WORLD RAINFOREST MOVEMENT MOVIMIENTO MUNDIAL POR LOS BOSQUES TROPICALES Secretariado Internacional

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WORLD RAINFOREST MOVEMENT
MOVIMIENTO MUNDIAL POR LOS BOSQUES TROPICALES
Secretariado Internacional
Ricardo Carrere (Coordinador)
Maldonado 1858
11200 Montevideo - Uruguay
TEMA CENTRAL: MADEREO INDUSTRIAL
Tel: +598 2 413 2989
Fax: +598 2 418 0762
Email: [email protected]
http://www.wrm.org.uy
BOLETIN 53 del WRM
Diciembre, 2001
Este boletín está enteramente dedicado al tema del madereo industrial en los países tropicales. Hemos
intentado tratar la mayor cantidad de temas y los actores que intervienen en esta actividad que tiene como
consecuencia la destrucción generalizada del ambiente y de la sociedad. El objetivo de este boletín es
generar mayor conciencia acerca de este problema actual, para aumentar el apoyo internacional a los
pueblos que luchan para proteger sus bosques del madereo a gran escala. Información adicional sobre
madereo se encuentra disponible en nuestra página web en: http://www.wrm.org.uy/deforestacion/madereo.html
En este número:
* NUESTRA OPINION
- Madereo en bosques tropicales: una receta para el desastre local y mundial
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* TALANDO EL BOSQUE TROPICAL
- El madereo industrial: causa principal de destrucción

Las fuerzas subyacentes

El proceso de destrucción

Consumo y comercio insustentables

¿Beneficios para quién?

El llamado madereo ilegal

El madereo y el futuro de la Tierra
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- ¿Es la certificación la solución?
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* LUCHAS LOCALES Y NOTICIAS
AMERICA DEL SUR
- Brasil: cortadores de caoba destruyen el bosque amazónico
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- Suriname: madereo y derechos tribales
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AFRICA
- Africa Central: Unión Europea principal responsable por deforestación
- Camerún: consecuencias sociales y ambientales de la explotación forestal industrial
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ASIA
- Camboya: concesiones madereras versus bosques comunitarios
- Indonesia: prohibición de exportación de troncos genera pocas expectativas
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OCEANIA
- Papúa Nueva Guinea: el pueblo ausente en proyecto del Banco
Mundial sobre Manejo y Conservación de Bosques
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- Perú: madereros ilegales invaden territorios comunitarios indígenas
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Diciembre 2001
NUESTRA OPINION
- Madereo en bosques tropicales: una receta para el desastre local y mundial
El madereo industrial es la causa principal de la pérdida de bosques en todo el trópico. Es el punto de partida
de un proceso que lleva a la destrucción final de los bosques y a su sustitución por cultivos agrícolas, cría de
ganado o plantaciones de monocultivos de árboles. Estos son hechos reconocidos y respaldados por
evidencias más que suficientes.
Pero lo que es todavía más importante, el madereo industrial destruye las formas de sustento de los pueblos
que habitan los bosques y dependen de ellos, y que al verse privados de esos recursos se convierten en
pobres. Contrariamente al discurso oficial, el madereo no conduce al desarrollo; produce empobrecimiento y
desintegración social. Las mujeres son perjudicadas de manera desproporcionada por las actividades de
madereo, que no les brindan oportunidades de empleo y además agotan los recursos que ellas
tradicionalmente utilizan y manejan.
En los países tropicales, el proceso comienza con la violación de los derechos territoriales de los pueblos
indígenas y otras comunidades tradicionales, que son propietarios por derecho de los bosques. Como lo
haría la mayoría de las personas enfrentadas con esa situación, estas comunidades resisten la entrada de las
compañías madereras en sus territorios, lo que a su vez trae como resultado la represión estatal para
proteger los “derechos” legales de las compañías.
La destrucción de los bosques, las violaciones de los derechos humanos, la creación de pobreza, es la parte
local de la ecuación. Del otro lado está la creación de riqueza para las empresas transnacionales y élites
nacionales y el suministro abundante de materia prima barata (pero muy valiosa) para que los consumidores
ricos tengan asientos de inodoro elegantes, ataúdes suntuosos y otros símbolos de riqueza igualmente
“importantes”.
Algunos actores son esenciales para lograr que el madereo y los consumidores finales se junten, entre ellos
el Banco Mundial, los Bancos Interamericano, Africano y Asiático de Desarrollo y el Fondo Monetario
Internacional. Los bancos proporcionan la financiación imprescindible para la construcción de la
infraestructura de carreteras necesaria para acceder al bosque, mientras que el FMI (al igual que los bancos)
obliga a los países tropicales a aumentar sus exportaciones de recursos naturales para asegurar el pago de la
deuda externa. Y como los bosques se encuentran entre los principales recursos disponibles, están en la
primera fila de las exportaciones y serán luego sustituidos por cultivos para la exportación que crecerán
donde antes estaban los bosques. Ahora se ha sumado otro actor muy poderoso para asegurar que las
corporaciones transnacionales sigan suministrando madera a los mercados consumidores: la Organización
Mundial del Comercio.
Todo el proceso que conduce a la destrucción de los bosques es claramente contrario a los compromisos
asumidos por la comunidad internacional de proteger la diversidad biológica y detener el cambio climático y la
desertificación, que fueran acordados en tres convenciones con obligatoriedad legal. Al mismo tiempo,
también viola los compromisos asumidos sobre derechos humanos, inclusive la protección de los derechos de
los pueblos indígenas, y los compromisos asumidos en la Cumbre Social de 1995 y la Conferencia sobre la
Mujer de 1995. La lista de acuerdos ambientales y sociales que están siendo violados por el madereo
industrial (y por sus partidarios nacionales e internacionales) es por cierto muy larga, pero no tan larga como
la lista de las propias violaciones.
No es posible seguir utilizando la demanda de madera del mercado mundial como excusa para justificar la
destrucción de los bosques. Se debe reducir en forma drástica el consumo de madera y otras materias primas
producidas en los bosques, hasta llegar a un nivel que asegure la justicia social y la conservación ambiental.
La madera es necesaria, pero más necesario aún es respetar los derechos de los pobladores locales y
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proteger el medio ambiente local y mundial. El madereo industrial en los bosques tropicales es una receta
segura para lograr el desastre nacional y mundial, y debe ser detenido.
inicio
TALANDO EL BOSQUE TROPICAL
- El madereo industrial: causa principal de destrucción
El madereo involucra la operación de remoción de árboles del bosque. Cuando se lleva a cabo con fines
industriales, implica operaciones a gran escala y se convierte en una de las causas fundamentales de la
deforestación mundial. Es también una amenaza importante para los bosques primarios que todavía existen
en el mundo, donde se seleccionan las especies más escasas y valiosas.
Hay una serie de actores que intervienen en este proceso. Algunos de ellos son los promotores y
facilitadores: las empresas nacionales y transnacionales, los bancos multilaterales (el Banco Mundial/BM, el
Banco Interamericano de Desarrollo/BID, el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Africano de Desarrollo),
las instituciones financieras (Fondo Monetario Internacional), la Organización Mundial del Comercio, las
agencias de cooperación y desarrollo, firmas consultoras del norte, gobiernos nacionales y locales. Otros
actores son las víctimas: los pueblos locales e indígenas, los países pobres, el mundo en su conjunto.
Las fuerzas subyacentes
El mundo moderno está desbalanceado, pleno de asimetrías y con una brecha creciente entre pobres y ricos,
tanto dentro de cada país como entre los distintos países. Los países industrializados del norte que tienen el
control, han edificado una arquitectura internacional ideada para regir al mundo. Los países empobrecidos del
sur, aunque ricos en recursos naturales, llegaron tarde al desarrollo industrial e históricamente han pagado
por ello.
Las instituciones de Bretton Woods (BM, FMI) tienen el dinero internacional tan necesario para los países del
sur, y ejercen presión sobre los gobiernos locales imponiéndoles condiciones para otorgarles los préstamos
con los que habitualmente se paga la deuda externa de esos países. Los gobiernos se endeudan cada vez
más, y de esta forma se crea un círculo vicioso que implica continuar con la destrucción del medio ambiente y
aumentar el empobrecimiento de la población local.
En general, los planes de "desarrollo" promovidos por las instituciones multilaterales implican la explotación
de los recursos naturales locales orientada a la exportación . En el caso de los países tropicales, los intereses
comerciales que rigen un mundo globalizado “para el mercado” ven a los bosques exclusivamente en
términos de madera, con prescindencia de todas las demás dimensiones (refugio, plantas medicinales,
alimentos, pesca, caza, valores espirituales, diversidad biológica). De esta forma la madera se transforma en
un negocio rentable a ser explotado.
Los intereses creados de las elites locales, que cooperan estrechamente con las compañías trasnacionales,
más la presión que ejercen las instituciones financieras, fuerzan a los gobiernos nacionales a promover
operaciones de madereo que implican la adjudicación de concesiones de bosques que han estado habitados
por pueblos indígenas u otras poblaciones locales durante muchos años.
Al final de la cadena del madereo están los consumidores finales de productos fabricados con madera
tropical, en general ciudadanos de altos ingresos de los países monetariamente ricos del norte industrializado.
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El proceso de destrucción
Habitualmente el proceso comienza con la construcción de una carretera, en general financiada por el Banco
Mundial o un banco regional, en el marco de un programa de “desarrollo”, que permite llegar hasta los árboles
más valiosos y sacar los troncos del bosque y en última instancia del país.
Por la carretera llegan los madereros, la maquinaria, los camiones. Esos extraños invaden el hábitat de los
antiguos moradores, que han vivido allí durante generaciones y para quienes el bosque ha sido
“supermercado”, templo, “farmacia”, hogar. Estos pueblos han sido siempre una nación en el concepto
moderno, con sus propias leyes, raíces comunes y patrimonio, basados en un territorio: el bosque. Y un día
llega un extranjero, representando a la compañía maderera, y les dice que no tienen derecho sobre esa tierra
porque no tienen un papel X, el único que el extranjero reconoce como válido para otorgar propiedad sobre el
recurso del bosque. Por supuesto, el extranjero sí lo ha recibido de parte del gobierno, un gobierno que
representa a un estado que ni siquiera existía cuando las poblaciones indígenas ya habitaban el bosque.
Cuando los guardianes tradicionales del bosque reaccionan en defensa propia para proteger sus derechos y
su sustento, deben sufrir la violencia y la violación de los derechos humanos a que los somete el propio
gobierno que otorgó a las compañías madereras la concesión de madereo en sus territorios.
Las nuevas carreteras que dan inicio al proceso que describimos anteriormente también permiten el arribo de
otros extraños que realizan otras actividades no sustentables como la caza de animales con fines
comerciales, privando así a las comunidades locales de otro de sus recursos básicos, o la extracción de oro,
con la que llega la contaminación de los cursos de agua y la diezma de la población de peces, utilizada
también por la población local como recurso de alimentación básico.
A lo largo del proceso originado por el madereo, los pueblos que habitan los bosques se ven gravemente
afectados por la introducción de enfermedades y muchos pueblos indígenas han sido completamente
eliminados o su población ha disminuido sensiblemente por la introducción de estas enfermedades. Además,
todo el proceso genera pobreza en los pueblos del bosque, que terminan completamente despojados,
privados de sus hogares, sus recursos, su cultura, marginados y en última instancia expulsados de lo que
queda del bosque degradado. Incluso muchos otros grupos que dependen del bosque o viven en estrecha
asociación con él, se ven afectados por el madereo comercial. Sus derechos tradicionales de tenencia de la
tierra y de acceso a la misma son generalmente pisoteados por las concesiones madereras.
En términos de medio ambiente, la vegetación de un bosque primario, donde se realiza la mayor parte del
madereo, consta en general de varios estratos. Los árboles más altos emergen del nivel general de la
cubierta del bosque y pueden aparecer solos o en grupos. Debajo de la fronda principal están en general
otros estratos de distintas alturas formadas por especies de árboles, arbustos y hierbas. Además de esta
estratificación vertical existen claros de distintos tamaños causados por eventos de perturbación. Por unidad
de superficie, la mayoría de las especies de los bosques tropicales húmedos son escasas y en general pocas
de ellas son aceptables para el negocio de la madera; de esta forma si bien a veces se realiza la talarrasa, es
decir la corta de todos los árboles de un área especificada, el madereo comercial en los bosques húmedos
tropicales es casi invariablemente “selectivo”. Aunque el término “selectivo” puede parecer menos perjudicial
que el de “talarrasa”, en realidad implica que el madereo daña un área mucho mayor de bosque. Las
concesiones de madereo “estándar” en los trópicos involucran varios cientos de miles de hectáreas de
bosque por cada concesión, y todas ellas suman millones de hectáreas en cada país concreto. Por ende el
madereo selectivo es sinónimo de impactos a gran escala.
El área total de bosque afectado por una operación de madereo (los claros originados por la tala, por los
caminos de extracción de la madera, por los sitios de depósito de troncos, por los caminos y carreteras),
puede variar, pero siempre es muy extensa. En las operaciones de tala selectiva, la FAO estima que el nivel
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de daño afecta al 30 a 40 por ciento de la superficie del bosque y esta cifra puede incluso llegar hasta el 70
por ciento con el madereo intensivo y los métodos de tala descuidados.
Todo el proceso de madereo selectivo implica un gran daño y pérdida de árboles comercializables, pero en
realidad ése es un efecto comparativamente menor. Los árboles talados son llevados a los sitios de depósito
(grandes áreas que son totalmente deforestadas), a través de sendas de arrastre y luego son transportados
fuera del bosque por una red de caminos y carreteras (que producen más deforestación), utilizando
maquinaria pesada que destruye la vegetación y compacta el suelo. .
En realidad, la mayor parte de los daños son causados en forma "accidental” durante la operación de
madereo. Cuando los árboles caen lo hacen aplastando lo que queda debajo, incluyendo muchos árboles. La
descomposición de los desechos puede impedir el crecimiento de las semillas y las ramas pueden formar el
apoyo ideal para las enredaderas trepadoras que impiden la regeneración posterior de los árboles. La
amenaza a la diversidad biológica es enorme, debido a los cambios radicales sufridos por grandes áreas del
ecosistema del bosque.
Y los impactos posteriores son grandes. Se altera el ciclo hidrológico al disminuir la cantidad de agua de lluvia
interceptada por la fronda reducida; disminuye la evapotranspiración y el arrastre del agua de lluvia es mayor
debido a la disminución de la eficiencia de infiltración de los suelos. Las operaciones de madereo también
degradan el suelo y los cursos de agua a causa de la compactación, erosión y sedimentación, que a su vez
conducen a una pérdida de nutrientes, también originada en la remoción de biomasa. La temperatura de la
superficie aumenta debido a los cambios en la evapotranspiración, y una cantidad significativa de dióxido de
carbono almacenada en los árboles es liberada a la atmósfera.
Los caminos y sendas abiertos por los madereros abren lo que antes eran bosques inaccesibles. Esto tiene
muchas consecuencias negativas. Una de ellas son los incendios: estudios de investigación confirman la
existencia largamente sospechada de una relación entre el madereo y la devastación de los incendios
forestales en los bosques tropicales húmedos. Los desechos del madereo y el denso sotobosque de especies
pioneras de rápido crecimiento proporciona grandes cantidades de combustible y alimenta la proliferación de
los incendios forestales. Por el contrario, los bosques tropicales húmedos no suelen quemarse. En su estado
natural, las cargas de combustible son bajas, no son altamente inflamables y la humedad es alta incluso en
época de sequía.
Además, la flora y la fauna del bosque comienza a desaparecer como resultado de las operaciones de
madereo intensas. El propio ruido y la presencia de muchos trabajadores hace que los animales huyan. La
destrucción de su hábitat fuerza a muchas especies a trasladarse a otras partes y los propios taladores cazan
animales para complementar la magra dieta que reciben de la empresa.
Todo lo anterior, unido a las extendidas violaciones de los derechos humanos también fuerza a los
pobladores a abandonar sus bosques, donde ya no pueden satisfacer sus necesidades básicas. De esta
forma el madereo genera pobreza en áreas donde hasta entonces los pobladores podrían lograr su sustento.
Y una vez que el bosque ya está abierto y los habitantes del bosque han sido desplazados, se llevan a cabo
otras operaciones que en última instancia desembocan en la deforestación final. La agricultura a gran escala,
la cría de ganado y las plantaciones de monocultivo de árboles completan el proceso de liquidación de lo que
antes era un hábitat floreciente de biodiversidad, de múltiples propósitos.
Consumo y comercio insustentables
Y nos preguntamos, ¿para qué toda esta destrucción? Como sucede con muchas otras operaciones
comerciales en las que la globalización ha facilitado a las empresas transnacionales el acceso a los recursos
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naturales (casi invariablemente ubicados en el Sur), la fuerza impulsora detrás del negocio de la madera es
un modelo de consumo de derroche. En este caso, la demanda masiva de madera barata y abundante en los
mercados de consumo de EE.UU., la Unión Europea y Japón. Tres cuartas partes de la producción comercial
de madera del mundo es “engullida” por un cuarto de su población.
A menos que se impongan cambios radicales en el consumo no sustentable, el paradigma de desarrollo
predominante solo creará más problemas en la medida en que más países lo adopten. China es un ejemplo
de ésto. Las importaciones de madera de China han aumentado drásticamente en los últimos años como
resultado directo de los esfuerzos del gobierno por combatir la deforestación a través de una prohibición del
madereo. Sin embargo, al poner el énfasis sobre los controles del suministro y no sobre la demanda, la
medida ha dado lugar a una inundación de madera, legal e ilegal, que ingresa al país. De acuerdo a
estadísticas recientes, China es actualmente uno de los dos principales receptores de la madera de
Indonesia, y las empresas madereras chinas tienen un papel cada vez mayor en la destrucción de bosques
en todo el trópico.
Para las empresas forestales que han agotado la mayor parte de los recursos en sus países de origen, la
globalización de sus actividades y la promoción agresiva del “libre comercio” de los productos del bosque es
un tema de supervivencia empresarial. Estas empresas ejercen influencia sobre las reglas económicas
mundiales y presionan a gobiernos de todo el mundo para que adopten tres elementos básicos en su política
pública: acceso desregulado a los bosques, aumento del acceso a los consumidores, minimización de los
costos regulatorios. Todas estas medidas están en distintas etapas de introducción en la Organización
Mundial del Comercio (OMC), a través de documentos con obligatoriedad legal según los cuales los gobiernos
aceptan no regular el comercio internacional y las inversiones.
El sistema de la OMC amenaza la sustentabilidad ecológica de los bosques del mundo al pasar el poder de
las instituciones locales a las mundiales a través de las reglas de comercio y las reglas de inversión
propuestas, aumentando el consumo desmedido, abriendo la puerta a especies invasivas y a organismos
modificados genéticamente, imponiendo la aplicación de controles monopólicos sobre los recursos genéticos,
intensificando la transformación de los bosques en tierras de agricultura, debilitando las protecciones
existentes para el medio ambiente, bloqueando nuevas medidas de protección del medio ambiente,
amenazando las iniciativas de etiquetado ecológico y prohibiendo las reglas de adquisiciones
gubernamentales que apuntan a la conservación de los bosques. Los países miembros deben alinear sus
políticas con el espíritu de privatización, desregulación, subsidios y liberalización del comercio y la inversión
que caracteriza a la OMC.
¿Beneficios para quién?
La demanda en alza de madera tropical ha alimentado la expansión de las empresas transnacionales
involucradas en cada etapa del proceso de producción, desde la extracción de la materia prima, pasando por
la fabricación, hasta la comercialización y distribución. Una serie de fusiones y adquisiciones ha llevado a una
gran concentración de la capacidad de explotación de los bosques en manos de relativamente pocas
compañías que concentran un enorme poder económico (y en consecuencia poder político) para explotar
nuevas fronteras de madereo y deambular por el mundo en pos de sus ganancias. Ellas son las grandes
ganadoras del proceso.
En cuanto a los países, basta con mirar atrás, al momento en que comenzaron a involucrarse en el proceso,
hace unos 20 años, y preguntar: ¿han mejorado? Nadie podría con seriedad contestar afirmativamente esa
pregunta. En realidad, están más pobres y más endeudados. Solamente las élites locales pueden haber
llenado sus bolsillos. Y, por otra parte, la corrupción penetra todo el proceso del madereo. En la mayor parte
de los países tropicales, los bosques son de propiedad del estado, ignorándose los derechos tradicionales y
territoriales de los pueblos indígenas, pero la explotación la realizan actores privados que reciben las
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concesiones madereras a menudo como parte de un proceso de clientelismo político. El sector forestal es
particularmente susceptible a las acciones ilegales y la corrupción debido a lo remoto de sus operaciones, la
falta de información sobre la cantidad de madera existente en los bosques, el enorme poder discrecional que
se otorga a los funcionarios gubernamentales, los altos valores monetarios implicados y la falta de supervisión
de los funcionarios públicos. Y por encima de todo, la enorme capacidad económica de las empresas
transnacionales para corromper.
Los actores involucrados en el madereo industrial en los países tropicales varían de país en país, pero los
principales son generalmente compañías transnacionales. En un estudio reciente de Greenpeace realizado
sobre una selección de unos pocos países (incluyendo Brasil, Camerún, Gabón, Guyana, Papúa Nueva
Guinea y las Islas Salomón), las diez compañías madereras más importantes eran:
1) Rimbunan Hijau de Malasia, con una extracción anual de madera de bosques tropicales de Brasil, Gabón,
Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón de aproximadamente 1,5 millones de metros cúbicos; 2) Gluntz de
Alemania: 500,000m3 de Gabón; 3) WTK de Malasia: 370,000m3 de Brasil, Gabón y Papúa Nueva Guinea; 4)
Rougier de Francia: 360,000m3 de Camerún y Gabón; 5) CFG con accionistas de Francia, Holanda y Gabón:
350,000m3 de Gabón; 6) Idris Hydraulic de Malasia: 300.000m3 de Gabón; 7) Prime Group de Singapur:
240.000m3 de Guyana y Papúa Nueva Guinea; 8) Eidai de Japón: 225.000-321.300m3 de Brasil; 9) Thanry
de Francia: 210.999m3 de Camerún; 10) Samling de Malasia y Corea del Sur: 193.000 m3 de Guyana.
Lo anterior es solamente una muestra de las muchas compañías transnacionales que sacan provecho de
extensas áreas de concesiones de bosques en los trópicos, mientras que no existe ni un solo ejemplo que
demuestre que alguno de estos países se haya vuelto más “desarrollado”. Por el contrario, todos son mucho
más pobres ahora de lo que lo eran antes.
El llamado madereo ilegal
Hay muchos esfuerzos bien intencionados para detener de alguna forma la tendencia destructiva que
amenaza la existencia de los bosques. Uno de estos esfuerzos se centra en abordar el tema de las
operaciones ilegales de madereo con vistas a reducir la producción de madera tropical. Pero hasta la fecha, la
escala de madereo ilegal es enorme y ni los gobiernos ni la industria de los países consumidores han dado
pasos para eliminar la madera ilegal de la cadena de la oferta. Haciendo la vista gorda los países
consumidores se hacen cómplices de los corruptos madereros que proveen las motosierras. El Grupo de los 8
países más industrializados ha realizado una serie de declaraciones públicas respecto a la necesidad de un
manejo sustentable de los bosques, pero continúa importando enormes cantidades de madera, mucha de ella
obtenida de fuentes ilegales. Los proveedores más importantes del Grupo de los 8 son los países que sufren
las tasas más altas de madereo ilegal. EE.UU. importó madera de Indonesia por valor de más de $450
millones en el año 2000 y más de $330 millones de madera extraida ilegalmente en Indonesia en un solo año.
A menudo se describe al madereo ilegal como pequeñas comunidades que cortan unos pocos árboles que no
están habilitados legalmente para cortar. Es hora de hacer caer el velo de ese mito de una vez por todas. El
madereo ilegal no es el relacionado con la tala para la subsistencia de los pueblos locales. Es el del tráfico
internacional altamente rentable de madera robada de los bosques tropicales cada vez más menguados de
todo el mundo. A largo plazo son las pequeñas comunidades las que tienen más para perder cuando se
destruyen sus bosques y se roban sus recursos.
Y lo que resulta más importante todavía: el tema del madereo ilegal tiende a ocultar el tema del madereo en
general. En los trópicos, la cuestión más importante que hay que analizar es: ¿existe realmente el madereo
legal? Desde el punto de vista del gobierno la respuesta es sí, pero para los dueños tradicionales de los
bosques, todo madereo es ilegal, ya que no reconoce sus derechos como propietarios y custodios del
bosque.
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El madereo y el futuro de la Tierra
Y por último, el gran perdedor en este negocio es el planeta en su conjunto. Los bosques en general y los
bosques tropicales en particular juegan un rol crucial en el funcionamiento de la Tierra como un todo. Son los
que regulan el clima y constituyen algunos de los reservorios más importantes de carbono en el Planeta. El
carbono almacenado en los bosques del mundo es diez veces mayor que todo el combustible fósil que se ha
quemado en los últimos cien años. La destrucción de los bosques húmedos tropicales, especialmente por la
quema, determina que buena parte del carbono almacenado sea liberado a la atmósfera. El despeje de
grandes áreas de bosques no solamente aumenta los impactos sociales y ambientales de los fenómenos
climáticos naturales (como sequías, inundaciones, huracanes) sino que también acelera el cambio climático y
sus impactos impredecibles.
Al mismo tiempo, la destrucción de los bosques implica la desaparición de especies, principalmente debido a
la pérdida de hábitat, y los bosques tropicales constituyen el hábitat principal de la diversidad biológica
terrestre del mundo. La conservación de esta diversidad biológica está entonces directamente relacionada a
la conservación de los bosques tropicales. Además, la deforestación en regiones tropicales aumenta la
amenaza de la desertificación.
Es importante destacar que los gobiernos que se reunieron hace casi diez años en la llamada Cumbre de la
Tierra en Río de Janeiro, se comprometieron a través de documentos legalmente vinculantes a abordar esos
tres temas vinculados a la deforestación: cambio climático, diversidad biológica y desertificación. Dado que el
madereo industrial es la principal amenaza para los bosques y dado que los bosques protegen el clima y la
diversidad biológica del mundo, resulta claro que los gobiernos, del sur y del norte han violado sus
obligaciones legales (y lo siguen haciendo), tanto a través de la promoción del madereo industrial como del
comercio internacional de madera extraída de los bosques tropicales.
Diez años después de la Cumbre de la Tierra, los gobiernos se reunirán nuevamente, esta vez en
Johannesburgo, Sudáfrica. ¿Se juzgarán a sí mismos? ¿Decidirán compensar a los millones de personas
afectadas por el incumplimiento de los acuerdos de Río? ¿Pondrán punto final al madereo industrial? O, más
probablemente: ¿harán nuevas promesas? Más importante aún: ¿los pueblos del mundo los dejarán salirse
con la suya?
Artículo basado en información obtenida de: “Buying Destruction”, Greenpeace, August 1999; “Free Trade,
Free Logging”, Victor Menotti, International Forum on Globalization (IFG) , 1999; “Corporate Power, Corruption
& the Destruction of the World’s Forests. The case for a new global forest agreement”, Environmental
Investigation Agency, 1996; “Life After Logging. The impacts of commercial timber extraction in tropical
rainforests”, Haworth, J., edited by Simon Counsell, June 1999.
inicio
- ¿Es la certificación la solución?
Aunque muchas ONG creen que la certificación de madera y otros productos del bosque es una buena idea,
existen dudas sobre si el proceso mismo se está moviendo en la dirección correcta. El tema ha producido
enfrentamientos entre organizaciones ambientalistas en países como Brasil, donde algunas ONGs están
trabajando duro para convencer a las compañías madereras para que adopten la certificación del Consejo de
Manejo Forestal (FSC por sus siglas en inglés), mientras que otras ONGs acusan a las primeras de promover
de esa manera una mayor destrucción de los bosques. También existe un gran debate sobre la conveniencia
de certificar operaciones de madereo en países como Indonesia (donde los derechos sobre la tierra de los
pobladores locales no son reconocidos por el gobierno) y en Tailandia, donde la mayoría de las ONGs
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piensan que no debería haber certificación porque los bosques ya están protegidos por la prohibición de
madereo existente, y que la certificación podría perjudicar sus esfuerzos por proteger los bosques.
Dejando de lado el tema de la certificación de plantaciones por el FSC, que ya hemos tratado ampliamente en
la edición especial del Boletín del WRM de febrero de 2001, vamos a intentar resaltar algunas de las ventajas
y desventajas de la certificación de manejo forestal y extraer algunas conclusiones.
En este artículo nos centraremos exclusivamente en el FSC, dado que los demás sistemas de certificación
existentes apuntan simplemente a aplicar un poco de “maquillaje verde” al madereo (se puede ver un análisis
comparativo sobre los distintos sistemas de certificación en http://www.wrm.org.uy/actors/FSC/logo.html ). La
ventaja principal de un sistema de certificación como el del FSC es que toma en cuenta los temas sociales y
ambientales y que incluye la participación activa de ONGs ambientales y sociales, así como del sector
industrial. Si bien el sistema ha mostrado algunos problemas en relación a la instrumentación real, los nueve
principios relacionados con los bosques y sus criterios contienen varias condiciones positivas para la
certificación, con las que la mayoría de la gente estaría de acuerdo. Pero también hay algunos problemas.
El problema principal parece ser la necesidad percibida por el FSC de suministrar la mayor cantidad de
madera posible al mercado mundial. La única forma de avanzar en esa dirección es certificar la mayor
cantidad posible de operaciones a gran escala. Esto también tiene sentido desde el punto de vista de los
certificadores, que necesitan asegurar el pago adecuado por su trabajo, y que solo puede provenir de las
empresas. Esto ha significado que la mayoría de los procesos de certificación se han centrado en las
actividades de las corporaciones a gran escala, mientras que se ha hecho muy poco para certificar las
actividades forestales a pequeña escala realizadas por las comunidades locales. Y esto sucede a pesar de
que la mayoría de las ONGs que trabajan dentro del FSC preferirían indudablemente apoyar a las últimas en
vez de las primeras, por razones tanto sociales como ambientales.
Un problema subyacente es que el FSC se centra en cómo talar. Se ha demostrado que resulta muy difícil
tratar el tema de dónde (y dónde no) talar. Hasta la fecha, el FSC se sigue centrando en los bosques como
fuentes de madera, y en gran medida no logra apoyar o promover otras fuentes de ingresos (frutos,
medicinas, resinas, fibras diferentes de la madera, etc). Y de esa forma no ha colaborado con quienes apoyan
la reducción del madereo y por ubicar los bosques fuera de los límites del madereo comercial (en forma
permanente o bajo la forma de una moratoria) .
Por lo tanto la discusión debe necesariamente considerar el problema subyacente, que es claramente el
consumo excesivo de madera y productos de madera, especialmente en los países industrializados. Pero, por
ser un mecanismo basado en el mercado, la certificación del FSC depende de la buena voluntad de los
consumidores de ayudar a producir cambios en el manejo forestal, y no realmente en la reducción del
consumo. Este tema es esencial, porque la condición necesaria para una producción sustentable es el
consumo sustentable, y los niveles de consumo actuales ya resultan insustentables. Existe por lo tanto una
necesidad clara de trabajar en ambas partes de la ecuación (producción y consumo) para que la certificación
tenga sentido.
Al mismo tiempo, es necesario comprender que si la certificación es una herramienta para abordar algunos de
los problemas que afectan a los bosques, no logrará resolver muchos de ellos, porque muchos se originan
fuera del sector forestal. Por ejemplo, el madereo a gran escala es promovido por los gobiernos como forma
de asegurar ingresos de divisas a través de la exportación para el pago de la deuda externa. En otros casos,
las actividades de madereo se promueven como un primer paso para el reemplazo de los bosques por
cultivos orientados a la exportación como granos de soja, aceite de palma o celulosa. En ese contexto resulta
claro que mientras la certificación en algunos casos puede ser una solución, en otros puede resultar fuera de
lugar o incluso contraproducente.
Teniendo en cuenta que el FSC es un mecanismo basado en el mercado, es necesario destacar que la
industria de la madera es un ejemplo importante de una industria que se ha beneficiado de las “fallas del
mercado” (la falla de no incluir en el precio de la madera los costos sociales y ambientales de la extracción). A
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pesar de sus principios, el FSC es un proceso impulsado por el mercado y la experiencia ha demostrado que
no está logrando “internalizar” algunas de las “externalidades” que está intentando promover, como los
derechos de los pueblos indígenas y los valores ambientales. Teniendo en cuenta que en el momento actual
las “economías de escala” de la certificación favorecen a los operadores a gran escala, mientras que colocan
cargas costosas y no sustentables sobre los programas de certificación a pequeña escala de base
comunitaria, el FSC debe proporcionar incentivos no relacionados con el mercado a los operadores a
pequeña escala para corregir el desequilibrio actual del mercado.
También se debe tomar en cuenta que en muchos países el FSC ha consumido una gran proporción del
tiempo de trabajo de muchas ONGs orientadas a la conservación de los bosques, que previamente habían
centrado su atención en una amplia gama de formas de resolver los conflictos de los bosques y lograr un
mejor manejo forestal. Toda evaluación de los costos y beneficios del FSC debe tener en cuenta el trabajo
que se ha dejado de lado para centrarse en la certificación. Esto es tan válido para los grupos que han
luchado contra la certificación como para los grupos que piensan que la certificación puede ser útil.
Además, los procesos nacionales de fijación de estándares y de certificación del FSC solo resultan efectivos
en situaciones donde habitualmente se respetan los derechos humanos, la ley y los principios de buena
acción gubernamental. Cuando estas condiciones no existen, los mecanismos de “participación” tienen
defectos y las consideraciones sociales y ambientales tienden a quedar marginadas. Por lo tanto, el FSC
debe adoptar mecanismos de control mucho más rigurosos que supriman los procesos nacionales de fijación
de estándares defectuosos y limiten los países en los que pueden operar los certificadores autorizados.
Además, los procesos de fijación de estándares y de certificación del FSC no toman en cuenta los errores
históricos o institucionales de los organismos o empresas madereras que buscan obtener certificación. Esto
hace que esas compañías y organismos obtengan la "certificación" en algunas áreas de bosques u
operaciones, mientras continúan sus operaciones de madereo destructivo y las plantaciones comerciales a
gran escala en otros lugares, debilitando así seriamente los esfuerzos de las ONGs y las comunidades locales
que trabajan para lograr cambios estructurales en esos organismos y empresas forestales y en sus
operaciones forestales comerciales.
En resumen, el movimiento de ONGs debería intentar coordinar esfuerzos en los distintos frentes, intentando
evitar divisiones, pero sin eludir dar las discusiones necesarias. El personal del FSC deber asegurar que el
sistema se oriente hacia la dirección correcta, tomando en cuenta las opiniones y necesidades de las
comunidades locales y asegurando que no se realice ningún tipo de certificación donde no sea posible
instrumentar los nueve principios, como en el caso de Indonesia, o en aquellos lugares donde los
movimientos de pobladores locales no desean que el FSC o sus certificadores debiliten sus esfuerzos de
lograr la conservación de los bosques por otros medios.
Al mismo tiempo, las ONGs deben unir esfuerzos para combatir el consumo excesivo y para abordar las
causas directas y subyacentes de la deforestación y la degradación de los bosques que no pueden ser
abordadas por el FSC. Todos los esfuerzos se deben considerar como una contribución a un objetivo común.
La certificación no es la solución, pero tampoco es el único problema. Los problemas son muchos y se
deberán resolver a través de un esfuerzo conjunto y coordinado. Dentro de este enfoque, la certificación
centrada en el manejo forestal a pequeña escala de base comunitaria puede cumplir un papel positivo.
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LUCHAS LOCALES Y NOTICIAS
AMERICA DEL SUR
- Brasil: cortadores de caoba destruyen el bosque amazónico
Más del 80 por ciento de la madera proveniente de la Amazonía se tala en forma ilegal, y la caoba, también
conocida como el “oro verde” ha sido el blanco principal de las operaciones de tala. El valor de la caoba (un
metro cúbico puede generar más de US$ 1.600) ha atraído a taladores que invaden los bosques primarios
para alimentar una demanda dirigida casi exclusivamente a la exportación.
El “cinturón de caoba” de Brasil abarca aproximadamente 80 millones de hectáreas de la Amazonía brasileña,
extendiéndose desde el sur de Pará hasta Acre, cruzando el norte de Mato Grosso, Rondônia y el sur de la
Amazonía. No resulta sorpresivo que esta región esté incluida dentro del “cinturón de deforestación” de la
Amazonía. Los buscadores de caoba sobrevuelan cientos de kilómetros de bosque denso para localizar los
árboles de caoba dispersos, a menudo menos de uno por hectárea. Para lograr acceder a un solo árbol de
caoba, los taladores a menudo abren caminos de acceso ilegales (que se extienden a lo largo de cientos de
kilómetros) atravesando bosques hasta entonces vírgenes. Los troncos se extraen a una distancia de hasta
500km del aserradero más cercano.
El madereo de caoba no sólo causa la destrucción generalizada de bosques, sino que también produce
impactos sobre los pueblos indígenas que viven en la región. Las concentraciones más grandes de caoba que
todavía quedan se encuentra dentro o en las cercanías de tierras indígenas en el estado de Pará. Quince
territorios indígenas cubren 16.243.000 hectáreas de bosque y aunque la Constitución de Brasil protege los
territorios indígenas de todo tipo de explotación industrial, esas tierras han sido invadidas en forma ilegal por
compañías madereras a la búsqueda del oro verde. La táctica estándar utilizada por los taladores es entrar
en las tierras indígenas, cortar los árboles, y después negociar sobre la base de los árboles derribados,
pagando en el mejor de los casos US$ 30 por árbol, mientras que la madera aserrada resultante de ese árbol
se vende en el mercado de exportación por más de US$ 3.300.
Se han producido muchos conflictos violentos como resultado de las actividades ilegales de la industria
maderera en territorios indígenas. Los pobladores locales se han visto forzados a realizar acciones directas
para detener la invasión ilegal de sus tierras por parte de los taladores. Trágicamente, estas acciones han
terminado algunas veces en violencia. Una cantidad desconocida de pobladores indígenas han sido
asesinados debido a su oposición a la industria.
Irónicamente, gran parte de la caoba extraída de los bosques termina como ataúdes y asientos de inodoro,
mientras que el resto se utiliza principalmente para la producción de muebles extremadamente caros
comprados por un número muy limitado de personas. De esa forma, tanto los exportadores como los
comerciantes, fabricantes, minoristas y consumidores finales de caoba participan en el proceso de
devastación de la Amazonia, impulsado por un lado por el lucro y por otro por el “prestigio”. Los productos
glamorosos que se venden en tiendas y salas de exposición de todo el mundo brindan una apariencia
respetable a una industria destructiva y corrupta.
Cinco países (EE.UU., Reino Unido, Holanda, Alemania y la República Dominicana) importan casi toda la
caoba brasileña que se exporta desde Pará, la región con mayor producción de caoba de Brasil.
Cinco importadores (DLH Nordisk, Aljoma Lumber, J. Gibson McIlvain Co. Ltd. y Intercontinental Hardwoods
Inc) compran más de dos tercios de la caoba de exportación a compañías vinculadas a Moisés Carvalho
Pereira y Osmar Alves Ferreira, los dos "reyes de la caoba" brasileños.
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Usando documentos falsificados para hacer ver que los troncos fueron cortados legalmente, exportan los
troncos a compradores extranjeros. El sector de fabricación de muebles es el usuario de caoba más
importante e incluye compañías con buena reputación comercial como LifeStyle Furnishings International,
Furniture Brands International, Stickley y Ethan Allen, en EE.UU; Gibbard Furniture Shops Ltd. en Canadá;
International Timber, Timbmet, James Lathams y Vincent Murphy en el Reino Unido, que provee a
compañías de muebles como Rackstraw, Arthur Brett, Wood&Mott, Titchmarsh&Goodwin, Restall
Brown&Chennell y Charles Barr.
Los organismos oficiales brasileños han promovido varias iniciativas para eliminar el comercio ilegal de caoba.
En 1996 el gobierno brasileño puso en práctica una moratoria de dos años para cualquier nuevo Plan de
Manejo Forestal (PAF) para la extracción de caoba, que posteriormente fuera prorrogada y seguirá vigente
hasta junio de 2002. Sin embargo, la prohibición de nuevos PAF de caoba parece haber consolidado el
control del comercio en manos de unos pocos, y la fuerte y permanente demanda mundial y el alto valor de
mercado de los productos de caoba crean un fuerte incentivo para que los reyes de la caoba de Pará
continúen con el madereo ilegal.
Artículo basado en información obtenida de: Greenpeace.- Partners in mahogany crime. Amazon at the mercy
of 'gentlemen's agreements', octubre de 2001
http://www.greenpeace.org/%7Eforests/forests_new/html/content/reports/Mahoganyweb.pdf
inicio
- Perú: madereros ilegales invaden territorios comunitarios indígenas
Aunque en Perú ha cambiado el Presidente, el proceso de degradación de los boques y la situación de los
pueblos indígenas sigue siendo la misma o incluso peor. Como se denunció varias veces en ediciones
anteriores de este boletín (1, 8, 34 y 35), el bosque amazónico peruano está siendo degradado por las
actividades de prospección y extracción de petróleo y madereo por parte de poderosas compañías malayas.
El madereo ilegal también constituye una nueva amenaza a la supervivencia material y cultural de los grupos
indígenas que habitan en los bosques.
Este es el caso denunciado recientemente por Shinai Serjali, un grupo de voluntarios sin fines de lucro que
trabaja en la Amazonía peruana. Desde mayo de 2001, 16 grupos madereros de la ciudad de Sepahua en
Ucayali invadieron el territorio de un grupo indígena contactado recientemente, conocido como Nahua (o
Yora). Los Nahua actualmente están establecidos en la confluencia de los ríos Mishagua y Serjali, dentro de
la reserva estatal de Nahua-Kugapakori, que forma la frontera occidental del Parque Nacional Manu. Los
madereros, que trabajan ilegalmente en esos dos ríos, han extraído más de 600.000 pies de caoba y cedro,
han amenazado a pobladores locales y han eliminado la fauna de la que depende el sustento del pueblo
Nahua.
Hasta 1984, los Nahua vivieron en aislamiento voluntario en la cabecera del río Manu en Madre de Dios. Su
primer contacto directo fue resultado de las actividades ilegales de los madereros de Sepahua que trabajaban
en territorios ancestrales de los Nahua. Durante el año posterior al contacto la mitad del pueblo Nahua murió
a causa de enfermedades respiratorias introducidas desde el exterior. Desde ese momento, los madereros
han intensificado sus actividades en territorio Nahua, finalizando con la invasión total de este año.
El grupo Shinai Serjali ha estado trabajando con el INRENA (el Instituto de Recursos Naturales
gubernamental del Ministerio de Agricultura), con AIDESEP (una ONG nacional que trabaja en temas de los
pueblos indígenas), los madereros y la comunidad Nahua para asegurar el compromiso del INRENA de
detener el madereo ilegal y para que se reconozca que esa madera pertenece legalmente a los Nahua.
Desde la invasión de los madereros, los Nahua han debido enfrentarse a la intimidación y amenazas de
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secuestrar a las mujeres del grupo. Una delegación de la comunidad viajó durante 14 días en balsa hasta
Puerto Maldonado y con la ayuda de FENAMAD (Federación Nativa Madre de Dios) envió sus denuncias a
las autoridades de Lima. Al no recibir respuesta a sus protestas y dado que los madereros continuaban
cortando árboles, una delegación de la comunidad viajó a Lima a exigir que las autoridades asumieran su
responsabilidad.
Una comisión oficial visitó la comunidad, investigó la extracción ilegal, confirmó las denuncias y ordenó la
instalación inmediata de dos puestos de guardia en el área para controlar en forma efectiva e inmovilizar la
madera extraída en forma ilegal.
Representantes de los Nahua y los madereros llegaron a un acuerdo, por el cual estos últimos aceptaron que
habían cometido un delito, y garantizaban que no volverían a la reserva después de este año, y aceptaron
que el 25% de los ingresos de la venta de la madera sería usado para establecer un fondo comunal para los
Nahua.
Pero la validez de este acuerdo depende de que el INRENA reconozca que la comunidad Nahua es la
propietaria legal de la madera. El 22 de noviembre la comunidad presentó ante el INRENA una demanda legal
basada en la ley de la reserva y la Convención N° 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas, argumentando que
la madera extraída ilegalmente pertenece legalmente a la comunidad.
A pesar de lo anterior, cantidades importantes de madera han sido extraídas de la reserva por varios
madereros, lo que demuestra que el acuerdo todavía no asegura el control adecuado de la madera restante, y
que para evitar nuevas violaciones de la ley el gobierno debe comprometer los recursos necesarios para
controlar en forma efectiva el madereo ilegal.
Artículo basado en información enviada por: Shinai Serjali, correo electrónico [email protected],
http://www.serjali.org
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- Suriname: madereo y derechos tribales
Las compañías madereras chinas son relativamente nuevas en América del Sur. En Surinam, por lo menos
dos de ellas han estado operando desde 1996; en la vecina Guyana, las primeras compañías llegaron en el
año 2000. En ambos casos están operando en tierras indígenas y tribales o en sus cercanías. Se ha
informado que hay compañías chinas realizando actividades en el norte de Brasil. Según las estadísticas del
gobierno surinamés, en los años 1999 y 2000 los madereros chinos fueron por lejos los mayores productores
de madera rolliza y China fue por lejos el destino principal de exportación de los mismos desde Surinam,
cuadruplicando en cantidad al segundo principal destino de exportación.
Este breve artículo analiza una de las zonas de Surinam donde los chinos han instalado sus operaciones y el
impacto que las mismas producen sobre el pueblo Saramaka, una de las seis tribus Maroon que viven dentro
de las fronteras de Surinam. Los Saramaka son una de las tribus Maroon más grandes, con aproximadamente
20.000 personas que viven en 70 poblados a lo largo del río Surinam, uno de los principales cursos de agua
del país. Han ocupado sus territorios desde principios del siglo XVIII, cuando sus ancestros esclavos
escaparon de las plantaciones costeras y se internaron en los bosques donde fundaron comunidades
autónomas y viables. Su autonomía política y cultural y sus derechos a la tierra y a sus territorios fueron
reconocidos y reafirmados durante los siglos XVIII y XIX en tratados con el gobierno colonial holandés.
Los Saramaka reúnen los requisitos necesarios para ser considerados Pueblos tribales según los criterios
internacionales y tienen básicamente los mismos derechos que los Pueblos indígenas según las leyes
internacionales. La propiedad del territorio Saramaka está dividida entre varios clanes matrilineales. Los
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miembros de los clanes tienen derecho a cazar, pescar, cultivar y recolectar los productos del bosque en el
área propiedad de su clan, pero la propiedad sigue siendo un derecho colectivo del clan.
Sin embargo, el gobierno de Surinam no reconoce los derechos indígenas a esas tierras y recursos, y afirma
que son de propiedad estatal. En base a esos argumentos aprobó concesiones madereras en territorio de los
Saramaka en 1990. Después de una intensa presión internacional, las concesiones madereras fueron
anuladas y el gobierno prometió respetar el límite de 150.000 hectáreas prescrito por la Ley Forestal de 1992.
En 1998, el gobierno surinamés (conjuntamente con la ONG estadounidense Conservation International)
estableció la Reserva Natural de Surinam Central (el área de bosque tropical protegido más grande del
mundo). Con una gran cobertura de prensa, esta decisión ocultó que la reserva significaba para los Maroon
una pérdida de al menos un tercio de sus tierras ancestrales, sin consulta previa ni compensación. Mientras
tanto, se entregaron en concesión grandes áreas de bosques tropicales a compañías madereras y mineras
multinacionales, burlando los límites establecidos en la Ley Forestal. La trampa consiste en conceder varias
concesiones de 150.000 hectáreas a varias compañías que actúan como testaferros de una compañía mayor.
NV Musa de Indonesia, conocida como la “brigada de excavadoras voladoras”, por ejemplo, recibió entre
800.000 y un millón de hectáreas de esa manera.
Los Saramaka se enteraron de que se había asignado una concesión en sus territorios cuando los empleados
de una compañía maderera china autodenominada NV Tacoba Forestry Consultants llegaron al lugar y
comenzaron sus operaciones. La Jin Lin Wood Industries, también china, comenzó a trabajar en la zona en el
año 2000. Según los Saramaka, entre las consecuencias de las operaciones de Tacoba y Jin Lin se incluyen
el deterioro de la calidad del agua y los bosques, la construcción de una red importante de caminos
secundarios, que contribuyó a la contaminación del agua y al aumento de la destrucción del bosque, la
disminución de animales de caza, la destrucción de granjas de subsistencia, la restricción del acceso de la
comunidad a áreas de caza, pesca y cultivo, y la intimidación ejercida por los empleados de la compañía.
El periódico estadounidense Philadelphia Inquirer informó sobre las actividades de las compañías madereras
en Surinam en su edición del 20 de mayo de 2001: “Era demasiado evidente [la degradación ambiental] al
caminar por la concesión de Jin Lin. La compañía abrió grandes caminos barrosos de cerca de 15 metros de
ancho en el bosque, hizo grandes pilas de tierra y creó pozos fétidos de agua verde y marrón. Se veían
árboles quebrados y rotos por todas partes, y las que alguna vez fueron parcelas de cultivo de camote, maní,
jengibre, mandioca, palma y banana plantadas en el bosque por los pobladores Maroon, eran hoyos llenos de
barro.”
Tres quejas fueron presentadas por los Saramaka entre octubre de 1999 y octubre de 2000, y ninguna de
ellas recibió respuesta. Llegaron a la conclusión de que la ley de Surinam estaba tan en su contra que sería
inútil recurrir a los tribunales. Entones decidieron solicitar la protección de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y presentaron una petición ante la misma en octubre de 2000, que actualmente está
pendiente de resolución.
Lo que sucede en Surinam es otro ejemplo de la internacionalización de las actividades de madereo
impulsadas por un modelo de consumo no sustentable. Es por eso que la ampliamente difundida prohibición
de madereo en China, en parte impulsada por inundaciones devastadoras relacionadas con la pérdida de
bosques, se ha traducido en apenas un cambio de escenario. Ahora las operaciones de suministro se realizan
en un país extranjero y la destrucción no se detendrá hasta que se aborde el otro extremo del proceso, es
decir, la demanda.
Artículo basado en: “Logging and Tribal Rights in Suriname”, por Fergus MacKay, Coordinador, Legal and
Human Rights Programme, Forest Peoples Programme, correo electrónico: [email protected] (El artículo
completo está disponible en: http://www.wrm.org.uy/countries/Surinam/logging.html )
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AFRICA
- Africa Central: Unión Europea principal responsable por deforestación
Aún cuando la condición de la Cuenca del Congo ha sido menos publicitada que la Amazonía, la
deforestación en los seis países que la conforman (Camerún, República Centroafricana, Congo, República del
Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón) es alarmante. El 11 de setiembre de 2001, Amigos de la Tierra y la ONG
Forests Monitor presentaron a la prensa varios estudios de caso sobre los impactos sociales, ambientales y
económicos de las empresas forestales europeas que realizan actividades en África Central (el estudio
completo en inglés “The need to control transnational forestry corporations: a European case study”, está en
la página Web http://www.forestsmonitor.org/reports/solddownriver/cover.htm, y en francés “La forêt prise en
otage”, en http://www.forestsmonitor.org/reports/priseenotage/cover.htm
La ONG Forest Monitor se ha dedicado a estudiar el caso de la Cuenca del Congo, para lo cual realizó un
estudio del impacto de las industrias europeas sobre los bosques. El estudio revela que más de 11 millones
de hectáreas son explotadas actualmente por empresas de capitales europeos, de las cuales la mayoría son
francesas. Además, Francia es el principal importador europeo de madera proveniente de la Cuenca del
Congo, con 19% de las importaciones.
Las prácticas de las empresas de los grupos franceses (Bolloré, Rougier, Thanry, Interwood, Pasquet) son
particularmente inquietantes. Dichas empresas generalmente operan sin ningún plan de manejo forestal y rara
vez respetan la legislación vigente. La explotación fuera de los límites de la concesión, la corta sin respetar
los diámetros mínimos de explotación establecidos, la explotación de especies amenazadas, son prácticas
corrientes para este conjunto de empresas.
Con relación a los retornos económicos y sociales de la explotación industrial, las conclusiones son
igualmente preocupantes. Los promotores de la industria forestal la presentan como la mejor opción de
desarrollo para los bosques de África Central, poniendo el acento en los beneficios directos que representa la
generación de empleo y por la construcción de infraestructura en la forma de escuelas, centros de atención
médica e iglesias. El informe revela una realidad más compleja y mucho menos positiva. En 1999, aún
cuando el valor de la madera importada por la Unión Europea proveniente de los países de África Central fue
de 609 millones de dólares, las comunidades locales muy poco o nada recibieron de ese dinero. Es así como
las grandes empresas europeas continúan apropiándose de los recursos forestales africanos.
Hoy en día, la Unión Europea es el principal importador de madera tropical proveniente de la Cuenca del
Congo, con el 63 por ciento de las importaciones (datos de 1999). “Los países europeos consumidores deben
reconocer su responsabilidad y adoptar medidas concretas para erradicar la producción y el comercio ilegal
de madera, entre otras cosas prohibiendo la importación de esa madera e imponiendo sanciones pecuniarias
gravosas a aquellas empresas europeas involucradas en ese tipo de comercio”, declaró Samuel Nguiffo, de
Amigos de la Tierra Camerún.
Artículo enviado por: Frederic Castell, Amigos de la Tierra-Francia, correo electrónico: [email protected]
inicio
- Camerún: consecuencias sociales y ambientales de la explotación forestal industrial.
En Camerún, como en muchos otros países del sur, se está viviendo un proceso de deforestación causado
directa e indirectamente por el madereo industrial intensivo. Este proceso es fomentado por lo general por
reformas políticas o préstamos de la Unión Europea, del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional o
la Organización Mundial de Comercio para la construcción de megaproyectos, como carreteras o represas.
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Como consecuencia de estas "ayudas internacionales para el desarrollo", la explotación ilegal de madera y la
caza comercial se han sumado rápidamente al madereo "legal", utilizando las nuevas carreteras como vías de
acceso a la selva. Los expertos prevén que ciertos grandes mamíferos de Camerún van a desaparecer a
corto plazo si no se acaba con esta caza. Casi todos los tipos de mamíferos y de reptiles se exponen en los
mercados urbanos. La carne de gorila y de elefante se vende a altos precios en los mejores restaurantes.
Teóricamente está prohibido cazar estas especies y vender la carne u otras partes de gorilas y chimpancés,
pero esta prohibición es ampliamente transgredida.
La explotación industrial de los bosques ha sido la verdadera prioridad de los programas de ajuste estructural
promovidos por el Banco Mundial. Basados en la promoción de productos destinados a la exportación (entre
los que la madera ocupa un lugar muy destacado) y en la rebaja de las tasas de exportación, estos
programas han jugado un importante papel en el incremento de las exportaciones de madera. Los resultados
han sido la expansión de la pobreza, el aumento del poder de la industria extranjera y la falta de control del
estado sobre la explotación de los recursos. La corrupción e ilegalidad en la explotación forestal en Camerún
está ampliamente extendida y los escasos controles favorecen las actividades ilegales en el sector forestal:
tala ilegal (fuera de los límites, sin autorización, con subcontratación, de árboles de diámetro inferior al
permitido, incumplimiento de las restricciones locales); falsas declaraciones (de la cantidad de producción de
madera, del volumen de madera en inventarios); recuperación ilegal de la madera embargada.
Aunque la producción de la madera ha conocido un gran crecimiento, los ingresos fiscales resultantes de la
actividad de este sector han caído. Para los controles sobre el terreno, los funcionarios dependen a menudo
de los camiones de las empresas forestales que les llevan ellas mismas a sus concesiones, lo que
obviamente no favorece la independencia de los controles.
En algunos pueblos, los habitantes bloquean los transportes de la madera porque las empresas no cumplen
sus promesas de construcción y/o de mejora de las infraestructuras locales. La ley prevé que el empresario
forestal debe organizar una reunión con la población local antes de que comience la explotación. Durante
estas reuniones, los empresarios forestales hacen promesas a la población (construcción de un centro de
salud, reparación de un puente, acondicionamiento de un campo de fútbol). Pero la materialización de estas
promesas se hace a menudo esperar, se realiza solo parcialmente o, directamente, está mal hecha.
El empleo directo generado por las empresas forestales es muy limitado para los llamados "Pigmeos" Bakas,
que son a menudo empleados durante algunos días por las empresas como prospectores para indicar las
especies de árboles con interés comercial. De esta manera participan inconscientemente en la destrucción de
su propio medio. Los trabajadores que operan en los parques de acopio de madera y en los aserraderos son
provistos de muy poca o ninguna ropa de protección (guantes, casco, máscaras para el polvo). La madera de
los aserraderos es a menudo tratada con productos tóxicos contra los parásitos y los hongos. Se trata a
menudo de pesticidas a base de lindano y de pentaclorofenol, prohibidos en Europa o cuyo uso está
sometido a medidas de seguridad muy estrictas. Los obreros que deben trabajar con estos productos no
suelen estar equipados con ropa de protección o están insuficientemente informados sobre los riesgos de
estas sustancias tóxicas. Los restos de estos insecticidas y fungicidas tóxicos son simplemente tirados
después de su uso. Aunque evidente, la importancia de la contaminación de las aguas y del suelo por la
presencia de pesticidas no ha sido nunca investigada.
Debido a su estricta dependencia de los bosques primarios, los "Pigmeos" son las principales víctimas de la
explotación forestal en Camerún. Según las estimaciones, a fines de los 90, aproximadamente 3.400 Bakolas
viven en el sudoeste y 40.000 Bakas en los bosques ecuatoriales del sur y del sudeste de Camerún. En la
región de Yokadouma-Moloundou, los Bakas son incluso más numerosos que los Bantúes. Como sus
derechos territoriales no están reconocidos por las autoridades, no pueden defenderse contra la expansión
actual de la tala industrial en el este de Camerún.
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Las actividades madereras, desarrolladas tanto por compañías nacionales como extranjeras, se centran en
unas pocas especies de madera de alta calidad (ayous, sapelli, azobé, tali) que monopolizan el 60% de las
exportaciones de madera. Algunas especies de árboles, como el moabi y el bubinga, constituyen a menudo
un importante punto de referencia en el bosque (por su gran tamaño), además de los usos culturales
tradicionales que los lugareños o los "pigmeos" dan a éstas y otras especies de árboles. La ley prohíbe la tala
de los moabis en un radio de 5 km. alrededor de los pueblos, pero es abiertamente violada por los
madereros. Los bubingas más antiguos tienen un papel social importante en la vida del pueblo: reuniones
populares y asambleas locales se organizan debajo de estos árboles, donde los problemas de los lugareños
se discuten. Los moabis producen un aceite de gran calidad, el único aceite alimenticio producido en esta
región forestal. La producción de este aceite proporciona mucho más provecho que la tala de la madera. Su
corteza sirve para la fabricación de numerosos medicamentos para curar hernias, dolores de espalda y otras
enfermedades.
En definitiva, la tala comercial en Camerún (legal e ilegal), está afectando gravemente al ecosistema y por
ende a los pueblos que habitan los bosques. Los beneficios para la población local son mínimos e incluso el
cumplimiento de las promesas hechas por las empresas en materia de mejoras en la infraestructura local
depende de la movilización de la gente. El empleo generado es escaso y peligroso. Quienes se benefician
son obviamente las empresas madereras y los intermediarios entre la corta y el consumidor europeo. Y a
esto le llaman desarrollo.
Artículo basado en el informe "El asedio a los bosques tropicales de Camerún", Greenpeace España, abril
2000, http://www.greenpeace.es/Ftp%20web/Documental/descarga/forest-camerun.doc
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ASIA
- Camboya: concesiones madereras versus bosques comunitarios
El madereo excesivo ha sido identificado como uno de los problemas ambientales más importantes de
Camboya. Desde los años 90, el sector de la madera, aplicando el modelo de manejo forestal globalizado que
prioriza el beneficio financiero a corto plazo por sobre la estabilidad ecológica, explota agresivamente los
bosques camboyanos. Prácticamente todas las zonas de bosques, salvo las áreas protegidas, han sido
asignadas en concesión principalmente a compañías extranjeras. Además, a mediados de los noventa se
desató el madereo no controlado e ilegal a gran escala en todo el país. Se estima que el 90% de las
actividades de madereo realizadas en 1997 fueron ilegales.
Una revisión del sector forestal financiada por el Banco Asiático de Desarrollo realizada en 1999 y publicada
en 2000 describe la situación como una “falla total del sistema”. El informe expresa que “El escenario es claro:
la industria desea cubrir sus costos de inversión rápidamente y seguir obteniendo ganancias mientras duren
los recursos. Al permitir ese nivel de explotación forestal, Camboya muestra un ejemplo clásico de utilización
inadecuada de los recursos forestales. A corto plazo el país puede pasar de exportador neto de madera a
importador neto”.
Frente a la posibilidad de una moratoria del madereo, la industria de la madera optó por un “proceso de
reestructuración voluntaria”, que incluyó la renegociación de contratos incluyendo definiciones claras sobre
las responsabilidades y derechos de la industria y el gobierno, el pago de depósitos atrasados y regalías
mínimas y la presentación de planes de manejo nuevos según las normas establecidas en un nuevo modelo
de contrato de concesión.
Sin embargo, las estructuras creadas para asegurar un control creíble y la aplicación de la ley resultaron ser
totalmente inadecuadas. Desde el anuncio del Primer Ministro en 1999 sobre la aplicación de medidas
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enérgicas contra el madereo ilegal, el organismo gubernamental a cargo básicamente adoptó la posición de
que Camboya ya está libre de ese problema. Actualmente se considera madereo ilegal al robo de madera a
pequeña escala, que todavía está difundido y que, de vez en cuando, es combatido públicamente por las
autoridades. Las medidas de aplicación de la ley hasta el momento no han apuntado a las empresas
organizadas y muy raramente al personal militar involucrado.
La creación del Proyecto de Control de Delitos Forestales no ha colmado las expectativas, en parte debido a
fallas técnicas y lógicas de instalación, pero principalmente debido a la falta de apoyo institucional y voluntad
política por parte del gobierno. Los organismos a cargo carecen de capacidad y motivación para seguir en
forma coherente el progreso o los puntos débiles del proceso de reforma. La capacidad interna del país de
llevar adelante y supervisar el proceso fue y es extremadamente limitada. En especial el enfoque del Banco
Mundial, centrado en el madereo “ilegal” en vez de en la reducción activa de las fallas subyacentes del
sistema, ha disminuido el impulso de los cambios desde 1999.
Un panel internacional de expertos encargado de revisar la evaluación del sector, destacó los hallazgos del
informe, pero resaltó explícitamente que el mismo se concentra en gran medida en una visión estrecha de la
actividad forestal considerada desde la perspectiva de ingeniería y cosecha de madera, y que no aborda en
forma adecuada temas estratégicos generales de planificación del uso de la tierra, como el manejo
comunitario de bosques o los valores ambientales y sociales, que son componentes esenciales de la
planificación del manejo forestal.
Se reconocen cada vez más los valores y beneficios de un enfoque y comprensión diferentes del “manejo
forestal” para las comunidades locales y también para el desarrollo económico y social en general de los
países en desarrollo.
El concepto de concesiones de madereo industrial para hacer uso de los recursos de madera tropical, creado
en los años setenta, especialmente cuando intervienen compañías extranjeras, ha demostrado ser muy poco
satisfactorio y en algunos casos desastroso en muchos países de la región y de otras partes del mundo.
En el caso de Camboya, resulta promisorio que después de varios años de preparaciones, falsos comienzos y
pretextos, finalmente se esté imponiendo una nueva pre-licenciatura en Forestería Comunitaria. La
experiencia con el Proyecto de Control de Delitos Forestales ha demostrado que las comunidades juegan un
papel fundamental en el control y salvaguardia de los bosques de Camboya. Al verse enfrentadas a la
destrucción y la pérdida de sus fuentes de sustento, las comunidades están comenzando a organizarse para
realizar sus reclamos, manifestaciones y confrontaciones directas con la industria maderera y los militares, en
ocasiones con resultados sorpresivamente exitosos.
Este es el momento para que el gobierno de Camboya y la comunidad internacional promuevan y apoyen en
forma activa este proceso.
Artículo basado en información obtenida de: “Cambodia: The Forestry Sector Reform and the Myth of a
Sustainable Logging Industry”, por Marcus Hardtke, Global Witness Phnom Penh (el informe completo está
disponible en: http://www.oneworld.org/globalwitness/reports/credibility/credibility.htm
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- Indonesia: prohibición de exportación de troncos genera pocas expectativas
El Ministro de Bosques recientemente designado M. Prakosa y el Ministro de Industria y Comercio Rini M.S.
Suwandi anunciaron una moratoria de la exportación de troncos y astillas de madera en octubre, para
“salvaguardar la conservación de los bosques de Indonesia”.
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Diciembre 2001
Esta medida, contraria a la estrategia de recuperación económica del FMI para Indonesia, se considera
también como un intento de rescatar a las industrias nacionales de celulosa y madera de Indonesia,
asegurándoles el suministro de materia prima. La madera indonesia contrabandeada a otros países como
China y Malasia permite a esos países ofrecer precios más bajos que Indonesia en los mercados
internacionales de madera contrachapada y otros productos de madera.
La nueva prohibición significará un impulso para la industria maderera del país, que posee un alto nivel de
endeudamiento, y para los magnates de la madera, cuyos negocios sufren el problema de la falta de materia
prima. Un total de 128 compañías están bajo el control de la Agencia Indonesia para la Reestructura Bancaria
(IBRA). No se ha cumplido un compromiso previo de cerrar la mitad de estas compañías.
Resulta una incógnita si la prohibición de la exportación ayudará a combatir el contrabando de madera. No es
probable que se reduzca el contrabando si no se efectúan cambios en la fuerza policial, el aparato de
gobierno y los tribunales de justicia, todas estructuras notoriamente corruptas.
El nuevo ministro ha prometido iniciar una reforma completa del sistema de concesiones madereras, y
continuar instrumentando planes para abordar el problema de la sobrecapacidad de la industria de la madera.
Pero los ministros anteriores también hicieron promesas similares que han tenido pocos resultados. Por sí
sola, la prohibición no abordará las causas subyacentes de la pérdida de bosques. Una vez más, los
enfoques reduccionistas no logran abordar un problema que no es más que otra expresión de un modelo de
producción, comercio y consumo no sustentables.
Artículo basado en información obtenida de: Down to Earth, International Campaign for Ecological Justice in
Indonesia, Newsletter No. 51, noviembre de 2001, correo electrónico: [email protected], www.gn.apc.org/dte
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OCEANIA
- Papúa Nueva Guinea: el pueblo ausente en proyecto del Banco Mundial sobre Manejo y
Conservación de Bosques
Es bien sabido que el Banco Mundial ha jugado un papel fundamental en la destrucción de los bosques
tropicales del mundo financiando proyectos destructivos. La decisión de aprobar un controvertido proyecto
forestal parece demostrar que el Banco está todavía lejos de abrazar verdaderamente la conservación y el
manejo participativo de los bosques.
De acuerdo a la información de su sitio web, ayer el Banco aprobó un préstamo para el Proyecto sobre
Manejo y Conservación de Bosques en Papua Nueva Guinea cuyos objetivos supuestamente son “fortalecer
la capacidad de los pueblos a nivel local, los gobiernos y las entidades no gubernamentales para manejar y
conservar los recursos de los bosques de PNG de forma más sustentable”. A pesar de estas hermosas
palabras, durante los últimos días las ONGs de todo el mundo han estado realizando una campaña contra la
aprobación de este proyecto.
Las razones por las cuales se oponen las ONG surgen en primer lugar del hecho de que cuando el gobierno
de Papua Nueva Guinea aceptó el primer Préstamo de Ajuste Estructural del Banco Mundial, se acordó una
moratoria a las nuevas concesiones madereras hasta que todo el sector forestal estuviese adecuadamente
reformado. El Gobierno no ha cumplido con este compromiso al que se obligaba en función de las
condiciones de este primer préstamo y durante la moratoria se iniciaron distintas operaciones madereras,
violando así los términos establecidos por el Banco Mundial.
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BOLETIN 53 del WRM
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En respuesta a lo expuesto, los propietarios de las tierras de PNG presentaron una queja ante el Panel de
Inspección del Banco Mundial, reclamando que habían perdido sus tierras y bosques estando el gobierno
contractualmente obligado con el Banco Mundial a mejorar la administración del bosque y a no comenzar
nuevas operaciones madereras. El Centro de Legislación Ambiental y Derechos Comunitarios (Centre of
Environmental Law and Community Rights Inc). presentó este reclamo en representación de los propietarios
de tierras a lo largo del Camino de Kiunga Aiambak en la Provincia del Oeste. Esta es una de las varias áreas
en las que se ha practicado el madereo ilegal durante el período en que el gobierno de PNG ha estado
obligado a ejecutar una moratoria como parte de las condiciones del préstamo. El madereo ilegal realizado a
lo largo del Camino de Kiunga Aiambak ha producido graves daños ambientales en tanto que troncos por
valor de millones de kinas han sido ilegalmente talados. Las protestas de los propietarios de tierras les han
llevado a prisión, al maltrato y a la tortura.
Por otra parte, las ONGs también se oponen a este proyecto del Banco Mundial recientemente aprobado,
porque el desembolso del pago final del préstamo se realiza sin que se mantenga la moratoria, contraviniendo
así el Banco tanto las disposiciones contractuales del préstamo como sus propias directrices operacionales.
Este incumplimiento en el seguimiento de sus propias políticas se produce al mismo tiempo en que propone
un proyecto de reforma del sector forestal. El proyecto sobre Manejo y Conservación de Bosques incluye un
importante fondo fiduciario para respaldar a los proyectos de base comunitaria que protegen la diversidad
biológica, pero no hace nada para asegurar su estatus legal. El proyecto no respalda la generación de
políticas para fomentar los esfuerzos de manejo forestal ecológic de base comunitario que buscan la
sustentabilidad ecológica, la propiedad local y el desarrollo de la comunidad. Por este motivo, las ONGs han
destacado la necesidad de reforzar estos aspectos en el proyecto como prerequisito a dar su respaldo al
mismo. La moratoria debe mantenerse y el proyecto forestal debe ser modificado para incluir el respaldo a
otros de tipos de manejo forestal distintos del madereo industrial destinado a la exportación.
A la fecha no hay información disponible sobre si el Banco ha modificado o no el proyecto para incluir estos
temas ni sobre si insistirá o no en el cumplimiento de la moratoria de madereo que fuera acordada.
Artículo basado en información obtenida de: World Bank Fails to Enforce Logging Moratorium, enviado por
Glenn Barry, correo electrónico: [email protected] ;
http://www.worldbank.org/html/extdr/newprojects/lc2002163.htm#png
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