Terapia de la pareja Desarrollo de las terapias en pareja La ambigüedad de la expresión “terapia de pareja” merece un apunte previo. El concepto de una “terapia en pareja”, o mejor, de una “psicoterapia por la pareja” expresaría mejor hoy la esencia de un trabajo psicoterápico dirigido sobre las interacciones de los procesos psíquicos de la pareja, y más aun sobre la articulación precisa de sus aspectos inconscientes, enraizados desde el origen de su enlace amoroso. Pero la practica ha retenido la expresión terapia de pareja: de allí el interés de entender el desarrollo conceptual a través de una breve perspectiva histórica. Dos corrientes de pensamiento y de práctica están en el origen de los primeros experimentos. Por una parte, desde el principio de siglo y sobretodo después de las grandes guerras que separaron a las parejas durablemente, se crearon consultas de parejas destinadas a favorecer la reorganización de las relaciones puestas en duda por las experiencias individuales de cada uno de los integrantes de la pareja., así como el enorme cambio socio-económico y cultural de su entorno, en particular por el crecimiento rapidísimo de divorcios conflictuales. En una época anterior al desarrollo de la psicología clínica y a la extensión del psicoanálisis, estas consultas estaban animadas por trabajadores sociales, o por no profesionales abiertos, animados por intenciones sociales y filantrópicas, que poco a poco organizaron el embrión de formación o de supercisión. Así la definición de estas intervenciones se concretó a través de la palabra consejo –consejo de vida, consejo conyugal- sobretodo a través del término anglosajón counseling, más cercano del concilium latín que del sentido francés de consejo, pues se vio pronto que era más cuestión de celebrar un consejo que de darlo. Esta corriente de pensamiento encontró rápido en la inspiración de Rogers un apoyo conceptual y pragmático importante, alrededor de una orientación no directiva, centrada en el cliente que aparta la peligrosa y arbitraria directividad de consejeros poco formados. Poco a poco con la extensión del psicoanálisis y de las psicoterapias, una mayoría de médicos, ahora profesionales, orientaron su trabajo sobre un modo psicoterápico de inspiración psicoanalítica: pero por falta de metodología, renunciaron a menudo a la intervención en la pareja entera, hasta el desarrollo actual de las terapias de pequeños grupos, de terapias sistemáticas y del grupoanálisis. Otra corriente, en el origen de las terapias de pareja, nació del desarrollo de los centros de consultas paidopsiquiátricas, inspiradas en las aplicaciones del psicoanálisis, que posibilitaron la observación diacrónica de las evoluciones, y también de los fracasos o de las dificultades de las terapias individuales de niños, a menudo interrumpidas o impedidas por las familias. Entendimos poco a poco que esas familias estaban sacudidas por la terapia de un niño y por el desarrollo de su autonomización psíquica. Después de haber probado diferentes aproximaciones –terapia de la madre, terapias paralelas-, los equipos terapéuticos han entendido mejor el sufrimiento de las familias, y a través de la dinámica física de esta entidad compuesta por individuos codependientes, relacionados unos con otros o nacidos unos de otros. También entendimos que el niño era la clave de las relaciones complejas y no siempre visiblemente conflictuales en los padres. De donde la indicación ya sea de terapias familiares, ya sea de terapias de la pareja parental, que han sido la ocasión de un desarrollo teórico metodológico. Se introdujeron en las terapias de pareja ciertos aspectos sacados, no sólo del psicoanálisis concebida para el trabajo individual, sino que también de las teorías y la practica de grupos, y después por el conjunto mal delimitado de las terapias sistémicas, y del desarrollo más reciente del grupoanálisis sobretodo en las escuelas inglesas, francesas y argentinas. Actualmente, la mayoría de las psicoterapias de la pareja se apoyan sobre diferentes modelos conceptuales, pero un clima a menudo demasiado polémico molesta la confrontación teórica, como si el hecho de evocar conceptos psicoanalíticos fuese en un autor una negación del fenómeno grupal o sistémico de la pareja o como si el hecho de observar los uso paradójicos del lenguaje y de las comunicaciones excluyese la comprensión del inconsciente, de la fantasía o de la transferencia. Estos conflictos de escuela han sido amplificados por muchos factores, sobretodo por una insuficiente formación de muchos en el trabajo de grupo, y por la utilización demasiado amplia del término sistémico para referirse a prácticas muy diferentes, a veces sin rigor metodológico. Y eso que la teoría general de los sistemas ha subrayado la necesidad de distinguir planos (un elemento y el conjunto que lo contiene). Tanto la ambigüedad invocada antes de la palabra terapia de pareja que la multiplicidad de corrientes de pensamiento adaptan en las practicas metodológicas, dejan comprender la diversidad de los modelos metodológicos. Opondremos: - terapias comportamentales, sobretodo utilizadas por ciertos médicos en el campo sexológico, dirigiéndose a individuos o parejas que han sufrido condicionamientos perturbantes o graves carencias tanto pedagógicas como informativas; su eficacia sintomática rápida es evidente siempre que no haya conflicto ni neurosis. - Psicoterapias de la pareja stricto sensu sobre las que insistiremos aquí, suponiendo la renuncia del terapeuta a una acción directa sobre el real ( presión, sugestión, instrucción, consejo) aun cuando, en algunas escuelas, se proponen prescripciones paradójicas que tiene una función provocadora, con efectos a veces comparables a los de las interpretaciones psicoanalíticas; estas terapias en pareja pueden llamarse psicoterapias en tanto en cuanto exigen: o un cuadro psicoterápico organizado, aceptado por contrato explicito o implícito fijando parámetros constantes, y en el interior del que se desarrolla el proceso terapéutico, cuadro que el terapeuta protegerá contra el paso a los actos de los miembros, sobretodo gracias a sus interpretaciones. o Un lenguaje o más bien un registro simbólico, que incluya el conjunto de las modalidades comunicativas en el que se expresan tanto los consultantes como los terapeutas, registros que incluye lenguaje verbal, pero también códigos o lenguajes no verbales: gestos, mímicas, sonidos (suspiros, silabas…) o Una demanda, en el sentido psicoterápico, es decir, no sólo una queja o un síntoma, si no un esfuerzo de poner en cuestión la persona y el grupo, suponiendo que se dé sentido a los síntomas… o Una explotación psicoterápica directa o indirecta favoreciendo la expresión, la representación, la figuración y a menudo la interpretación - Psicoterapias psicoanalíticas de la pareja que suponen tomar conciencia de los fenómenos inconscientes, sobretodo de transferencia y contratransferencia, el conjunto expresándose a través de los procesos asociativos de la pareja, las palabras dichas a la mitad, frases corregidas, el uso de deícticas inciertas, de verbos con función ilocutoria y otras expresiones lingüísticas, evocando la actividad fantasma Tica, escondida o compartida, y la actividad mítica liada a los orígenes transgeneracionales.