Intervención de Juan Goyen

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Señoras y señores parlamentarios, buenos días.
Queremos, en primer lugar, agradecer al Grupo Parlamentario Socialista la oportunidad que
nos ha brindado a los dos sindicatos mayoritarios de Navarra de exponer ante esta Comisión
nuestra opinión sobre el informe elaborado por la Cámara de Comptos en relación a la gestión
de los fondos públicos del Plan de Empleo de Navarra destinados a impulsar Políticas Activas
de Empleo y a la mejora de la calidad del empleo.
Y queremos aprovechar esta oportunidad para despejar, de una vez por todas, las dudas que
se han sembrado en la opinión pública, y que, a la vista del mencionado informe, también han
calado en algunas de nuestras instituciones, sobre el uso que las organizaciones sindicales
hacemos de dichos fondos públicos, en general, y en particular de los destinados a la
formación de los trabajadores, a partir de un sinfín de falsedades, manipulaciones y patrañas,
que forman parte de la campaña desestabilizadora, antidemocrática y anticonstitucional, de
acoso y derribo al sindicalismo de clase en este país, puesta en marcha desde terminales
políticas y mediáticas reaccionarias, y que, desgraciadamente, cuenta en nuestra tierra con la
colaboración interesada de sindicatos que no comparten el modelo de relaciones laborales
que hemos venido construyendo desde el final de la Dictadura.
Creemos necesario, por tanto, remontarnos a los inicios del proceso de democratización de las
relaciones laborales en Navarra, a la filosofía de la que tratamos de impregnarla las dos
organizaciones sindicales aquí presentes y al desarrollo que, a partir de dichas bases, ha tenido
nuestro marco de relaciones laborales, que, como todos ustedes saben, se sostiene o se ha
venido sosteniendo sobre el diálogo y la concertación social. Suelen decir algunos de ustedes,
juristas de profesión, que más vale un mal acuerdo que un buen pleito. Nosotros, a partir de la
experiencia acumulada en los últimos años del franquismo y los primeros del periodo
democrático, eliminando calificativos, también llegamos a la conclusión de que siempre es
mejor el acuerdo que el conflicto, aunque, a veces, este último sea inevitable.
Por eso, nuestra apuesta por el diálogo y la concertación social como forma de canalizar el
conflicto entre intereses contrapuestos, desde bases democráticas, se resume en una palabra:
cogestión.
La cogestión o gestión compartida de los espacios en los que confluimos las organizaciones
representativas del capital y del trabajo es la filosofía que los sindicatos mayoritarios hemos
tratado de implantar en la construcción del marco de relaciones laborales hoy vigente en
nuestra Comunidad.
Partimos de la experiencia adquirida durante el durísimo proceso de reconversión industrial
que tuvimos que afrontar en los años 80 del pasado siglo, que significó la modernización y el
asentamiento del tejido industrial de Navarra, pero que requirió una implicación sindical,
empresarial y gubernamental inédita hasta entonces.
Desde el punto de vista sindical, aquel proceso de reconversión configuró una nueva forma de
hacer sindicalismo, transformando el modelo de pura confrontación y resistencia en otro
modelo de implicación, propuesta y alternativa, en el que la confrontación y el conflicto
dejaron de ser un fin para convertirse en un medio al que recurrir cuando hubieran fallado
todas las demás vías.
Es verdad que no todas las organizaciones sindicales recorrieron ese camino, que durante
estas tres últimas décadas se ha mostrado como el más eficaz a la hora de defender los
intereses de la clase trabajadora, como también lo es que alguna organización sindical de larga
tradición democrática, que inició con nosotros esta ruta, posteriormente se dio la vuelta para
abrazar un modelo que nunca fue el suyo, que nosotros consideramos infructuoso y que no
tiene parangón en el marco europeo, ni en la propia Confederación Europea de Sindicatos.
En todo caso, quienes defendemos y hemos contribuido activamente a la construcción del
actual marco de relaciones laborales de Navarra representamos a la mayoría absoluta de los
trabajadores y trabajadoras de nuestra Comunidad, que vienen respaldando de forma
continua con su voto libre y secreto en las elecciones sindicales este modelo de relaciones
laborales, basado en la corresponsabilidad de las partes, que hemos denominado cogestión.
El desarrollo de este modelo tuvo su plasmación material en el Acuerdo Intersectorial de
Navarra sobre relaciones laborales, suscrito por la CEN, la UGT y CCOO el 8 de junio de 1995.
En la negociación de aquel acuerdo también participaron, y hasta el final, ELA y LAB, pero la
decisión de sus órganos de dirección centrales impidió la firma de sus representantes en
Navarra, marcando, muy a nuestro pesar, el inicio de la ruptura sindical en dos bloques y la
autoexclusión, nunca la marginación por nuestra parte, de ambos sindicatos del desarrollo del
Acuerdo Intersectorial y de la participación en los diferentes organismos y programas de
actuación derivados del citado Acuerdo.
Porque siendo cierto que con arreglo a la normativa vigente ELA y LAB no tienen en Navarra la
consideración de sindicatos más representativos, también lo es que su momento no se produjo
veto alguno por parte de quienes sí tenemos reconocida dicha condición a la hora de participar
en la negociación del Acuerdo Intersectorial.
Éstas y no otras son las razones por las que unos sindicatos participamos y otros no en los
organismos que conformó el Acuerdo y en la elaboración y gestión de los diferentes programas
derivados de los sucesivos Planes de Empleo de Navarra. Todo lo demás, el jugar al victimismo,
con el argumento de la marginación, mientras a la vez se recurre a la descalificación, con
acusaciones insultantes y groseras de pesebrismo, docilidad, entreguismo, compadreo, etc.,
sólo responde a una estrategia partidista para condicionar la competencia electoral, a partir de
un modelo que subordina la defensa de los intereses de los trabajadores a las exigencias
rupturistas de la estrategia política del independentismo vasco.
Que una institución como la Cámara de Comptos, a la que se presupone un posicionamiento
política y sindicalmente neutral, cuyo cometido es la fiscalización económica y financiera del
sector público, se preste por desconocimiento o, lo que sería mucho peor, por razones de otro
carácter, a dar carta de naturaleza a este tipo de maniobras dirigidas a ensuciar la trayectoria y
el trabajo que desarrollamos las organizaciones sindicales más representativas de Navarra, en
el marco de los acuerdos suscritos con la patronal y el Gobierno de Navarra, nos parece muy
preocupante.
Y digo esto a partir de una lectura atenta y sosegada del desafortunado informe elaborado por
nuestro Tribunal de Cuentas. Entrar a rebatir los innumerables comentarios políticamente
sesgados y técnicamente desenfocados de un informe ambiguo, que no cumple el cometido
que lo justifica, es decir, clarificar si las actividades llevadas a cabo por los dos sindicatos aquí
presentes y por la CEN en el marco del Plan de Empleo se ajustan o no a derecho, es decir,
cumplen o no con la normativa vigente, haría interminable esta comparecencia. Si aclara el
informe que nuestra gestión no tiene peros, pero como esto no es noticia, se aventuran
opiniones discutibles y se insinúan juicios que exceden el cometido propio de la institución.
Por tanto, me centraré en los aspectos, a nuestro juicio, más polémicos y de fondo, que dan al
informe un sesgo político que no debiera tener, dejando para el turno de preguntas las
apreciaciones de carácter más técnico, que remachan el desenfoque global con el que la
Cámara de Comptos ha abordado este asunto.
Empezaré por señalar que el informe confunde las subvenciones públicas, es decir, las
transferencias de recursos públicos recaudados a través de impuestos a empresas privadas e
instituciones sin ánimo de lucro, como es nuestro caso, con los fondos procedentes de las
cuotas que empresas y trabajadores, en este caso mediante retención en nómina, para
destinarlas a la formación profesional.
Y es que, en este segundo supuesto, no estamos hablando de subvenciones, sino de unos
recursos generados por empresas y trabajadores para un fin concreto, que es la formación
profesional, que las organizaciones empresariales y sindicales más representativas tenemos el
derecho de gestionar, siguiendo el precepto constitucional que recoge el artículo 7 de nuestra
Carta Magna y que nos atribuye “la defensa y promoción de los intereses económicos y
sociales” que nos son propios.
Como consecuencia, cuando cogestionamos la formación, lo que estamos haciendo en buena
medida es convertir recursos económicos que hemos generado nosotros mismos en acciones
que contribuyan a mejorar la empleabilidad de los trabajadores y, por tanto, la competitividad
de las empresas.
La UGT no ha recibido 21 millones en subvenciones y ayudas, como parece desprenderse del
informe. Lo que hemos hecho es acordar con el Gobierno de Navarra una serie de programas
en materia de Política Activas de Empleo o de políticas dirigidas a la mejora de la calidad del
empleo, relacionadas con la orientación, prospección, intermediación e inserción socio-laboral,
así como la formación profesional para el empleo, la cualificación y certificación profesional,
los proyectos integrados de orientación y formación con integración el mundo laboral, la salud
laboral, la igualdad, la preservación del entorno medio ambiental, etc.
Todas estas políticas han estado dirigidas al conjunto de la población activa de Navarra, a
todos los trabajadores y trabajadoras, con o sin empleo, afiliados a nuestro sindicato, a otras
organizaciones o no afiliados a ningún sindicato.
Y todos estos programas y las miles de acciones contenidas en los mismos están contabilizados
en las memorias técnicas que presentamos anualmente y archivados en el Servicio Navarro de
Empleo y en el Departamento de Trabajo del Gobierno de Navarra.
Además, el desembolso de los recursos públicos correspondientes se ha realizado siempre
previa justificación estricta de que hemos efectuado, por nuestra parte, el pago previo de los
gastos generados para llevar a cabo las acciones por las organizaciones participantes, con la
intervención y auditoría del pago de dicho gasto a cargo del personal técnico del
Departamento de Economía y Hacienda, y de otros externos a dicho Departamento, y con
arreglo a las leyes estatales y forales de subvenciones, a través de partidas concretas
habilitadas en los Presupuestos Generales de Navarra y aprobadas por sus señorías año tras
año.
Y todo esto es lo que la Cámara de Comptos debe acreditar y lo que después de una revisión
pormenorizada ha constatado. ¿Hay algún párrafo en el informe que diga que nuestra gestión
de los fondos no ha sido “inmaculada”? Y si estos fondos están bien ejecutados y justificados,
sin beneficio alguno que, por otra parte, la ley de subvenciones no permite, ¿dónde está el
pesebre?
El resultado indiscutible de estas acciones, más allá de la mayor o menor satisfacción e incluso
de la frustración que nos produce la situación actual de nuestro mercado de trabajo, es que la
población activa de Navarra tiene en este momento el más alto nivel de empleabilidad de
España, que nuestras empresas son más competitivas que las del resto del país y que nuestra
tasa de paro, que ha alcanzado cotas inasumibles durante estos años de crisis, sigue siendo la
más baja del conjunto del Estado.
Dicho esto, expondré brevemente el posicionamiento de nuestras dos organizaciones
sindicales a algunas apreciaciones concretas que realiza el informe.
En primer lugar, el informe transmite la impresión de que la evolución de los recursos
económicos asignados a los programas y acciones que fiscaliza es excesiva en la cuantía del
gasto, limitándose a señalar que los gastos e ingresos representan en el año 2010, respecto al
año 2005, un incremento del 28% y del 58%, respectivamente.
Pensamos que el rigor exigible a un informe de estas características debiera haber llevado a
sus autores a exponer la evolución anual y a explicar las razones.
Con relación al incremento del gasto en un 28%, hay que señalar que dicho aumento se debe a
tres motivos:
-
En primer lugar, la mayor aportación del Gobierno de Navarra a los Centros Especiales
de Empleo, fundamentalmente para cubrir el déficit presupuestario.
-
En segundo, el incremento de programas financiados por el Estado para Políticas
Activas de Empleo, para el Plan Extraordinario de Orientación y para reforzar los
Servicios Públicos de Empleo.
-
Y finalmente las medidas anticrísis aprobadas por el Gobierno de Navarra.
Y en cuanto a los ingresos, nos parece necesario clarificar las siguientes cuestiones:
-
Por un lado, el aumento de los fondos estatales en un 69,77% y la mayor dotación de
fondos forales para la financiación de Políticas Activas de Empleo (excluyendo los
Centros Especiales de Empleo), que se incrementan en un 5,58%.
-
Pero en sentido contrario, la reducción de la financiación regional de las Políticas
Activas de Empleo, que ha pasado de representar un 41% del total en 2005 a un 33%
en 2010. Incluso el porcentaje de este último año fue menor, ya que un paquete de
medidas forales anticrisis se puso en marcha de forma coyuntural en dicho año 2010.
Por otro lado, el informe analiza la formación dirigida a desempleados y a ocupados,
deslizando críticas a la falta de concurrencia en la concesión de la formación dirigida a este
segundo colectivo y vinculando erróneamente esta falta de concurrencia con un mayor coste,
cuando, en ambos casos, la concurrencia viene establecida por la normativa estatal y el precio
del módulo también viene fijado por el tipo de curso y no por la condición de empleado o
desempleado a quien va dirigido.
Otro aspecto del informe que, en nuestra opinión, busca alimentar la polémica es considerar
un conflicto de intereses el hecho de que las organizaciones empresariales y sindicales más
representativas que participan en los órganos de dirección del Servicio Navarro de Empleo, al
mismo tiempo resulten adjudicatarias de la ejecución de programas.
En este sentido, nos parece obligado aclarar que las organizaciones que participamos en el
Consejo de Gobierno, de acuerdo con el artículo 5 de los Estatutos del Servicio Navarro de
Empleo, tomamos decisiones sobre aspectos estratégicos, presupuestarios y de control de la
gestión, pero no participamos en cuestiones consultivas ni de gestión, que corresponden a las
unidades administrativas del Servicio.
Olvida el informe que gran parte de la normativa aplicable es estatal y que tanto los convenios
como las convocatorias aprobadas deben cumplir con la Ley de Subvenciones, además de ser
fiscalizadas por la Intervención.
Respecto a la imputación que el informe realiza sobre la exclusión del resto de organizaciones,
creo que ya hemos aclarado suficientemente las razones de la participación de unas
organizaciones y no de otras en las entidades derivadas del Acuerdo Intersectorial. Pero en lo
relacionado con las diferentes convocatorias, su regulación, más allá de la opinión que desliza
el informe, que en cualquier caso excede a su competencia, se rige por la normativa vigente y
el Servicio Navarro de Empleo no puede modificar las bases reguladoras estatales en ninguno
de sus aspectos.
Hay un capítulo de informe que denota con meridiana claridad el desconocimiento con el que
el órgano fiscalizador se aproximado a esta materia y que se plasma en el siguiente párrafo
que cito textualmente: “En los últimos meses se está modificando el sistema de cursos por el
de otorgar certificados de profesionalidad, es decir, una especie de titulación de formación
profesional adquirida fuera de las titulaciones educativas”.
Debiera saber la Cámara de Comptos que la Estrategia Española de Empleo desarrolla en su
punto 5.2. la formación y recualificación, que define esta política activa de empleo como “el
conjunto de acciones y medidas de aprendizaje, formación, recualificación o reciclaje
profesional incluidas en el subsistema de formación profesional para el empleo, que tiene por
objeto impulsar y extender entre las empresas y los trabajadores ocupados y desempleados
una formación que responda a sus necesidades y contribuya al desarrollo de una economía
basada en el conocimiento”.
Pues bien, dicha estrategia vincula a la oferta formativa la obtención de los Certificados de
Profesionalidad. Por eso resulta curiosa la definición que el informe realiza sobre este aspecto,
con expresiones como “se está modificando el sistema” o “una especio de titulación”, que
desprenden una notable falta de información sobre algo tan importante como el Sistema
Nacional de las Cualificaciones, que en el informe queda completamente desdibujado.
En definitiva, y para no alargar más esta intervención, pensamos que la Cámara de Comptos,
en este informe, se ha extralimitado claramente de lo que son sus competencias de
fiscalización económica y financiera de las cuentas públicas, para adentrarse en el terreno de la
valoración política del funcionamiento del Servicio Navarro de Empleo, perdiendo por el
camino la imparcialidad, objetividad y profesionalidad que se presupone a este prestigioso
órgano fiscalizador. Y con ello, ha contribuido, consciente o inconscientemente, a la campaña
de descalificación y descrédito de las organizaciones sindicales que, como he señalado al
comienzo de esta intervención, llevan a cabo desde hace tiempo los sectores más
antidemocráticos y reaccionarios de este país.
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