NUEVO ORDEN INTERNACIONAL Y ORDEN INTERNO

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NUEVO ORDEN INTERNACIONAL Y ORDEN INTERNO
JUAN VELIT GRANDA
Actualmente todo ensayo o reflexión en torno a la política internacional, debe
llevar un planteamiento que aborde el nuevo orden internacional. Este tema
recurrente siempre es importante definirlo en sus nuevos esquemas "multipolar
en lo económico, bipolar en lo social y unipolar en lo militar".
La multipolaridad económica ha permitido el ingreso al escenario del mundo
financiero internacional, de nuevos actores que aportan conceptos diferentes e
inéditos, ya que el mismo estuvo configurado por opiniones mercantilistas de
tipo consensuales: considerando que el anglosajón privilegia el individualismo,
el alemán conserva sus matices proteccionistas y el japonés es solidario y
dirigista.
Pero, al interior de estos grandes actores y sus lógicos megabloques se
suscitan contradicciones como las que se da entre las potencias económicas
del norte, que se disputan los mismos mercados, problemas de relación
creando nuevas rivalidades que sustituyen a las anteriores. Ya en su
oportunidad Mihail Gorbachov manifestó que "Europa es la casa común",
reedición de los conceptos de la doctrina Monroe por ahora en el marco
europeo: Europa para los europeos.
Cuando a estos esquemas está la transnacionalización de la economía, con
sus más imaginativas fórmulas como el joint venture y el franchising, con sus
respectivos desafíos de corte delincuencial. Dándole a los conceptos
económicos—penales, importante ingrediente en el Orden Interno, una
dimensión diferente.
Ejemplo ilustrativo de este ámbito económico es la difícil identificación de
algunas empresas cuya bandera no está lo suficientemente clarificada, por lo
que la responsabilidad de sus acciones, en muchas oportunidades no la puede
asumir ningún país. El caso del BCCI es paradigmático al respecto. Se inició
como un negocio familiar en un territorio que había pertenecido a la India.
Posteriormente, con administración paquistaní, manejo petrodólares y recursos
de políticos del Tercer Mundo. Ubicó sus sedes internacionales, con gran
sentido de la ubicuidad, en Lichtenstein y Gran Caimán y se ramificó en 80
países. La investigación de lo que fue el más grande fraude bancario en el
mundo, ha sido sumamente dificultoso por las consideraciones de su
globalización.
La bipolaridad ha cambiado de rumbo y el enfrentamiento de Este – Oeste
ahora es de Norte – Sur. Hay un Norte fuerte, mullido, cómodo y de sofisticada
tecnología, en el que siete de sus países manejan el 75% de la economía
mundial. El Sur, por su lado, débil, asimétrico y con frágiles mecanismos de
negociación, se ha venido instalando sutilmente en los Estados desarrollados
por la vía de la migración.
Esta penetración es percibida por el Norte como una amenaza a su propia
estabilidad y a sus mecanismos de Orden Interno. Es decir, reproduce el
escenario de un nuevo imperio que se defiende de los nuevos bárbaros.
La unipolaridad militar ejercida por los Estados Unidos de Norteamérica y sin el
contrapeso de la ex Unión Soviética, configura un nuevo tipo de relaciones
internacionales.
En los inicios de la actual administración Clinton, se consideró que el manejo
de su política internacional tenía muchos flancos débiles que la vulneraban
como potencia. El actual liderazgo norteamericano tiene un nuevo estilo y unas
nuevas prioridades, dentro de un marco de coaliciones con otros Estados, que
permite asegurar tanto los intereses comunes como los propios.
Gran parte de la direccionalidad de la política internacional norteamericana,
ahora sin el ingrediente ideológico de la guerra fría, depende de los mandos de
la opinión pública interna, que está condicionada por el quehacer político
domésticos y sus desafíos en el Orden Interno.
En este esquema es importante tener en cuenta los mecanismos de
formulación de la política exterior norteamericana y el complejo tejido para su
instrumentalización.
La Constitución norteamericana otorga un rol preponderante a la Presidencia
como al Congreso, colocándolos a ambos en una suerte de "tensión dinámica".
Ambos compiten y cooperan a la vez, tanto para el Orden Interno como para el
Orden Internacional, a través del sistema "checks and balances". El
Presidente, por ejemplo, puede celebrar tratados con la aprobación del
Senado, además de los acuerdos ejecutivos a sola firma, pero es el poderoso
Congreso el que en definitiva norma el comercio con otros países.
Por esa razón puede afirmarse que Estados Unidos produce su política exterior
pasando por un denso tejido de agencias burocráticas estatales, diversas
instancias del Congreso. Además por la presión ejercida por los "Groups of
Interest" y la Prensa.
Este nuevo Orden Internacional se inauguró, además de los acontecimientos
políticos conocidos como la guerra del Golfo Pérsico, desestructuración de la
Unión Soviética, derrumbe del Muro de Berlín, autonominación de algunos
Estados europeos, cuando el gran planificador de la política norteamericana
George Kennan, expresó ante el Senado de su país que "cualesquiera que
haya sido las razones que hayamos tenido alguna vez para considerar a la
Unión Soviética como el principal oponente militar, no solo posible sino
probable, el tiempo para ese tipo de consideración ha pasado. Los intereses no
están no están tan seriamente en conflicto con los nuestros para justificar la
idea de que considerables diferencias entre nuestros países, no pueden ser
resueltas por las vías normales de la negociación y el acomodo recíproco".
Lo cierto es que a pesar de esta nueva configuración mundial, América Latina
todavía se encuentra relegada en el nuevo Orden Internacional. A la aplicación
de corrientes neoliberales en los esquemas económicos, han surgido
alarmantes signos de pauperización a sus ya tradicionales problemas de
miserias. A este cuadro se añade el terrorismo y la subversión, fuerte y
profundamente relacionados con el narcotráfico. Sin embargo por las
corrientes integradoras, las medidas de confianza y el acercamiento de las
poblaciones y sus respectivas fuerzas armadas, han disipado las percepciones
de amenaza, históricamente se tuvieron en esta región.
La postguerra fría, que ha tomado por sorpresa al área sudamericana,
presenta algunas inquietudes muy alarmantes y una de las principales es la
conceptualización que nuestra región tiene de la seguridad. Estos están
cifrados en sus objetivos propios y en sus aspiraciones regionales, en sus
necesidades básicas y en sus sistemas de valores, así como en la necesidad
de definir concretamente las amenazas. A pesar de que actualmente se hable
de "seguridad compartida", se entiende que la misma no siempre es
complementaria de otros actores regionales, como Estados Unidos y las
naciones europeas.
Estos elementos configuran una nueva topografía política, lo que nos obliga a
los Estados regionales a considerar un nuevo marco estratégico singular:
Una nueva direccionabilidad en los conceptos tradicionales de la defensa y
la paz, los mismos que se considera que deben tener una capacidad
multidisciplinaria y multi - institucional para enfrentar los problemas de
manera imaginativa, pero realista.
Pérdida de valor estratégico de áreas que históricamente se consideraron
vitales.
Nuevo dimensionamiento de áreas geoestratégicas que está aparejado, en
algunos casos, un excesivo aseguramiento de zonas de acceso como
canales estrechos, pasos o vías, que las naciones en desarrollo están
intentando negociar de manera ventajosa con las potencias industrializadas.
Esta situación podría provocar en el futuro "tentaciones intervencionistas de
los países desarrollados".
Pérdida de potencialidad cultural, en la que se percibe un proceso de lenta
desnacionalización por la instalación en nuestra cosmovisión patrones
ajenos a nuestra realidad.
Búsqueda de tecnología militar, la misma que actualmente se considera
"clave en la evolución de los conceptos estratégicos".
Es importante considerar que en estos momentos las crisis han vuelto a su
forma pre – nuclear, lo que ha obligado a la dinámica internacional a una
proliferación de conflictos de baja intensidad donde los problemas de Orden
Interno son determinantes.
Actualmente, este nuevo escenario internacional ha generado nuevos retos y
desafíos a la seguridad nacional. Los nuevos desafíos del Orden Interno, como
subversión, narcotráfico, terrorismo, ecología, se inscribe en la agenda de la
década de los noventa, como los de mayor gravitación en el Orden
Internacional.
Pero a las opiniones anteriores se opone Samuel Huntington, que en su
discutido y promocionado artículo "El Choque de las Civilizaciones" sostiene
que las fuentes fundamentales del conflicto en el nuevo Orden Internacional no
serían las tradicionales de economía e ideología, sino las de tipo cultural.
Se puede decir que los grandes actores de los asuntos globales continuarán
siendo las naciones – Estado, pero los principales conflictos de la política
global ocurrirán entre grupos de diferentes civilizaciones. Lo que configurará
una regresión histórica a este tipo de conflicto. Es decir, el choque de
civilizaciones dominará la política mundial y las "líneas geográficas de
demarcación entre las civilizaciones serán las líneas de batalla del futuro".
Es importante considerar el conflicto intercivilizacional como la última fase de la
evolución del enfrentamiento en el mundo moderno. De la misma forma
reflexiona el filósofo norteamericano, de origen japonés, Francis Fukuyama,
cuando afirma que el gran conflicto del próximo siglo será por el predominio de
la concepción de democracia que en estos momentos se están dando en el
escenario internacional: democracia asiática vs. Democracia occidental.
Según el autor del "Fin de la historia y el último hombre", el modelo de
desarrollo liberal occidental tiene como modelo a la democracia americana,
donde el respeto por la tradición y los valores históricos son dejados de lado. A
esa propuesta de desarrollo, dice Fukuyama, se opone el modelo liberal
asiático, que tiene como referente al Japón, donde conviven armoniosamente
la milenaria tradición shintista y la revolución tecnológica de quinta generación.
Históricamente se debe resaltar, para una mejor ilustración del tema, que
durante un siglo y medio y después de la Paz de Westphalia, que delineó el
sistema internacional moderno, los conflictos de occidente se suscitaron entre
reyes, príncipes y gobiernos absolutistas y constitucionales, que buscaban
expandir sus territorios, sus ejércitos y principalmente su influencia comercial.
Este período permitió principalmente la aparición de las NACIONES – Estado,
y después de la revolución francesa los principales conflictos dejaron de ser
entre los príncipes y los monarcas para ubicarse entre las naciones.
Palmer lo ha señalado muy claramente, cuando expresa que "las guerras de
los reyes terminaron, y comenzaron las guerras entre los pueblos". Esta
direccionabilidad finalizó en 1918, después de la Primera Guerra Mundial.
La revolución rusa trajo aparejada a su fenomenología sociológica, un nuevo
ingrediente. El conflicto entre naciones cedió su lugar al conflicto entre
ideologías, primero entre la democracia, el fascismo y el comunismo, y
posteriormente entre el comunismo y la democracia liberal. En el proceso de la
Guerra Fría este proceso se incorporó a los dos polos de poder y se llegó a los
extremos maniqueos de definir la identidad nacional de cada uno de ellos en
términos de ideología.
En esta época, la Guerra Fría, creó una división basada en esquemas político
– económico, en el que se consideraban el primero, el segundo y el tercer
mundo. Hoy, esta segregación es irrelevante y la que se da actualmente es en
términos de cultura y civilización. Entendiendo que una civilización es una
entidad cultural y ellas pueden envolver a cientos de personas, como es el
caso de China a pequeñas cantidades y a pequeñas cantidades, como el
Caribe angloparlante.
Sin embargo, la pregunta gravitante en relación a la posibilidad de un
enfrentamiento es por qué. Obvia y evidentemente son muchas las causas,
pero una de las básicas es que las diferencias culturales no solo son reales
sino fundamentales; cuya profundidad es mucho más aguda que las
diferencias entre ideologías políticas o regímenes políticos. Las civilizaciones
se diferencian entre si, no solo por la cultura, la historia o la lengua, sino por el
elemento fundamental que es la religión.
Por otro lado, el "empequeñecimiento" del mundo y la interacción intensifica la
singularidad y la conciencia civilizacional de las diferencias, como de las cosas
que se comparten al interior de las civilizaciones.
Mas aún, la modernización económica y los cambios sociales producidos en
los últimos tiempos están separando a las poblaciones de sus identidades
locales, tradicionales, y ese vacío está siendo reemplazado por la religión,
muchas veces tratando de reforzar su conciencia en movimientos
fundamentalistas, pero esa conciencia civilizacional es promovida por el rol de
Occidente, que está buscando el retorno a sus propias fuentes y separando a
las civilizaciones no occidentales. Todo este espectro, configura un escenario
de conflicto que podría desembocar en un futuro mediato, en un gran proceso
confrontacional.
Estas consideraciones nos llevan a plantear nuevos roles a las Fuerzas
Armadas y una dimensionalidad diferente al Orden Interno que ha dejado de
ser doméstico y minúsculo para convertirse en externo y de doble valor.
Lima, Noviembre de 1999
Fuente: Revista Ciencia Política
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FP: 23.11.99
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