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Misión de la educación hoy
Jorge Capella Riera
Profesor Emérito de la PUCP
e-mail: [email protected]
Vivimos en una sociedad que se caracteriza por los cambios rápidos y
radicales que se producen en su desarrollo. La distancia entre generaciones,
nos indica Bernal (2004) se va produciendo en grupos de edad cada vez más
próximos. Las referencias culturales y de valores se van modificando en
plazos más breves de lo habitual. Hablar, pues, del futuro de la educación
significa plantear aquellas variables alrededor de las que va a girar la
educación y que percibimos ya con claridad cuáles van a ser y por donde van
a ir las tendencias, aunque las consecuencias y las transformaciones que
provoquen en la propia sociedad siguen siendo una incógnita”.
Hemos creado una sociedad de derechos sin el correlato correspondiente de
deberes. Los jóvenes de hoy en día, apunta Elzo (2004) han crecido en un
entorno sobreprotector y han recibido una socialización que no les ha
preparado para enfrentarse a la sociedad en la que les ha tocado vivir”. (Elzo,
2004)
Las exigencias cívicas y sociales que caracterizan el mundo actual, leemos en
el Informe Intermont/Oxfam (2005), hacen que el concepto tradicional de
'ciudadanía', ligado básicamente al de "nacionalidad", resulte claramente
restrictivo e insuficiente. El fenómeno de la globalización, la progresiva
mulficulturalidad y las desigualdades entre Norte y Sur, entre otros factores,
nos obligan a avanzar hacia un concepto de ciudadanía más amplio y global.
Un concepto que favorezca la integración e inclusión de las personas en la
sociedad actual y que estimule la participación ciudadana desde los principios
de democracia y corresponsabilidad. En definitiva, una ciudadanía 'global',
crítica e intercultural, activa y responsable.”
Y, por último, no obstante que para algunos la economía no tiene que ver con
la educación, nosotros consideramos que esta posición ha generado serias
deficiencias en la educación nacional. Por ejemplo creemos importante tener
en cuenta que Castells (1999) nos dice que la economía global se expande
mediante el incremento sustancial de la potencia de las telecomunicaciones y
del procesamiento de la información. Penetrará en todos los países, todos los
territorios, todas las culturas, todos los flujos de comunicación y todas las redes
financieras, explorando incesantemente el planeta en busca de nuevas
oportunidades de lograr beneficios. Pero lo hará de forma selectiva, vinculando
segmentos valiosos y desechando localidades y personas devaluadas o
irrelevantes. El desequilibrio territorial de la producción dará como resultado
una geografía altamente diversificada de creación de valor que introducirá
marcadas diferencias entre países, regiones y áreas metropolitanas. En todas
partes se encontrarán lugares y personas valiosas pero también se encontrarán
en todas partes territorios y personas desconectadas y marginadas, si bien en
proporciones diferentes.
El planeta se está segmentando en espacios
claramente distintos, definidos por diferentes regímenes temporales.
Partiendo de este contexto en esta ponencia intentaremos responder a estas
dos preguntas:
 ¿Cómo van evolucionando los agentes educativos para hacer frente a
las exigencias de la sociedad?
 ¿Qué características, especialmente valores, debe tener la
educación en el momento actual?
Para ello tomaremos como fuentes de información cuatro trabajos:
 el artículo “El futuro de la educación y necesidades escolares.
Nuevas soluciones para nuevos problemas” de José Luis Bernal
(2004);
 la conferencia “La educación del futuro y los valores” de Javier
Elzo: y impartida en “Debates de Educación” organizado por la
Fundación Jaume Bofill y la UOC (2004).
 el Informe de Intermont/Oxfam “Hacia una ciudadanía global.
Propuesta de competencias básicas” (2006); y
 nuestra conferencia “El futuro de la educación/la educación del
futuro”. En la Universidad Pedro Ruiz Gallo de Lambayeque.
(2006)
1. Situación de la educación hoy.
En la actualidad la educación tiene que ver con los efectos de una nueva
sociedad multicultural, de una nueva generación de estudiantes que tiene unas
demandas, distintas a las que se le exigen en el pasado, como contenidos más
prácticos e interrelacionados.
Requerimos de una nueva concepción de escuela que considere a los
profesores como conductores de estudiantes.
Pero, tal vez lo más importante es que la institución educativa es un espacio
más, no el único ni el más importante donde se van a llevar a cabo los
aprendizajes de todos aquellos niños, niñas y jóvenes que están en edad
escolar. Van apareciendo diferentes agencias que asumirán directa o
indirectamente la misión de educar.
1.1. Una nueva generación de estudiantes.
La nueva generación de estudiantes: la generación "i" (información e intemet),
no tiene nada que ver con generaciones anteriores. Sus demandas, valores y
tendencias son diferentes y cambian rápidamente. Como afirma Castells
(1999), esta generación se divide en tres clases:
 "desinformada", la de aquellos que sólo saben captar imágenes;
 "sobreinformada", que viven en el torbellino con un exceso de
información sin selección ni comprensión; y la
 "informada", que son capaces de seleccionar, ordenar, comprender y
pagar la información.
Por lo tanto, la escuela debe adaptarse a esta nueva realidad. Debemos ser
capaces de formar alumnos en la selección, comprensión y ordenación de la
información. No tiene sentido insistir en transmitir unos conocimientos sin
más, potenciar la memorización sobre la comprensión, acumular información y
conocimientos. Otro asunto es si los enseñantes estamos preparados para ello
o si estamos convencidos de que debemos actuar en esa dirección.
En realidad hay que rediseñar toda la educación, pues como sostiene este
mismo autor "…Quien quiera vivir bien tendrá que reunir dos condiciones: un
alto nivel de educación y una gran adaptabilidad personal Una educación no
tanto técnica como general, que es la que se puede reprogramar, y que se
basa en la capacidad de combinación simbólica: filosofía, matemáticas, historia
y geografía, lengua y literatura, es decir, lo tradicional … Por tanto, lo esencial
será la capacidad de adaptarse a un mundo de cambio constante, tanto en lo
tecnológico como en los personal .. Hace falta inteligencia y capacidad de
aprendizaje porque siempre estaremos aprendiendo, siempre, pero sólo si nos
han enseñado cómo aprender”.
1.2. Un cambio en las edades y etapas de aprendizaje.
El aprendizaje se convierte en un continuo en todas las etapas de la vida. No
podemos cerrarnos a que una vez que hemos llegado al mundo del trabajo, por
cierto cada vez más tarde, ha terminado nuestro período de formación. En
algunos países ya se comienza a especular con establecer fecha de caducidad
a los títulos universitarios. Pero es la vida misma la que nos dice que debemos
estar en todo momento en continuo reciclaje.
Por ello, desde la educación infantil hasta la tercera edad la sociedad debe
ofrecer diferentes formas y espacios para que todos puedan en todo momento
acceder a esa formación necesaria para vivir en una sociedad en constante
cambio. La educación de las personas adultas como se entiende actualmente
debe cambiar en una orientación más amplia y global.
La importancia de la red social de los amigos, sostiene Elzo (2004), ha
registrado un fuerte ascenso en los jóvenes en los últimos años, lo que guarda
relación con respecto a la importancia que la juventud da a su tiempo libre y
sus diferentes formas de ocio. Con ello se le da todavía más peso a los
grupos primarios, frente a los institucionales, lo que es una tendencia que ya
se venía produciendo años atrás.
1.3. Alumnos con otras demandas.
Además, apunta Bernal, los estudiantes disponen de unas referencias
diferentes a las nuestras. Son chicos y chicas "movistar”, individualistas,
consumistas, que se sienten libres, con unos derechos claros, en una sociedad
liberal-democrática que permite una libertad y una autonomía impensable hace
unos años. La referencia suele ser el mercado y los medios de comunicación
en toda su extensión y complejidad (internet, televisión, etc ... ). No se
entiendan estas características como algo ni positivo ni negativo. La línea del
discurso nunca debe ser esa, sino aceptar que son así y que desde la escuela
hay que tenerlas en cuenta y tratar de manejarlas para conseguir aquellos
objetivos que nos proponemos.
No podemos dejar de hacer mención a los problemas de disciplina, a la
violencia escolar, a la agresividad que se percibe en algunos alumnos.
Siempre la etapa adolescente ha sido muy compleja y difícil para los adultos,
pero, como dice Muñoz "aquellos de cultura liberal-democrática-individualistaconsumista … todavía lo son más sobre todo si están escolarizados por
obligación".
Al respecto, deberíamos dejar de echar las culpas a la sociedad y a los
alumnos y pensar de una vez qué oferta les ofrecemos.
1.4. Contenidos más prácticos e interrelacionados.
De hecho, poco a poco va primando el conocimiento sobre la información y
cobran relevancia especial la creatividad, la interpretación de la información, la
capacidad de trabajo en grupo, en un marco de cooperación y tolerancia,
siempre en convivencia con las habilidades clásicas. El problema radica en
cómo lograr que los alumnos construyan "coordenadas coherentes de
conocimientos". Y, por lo tanto, uno de los retos a los que nos tenemos ya que
enfrentar es a elegir adecuadamente aquellos contenidos que tienen realmente
relevancia para nuestros alumnos.
Para ello es necesario disponer de habilidades para buscar la información,
seleccionar aquella que consideremos más adecuada, y comprender e
interpretar lo que vamos encontrando. Por lo tanto, en la escuela debemos
trabajar en esa línea, acercándonos a los contenidos desde esta perspectiva.
Dicho de otro modo, deberemos afrontar un cambio en la concepción del
currículo, procurando trabajar menos temas, más interesantes y actuales y con
mayor profundidad.
1.5. Una nueva concepción de escuela.
Lo dicho hasta ahora ya está produciendo un sustancial cambio del entorno
educativo. Como bien dice Bernal, está naciendo una nueva concepción de la
escuela, más abierta, disponible más horas, con una orientación de servicio a
la comunidad en la que está inserta. La tendencia es que estén abiertas al
entorno, que se implique a la comunidad en el propio centro escolar. El propio
concepto de escuela como espacio natural es superado por múltiples y
diferentes espacios. Hay que recordar que Intemet va a dejar de ser
simplemente una tecnología para convertirse en una forma de organización de
la vida en sociedad.
1.6. Profesores como conductores de alumnos.
Los profesores dejan de lado su faceta de "transmisores de conocimiento" para
cumplir el papel de "conductores de alumnos". Tarde o temprano nos
tendremos que dar cuenta de que el profesor no debe ser el que detenta la
ciencia, y que su objetivo es transmitirla a un grupo de alumnos. El profesor va
a tener como objetivo prioritario enseñar a seleccionar los contenidos
relevantes, a asimilarlos, a interrelacionarlos y a ponerlos en práctica. Esto
hará que se coticen las habilidades cognitivas más refinadas y más parecidas a
las que se necesitan fuera del mundo educativo.
Por ello, requerimos un profesor polivalente, que domine aspectos tutoriales,
que sea capaz de aplicar metodologías innovadoras y que entienda de
técnicas relacionales. Asimismo, este profesor debe disponer de apoyos
diversos en relación con la problemática de cada centro. No se trata de un
aumento cuantitativo de recursos o materiales, sino de articular
adecuadamente todo un sistema de apoyos en función de las necesidades.
1.7. La familia.
Otro de los factores que condicionan el desarrollo de la educación es sin duda
la familia. Diremos primero que Elzo reserva el concepto de familia a una unión
intergeneracional (de, al menos, dos generaciones) en la que la generación
adulta asume la responsabilidad de educar al miembro o miembros de la
generación menor con los que convive de forma estable y duradera.
Siguiendo a este autor y a sus colaboradores, vamos a considerar modelos de
familia donde se constatan estos cuatro niveles y modalidades distintas de
socialización:
 Familia familista, endogámica.
Se valora fuertemente hacer cosas juntos y se tiene relativa capacidad para
adaptarse a las nuevas circunstancias que puedan surgir en la vida familiar.
Los padres aprueban fuertemente tres valores finalistas: moralidad, buena
formación y dinero, características definitorias de un modelo de familia
«políticamente correcto». Esta familia tiene capacidad para transmitir los
valores de los padres, al menos mientras los hijos siguen en el hogar familiar,
pero es dudoso si esa transmisión de valores, realizada en este caso por
reproducción de lo inculcado por los padres, llega a hacerse propia por parte
de los hijos; esto es, si llega a pasar por el cedazo de la duda y la
confrontación personal al modo como se realiza la socialización en la mayoría
de la juventud actual, sobre todo cuando tal socialización tiene alguna
espesura.
 Familia conflictiva.
Es la familia en la que sus miembros peor se llevan entre sí, donde más
conflictos se dan, por causa del consumo de drogas, por las cuestiones de
orden sexual de los hijos, por las amistades de estos e, incluso, por las
relaciones entre los hermanos. Las relaciones de los padres con sus hijos son,
con diferencia, las peores de los cuatro grupos, y la comunicación es muy o
mala (cuando no muy mala).
La capacidad socializadora de este modelo no es, solamente, nula, puede,
incluso, generar en los hijos valores antinómicos a los de sus padres, como
manifestación de autonomía personal.
Las malas comunicaciones, los conflictos pueden estar inmediatamente
ocasionados por el comportamiento de los propios hijos (en este grupo
encontramos los máximos consumidores de drogas).
 Familia nominal
Se trata de una familia en la que las relaciones de padres e hijos pueden ser
calificadas, con absoluta propiedad, como de coexistencia pacífica más que de
convivencia participativa; los miembros de estas familias se comunican poco y,
menos aún, participan en afanes, preocupaciones y objetivos comunes. Se
trata de una familia light cuya unión se considera menos importante que para
el conjunto poblacional, en la que las opiniones de los hijos no son, de verdad
y en profundidad, muy consideradas por sus padres.
Estamos, según opinión de Elzo, ante un prototipo de coexistencia pacífica:
«Las cosas son como son, los hábitos juveniles son los que son, y más vale
que nuestros hijos no resulten "bichos raros"; con tal de que no se sobrepasen
demasiado, es normal que se diviertan al modo como se lo hacen hoy los
adolescentes»; algunas charlas precautorias de vez en cuando, y que la
fortuna reparta suerte o, al menos, evada la peor suerte. «Cuando se vayan
introduciendo en la veintena, las cosas se irán aquilatando por sí mismas», se
concluye y se mira a otro lado. Obviamente no se discute con los hijos: dos no
discuten si uno no quiere.
 Familia adaptativa.
He aquí el modelo de familias nacientes: es el más moderno, el que mejor
refleja las tensiones de las nuevas familias.
Probablemente bajo su
denominación se esconden variantes. Gran parte de los nuevos e incipientes
modelos familiares de los que hablan los sociólogos de la familia cabrían en
este «macromodelo». ¿Como definirlo? Por la búsqueda de acomodo, de
adaptación a las nuevas condiciones, a los nuevos papeles del hombre y de la
mujer de hoy en el macrocosmos familiar, al creciente protagonismo de los
hijos que vienen pidiendo autonomía gnómica (quieren crear «su» universo de
valores), y que también pretenden libertad en el uso y disfrute del tiempo libre
a la par que acompañamiento (discreto pero efectivo) de los padres en su
inexorable autonomización.
Se trata de una familia con buena comunicación entre padres e hijos, con
capacidad de transmitir opiniones, creencias y valores, y abierta al exterior. Es
una familia no exenta de conflictos, de desavenencias, a veces graves, fruto
básicamente de situaciones nuevas en los papeles de sus integrantes: mujer y
hombre, madre y padre, padres e hijos.
2. Una propuesta de valores para promover en nuestra sociedad.
Habida cuenta lo anteriormente tratado cabe señalar que uno de los grandes
temas/problemas de quienes nos preocupamos por la educación es reconocer
cómo la globalización influye cada vez más en ella. Y es que a decir de
Rodríguez Fuenzalida (2000), la globalización es una revolución profunda,
conceptual, valórica, simbólica y, también, epistemológica, científica y cultural
que abarca desde aspectos conceptuales hasta el crecimiento de la exclusión;
la pobreza, en América Latina. Ella conlleva cambios en los estilos de vida y
en el sistema de valores de la sociedad. De ahí que estemos convencidos de
que una de las cuestiones básicas que demanda la educación actual es la
cuestión de los valores.
Pero antes de entrar en materia, queremos señalar que estamos totalmente de
acuerdo en que “El Perú debe tener un Proyecto Educativo Nacional. Este es
un mandato de la Ley General de Educación (artículo 7), un compromiso
asumido por el Foro del Acuerdo Nacional (Pacto Social de Compromisos
Recíprocos por la Educación, disposición final) y una necesidad sentida por
cuantos entienden y desean confrontar los desafíos del desarrollo del país y de
sus ciudadanos. ”Proyecto Educativo Nacional al 2021. La educación que
queremos para el Perú”. (2007)
Y consideramos que la visión que este proyecto se plantea es ambiciosa pero
adecuada a las exigencias arriba planteadas: “Todos desarrollan su potencial
desde la primera infancia, acceden al mundo letrado, resuelven problemas,
practican valores, saben seguir aprendiendo, se asumen ciudadanos con
derechos y responsabilidades, y contribuyen al desarrollo de sus comunidades
y del país combinando su capital cultural y natural con los avances mundiales.
Proyecto Educativo Nacional al 2021. La educación que queremos para el
Perú”. (2007)
Ahora si vamos a trabajar los valores que Elzo considera objetivos prioritarios
por los que luchar, metas deseables, finalidades que se deberían implementar
y transmitir a través de la educación. Es una mezcla de valores finalistas e
instrumentales, valores sociales y personales. Ésta es la corta lista que
propugna: la racionalidad, la competencia personal, la tolerancia activa, la
solidaridad, la espiritualidad y, nosotros añadimos, la utopía por una sociedad
mejor.
2.1. La racionalidad.
Hay que introducir la racionalidad en la toma de decisiones. Elzo propone
pasar del ámbito de la opinión, de la mera declaración de intenciones, al ámbito
de la confrontación y del afrontamiento dialógico basado en la realidad social,
realidad conocida y contrastada con rigor. Hay una real urgencia ética de
desterrar de nuestras costumbres la idea de que en nombre de la libertad cada
cual puede opinar lo que quiera de cualquier tema sin dar razón de lo que dice
más allá de un genérico «según mi opinión» o «a mi entender». Además,
puesto en confrontación con una opinión divergente, todo se salda con «eso
opinas tú, eso opino yo». En este punto situamos la importancia de la
competencia como uno de los valores instrumentales que se deben fomentar
especialmente desde la escuela.
2.2. La competencia personal.
Supone un doble reconocimiento: de la complejidad de la sociedad actual y de
la necesidad de adquirir conocimientos y habilidades personales para la
función requerida y los objetivos propuestos. Si siempre la competencia en lo
personal y en lo profesional ha sido necesaria, ahora lo es aún más. No
solamente no basta la buena voluntad y la entrega a la misión, lo que se da por
supuesto, sino que es preciso adquirir, continuamente, conocimientos y estar
en aprendizaje constante; es decir, es necesario promover la adecuación entre
el perfil personal y la misión que se realiza.
Pero, por otra parte, el modo de aprender debe estar orientado hacia saber
formular las preguntas pertinentes, dominar los procedimientos que nos
permitan acceder a la información correspondiente para realizar un diagnóstico
lo más exacto posible de la situación que se analiza y, por último, proponer
respuestas que puedan comprobarse científicamente y sean éticamente
defendibles. Este empeño, este objetivo, exige algo más que especialización.
Exige tener una cabeza bien formada. Eso, también, es ser competente.
2.3. La tolerancia activa.
Elzo distingue entre tolerancia activa y tolerancia pasiva, sin olvidar la
necesaria intolerancia. Hay una gran confusión sobre lo que quiere decir
tolerancia, sobre todo en el caso de determinadas actitudes que, escudándose
en el término tolerancia, en el fondo no son más que posturas nacidas de la
indiferencia, cuando no de la dejación de responsabilidades.
 La tolerancia activa presupone el respeto profundo a la diferencia, a los
proyectos del «otro».
Más aún, presupone una actitud de
comprehensión del distinto, «ponerse en la posición de otro».
La tolerancia pasiva equivale a la indiferencia, es esa aceptación del término
tolerancia que significa indulgencia, condescendencia con algo o alguien que
en el fondo se rechaza o no se acepta, pero cuya presencia «se tolera».
Pero bajo la capa de tolerancia, además del indiferentismo, podemos impedir
que aflore la necesaria intolerancia ante determinados comportamientos o
ideas. Hay que ser intolerante ante el indiferentismo, ante la exclusión social
en razón de la raza, etnia, género, religión, proyecto político, etc. Hay que ser
intolerantes ante la legitimación de la violencia para la consecución de
objetivos políticos, sean estos los que sean, personales o colectivos, y
defendidos por quienes sean, a salvo de la violencia ejercida desde el estado
de derecho.
2.4. La solidaridad
El problema mayor respecto a la utilización que los jóvenes hacen del del
tiempo libre durante los fines de semana no está (aunque también) en la
ingesta abusiva y compulsivo de alcohol y otras drogas con las consecuencias
sabidas, sino en una especie de autismo social, aderezado de fusión orgiástico
de pares que los deja imposibilitados al día siguiente para hacer algo de lo que
dicen que es fundamental en la vida y que solamente puede llevarse a cabo
durante las horas diurnas. Por eso Elzo insiste en que en la juventud actual
hay un hiato, una falla, entre los valores finalistas y los valores instrumentales.
Nuestros jóvenes invierten afectiva y racionalmente en los valores finalistas
(pacifismo, tolerancia, ecología, exigencia de lealtad, etc.), pero presentan, sin
embargo, grandes fallas en los valores instrumentales, sin los cuales todo lo
anterior corre el gran riesgo de quedarse en un discurso bonito. Nos referimos
al déficit que presentan en valores tales como esfuerzo, autorresponsabilidad,
compromiso, participación, abnegación, trabajo bien hecho, etc. En definitiva,
en solidaridad. De ahí la extrema importancia de que la tan traída y llevada
educación en valores insista más en los valores instrumentales y aborde con
mayor énfasis el campo de las exigencias y de los deberes, sin olvidar, claro
está, el de los derechos.
2.5. La espiritualidad.
Hace unos pocos años el Ministerio de Educación de Quebec creó un servicio
escolar de animación espiritual y compromiso. Y es que "La vida espiritual es
un caminar individual, aunque dado en una colectividad, que se enracima en
las cuestiones fundamentales del sentido de la vida y que tiende hacia la
construcción de una visión de la existencia coherente y movilizadora, en
constante evolución. El compromiso comunitario significa, popular y
globalmente, "mejorar el mundo en el que se vive" o bien "hacer algo por los
demás"... Profundizando cabe definirlo como "una contribución del individuo a
la vida colectiva, fundada en el reconocimiento del valor y de la dignidad de las
personas y orientada hacia la construcción de una sociedad más armoniosa y
más solidaria'».
En este orden de cosas, Morin introduce otro valor, del que poco se habla
pese a la necesidad de entenderlo bien y propugnarlo en estos tiempos de
globalización. Se refiere a lo que, a falta de otra palabra, denomina la
espiritualidad.
Sotelo (1994) señala que «el pensamiento ilustrado diagnosticó el futuro de la
religión: su desaparición. Sin embargo, el análisis sociológico actual y los
análisis de otras ciencias sociales han demostrado el incumplimiento de este
pronóstico». En efecto, hace tiempo ya que la secularización, en varias, sino
en todas sus diferentes manifestaciones ya definidas por Shiner, ha mostrado
sus límites. El binomio «religiosidad frente a secularidad» o, si se prefiere,
«tradición ligada a religión» frente a «modernidad ligada a secularidad», no
soporta el veredicto de los hechos. La cuestión religiosa, incluso limitándonos
al ámbito occidental, exige otros planteamientos para su cabal comprensión.
Como creyentes sostenemos, concordando con Elzo, el carácter absoluto de
Dios que, sin embargo, se manifiesta y es comprendido, cuando no construido,
de forma muy distinta en las civilizaciones y culturas a lo largo de la historia
que, si algo ha mostrado, es la universalidad de la pregunta religiosa y la
persistencia de lo religioso. La espiritualidad es central, también para los no
creyentes, que no pueden no formularse las mismas preguntas que nos
hacemos los creyentes. Que no lleguemos a las mismas respuestas es
secundario si aceptamos la pertinencia de las preguntas, el respeto a las
respuestas y el carácter absoluto de la dignidad de todas las personas.
2.6. La utopía por una sociedad mejor.
Pero tenemos derecho a más. Tenemos derecho a la utopía, procurando
esquivar el escollo de la quimera. La utopía forma parte del ámbito de lo
plausible, de lo racionalmente plausible, teniendo en cuenta los
condicionamientos reales en los que tenemos que vivir. La quimera se
asemeja más a un cuento de hadas donde la sociedad, o algunos miembros de
la sociedad, sueñan con algún paraíso inexistente. La quimera es peligrosa y
siempre que se ha tratado de implantar «el cielo en la tierra» la cosa ha
terminado en dictadura. La utopía, además de buscar la consecución de unos
objetivos y la realización de una ilusión y significar unos ideales por los que
luchar, presupone la toma de conciencia del camino que se ha de recorrer, del
esfuerzo que para ello debe invertirse, de las inercias que es necesario
superar y de los conciudadanos a los que hay que convencer. La utopía exige
racionalidad en los juicios y competencia en los promotores.
Vivimos unos tiempos en los que faltan utopías, en gran parte porque lo que
entendíamos por utopía eran quimeras. La sociedad occidental está cansada
de luchar contra los molinos de viento de la quimera, aburrida porque no ve
más allá de lo inmediato y descorazonada porque en ese inmediato no
distingue más que un gran mercado. Mercado que lo hemos divinizado como
referente, motor y explicación de la sociedad de nuestros días.
La inmensa mayoría de la población desea que se produzcan unos cambios en
el estilo de vida, cambios como dar menos importancia al dinero y a los bienes
materiales en su vida, más importancia a la vida familiar, llevar una vida más
sencilla, menos agobiada, como diría Morin (1999); en fin, la inmensa mayoría
de la población deseamos que se produzca una desaceleración en nuestras
vidas, un dejar de correr de un lado para otro sin saber adónde, ni por qué, ni
para qué.
La tabla que figura a continuación, construida por Inglehart y colaboradores
(2004), en base a los estudios de análisis de los valores cuantifica lo que se
acaba de señalar.
 Que se llegue a una manera de vivir más
sencilla y natural







Más importancia a la vida familiar
Más importancia al desarrollo del individuo
Menos importancia al dinero y a los bienes materiales
Mayor respeto a la autoridad
Más importancia al desarrollo de la tecnología
Más poder a las autoridades locales
Que disminuya la importancia del trabajo en
nuestras vidas
2.7. Educar para una Ciudadanía Global.
Podríamos quedarnos aquí. Sin embargo nos ha parecido importante añadir el
“educar para una ciudadanía global” apelando para ello al documento de
Intermón/Oxfam “Hacia una ciudadanía global” (2005). La razón de este
añadido es muy simple: querrámoslo o no nuestro futuro está ligado a ser
ciudadanos del mundo con nuestras peculiaridades.
En esta institución apuestan por educar con la intención que se produzca una
transformación progresiva en los valores, actitudes y comportamientos de
nuestros estudiantes. Quieren fomentar el respeto y la valoración de la
diversidad como fuente de enriquecimiento humano; la defensa del medio
ambiente y el consumo responsable; el respeto de los derechos humanos
individuales y sociales; la valoración del diálogo como herramienta para la
resolución pacífica de los conflictos; la participación, la corresponsabilidad y el
compromiso en la construcción de una sociedad justa, equitativa y solidaria.
La educación para una Ciudadanía Global presenta un nuevo marco para
integrar el trabajo que, desde hace años, están llevando a cabo los diferentes
movimientos educativos: desde la educación para el desarrollo, la educación
medioambiental, la educación por la paz, la educación intercultural, la de
género, etc.
Todas ellas, situando el acento en uno u otro ámbito, han
contribuido a definir una educación transformadora y
comprometida
caracterizada por:
 Una dimensión global creciente en sus análisis de la realidad,
estableciendo conexiones entre las dimensiones locales y globales, tanto
en las causas de la injusticia como en sus soluciones.
 Una perspectiva de la justicia en la que se reconoce que la educación no
puede ser nunca neutral, sino que es precisamente la educación la que
tiene que proporcionar al alumnado un posicionamiento en el momento de
elegir entre mantener el mundo tal y como es o participar en su
transformación en favor de la justicia para todos.
 Un enfoque basado en los derechos humanos y en un tipo de educación
que compromete al alumnado en una ciudadanía global y activa.
 Unos procesos educativos participativos, no autoritarios,
activos, proponiendo “una educación para" y no un adoctrinamiento.
Muchos docentes, conscientes de la realidad del mundo actual y del papel que
en él juega la escuela, vienen trabajando en este sentido con el objetivo, más o
menos explícito, planificado o estructurado, de conseguir educar en una visión
de interdependencia global, de señalar las injusticias, de tratar de resolver sus
efectos y aportar claves para construir un mundo más equitativo.
Queremos concluir afirmando que coincidimos con Foro Educativo (2008)
cuando expresa: “Son muchas las reformas educativas que han fracasado por
dejar de lado al magisterio y por relativizar el diálogo y la concertación entre
los actores involucrados. El cambio de envergadura que el Proyecto Educativo
Nacional señala y reclama explícitamente su participación activa, motivada y
responsable. Queremos un sistema educativo que no sea lejano y ajeno a las
escuelas y maestros sino amigo de sus sueños.”
Esperamos que se tomen las medidas adecuadas para superar el impasse
producido entre el magisterio y el Estado y convocamos a los docentes a
asumir los nuevos retos que hoy se les demanda. Está en juego tanto su
incorporación exitosa en la Carrera Pública Magisterial como su desempeño
comprometido y profesional con los estudiantes, en momentos en que la
educación peruana debe ser reconstruida y reinventada desde sus mismas
bases.”
Referencias bibliográficas
BERNAL, J.L.
2005
El futuro de la educación y necesidades escolares: nuevas soluciones para nuevos
problemas. Ciencias de la Educación Universidad de Zaragoza [email protected]
CASTELLS, M.
1999 La era de la información: economía, sociedad y cultura. Alianza Editorial. Madrid.
ELZO, J.
2004 "La educación del futuro y los valores". Artículo para la ponencia impartida en el ciclo «Debates
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2003 «Familia y religión: ¿libertad religiosa o confrontación?» En: Dionisio Borobio (coord.), Familia e
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Valorar al docente hoy es apostar por el mañana. Folleto. FLAPE y FORO EDUCATIVO.
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2004 A cross-cultural source book based on the 1999-2002 values surveys. México: Siglo XXI
Editores. (Valores medios de ochenta y un países)
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SOTELO, I.
1994
«Formas modernas de religión», En: Díaz-Salazar, Giner y Velasco (eds.), La persistencia de la
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