La vitivinicultura moderna en Chile: caracterización de su evolución reciente y dificultades para el desarrollo local1 Leslie Muñoz, Hugo Romero y Alexis Vásquez Departamento de Geografía Universidad de Chile Resumen. La vitivinicultura en Chile ha alcanzado gran desarrollo en las últimas décadas, en especial desde 1997 en adelante. Sin embargo, a pesar de sus altas tasas de crecimiento, tanto en niveles de producción como de exportación, no parece haber un aporte real al desarrollo de las áreas rurales en que se produce, como sucede en la VII región del Maule, la región más especializada del país en este rubro. Dicho desarrollo se debería basar en el fortalecimiento a los encadenamientos productivos – tales como la relación insumo-producto- y no productivos – tales como la existencia de capitales sociales y culturales. Contrariamente a lo previsto, la expansión de la actividad vitivinícola moderna ha generado ciertos desencadenamientos entre las industrias y la vitivinicultura tradicional, lo que redunda en un bajo aporte al desarrollo de la población local. Se observan grandes diferencias en los niveles de desarrollo que presentan, al interior de un mismo valles, los lugares modernizados, las áreas de producción tradicional y aquellos que se encuentran en transición entre ambos estados. Abstract Chilean vineyards have reached a large development during the last decades, especially since 1997. However, in spite of higher rate of growth, either in production like in export, it seems that there is not a real local development process in productive areas, like the VII Region of Maule, the national most wine specialized Chilean region. It was expected that this kind of development has strengthen productive chains-such as the input-output relationship- , and non productive chains- such as social and cultural capitals. Conversely to previsions, the expansion of the modern Chilean vitiviniculture has caused some disclaims between industries and traditional vineyards, which is in turn resulting in a lower support for local people. There are large local differences among the level of development of traditional, developed and transitional places located in a same valley. 1. Introducción. En los años setenta, al implantarse el modelo de Desarrollo Neoliberal, la economía del país se abrió al comercio internacional o global, y como consecuencia de ello, en la vitivinicultura se derogó la ley que limitaba su desarrollo. En el año 1974, a través del decreto N° 261, la situación tradicional de la actividad vitivinícola nacional cambió drásticamente: se ampliaron las superficies de cultivo, se introdujeron nuevas tecnologías de producción para vinificación y se incorporaron capitales extranjeros, los que aumentaron notoriamente a partir de la segunda mitad de los años noventa2. Además de estas importantes transformaciones productivas, mejoraron también los sistemas para la utilización del recurso agua y se comenzaron a cultivar cepas de mayor interés para el intercambio comercial internacional. 1 Ponencia presentada en el XXV Congreso Nacional y X Internacional de Geografía. Territorio y Desarrollo. Universidad Austral de Chile, Valdivia, 24 – 27 de noviembre, 2004. 2 Vergara, S. (2001). A pesar de estos avances generales en el sector, persisten distintos niveles de desarrollo de la actividad entre diferentes lugares geográficos, aún al interior de un mismo valle, siendo necesario precisar los factores que acentúan o desaceleran los procesos de transformación productiva. Existen áreas en un estado de transformación muy avanzada, en primer lugar, lo que se puede catalogar como una vitivinicultura moderna; pero también se encuentran áreas que por sus características territoriales no son focos de atracción de nuevos capitales, lo que ha determinado la mantenido de actividades en un estado tradicional, y por último, se encuentran áreas en un estado de transición de lo tradicional a lo moderno, en que convive una gran cantidad de productores tradicionales y grandes viñas de producción moderna. Este trabajo pretende caracterizar las comunas del Valle del Maule de acuerdo con el estado en que se encuentra esta evolución reciente de la vitivinicultura. Dado el interés por conocer el impacto de estas transformaciones productivas sobre los niveles y expectativas de desarrollo endógeno de las localidades geográficas, se analizan también los encadenamientos productivos a que ha dado origen la actividad vitivinícola, respecto a los insumos aportados por los lugares en que se localiza. Se entiende que sólo la existencia de encadenamientos productivos y culturales entre las realidades geográficas locales y la actividad vitivinícola aseguraría un proceso de desarrollo endógeno, que evitara que este tipo de producto, caracterizado por los rasgos ambientales, territoriales y culturales a través de su denominación de origen, podría diferenciarse de otros tipos de comodities que no han conseguido fortalecer los niveles de desarrollo local y regional en Chile. 2. La modernización agrícola en Chile: la creación de clusters y sus implicancias locales. Chile es uno de los ejemplos más exitosos en el ámbito de la exportación de productos basados en recursos naturales de América Latina, pero, inevitablemente, como menciona Murray (1999), el contacto con las fuerzas globales ha inducido a un rápido cambio a escala local y nacional. Estos cambios se concentran en las áreas rurales, principalmente en zonas donde existen ventajas comparativas naturales, lo que ha provocado una fragmentación espacial del territorio, con regiones que se integran a la economía global y espacios discontinuos marginados del proceso de integración. (Martner, 1998). Es decir el proceso de modernización agrícola no se manifiesta de forma homogénea en el territorio y a pesar de concentrarse en regiones con ciertas potencialidades, dentro de ellas se manifiestan diferencias importantes. Sin duda, las características territoriales son muy importantes para la localización de industrias procesadoras de productos agrícolas, Murray (1999) explica en un estudio sobre la fruticultura, que la inequidad espacial se ha exacerbado en el Chile rural con el crecimiento de las exportaciones, entre las localidades que participan en el sistema, y que lo hacen en función de sus ventajas comparativas (especialmente climáticas) y competitivas (cercanía a servicios portuarios, nivel de infraestructura). La expansión y modernización de las actividades productivas en las regiones rurales, tiene como principal causa la apertura económica y el aumento de disponibilidad de capitales extranjeros. En el periodo de expansión de las actividades de exportación, de Mattos (1989) afirma que se incrementó significativamente la recepción de capitales transnacionales, ya sea para la formación de subsidiarias de empresas transnacionales, como a través de su asociación con grupos económicos nacionales. La modernización del agro para fines de producción necesariamente requería de la introducción de capitales que tuvieran el poder de adquirir nuevas tecnologías para la transformación de los productos agrícolas y de mejoramiento de su calidad para ponerlos en el mercado internacional. De esta forma son las empresas transnacionales las responsables de las desigualdades regionales e intra regionales que se observan entre los sectores productivos y entre las localidades. Gwynne (2002) afirma que las transnacionales han llegado a ser los principales agentes que vinculan los espacios locales de producción a los mercados, inversiones y tecnologías globales. También afirma que las corporaciones transnacionales transforman los espacios y los lugares orientados a la exportación en tipos distintos de capitalismos así como las características económicas y sociales de los lugares, además de que retienen el mayor valor agregado que produce el encadenamiento productivo y comercial de las commodities. La VII región del Maule es la es región chilena que posee el mayor potencial vitivinícola debido al aumento de la superficie de viñas y al nivel de producción que ha manifestado durante este proceso de auge. Sin embargo, es posible identificar en esta región dos sectores productivos, que se distinguen principalmente por el nivel tecnológico utilizado y la ubicación de los viñedos, sea en zonas de riego o de secano (Gallardo y Raczynski, 1997). Esta situación indica que en la región se pueden encontrar áreas incluidas en la vitivinicultura moderna, que se caracterizan principalmente por la producción de vinos finos, que se localizan en un amplio porcentaje en zonas de riego, que cuentan con tecnología elevada, cuyos productos provienen de cepas finas, y que tienen como principal destino la exportación. Y otro sector que sería parte de la marginación de áreas con menor potencial o que simplemente no han acogido a los grandes capitales provenientes desde otras regiones o países, que se caracterizan por producir vinos corrientes, localizados principalmente en zonas de secano y vegas, donde el manejo tecnológico es escaso y existe una serie de limitaciones que les impide ser competitivo frente al sector moderno. Desde este punto de vista no cabe duda que la difusión espacial de la industria vitivinícola debería haber modificado los sistemas tradicionales de producción local, repitiendo los impactos que se han observado en actividades de igual envergadura. La región del Maule es un claro ejemplo para suponer que las transformaciones productivas en el agro chileno no han sido un real factor de desarrollo espacial, ya que a pesar de ser una de las regiones que ha concentrado las mayores tasas de exportación de fruta en Chile, ha mantenido serios problemas de tipo socio económicos, entre los cuales destaca un alto índice de pobreza, incluso superior al total nacional (14,9 nacional; 18,6 VII región); el promedio de escolaridad más bajo de Chile, del orden de los 8,5 años; una tasa de desocupación que ha ido en aumento desde 1998 al 2002. Estos factores se deben considerar como problemas importantes si se observa además que un 40% de la población económicamente activa se concentraba en actividades primarias en el año 1993 y que en año 2002 había disminuido a un 33%, lo que puede estar influenciado por la modernización de las actividades agrícolas (MIDEPLAN, 2000). La vitivinicultura y otras actividades productivas en las áreas rurales, tales como la actividad frutícola, la actividad forestal y la salmonícola, han sido mencionadas como conformando clusters, es decir concentraciones espaciales de actividades económicas relacionadas y encadenadas productivamente que emplean a la cercanía, el contacto cotidiano y el aprendizaje social como principales externalidades positivas (CORFO, 2002; Dirven, 2002; Montero, 2004). Dichas actividades se concentran en ciertas regiones, debido especialmente a las características naturales, y que desde la segunda mitad de los años noventa, se observa que han experimentado un acelerado proceso de crecimiento de su producción. Sin embargo. los modelos de clusters en América Latina y Chile están muy alejados de la imagen teórica con la que se formó el concepto por primera vez, cuando Porter (cit. en Dirven, 2000) observó que las actividades en las cuales los Estados Unidos muestra fortalezas (p.ej. los servicios financieros), están geográficamente agrupadas en unos núcleos bien definidos y rodeadas de otras actividades que les son indispensables para su buen funcionamiento y con las cuales suelen tener relaciones de coordinación bastante duraderas que involucran al mismo tiempo traspaso de información. Dirven (2000) explica que las políticas encaminadas hacia el desarrollo de complejos productivos o clusters en América Latina se han apoyado en las discusiones académicas y políticas de la experiencia Europea y de los Estados Unidos. Ahora bien, la evidencia empírica muestra que, en América Latina, los complejos productivos son muy heterogéneos y son bastante distintos de esta imagen estilizada. Esto ha llevado a manejar supuestos sobre los potenciales de desarrollo de grupos de empresas lejanos a la realidad, ignorando la lógica específica que guía la toma de decisiones empresariales y subestimando la inercia del medio sociocultural local. Por otro lado el estudio de actividades productivas bajo la teoría de clusters se multiplica en América Latina y Chile, ya que como menciona Dirven (2000) es un método que se diferencia de los métodos más tradicionales de análisis porque estos últimos suelen mirar un eslabón particular y subsectorial (la producción agroindustrial de los derivados de la leche por ejemplo), bastante aislado de la evolución que pudiera tener la tecnología, las estructuras, los costos, las relaciones, etc. Eso explica la importancia de estudiar las cadenas agroalimentarias, ya que en ellas están incluidos los tres grandes eslabones que ligan desde el productor al consumidor, es decir, la producción primaria, su transformación y su comercialización. El aporte de los estudios de clusters en Latinoamérica ha consistido en identificar que la concentración espacial no ha causado una contribución al ámbito local en el que se inserta, ya que si bien diversos sectores basados en los recursos naturales tuvieron una gran expansión en los años noventa, su crecimiento no ha redundado necesariamente en la profundización del tejido productivo (Dirven, 2000). Dirven (2002) también cita los planteamientos de otros autores que se han preocupado de la poca sinergia que existe entre las áreas locales y quienes explotan sus recursos. Montero et al. (2001) y Dirven (2001), aseguran, sin embargo, que el éxito mismo, dado por el crecimiento y/o la búsqueda de mayor competitividad de varios complejos productivos, lleva a su “desclusterización” empresarial y a “desencadenamientos” productivos nacionales o locales y al traslado del locus de decisión hacia Santiago o hacia las sedes de las empresas transnacionales que, crecientemente invierten en ellos. Entre las características más destacables de los clusters latinoamericanos está su gran heterogeneidad (conviven gran número de empresas muy pequeñas con un número reducido de grandes empresas), la desaparición de eslabones esenciales para el desarrollo endógeno (que en otras circunstancias si existían) y la importancia de las PYMES (debido a que sus encadenamientos tienen una repercusión más importante sobre el entorno local). A decir de Dirven (2000), los efectos de los encadenamientos productivos de las PYMES se reconocen en el empleo, la tecnología, la equidad y la localización geográfica. Sobre el empleo, en Chile y en la VII región, es la pequeña y la micro empresa quienes aportan más del 55% (Figura 1). Figura 1. Porcentaje de ocupados por tamaño de empresa. Fuente: MIDEPLAN, 2000. 3. Objetivos y metodología. El objetivo general de este trabajo es identificar los tipos de estructuras productivas que se generan en torno a la vitivinicultura en el valle del Maule y cuáles alcanzan una mayor articulación con el espacio local en el que se insertan. Para esto se deben cumplir dos objetivos específicos: 1.- Identificar el grado de desarrollo de la vitivinicultura en el Valle del Maule. 2.- Identificar los principales encadenamientos productivos que se generan en la actividad vitivinícola. Para identificar el grado desarrollo de la vitivinicultura en el Valle del Maule se seleccionaron las comunas que se localizan en el valle y analizan aquellas variables que mejor indican las diferencias entre una producción moderna y otra tradicional. Estas variables corresponden a la expansión de las superficies plantadas, los sistemas de riego preponderantes (riego o secano), los tipos de cepas (finas o corrientes) y la tipología de productores. Esta última variable es muy importante, en la medida que entrega mayor información en cuanto a las diferencias entre grandes y pequeños productores. La tipología de productores fue realizada sobre la base del censo agropecuario de 1997, por la Oficina de Planificación Agropecuaria. (ODEPA) del Ministerio de Agricultura. La inclusión de la tipología de productores es determinante en la identificación de las características comunales, ya que están clasificados de acuerdo al nivel tecnológico utilizado, número de trabajadores y niveles de comercialización. De esta forma se pueden distinguir dos principales agrupaciones, que corresponden a los pequeños y grandes productores. Cada una de las variables fue trabajada en porcentaje y se clasifica en cinco tipos: superficie en zonas de riego o secano, superficie con cepas corrientes y cepas finas, número de explotaciones según el tipo de productor, superficie de viñas según tipo de productor y superficie de viñas en zonas de secano también según el tipo de productor. Las comunas han sido clasificadas de acuerdo al valor que alcanzan al sumar el comportamiento de las variables que caracterizan el estado de la actividad vitivinícola. Si las comunas parecen acercase más a características modernas (más del 50%de superficie en zonas de riego, más del 50% de cepas finas, sobre el 50% del número de explotaciones en grandes productores, mayor porcentaje de superficie en manos de grandes productores y comunas que tienen más del 50% de la superficie de secano con grandes productores) obtienen el valor 2 por cada variable, lo que da un total máximo de 10. Por el contrario, si las comunas presentan más del 50% de estas variables en pequeños productores, en cepas corrientes y en superficie de secano, se le otorga el valor 1 a cada variable. Las sumas más altas corresponden a comunas de mayor grado de integración a la vitivinicultura moderna y los niveles menores a comunas que han presentado menos cambios en la evolución vitivinícola. Los encadenamientos de la vitivinicultura se identificaron a través de los flujos de bienes y servicios más importantes en la producción de uva y de vino. Para esto se aplicó una encuesta a tres tipos de agentes que participan en la actividad y que pertenecen a distintas formas de producción, moderna y tradicional (artesanal), entre las que se encuentran las cooperativas vitivinícolas del Maule. Para ello se seleccionaron tres comunas que se caracterizan por encontrarse en distintas fases de transformación de la vitivinicultura. El área de estudio cubrió dieciocho comunas que físicamente están en el valle del Maule y administrativamente forman parte de las provincias de Cauquenes, Linares y Talca. En la segunda parte, al analizar los encadenamientos productivos de la industria, sólo se seleccionan tres de ellas, que pertenecen a diversos estados de transformación de la actividad. No todas estas comunas están incluidas en la Ley N° 464 de zonificación vitivinícola de 1994, que les otorga la denominación de origen (D.O) del Valle del Maule. Sin embargo, son consideradas debido a que sus territorios de todas formas son parte del sistema hídrico del Río Maule. Estas comunas son Empedrado, Constitución, Longaví y Colbún (Figura 2). Figura 2. Áreas de estudio. Fuente: Elaboración propia. 4. Importancia de la vitivinicultura en el Valle del Maule y la evolución de la superficie de viñas de las comunas. Las vides destinadas a la producción de vinos en el país son muy importantes y superiores a las destinadas al consumo fresco y la elaboración de pisco. Para el año 2002, la región del Maule era la que concentraba el mayor porcentaje de esa superficie, alcanzando al 43%. También era la segunda región con mayor superficie de viñas en terrenos de secano (25%), siendo superada por la VIII de Bío bío, con más de un 90% de superficie de viñas en secano. Además, la VII región es la que produce el 51% de vinos del país (SAG, 2002). Dentro de la región, es el valle del Maule el que concentra espacialmente la actividad, puesto que cubre una superficie de 20.300 km2, muy superior a la superficie ocupada por el Valle del Curicó, que con sólo 5.361 km2 complementa las superficies agrícolas regionales. Al año 2002, el Valle del Maule tenía el 60% de su superficie -que corresponde a 29.752 hectáreas- plantada con vides. En el contexto de las demás actividades agrícolas, las viñas en el Valle del Maule ocupaban el segundo lugar en superficie, siendo antecedidas por la actividad forestal. A continuación siguen las plantaciones frutícolas y las flores y hortalizas. Según el Catastro Vitivinícola realizado por el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) en el año 2002, las comunas presentaban grandes desigualdades, tanto en la evolución como en el estado actual de las superficies vitícolas. El rango de variación de las superficies plantadas con viñas fluctuaba entre comunas con más de siete mil hectáreas plantadas y comunas que apenas alcanzaban a las 30 há. Las comunas de San Javier, Cauquenes, Pencahue, Villa Alegre, Talca y San Clemente poseían la mayor superficie de viñas plantadas. En cuanto a la evolución temporal, desde el periodo de auge de 1997 hasta el año 2002, se observan comunas que han aumentado la superficie de viñas en más del 50%, como es el caso de Talca, Pencahue, Río Claro y Pelarco, entre otras (Figura 3). Las comunas que experimentaron este rápido crecimiento también suponen un aumento de tecnología y mejoras en las técnicas de la actividad. Por otro lado, hay comunas, que en este periodo de auge, y a pesar de su importancia en la superficie total, no experimentaron aumentos significativos, como es el caso de Cauquenes, lo que permite deducir que no ha atraído suficientes capitales productivos. Otras comunas, como San Javier y Villa Alegre, han aumentado su superficie plantada, pero sin superar el 25%. Figura 3. Mapa de la variación porcentual de la superficie de viñas. Fuente: elaboración propia. 5. Clasificación de las comunas de acuerdo al desarrollo vitivinícola. El grupo de las comunas tradicionales representa el 33% del total de comunas del valle y alcanzan un índice total de 5 a 6 (figura 4). En este grupo, que corresponde a las comunas más tradicionales, se encuentran Cauquenes y Constitución. Otras comunas tradicionales, registran, sin embargo, una variable característica de la modernidad, consistente en un alto grado de especialización en cepas finas. En una superficie muy reducida de riego, han sabido aprovechar sus ventajas para la producción de las variedades Carmenere y Chardonnay, aunque también poseen cultivos de cepa país. Cauquenes, es una comuna que ocupa el segundo lugar en superficies plantadas con viñas entre las comunas del valle, y que no presenta aumento en los últimos años. Sólo un 8% de sus explotaciones pertenecen a grandes productores, los cuales concentran el 43% de la superficie total de viñas y sólo un 9.3% de superficie bajo riego. Las comunas cuyas sumas de variables varían entre 7 y 8, poseen 2 o 3 características modernas, siendo la principal una mayor superficie de viñas en manos de grandes productores. Destaca la comuna de San Javier, que presenta una gran superficie de secano en la cual hay un alto porcentaje de grandes productores. Estos productores se han especializados lentamente en vinos de mejor calidad. Pencahue, por su parte, es otro caso interesante, ya que si bien tiene mayor superficie en zonas de secano, las zonas de riego están siendo utilizadas al máximo. Produce un 84.8% de cepas finas en manos de un grupo muy reducido de grandes productores, que concentran el 70% de la superficie. Figura 4. Tabla de clasificación de las comunas según la suma de los valores. Índice de 5 a 6 Índice de 7 a 8 Índice 9 a 10 Comunas Tradicionales Cauquenes Empedrado Constitución Longaví Comunas Duales Maule Pencahue Retiro San Javier Comunas Modernas Pelarco Río Claro San Clemente Talca Parral Linares San Rafael Villa Alegre Colbún Yerbas Buenas Las comunas de Río Claro, San Clemente y Talca alcanzan los más altos valores y con ello la mayor modernidad. Talca es el centro industrial y comercial de la VII región, para el abastecimiento de insumos para la vitivinicultura. Río Claro y San Clemente tienen el 100% de superficie de viñas en riego, Además son comunas que se especializan en cepas finas y que tienen gran cantidad de productores grandes. Pelarlo, sin embargo, presenta una característica asociada a la tradicionalidad, ya que prima un gran porcentaje de pequeños productores. No obstante, son los grandes productores los que concentran más del 90% de las viñas. Por otro lado, no se observa una relación directa entre superficie cultivada (há.) y nivel de modernidad a escala comunal, puesto que comunas con mucha menor superficie de viñas plantadas pueden concentrar un número mucho mayor de grandes empresas. Se puede asegurar que la localización geográfica es determinante en el comportamiento de las variables de la vitivinicultura, puesto que en el caso de las comunas que se extienden sobre las áreas del secano interior y costero, presentan patrones de comportamiento que se caracterizan por la tradición en cuanto a cepas utilizadas, tipos de productores, escaso manejo tecnológico. Las comunas clasificadas como modernas, están principalmente localizadas en las zonas de la Depresión Intermedia, tienen un alto acceso al recurso hídrico y por ende, mayor inclusión de capitales que optimizan el recurso a través del manejo con tecnologías, introducción de cepas de mejor calidad y elaboración del vino con equipos más sofisticados. Además tienen mayor accesibilidad a las vías más importantes, como la Carretera Panamericana 5 Sur, y a centros de comercialización. En la Figura 5 se observa el comportamiento espacial del índice obtenido. Figura 5. Mapa de clasificación de las comunas del valle del Maule. Fuente: Elaboración propia. 6. Encadenamientos productivos de la vitivinicultura y participación local. La vitivinicultura moderna se caracteriza por estar en manos de empresas que cuentan con participación de capitales extranjeros y nacionales, que cultivan su propia uva y que producen el vino en el mismo lugar. Estas viñas se denominan como emergentes, cultivan en promedio 100 hectáreas cada una, alcanzan un rendimiento de 10.000 kg. por há., producen vinos finos y exportan más del 90% de su producción. Sus características más importantes en relación con los encadenamientos productivos son la adquisición de tecnología y conocimientos desde el exterior del país y la utilización de mano de obra especializada que proviene desde otras regiones. Estas dos particularidades repercuten directamente en el empleo local, ya que no ofrecen trabajo en las etapas de cosecha y vendimia. Las relaciones espaciales más directas entre la vitivinicultura moderna y el territorio local están representadas principalmente por la utilización de los recursos naturales (suelo, clima) y por la mano de obra empleada. También se relaciona de manera precaria con pequeños y medianos productores que venden su producción al no contar con elementos necesarios para producir su propio vino. Las viñas modernas producen por sí mismas el 85% de la uva utilizada y sólo un 15% proviene de otras viñas, las que generalmente se localizan en otras comunas. En la elaboración de vino la mayor parte de los insumos (etiquetas, botellas, corchos) se adquieren en la Región Metropolitana. En la región del Maule, sólo la comuna de Talca ofrece este tipo de productos, pero en muy pequeñas cantidades, que sólo cubren el 15% de la demanda. La posesión de cubas de acero inoxidable es la característica más emblemática de la modernidad de las viñas, además de algunas máquinas cosechadoras y podadoras, como también de aparatos para hacer mediciones climáticas. También las barricas de maderas nobles se traen desde fuera del país, principalmente desde Estados Unidos y Francia. La figura 6 presenta una síntesis de los encadenamientos productivos característicos de las empresas representativas de la vitivinicultura moderna. Figura 6. Cuadro de los orígenes territoriales de los principales bienes y servicio de la Industria Moderna. Fuente: Elaboración propia. Al observar el origen de los insumos más importantes para la elaboración de uva y vino queda clara la escasa presencia local, ya que los flujos provienen desde el exterior y desde otros lugares del país, principalmente desde la Región Metropolitana. Más del 95% de los vinos que producen las viñas modernas provienen de cepas finas. El 70% de estos vinos de viñas y bodegas de marca se exportan a los mercados internacionales, el resto se distribuye por el territorio nacional a través de tiendas especializadas en vinos o de restaurantes de elevado prestigio. El traslado de los vinos se realiza a través de los medios con que cuentan las viñas, mientras que para el traslado al puerto de Valparaíso para su exportación, se emplean camiones que no pertenecen a la región. Entonces los canales de distribución de la vitivinicultura moderna también se caracterizan por una desvinculación con el área local, lo que no sucede con el sector tradicional. La actividad tradicional y artesanal en la elaboración de uva y vino reconoce encadenamientos distintos. Estas viñas disponen de mercados locales (regionales) para la compra de insumos, que se adquieren principalmente en las ciudades de Talca o Linares. Los canales de comercialización también son bastante disimiles, ya que la producción de vino se comercializa en un 95% en el territorio nacional, principalmente en la misma región a través de mercados formales e informales (Figura 7). Sólo un 5% de la producción total se exporta a través de intermediarios (comercializadoras agrícolas que compran uva y envían a bodegas de mediano tamaño para producir vino fino) y cooperativas vitivinícolas. Figura 7. Principales vías de comercialización de la industria del vino en el valle del Maule. Fuente: Elaboración propia. El sector más tradicional corresponde a los viñateros que no son capaces de producir su propio vino y por ende venden la uva, o realizan una producción en instalaciones artesanales y comercializan el vino de manera ilegal. Estos productores no cuentan con superficies de más de 3 há. y según su localización geográfica, pueden tener cepas finas o cepas corrientes. El volumen que pueden producir no sobrepasa los 2 mil litros y aparentemente no reciben ayuda alguna del estado. La comuna de Talca, a pesar de ser una de las con mayor grado de desarrollo vitivinícola, presenta localidades en que se encuentran pequeños productores, que cultivan sólo cepas finas, que o son compradas por empresas de corretaje para luego venderlas a las grandes bodegas, o son apoyados por una comercializadora agrícola, que les asesoran técnicamente y luego trasladan la uva a bodegas medianas en un sistema denominado maquila y que incluso logra poner vinos en mercados internacionales. Por otro lado, la comuna de Cauquenes, clasificada como tradicional por presentar un estado de transformación vitivinícola muy escaso, cuenta con diversos tipos de productores, que en la mayoría de los casos tienen poco acceso al agua, lo que limita la plantación de cepas finas. El mayor grado de modernidad está dado por la cooperativa Lomas de Cauquenes, que cuenta recientemente con un mínimo de tecnología al instalar cubas de acero. Sin embargo, aun predominan las cubas de cemento. A esta cooperativa pertenece alrededor de 280 productores, los que cultivan entre ½ a 50 hectáreas. La cooperativa emplea a más personas que las viñas más modernas, alcanzando a 50 trabajadores de planta y 100 de forma temporal. Según el tamaño de los predios, los cooperados también ofrecen trabajo en forma temporal. Lomas de Cauquenes realiza una labor importante de investigación en conjunto con el INIA y la Universidad Católica del Maule. Los cooperados reciben también asistencia técnica. Una vez que se produce el vino, venden un porcentaje a grandes viñas como Concha y Toro, Santa Rita y San Pedro. La mayor cantidad se distribuye en el país y en la región. Sin embargo, esta comuna cuenta con un gran porcentaje de productores campesinos con economías de subsistencia, quienes producen vinos de forma clandestina o simplemente tienen contratos con viñas o bodegas de otras zonas. En la comuna no se reconocen grandes viñas-bodegas. Lo contrario sucede en la comuna de San Javier, en donde en un mismo ámbito territorial convive gran cantidad de pequeños productores con viñas que están completamente desvinculadas de la realidad local y que al igual que toda gran empresa, localizan su casa matriz o en Santiago o fuera del país. Conclusiones Al producirse la modernización de las actividades productivas de la vitivinicultura se identifica la desaparición de ciertos eslabonamientos que antes vinculaban espacialmente a la actividad con la población local. Principalmente se observa una menor participación de la población local en el empleo, la utilización de insumos, que son adquiridos en su mayor porcentaje fuera de la localidad y fuera de la comuna, ya que no hay en ellas las capacidades necesarias para generar una oferta adecuada a los niveles que se requieren en una producción moderna. Las características de Talca como comuna que desarrolla una vitivinicultura moderna, permiten asegurar que la concentración de estas “empresas” viñas no genera beneficios directos ni indirectos a la población y su localización está asociada a las características del Valle más que a las relaciones de conocimiento y sinergias que se pudieran esperar, por ejemplo, entre los proveedores de insumos, las instituciones de investigación enológicas, el grado de calificación de la mano de obra comunal, entre otras variables. Incluso la administración local (municipios) está aparentemente desvinculada de los fenómenos asociados a la vitivinicultura. Se puede concluir que ha habido una rápida concentración de industrias modernas en ciertas localidades de la VII región, las llamadas viñas emergentes, que aprovechan las ventajas agro-climáticas de la zona, así como la mano de obra barata, para luego poner los productos en el exterior sin que ello signifique un desarrollo para esos lugares. Ello se debe, principalmente, a que en los flujos de bienes y servicios de los encadenamientos productivos de la industria existe poca participación local. De esta forma se aprecia el escaso impulso para el desarrollo endógeno de las localidades impactadas por el desarrollo vitivinícola moderno. Ello pone en duda el supuesto que afirma que la puesta en funcionamiento de plantas de transformación de productos agropecuarios, ubicados en espacios rurales, funciona como un elemento dinamizador de esas áreas, contribuyendo a que se afiance un perfil de desarrollo endógeno (Nogar y Posada, 1996). Por otro lado Visser (2004), afirma que para que se logre un buen funcionamiento del cluster es preponderante la calidad de la administración local. También explica que el cluster del vino está comprometido por la debilidad que tiene en generar innovación, educación y entrenamiento de la fuerza de trabajo, marketing y promoción, internacionalización e infraestructura. De estos factores sólo la infraestructura no está presente en los problemas de acción colectiva. Sin embargo, surge la sensación de que su análisis esta más bien ligado a la competitividad de las empresas que a las sinergias que estas pueden generar en el ámbito local. Lo contrario sucede en algunas comarcas de Cataluña (Molleví, 2004) ejemplo a seguir de cómo el potencial de la región puede ser aprovechado para el desarrollo económico de la población dedicada a la vitivinicultura tradicional. En ciertas localidades de la comarca se ha mejorado no sólo el aspecto económico sino también la calidad de vida de las personas, lo que ha provocado el despertar de otras pequeñas economías y donde el factor decisivo fueron los agentes locales, la imaginación y la innovación de algunos enólogos. La región del Maule presenta interesantes perspectivas para mejorar la situación de los pequeños productores, ya que se cuenta con la aceptación legal de la denominación de origen, una tradición en vitivinicultura y una población campesina que requiere despertar para lograr en conjunto el desarrollo. Bibliografía. - APEY, Alfredo, et tal (2002). “Agricultura Chilena: “Rubros según tipo de productor y localización geográfica. Análisis a partir del VI Censo Nacional Agropecuario”. Documento de trabajo N° 8 ODEPA, diciembre. -DE MATTOS, Carlos A. (1989). "Reestructuración social, grupos económicos y desterritorialización del capital. El caso de los países del Cono Sur". 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