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9LA SENTENCIA “IBARRETXE”
(J. Gabriel de Mariscal)*
SUMARIO
I.- El contenido de la Sentencia
II.-Recopilación resumida de los hechos
III.- Insuficiencias del contenido de la Sentencia.
2.1) Insuficiencias relativas a los Magistrados de instancia que
dieron lugar a la incoación y continuación del proceso
a) La ley
b) Doctrina jurisprudencial sobre el particular
-Introducción
-Los textos jurisprudenciales
-Resumen esquemático de la doctrina de estas
Sentencias
c) A la luz de las normas y de la doctrina
jurisprudencial que las interpreta, análisis de los hechos antes
relacionados que imputa la Sentencia Ibarretxe a determinados
Magistrados del TSJPV
2.2) Insuficiencias en relación con las consecuencias jurídicas
que deben afectar a los querellantes
IV. Consecuencias de las insuficiencias examinadas.
4.1.- En relación con los Magistrados afectados
4.2.- En relación con los querellantes.-
1
Sobre la Sentencia del Tribunal Supremo de 20 de enero de 2010 que, en
aras de la brevedad, llamaremos ‘Sentencia Ibarretxe’, hay que decir no pocas
cosas. Intentaré exponer seguidamente el contenido de la Sentencia, resumir los
hechos que en ella se afirman, analizar las posibles insuficiencias de tal
resolución, y extraer de todo ello las consecuencias jurídicas que yo estimo
ajustadas a derecho y, por tanto, necesarias.
I.- El contenido de la Sentencia.Ante todo mi absoluto acuerdo con la declaración de inexistencia de tipo
delictivo en las conversaciones de los encartados. Asunto, a mi juicio, de primer
año de derecho.
También me parece correcta la reflexión jurídica que hace la sentencia
sobre la legitimación de la acusación popular para seguir el procedimiento aun
sin la colaboración del Ministerio Fiscal.
No me parece acertada la regulación que la Ley Procesal Penal hace de la
acción popular. El artículo 125 de la Constitución es una norma absolutamente
general, que requiere desarrollo legal. Pero los artículos 101 y 270,
fundamentales como hipotético desarrollo de la norma constitucional, no
desarrollan nada. Se limitan a repetir la declaración general. Esto es parecido a lo
que, hablando de la huelga, decía tiempo ha un sindicalista: la mejor ley de
huelga es la que no existe. ¡Claro! No cabe nada mejor que dejar gateras abiertas
para que cada uno procure hacer lo que le dé la gana sin la menor consideración
del interés general, ni límite normativo que lo proteja. Pues bien, siguiendo con
la falta de desarrollo de la acción popular, el alambicado Voto Particular que
acompaña a la Sentencia, es una prueba de una sola de las gateras de esa ausencia
de regulación adecuada de la acción popular: la que permite justificar el
sobreseimiento del procedimiento porque no acusan ni el Fiscal, ni la acusación
privada -digamos el asunto Botín- y también lo contrario: negar la posibilidad de
tal sobreseimiento. Hay más gateras abiertas, como vamos a ver más adelante.
El aludido voto trata de si el art. 782.1 LECr incluye o no en su texto a la
acusación popular, y si, en caso negativo, esto supondría una regulación diferente
del procedimiento abreviado y del procedimiento ordinario. Éste último prevé en
términos generales al ‘querellante’ (arts. 642, 644, 645, etc. LECr) y, por tanto,
en ese término van incluidos, sin duda, la acusación privada y la acusación
popular: ambas son querellantes. Pues bien, el alarde de compleja elucubración
jurídica que el voto mencionado dedica al asunto, –muy atinada particularmente
al destacar la contradicción existente entre las dos interpretaciones que del art.
782.1 LECr ha hecho el Tribunal Supremo-, sería absolutamente innecesario con
una regulación pertinente de la acción popular, y una redacción adecuada de las
normas que la afectan. Bastaría sustituír en la primera línea del art. 782.1
2
“acusación particular” por “querellante”, o, más claro aún, por “todos los
querellantes”que incluyen la acusación privada y la popular, y dar coherencia con
dicha regulación a las demás normas vinculadas a ella..
Otras gateras abiertas en la regulación de la acción popular son, p.e., la
ausencia de requisitos determinados y estrictos que legitimen su ejercicio, la
ausencia de una regulación de los plazos para su ejercicio -dada la naturaleza de
la acción, deben ser, en mi opinión, mucho más breves que los habituales-, y el
silencio normativo total sobre las necesarias consecuencias jurídicas, civiles y
penales, de su ejercicio arbitrario o carente de fundamento, entre otras posibles
lagunas.
Del contenido de esta Sentencia son destacables los siguientes principios:
1.- El ya aludido de la legitimación de la acusación popular para pedir la
apertura del juicio oral en ausencia de acusación del Ministerio Fiscal y de la
acusación privada, que, en cuanto problema, deriva de este defecto de
regulación y ha permitido a los denunciantes formular un motivo de casación
solicitando que se les reconozca dicha legitimación para no aceptar el
sobreseimiento y pedir la apertura del juicio oral. La Sala ha tenido que aceptar el
motivo y les ha reconocido esa legitimación (Fundamento jurídico segundo)
2.- -Sobre la vinculación de los jueces a la jurisprudencia, esto es, a “la
interpretación que de la norma realice el Tribunal Supremo”. “Es obvio, dice la
Sentencia- que las normas pueden tener distintos significados en función de los
distintos criterios interpretativos empleados y las distintas realidades a las que se
aplican, pero lo relevante es que esa aplicación de la norma sea uniforme por
todos los órganos jurisdiccionales y poder asegurar la vigencia del derecho
fundamental a la igualdad, la satisfacción de la seguridad jurídica, la
previsibilidad en la aplicación del derecho y, en definitiva, la unidad del
ordenamiento y la vigencia del principio de legalidad.” Esto –sigue diciendo la
Sentencia- “es compatible con la evolución necesaria de la jurisprudencia a
través de las disensiones”, pero la disensión “requerirá una específica
motivación para justificar la desvinculación” respecto de la jurisprudencia
aludida. Este principio sirve para fundamentar la admisión de la legitimación de
los denunciantes para pedir la apertura del juicio oral, puesto que la Sala de
instancia no había justificado por qué acepta una de las dos doctrina del Tribunal
Supremo sobre el art. 782.1 LECr, y no menciona siquiera la otra. (Fundamento
de derecho segundo)
3.- Sobre la calificación de la cuestión de fondo. Dice la Sala que tanto la
representación del Lehendakari, como el Ministerio Fiscal interesaron el
sobreseimiento de la causa por falta de tipicidad de los hechos de la acusación
asrgumentando “con transcripción de resoluciones de esta Sala que en supuestos
coincidentes con el que es objeto de la acción ejercitada determinó la falta de
tipicidad del hecho, y acordaron el sobreseimiento de la querella presentada
contra el Presidente del Gobierno”. Y añade la Sala, entre otras cosas, que “la
falta de tipicidad es tan patente que estar sentado en el banquillo de los
acusados, por hechos atípicos de acuerdo a la reiterada jurisprudencia, lesiona
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los derechos fundamentales que invoca el [encartado recurrente] para pedir el
sobreseimiento de la causa”.
4.- -Sobre la posibilidad de adherirse a un recurso, aun cuando la parte
adherente no sufra gravamen por la Sentencia recurrida, es decir, cuando, si es
reo, no ha sido condenado, y si es acusación, ha obtenido una Sentencia acorde a
su petición, aun cuando por fundamentos distintos a los alegados. La
representación del Lehendakari y el Ministerio Fiscal ante los recursos de los
denunciantes contra el sobreseimiento, careciendo, pues, obviamente de
gravamen, plantean un nuevo objeto procesal en la casación como es la falta de
tipicidad de los hechos y la lesión de derechos fundamentales. Y materializan su
pretensión de tal forma, que contiene los elementos de la adhesión al recurso
formalizado por los denunciantes. Ante esta situación sostiene la Sala la doctrina
establecida en varias Sentencias consistente en que “el objeto de la impugnación
casacional se contrae al contenido de los escritos de formalización y de
impugnación en el que las partes pueden, y deben…incluso reproducir ante esta
Sala la disensión que en su día se articuló a través de la apelación realizada en
previsión de una hipotética estimación del recurso planteado frente a una nulidad
declarada”. Es decir, que la adhesión no tiene por qué limitarse a coincidir o
apoyar el recurso de otras partes. Sobre estas bases jurídicas teóricas, la Sala
considera ajustado a derecho el planteamiento del nuevo objeto casacional y
resuelve entrar a examinar la cuestión de fondo. (Fundamento de derecho tercero)
5.- Sobre la injerencia de los jueces y Tribunales en política.- Dice la
Sala citando sus Autos de 13 de noviembre de 2006 y 21 de febrero de 2007
dictados den la causa especial 20389/2006 (la referente a la querella contra el
Presidente del Gobierno) que “sería un fraude constitucional que alguien
pretendiese mediante el ejercicio de la acción penal y la puesta en marcha de un
proceso de la misma naturaleza, corregir la dirección de la política interior o
exterior que el art. 97 CE encomienda al Gobierno democráticamente
legitimado.” Se ratifican así ”los límites de la jurisdicción penal en orden al
control de la actividad política ejercida por el gobierno democráticamente
elegido y al que compete la dirección de la política en el ámbito de sus facultades
para las que ha sido elegido, sin que puedan ser, en principio, criminalizadas las
posiciones de diálogo para la búsqueda de la mejor opción de gobierno que
garantice la ordenada convivencia social”.(Fundamento de derecho cuarto)
6.- Finalmente sobre la conducta de los Magistrados cuyas decisiones
han determinado la incoación y continuidad del proceso.- Dice, en primer
lugar, la Sala que las resoluciones en tal sentido del Tribunal Superior de Justicia
“establecen diferencias entre los supuestos de hecho” de este proceso y los del
proceso en que se dictó el sobreseimiento de la causa por constituír la pretensión
un fraude constitucional, como acabamos de decir, pero que “estas pretendidas
diferencias no son reales”. En segundo término añade, que la jurisprudencia
sobre la tipicidad del delito de desobediencia que exige “la existencia de una
orden expresa que sea desobedecida”, debió ser aplicada por la Sala del
Tribunal superior de Justicia “durante la instrucción de la causa, una vez
comprobada la identidad fáctica de las situaciones sometidas a la jurisdicción de
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ambos tribunales [Supremo y Superior de Justicia respectivamente] y conocida la
doctrina de la Sala II al respecto, como le fue puesta de manifiesto por la defensa
de los querellados y por el Ministerio fiscal…” y su contenido …”, archivando la
causa de trascendencia política y mediática, con grave deterioro de la función
jurisdiccional.” El conocimiento de la doctrina se debe también a que su
contenido “aparece también expresado en los votos particulares de los Autos del
Tribunal Superior de Justicia que han conocido de las peticiones de
sobreseimiento”. (Fundamento de derecho cuarto).
II.- Recopilación resumida de los hechos
La totalidad de los hechos que aparecen en la Sentencia, es la lista que
sigue: :
1º.-La falta de tipicidad es patente y sentar en el banquillo por hechos
atípicos lesiona derechos fundamentales de los querellados.
2º.-La jurisprudencia de la Sala II sobre los elementos del tipo de
desobediencia debió ser aplicada por el TSJPV. Disentir de ella hubiera
requerido una motivación específica.
3º.-El motivo alegado por la Sala de instancia para disentir han sido las
hipotéticas diferencias entre los supuestos de hecho, pero esas diferencias no son
reales. Alegar la diferencia de interpretación de los artículos 410 (desobediencia
de decisiones u órdenes de autoridad superior) y 556 (resistencia a la autoridad
que no llega a constituir atentado), ambos del Código Penal,. no es asumible,
porque por los elementos de autoría que prevé la tipicidad del art. 410 era éste el
aplicable a los encartados y, además, ambas figuras delictivas son homogéneas y
presentan estructura similar, puesto que la exigencia de orden expresa forma
parte de ambas tipicidades.
4º.-La aplicación de la jurisprudencia de la Sala II debió hacerse durante
la instrucción de la causa una vez comprobada la identidad fáctica de las
situaciones sometidas a la jurisdicción del TS y del TSJPV. Y, naturalmente, una
vez conocida la doctrina de la Sala II al respecto.
5º.-La doctrina de la Sala II fue puesta de manifiesto por los querellados,
por el Ministerio Fiscal y por los votos particulares de los Autos del Tribunal
Superior de Justicia que conocieron de las peticiones de sobreseimiento.
6º.-Como consecuencia de lo cual se debió archivar una causa de
trascendencia política y mediática.
7º.- Al no archivarla, se produjo un grave deterioro de la función
jurisdiccional.
8º.- Y finalmente las decisiones del Tribunal Superior de Justicia d
Euskadi configuran una injerencia política que constituye un fraude
constitucional
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Sobre estas bases, veamos las eventuales
III.- Insuficiencias del contenido de la Sentencia
Entiendo por “insuficiencia” la falta de aquellas reflexiones,
argumentaciones y decisiones que, habida cuenta de una serie de conclusiones a
las que llega la Sala, debieron haberse realizado y adoptado respectivamente con
arreglo a derecho, pero que no se enfrentan en el texto de la Sentencia..
2.1) Insuficiencias relativas a los Magistrados de instancia que
dieron lugar a la incoación y continuación del proceso.
Las consecuencias de las afirmaciones de hecho, fundamentalmente
fácticas, que acabo de recopilar, son, en mi opinión, muy graves, a la luz de la
normativa penal y de la jurisprudencia que la interpreta..
a) La ley.Los artículos 446 y 447 regulan los tipos penales de la prevaricación del
juez.
El primero. regula en tres apartados la prevaricación dolosa: dictar a
sabiendas sentencia o resolución injusta. El nº 1 de dicho artículo regula el tipo
cuando la resolución se ha dictado en causa criminal por delito.
El segundo artículo mencionado, regula la prevaricación culposa: dictar
resolución manifiestamente injusta por imprudencia grave o ignorancia
inexcusable.
b) Doctrina jurisprudencial sobre el particular
-Introducción
En la jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre prevaricación hay que
distinguir dos aspectos. En primer lugar la doctrina, sumamente interesante y de
gran calidad intelectual por lo común. En segundo lugar la “inteligencia de los
hechos” a efectos de aplicación de la doctrina mencionada. En este último punto
ha de reconocerse la tendencia del Tribunal a hacer unas reflexiones sumamente
sinuosas y hasta cabalísticas para ensamblar los hechos de tal forma que permitan
una resolución desfavorable a la existencia del delito. Es comprensible la actitud
de los jueces. Aplican el principio vulgar razonable de que “quien rompe los
platos, es el que anda con ellos”. Y, como ellos también andan en el movimiento
de los platos, es muy lógico que se inclinen a disculpar los desaguisados de sus
colegas, o a mirar para otro lado.
Esto explica, a mi entender, que proliferen sentencias de prevaricación
contra autoridades y funcionarios, no pocas de ellas condenatorias, mientras
que son muy escasas las sentencias que imputan prevaricación a los Jueces, y
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menos aún las que llegan a tal conclusión a denuncia o querella de ciudadanos
de a pié. Esto explica igualmente. el resultado de las dos Sentencias y del Auto
que vamos a examinar. La primera Sentencia estima el motivo undécimo del
recurso con pronunciamiento absolutorio del delito de prevaricación y el Auto
del que transcribo parte su texto, rechaza la prosecución de la causa por el
delito de prevaricación, tanto dolosa, como culposa..Sólo la segunda Sentencia
desestima el motivo contra la condena por prevaricación.
Sin la menor animosidad contra los jueces, el simple respeto al Estado de
Derecho tan frecuentemente lesionado por medios y opinión popular, impone,
entre otros deberes, el de profundizar en el delito de prevaricación, porque,
como dice la Sentencia de 3.02.09, “la existencia de un poder judicial, o de una
autoridad judicial, que desarrolle la función jurisdiccional de un Estado
democrático, es uno de los pilares básicos de un Estado de Derecho. Su
consideración de independiente es una condición que posibilita la condición de
legitimidad del Estado. Al mismo tiempo un elemento fundamental de la
independencia judicial es la vinculación del juez exclusivamente a la ley (CE,
art. 117)… El juez es custodio de la ley y legítima su función en cuanto aplica
la voluntad del Parlamento expresada en la norma… Esta tarea judicial es
susceptible de extralimitaciones y disfunciones. En primer lugar, pueden existir
disfunciones nacidas de la simple falibilidad humana, disfunciones propias del
sistema, formado por hombres que no son infalibles para las que el propio
sistema prevé el régimen de recursos. El error, en estos casos, es imputable al
propio sistema jurídico en la medida que la aplicación errónea del Derecho
proviene de la propia falibilidad humana para las que el ordenamiento previene
el régimen de recursos… La cuestión de la responsabilidad penal del juez
comienza allí donde la aplicación incorrecta de la ley no puede ser imputada a la
falibilidad humana, sino al abuso de las funciones del juez. En estos supuestos
la disfunción no es imputable al sistema, sino al juez, y es en estos casos donde
se hace necesaria las exigencias (sic) de responsabilidad penal del juez como
"correlato o contrapeso que garantiza la libertad de responsabilidad y, de esta
manera, la independencia". (F.D. Quinto).
Nuestros políticos deberían aprender de memoria doctrina tan clara y
brillante, para evitar decir, cuando hay algún problema serio, que ellos respetan
siempre la decisión judicial, afirmación cínica, donde las haya, puesto que sólo se
cumple si conviene a los intereses de quien la formula, y afirmación inepta,
puesto que una decisión judicial abusiva no sólo no es respetable, sino que
requiere la exigencia de responsabilidad del juez.
A mi juicio, esta exigencia ni se cumple, ni se va a cumplir
adecuadamente, en tanto la responsabilidad judicial se siga sustanciando ante
Tribunales integrados por Jueces y Magistrados, por la tendencia inevitable a la
“comprensión” que necesariamente hemos de esperar que tengan con sus colegas
–homines sumus, somos seres humanos con nuestras limitaciones- y a la que me
refiero unas líneas más arriba al hablar de “los platos”. Mi opinión, expuesta en
alguna otra ocasión, es que debe arbitrarse un sistema en el que la
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responsabilidad judicial sea enjuiciada y sentenciada con todas las garantías
por un órgano de ciudadanos legos en derecho y libres de cualquier contacto,
directo o indirecto, con la justicia.
Aclaremos finalmente con la repetida Sentencia de 3 de febrero de 2009,
que “la jurisprudencia mas reciente de la Sala II, representada por tres
Sentencias, STS 2338/2001, de 11 de diciembre ( RJ 2002, 1792), la 359/2002,
de 26 de febrero ( RJ 2002, 4592), y la STS 2/99 de 15 de octubre ( RJ 1999,
7176)… contiene la doctrina general sobre este tipo penal” y que “estas tres
Sentencias son coincidentes en su contenido jurisprudencial y permite
consolidar una doctrina pacífica sobre el abuso judicial o prevaricación.” (F:D:
Quinto). Tengamos igualmente presente con la misma Sentencia y fundamento
jurídico que el fundamento común a todos los tipos de prevaricación consiste
“en el hecho de “torcer el derecho”. “Retorcer el derecho” es, según la misma
Sentencia, “apartarse de las opciones jurídicamente defendibles”.
-Los textos jurisprudenciales
Hechas estas consideraciones, acerquémosnos con respeto a la doctrina
jurisprudencial sobre la prevaricación
1.- Sentencia núm. 308/2009 de 23 marzo (RJ 2009\4708). Se expresa
como sigue:
Fundamento Jurídico UNDÉCIMO
“Son elementos constitutivos de esta infracción penal los
siguientes:
1º. Sujeto activo ha de ser un juez o magistrado. Se trata de lo que
venimos conociendo como delito especial propio.
2º. El medio de comisión consiste en dictar una sentencia o
resolución injusta, …. Tal injusticia puede derivar de razones de fondo y
también existirá cuando haya importantes defectos de forma o
procedimiento. Se trata, como bien dice el recurrente, de un elemento
constitutivo de este delito que tiene una autonomía propia, sin que pueda
en modo alguno quedar contaminado por razones de carácter subjetivo, en
este caso por la finalidad de beneficiar a algún interesado en la resolución
que se dicte. Por muy clara que aparezca esta finalidad, ello no puede
utilizarse en pro de la concurrencia de este elemento que de modo evidente
tiene un carácter objetivo.
3º. El elemento subjetivo de este delito viene recogido en la
expresión "a sabiendas" que, como ya dijeron dos antiguas sentencias de
esa sala, las de 14.10.1884 y 22.11.1901 , consiste en actuar con
conciencia e intención deliberada de faltar a la justicia, lo que ha de
aparecer así de una manera que no deje lugar a dudas. Esa conciencia e
intención deliberada no ha de confundirse con el móvil que, como aquí
ocurrió, estuvo en la intención de favorecer al coacusado …. Esta
expresión ("a sabiendas") ha de referirse a la injusticia de la propia
resolución, es decir, requiere que el funcionario judicial conozca, bien
que hay una oposición al ordenamiento sustantivo, bien que se viola
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alguna o algunas normas importantes de procedimiento: ha de actuar con
el conocimiento pleno de la realidad de esa injusticia material o formal.”
2.- Sentencia núm. 102/2009 de 3 febrero. ( RJ 2009/1771)
Fundamento Jurídico QUINTO
“El juez es custodio de la ley y legítima su función en cuanto
aplica la voluntad del Parlamento expresada en la norma. Así la función
judicial, consiste en la resolución de conflictos de manera vinculada con la
realización del ideal de un Estado de Derecho, es decir la vigencia efectiva
de las leyes.
Esta tarea judicial es susceptible de extralimitaciones y
disfunciones. En primer lugar, pueden existir disfunciones nacidas de la
simple falibilidad humana, disfunciones propias del sistema, formado por
hombres que no son infalibles para las que el propio sistema prevé el
régimen de recursos. El error, en estos casos, es imputable al propio
sistema jurídico en la medida que la aplicación errónea del Derecho
proviene de la propia falibilidad humana para las que el ordenamiento
previene el régimen de recursos. Incluso el ordenamiento internacional
prevé como derecho del condenado un régimen de revisión por una
instancia superior (art. 14.5 PIDC Y P (RCL 1977, 893) y los
ordenamientos procesales se estructuran en torno a la doble instancia
para asegurar el acierto en la decisión del conflicto.
La cuestión de la responsabilidad penal del juez comienza allí
donde la aplicación incorrecta de la ley no puede ser imputada a la
falibilidad humana, sino al abuso de las funciones del juez. En estos
supuestos la disfunción no es imputable al sistema, sino al juez, y es en
estos casos donde se hace necesaria las exigencias de responsabilidad
penal del juez como "correlato o contrapeso que garantiza la libertad de
responsabilidad y, de esta manera, la independencia".”
..................................................................................................................................
Los modelos de tipificación son varios: la prevaricación recogida
en el Código penal español con tres figuras, la acción de dictar resolución
injusta (art. 446 ) que extiende (sic. a?) la negativa a juzgar (art. 448 ) y al
retardo malicioso (art. 449 ), punibles con dolo o culpa (art. 447 ). Las
distintas tipificaciones tienen su fundamento común en el hecho de "torcer
el derecho".
Ahora bien, para diferenciar estas conductas de las que suponen
falibilidad humana, se han propuesto diversos criterios.
Desde una formulación subjetiva, el juez ha prevaricado o abusado
de su función al favorecer o perjudicar a alguna parte del proceso cuando
aplique el Derecho o dirija el procedimiento conscientemente en contra de
su convicción respecto del Derecho aplicable, en contra de la interpretación
del Derecho que él mismo asume pero de la que se aparta. Esta concepción
ha sido rechazada puesto que los ciudadanos están sujetos al ordenamiento
y no a la convicción del juez.
Objetivamente, por el contrario, se afirma que la esencia del delito
de prevaricación radica en el quebrantamiento del Derecho objetivo, y se
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entiende que existe el quebrantamiento cuando la aplicación del mismo no
resulta objetivamente sostenible, exigiéndose una indudable infracción del
Derecho. De esta manera allí donde caben varias conductas y decisiones
objetivamente sostenibles o donde existen dudas fundadas, no buscadas, en
la interpretación del Derecho, la elección de una u otra de estas
interpretaciones posibles -independientemente de la convicción del juezno dará lugar a una acción prevaricadora, dado que el juez se habrá
mantenido dentro de lo jurídicamente aceptable.
La anterior teoría es complementada por la teoría de la infracción
del deber que salva las críticas a la formulación objetiva respecto de las
normas de contenido impreciso. En estos supuestos y en los de decisiones
sobre facultades discrecionales se afirma la posibilidad de decisión
prevaricadora cuando el juez excede el contenido de la autorización,
cuando el juez decide motivado por consideraciones ajenas al
ordenamiento jurídico, o cuando el juez se aparte del método previsto en el
ordenamiento.
Desde la anterior perspectiva doctrinal analizaremos la
jurisprudencia mas reciente de la Sala II, representada por tres
Sentencias, STS 2338/2001, de 11 de diciembre ( RJ 2002, 1792), la
359/2002, de 26 de febrero ( RJ 2002, 4592), y la STS 2/99 de 15 de
octubre ( RJ 1999, 7176), que contiene la doctrina general sobre este tipo
penal. Estas tres Sentencias son coincidentes en su contenido
jurisprudencial y permite consolidar una doctrina pacífica sobre el abuso
judicial o prevaricación.
..................................................................................................................................
Se destacan los dos elementos del delito de prevaricación, el
objetivo, integrado por el dictado de una resolución injusta, y el subjetivo,
integrado en saber que se esta dictando la resolución injusta. "El elemento
objetivo se produce cuando la resolución no se encuentra dentro de las
opiniones que pueden ser jurídicamente defendibles. En otros términos... el
abandono de la función judicial propia del Estado de Derecho se da
cuando la aplicación del Derecho se ha realizado desconociendo los
medios y métodos de la interpretación del Derecho aceptable en tal
Estado de Derecho...".
El elemento objetivo de la resolución injusta sólo puede ser
definido desde la perspectiva de la legalidad porque la prevaricación
comienza con el abandono de dicho principio y no desde las convicciones
del juez, porque en tal caso la subjetivización del delito de prevaricación
conduce a la justificación de cualquier decisión judicial. La conciencia del
juez no puede erigirse en tribunal de la conciencia de la ley porque ello
conduce en definitiva a convertir la conciencia del juez en la ley para
resolver el conflicto y tal planteamiento es incompatible con los postulados
del Estado de Derecho.
En definitiva por resolución injusta habrá de estimarse aquella
que se aparta de las opciones jurídicamente defendibles careciendo de
toda interpretación razonable siendo, en definitiva, exponente de una
clara irracionalidad. La injusticia es por ello un plus respecto de la mera
ilegalidad.
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El elemento subjetivo del tipo, aparece integrado por la expresión
"a sabiendas" es decir la conciencia de estar dictando una resolución
con total abandono del principio de legalidad y de unas interpretaciones
usuales y admisibles en Derecho en aquellos casos en los que la norma
puede ser susceptible de diversas interpretaciones elementos que deben
ser puestos en relación con la condición del juez técnico en Derecho y
por tanto conocedor del Derecho y de la ciencia jurídica".
3) Auto de 14 mayo 2002. (RJ 2002/6843)
Fundamento de derecho PRIMERO
“El delito de prevaricación del art. 446 1. del Código Penal (
RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) se comete por el juez que dictare, a
sabiendas, sentencia o resolución injusta. En su forma dolosa (art. 446) la
ley no requiere, como en el caso de la imprudente, que la injusticia de la
resolución sea «manifiesta», pero se exige que el juez haya obrado «a
sabiendas». El art. 447 del Código Penal tipifica la prevaricación culposa,
que comete el juez o magistrado que por imprudencia grave o ignorancia
inexcusable dictara sentencia o resolución manifiestamente injusta.”
..................................................................................................................................
Fundamento de Derecho SEGUNDO
“Con relación al genérico delito de prevaricación, en ambas
especies delictivas, la Sentencia de esta Sala de 15 de octubre de 1999 ( RJ
1999, 7176), ya declaró que este delito «no consiste en la lesión de bienes
jurídicos individuales de las partes del proceso», sino la vulneración del
Estado de Derecho, pues requiere que la resolución judicial pueda ser
considerada como un grave apartamiento del derecho, esto es, consiste «en
el abuso de la posición que el derecho otorga al juez, con evidente
quebranto de sus deberes constitucionales». En este sentido, la
jurisprudencia ha subrayado que una sentencia o resolución injusta no sólo
debe ser antijurídica, sino que debe ser demostrativa de tal grado en el
apartamiento de la función que corresponde a su autor en el Estado de
Derecho (art. 117.1 CE [RCL 1978, 2836; ApNDL 2875]), que se ha
recurrido a efecto de su calificación a adjetivaciones de la antijuridicidad
tales como «flagrante y clamorosa», «clara y manifiestamente contraria a la
ley», «esperpéntica», «grosera», «que pueda ser apreciada por un lego»,
etc. Desde este punto de vista, «es evidente que la injusticia objetiva de la
resolución no puede ser eliminada recurriendo a la subjetividad del autor,
dado que el Juez debe aplicar el derecho y no obrar según su propia idea de
justicia» (STS 15-10-1999, citada), añadiéndose en la misma que aunque
«es cierto que el derecho no es una ciencia exacta, cualquiera que sea el
significado que en el estado actual de la metodología jurídica se quiera dar
a estas expresiones, “lo que no se puede es deducir” que cualquier acto de
un Juez es adecuado a derecho, pues ello implicaría reconocer que la
única ley del Estado es la voluntad o la convicción de los Jueces», por
eso la jurisprudencia ha excluido el delito de prevaricación para el caso de
aplicaciones del derecho basadas «en algún modo razonable de interpretar
los hechos y la norma jurídica» (STS 1/1996 [ RJ 1996, 5426]). Estas
consideraciones son asumidas igualmente por la STS de 11-12-2001 ( RJ
2002, 1792), en donde se lee: «la conciencia del juez, no puede erigirse en
11
tribunal de la conciencia de la ley, porque ello conduce en definitiva a
convertir la voluntad del juez en decisión para resolver el conflicto», por lo
que «por resolución injusta, habrá de estimarse aquella que se aparta de
todas las opciones jurídicamente defendibles, careciendo de
interpretación razonable, siendo en definitiva exponente de una clara
irracionalidad».”
“Terminaremos estas consideraciones generales sobre el delito de
prevaricación judicial señalando la dificultad dogmática de individualizar
conductas en el ámbito de su comisión, cuando la decisión injusta
procede de un órgano colegiado, pues todos sus integrantes son
copartícipes de la resolución, pudiendo los Magistrados examinar los Autos
en cualquier tiempo (art. 251.2 LOPJ [ RCL 1985, 1578, 2635; ApNDL
8375]).”
Fundamento de Derecho CUARTO
“Analicemos ahora el delito culposo de prevaricación. El art. 447
del Código Penal requiere para su existencia dos elementos: uno subjetivo,
imprudencia grave o negligencia inexcusable, y un módulo objetivo: la
manifiesta injusticia de la resolución.”
“Con relación al primero (imprudencia grave o negligencia
inexcusable), la ley se refiere a la desatención en el desempeño de las
labores jurisdiccionales, y no de cualquier entidad, sino de la mayor
dosificación jurídica, pues ambas (la imprudencia o la negligencia) están
calificadas con los adjetivos «grave» e «inexcusable». En algunas
ocasiones, se ha parificado la imprudencia con el actuar (positivo: la
acción) y la negligencia con la inacción, esto es, la omisión en el
cumplimiento del deber legal, impuesto por el ordenamiento jurídico, pero
éste es un tema discutido doctrinalmente, no faltando opiniones que
igualan tales conceptos a los que debe asignárseles el incumplimiento de
las más elementales cautelas en el desempeño de una actividad humana,
que en el supuesto enjuiciado se trata de la debida atención en la función
jurisdiccional, a la que pertenecen los querellados. Inexcusable, significa
la más desatenta, clamorosa y descuidada atención en algo que se espera
del agente, sin detenerse en sus consecuencias. Grave, en la terminología
del Código Penal, se contrapone con leve (imprudencia leve, apostilla
dicho texto legal en varios preceptos cuando valora la conducta culposa del
agente), y significa una desatención intensa, sustancial, perceptible
fácilmente, de una gran entidad, siendo ambos módulos subjetivos, los
cuales que deben ser apreciados judicialmente, por tratarse de conceptos
jurídicos indeterminados.”
..................................................................................................................................
“El juez, pues, está sometido al ordenamiento jurídico como todo
ciudadano, y la responsabilidad se predica de todo comportamiento
humano. La responsabilidad del juez es triple: penal, civil y disciplinaria.
Solamente los comportamientos más intolerables, deben ser incluibles en
la responsabilidad penal del juez, como ocurre en todos los ámbitos
profesionales; de manera que el módulo de imprudencia o negligencia, por
un lado, debe ser extremo –y así lo califica la Ley– y las consecuencias de
sus actos insostenibles de todo punto, con grave incidencia en derechos
que deben ser objeto de protección.”
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..................................................................................................................................
“Con respecto al elemento objetivo, hemos dejado expuesto que
dicha segunda parte de la resolución judicial, es injusta (en el sentido de
errónea). Pero el tipo penal requiere que tal injusticia sea manifiesta, es
decir, que conculque de forma palmaria el ordenamiento jurídico. Pues
bien, conforme a la jurisprudencia, la injusticia que se predica del delito
doloso no es simplemente la transgresión de la ley, sino que es partícipe de
un plus de antijuridicidad, de modo que sea «clamorosa»,
«esperpéntica», «grosera». Fácil es suponer que si tales adjetivos se
predican de ese elemento objetivo –la injusticia de la resolución– en el
delito doloso de prevaricación, mayor dosificación antijurídica tiene que
comprenderse en la interpretación del precepto contenido en el art. 447
del Código Penal, por razón de calificarse (en la propia mención legal)
como resolución «manifiestamente injusta»; mucho más que injusta.”
En pocas ocasiones, esta Sala ha tenido la oportunidad de dictar
pronunciamientos que generen doctrina legal sobre el delito de
prevaricación culposa, definido en el art. 447 del Código Penal.
Citaremos las últimas Sentencias al respecto: en la STS 23-10-2001 (RJ
2001, 9810), a propósito de la modalidad culposa se dijo: «no sólo porque
por desacertada y errónea que fuera esta resolución judicial, ello no
permite inferir que su autor desconozca hasta los más esenciales
rudimentos de su profesión popular de modo que su incultura jurídica le
hagan incompatibles con el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales,
ya que lo que el precepto penal tipifica es una ignorancia clamorosa,
manifiesta y palmaria, que, de ninguna manera puede atribuirse por una
decisión incorrecta». Por su parte, la STS 26-02-2002, declara: «la
discutible cobertura legal de esta decisión no es suficiente para
conceptuarla como tal a sabiendas ni tampoco puede calificarse de
manifiestamente injusta o de ignorancia inexcusable», pues las
resoluciones dictadas «no constituyen un apartamiento descarado del
principio de legalidad ni una interpretación totalmente irrazonable de las
normas que sustentaban la decisión cuestionada”
-Resumen esquemático de la doctrina de estas Sentencias
El núcleo fundamental de estas Sentencias sin entrar en las amplias
reflexiones que acabamos de transcribir para que el lector tenga puntos de
referencia, se reduce a lo siguiente:
Hay dos tipos de prevaricación: la dolosa y la culposa.
La dolosa requiere. (Sentencia citada de 3 de febrero de 2009)
-“Que el medio de comisión sea una resolución injusta. La injusticia
puede derivar de razones de fondo y también existirá cuando haya importantes
defectos de forma o procedimiento. En uno y otro caso se califica de tal la
resolución que se aparta de las opciones jurídicamente defendibles careciendo
de toda interpretación razonable, siendo, en definitiva, exponente de una clara
irracionalidad. Injusticia es, por ello, un plus respecto de la mera ilegalidad.”
Esto, que es la esencia del elemento objetivo del tipo, se matiza diciendo que “el
tipo penal requiere que tal injusticia sea manifiesta, es decir, que conculque de
forma palmaria el ordenamiento jurídico” …y que “mayor dosificación
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antijurídica tiene que comprenderse en la interpretación del precepto contenido
en el art. 447 del Código Penal, por razón de calificarse (en la propia mención
legal) como resolución «manifiestamente injusta»; mucho más que injusta.”
-“El elemento subjetivo representado por la expresión ”a sabiendas”. Se
entiendo por tal “la conciencia de estar dictando una resolución con total
abandono del principio de legalidad y de unas interpretaciones usuales y
admisibles en derecho en aquello casos en que la norma puede ser susceptible
de diversas interpretaciones, elementos que deben ser puestos en relación con
la condición de juez técnico en derecho y por tanto conocedor del Derecho y de
la ciencia jurídica.”
En cuanto a la prevaricación culposa la norma (art 447 C.P.)exige
“imprudencia grave” o “ignorancia inexcusable”, y resolución “manifiestamente
injusta”. La jurisprudencia examinada no habla de la imprudencia, pero sí de la
ignorancia y de la injusticia de la resolución y dice lo siguiente:
Es claro “que lo que el precepto penal tipifica es una ignorancia
clamorosa, manifiesta y palmaria, que, de ninguna manera puede atribuirse
por una decisión incorrecta»”. Se requiere, pues, “que su autor desconozca
hasta los más esenciales rudimentos de su profesión popular de modo que su
incultura jurídica le hagan (sic) incompatibles (sic) con el ejercicio de sus
funciones jurisdiccionales”
c) A la luz de las normas y de la doctrina jurisprudencial
que las interpreta, análisis de los hechos antes relacionados que
imputa la Sentencia Ibarretxe a determinados Magistrados del
TSJPV
Las resoluciones dictadas por el Juez Instructor y por la mayoría de los
Magistrados que actuaban en el momento en el Tribunal Superior de Justicia del
País Vasco empiezan por ignorar la atipicidad patente de los hechos y, por ello,
lesionaron derechos fundamentales de los querellados sentándolos en el
banquillo. Unas resoluciones de estas características carecen de toda
interpretación razonable y son, en definitiva, exponentes de clara
irracionalidad: aceptar que se siga un procedimiento penal por hechos que no
tienen carácter delictivo. Y que no lo tienen patentemente. Contienen, por tanto,
un plus respecto de la mera ilegalidad.
Pero es que, además, estas resoluciones se adoptan :
-Disintiendo de la jurisprudencia de la Sala II.
-Disensión fundamentada en diferencias de los supuestos de hecho, siendo
tales diferencias inexistentes.
-Disensión que, por lo tanto, careció de motivación específica.
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-Disensión en contra de las alegaciones de los querellados, del Ministerio
Fiscal y de los votos particulares que se formularon y que pusieron de manifiesto
la jurisprudencia der la Sala II.
Tales resoluciones se apartan, por tanto, sin la menor posibilidad de
duda, de las opciones jurídicamente defendibles.
En conclusión, pues, estas resoluciones incurren en injusticia manifiesta
que conculca de forma palmaria el ordenamiento jurídico. Y, como tales son
las condiciones legales y jurisprudenciales para que concurra el elemento
objetivo de la prevaricación, es decir, la resolución injusta, parece evidente tal
concurrencia.
En cuanto al elemento subjetivo del tipo, es decir, que se dicten esas
resoluciones “a sabiendas”, la jurisprudencia lo interpreta como “abandono del
principio de legalidad, y de unas interpretaciones usuales y admisibles en
derecho, si se entiende que estamos ante norma o normas susceptibles de
diversas interpretaciones. La ignorancia de la atipicidad patente de los hechos
es, sin duda, un abandono del principio de legalidad: obviamente no es posible
con arreglo al mismo encartar a un ciudadano por hechos que patentemente no
constituyen delito.
Pero, por añadidura, apartarse sin motivación específica de una doctrina
jurisprudencial que les ha sido puesta de manifiesto por las partes y por el o los
Magistrados que emitieron sus votos particulares, pretendiendo una motivación
que carece con evidencia de fundamento, puesto que el tipo del art. 410 hubiera
sido, en su caso, el aplicable, y no el del 556, y, además, ambos artículos son de
estructura homogénea. No cabe, por tanto en una interpretación usual y
admisible en derecho fundamentar la diferencia que pretenden las resoluciones
en cuestión.
Parece, pues, procedente, al menos indiciariamente, la conclusión de que
también se da el elemento subjetivo, es decir, que la resolución injusta ha sido
dictada “a sabiendas”, o lo que es igual, con conciencia clara de su injusticia y
sin duda de ello.
En cuanto a la prevaricación culposa parece difícil que desconocer la
atipicidad de los hechos, y la jurisprudencia aplicable al caso se pueda atribuír
a ignorancia de unos Magistrados de un Tribunal Superior de Justicia. Se trata
de jueces técnicos en derecho y por tanto conocedores del Derecho y de la
ciencia jurídica, como dice la Sentencia de 3.02.09, F.D. Quinto. A lo sumo
cabría atribuirlo a una interpretación peculiar y personal de estos Magistrados,
pero es claro, que tal diferencia de interpretación ni sería usual, ni admisible
en derecho y que, por tanto, la extravagancia e ilegalidad de la misma no ha
podido pasar desapercibida a los mismos.. En el menos grave de los casos, sería
una ignorancia inexcusable. Los indicios, pues, de prevaricación, siquiera
fuere culposa, son mortales.
Pero es que en un asunto de grave trascendencia política y que puede
causar, por su proliferación en los medios, un grave deterioro a la función
jurisdiccional, esa improbable ignorancia se convierte en una imprudencia
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mayúscula, con lo que los indicios de prevaricación culposa crecen de una
manera excepcional.
Todavía hay más. La Sentencia califica de injerencia política que
constituye un fraude constitucional la conducta de los Magistrados en cuestión.
Es tan insólita esta conducta que ni siquiera está prevista en el Código Penal. El
artículo 507 sólo prevé la responsabilidad del Juez o Magistrado que se arrogare
funciones administrativas de las que carezca, o impidiere su legítimo ejercicio
por quien las ostente. El paralelismo con las funciones políticas o legislativas es
palpable, pero no está previsto. Es, a mi juicio, una de las graves lagunas del
sistema que facilita la impunidad de cualquier desmán judicial de los que
venimos contemplando hace años. Ahora bien, esa injerencia contribuye a
agravar y hacer más manifiesta la enorme imprudencia de la actuación de estos
Magistrados, con lo que su conducta se asienta cada vez con más firmeza en el
tipo de la prevaricación culposa..
A la luz de los hechos, de las normas y de la jurisprudencia no cabe duda
de la existencia de indicios razonables y graves de la concurrencia del delito de
prevaricación . Parece difícil eludir la calificación de prevaricación dolosa, pero,
cuando menos, la existencia del tipo de prevaricación culposa sería, a mi
entender, inevitable.
Pese a todo ello, la Sentencia ni dice una palabra sobre la prevaricación, ni
adopta ninguna de las medidas que, ante este panorama jurídico, eran de esperar.
Esta “insuficiencia” es de una gravedad extrema por sus consecuencias, como
vamos a ver.
2.2) Insuficiencias en relación con las consecuencias jurídicas que
deben afectar a los querellantes
Los querellantes son dos entes asociativos –Foro de Ermua y Dignidad y
Justicia- que, sin duda, tienen sus asesores jurídicos y han tenido sus Letrados en
el procedimiento.
Si la Sentencia considera que la falta de tipicidad es absolutamente patente
y que, por ello, sentar a alguien en el banquillo lesiona derechos fundamentales;
si, además, los querellantes han intervenido en los procesos de petición de
sobreseimiento, parece claro que han actuado con conocimiento claro y definitivo
de que estaban sosteniendo su acusación en ausencia del mínimo fundamento
jurídico. Ello lleva a concluír que su conducta lo único que pretendía es causar un
daño político, sin beneficio para a nadie. Y esto que puede admitirse en la
refriega propiamente política, no se justifica en modo alguno en el campo del
derecho que no ampara el abuso del mismo ni su ejercicio antisocial (Código
civil, art. 7.2). La Sala, pues, debió apreciar, a mi juicio, la mala fe, o, cuando
menos, la patente y grave temeridad, de la conducta de las acusaciones y, lejos de
aplicar la exención de la condena en costas por la estimación de un motivo
meramente formal –la legitimación de los acusadores para solicitar la apertura
del juicio oral-, hacer aplicación del artículo 240.3º LECr y condenarles en
costas.
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Esta condena tendría, sin duda, un efecto ejemplificador frente a la
creciente proliferación de todos aquéllos que, sin un fundamento serio, acuden
frívola e imprudentemente al ejercicio de la acción popular por meros motivos
políticos, en vez de actuar en los foros adecuados para las pretensiones de esta
naturaleza. También ellos contribuyen a desvirtuar gravemente la función de la
justicia, como dice la Sentencia, y a recargar sin necesidad ni justificación la
función de los Jueces y Tribunales ayudando al enorme retraso de éstos en
resolver los asuntos, con grave daño de la ciudadanía necesitada realmente de
utilizar estos servicios.
IV.
Consecuencias
examinadas.
de
las
insuficiencias
4.1.- En relación con los Magistrados afectados.Dado que del texto de la Sentencia se deducen indudables indicios de la
concurrencia de alguno de los tipos de prevaricación, el Tribunal Supremo debió
pasar el tanto de culpa al Tribunal competente para que se investigue si, en
efecto, se ha incurrido en el delito indicado.
Es lo que exige, ante todo y con carácter general, el artículo 259 y, en
particular, a quienes por razón de sus cargos, profesiones u oficios tuvieren
noticias de un delito público, el art. 262, ambos LECr.
Es lo que también exige una política de justicia responsable, exigente y
cuidadosa de la buena marcha del Estado de Derecho. Podemos traer aquí a
colación lo que cuenta Voltaire en su narración titulada Candide. Cuando llega
Candide a Portsmouth con sus compañeros, presencia un fusilamiento en la
cubierta de un barco y pregunta qué es aquello. Le dicen que matan a un
almirante, porque no ha sabido hacer frente a otro almirante francés en combate,
pero, además, le aclaran que en aquel país se considera positivo matar de vez en
cuando a un almirante como advertencia hacia los demás (Romans et Contes,
Cap. XXIII, p. 238, Garnier-Flammarion, París 1966) La narración se refiere a un
hecho real: El 14 de marzo de 1757 los ingleses fusilaron en la cubierta de un
buque de la flota al almirante Byng que no pudo defender Menorca frente a una
escuadra francesa. Y recientemente, en 2007, se pidió su rehabilitación y el
Gobierno inglés se negó a concederla.
Sin ir a tales extremos, es lo cierto que aplicar la ley y su peso con todas
las consecuencias es el deber de un Estado serio, responsable, respetuoso con
sus ciudadanos. Una Sentencia como la que comentamos, que, después de
imputar a los Magistrados de instancia tales desaguisados jurídicos, no dice una
palabra sobre las eventuales responsabilidades legales de los imputados, o los
medios de depurarlas, es una resolución injustamente permisiva que crea un
precedente pésimo y contribuye peligrosamente a la relajación del entramado
de la justicia. Hacer lo que al juez le parece, pese a que la doctrina
jurisprudencial afirma expresamente que eso no se puede tolerar en un Estado de
Derecho, sale, según se ve, muy barato.
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Y no se trata de “hacer sangre” sin más ni más, por pura manía, o por
inquina personal de uno o de otro. Se trata únicamente de comprobar si, en un
caso tan grave, se ha observado una conducta ajustada mínimamente a
derecho, o se ha cometido una infracción de tal calibre que constituye un
verdadero abuso de la función del juez. Y para saberlo hay, cuando menos,
que investigar. Y para investigar hay, cuando menos, que ordenar la incoación
del procedimiento adecuado al efecto. Y esto no lo hace la Sentencia. Su
silencio es una gatera por la que se continuará desviando la acción política
desde su esfera propia a los juzgados, se producirán, una y otra vez, injerencias
intolerables de los jueces en la vida política del país, y se seguirán colando
impunemente entuertos, desconsideraciones y arbitrariedades judiciales de tipo
mayor o menor. Cualquier profesional que frecuenta nuestros Tribunales, sabe
que no son sólo estos casos flagrantes y de trascendencia los que empañan y
ensombrecen la labor de la judicatura, sino otros muchos pequeños tropiezos,
donde no por ser menores, dejan menos de quebrar los principios de igualdad
jurídica y de erradicación total de toda impunidad que no esté prevista por las
leyes. Y todo ello seguirá sucediendo impunemente con grave perjuicio del
sistema y de la ciudadanía. A un juez que decía imprudentemente en nuestros
pagos a propósito de este caso o de algún otro semejante, que no puede haber
ningún ámbito de impunidad, hay que decirle que el único ámbito donde la
impunidad frente al ciudadano de a pié anida de forma más arraigada es
precisamente en el estamento judicial. Y ya es hora de que práctica tan
perversa vaya desarraigándose.
En conclusión, la Sentencia ha dejado a terceros la petición de que se
incoe un procedimiento penal, que es preceptivo para dar satisfacción congrua
a la ciudadana. Esos terceros son el Ministerio fiscal , el Partido Socialista
Obrero Español, algunos de cuyos miembros pudieron callarse en vez de decir
impertinencias que jalean a los jueces que se comportan de esta manera, y el
Partido Nacionalista Vasco, al que se le ha querido hacer muy particularmente
daño con este procedimiento. Sobre la legitimación del Ministerio fiscal no hay
que decir una palabra: el artículo 262 LECr lo legitima expresamente. En
realidad le impone el deber de proceder, como se lo imponía a los Magistrados
que han dictado esta Sentencia. En cuanto a los Partidos mencionados, tienen
personalidad jurídica y la acción popular o popular está disponible a favor de
cualquier persona física o jurídica (CE art. 125; LOPJ art. 19.1; y LECr art. 270).
Y si no que se lo digan a los simpáticos miembros del Foro de Ermua y de
Dignidad y Justicia.
4.2.- En relación con los querellantes.No cabe nada eficaz, a mi juicio, contra los querellantes de este tipo,
salvo que hubieren acusado de hechos delictivos. Y esto no ha tenido lugar como
se ve por la Sentencdia.. El tipo de la querella o denuncia falsas del artículo 465
del Código Penal exige, además del carácter delictivo, la falsedad de lo
imputado. Pero no hay, que yo sepa, ningún tipo penal que criminalice imputar
como delitos hechos reales que carecen de relevancia penal. Aquí los hechos
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imputados han tenido lugar, son reales, pero no tienen naturaleza delictiva, como
es obvio y lo afirma la Sentencia que comentamos.. No cabe, pues, la imputación
de denuncia o acusación falsa a los querellantes. Una de las gateras de la no
regulación de la acción popular, a las que anteriormente me he referido, es
precisamente la ausencia de determinación normativa de las consecuencias
civiles y penales de un ejercicio liviano, frívolo y arbitrario, cuando no de mala
fe, de esa acción.
Es obvio que tampoco cabe subsanar la insuficiencia que implica no
haber condenado en costas a las acusaciones a las que nos estamos refiriendo.
La condena o no en costas es facultad del Juez o Tribunal competente, como se
deduce del art. 239 y del citado art. 240, ambos LECr. .
Con ello, si no se tomaren medidas legales adecuadas, siguen y seguirán
sueltos, haciendo de su capa un sayo, grupúsculos de cuyo pedigrí democrático
y contribución al bien general hay, en mi opinión, motivos más que razonables
para dudar. Podrán así continuar acosando frívolamente a sus conciudadanos,
recargando, sin necesidad ni fundamento e impunemente, la tarea de los Jueces y
Tribunales, y entorpeciendo la función de la justicia en detrimento de tan
importante menester.
Bilbao, a 9 de febrero de 2010
* Jurista y Vocal de la Junta de Res Publica
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