INTERNACIONAL Y DIPLOMACIA Afirmó primer ministro en actos del Día de la Independencia India quiere la paz con Pakistán NUEVA DELHI/AP El primer ministro Atal Bihari Vajpayee dijo ayer en un discurso del Día de la Independencia que India quiere la paz, pero para ello Pakistán debe dejar de entrenar y armar a los militantes que hacen la guerra en Cachemira. "Entrenan a los terroristas en Pakistán", dijo Vajpayee, que habló desde atrás de un biombo a prueba de balas en el Fuerte Rojo, una estructura del siglo 17 en Nueva Delhi. "Matan a gente inocente, apuntan a las mujeres y los niños". El primer ministro paquistaní Nawaz Sharif dirigió la misma acusación a las fuerzas indias en su discurso del Día de la Independencia del sábado. Ambas naciones celebraron el 52do aniversario de su independencia de Gran Bretaña. Pero los discursos oficiales se refirieron a los 52 años de disputas por Cachemira, antes un principado del Himalaya, que ha sido causa de dos guerras entre los vecinos. Aunque Vajpayee y Sharif se comunican por teléfono, el diálogo oficial entre los dos países está suspendido desde mayo. Nueva Delhi lanzó ataques aéreos y terrestres para expulsar a centenares de combatientes apoyados por Pakistán que ocuparon posiciones en las montañas de Cachemira. Es difícil que se produzcan nuevos encuentros de alto nivel hasta que asuma el gobierno indio que resulte elegido en octubre. Cadena humana Seis millones de personas formaron hoy una cadena humana en el estado indio de Bengala Occidental para celebrar la fecha patria. Según informó la agencia india Uni, las seis millones de personas permanecieron unidas por las manos, bajo una lluvia torrencial durante una decena de minutos, a lo largo de los 3.500 kilómetros que llevan desde la ciudad de Darjeeling, en las montañas al norte del estado, hasta Sagar, en el Golfo de Bengala. Huelgas y violencia Militantes separatistas en el estado norteño de Cachemira, y en el nordoriental de Assam, lanzaron ataques y huelgas para que coincidieran con el 52o. aniversario de la emancipación india de Gran Bretaña, dijeron autoridades. La policía informó que hubo siete muertos y 17 heridos. Los peores incidentes de violencia ocurrieron en Cachemira, donde guerrilleros atacaron con fusiles automáticos y lanzadores de cohetes una estación policial en el poblado de Chenani, 90 kilómetros al norte de Jammu, capital invernal de ese estado. Al llegar refuerzos policiales los guerrilleros detonaron una mina terrestre y abrieron fuego desde un pico montañoso, dejando cuatro agentes muertos y 12 heridos, añadieron. Los rebeldes escaparon tras la explosión y la policía lanzó una intensa búsqueda, dijeron las fuentes. El grupo rebelde Lashkar-i-Taiba, con base en Pakistán, envió a AP un mensaje por fax adjudicándose el ataque en Chenani. En otro enfrentamiento a tiros en el sur de Cachemira los guerrilleros dejaron un policía muerto y tres heridos, mientas que cerca de la capital estival de Srinagar un civil murió en el fuego cruzado entre rebeldes y policías, según las autoridades. Asimismo, los militantes separatistas convocaron a una huelga en el valle de Cachemira, que contó con considerable adhesión, abarcando siete estados de la región nordeste, donde había más de 50.000 soldados en las calles para evitar incidentes de violencia. Entretanto, en el estado nordoriental de Assam estallaron dos bombas, dejando un muerto y dos heridos, sospechándose que fue obra de elementos separatistas, dijo una fuente policial. En esa región guerrilleros tribeños han estado luchando para lograr la autonomía. En Cachemira, único estado indio de mayoría musulmana en este país predominantemente hindú, decenas de grupos militantes islámicos han estado combatiendo desde hace 10 años contra el gobierno. Algunos quieren la independencia de Cachemira, mientras otros buscan que se fusione con la vecina Pakistán. EL NACIONAL - LUNES 16 DE AGOSTO DE 1999 INTERNACIONAL Y DIPLOMACIA Pakistán admite que cruzó línea fronteriza en Cachemira ISLAMABAD/REUTERS El jefe del ejército de Pakistán, general Pervez Musharraf, reconoció ayer por primera vez que sus tropas cruzaron la Línea de Control y pasaron al lado indio de Cachemira durante los enfrentamientos de insurgentes con tropas de la India en la región del Himalaya. Musharraf indicó que sus tropas han realizado "patrullajes agresivos" que las llevaron a cruzar la Línea de Control y a penetrar en el territorio. "Ese patrullaje condujo a nuestras tropas al otro lado de la Línea de Control para estar seguros de que Pakistán tuviera los ojos y los oídos bien abiertos en caso de que la India intentara alguna acción en la Línea de Control", reiteró el militar. Los comentarios de Musharraf apoyan las aseveraciones de India, que ha insistido en que tropas de Pakistán estuvieron involucradas en la toma de importantes bastiones en las colinas alrededor de Batalik-Drass, en el sector indio de Cachemira. Por su parte, funcionarios de Defensa indios indicaron ayer que Nueva Delhi probablemente extenderá por un día la fecha tope para el retiro de los guerrilleros del norte de Cachemira por razones operativas. EL NACIONAL - SÁBADO 17 DE JULIO DE 1999 Cachemira polvorín asiático en ebullición La nueva crisis entre India y Pakistán por el disputado territorio himalayo ha llamado la atención de la comunidad internacional que acaba de cerrar el capítulo de Kosovo. Ambos países, recientemente convertidos en potencias nucleares, y sumergidos en problemas internos, podrían llevar un conflicto irresoluto por más de medio siglo a sus últimas consecuencias y poner en peligro la seguridad global JOSEFINA BLANCO La actual crisis en Cachemira ha levantado de nuevo vientos de guerra en el sur asiático. Pero a diferencia de otros conflictos armados protagonizados por India y Pakistán por ese territorio, éste tiene un peligrosísimo componente: armas nucleares. En mayo del año pasado, ambos países se convirtieron en potencias atómicas declaradas tras detonar una docena de artefactos atómicos, estimándose el potencial de Nueva Delhi en 20 a 60 y de 6 a 12 el de Islamabad. Un año después están al borde de un enfrentamiento bélico que podría tentar la opción de apretar el botón. Además del temor nuclear, existe la reciente referencia a la crisis en la ex Yugoslavia. Cachemira, al igual que Kosovo, tiene ingredientes religiosos, sociales y políticos que han servido como combustible para encender las sempiternas tensiones existentes en el sur de Asia. Se estima que 75% de la población de Cachemira es musulmana. Actualmente, 70% del territorio y en el que viven unas 8 millones de personas, está bajo dominio indio, mientras el 30% restante (2 millones de habitantes), es controlado por Pakistán. Aunque India y Pakistán han subrayado en el actual conflicto que las armas nucleares son de disuasión y que no están hechas para ser utilizadas, y tomando como ejemplo la reciente guerra en los Balcanes, muchos analistas y diplomáticos se preguntan si vale la pena pagar el alto precio por seguir esperando a que la crisis se agudice más antes de intervenir. La conflictiva situación entre Nueva Delhi e Islamabad por Cachemira tiene ya más de medio siglo, y ha sido la causa de dos de las tres guerras entre ambos países (1947, 1965 y 1971). India, mayoritariamente hindú, afirma tener pleno derecho sobre ese territorio que le fue otorgado en 1947, tras su independencia del Imperio británico. Mientras que para la mayoría musulmana de la región y los paquistaníes -también islámicos-, la anexión de la reclamada región al territorio indio fue una injusticia y reclama un referéndum para que la población decida a cuál país quiere pertenecer (ver recuadro). Pero además de los partidarios de la anexión a Pakistán y que pertenecen en su mayoría al Frente de Liberación de Jammu y Cachemira (JKLF), existe otro grupo potencialmente antagónico: los separatistas, que buscan un Estado totalmente independiente de ambos países. Estos últimos están representados por dos grupos -el Partido de los Combatientes (Hizb-e-Mujahiddin) y el Harkat-ul-Ansar-. "Queremos ser una nación libre, pero no estamos dejando fuera ninguna opción", señaló la semana pasada al New York Times, Shabir Shah, quien paso 22 de sus 46 años en una prisión india por apoyar el separatismo y que encabeza un partido proindependencia. "Si India o Pakistán negocian con líderes legítimos de Cachemira, es posible encontrar otra solución". Pero subrayó que India debe dar alguna respuesta a su lucha no-violenta, porque si no "la pelota estará totalmente en manos de los hombres armados", refiriéndose a los fundamentalistas islámicos que están a favor de la independencia absoluta. Desconfianza y traición Tras 52 años de conflicto, la desconfianza entre ambos naciones ha crecido notablemente, y los acontecimientos de este año profundizan aún más esta sensación. En febrero, el premier paquistaní, Nawas Sharif, invitó a su homólogo indio, Atal Behari Vajpayee, a firmar la Declaración de Lahore con el fin de buscar bilateralmente una solución a la reclamada región. Pero ahora, analistas militares de India, Pakistán y Estados Unidos están seguros de que mientras Sharif y Vajpajee se abrazaban en la población paquistaní de Lahore, Islamabad planeaba una operación para arrebatarle a las fuerzas de Nueva Delhi unos picos estratégicos de Cachemira, donde se desarrollan actualmente los combates. Los nuevos enfrentamientos comenzaron a principios de mayo. India, alegando la violación de su soberanía territorial, inició una operación armada para obligar el retiro de fuerzas paquistaníes que habían penetrado la zona india de Cachemira. Pakistán, por su parte, respondió a los ataques, pero alegó que esta invasión que argumentaba la India fue protagonizada por miembros de los más de doce grupos de combatientes islámicos -muyaidínes- que luchan independientemente una guerra santa por la liberación de Cachemira, y donde ellos afirman no tener ninguna participación. Sin embargo, siempre se ha dicho que Pakistán ha ayudado a estos grupos rebeldes. Y recientemente, tanto Nueva Delhi como Washington han señalado que existen pruebas fehacientes de que estos muyaidínes están siendo apoyados, e incluso, acompañados por tropas de Islamabad. Tal situación ha endurecido la posición de Nueva Delhi ante los gestos por el fin de las hostilidades intentados por Islamabad. El pasado 31 de mayo, Sharif envió a su canciller, Sartaj Aziz, a India para iniciar el diálogo de paz pero esta misión fracasó, y Valpajee enfatizó que hasta que las fuerzas invasoras no abandonen el territorio indio de Cachemira no habría negociación posible y menos un cese de sus operaciones militares. Tocando puertas Por varios años, Pakistán ha buscado internacionalizar el conflicto de Cachemira llevándole frente a las Naciones Unidas y otros entes, así como buscando inmiscuir a terceros países. India, por su parte, se ha negado categóricamente a esta opción, con el argumento de que el problema debe ser resuelto a nivel bilateral. El 4 de julio pasado Sharif, a su solicitud, se reunió con el presidente estadounidense Bill Clinton, tras haber fracasado en sus intentos de buscar la mediación de China -su aliado histórico y que lo ayudó a construir sus artefactos nucleares- y Moscú. En Washington firmó un documento en el que se comprometió a lograr el retiro de los combatientes islámicos de la zona india de Cachemira. El compromiso rubricado entre Sharif y Clinton fue muy criticado en Pakistán. Militares de línea dura, que han mantenido parte del dominio político, la oposición, y la población, rechazaron la medida y salieron a protestar a las calles. Los propios líderes de combatientes islámicos, señalaron que no se retirarían, lo que obligó al gobierno a aceptar que no podía garantizar el repliegue de los rebeldes. El no poder cumplir su promesa debilitaría también la posición de Pakistán frente a Occidente, del cual depende un préstamo que espera recibir del Fondo Monetario Internacional (FMI) este mes. El país tiene una gran deuda externa (unos 30 millardos de dólares) y graves problemas económicos, en comparación con sus rivales indios. Si el dinero no llega se agudizará aún más el conflicto interno. Por su parte, el premier indio, tampoco desea verse débil ante Pakistán a poco menos de tres meses de realizarse elecciones generales en su país y con una moción de censura a cuestas. Un buen lugar para comenzar Tras bambalinas Sharif y Valpayee, están buscando urgentemente una salida a esta crisis que ya ha cobrado cientos de víctimas, para no entrar en una guerra que nadie desea. Por su parte, Occidente, con el antecedente trágico de Kosovo, ha hecho ya varios llamados a ambos gobiernos para que cesen las hostilidades. Aunque no han aunado esfuerzos para actuar, las próximas reuniones internacionales tratarán el conflicto y discutirán posibles acciones positivas para regiones como Cachemira. Según Stephen Kinzer, articulista del New York Times, Cachermira es un buen sitio para comenzar porque refleja no sólo lo peligrosa que puede ser una guerra, sino también lo difícil que resulta resolverlas. Muchos de los habitantes del lado indio de la disputada región temen a Pakistán, que está en peor forma social, económica y política que India y donde el fundamentalismo religioso está en aumento. Pero tampoco apoyan a las fuerzas de seguridad de Nueva Delhi que regularmente son culpadas por organismos internacionales de violar los derechos humanos de los supuestos combatientes o separatistas de la zona. En años pasados algunos líderes indios han sugerido que la solución al conflicto estaría en darle a la provincia algún tipo de independencia o autonomía. Pero esto hace temblar a las autoridades del país de Mahatma Gandhi que temen encender con ello la mecha desintegradora del país. EL NACIONAL - DOMINGO 11 DE JULIO DE 1999 INTERNACIONAL Y DIPLOMACIA Soberanía de príncipes La disputa entre India y Pakistán por Cachemira es esencialmente religioso. Cuando se produjo la partición del territorio indio que pertenecía a la corona británica en 1947, Cachemira era un principado independiente regido por el maharaja hindú Ghulab Sing. La población de esa región, mayoritariamente musulmana, quería formar parte de Pakistán -territorio mayoritariamente islámico-, pero Singh, que tenía el derecho de decidir según los instrumentos de partición establecidos ese año, optó por la anexión a la India, medida que fue apoyada por el naciente gobierno de Nueva Delhi. Aunque estos hechos iniciales explican el origen de las tensiones actuales entre ambos países por la reclamada región himalaya, las raíces del conflicto son aún mas remotas. El subcontinente indostánico, que incluye actualmente a la India, Pakistán, Bangladesh y Cachemira, fue objeto de numerosas conquistas. El Islam llegó a esta región en oleadas sucesivas a partir de las invasiones de los musulmanes en el año 711 de nuestra era, pero quedó más que todo circunscrito al norte del país, extendiéndose un poco más con la instauración del imperio mongol -islámico-. Antes de la llegada de los ingleses, la zona estuvo conformada básicamente por dos reinos que consiguieron unificar la región: El reino Maurya con Asoka (271-231 a. C.) y el imperio mongol con Akbar el Grande ((1556- 1606) y con Aurangzeb (16581707). Asoka tuvo un papel decisivo en el desarrollo del budismo en la India, mientras que Aurangzeb inició la decadencia del imperio musulmán con guerras y su intransigencia hacia los hindúes. Pero después de la colonización británica, que duró aproximadamente un siglo (17571856), quienes finalmente dominaron la región fueron los hindúes y su casta superior los brahmanes -antiguos sacerdotes-. Mientras los brahmanes tomaron las riendas del nacionalismo indio que culminó con la independencia del país de la colonia británica en 1947, los musulmanes quedaron rezagados en la modernización política de la nueva nación. Sólo con la fundación del partido conocido como Liga Musulmana India (All-Indian Muslim League) en 1906 los islámicos adquirieron autonomía en el movimiento político sin estar subordinados, como hasta entonces, al Congreso Nacional Indio (All-Indian National Congress) al que pertenecían el Mahatma Gandhi y el pandit Jawaharlal Nehru, fundado en 1885. Esta reivindicación es la que llevó a los musulmanes indios a exigir, en 1940, un Estado musulmán propio, exigencia que se vio satisfecha con la independencia de la Unión India y la creación de Pakistán (1947). Sin embargo, afloraron tensiones internas contenidas durante siglos en un conflicto irreconciliable entre hindúes y musulmanes que desembocó en una guerra no declarada entre ambos Estados recién fundados. Se produjo una terrible matanza recíproca -unos 10 millones de personas murieron- y una gran ola de desplazados por ambas partes. Los musulmanes sobrevivientes en la India huyeron hacia territorio paquistaní, mientras que los hindúes en Pakistán lo hicieron hacia la India. Luego el conflicto se amplió por Cachemira (1947-1949), culminando con una línea de armisticio trazada en 1949 y que divide a Cachemira en dos entre ambos países. Sin embargo, desde ese momento, tanto India como Pakistán reivindican la totalidad de ese territorio. Para Pakistán esta partición dejó cosas por resolver y favoreció a la India. Cuando se toma la decisión de anexar Cachemira a la Unión India el 26 de octubre de 1947 quedó pendiente un plebiscito para aprobar dicha medida, el cual nunca fue realizado. Por otra parte, se dice que la excesiva presión india para lograr la anexión de Cachemira se debió en gran parte a cuestiones emotivas y personales del líder del Gobierno Indio para aquel entonces, Nerhu, quien descendía de una vieja familia de brahmanes procedentes de esa región. Se dice que Nehru, que solía esgrimir siempre argumentos democráticos para esos casos, decidió esta vez por la soberanía principesca y no por la del pueblo. EL NACIONAL - DOMINGO 11 DE JULIO DE 1999 Pakistán pide ayuda internacional India descarta mediación en conflicto por Cachemira NUEVA DELHI/AP-AFP El primer ministro Atal Bihari Vajpayee aseguró que no es necesaria una mediación con Pakistán para poner fin a los combates en Cachemira. "Respetamos la buena voluntad internacional que se nos ha demostrado", dijo Vajpayee antes de viajar a la vecina Bangladesh. "La mediación es innecesaria. Es un problema bilateral y lo resolveremos". En cambio, el primer ministro pakistaní Nawaz Sharif pidió a los gobernantes de las siete potencias industriales y Rusia, reunidos en Alemania, que ayuden a resolver la disputa para "prevenir un conflicto". Dos miembros del G-8, Estados Unidos y Rusia, ya han emitido declaraciones en las que responsabilizan a Islamabad por la disputa y lo instan a retirar a los combatientes de la parte de Cachemira controlada por la India. Pakistán dice que los combates contra el ejército indio son librados por separatistas a los que llama "combatientes por la libertad", pero Nueva Delhi sostiene que los rebeldes son soldados pakistaníes y mercenarios afganos. India siempre se ha puesto a la implicación de terceras partes en su conflicto cincuentenario con Pakistán sobre la región dividida de Cachemira, que Islamabad intenta internacionalizar. Las fuerzas indias intentan desde el 9 de mayo provocar el repliegue hacia Pakistán de varios centenares de combatientes islamistas infiltrados en las cumbres de las montañas del norte de Cachemira del lado indio de la línea de control que separa a los dos países. Las tropas indias proseguían su ofensiva ayer en varias cumbres nevadas de la región de Kargil, a unos 5.000 metros de altura, según fuentes militares, que indicaron asimismo que la artillería india había atacado la víspera centros militares en territorio paquistaní. EL NACIONAL - DOMINGO 20 DE JUNIO DE 1999 OPINION Vientos de guerra en Cachemira Mauro Miguel Leoni Arráez Con suma preocupación dirige la comunidad internacional su atención a un nuevo conflicto: el litigio fronterizo entre India y Pakistán por la zona de Cachemira, que durante 52 años, ha simbolizado el doloroso trauma de la división del antiguo Imperio de la India (1947). La zona situada al noreste del país, posee una población mayoritariamente musulmana, lo que ha llevado a dos de las tres guerras entre India y Pakistán (1947-48 y 1965). 70% del territorio, con 8 millones de habitantes, está bajo dominio indio mientras el 30% restante, con 2 millones de almas, es controlado por Pakistán. Existen en la región dos tendencias potencialmente antagónicas: los separatistas agrupados en dos grupos -el Partido de los Combatientes (Hizb-e-Mujahiddin) y el Harkat-ul-Ansar- y los partidarios de la anexión a Pakistán pertenecientes al Frente de Liberación de Jammu y Cachemira (JKLF en inglés). Según los servicios de inteligencia indios ambas facciones reciben desde 1989, apoyo logístico y militar de Islamabad. Por su parte Pakistán reclama la celebración de un plebiscito en la región como parte de la estrategia de "internacionalizar" el conflicto para atraer una mediación estadounidense. India, por su lado, considera que la disputa es un asunto bilateral e insiste que sólo bajo dicha premisa mantendrá conversaciones. En este sentido la iniciativa más reciente ha sido la Declaración de Lahore (en Febrero) mediante la cual los jefes de gobierno de ambos países se comprometen a resolver sus disputas mediante el diálogo, en las que está incluido el contencioso de Cachemira. ¿Dónde radica la importancia del conflicto? En que ambos países son, de hecho, potencias nucleares regionales cuyos programas atómicos lograron mayor amplitud el año pasado cuando efectuaron (pese a la condena mundial) ensayos nucleares a escasos días de diferencia. Analistas han estimado que India tiene un potencial bélico de 20 a 60 bombas nucleares mientras Pakistán cuenta entre 6 y 12; los reactores nucleares indios pueden también producir, a máxima capacidad, entre 390-470 bombas más. Esto ha generado un "balance de terror" en la región que se complica ante la negativa de ambos países a firmar el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares" (TPCEN o CTBT en inglés) retrasando su entrada en vigor bajo la excusa de "seguridad nacional" lo cual implicaría que cualquier acción ofensiva india contra los rebeldes cachemires generaría una respuesta "con todos los medios bélicos" por parte de Pakistán, o sea un ataque con armas nucleares. Por ello la comunidad internacional tiene un reto ante sí: buscar el establecimiento de algún sistema de seguridad regional antes que se incremente la escalada ofensiva lo cual, necesariamente, involucrará a las grandes potencias. China y Rusia son aliados tradicionales de Pakistán e India respectivamente, por lo que pueden y deberían tener una influencia constructiva; los Estados Unidos, con su influencia global, podrían buscar resolver, conjuntamente con otros estados nucleares, la crisis armamentista auspiciando una moratoria trasladada a un acuerdo formal. En cuanto a la ONU es importante que ejerza una "diplomacia preventiva" apoyando cualquier esfuerzo bilateral o regional que reduzca las tensiones, sin descartar la posibilidad de auspiciar una conferencia internacional sobre Cachemira. Es importante para la credibilidad de la organización que no sea despojada de la responsabilidad de preservar la paz y que se recurra a ella sólo cuando la situación se escapa de control. El ejemplo de lo que ocurre en Kosovo es, indudablemente, la mejor lección para evitar la aparición de un nuevo foco de tensión mundial. EL NACIONAL - JUEVES 10 DE JUNIO DE 1999 INTERNACIONAL Y DIPLOMACIA Atribuyen decisión a táctica dilatoria India posterga negociaciones con Pakistán Un vocero de la cancillería india dijo en un comunicado que la oferta paquistaní de enviar a su canciller Sartaj Aziz a Nueva Delhi el 7 de junio "no es conveniente" NUEVA DELHI/AP-AFP-EFE El gobierno de la India postergó unas negociaciones con Pakistán programadas para principios de la semana entrante para atenuar las tensiones en torno a la disputa por Cachemira. Un vocero de la cancillería dijo en un comunicado que la oferta paquistaní de enviar a su canciller Sartaj Aziz a Nueva Delhi el 7 de junio "no es conveniente". Entretanto, el ejército indio prohibió el ingreso de civiles en la región montañosa donde se libran los combates, ya que podría haber una escalada en los enfrentamientos con guerrilleros infiltrados desde Pakistán. Por primera vez en diez días, la fuerza aérea suspendió sus bombardeos mientras las fuerzas terrestres se trababan en combate con infiltrados que ocupan las laderas altas de las montañas desde el mes pasado. La India indicó que los infiltrados son mercenarios afganos y soldados paquistaníes vestidos de paisano. Pakistán niega la presencia de sus soldados en el lugar. Raminder Singh Jassal, vocero de la cancillería india, rechazó la opinión de un periodista de que Nueva Delhi demora las conversaciones a la espera de que la batalla se vuelque a su favor y pueda negociar desde una posición de fuerza. "Nos comunicaremos en breve con el gobierno de Pakistán para proponer otras fechas", dijo Jassal, y agregó que la fecha sugerida por Islamabad no era la adecuada para el canciller indio Jaswant Singh. Línea definida Ayer la India ratificó una declaración atribuida al canciller pakistaní Aziz, de que la Línea de Control, como se conoce a la línea de cese de fuego en Cachemira, no está claramente definida. "La Línea de Control es nítida y está acordada", y no está en discusión, dijo la cancillería india. El cese de los ataques aéreos por un día no significa el principio del fin de los ataques para expulsar a los intrusos de Cachemira, destacó en Nueva Delhi el capitán K. Rajaram, vocero de la fuerza aérea. No se dio una razón, pero fuentes militares dijeron que se esperaba un asalto de gran envergadura. Miles de habitantes han huido de Kargil, Dras y otros pueblos y aldeas. Un general paquistaní de Cachemira declaró que el actual conflicto en esta región del Himalaya se ha convertido en "la cuarta guerra con India". "Hubo guerras en 1948, 1965, 1971 y ahora es ésta de 1999", afirmó el general Nusrat Khan Sial en su cuartel general de Skardu en la Cachemira paquistaní. India y Pakistán viven actualmente un período de extrema tensión desde el 9 de mayo, cuando los dos ejércitos iniciaron intensos duelos de artillería en la línea de control que separa Cachemira en dos partes: la india y la paquistaní. Dos de las tres guerras que han enfrentado a ambos países en el pasado -en 1948 y 1965- eran por Cachemira, región de mayoría musulmana cuya soberanía se disputan India y Pakistán. EL NACIONAL - DOMINGO 6 DE JUNIO DE 1999 Crisis por guerrilla de Cachemira amenaza con escalar India rechaza mediación de ONU NUEVA DELHI/ANSA-AP India rechazó una oferta de mediación de la ONU mientras prosigue en Cachemira la ofensiva lanzada hace unos días contra los guerrilleros musulmanes. El primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee reveló que el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, le llamó el sábado para ofrecerle enviar a la India un representante suyo. "Le respondí que nosotros fuimos atacados y que debería mandarlo a Pakistán, país que ha creado esta situación", dijo. Vajpayee sostiene que la India y Pakistán deben resolver la disputa por Cachemira, que ya ha causado dos guerras, sobre una base bilateral, como previsto por el acuerdo firmado en 1972 en Shimla, tras la derrota paquistaní en la guerra por Bangladesh. El gobierno paquistaní exige, en cambio, una mediación internacional. El ejército indio afirmó tener "firmemente el control" de la región de Kargil, en Cachemira, donde desde el miércoles se están librando una feroz batalla con centenares de guerrilleros infiltrados en Pakistán. Mientras, cazas de combate y helicópteros artillados indios intensificaban sus ataques contra posiciones de guerrilleros islámicos en zonas montañosas del estado Cachemira, al tiempo que Estados Unidos y Gran Bretaña expresaban su preocupación por las crecientes hostilidades, dijeron funcionarios y jefes militares indios. Estos acontecimientos suceden exactamente un año después que India y Pakistán se proclamaran potencias nucleares. Esa perspectiva es aterradora en una región que ha padecido tres guerras en 52 años. Y más aún desde que Pakistán reconociera que tiene en su arsenal bombas nucleares y que su estrategia defensiva reside en "la bomba". "Si no tuviéramos nosotros la bomba, India ya habría ocupado a Cachemira", dijo la semana pasada el ministro de Información de Pakistán, Mushahid Hussein. "Eso es lo que la bomba significa para nosotros: disuasión para la seguridad, supervivencia y auto defensa". La agria disputa por Cachemira ha avanzado desde los usuales intercambios de acusaciones y cañoneos a lo largo de la frontera a una crisis sin precedentes en los últimos 28 años. India alega que los infiltradores incluyen a mercenarios afganos y soldados del ejército pakistaní, disfrazados de guerrilleros. Pakistán lo niega. La última guerra que protagonizaron Pakistán e India fue en 1971, por el dominio de Bangladesh. Las dos guerras anteriores a esa fueron por causa de Cachemira. Hace una década estalló en la parte hindú de Cachemira una insurrección musulmana. Cachemira es la única región predominantemente musulmana en la India, que es de mayoría hindú. Pakistán, república islámica, alega que los habitantes de Cachemira tienen derecho a la autonomía. EL NACIONAL - LUNES 31 DE MAYO DE 1999 INTERNACIONAL Y DIPLOMACIA Aumenta tensión en Cachemira BUENOS AIRES/AFP El general chileno David Espinosa, a cargo de los observadores militares de la ONU (Unmogip) en Cachemira, admitió que desde que Pakistán e India realizaron ensayos nucleares ha aumentado la tensión en aquella región, que se disputan ambos países. "Hay un clima de euforia y más tensión", señaló Espinosa. El militar encabeza un contingente integrado por oficiales finlandeses, daneses, chilenos, uruguayos e italianos que está desplegado en los 1.260 km de frontera común en conflicto. "Después de los test nucleares, hay un clima de euforia en la gente y en los soldados de la primera línea. Eso es muy delicado en un conflicto de esta naturaleza. Pero en términos de incidentes se mantiene la misma situación que antes de los ensayos", comentó el general chileno. Al respecto, reconoció que tras las pruebas realizadas por Pakistán e India "hay un mayor grado de adiestramiento de las tropas y, naturalmente, más tensión". No obstante, Espinosa sostuvo que "ni se han incrementado ni se han reducido el número de incidentes en la línea de control". Ambas naciones asiáticas ya han librado tres guerras por el control de Cachemira, donde se han instalado 600.000 soldados indios y 300.000 paquistaníes. La India y Pakistán reiteraron sus posiciones contrarias sobre la disputa territorial de Cachemira, con el jefe del gobierno indio descartando la mediación de un tercero y el primer ministro paquistaní pidiendo a la comunidad internacional tomar medidas para resolver el problema. El primer ministro indio manteniendo una actitud de desafío, rechazó toda "presión" de las potencias para que India abandone su programa nuclear, así como toda mediación en el conflicto indo-paquistanés sobre Cachemira. INTERNACIONAL Y DIPLOMACIA Cachemira: ¿el nudo gordiano? John Ward Anderson - The Washington Post Servicio exclusivo de El Nacional Islamabad Uno de los problemas más complejos que han enfrentado los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU al examinar la carrera armamentista que se ha desatado en el sureste de Asia es el litigio limítrofe entre India y Pakistán por el control de la idílica región montañosa de Cachemira. Esto fue incluso reconocido por la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright. Durante varios años, el tema de Cachemira ha quedado al margen de las agendas internacionales, en parte por la posición de la India que ha asegurado que se trata de un asunto interno de ese país y en parte por el hecho de que las potencias internacionales han actuado con mucha precaución a la hora de resolver el volátil tema que está a la espera de una solución definitiva desde hace cinco décadas. Sin embargo, ante la fuerte presión internacional para tratar de detener la propagación de armas nucleares en el subcontinente asiático, la comunidad internacional parece finalmente interesada en buscar un acuerdo al conflicto sobre el territorio de Cachemira que, de acuerdo a algunos analistas, pudiera ser la mecha que dé origen a una guerra nuclear. Según algunos analistas, el problema limítrofe de Cachemira pudiera poner a prueba la voluntad que tienen las Naciones Unidas, Estados Unidos y otros países de participar en la solución del conflicto, aunque sea en forma secreta. Los esfuerzos internacionales realizados en el pasado han sido esporádicos y efímeros. Las autoridades paquistaníes han expresado la necesidad de avanzar en una solución de la controversia limítrofe, lo que les permitiría sentirse lo suficientemente seguros para cooperar en la firma tratados globales que limitaran los programas armamentistas y nucleares. El portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de Pakistán, Tariq Altaf, afirmó que su país no ha señalado que la solución de la disputa de Cachemira es una condición previa para cooperar en los acuerdos nucleares y de armas a nivel internacional. Sin embargo, expresó: "todos esos temas están vinculados. No es justo decir "a cambio de " pero la relación es muy clara". "La vía expedita hacia la firma de esos tratados pasa por Srinagar", la capital veraniega de la porción india de Cachemira, conocida como Jammu y Cachemira, señaló Maleeha Lodhi, el ex embajador paquistaní ante Estados Unidos. "Si las grandes potencias quieren que el mundo sea un lugar más seguro logrando la paz en la región, tendrán que enfrentar el problema que ellas mismas crearon". Disputa cincuentenaria Las tropas indias y paquistaníes comercian misiles y armas prácticamente todos los días a través de la "línea de control" de Cachemira, un límite internacional cuyo control ha estado en disputa desde hace cinco décadas. Dos de las tres guerras que han librado la India y Pakistán, desde que ambos países fueran creados a partir de la división del territorio de la India que estaba bajo control británico, han tenido como razón principal la reclamación limítrofe de este ex principado, cuyo estatuto quedó sin resolver al momento de la independencia. La comunidad internacional ha mostrado muy poco interés en involucrarse en un asunto tan complejo y ha optado por convertirlo en un problema bilateral entre la India y Pakistán. La negativa de la India en aceptar la mediación de terceros y la exigencia de Pakistán de que se permita a la población de Cachemira decidir su propio destino mediante elecciones, tal y como lo expresa la resolución de la ONU, ha dejado muy pocas posibilidades para una reunión de las partes. INTERNACIONAL Y DIPLOMACIA Proponen limitar material para armas nucleares Cachemira inflama tensiones entre Pakistán y la India ISLAMABAD/AP-AFP-EFE La tibia respuesta de Occidente a las pruebas nucleares de la India ha dado ínfulas al gobierno de Nueva Delhi, que ahora amenaza atacar Cachemira, dijo el primer ministro de Pakistán Nawaz Sharif. "La India amenaza cotidianamente" con "atacar Cachemira Azad" controlada por Islamabad, dijo Sharif luego de un discurso en celebración del 50° aniversario de la radio de Pakistán, propiedad del Gobierno. "Estamos tomando esta amenaza con mucha seriedad", agregó. También se responde así a las declaraciones de Krishnan Lal Sharma, portavoz del BJP (Partido indio de pueblo) que dirige el gobierno de coalición de la India, quien afirmó que ya es tiempo "de adoptar una posición firme y detener los esfuerzos paquistaníes". "No toleraremos más la interferencia en el valle de Cachemira", añadió el ministro de Asuntos Parlamentarios, Madan Lal Khurana. Mientras tanto, los cancilleres de Pakistán y China concluyeron ayer una ronda de conversaciones, pero las autoridades se negaron a indicar si ambas naciones responderán a las cinco pruebas nucleares efectuadas por la India la semana pasada. China ha sido un tradicional aliado de Islamabad. "El factor fundamental para la comunidad internacional es centrarse en adoptar una posición clara y contundente contra la India a fin de que abandone su programa nuclear", dijo el vocero chino. Desde que India y Pakistán obtuvieron la independencia de Gran Bretaña en 1947, libraron dos guerras por la región de Cachemira, primero en 1948, y luego en 1965. Posteriormente se enfrentaron en 1971 por Bangladesh, que en esa época era conocida como Pakistán oriental. Luego hubo una cuarta y peligrosa confrontación, en que se temió el uso de armas atómicas, en 1990. Nuevamente el territorio en disputa fue Cachemira. La India ha acusado a Pakistán de fomentar la violencia en su lado de la disputada frontera, donde grupos musulmanes luchan por la independencia de la India. Francia pide negociación Francia afirmó ayer ante la Conferencia de Desarme de las Naciones Unidas que "se impone" negociar un tratado que prohíba la producción de materiales fisibles para armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos. La representante permanente de Francia ante la conferencia, la embajadora Joelle Bourgois, dijo que prohibir la producción de materiales fisibles limitará las cantidades de materia susceptible de ser utilizada en armas nucleares. Bourgois señaló que un tratado de prohibición de la producción de materiales fisibles para las armas nucleares supondría un compromiso de todos los Estados parte y sería un instrumento no discriminatorio. Además, implicaría la puesta en marcha de un régimen de verificación universal y eficaz que establecería garantías sobre todas las instalaciones del mundo que producen este material. INTERNACIONAL Y DIPLOMACIA PAISES ASIATICOS MIDEN PODERIO India y Pakistán lamentaron resolución de la ONU contra pruebas nucleares Las Cancillerías de los países manifestaron su disgusto por la decisión adoptada por el Consejo de Seguridad. Nueva Delhi calificó la medida de coercitiva y denunció discriminación de parte de las cinco potencias mundiales NUEVA DELHI/AFP-REUTER-EFE India rechazó y calificó de "grotesca" la resolución adoptada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que condena las ensayos nucleares efectuados en mayo pasado por ese país y por Pakistán, y acusó a las cinco potencias nucleares de discriminación contra Nueva Delhi. "Lamentamos que el Consejo haya actuado de esta manera y haya adoptado una resolución coercitiva que no aportará ninguna ayuda en el apaciguamiento de las tensiones regionales", dijo la Cancillería india en un comunicado. La resolución 1172, adoptada el pasado sábado de forma unánime por los 15 miembros del Consejo, condena a India y a Pakistán y les reclama que no se armen ni desplieguen armamentos nucleares. Asimismo urge a ambos países a suscribir al Tratado de No Proliferación (TNP) y a firmar el Tratado de Prohibición Total de las Pruebas Nucleares (CTBT). "Nos parece grotesco que un órgano de las Naciones Unidas se dirija a India de esta manera", añade el comunicado, que subraya que este país asiático representa "la sexta parte de la humanidad y la mayor democracia del mundo y que es miembro fundador de las Naciones Unidas". El ministro de Defensa de India, George Fernandes, acusó por su parte a los Cinco de actuar con un criterio doble. "¿Cómo explicar que los arsenales nucleares en manos de las Cinco potencias sean buenos para el mundo, pero malos cuando es India que los posee?", preguntó. Tanto India como Pakistán, que también rechazó la resolución, estiman que el Consejo de Seguridad de la ONU es incompetente en temas de desarme. El Consejo, que urgió a ambos países a una "máxima abstención", les exhortó también a emprender conversaciones bilaterales para resolver sus disputas sobre seguridad regional, incluida la del conflicto por Cachemira. Trato inadecuado Pakistán también rechazó ayer el llamamiento de la ONU para firmar el Tratado de No Proliferación nuclear y el Tratado de Prohibición Total de las pruebas nucleares, afirmando que el enfoque del Consejo de Seguridad sobre la cuestión era "injusto e irreal". Islamabad también deploró la forma "inadecuada" en que el Consejo de Seguridad, en su resolución del sábado pasado, trató el diferendo sobre Cachemira entre Pakistán y la India. "El Consejo ignoró la realidad del terreno", afirmó un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, comentando la resolución aprobada el sábado en Nueva York, que pide que los dos países adhieran al TNP y al CTBT. "Las disposiciones del Tratado no pueden ser impuestas a los no firmantes", estimó el portavoz, subrayando que su aplicación se efectuaba sobre "una base de voluntariado". "Cualquier tentativa de imponer las disposiciones del tratado sería de naturaleza discriminatoria e injustificable", añadió. Estimó que el enfoque de las Naciones Unidas sobre la cuestión era "manifiestamente injusta e irreal'. Pakistán efectuó seis ensayos nucleares el mes pasado en respuesta a dos series de ensayos indios el 11 y 13 de mayo. Estas series de pruebas de los dos países provocaron una escalada de tensión en el sur de Asia. Ambos países han sostenido tres guerras desde la partición y la independencia del subcontinente indio en 1947. En dos de estas guerras, ambos países se disputaron la región de Cachemira, dividida, y de la cual tanto Islamabad como Nueva Delhi reivindican el control total. Al respecto, el portavoz lamentó que el Consejo de Seguridad no tratara de manera "adecuada y efectiva" la cuestión de Cachemira, que calificó de "problema central urgente que pone en peligro la paz y la seguridad en Asia". Para el portavoz, la resolución expresaba el carácter "central" del problema de Cachemira, pero no determinaba "medidas para una acción sostenida de la comunidad internacional para una solución". El sábado pasado, Pakistán reivindicó su estatuto de potencia nuclear, estimando que se deriva de "la realidad sobre el terreno", después de los seis ensayos efectuados. Explosión en tren provocó 23 muertos SUKKUR/REUTER Pakistán culpó al "abominable" cuerpo de inteligencia de India por el estallido de una bomba ayer en una estación de trenes atestada de gente, donde murieron 23 personas y otras 75 resultaron heridas. El ministerio de Relaciones Exteriores de Paquistán dijo en un comunicado que la explosión de una bomba en la estación del tren Karachi-Peshawar "fue obviamente un abominable acto terrorista auspiciado por el cuerpo de inteligencia de India que costó la vida a 23 personas... y lo condenamos". El comunicado dijo que el sabotaje empeorará las crecientes tensiones en la zona, luego que ambos vecinos realizaron pruebas nucleares condenadas por el mundo entero. "La comunidad internacional ha hablado de la necesidad de un diálogo para erradicar las causas de la tensión por un posible armamentismo nuclear en el sureste de Asia. Y es entonces claro que estos actos de terror deben ser denunciados", agregó el texto. Paquistán e India rechazaron una condena del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a sus ensayos nucleares y Paquistán dijo que la condena no tomó en cuenta la raíz de la disputa entre ambos países: el territorio de Cachemira. La explosión fue la más reciente de una serie de atentados con bomba incluyendo una que estalló el jueves en un cine de Lahore en donde murieron tres personas, y tres explosiones distintas el sábado pasado en Hyderabad, en donde murió una persona y tres resultaron heridas. Testigos dijeron que la bomba de ayer dañó dos vagones de pasajeros de un tren que debía partir hacia Karachi. El gobernador de la sureña provincia de Sindh, Moin Uddin Hyder, dijo a periodistas en el sitio del atentado que la bomba fue plantada seguramente por "elementos antipaquistaníes", que es el código oficial para referirse a India. "Se trató, claramente, de un atentado de activistas enemigos del pueblo de Paquistán", dijo. En Nueva Delhi no se conocieron comentarios oficiales sobre estas nuevas acusaciones. Gente que odia a las mujeres Sergio Dahbar Todos los días los talibanes, esos maravillosos extremistas afganos, insisten en ofrendarle malas noticias al resto del planeta. Exacerbadores de la religión islámica, estos estudiantes de la muerte acaban de asestarle una cachetada estruendosa a la ecología al prohibir el uso de bolsas de papel (sic) y fomentar las de plástico. ¨Por qué? Están convencidos, como sólo ellos pueden estarlo, de que en el papel de las bolsas podrían estar escritas algunas palabras coránicas, con lo que al arrojarlas a la basura se ofendería al libro sagrado. Este retorcido prejuicio ha encontrado incluso la oposición del ayatola Jemenei, sucesor de Jomeini, quien ha declarado que ``el mundo no acepta lo que los talibanes están haciendo en nombre del Islam''. Pero el mundo lo acepta, sin chistar, y con apoyo de la Agencia Central de Inteligencia del gobierno de Estados Unidos. El mundo comienza a cerrar las puertas de una centuria entre tinieblas. ``Corren malos días para los poetas'', dijo el año pasado en Madrid el pensador alemán Ernest Junger, de 101 años de edad. Y tiene razón. Vivimos tiempos de titanes. Los integristas persiguen a los escritores porque saben que un creador de ficción introduce la duda y la risa en la fortaleza de la certidumbre. Dos nociones insoportables para quienes creen que existe una sola versión de la verdad. Gente que vive, como diría el periodista español M.A. Bastenier, de El País, rodeado de espléndidas certezas. Certezas que en algunos casos señalan a los ciegos, a los palestinos, a los hombres sin barba, o las mujeres, como seres inferiores y despreciables. Pero el mal no se concentra sólo en el territorio afgano, donde se debate la guerra civil de los crueles talibanes. Muy cerca de esa tierra desértica y ensangrentada, se encuentra la vasta y siempre bien difundida cultura de la India. Noticias de este imperio han llenado de sangre los periódicos del mundo entero en estos días, con los saldos de la guerra sucia en Cachemira, que hasta la fecha, luego de siete años de enfrentamientos radicales entre la guerrilla y el Ejército, ha arrojado 50 mil muertos a los pies del Himalaya. India es un país demasiado grande para cobijar una sola guerra. Otros muertos han saltado a la primera plana, debido al atentado de la facción separatista Los Tigres de Bodolandia, que hizo volar en el noreste de esa nación un puente ferroviario, un trozo de autopista y un tren que transportaba 1.200 pasajeros. Todo esto sin contar la guerra civil del sur, en Sri Lanka, con otro número insoportable de víctimas. PAIS DESANGRADO . Los primeros cables suponían la participación en los atentados del noreste de la India de otro grupo armado de la región, el movimiento maoista Frente Unido de Liberación de Asom. Pero Los Tigres de Bodolandia rápidamente despejaron la duda. Este grupo independentista persigue desde 1987 la creación de un Estado de Bodolandia en parte de Assam, región rica en té y petróleo en que habitan cerca de 22 millones de personas de distintas etnias. Sus pretensiones separatistas abarcan parte de la región de Assam y de otros territorios vecinos al norte del Río Brahmaputra. Sus intenciones finales son permanecer como un Estado dentro de la India. El terrorismo en Cachemira, el otro costado visible del horror en la India, tiene dos rostros amargos: el de los guerrilleros y el del Estado. Sobre el fondo de este conflicto, surgen los dos hermanos enemistados por el odio religioso: India y Pakistán. Desde 1947, cuando las manifestaciones pacíficas de Mahatma Ghandi y el pueblo hindú lograron la independencia de Inglaterra, estos países se disputan 220 mil kilómetros cuadrados y la nacionalidad de 12 millones de habitantes. 49 años han transcurrido y la sangre no deja de correr. India ocupa 144 mil kilómetros cuadrados en conflicto. La república islámica Pakistán gobierna 78 mil kilómetros cuadrados de Azad Kashmir (Cachemira Liberada). En este tiempo se han desarrollado tres guerras indo-paquistaníes (1947, 1965 y 1971). La actual insurgencia de los independentistas en el lado indio, iniciada en 1989, alcanza ya 50 mil muertos. La cultura de la India ha sido difundida por los intelectuales occidentales a lo largo del siglo veinte como el esplendor de la espiritualidad. India se considera a sí misma como la mayor democracia del planeta. Sin embargo, su gobierno respalda el trato autoritario y criminal del ejército contra la población cachemira. Los paramilitares torturan a los detenidos, hacen desaparecer a los sospechosos, violan a las mujeres, asesinan a los enemigos y destruyen las casas de los colaboradores. Con el pretexto de reprimir a un terrorismo que atenta contra la estabilidad de las instituciones, el gobierno ha establecido un terrorismo de Estado cruel donde la disidencia pacífica camina sobre el filo de la muerte. MUJER NO ES GENTE . Pero en la India, más allá de las guerras civiles que naturalizan el horror de la intolerancia a grados infrahumanos, la verdadera víctima se llama Mujer. En este cuadro de horror político, atravesado por el sol de las independencias y los odios religiosos, la mujer no ha tenido y no tiene derecho a nada o a muy poco. Los datos erizan la piel: mil millones de habitantes, índices de analfabetismo del orden del 57 por ciento, 200 millones de indigentes, 186 millones de personas que carecen de agua potable, tasas de natalidad que rondan 2,3 por ciento. Solamente en Bombay, 20 millones de personas carecen de hogar y habitan las calles, sin saneamiento ni higiene. Un sistema de castas, que remonta los 3.500 años, prescribe los espacios y los derechos de cada uno, y compone un trágico espectro de contrastes en el vientre de una India monstruosa, poco sospechada detrás del folclorismo del turismo y la intensidad de las religiones. Cuatro niveles cerrados componen el sistema social: brahmanes, guerreros, mercaderes y siervos. Solo los tres primeros albergan a quienes siendo varones y por haber recibido por nacimiento la iniciación (upanayana), pueden recorrer los cuatro estadios de la existencia del hombre hindú: el estudio, la formación de una familia, el retiro espiritual, y la renuncia al mundo. En la India saben que no hay nada peor que nacer en el último estrato, el de los intocables, quienes no tienen ningún derecho bajo el sol y cuyas vidas sólo sirven para contaminar los otros niveles. Pero en verdad sí existe algo más ofensivo y dramático: ser una mujer intocable. Así lo explica un libro que no soporta calificativos, porque contiene la voz desnuda de una sobreviviente en estado de gracia, La vida de una mujer intocable, de Baby Kamble. ESCRIBIR EL INFIERNO . Esta escritora, paria, nació setenta años atrás en un caserío en las afueras del pueblo de Vir, a un día de caminata de Phaltan, la ciudad capital de la familia aristocrática de los Nik Nimbak, en el cantón de Purandar, distrito de Poona. En esa zona, hace cincuenta años, mientras los indios de casta pura vivían en la cima de las colinas, donde los vientos del norte soplan las impurezas de los puros hacia el sur, los intocables se hacinaban en el valle, a doce personas por habitación, y atravesaban hambrunas mortales. Uno de los contrastes notables de esta cultura, pacifista al extremo de no poder matar ni un insecto porque puede albergar un alma en pleno proceso de su evolución hacia futuras reencarnaciones, llama la atención sobre el destino de las mujeres en el pasado y en el presente: podían ser robadas o asesinadas al nacer (existen todavía casos de infanticidio femenino), pero también violadas en la infancia. Si se salvaban de estos abismos, eran casadas antes de los doce años y pasaban a ser domésticas de la familia del esposo, bajo la autoridad de una suegra que por haber sufrido en carne propia ese infierno se volvía el peor verdugo de sus vidas. Las arrastraban de las camas al amanecer por los cabellos, las delataban, las castigaban con palos, e incluso si escapaban recurrentemente, las mutilaban para que aprendieran a someterse sin levantar la mirada. Todavía hoy, una de cada cien tiene la nariz cortada, la espalda quebrada, la cabeza herida, los riñones pulverizados por maridos que quiebran garrotes sobre el cuerpo de las mujeres, frente a la indiferencia social. Sujetas a una maternidad implacable (``Las mujeres debían tener hijos hasta las últimas reglas''), no suelen vivir más de treinta o cuarenta insufribles años en las más abyecta ignorancia. Kamble posee la intensidad de los sobrevivientes, y su prosa deja huella honda de las injusticias relacionadas con las mujeres. Revela la curiosa relación entre religiosidad y barbarie de la sociedad india, llena de cultos locales, supersticiones y santuarios domésticos, con dioses que se quedan impávidos ante la brutalidad del hombre y la historia contra las mujeres. Si se intenta saber cómo sobrevivió Kamble a tanta desventura en una vida de setenta años, ella se permite una frase de delicadas resonancias: ``La vida es la pureza de las disposiciones interiores''. Leyenda: India . Una nación arrasada por el odio ancestral a las mujeres