Trastorno en la adquisición de las habilidades escolares con énfasis especial en los trastornos de la lectura Gastaminza X.; Bielsa A; Tomàs J. Revisión de los últimos avances Casi la mitad de los niños que reciben educación especial presentan un trastorno del aprendizaje en su vertiente de dificultad en la capacidad de adquisición de habilidades escolares (lectura, escritura, cálculo, entre otros). Representan aproximadamente entre el 4 y el 5% de la población global en edad escolar. El número de niños con problemas en el aprendizaje va aumentando considerablemente por las condiciones escolares y socioculturales que nos encontramos en la actualidad La dificultad en la adquisición en las habilidades escolares o trastornos en el aprendizaje escolar son alteraciones de difícil definición, configuran un tema discutible y frecuentemente contencioso que conlleva implicaciones en la identificación, disposición de servicios e investigación. El DSM-IV introdujo el término trastorno del aprendizaje, pero generalmente se prefieren otros términos para este tipo de trastornos. La discapacidad (déficit parcial de rendimiento y aprendizaje) del aprendizaje es un término general que hace referencia a un grupo heterogéneo de trastornos que se manifiestan por problemas significativos en la adquisición y el uso de la capacidad de escuchar, hablar, leer, escribir, razonar o matemática. Estos trastornos son intrínsecos al individuo, presuntamente debidos a disfunciones en el sistema nervioso central, y pueden presentarse durante toda la vida. Los problemas en las conductas de autorregulación, la percepción e interacción social pueden coexistir con discapacidades del aprendizaje pero por sí mismas no constituyen un tipo de trastorno semejante El DSM-IV divide los trastornos del aprendizaje en trastornos de las habilidades académicas específicas y una categoría no especificada. Los que implican habilidades académicas concretas incluyen el trastorno de la lectura, el trastorno del cálculo y el trastorno de la expresión escrita. La categoría no especificada recoge los trastornos del aprendizaje que no cumplen criterios para cualquier trastorno del aprendizaje específico. En todos los trastornos de las habilidades académicas específicas, los criterios diagnósticos requieren que la capacidad actual del individuo en una habilidad concreta se sitúe sustancialmente por debajo de la esperada, evaluada mediante pruebas normalizadas estadísticamente a ser posible y que los problemas del aprendizaje interfieran con el rendimiento académico o con las actividades de la vida cotidiana Aunque esta definición parece relativamente clara, persisten en ella problemas de tipo conceptual y practico. Por ejemplo, no se especifica el método concreto a utilizar que permita delimitar la discrepancia y/o su intensidad para poderla calificar de sustancial. Las pautas establecidas hacen que la diferencia necesaria varíe entre una o dos desviaciones estándar en las puntuaciones de rendimiento y capacidad. Sin embargo, los métodos específicos utilizados para computar las discrepancias son diferentes, y cada enfoque identifica como discapacitados (deficiencia mental parcial) a grupos diferentes de niños. SUBTIPOS DE DISCAPACIDAD DEL APRENDIZAJE El interés en descubrir subtipos dentro de la población heterogénea con discapacidad del aprendizaje y adquisición de las habilidades escolares continúa siendo importante. Aunque se han propuesto numerosos sistemas de clasificación y de tipificación, normalmente se reconocen: discapacidades basadas en el lenguaje, asociadas primariamente a problemas en la lectura y en deletrear, y a) un tipo no verbal de discapacidad asociado más claramente con problemas en aritmética. Este último subtipo se asocia a un patrón de deficiencias en las actividades neurocognoscitivas y adaptativas que se suele atribuir al hemisferio derecho, incluyendo problemas en la cognición espacial, procesamiento de información visuoperceptiva-simultánea, y actividad socioemocional. Las tasas de incidencia basadas en muestras clínicas sugieren que menos del 10% de las discapacidades del aprendizaje son no verbales. Un estudio epidemiológico encontró que el 1.3% de los niños entre 9 y 10 años de edad presentaban problemas específicos de calculo y que el 2.3% presentaba problemas tanto en calculo como en lectura. Los problemas específicos de lectura son para algunos autores los más frecuentes, hasta un 3.9% de la población escolar de 9-10 años. Se ha demostrado que estas alteraciones persisten hasta la edad adulta e incluso empeoran con el paso del tiempo. Por tanto, constituyen un riesgo hacia el origen de alteraciones socioemocionales. Las características alteraciones en el lenguaje (p.e prosodia, pragmática pobre y buen vocabulario) y los notables problemas sociales de estos niños han llevado a algunos autores a cuestionarse si pudiera existir un continuum de este trastorno con algunos trastornos generalizados del desarrollo, tales como el síndrome de Asperger, y/o el trastorno esquizoide de la personalidad. Como se ha indicado anteriormente, el tipo más habitual y, por tanto, más bien estudiado de discapacidades del aprendizaje es la discapacidad en lectura. ASPECTOS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICOS Pese a la práctica habitual de definir la discapacidad lectora en base a las discrepancias en CI, la validez de este enfoque continúa siendo polémico. Los niños que presentan una discrepancia entre la medida de la inteligencia (CI) y el nivel de ejecución en la lectura suelen conocerse como disléxicos, con discapacidad lectora, o específicamente retraso en la lectura. Se ha pensado que estos lectores con deficiencias son cualitativamente diferentes de los comunes malos lectores (ver más adelante) Por otra parte, los niños pueden presentar un rendimiento académico coherente con su edad y nivel de CI. Esto es, niños con puntuaciones de CI inferiores a la media que presentan también una baja ejecución académica, como es de esperar dado su nivel de CI. Se considera que estos niños tienen un retraso general en la lectura o que tienen una lectura ordinaria deficiente. PRÁCTICAS ACTUALES DE EVALUACIÓN Las bases fundamentales de la evaluación de la discapacidad lectora suponen el uso de una medida válida de inteligencia y una evaluación de las áreas de contenido académico entre las que se incluyen la lectura, las matemáticas y la ortografía que se miden mediante tests de rendimiento especifico. El test de inteligencia más utilizado es el WISC-III. El WISC-III contiene 13 subtests que se combinan dando lugar a la escala Verbal, la escala no verbal o Manipulativa y la escala Total de CI. A pesar de la polémica suscitada por la definición de la discrepancia en las discapacidades del aprendizaje, los tests de CI siguen constituyendo una parte integral del proceso de evaluación. En concreto, los tests de CI han demostrado en repetidas ocasiones que correlacionan con el rendimiento escolar y lo predicen, y por tanto pueden guiar las expectativas en cuanto a la tasa de rendimiento en un niño concreto. Además, los tests de CI como el WISC-III proporcionan un perfil de potenciales y debilidades, importante para comprender la naturaleza del estilo de aprendizaje de un niño y permite planificar los programas de tratamiento. Es importante evaluar un conjunto de procesos cognoscitivos entre los que se encuentran los procesos verbales, la visuespacialidad, el nivel de constructividad y la capacidad planificación. Los síntomas característicos de los perfiles del WISC-III en niños con problemas en el aprendizaje incluyen la variabilidad entre subtests y las puntuaciones inferiores a la media en determinados subtests como reconocimiento de símbolos, codificación, aritmética y dígitos. No obstante, el patrón de resultados de los subtests de CI no permite realizar un diagnóstico de discapacidad del aprendizaje, ni permite diferenciar entre niños con problemas de aprendizaje y otros niños con otras limitaciones. Además, una discrepancia significativa entre el CI Verbal y el CI Manipulativo no es suficiente para realizar un diagnóstico de discapacidad del aprendizaje. Además de los tests estandarizados de capacidad cognoscitiva y rendimiento académico, el examen completo debe incluir medidas de las habilidades adquiridas sobre las áreas académicas. La evaluación de los problemas de lectura, por ejemplo, debería contar con medidas de la capacidad de un niño para leer palabras tanto de manera aislada como en el texto, capacidad para expresar palabras desconocidas, conocimiento de los sonidos de las palabras y las correspondientes letras y patrones de letras, y habilidades de comprensión lectora. Han de tenerse en cuenta las características del niño y las características situacionales que pueden contribuir o complicar el avance académico. Entre ellas se encuentran la autoestima, la capacidad de atención, las relaciones con los compañeros y el nivel de exigencias a través de las demandas que se le hacen al niño en la escuela y en la familia. Finalmente, debe contemplarse el potencial y los recursos del niño, de la familia, de la escuela, y de la comunidad, con el fin de diseñar intervenciones efectivas. EPIDEMIOLOGÍA La estimación de la tasa de prevalencia de los trastornos de la lectura depende de la definición concreta utilizada. Se pensaba que los problemas específicos de la lectura presentaban una prevalencia media de un 5% de la población general. Los problemas de la lectura y la identificación del número de niños con este trastorno dependen del punto de corte elegido. Este punto de corte puede ser una desviación estándar por debajo de la media, dos desviaciones estándar por debajo de la media, u otro punto dependiendo del objetivo específico que se persiga. Parece que no existen diferencias significativas entre sexos. Para comprobar si existen o no diferencias según el sexo, es necesario realizar estudios con niños más mayores y adolescentes. DISCAPACIDAD LECTORA Y CEREBRO Con la llegada de las tecnologías de neuroimagen, se ha hecho posible identificar algunas características estructurales y funcionales de los cerebros de niños discapacitados para el aprendizaje. Dado que se piensa que las alteraciones en la lectura son debidas a deficiencias en la competencia del lenguaje, no es sorprendente que los estudios neuroanatómicos de individuos con deficiencias en el aprendizaje hayan encontrado datos que apoyan un déficit en el hemisferio izquierdo. Algunos de estos datos han aparecido en muestras citoarquitectónicas postmortem y en estudios con resonancia magnética. En estos estudios, se ha observado que el plano temporal carece de la asimetría esperada (I>D) en los niños con trastornos del lenguaje y del aprendizaje, aunque los problemas de fiabilidad para identificar los límites del plano continúan dificultando los intentos de réplica de los primeros datos. En los trabajos con tomografía por emisión de positrones que estudian tareas de lenguaje, se ha demostrado diferencias en el hemisferio izquierdo de los sujetos con problemas de aprendizaje en comparación con individuos con trastornos pero no del aprendizaje. Los estudios del flujo sanguíneo cerebral, muestran la existencia de una área temporal izquierda asociada a las habilidades fonológicas y ortográficas que requiere discriminación auditiva fina y un área parietal inferior izquierdo asociado al significado de las palabras. Por último, se ha encontrado en los cerebros de los individuos con alteraciones lectoras displasias significativamente más focalizadas, sobre todo en las regiones del lenguaje que limitan con la fisura silviana, en comparación con los individuos-control normales. La búsqueda de diferencias neuroanatómicas y neurofuncionales en niños con problemas en la lectura y niños sin ellos no se ha limitado tan solo al estudio de las regiones cerebrales sino que también se han estudiado las diferencias a nivel celular. En las exploraciones del sistema magnocelular visual, que normalmente tiene células largas que transportan los procesos rápidos, los autores observaron que los que tenían un trastorno en la lectura presentaban cuerpos celulares más desorganizados y más pequeños que los lectores normales. Además, los hallazgos de Galaburda en 1993 indican que es posible que este patrón no se limite al canal visual, ya que se han encontrado también cuerpos celulares más pequeños en el canal auditivo de lectores con alteraciones. Estos resultados podrían demostrar la hipótesis de Harris de que el déficit fundamental en los niños con alteraciones en la lectura es una deficiencia en el procesamiento de la información rápidamente cambiante en varios canales sensoriales. Ninguno de estos hallazgos se considera definitivo. Tan solo que apoyan la hipótesis de que a nivel neurofuncional y neuroanatómico, al menos en algunos individuos con alteraciones en la lectura aparecen fenómenos que difieren de los que no presentan problemas en la lectura. Hay, sin lugar a dudas, importantes razones para considerar estos resultados con precaución. En primer lugar la neurología ofrece múltiples ejemplos en los que la estructura cerebral y la actividad que se derivaría de ella no se correlacionan generalmente bien. Además, la concepción más vigente en la actualidad se basa en que muchas funciones cerebrales tienen una representación distribuida o una red de trabajo en el cerebro, en vez de estar localizadas en un solo centro. Por todo ello cualquiera de las muchas redes neurales interconectadas podrían implicarse como factor causante en aquellos niños con problemas de lectura. En segundo lugar, los problemas de heterogeneidad diagnóstica continúan sin resolverse y limitan la capacidad de generalización de los hallazgos neuroanatómicos. Tercera, aunque los resultados neuroanatómicos puedan representar los datos en una zona más extrema del continuum de la incapacidad para la lectura, estos datos pueden conjugarse con las hipótesis que sugieren que los problemas de lectura caen dentro de un continuum y que no constituyen una entidad especifica. En consecuencia, hasta que se conozcan resultados de estudios más definitivos, los datos resumidos aquí deben considerarse tan solo como datos experimentales. FACTORES GENÉTICOS EN LA DISCAPACIDAD EN LECTURA Los factores genéticos desempeñan un papel significativo en la determinación de la capacidad y la discapacidad lectoras. Se ha demostrado que entre el 35 y el 40% de los familiares de primer grado de niños con problemas en la lectura también presentan esas alteraciones. Los problemas de lectura tienen una etiología heterogénea y existe heterogeneidad genética incluso entre familias seleccionadas por la aparente transmisión dominante. Utilizando un fraccionamiento de base teórica de la deficiencia disléxica general en atributos más precisos, se vincularon dos fenotipos distintos relacionados con la lectura, la información fonológica y la lectura de palabras aisladas, con el cromosoma 6 y el cromosoma 15, respectivamente. PREDICTORES DEL RENDIMIENTO EN LA LECTURA En un estudio longitudinal en la población infantil global puso de relieve que el perfil del lenguaje de los niños a los 5 años de edad era predictor gracias a un conjunto de diferencias significativas en puntuaciones de rendimiento en lectura 7 años después. Los niños con un deterioro generalizado del desarrollo presentaban el curso académico más limitado, seguidos de los que tenían malos resultados en tests de comprensión auditiva. Los niños con una articulación deficiente y aquellos en los que no había evidencia de deterioro del lenguaje a los 5 años de edad obtuvieron los mejores rendimientos en tests de lectura y en el control evolutivo. Se ha observado que otras variables, como los antecedentes familiares de problemas con la lectura, problemas de atención-distractibilidad y problemas de internalización predicen también los problemas posteriores de lectura. No obstante, se desconoce si estas variables predicen problemas de lectura más allá de las predicciones basadas en antecedentes tempranos del deterioro del lenguaje. DEFICIENCIAS BÁSICAS EN LA DISCAPACIDAD LECTORA Existen una serie de mitos que suelen confundir la comprensión etiopatogénica de la discapacidad en lectura. Tales mitos se agrupan en tres tipos: unos los que relacionan la causalidad con el sistema visual, otro que los relaciona con problemas ligados a fenómenos de tipo alérgico y por último las que preconizan la existencia de una disfunción en el sistema vestíbulo-cerebelar. De estos tres el más persistente es el ligado al sistema visual. Tal explicación etiológica atribuye las alteraciones en la lectura a problemas en el sistema visuomotriz o bien defectos en la visión u oculares, y también a problemas perceptivos conocidos como el Asíndrome de sensibilidad escotópica. A pesar de lo atractivo que puedan resultar tales hipótesis explicativas de las alteraciones de lectura y del aprendizaje, la literatura no apoya demasiado estas teorías Además, lo cierto es que los niños con alteraciones en la lectura presentan un déficit en las habilidades de procesamiento fonológico. Es decir, en la discapacidad lectora se aprecia una deficiencia básica y central que consiste en la existencia de una dishabilidad sutil del lenguaje que esta relacionada con la detección y manipulación de los sonidos del habla individual. Tal alteración se considera la principal fuente de deficiencia en el reconocimiento de palabras y de problemas para descifrar y expresar palabras desconocidas. También por otra parte los niños con dificultades de lectura (deficiencia parcial) se diferencian de sus compañeros sin ellas en cuanto a la velocidad con la que son capaces de nombrar los símbolos visuales de letras y números. Este déficit de velocidad en nombrarlos es apreciable, en los disléxicos, ya desde la guardería y perdura hasta la edad adulta COMORBILIDAD Discapacidad lectora y trastorno por déficit de atención El rendimiento académico pobre o bajo suele coexistir con problemas de conducta escolar frecuentemente. El mal rendimiento académico pueden ser secundario al A mal comportamiento, a problemas emocionales, a un trastorno psiquiátrico, a un descenso de la motivación, o también a enseñanza inadecuada o inapropiada, por citar algunos causas frecuentes. Los problemas de lectura secundarios a una enseñanza inadecuada desbordan el objetivo de esta revisión. Es de sobras conocido que las alteraciones en la lectura por falta de motivación muy a menudo forman parte de un trastorno psiquiátrico más extenso. Uno de los más frecuentes en la infancia es el déficit de atención con hiperactividad. Se ha observado clínica y empíricamente que los niños con un trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia presentan rendimientos académicos inferiores y que los niños con rendimientos inferiores demuestran elevadas tasas de trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia. El 20-25% de niños con alteraciones en la lectura presentan un trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia, mientras que entre el 10-50% de niños con un trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia presentan problemas de lectura concurrentes No se conocen las razones exactas de la comorbilidad entre los problemas de lectura y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia. A pesar de la amplia variabilidad en las definiciones y muestras, algunos estudios recientes sugieren que la comorbilidad entre la discapacidad lectora y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia es debida, al menos en parte, a influencias genéticas. Mediante un diseño de estudio de gemelos, se encontró que aproximadamente el 75% de la coincidencia de los problemas para deletrear y la hiperactividad eran debidas a influencias genéticas compartidas. Dado que el deletrear y el leer están muy correlacionados y que el déficit en el deletrear puede considerarse como un indicador de posibles deficiencias en la capacidad de lectura y escritura, parece probable que las alteraciones de la lectura y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia tengan, al menos parcialmente, un origen genético común. El elevado solapamiento entre ambas alteraciones, obliga al profesional a revisar siempre el progreso académico de un niño con un trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia. De igual forma es importante, detectar la existencia de un trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad, en aquellos niños con problemas de lectura a fin de enfocar mejor la intervención y estrategia terapéutica global necesaria. Discapacidad lectora y trastorno disocial/delincuencia Entre los niños de edad escolar temprana, la asociación entre la presencia de conductas agresividad y problemas de lectura se comprende con cierta facilidad por comorbilidad con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o hiperquinesia. De más difícil explicación es el hallazgo en la adolescencia, donde, sin embargo, se han encontrado claros vínculos entre un claro comportamiento antisocial y variables relacionadas con deficiencias verbales y rendimientos escolares bajos. Esta asociación se explica a través de tres hipótesis posibles: la hipótesis del fracaso escolar, que afirma que la falta de éxito educativo conlleva una baja autoestima, frustración y de ahí, el comportamiento de Aacting-out (pasar a la acción) la hipótesis de diferencias en el trato (o detección), la cual sustenta que los adolescentes con problemas de rendimiento llevan a cabo una cantidad de actos antisociales más o menos igual que los que cursan estudios sin problemas de rendimiento pero que son tratados de forma diferente por las instituciones y la sociedad en general; y la hipótesis de la susceptibilidad, que establece que los problemas de aprendizaje están acompañados por características de personalidad que predisponen al individuo al comportamiento disocial o delictivo Aunque existen datos que apoyan las tres hipótesis, la evidencia parece decantarse por la hipótesis de la susceptibilidad. Por ejemplo, los problemas de aprendizaje basados en el lenguaje parecen desempeñar un papel importante en la conducta delincuente, lo cual también apoyaría la misma hipótesis sobre la susceptibilidad, si bien esta no excluye ni mucho menos la coincidencia con la otras ni tampoco ninguna de ellas entre si. Los estudios longitudinales muestran que la asociación entre la discapacidad lectora y los problemas de comportamiento es débil, y ponen de relieve que los problemas del comportamiento o de conducta son previos a los trastornos de la lectura y no hay evidencia de que la discapacidad lectora fuera previa al comportamiento agresivo. Trastornos de internalización A diferencia de la enorme literatura acerca de la relación existente entre los trastornos de externalización y las disfunciones del aprendizaje, se ha escrito poco sobre los problemas de aprendizaje y los trastornos de internalización (patología de inhibición). Un estudio efectuado en el 93 de revisión de la literatura desde 1984 hasta 1993 sobre el bienestar emocional y los adolescentes con problemas de aprendizaje se centro en la valoración de cinco variables: autoconcepto, capacidad de introyección, ansiedad, depresión y ideas de autolisis; se concluyo que: (1) Los adolescentes con un trastorno del aprendizaje tienen un autoconcepto de si mismos menos positivo que sus compañeros sin trastorno. (2) Los adolescentes con un trastorno del aprendizaje presentan una capacidad de introyección más elevada tanto de su éxito como de su fracaso que los grupos de comparación. (3) Los adolescentes con trastornos del aprendizaje experimentan niveles más elevados de ansiedad (rasgo) y tienen una prevalencia significativamente más alta de síntomas de somatización de tipo menor que los del control. (4) Los estudios de los niños y de los adolescentes con trastornos del aprendizaje refieren altas tasas de depresión en los autoinformes. (No obstante, la falta de una grupo de comparación sin trastorno y la ausencia de evaluaciones clínicas de los sujetos limitan la fiabilidad de estos datos). (5) Algunos autores señalan la existencia de una asociación entre el suicidio y los trastornos del aprendizaje, de hecho, no se dispone de datos empíricos que apoyen este supuesto. Adquisición de Competencia social La capacidad de un niño para funcionar socialmente tiene importantes implicaciones de origen en su bienestar durante la niñez y en la salud mental y la adaptación durante la edad adulta. Últimamente la competencia social de los niños con trastornos del aprendizaje, ha sido un tema objeto de debate, en parte debido a que se reconoce que estos niños presentaran problemas en varios aspectos de su competencia social y estos problemas se inician precozmente y continúan o empeoran con el crecimiento. En una amplia revisión de los problemas sociales en estos niños y adolescentes se concluía que no son tan competentes socialmente como sus compañeros de clase con rendimientos normales; Suelen tener problemas para comprender los estados afectivos de los demás, sobre todo en situaciones complejas o ambiguas. Hay descenso de la autoestima que suelen manifestarse en estudios de adolescentes con trastornos del aprendizaje pero no necesariamente entre niños en edad escolar elemental. Lo cual podría reflejar el efecto acumulativo del fracaso repetido que se encuentra en algunos individuos con trastornos del aprendizaje tanto en el ámbito académico como en el social. TRATAMIENTO: ESTRATEGIAS Tratamiento basado en la escuela La manera de ayudar a los niños con problemas de lectura puede es muy diversa, y se extiende desde proporcionar un tutor extra, hasta establecer programas sofisticados dirigidos hacia la reeducación de los problemas de fonética elemental, o también como hasta hace poco, con ejercicios de entrenamiento reeducativo visuo-perceptivos, los cuales se centraban en los déficits subyacentes Actualmente, la mayoría de tratamientos se centran en la enseñanza directa de las habilidades de lectura. Los programas especiales se han desarrollado específicamente para enseñar las asociaciones letra-sonido considerados por muchos como el déficit básico y fundamental de los malos lectores y luego se enseña la relación sobre sílabas y palabras; otros sistemas introducen las palabras completas primero y enseñan al estudiante a deducir las correspondencias letra-sonido después. Los procesos fonológicos auditivos, enseñan la lectura a través de la ruta visual, así, existen métodos que utilizan iconos o símbolos que se deben asociar con palabras impresas. Pese a que actualmente se subraya muchísimo la enseñanza directa, tal practica no comporta la eliminación de los ejercicios de reeducación de los procesos subyacentes. Farmacoterapia La frecuente coexistencia del trastorno por déficit de atención y las discapacidades lectoras, los estimulantes también se usan en el tratamiento de los trastornos de la lectura. Si se mejora la atención y la concentración se puede ayudar al niño a participar en el ambiente de aprendizaje y puede hacer que aumente la cantidad de trabajo realizado. Existe cierta evidencia del efecto directo de la medicación sobre los mecanismos de recuperación verbal, que provocan una mejoría del vocabulario leído; y también de efectos más generales en el rendimiento de la lectura que generan indirectamente una mejoría en el control comportamental en niños hiperactivos con trastornos de la lectura. Los datos de investigación en este área, sin embargo, son confusos. Algunos estudios del efecto inmediato del metilfenidato demuestran consistentes incrementos en la productividad en clase. No existen datos que apoyen los beneficios académicos de los estimulantes a largo plazo. La práctica clínica actual establece que siempre que un trastorno concurrente contribuya en el bajo rendimiento académico, está indicada una intervención puntual, incluyendo el uso de medicación. Sin embargo, el uso de medicación para la terapia de los trastornos de la lectura sin trastornos psiquiátricos coexistentes no es aconsejable. Consejo a padres y profesores Sea cual sea el programa de tratamiento adoptado, es importante que el niño, los padres del niño y los profesores tengan una comprensión moderna de los problemas del niño y de su presunta base biológica y/o genética y conseguir que el niño no se le considere simplemente como un obstinado, un vago, un negativista o un niño lento o torpe. El clínico debe desempeñar un importante papel correctivo reformulando la naturaleza de los problemas del niño, para que cualquiera de las personas significativas en su vida se familiaricen con los conceptos actuales sobre estos trastornos. Debe investigarse la existencia de antecedentes familiares. Esta información es muy útil para la planificación de la intervención y para que los padres colaboren en la prevención y en las intervenciones tempranas. Aunque la prevención es de limitado valor cuando el niño ya presenta tal trastorno, la prevención y la intervención tempranas pueden reducir o evitar algunas de las secuelas no deseadas, como son la baja autoestima o problemas del comportamiento, que tan frecuentemente suelen encontrarse en estos niños. EVOLUCIÓN EN LA ADOLESCENCIA Y EN PRIMERA ETAPA DE LA EDAD ADULTA Los estudios de seguimiento han revelado repetidamente que el trastorno de la lectura persiste hasta la adolescencia tardía y la primera etapa de la edad adulta. Algunas veces mejora la capacidad de comprensión, pero su progreso es más lento que el de sus compañeros normales en cuanto a la lectura. La inteligencia general y la gravedad inicial del trastorno de la lectura son los predictores más consistentes de los niveles de lectura en adultos jóvenes. No obstante, los datos más concluyentes de los estudios afirman que los adultos con un diagnóstico de trastorno de la lectura en la infancia continúan presentando problemas de codificación fonológica cuando leen o llevan a cabo tareas de conocimiento de fonemas. Además, la tasa de lectura más lenta es característica de los adultos con un trastorno de la lectura en la niñez. Con las ayudas adecuadas, los niños con problemas de lectura pueden tener un buen progreso educativo, aunque tarden más en lograr un nivel determinado de competencia en comparación con controles sin trastornos. Los escasos datos de la adaptación psicosocial adulta en niños con problemas de lectura sugieren un cuadro mixto con tasas elevadas de problemas en algunas muestras pero que en pocas ocasiones son graves. En concreto, las niñas parecen presentar un riesgo de problemas sociales y emocionales, pero no hay evidencia de un incremento en la tasa de delincuencia juvenil o de problemas con las drogas y el alcohol. Los sujetos que siguen presentando problemas de falta de comprensión de lectura y con dificultades en el cálculo aritmético manifestaban más sentimientos depresivos en ambos casos. Las mujeres jóvenes más a menudo se emparejan y llegan antes a la maternidad que son compañeras de la misma edad pero sin dificultades de aprendizaje, mientras que los varones jóvenes son más vulnerables al desempleo. A partir de la información de que disponemos hasta ahora, tanto la gravedad de los problemas de la lectura en los niños como el contexto socioeconómico y cultural en el que se dan influyen claramente en su evolución posterior. Los resultados más positivos han aparecido en las muestras de población donde los niños recibían apoyo y estimulación en casa, una atención especializada en la escuela y al hacerse adultos seleccionaban ambientes consistentes con su propio potencial y sus limitaciones. CONCLUSIÓN Esta revisión expone los impresionantes avances que han tenido lugar durante los últimos 10 años en el campo de las discapacidades del aprendizaje. Nuestro entendimiento de las deficiencias nucleares de la discapacidad lectora, por ejemplo, supone un claro avance que actualmente sirve de base para la intervención bien diseñada. Los recientes hallazgos en cuanto a la comorbilidad y secuelas de los problemas de aprendizaje que llegan hasta la edad adulta subrayan la importancia de evaluaciones amplias, multidisciplinarias y el seguimiento de los niños con riesgo de presentar estos problemas. TABLA 1- Resumen del desarrollo de la lectura y tipos de enseñanza Etapa de lectura Habilidades que deben aprenderse Deficiencias asociadas discapacidad lectora Prelectora (edad preescolar) . Reconocimiento del nombre de las letras y algunas palabras (p.ej., el propio nombre) . Se inicia el conocimiento fonológico (p.ej., saber las similitudes/diferenc ias entre fonemas, saber la rima de guardería) . Conocimiento limitado de la rima, nombres de las letras . Enlentecimiento en la denominación de estímulos visuales muy familiares (p.ej., objetos, colores, números) Enseñanza de fonemas (programas que llaman la atención a los patrones de sonidos en palabras), enseñanza del alfabeto -nombre de letras y sonidos correspondientes Etapa de decodificación (se inicia en 11 y 21) . Uso de letras para descifrar palabras . Correspondencias básicas entre letras o combinaciones de letras y sonidos . Limitación de habilidades de procesamiento fonológico . Algunas palabras se reconocen de vista . Pobre expresión de palabras y deletrear Programas fónicos que subrayan las correspondencias entre letrassonidos, tanto aisladas como en el contexto de las palabras Lectora transicional (se inicia en 21 y 31) . Gana fluidez . Integra decodificación y pistas de contexto . Decodifica automáticamente y es menos consciente del esfuerzo de manera que los recursos se sitúan en la comprensión del texto . La lectura carece de fluidez y expresión, aunque generalmente adecuada . Limitada comprensión lectora Lectura repetida de texto ligeramente difícil para mejorar fluidez y comprensión Lectura fluida, independiente, funcional . La lectura oral es fluida y expresiva . La lectura silenciosa para comprensión o información conforma la mayoría de la actividad lectora . Problemas de comprensión debidos a pobre comprensióncontrol, limitaciones de memoria funcional, y conocimiento limitado del área . Enseñar comprensión lectora, estrategias metacognitvas y potenciadoras de memoria (p.ej., autointerrogatorio, uso de ensayos y elaboración), uso de organizadores del progreso para acceder al conocimiento subyacente y organizar información a Tipos enseñanza de