1 HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA: PROPUESTA METODOLÓGICA1 Prof. Dr. ANTONIO CARO ALMELA Universidad Complutense de Madrid 1. INTRODUCCIÓN. El objeto de la presente comunicación está directamente conectado con los fines que persigue este I Congreso Internacional sobre Ciencia y Sociedad, cuyo propósito fundamental, tal como se expone en su declaración programática, es “pensar de modo crítico cómo la ciencia puede ponerse realmente al servicio de las personas, de su saber, de su libertad y de su bienestar”. Se trata, en definitiva, de sobrepasar el tradicional abstraccionismo científico, cuya base epistemológica estriba en la consideración de la ciencia como mero instrumento analítico destinado a la solución de problemas2 y cuya pertinencia dependerá del modo específicamente “científico” como se resuelvan tales problemas (esto es, con arreglo a determinados criterios de verificación, contrastación3 y falsación4), pero sin que la índole 1 Comunicación leída en el I Congreso Internacional sobre Ciencia y Sociedad, Departamento de Filosofía de la Universidad de Valladolid, noviembre de 1999. 2 Planteamiento procedente de Popper (1934) y que ha sido recientemente reivindicado por David Deutsch (1997), y con arreglo al cual: “Toda investigación se origina en la conciencia de un problema, de modo que no es posible comenzarla si no se ha realizado una selección o tamiz del objeto de estudio. (...) Toda investigación es específica, en el sentido de que debe resolver un problema definido y de que dicha solución le pone fin” (Cohen y Nagel 1934: 233). 3 Así, el método científico es definido por Ken Wilber como “un método de obtener conocimientos nuevos a través de la verificación de hipótesis (instrumental o experimentalmente) en contraste con la experiencia (‘datos’) y que es potencialmente público o susceptible de repetición (confirmación o refutación) por otros colegas [curs. orig.]” (Wilber 1984: 31). 4 Criterio éste que, como es bien conocido, fue postulado primordialmente por Popper y al que otros -en especial Kuhn (1962) y Feyerabend (1970: 106-119)- han opuesto la incomensurabilidad que sería propia HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 2 de los mismos sea suficientemente tenida en cuenta. Lo cual lleva a concebir la ciencia en general, y las diferentes disciplinas científicas en particular, como ubicadas en un territorio autónomo en cuyo seno los científicos aportan “soluciones” con respecto a la problemática planteada en cada caso que luego, sólo en una segunda instancia, van a encontrar su aplicabilidad práctica: ya dicha aplicación sea en beneficio de la sociedad considerada como un todo, ya esté al servicio de determinados intereses sectoriales que van a utilizar los inventos y descubrimientos científicos en beneficio propio y en detrimento de los intereses sociales en su conjunto. Pues bien, frente a este entendimiento tradicional de la ciencia que está íntimamente relacionado con el planteamiento acumulativo y a la vez mesiánico de la misma, y cuyas raíces hay que atisbar en la Ilustración racionalista que ha inspirado la práctica científica -y el pensamiento occidental en general- hasta la crisis de la postmodernidad (crisis ésta cuya manifestación más clara, dentro de la epistemología científica, reside en el anarquismo epistémico de Feyerabend5), en las últimas décadas son cada vez más numerosas las voces que se alzan contra este proverbial abstraccionismo científico, en la dirección de una ciencia enraizada con la vida6. Así, por referirme a unos pocos ejemplos, para Ilya Prigogine e Isabelle Stengers: “Nuestra ciencia, definida durante mucho tiempo por la búsqueda de un punto de vista de sobrevuelo absoluto, se descubre finalmente como una ciencia ‘centrada’, las descripciones que produce están asentadas, traducen nuestra situación en el seno del mundo físico” (1979: 320)7. Mientras que para el físico Werner Heisenberg, desde el de las teorías científicas en la medida que se insertan en un determinado paradigma . Sobre la posición de Lakatos entre ambos extremos, véase Chalmers (1976: 111-125) y Medina (1989: 101-126). Una introducción al falsacionismo, sus modalidades y limitaciones se expone en Chalmers (ibid.: 59-109). 5 Y que se plasma en su conocido apotegma “todo vale” (Feyerabend, 1970: 24), principio éste que el propio Feyerabend relativiza (cf. ibíd.: 147-148). 6 Enraizamiento éste que, como ha recordado recientemente José Antonio Marina, ya fue preconizado por Edmund Husserl en vísperas de la Segunda Guerra Mundial: “Las ciencias, decía, se han convertido en sistemas independientes, autónomos, ideales. Su necesaria búsqueda de la objetividad les ha hecho apartarse inmisericordiamente del reino de la vida, de las actividades e intereses que las hicieron nacer. Con esto han ganado perfección técnica, pero han perdido su sentido” (Marina, 1998: 15). 7 Esta involucración entre vida y conocimiento, una de cuyas vertientes estriba en la incardinación mente-cuerpo tal como la conciben diferentes científicos (así, Edgar Morin, 1986, Mark Johnson, 1987, George Lakoff, 1987, Varela et alli, 1991), es postulada en la actualidad incluso de las matemáticas, como señalaba un reciente artículo periodístico: “Dos científicos de Berkeley, George Lakoff y Rafael E. Núñez, trabajan en un libro en el que afirman que hasta los conceptos matemáticos más abstractos proceden de la HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 3 momento que la ciencia actual ha constatado que “a los constituyentes elementales de la materia, a los entes que un día se concibieron como la última realidad obteviva, no podemos de ningún modo considerarlos ‘en sí’”, sólo cabe una nueva concepción de la ciencia para la que “el objeto de la investigación no es la Naturaleza en sí misma, sino la Naturaleza sometida a la interrogación de los hombres [curs. orig.] (...)” (1955: 22)8. Enraizamiento entre ciencia y vida que ha sido llevado probablemente hasta su extremo en el marco de la concepción autopoiética de la que son autores los neurobiólogos y epistemólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela (así como dentro de la derivación enactiva de dicha concepción que ha desarrollado este último9), con arreglo a la cual “vivir es conocer” (1990: 149)10, de modo que no existe posible conocimiento -ni, por ende, conocimiento científico- al margen de la vida11. Pues bien, el propósito de la presente comunicación es avanzar en este enraizamiento entre ciencia y vida a través de la propuesta metodológica cuyos elementos básicos se exponen a continuación y que trata de salvar las distancias existentes entre ambos dominios. Propuesta ésta cuyo precedente más inmediato se encuentra en un ensayo auroral de Humberto Maturana (Maturana 199012) y que fue desarrollada inicialmente por el autor en el curso de un trabajo académico (cf. Caro experiencia humana, de la forma en que el cuerpo interactúa con el mundo” (George Johnson, 1998: 29). 8 Conclusión que constituye un eco de la opinión originaria del físico Eddington, para quien: “Nos encontramos con que allí donde la ciencia ha avanzado al máximo, la mente no ha hecho sino recuperar de la naturaleza lo que ella misma ha puesto en ella. Nos hemos encontrado con una huella extraña en las playas de lo desconocido. Hemos inventado, una tras otra, las más profundas teorías tratando de explicar su origen. Al fin, hemos podido determinar la criatura ue dejó su huella. ¡Y ved!: la huella es nuestra” (cit. Heisenberg, en Wilber, ed., 1984: 117). 9 Véase Varela, 1988 y Varela et alii, 1991: 174-215. 10 O, como escribe con más precisión Maturana: “Los sistemas vivos son sistemas cognitivos y el proceso de vivir es un proceso de cognición. Esta afirmación es válida para todos los organismos, tengan o no sistema nervioso” (1970; cit. Capra, 1996: 114). 11 Como señala Varela explicitando las consecuencias epistemólogicas que resultan de esa imbricación vida-conocimiento: “(...) situar la cognición como acción corporizada dentro del contexto de la evolución como deriva natural brinda una visión de las actitudes cognitivas como inextricablemente eslabonadas con historias vividas, semejantes a sendas que exiten sólo porque se hacen al andar, para recordar la hermosa frase de Machado. En consecuencia, la cognición ya no se encara como resolución de problemas a partir de representaciones; en cambio, la cognición en su sentido más abarcador consiste en la enactuación de un mundo -en hacer emerger un mundo- mediante una historia viable de acoplamiento estructural” (Varela el alii, 1991: 238). O, como añade por su parte Fritjof Capra, “’no existen cosas’ independientes del proceso de cognición”, ya que “es el propio acto de cartografiar el mundo quien lo crea” (1996: 280). 12 De dicho ensayo existen cuanto menos dos ediciones en castellano: en Watzlawick y Krieg, comps. (1995: 157-194) y en la recopilación de escritos de Maturana (1995, vol. 1: 63-102). HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 4 1997). Así pues, voy a reseñar a continuación en sus términos esenciales esta propuesta metodológica, cuyo objetivo es tratar de apuntalar en términos de metodología científica este enraizamiento necesario entre ciencia y vida. El cual se halla, por lo demás, en el origen de un nuevo paradigma científico actualmente en proceso de configuración (cf. Caro, 2002-2003) y al que referiré en el último parágrafo del presente trabajo. 2. EL PUNTO DE PARTIDA. Los principios de los que parte la presente propuesta metodológica, y que lo distancian radicalmente del enfoque científico convencional, son los siguientes: 1) Frente al tradicional abstraccionismo científico, la metodología aquí propuesta parte de la situación fenoménica vivida tal como ésta es experimentada de forma no intelectiva por los sujetos directamente concernidos por la misma, y no de cualquier propósito de reducir13 esa complejidad originaria a sus componentes simples, tal como presuponía la metodología científica tradicional. Situación fenoménica ésta que, en la medida que se constituye en objeto de la investigación científica que se va a desencadenar a partir de aquélla, pasa a ser el referente permanente (además de la razón de ser) de esta última. 2) Frente al tradicional entendimiento exclusivamente analítico de la investigación científica, que reduce los componentes sintéticos (o propiamente intuitivos) de la misma al ámbito del “descubrimiento científico” asignándole, por consiguiente, una mera significación psicológica, el método aquí propuesto sitúa aquel componente analítico (que sigue siendo entendido, por lo demás, como el ingrediente primordial de cualquier indagación científica) entre dos fases o momentos sintéticos y que representan, en cuanto tales, los estadios inicial y final de la investigación: el primero, la síntesis intuitiva 13 Una crítica rigurosa del reduccionismo científico “fuerte” se expone en Atlan (1986). Véase también Deutsch 1997. HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 5 mediante la cual la situación fenoménica vivida que antecede, como acabamos de ver, a la investigación se constituye en su objeto específico (momento inicial éste cuyo carácter informe ha sido puesto de relieve, partiendo de su experiencia personal, por numerosos científicos14); y el segundo, la síntesis intelectiva en que se decanta el resultado del recorrido analítico de carácter generativo en que se especifica la investigación propiamente dicha, mediante la cual ésta se decanta en una determinada fórmula o propuesta específica y que viene a constituir la plasmación lógica de aquella síntesis intuitiva de partida15. 3) Frente a la autonomía tradicionalmente asignada a los territorios o discplinas científicas (y cuya legitimidad proviene del modo como éstas se autoconstituyen en cuanto tales y preservan esa legitimidad por la emisión pautada y reglamentada de un determinado acopio de producción científica), la propuesta metodológica aquí contemplada incluye como componente fundamental de la misma lo que vamos a denominar -desarrollando una sugerencia de Maturana en esta dirección 16 - ámbito experiencial científico. Ámbito éste que, frente a la mencionada autonomía, se encuentra doblemente flanqueado por el ámbito experiencial fenoménico sobre el que se ejerce la investigación y que constituye su punto de partida y de llegada: en el primer sentido, porque un ámbito experiencial científico sólo se instituirá en la medida que la incidencia de un determinado fenómeno lleve a sus actores a delimitarlo en un ámbito experiencial 14 Así, Abraham Moles habla de la “forma mental a menudo frágil [curs. orig.]” mediante la que se expresan inicialmente, según el testimonio de numerosos investigadores, los descubrimientos científicos (1984: 141), lo que le lleva a concluir que: “En el acto creador el hombre de ciencia no se diferencia del artista (...) [curs. orig.]” (ibid.: 350). 15 En este sentido resulta particularmente interesante el testimonio de Albert Einstein: “Las palabras del lenguaje, tal como se escriben o se hablan, no parecen desempeñar papel alguno en mi proceso de pensamiento. Las entidades psíquicas que parecen servir como elementos en el pensamiento son determinados signos o imágenes más o menos claras que pueden reproducirse y combinarse ‘voluntariamente’. (...) Los elementos anteriormente mencionados son, en mi caso, de tipo visual y... muscular. Las palabras u otros signos convencionales sólo han de buscarse laboriosamente en una fase secundaria, cuando el juego asociativo citado se halla suficientemente establecido y puede reproducirse a voluntad” (cit. Damasio, 1994: 108). 16 “(..) denomino ‘criterio de validez de las explicaciones científicas’ al criterio de aceptabilidad que define y constituye la ciencia como un ámbito cognitivo que convierte simultáneamente en un científico a la persona que lo aplica”; ámbito éste presidido por “la curiosidad bajo la forma del deseo o la pasión por explicar”, de modo que -añade Maturana- “los científicos nos hacemos científicos porque operamos con la pasión de explicar cuando constituimos la ciencia como un ámbito particular de explicaciones” (1990: 160 y 165). HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 6 específico en cuyo seno alcanza la suficiente visibilidad social como para canalizar hacia él la “pasión por explicar” que, como señala Maturana, constituye el fermento de toda indagación científica; y en el segundo sentido, porque la investigación científica sólo concluye cuando el fenómeno regresa a su ámbito experiencial de partida. Con la diferencia de que, si en el primer estadio, éste era vivenciado de forma inmediata y en ausencia de mediación intelectual, en el segundo caso vuelve a ese ámbito experiencial revelando sus claves lógicas tal como éstas se hacen constar en la síntesis intelectiva en que concluye la investigación. Síntesis ésta que explicita de este modo la urdimbre lógica que habita desde el principio en la síntesis intuitiva con que se inicia la investigación (y que a su vez constituye el trasunto de la problematicidad fenoménica vivida), pero cuya naturaleza prelógica hacía imposible aflorar. 4) Finalmente, frente al tradicional abstraccionismo científico que refería la aplicación práctica de la ciencia (desde criterios puramente tecnológicos) a un momento posterior específicamente separado de la indagación científica propiamente dicha, la propuesta metodológica aquí esbozada se inserta decididamente en la corriente epistemológica dialéctica que parte de la existencia de una relación indiscernible entre teoría y praxis. De modo que, como acabamos de ver, la investigación científica no concluye en sí misma, sino del modo como sus resultados, tal como se expresan en la referida síntesis intelectiva del fenómeno investigado, regresan al ámbito fenoménico de partida. Haciendo así posible que lo que era inicialmente vivenciado de forma inmediata, sea ahora revelado en sus claves intelectuales y capaz, por consiguiente, de soportar algún tipo de acción que lo integre en el acopio simbólico de la colectividad de que se trate (venciendo con ello la perturbación que iba unida a aquella vivencia inmediata). Con la particularidad de que, puesto que el esclarecimiento científico del fenoméno y la actuación práctica con respecto a él se hallan emplazados en dos ámbitos experienciales diferentes (el científico y el fenoménico), dicha actuación no constituirá en ningún caso el resultado mecánico de aquel esclarecimiento. 7 HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 3. PROPUESTA METODOLÓGICA. De este modo, la propuesta metodólogica basada en los anteriores principios se expresa en el siguiente cuadro: ÁMBITO EXPERIENCIAL FENOMÉNICO VIVENCIA INMEDIATA SÏNTESIS INTUITIVA ÁMBITO EXPERIENCIAL CIENTÍFICO RECORRIDO ANALÍTICO SÍNTESIS INTELECTIVA ÁMBITO EXPERIENCIAL FENOMÉNICO VIVENCIA COMPRENDIDA/ ACTUADA CUADRO 1 ¿Cuáles son, en definitiva, los puntos fundamentales de esta propuesta metodológica y en que médida potencia el referido enraizamiento ciencia-vida?: a) En primer lugar, como se observa en el cuadro, el ámbito experiencial científico ya no constituye un territorio autónomo tal como lo entendía la ciencia tradicional, sino que se encuentra flanqueado, en su inicio y en su final, por el ámbito experiencial fenoménico donde habita el fenómeno objeto de investigación, y cuya pertinencia para la vida de la colectividad de que se trate va a canalizar hacia él la “pasión por explicar” (Maturana) de determinados científicos, los cuales van a instituir un específico ámbito experiencial científico dedicado a su esclarecimiento (y delimitado con relación a aquel ámbito experiencial fenoménico).. b) En segundo lugar, la involucración vida-ciencia se concreta en el hecho de que el inicio de la investigación científica sólo se hace posible en la medida que la vivencia inmediata del fenómeno -tal como éste es experimentado de manera no intelectiva por la colectividad directamente concernida- se decanta de modo en cierta manera misterioso (ya que, como hemos visto, éste se presenta desprovisto de las claves lógicas que sin embargo habitan en su interior) en la síntesis intuitiva con que se inicia la investigación. Y así, esta síntesis intuitiva es el puente que potencia la citada imbricación vida-ciencia, ya que conecta, de manera simpática y al margen de cualquier intelección, el proceso investigador con la situación fenoménica vivida que constituye su referencia y su única HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 8 razón de ser. c) Por su parte, la síntesis intelectiva en que concluye la investigación científica (y a través de la cual el ámbito experiencial científico conecta con el ámbito experiencial fenoménico que, a la vez, constituye su punto de partida) supone el resultado de un largo recorrido analítico, de funcionamiento laberíntico17, pero cuya naturaleza generativa le permite ir revelando las claves intelectuales que, ya desde el primer momento, habitan (de manera inexpresable) en la síntesis intuitiva inicial y que sólo aquel recorrido hace presentes. De modo que es únicamente a posteriori como el investigador puede verificar en qué medida aquella síntesis intelectiva de llegada se corresponde con la síntesis intuitiva de partida: ya que es la índole generativa de ese proceso analítico lo que impide prever cuál va a ser aquella síntesis de llegada (que, a su vez, desvela la síntesis intuitiva de partida). d) Por último, la compartimentación entre ámbito experiencial fenoménico y ámbito experiencial científico aborta la tendencia hacia la aplicabilidad mecánica de los descubrimientos científicos a la que es tan proclive la corriente epistémica dialéctica, desde el momento que, como hemos visto, la explicitación lógica de los fenómenos y la actuación con respecto a ellos corresponden a ámbitos experienciales distintos. De modo que esta actuación posible estará a expensas la colectividad directamente concernida por el fenóemno, y no de los científicos que cumplen su ciclo experiencial en tanto lo hacen inteligible y, por consiguiente, actuable. 4. HACIA UNA NUEVA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA. Como he dicho en la introducción, en la base de esta propuesta metodológica se encuentra la emergencia de una nueva idea de la ciencia, cuya floración se hace 17 Cf. Moles, 1984. Como señala Leroy: “La invención se realiza entre nubarrones, en medio de la oscuridad de lo ininteligible, casi en la contradicción. En aquellas regiones entre elcrepùsculo y el sueño es donde nace la certeza” (cit. ibid.: 141). HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 9 paulatinamente visible en cada vez más numerosos territorios científicos18, que tiende a decantarse en el denominado paradigma de la complejidad 19 y que parte, frente al abstraccionismo científico tradicional, del referido enraizamiento entre ciencia y vida. Nueva idea de ciencia que Ilya Prigogine expresa en los siguientes términos: Asistimos a la emergencia de una ciencia que ya no se limita a situaciones simplificadas, idealizadas, mas nos instala frente a la complejidad del mundo real, una ciencia que permite a la creatividad humana vivenciarse como la expresión singular de un rasgo fundamental común en todos los niveles de la naturaleza (1996: 13). Ciencia, en definitiva, incierta, que ha perdido en buena medida el absolutismo y la arrogancia que tradicionalmente han caracterizado a la investigación científica20 y a sus cultivadores, y que encuentra en su incardinación indiscernible con las situaciones vividas su mejor recompensa. Ciencia que, como resultado de dicha incardinación, no puede postularse más allá de esas situaciones vividas y que, por lo demás, difuminala tradicional diferenciación entre “ciencias duras” y “ciencias blandas”21: ya que, como ha revelado la física de partículas subatómicas, la complejidad habita en el mismo corazón de la naturaleza; mientras, como señala Prigogine, la creatividad (en el sentido de emergencia) constituye una constante de todos los niveles de la misma. Y ciencia, finalmente, concernida: puesto que es sólo en la medida que el científico concentre su “pasión por explicar” en un ámbito fenoménico que él mismo, o la colectividad de la que forma parte, ha vivenciado previamente de manera inmediata como podrá desencadenar el recorrido generativo cuyo primer momento consiste, como hemos visto, en la síntesis intuitiva del fenómeno de que se trate. 18 Cf. Caro 1997: 125-200. Cf. Caro 2002-2003. Dicho paradigma emergente tiene su manifestación más clara en las denominadas ciencias de la complejidad. Véase, entre otros, Lewin 1992, Gell-Mann 1994 y Goodwin 1994. 20 Reseñando la conmoción intelectual que implica esta nueva ciencia, escribe Richard Jung: “The shift is from an ontology of void to an antology of indefiniteness; from an epistemology of form to an epistemology of experience; from logical positivism opposed to phenomenological and hermeneutic subjectivism, to complementary of logical objectivism and subjectivism; from statics to historicity; from noetic universalism to noetic particularism; and from intellectual arrogance and imperialism to intellectual modesty and pluralism” (1998: 6). 21 Véase Deutsch 1999 [1997]: 39. 19 HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 10 Y en la medida que la propuesta metodológica aquí esbozada contribuya a fundamentar desde criterios metodológicos rigurosos el citado enraizamiento ciencia-vida, es como habrá mostrado su utilidad en el marco del paradigma epistémico actualmente emergente. HACIA UNA CIENCIA ENRAIZADA CON LA VIDA 11 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: ATLAN, Henri (1986). Con razón y sin ella. Intercrítica de la Ciencia y del Mito. Trad. Josep Pla i Carrera. Barcelona: Tusquets, 1991. CAPRA, Fritjof (1996). La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivios. Trad. David Sempau. Barcelona: Anagrama, 1998. CARO, Antonio (1997). Proyecto docente de la asignatura ‘Teoría General de la Publicidad’. Madrid: Universidad Complutense. --- (2002-2003). “El paradigma de la complejidad como salida de la crisis de la postmodernidad”. Discurso. Revista Internacional de Semiótica y Teoría Literaria, nº 16/17, pp. 69-83. Edita: Asociación Andaluza de Semiótica. CHALMERS, Alan F. (1976). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Trad. E. Pérez Sedeño y P. López Máñez. Madrid: Siglo XXI de España, 199416. COHEN, Morris R.. y E. Nagel (1934). Introducción a la lógica y al método científico. Trad. XXX. Buenos Aires: Amorrortu, 1971. DAMASIO, Antonio R. (1994). 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