Europa Central y del Este

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TEMA 24. LA EUROPA CENTRAL Y DEL ESTE (1870 - 1914)
RUSIA
El Imperio ruso, gobernado autocráticamente por los zares, permanece durante la primera mitad del s. XIX
ajeno a los cambios económicos y sociales de la Revolución industrial.
Desde el punto de vista territorial, era un vasto imperio con 67 millones de habitantes pero sin suficiente
cohesión ya que, mientras las provincias del centro estaban unidas por la religión ortodoxa y la misma
lengua, en las provincias de la periferia existÃ−an diferentes religiones y distintas lenguas: asÃ−, Polonia y
Lituania practicaban la religión católica y su población era eslava; Finlandia y las provincias bálticas
poseÃ−an su propia lengua y eran luteranas.
En materia económica, el Imperio ruso tenÃ−a una base esencialmente rural. Su industria era tremendamente
deficitaria, en comparación con las nuevas técnicas desarrolladas en la Europa occidental, por lo que
podemos afirmar que Rusia se situaba en una sociedad preindustrial.
Al ser una sociedad eminentemente rural, en su composición prevalecÃ−a una minorÃ−a noble (dueña de
tierras y hombres) frente a una gran masa de siervos apegados a la tierra que, sometidos a un durÃ−simo
régimen de servidumbre, pagaban impuestos y prestaban servicios gratuitos a sus amos (â casi la
totalidad de campesinos eran siervos; la servidumbre es, por tanto, el rasgo definitorio de la sociedad rusa).
PolÃ−ticamente, la máxima autoridad era el zar, con poder ilimitado, apoyado por la Iglesia ortodoxa (posee
autoridad religiosa: el zar es la cabeza de la Iglesia), un ejército numeroso (que desde varios puntos de vista
-reclutamiento, táctica- estaba más avanzado que los ejércitos de occidente), una pesada y compleja
burocracia y una represiva policÃ−a (la `okrana').
En el momento en que los grandes estados europeos entraron en la vÃ−a del capitalismo, caracterizado por un
rápido desarrollo industrial, y sus pueblos, liberados de las ataduras feudales, accedieron a la vida polÃ−tica,
Rusia seguÃ−a siendo un estado absolutista. A comienzos del s. XIX, en el Imperio ruso la voluntad del zar
era ley, el pueblo vivÃ−a aún en la servidumbre y el lento desarrollo económico, fundado en la actividad
agrÃ−cola y artesanal salvo la metalúrgica de los Urales, sólo dejaban aparecer las formas más
elementales de un tÃ−mido precapitalismo.
Es una sociedad aristocrática (a la nobleza se reservan todos los puestos de oficiales en el ejército y
funcionarios en la administración, y el monopolio de la propiedad de la tierra) donde no queda sitio para la
burguesÃ−a (sin industria y con algunas profesiones liberales reservadas a los descendientes de los nobles, no
era posible la formación de una burguesÃ−a sólida). AsÃ−, la prepotencia nobiliaria, la ausencia del Tercer
Estado y la servidumbre campesina es el rasgo fundamental de la sociedad rusa.
En el s. XIX, los campesinos siervos constituyen la mayorÃ−a de la población rural; sus categorÃ−as y
obligaciones son de diversos tipos: a) siervos domésticos; b) siervos sometidos a la corvea, es decir, con
trabajo no remunerado y c) los siervos `obrok', los que pagaban a sus propietarios en moneda o en productos y
no en trabajo. Más que una precaria situación económica, el drama de la servidumbre radica en la
indignidad de su estado, en su ignorancia total, en su hundimiento espiritual y fÃ−sico. Los derechos de los
señores son casi ilimitados sobre ellos.
Los reinados de Alejandro I (1801-1825) y de Nicolás I (1825-1855) se caracterizaron por su inmovilismo,
basando sus gobiernos en la autocracia, la ortodoxia y la idea de una Rusia superior a Occidente. Fueron las
derrotas de la Guerra de Crimea (1854-56), al desvelar brutalmente el retraso de Rusia, su debilidad real y la
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ineficacia de su burocracia en circunstancias graves, las que harÃ−an urgente la reforma de las instituciones.
La muerte de Nicolás I y el fin de la Guerra de Crimea (el Tratado de ParÃ−s de 1856 bloqueó el
expansionismo ruso al neutralizar el mar Negro), inauguraron un nuevo perÃ−odo caracterizado por los
esfuerzos de recuperación tras la costosa derrota y de introducción de reformas que, sin modificar
fundamentalmente el régimen, tendÃ−an a una mejor organización social, administrativa, judicial y
militar.
Será Alejandro II (1855-1881) el encargado de impulsar las reformas de carácter liberal que el Imperio
necesitaba. Las principales fueron las siguientes:
• Reformas administrativas.- Se intenta una descentralización regional, creando los `zemstvos'
(asambleas territoriales) a nivel de los distritos y de las provincias, cuya función era supervisar a
nivel regional la instrucción y salud pública sin inmiscuirse en la vida polÃ−tica. El `zemstvo de
distrito' estaba formado por propietarios de tierras, ciudadanos a partir de un determinado censo y
campesinos. El `zemstvo de provincia' era elegido, sin consideraciones de pertenencia social, por los
`zemstvos de distritos'. El aumento de su actividad modificó profundamente las estructuras sociales
de la provincia.
También se llevó a cabo la reforma municipal de las ciudades. En adelante, la ciudad tendrÃ−a su
existencia administrativa particular y su asamblea (la duma), elegida por los contribuyentes de acuerdo con un
sistema censitario, pero seguirÃ−a bajo la estricta tutela de la administración.
• Reforma judicial.- Inspirada en los modelos occidentales, separó la justicia de la administración, la
hizo independiente mediante la elección de los jueces en las instancias inferiores, disminuyendo en
las funciones que ejercÃ−a en este campo la nobleza rusa.
• En materia educativa.- Se concede autonomÃ−a a la Universidad y se reglamenta incrementar la
instrucción pública.
• En cuanto al Ejército.- Se establece el servicio militar obligatorio durante un perÃ−odo de seis
años, frente a la legislación anterior que podÃ−a mantener al soldado toda la vida.
• Empero, la reforma más importante fue la abolición de la servidumbre.- El decreto de 1861, que
partÃ−a de un conjunto de leyes y textos que afectaban a las diferentes categorÃ−as de siervos y a los
estatutos locales, emancipó a los siervos, que pasaron a ser hombre libres, asimilados a los
campesinos del Estado. De su contenido cabe destacar de una manera inmediata que el propietario ya
no podÃ−a vender a los siervos ni desplazarlos, castigarlos o someterlos a gravámenes o
prestaciones abusivas. Pero la libertad efectiva, completa, sólo pudo aplicarse a los siervos
domésticos. Esta categorÃ−a de siervos, que no poseÃ−a nada, se proletarizó, convirtiéndose
en una mano de obra móvil, de obreros agrÃ−colas, de los que una parte pasarÃ−a a engrosar los
efectivos de las manufacturas, en pleno desarrollo.
Sin embargo, para la mayorÃ−a de los campesinos siervos ligados a sus tendencias la libertad no fue
completa. En efecto, el decreto les concedÃ−a en plena propiedad un lote de tierras por el que habÃ−an de
pagar una indemnización al señor, a reembolsar con sus intereses durante 49 años.
Las dificultades del reparto y de la fijación del precio de retroventa hicieron muy lentas las operaciones. Esta
medida no satisfizo a los propietarios que perdÃ−an mano de obra, ganancias y derechos a administrar
justicia. Tampoco satisfizo a los campesinos pues suponÃ−a que todavÃ−a debÃ−an permanecer atados a los
propietarios a causa de la deuda contraÃ−da. Muchos campesinos abandonaron las tierras y emigraron a las
ciudades, lo que favoreció el desarrollo industrial debido a la nueva mano de obra que llegaba y a la
polÃ−tica de apertura decretada por el zar, por lo que capitales extranjeros se establecieron en el Imperio,
sobre todo capital francés, lo que permitió un desarrollo del tendido ferroviario mejorando la
comunicación y el desarrollo del mercado interno. Esta medida también favoreció el surgimiento de una
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clase social, los `kulaks', campesinos que se enriquecieron debido al desarrollo de Rusia como exportadora de
trigo.
Aún con el peso de bastantes arcaÃ−smos y contradicciones (mantenimiento de la autocracia), es indudable
que el Imperio experimenta una transformación en el orden económico y que el momento del despegue
coincide con el de transformación de su sociedad, tras la abolición de la servidumbre (â ésta no
solucionó la situación económica de los campesinos pero sÃ− su condición jurÃ−dica: desaparecen las
trabas para la creación de escuelas; la posibilidad de vender sus cosechas los introduce en el mundo del
comercio y la moneda; pueden buscar mejor fortuna en otras tierras -emigración interior-...). Podemos
destacar cinco puntos básicos para la industrialización rusa:
• la Banca.- En 1860 se crea un Banco del Estado para ayudar a los terratenientes afectados por la
supresión de la servidumbre. Después aparecen los primeros bancos con depósitos de
particulares.
• el ferrocarril.- Con la creación de lÃ−neas que unen diferentes regiones industriales.
• los textiles.- Aumento del algodón y lino.
• la metalurgia.- Descubrimientos de yacimientos de hierro y carbón, transformando regiones, antes
agrÃ−colas y pastorales, en poderosos emporios industriales.
• el petróleo.- Su hallazgo permitió acelerar el desarrollo. Rusia tenÃ−a carbón, fuente de energÃ−a
de la primera revolución industrial, y petróleo, base de la segunda.
Las medidas liberalizadoras decretadas por Alejandro II se vieron paralizadas a raÃ−z de la revuelta polaca de
1863. La brutalidad de la represión zarista aceleró el movimiento contra el gobierno (â el apoyo moral
del sector estudiantil al levantamiento polaco aconsejó al zar la supresión de alguna de las medidas de
apertura. Se produjeron desórdenes en Moscú que provocaron la detención de delegados estudiantiles. El
atentado contra el zar de un estudiante frenó decisivamente los deseos reformistas de Alejandro II). Por un
lado, los liberales, agrupados en un movimiento denominado `intelligentzia', vieron frustrados sus deseos de
conseguir mayores reformas, sobre todo las dimanadas del aspecto polÃ−tico que traerÃ−an consigo la
reforma hacia un régimen constitucional, dado el viraje tomado por la polÃ−tica de Alejandro II, apoyado
esta vez por el sector más regresivo de la sociedad rusa. A este grupo se unió un sector de la nobleza, cada
vez más empobrecida por la abolición de la servidumbre. Pero frente a ellos aparecen organizaciones
revolucionarias alimentadas por la burguesÃ−a nacida de la incipiente industrialización.
Estas organizaciones revolucionarias cubrÃ−an todo el aspecto revolucionario inspirándose en las corrientes
socialistas que ibas desde el anarquismo de Bakunin al marxismo y blanquismo, pasando por el populismo
(que veÃ−a en la comuna rural el futuro del socialismo y en el campesinado el motor de la revolución). Pero
en esta etapa, el movimiento que tuvo más trascendencia fue el nihilista, de tipo terrorista, que promovÃ−a
los atentados polÃ−ticos y tenÃ−a su centro de reclutamiento entre sectores universitarios. AsÃ−, se
formaron organizaciones terroristas como “Tierra y Libertad” (que difundió las ideas populistas) y “Libertad
del pueblo” (que se lanzó a la lucha mediante una serie de atentados contra altos funcionarios). En 1881, el
propio zar, Alejandro II, fue vÃ−ctima mortal de un atentado. Con la muerte del zar se puso fin al intento de
`occidentalizar' a Rusia y este fracaso significó el comienzo de un proceso de regresión y retorno al
autocratismo zarista, aunque ya se estaban consolidando las bases de un nuevo movimiento revolucionario.
El asesinato de Alejandro II (1881) marcó el comienzo de un perÃ−odo de endurecimiento del absolutismo y
del nacionalismo ruso. Su sucesor, Alejandro III (1881-1894), procedió de inmediato a eliminar cualquier
sÃ−ntoma de libertad establecido en el reinado anterior, aunque en el aspecto económico Rusia alcanza en
esta época un progreso económico notable motivado por la entrada de capitales extranjeros, por la
obtención de préstamos extranjeros y por la explotación y producción petrolÃ−fera localizada en
Bakú, lo que hará aumentar el tendido ferroviario y el desarrollo de las industrias extractivas, con lo que
Rusia se incorporaba -a final de siglo- a la revolución industrial; este desarrollo no se verá acompañado
de ninguna mejora en las condiciones sociales de la clase obrera, cuyas condiciones de vida eran pésimas,
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ni tampoco se mejorará la vida del campesinado, ya que la falta de capitales hará inviables todo tipo de
explotación intensiva por lo que no podrán subsistir con lo obtenido de sus pequeñas parcelas de tierra,
empobreciéndose aún más si cabe. Esta situación social será excelente caldo de cultivo para el
descontento y la subversión. (â La industria rusa no crecerá a consecuencia del mercado -la demanda
campesina aumenta poco-, sino a base tanto de inversiones de recursos estatales, obtenidos agravando la
presión fiscal sobre el campesinado, como y esencialmente de la aportación extranjera, tanto de técnicos
como de capitales franceses, ingleses, alemanes, belgas y norteamericanos).
El desarrollo industrial de los años 90 implicó un fuerte crecimiento de los efectivos obreros, cada vez
más desvinculados de la tierra, que formaban un verdadero proletariado concentrado en las grandes
ciudades. Esta nueva categorÃ−a social luchaba por la mejora de unas condiciones de vida miserables,
impuestas por el paternalismo patronal (â A finales de la década de los 90 se formaron en el extranjero,
entre los emigrados, y en la propia Rusia algunos grupos socialistas que, algunos años más tarce,
tendrÃ−an un papel decisivo en el destino del Imperio).
Con Nicolás II (1894-1918), la entrada en el s. XX marcó el apogeo de un Imperio cuyo desarrollo
encubrÃ−a las debilidades internas. Las seguridades que ofrecÃ−an en el oeste la alianza franco-rusa y la
conclusión del Transiberiano le permitieron llevar a cabo en Extremo Oriente una polÃ−tica agresiva de
poderÃ−o imperialista. Pero el Imperio movilizaba unos efectivos militares cuya base nacional era
insuficiente. En efecto, Rusia era todavÃ−a un paÃ−s subdesarrollado, solidario de los mercados
internacionales por sus exportaciones de cereales y dependiente del extranjero por sus industrias
metalúrgicas más modernas. Además, el desarrollo global se vio frenado súbitamente hacia 1900 a causa
de un equipamiento industrial deficiente y de la disminución de la demanda del estado, mientras se estancaba
el mercado de consuma de una población eminentemente rural y sometida a una fuerte presión fiscal.
En los primeros años del s. XX la atmósfera polÃ−tica y social sufrió una transformación sorprendente
por su rapidez. La crisis industrial de 1900-1903, que dejó sin trabajo a cerca de 100.000 obreros, provocó
manifestaciones, dio lugar a casi en todas partes a numerosas huelgas, a veces violentas, que fueron
reprimidas de forma muy dura. Ello no logró impedir el desarrollo de una conciencia de clase que hacÃ−a
más apremiantes las reivindicaciones de las agrupaciones constituidas en la lucha clandestina (los socialistas
revolucionarios -SR-, dentro de la lÃ−nea populista partidaria de la acción directa, y los socialdemócratas
-SD- , que se dividieron en dos facciones: una mayorÃ−a bolchevique, encabezada por Lenin, y una
minorÃ−a menchevique. HabÃ−a una diferencia fundamental entre la idea de una democracia autoritaria,
más apta para la lucha de cara a objetivos inmediatos (bolcheviques), y de una democracia liberal, que
podÃ−a esperar que una lenta evolución condujera a las transformaciones de la sociedad (mencheviques)).
Mientras tanto, Rusia, en su expansión hacia oriente, se presentó como defensora de la integridad China en
la guerra que habÃ−an mantenido los chinos con los japoneses. En virtud del tratado de paz entre chinos y
japoneses en 1895, China cedió al Japón Corea, Formosa, las islas Pescadores y la penÃ−nsula de
Liao-Tung, con Port Arthur. Rusia obligó a los japoneses a retirarse de la penÃ−nsula y devolverla a los
chinos. Pero en realidad fue Rusia quien ocupó militarmente la penÃ−nsula, adquiriéndola de los chinos
por 24 años para construir una vÃ−a ferroviaria. En 1904, Japón atacó, sin previa declaración de guerra,
la flota rusa anclada en Port Arthur. La flota rusa fue anulada y destruida. Los japoneses estaban mucho mejor
preparados: las cargas de la vieja caballerÃ−a cosaca eran inútiles frente a las modernas infanterÃ−a y
artillerÃ−a niponas. En 1905 se produjo la destrucción completa de la flota rusa del Báltico, forzando al
gobierno ruso a firmar la paz.
La guerra en Extremo Oriente fue la espoleta que desencadenó el primer ensayo revolucionario en Rusia. Las
causas del descontento entre las clases trabajadoras, la insatisfacción intelectual y la agitación de los
polÃ−ticos eran previas al conflicto armado; pero la guerra pondrÃ−a al descubierto el rostro del sistema
autocrático, arrastrando al pueblo a un conflicto que le resultaba odioso. En enero de 1905 se produce una
huelga de 140.000 obreros que inician una marcha pacÃ−fica ante el Palacio de Invierno, y de este modo
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hacer patentes tanto las reivindicaciones sociales y económicas como la repulsa de la guerra. La
manifestación fue disuelta con disparos del ejército contra el pueblo (`domingo rojo') provocando una
masacre. El `domingo rojo' inicia la Revolución de 1905: se pone en marcha un profundo movimiento de
protesta que rápidamente se extendió por toda Rusia, con huelgas y manifestaciones, que fue cogiendo
fuerza alcanzando su punto culminante en octubre de 1905. De los obreros de la industria, la protesta pasó al
campesinado e incluso comenzó a hacer mella en las filas del ejército (motÃ−n en el acorazado
Potemkin). Es en este mes de octubre cuando se constituyen dos Soviets: uno en San Petersburgo y otro en
Moscú, que fuerzan al zar a convocar la Duma con funciones legislativas, que supone un primer triunfo para
los sublevados. El zar renunció al poder absoluto, se comprometió a gobernar constitucionalmente, con una
Dieta nacional, y garantizó las libertades individuales y polÃ−ticas. Por eso, se convocó una asamblea
legislativa, la Duma imperial.
Satisfechos con las reformas conseguidas, los burgueses y liberales dejaron solos a los socialistas y a los
obreros, que querÃ−an llevar la revolución hasta las últimas consecuencias. El régimen reaccionó
disolviendo en diciembre el soviet de San Petersburgo y aplastando una insurrección obrera en Moscú.
Pero el régimen constitucional fue una burla, ya que la Duma era escasamente representativa y tenÃ−a
pocos poderes. Además, el zar dio marcha atrás en lo referente a sus concesiones, animado por los
reaccionarios y por su éxito en la represión de los revolucionarios. Las dos primeras Dumas (1906 y 1907)
fueron disueltas al cabo de pocos meses de su elección porque tenÃ−an mayorÃ−a de oposición. AsÃ−, se
modificó el sistema electoral por decreto. Con el nuevo sistema, la tercera Duma tuvo mayorÃ−a
conservadora, lo que permitió que durara durante los cinco años de mandato (1907-12).
AsÃ− y todo, y aunque suprimió casi todas las libertades polÃ−ticas, la Asamblea influyó sobre el
desarrollo polÃ−tico del paÃ−s, y Rusia dio un paso importante en el camino hacia el sistema parlamentario.
La revolución de 1905 fracasó polÃ−ticamente a causa del miedo de la burguesÃ−a respecto a los excesos
de radicales y socialistas.
En septiembre de 1911 reapareció con fuerza la agitación revolucionaria. Al final del mandato de la Duma,
la corte se orientó otra vez hacia el régimen autocrático, que se mantuvo con dificultad hasta la guerra,
pero no sobrevivió a sus calamidades y a las derrotas producidas. Además, subsistÃ−an tensiones y
problemas serios: las tendencias conservadoras consolidaron el nacionalismo ruso e hicieron revivir los
sentimientos eslavos comunes a Rusia y a otros paÃ−ses. Eso proporcionó un gran vigor al paneslavismo e
hizo que Rusia diera apoyo a los movimientos del sudeste de Europa y entrase en la guerra para su defensa.
LOS BALCANES
Condicionada por los intereses de los grandes imperios ruso, austrÃ−aco y turco, la región de los Balcanes
era, desde hacia mucho tiempo, una zona de conflicto permanente. Entre otras cosas, al principio de la
segunda mitad del s. XIX, el avance ruso hacia Constantinopla y su llegada a mar abierto era un hecho que
chocaba con los intereses de los Habsburgo hacia Salónica y la desembocadura del Danubio. Por otra parte,
Moscú instrumentalizó el paneslavismo para atraerse a las etnias eslavas de la región, hecho que
también entorpecÃ−a los intereses de Viena. El acceso de los pueblos balcánicos a la condición de
estados era dificultado por aquellas realidades y por el conflicto latente del Imperio turco. Aprovechando el
desmembramiento otomano, Grecia y Serbia recobraron la independencia en 1830. Los principados rumanos
de Valaquia y Moldavia se liberaron de la soberanÃ−a turca en 1856.
Por la Conferencia de Londres de 1871, después de la victoria de Prusia sobre Francia, Bismarck accedió
a la petición rusa de tener libre acceso a los estrechos del sudeste de Europa, como salida al mar. En este
marco de ofensiva contra la influencia turca de la región, en 1875-76, estalló la guerra entre Serbia y
TurquÃ−a: las agresiones de la minorÃ−a turca en Bulgaria fueron un pretexto que originó una declaración
de guerra de los serbios y montenegrinos el 1 de julio de 1876. Cuando la derrota de éstos era evidente, la
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intervención rusa impuso un armisticio a TurquÃ−a, favoreciendo a los perdedores. Al año siguiente,
TurquÃ−a rompió el pacto y Moscú le declaró la guerra en 1877 (previamente Rusia habÃ−a negociado la
neutralidad con Gran Bretaña y Austria), aliándose con los serbios, los montenegrinos y los rumanos. A
principios de 1878, el ejército del zar estaba en las afueras de Constantinopla. Por la Paz de San Estéfano
(marzo de 1878), nació un gran estado búlgaro a costa de TurquÃ−a. Tanto Austria como Gran Bretaña
se sensibilizaron por lo que consideraban una expansión de la influencia rusa. Bismarck hubo de intermediar,
proponiendo que se reuniera en BerlÃ−n un congreso europeo (junio-julio 1878). Según los acuerdos de esta
conferencia, Rumania, Serbia y Montenegro accedÃ−an a la independencia; Bulgaria se convertÃ−a en
principado autónomo pero tributario de Rusia, y perdÃ−a Macedonia, que pasaba a integrarse a TurquÃ−a,
asÃ− como Rumelia oriental, convertida en una región autónoma administrativamente bajo influencia
austrÃ−aca y rusa; Besarabia y una parte de Armenia se integraban a Rusia, y Austria asumÃ−a el derecho de
administrar Bosnia y Herzegovina. Por su parte, Inglaterra obtuvo el dominio de la isla de Chipre.
Rusia no quedó satisfecha con estas soluciones, después de haber ganado la guerra a los turcos, y
consideró que el nuevo mapa europeo oriental construido en BerlÃ−n favorecÃ−a al Imperio austrÃ−aco
(â Austria es la gran vencedora, ya que se abre un pasillo de penetración en los Balcanes sin haber tomado
ninguna iniciativa bélica). El primer asalto del problema balcánico se habÃ−a consumado, pero no
tardarÃ−a mucho en abrirse una nueva serie de conflictos.
Esta nueva organización balcánica habÃ−a de durar, casi sin alteraciones, hasta 1913. Serbia, Montenegro
y Rumania obtuvieron su independencia; Bosnia y Herzegovina pasaron a depender militarmente de la
administración de Austria (que las anexionó en 1908); la gran Bulgaria, sobre la que Rusia tenÃ−a puestas
sus miras, fue sacrificada: la parte septentrional se constituyó en un principado independiente, vinculado
nominalmente al vasallaje del sultán; la parte meridional, o Rumelia oriental, permaneció hasta 1886
autónoma, pero bajo la soberanÃ−a turca. Estas sistematizaciones balcánicas agudizaron las diferencias
entre Rusia y Austria, contribuyendo a alimentar las rivalidades internacionales que conducirÃ−an, en 1914, a
la Primera Guerra Mundial.
Cuando en 1908, Austria, apoyada por Alemania, se anexionó Bosnia y Herzegovina, provocó la
indignación de Rusia, enemiga de la intromisión de las potencias centrales en los asuntos balcánicos, y
con ello se sentó un precedente de la Primera Guerra Mundial.
TodavÃ−a en 1912 restaba Macedonia en poder de los turcos, ocasión que aprovechó Rusia para apoyar
una alianza entre Montenegro, Serbia, Bulgaria y Grecia y echar definitivamente a los otomanos. Esto
permitió a los rusos restablecer su influencia en los Balcanes y contraatacar a la dominación austrÃ−aca en
Serbia. En esta primera guerra balcánica (1912-13), los aliados balcánicos ocuparon toda Macedonia y
empujaron a los turcos hacia Constantinopla (Tratado de Londres, 1913). No obstante, el reparto entre los
vencedores de las posesiones arrebatadas a los turcos no satisfizo a todos. Bulgaria atacó a las fuerzas serbias
de Macedonia y a las griegas de Salónica, estallando asÃ− la segunda guerra balcánica (1913). Griegos,
montenegrinos y serbios concluyeron una alianza contra Bulgaria, añadiéndose más adelante Rumania.
Bulgaria, invadida y atacada por todas sus fronteras, no tuvo otro recurso que solicitar el armisticio. Por el
Tratado de Bucarest (1913), Bulgaria tuvo que ceder a Serbia la mayorÃ−a de los territorios que habÃ−an
conquistado. De este tratado, Serbia salió muy robustecida y con gran prestigio en la zona.
En esta guerra, Austria estuvo a punto de intervenir, deseosa de aplastar a Serbia, en favor de Bulgaria, pero
desistió ante la presión alemana. Un año después, Alemania se unirÃ−a a Austria en su guerra contra
Serbia, dando con ello origen a la Primera Guerra Mundial (â El dominio austro-húngaro en los paÃ−ses
eslavos se vio amenazado a principios del s. XX por los deseos de autonomÃ−a que tenÃ−an los serbios de
Bosnia-Herzegovina. Las esperanzas de independencia de estos paÃ−ses estaban alimentadas por sus vecinos
de Serbia, que se habÃ−an convertido en enemigos del dominio austrÃ−aco en los Balcanes).
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