamente identifican
sus intereses de clase con las de la clase trabajadora,
quiere decir, dirigidas contra la explotación capitalista.
Igualmente, los intelectuales de otras clases sociales,
por ejemplo, Frantz Fanon, el Ché Guevara o Fidel
Castro, inter alia, por motivos morales y humanistas,
pueden cometer suicidio de clase y decidir correr la
misma suerte que todos los laboriosos trabajadores del
mundo.
A este respecto, el hábito poco científico de adscribirle
al campesinado de todos los países ‘subdesarrollados’
de una manera generalizadora, discriminatoria e
irresponsable, una ‘mentalidad pequeño-burguesa’ tal
como se le reprochó en su momento al campesinado de
Rusia, es simplemente inadecuado. Hoy día, más que
nunca, semejante método no-dialéctico falla en tomar
en cuenta las condiciones concretas, las peculiaridades
sociales, esto es, las formas específicas de explotación,
la verdadera existencia de las clases y luchas sociales y
el nivel de conciencia en un país dado, por ejemplo y en
lo que concierne a Venezuela, el que nos encontremos
en plena época de la globalización, en un país todavía
‘monocultivo’, productor de petróleo.
El marxismo vivo analiza la realidad revolucionaria de
Venezuela libre de ideología, esto es, libre de cualquier
tipo de revelaciones, mandamientos, catecismos,
doctrinas, dogmas y directrices desde arriba. Ningún
Mesías, ningún gran hombre, ninguna gran idea dirige
26
la lucha de clases: la clase trabajadora tiene que hacer
y pensar su revolución ella misma; la solidaridad
es bienvenida, pero el deber de los revolucionarios
latinoamericanos es hacer la revolución socialista contra
la barbarie capitalista.
Todo esto debe ser aprehendido con una memoria
histórica, es decir, aprendiendo de nuestras propias
l uchas anti -col oni ales, de nuestras g uerr as de
i ndependenci a y t odos nuestr os exper i ment os
revolucionarios, sociales y socialistas del pasado y del
presente. No somos salvadores, redentores, santos o
profetas autoproclamados, podemos cometer errores
teóricos; sin embargo, científicamente, la práxis
revolucionaria al saber la verdad concreta, siempre
corrige a la teoría, que una vez más genera niveles más
altos de práxis revolucionaria.
De esta manera aun Trotsky, quien generalmente fue
muy preciso en su análisis de las luchas revolucionarias
concretas, tal vez debido a falta de información,
también subestimó la importancia de la reforma agraria
en China.
Lecciones de la Revolución China
Echemos un breve vistazo a la esencia del papel
político del campesinado en la Revolución China, para
demostrar que las formaciones y luchas de las clases
bajas oprimidas hoy en día pueden tomar varias formas
peculiares de apariencia. Aun así, todas ellas tienen un
factor en común: el derrocamiento del capitalismo y del
imperialismo de la clase dominante global.
27
Primero, en este momento, como resultado de
profundas contradicciones y luchas de clases globales,
en todas partes surgen nuevos tipos de clases sociales,
otras simplemente desaparecen. Las inmensas clases
medias, normalmente esenciales para el fascismo
clásico, desaparecen en los países metropolitanos,
como en Alemania o los Estados Unidos de
Norteamérica. Países enteros, regiones y continentes
están condenados a una existencia proletaria miserable;
empresas multinacionales gigantescas como Exxon
Mobil o Microsoft se convierten en entidades burguesas
económicas globales, más ricas y poderosas que algunos
de los mismos países metropolitanos.
La fortaleza cuantitativa y cualitativa del proletariado
mundial varía a medida que las clases dominantes
globales rápidamente disminuyen en número, pero
cualitativamente se vuelven más y más ricas a cada
segundo, más desesperadas, más poderosas, más
brutales a cada milímetro apocalíptico y fascista.
A principios del siglo XX, aunque formalmente,
existía en China la tenencia comunal de la tierra, sin
embargo la mayoría de los campesinos estaba sujeta
a una triple opresión -del tipo patriarcal, feudal y de
capitalismo primitivo- que les impedía surgir por
encima del mínimo de subsistencia. Esto influía en su
acción política y conciencia de clase, pero mantenían
una larga tradición rebelde de protestas populares.
Cabe aquí una advertencia: bajo ninguna circunstancia
se debe igualar el concepto ‘pueblo’ con las clases
28
trabajadoras. La ideología capitalista está basada en la
utilización del concepto ‘pueblo’ con fines de velar la
existencia de unas clases sociales antagónicas. Así es
como este concepto incluye a individuos que forman
parte de la alta burguesía, de la jerarquía eclesiástica,
del golpismo, del punto fijismo, y los más humildes de
nuestros compatriotas. Este término afecta al análisis
de clase; de hecho, niega la lucha de clases y postula
el consenso de clases, es un concepto cristiano, liberal
y democrático-burgués que invoca la libertad, fraternidad e igualdad de ‘todos’. En realidad y desde el punto
de vista de una transnacional como la Exxon Mobil por
ejemplo, que realiza un billón de dólares por semana
en ganancias, el concepto ‘pueblo’ tiene una connotación netamente capitalista, que sólo ve y busca consumidores. La clase trabajadora venezolana tiene que
aprender que el concepto ‘pueblo’ es engañoso, ya que
tiene el objetivo de esconder la existencia de clases sociales antagónicamente opuestas, y con ello la lucha de
clases, que es el verdadero motor de la historia y de la
emancipación.
En cuanto a las lecciones que nos ha dado la
Revolución China, y de manera análoga la defensa de
la Revolución Bolivariana durante el golpe del 2002,
para nosotros son relevantes cuatro puntos con miras
a las nuevas tareas y la defensa de la revolución en el
año 2008:
Primero, la revolución china sólo pudo tener éxito
debido a que contó con el apoyo activo de las masas
trabajadoras rurales, que formaron la base social de la
29
revolución y tenían una larga tradición de resistencia.
En vista de las condiciones dadas en China, las
iniciativas simultáneas a emprender una revolución
agraria y una política anti-imperialista, marxista,
fueron complementarias por naturaleza. Lección para
nosotros: Si queremos lanzar otro proyecto de reforma
constitucional, este debe basarse explícitamente en una
política anti-capitalista, anti-imperialista y pro-socialista,
marxista; de otra manera será inútil y fallará de nuevo.
Segundo, los movimientos campesinos cuyos cuadros
Mao Tse Tung ayudó a entrenar en la escuela de
adiestramiento del Kuomintang (Partido Nacionalista
Chino ori ginado en 1912), hasta j ulio de 1927
formaron el núcleo organizativo de la guerra popular
revolucionaria en China. Una revolución socialista es
una guerra del pueblo en armas, contra la barbarie
capitalista metropolitana. Sin las armas de la práxis,
de la teoría y del armamento moderno, lanzar una
revolución socialista es un suicidio temerario.
Tercero, la solución de la cuestión nacional de la
soberanía en China dependió de dos precondiciones:
a) La liberación del yugo del imperialismo.
b) El establecimiento de condiciones democráticas en
la estructura política y socio-económica del país.
En teoría, ambos factores se toman en cuenta en la
Revolución Bolivariana, sin embargo, llevarlas a cabo
contra el sabotaje de una galaxia de mafias económicas
y políticas, es otra cosa.
30
Cuarto, la revolución en China fue encabezada por
un Partido Comunista, que aceptó al marxismo como
su ciencia y filosofía revolucionaria, y que desde 1925
en adelante había iniciado una política muy sutil de
mediación entre las exigencias de un amplio frente antiimperialista, una reforma social instantánea, y el objetivo
a largo plazo de una sociedad comunista. Para salvar
la Revolución Bolivariana, para no perderla, lo cual es
muy posible, debemos estudiar muy cuidadosamente
la estrategia china mencionada arriba y derivar de ella
nuestras propias conclusiones tácticas.
Originalmente el partido comunista chino estuvo
subordinado al Kuomintang burgués cumpliendo
las directrices del Comintern estalinista. Sólo cuando
Mao Tse Tung liberó al movimiento revolucionario del
consenso de clase y de las directrices desde arriba, fue
posible encaminar la revolución socialista hacia niveles
más elevados de victoria.
Revolución Bolivariana, integración de
América Latina y socialismo mundial
En lo que concierne a las estrategias y tácticas precisas
para la revolución anti-capitalista en nuestras latitudes,
en diciembre de 1982 en una entrevista con Germán
Wettstein para los ‘Cuadernos del Tercer Mundo’
(México), aplicando la economía política marxista, la
dialéctica social y la teoría revolucionaria, indiqué la
necesidad de la integración latinoamericana, del ALBA,
y del nuevo tipo de guerrilleros que urgentemente
deben defender la revolución socialista en América
Latina. (1)
31
Entre otras cosas, comenté:
(Pregunta) “G. W.: Antes de seguir adelante me gustaría
conocer su opinión sobre las posibilidades de aplicar
ese tipo de ‘guerrilla económica y tecnológica’ a países
de América Latina.
(Respuesta) FJTL: En el Tercer Mundo, debido a la
importancia de ciertas materias primas (y es el caso de
Venezuela con su petróleo) los trabajadores - y todos
los trabajadores agrupados de los países de la OPEP
-- tienen un papel muy importante que desempeñar
en la transición del capitalismo al socialismo. Los
trabajadores vinculados a la industria petrolera tienen
un papel de vanguardia, en cuanto se refiere a la clase
obrera del Tercer Mundo. ...
... Del mismo modo veo una tarea trascendente del
proletariado venezolano con relación a los demás
países del Pacto Andino; porque sólo por la unificación
de varios países, con intereses complementarios y
productos para colaborar en el desarrollo mutuo será
posible romper la división internacional del trabajo. Y
ésta, lo repito una vez más, es la causa de todos los
problemas. Es dentro de este contexto que es posible
aplicar la guerrilla económica y tecnológica. ...
... Podemos pensar en nuevas relaciones, más allá de
América Latina, en el caso de la bauxita, que existe
en Surinam, Guyana, Jamaica y también en Guinea y
hasta en China si ella quisiera intervenir. En síntesis, se
trata de convertir las materias primas estratégicas en
herramientas de la revolución, para la emancipación
en este mundo capitalista.” (2)
32
En cuanto a la problemática de la noción de ‘lo
nacional’ en un mundo globalizado, ya en 1982
expliqué la urgencia de la solidaridad y cooperación
internacional de las clases trabajadoras del mundo:
Allí está el punto de unión entre un trabajador africano
de las minas del Sur, con el de las minas de cobre de
Chile, el de las de estaño de Bolivia o el de la industria
petrolera venezolana. Este es el punto que hay que
entender en primer lugar: las verdaderas estructuras de
clase en América Latina; entender el sistema económico
en diferentes países y entender las conexiones con
la sociedad internacional. Las dificultades entonces,
derivan del muy bajo nivel de conciencia o de falta de
movilización política, y también de los conflictos o las
divisiones entre los diferentes partidos socialistas. (3)
Lo necesario: Un partido revolucionario
marxista de la clase obrera venezolana
Lenin insistió que los trabajadores activos, progresistas
y su liderazgo deberían formar el núcleo revolucionario
d e un p ar t i d o soci al i st a de va n guar di a de l os
trabajadores. Debe ser de, por y para los trabajadores.
Debe organizarse por los trabajadores mismos y estar a
su servicio, debe defender sus intereses de clase. Claro
está, otros sectores pueden unirse a la lucha, pero sólo
si ellos fomentan y apoyan los intereses y metas de
clase de los proletarios.
Ahora, según Lenin, ¿cuándo tenemos una situación
revolucionaria? ¿Ahora tenemos una revolución social
33
en Venezuela, podemos conquistar el poder social? En
resumen:
Una situación revolucionaria, es decir, la posibilidad de
conquistar el poder social existe cuando se consigue
la asimilación de las acciones entre la vanguardia
revolucionaria de los trabajadores y las masas, y cuando
al mismo tiempo la conciencia política de la vanguardia
se ha convertido en conciencia revolucionaria.
Esto significa que al fin la revolución social tiene una
práxis y una teoría, y se ha convertido en una revolución
socialista, en el sentido marxista.” (4)
Seguramente, aunque estem os politizados,
aunque hayamos hecho tremendos sacrificios y
hayamos trabajado duro para nuestra preparación
revolucionaria, lo arriba mencionado todavía no es el
caso de Venezuela; puede volverse una realidad en un
futuro, pero sólo bajo la guía de un verdadero partido
socialista de vanguardia obrera.
Claro está, aquellos trabajadores quienes están al
frente de la lucha de clases en Venezuela contra sus
amos explotadores y quienes están adquiriendo una
verdadera conciencia de clase, una conciencia proletaria,
forman la vanguardia socialista de Venezuela. En lo
concerniente a una verdadera teoría revolucionaria,
lógicamente ellos son los más avanzados. Ellos saben lo
que es la explotación, la dominación, la discriminación,
la violencia y la alienación en el capitalismo; ellos saben
qué significado tiene la lucha de clases. En cuanto a
esto, he observado lo siguiente:
34
A estos trabajadores no los deberíamos frustrar; no
deberíamos reemplazarlos por fuerzas reaccionarias
retrógradas del viejo régimen. La propia categoría,
`partido revolucionario’, tiene su base analítica, su
teoría revolucionaria en el postulado emancipatorio
que dice que el socialismo es una ciencia muy
complicada y una filosofía muy compleja, la cual no
se puede adquirir o dominar colectivamente dentro de
pocas semanas o mediante unos simples ‘talleres’ de
corta duración. (5)
En conclusión, quien va a emancipar a Venezuela no
puede ser otra que su clase trabajadora, en alianza con
los campesinos y los elementos más progresistas de las
demás clases sociales, siempre y cuando su lucha se
enmarca en la lucha consecuente contra el
capitalismo a escala mundial en unión con las clases
trabajadoras del mundo.
35
NOTAS
1) Véase: http://www.franz-lee.org/files/
pandemonium00792.html
2) Ibid.
3) Ibid.
4) http://www.aporrea.org/ideologia/a20872.html
5) Ibid.
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